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Nota del editor: esta es la respuesta a una de las diferentes preguntas que los oyentes del pódcast Ask Pastor John le hacen al pastor John Piper.


Si leemos nuestras Biblias, ¿por qué necesitamos escuchar sermones? Esta es la pregunta de una oyente del pódcast llamada Lucia. «Hola, pastor John y Tony, soy alumna de secundaria y he sido bendecida por muchos de sus sermones y pódcast. Tengo una pregunta. Sé que hubo un episodio antiguo titulado «Si escuchamos sermones, ¿por qué necesitamos leer la Biblia?». Quisiera invertir la pregunta: si leemos nuestras Biblias, ¿por qué necesitamos escuchar sermones? Siento que mucha gente pone un gran énfasis en la lectura de la Biblia al decir que es nuestra forma directa de relacionarnos con Dios, mientras que, cuando escuchas sermones, estás escuchando la relación de otra persona con Dios.  

También sé que los sermones potentes pueden emocionarnos, pero tengo entendido que nuestra fe no debería estar basada en emociones. Es difícil explicar a qué me refiero cuando digo que nos sentimos emocionados: es ese sentimiento inspirador en el que siento el amor de Dios, que me muestra cuán grande Él es y que me motiva a cambiar. Sin embargo, una vez que esas emociones dentro de mí se apagan, no estoy segura de qué es lo que debo hacer después. ¿Leo más la Biblia? ¿Escucho más sermones para sentir algo de nuevo? Pero me estoy desviando del tema. Mi pregunta principal es: ¿para qué escuchar sermones si ahora todos tenemos la Biblia para leerla por nuestra cuenta?».

Déjenme intentar responder esta pregunta en dos partes. Primero, procuraré demostrar desde el Nuevo Testamento que es el plan y el diseño de Dios que, además de su palabra infalible en la Biblia, la iglesia debe ser conducida bajo esa palabra infalible por ancianos falibles (a veces llamados pastores, ancianos o maestros) que tengan el don de liderar y de enseñar al rebaño. Y luego en la segunda parte, examinaremos el porqué: ¿por qué Dios dispuso que los miembros comunes y corrientes de la iglesia, que tienen en sus manos una Biblia infalible, deberían escuchar, respetar, estimar, seguir y regocijarse en el ministerio de la Palabra por medio de la predicación falible?

Pastores para el rebaño

Primeramente, entonces, reflexionemos en el plan de Dios. Justo esta semana, mientras preparaba la sesión de Look at the Book [Miremos el Libro] en 1 Tesalonicenses 5:12-14, me sentí impulsado a abordar esta mismísima pregunta antes de saber que sería hecha aquí. Esto es lo que dice ese texto: «Pero les rogamos hermanos, que reconozcan a los que con diligencia trabajan entre ustedes, y los dirigen en el Señor y los instruyen, y que los tengan en muy alta estima con amor, por causa de su trabajo».

Este es un grupo de la iglesia que lidera y enseña. Y, luego, en el versículo 14, se dirige a esos mismos maestros así: «Les exhortamos, hermanos, a que amonesten a los indisciplinados, animen a los desalentados, sostengan a los débiles y sean pacientes con todos».

De este texto, resalté el punto obvio, concretamente, que el apóstol infalible les escribe a los tesalonicenses y les da una gran responsabilidad en el ministerio de la Palabra en la iglesia. Se las da a personas falibles. Les dice a los maestros cómo ministrar la Palabra, y a los miembros de la congregación cómo recibirla y cómo respetar a los maestros.

Ahora, consideremos 2 Timoteo 4:1-2. Me gustaría destacar lo importante que este texto ha sido en mi vida como pastor y predicador. Pablo le dice al joven Timoteo, a quien había nombrado pastor de Éfeso: «En la presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, por su manifestación y por su reino te encargo solemnemente: Predica la palabra».

Esa es una orden muy clara para Timoteo: «Predica. Proclama la palabra». Dicho de otra manera, el punto no es si los creyentes de Éfeso piensan que necesitan escuchar a Timoteo predicar, puesto que tienen acceso a la carta infalible a los Efesios. El punto es si Dios, en su perfecta voluntad, les está diciendo que deben escuchar a Timoteo predicar la Palabra. Está diciendo: «Timoteo, predica la Palabra». Y Dios quiere que su pueblo escuche la Palabra predicada al ordenarles a sus pastores que la prediquen.

Aquí hay un pasaje más en Efesios 4:11-12: «Y Él dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo».

Entonces, lo que está claro en este pasaje es que el Cristo resucitado quiere que las iglesias tengan pastores y maestros que equipen a los santos, por medio de su predicación y enseñanza, para hacer el trabajo del ministerio, y se edifiquen en amor y en fe. Ese es el plan divino.

Cinco razones por las que debes predicar

La segunda parte de mi respuesta es: ¿por qué? ¿Por qué Dios lo ha establecido así? ¿Por qué habrá planificado que haya maestros y predicadores humanos y falibles (y estoy hablando de mí mismo, John Piper) que enseñen y prediquen a la gente en base a la Palabra infalible de Dios, cuando tienen esa Palabra infalible en sus manos? A continuación, les doy cinco razones bíblicas.

1. A los pastores se les da el don único de enseñar

De acuerdo a 1 Timoteo 3:2, a los predicadores y maestros se les da el don —o la aptitud o capacidad— de enseñar, lo que significa que deberían tener el tiempo, la predisposición, la habilidad y el discernimiento espiritual para ver en la palabra infalible de Dios cosas que el común de las personas no ve.

2. Los sermones nos ayudan a leer mejor la Biblia

Al enseñar y predicar, los pastores le demuestran y modelan a la gente cómo ver aquellas cosas que normalmente no perciben por ellos mismos cuando leen la Biblia. La predicación está basada en la Palabra de Dios, y una buena predicación muestra desde el texto mismo de la Palabra de dónde viene la enseñanza para que los que están escuchando puedan verlo por sí mismos. Y al hacerlo, a través de la predicación del pastor, aprenden a verlo por sí mismos. Entonces, la lectura de la Biblia se hace cada vez más fructífera por medio de una buena predicación.

3. La predicación despierta nuevos afectos por Dios

La predicación bíblica fiel es lo que yo llamo exultación expositiva. La palabra expositiva implica enseñar y explicar lo que la Biblia realmente dice. Y la palabra exultación implica que el predicador mismo siente y comunica el valor de lo que está viendo. Por lo tanto, la predicación es la transmisión tanto de lo que se vio como de lo que se saboreó de la realidad que está en el texto. Eso significa que los que escuchan este tipo de predicación, con el correr del tiempo, no solo acumularán nuevos pensamientos en sus mentes, sino que además sus corazones se llenarán de nuevos afectos por Dios, su Palabra, sus caminos y su pueblo.

Podríamos pensar que la Biblia misma debería ser suficiente para despertar todos los afectos y emociones que los cristianos deberíamos sentir. El hecho es que, simple y llanamente, eso no pasa. Dios ha planeado que seamos inspirados, alentados, humillados y maravillados por las cosas de Dios, las que vemos en forma más conmovedora a través de la predicación fiel y llena del Espíritu Santo. Por eso, Pablo les dice a los maestros en Tesalónica: «Animen a los desalentados» (1Ts 5:14). Ese ánimo viene de la predicación. Es un cambio de emociones y afectos. Los afectos son cambiados, no solo las mentes, a través de la predicación ordenada por Dios.

4. Dios salva por medio de la locura de la predicación

Dios ha ordenado que los ojos de los que están ciegos espiritualmente sean abiertos y que la salvación venga por la locura de la predicación humana y falible. En 1 Corintios 1:21 dice: «Ya que Dios, en su sabio designio, dispuso que el mundo no lo conociera mediante la sabiduría humana, tuvo a bien salvar, mediante la locura de la predicación, a los que creen» [NVI].

Podríamos pensar que todo lo que el mundo necesita son Biblias lanzadas desde aviones y así la Palabra entre en la vida de las personas. Podemos imaginar todo lo que queramos. Sin embargo, el plan de Dios es que las personas sean salvadas a través de la predicación de la Biblia, a través de la predicación de la verdad bíblica, no solo a través de la lectura de la Biblia. La locura de la predicación ha sido designada como uno de los medios más importantes para salvar a los pecadores.

5. Necesitamos escuchar la Palabra proclamada por otros creyentes

Bajo los cuatro puntos anteriores yace la verdad de que Dios quiere que la iglesia sea un cuerpo de creyentes mutuamente interdependiente. El ojo no le puede decir a la mano: «No tengo necesidad de ti. Tengo mi Biblia. No te necesito». Eso viene de 1 Corintios 12:21: «Y el ojo no puede decirle a la mano: “No te necesito”».

En otras palabras, Dios ha determinado que Jesucristo, a través del ministerio del Espíritu Santo, reciba más gloria a través del ministerio mutuo, saturado de la Palabra, que depende del Espíritu y que exalta a Cristo en la iglesia, de lo que recibiría si su pueblo solo leyera sus Biblias, en lugar de necesitar escuchar a otros creyentes proclamar la Palabra en sus vidas. En resumidas cuentas: Cristo es más glorificado cuando lo hacemos a la manera de Dios en lugar de abandonar su manera mientras suponemos amar la Biblia.

John Piper © 2021 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. Traducción: Marcela Basualto
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John Piper

John Piper es fundador y profesor de desiringGod.org y rector de Bethlehem College & Seminary. Por 33 años, sirvió como pastor de la Iglesia bautista Bethlehem en Minneapolis, Minnesota. Es autor de más de 50 libros, dentro de ellos se encuentran: Sed de Dios: meditaciones de un hedonista cristiano, y más recientemente, Por qué amo al apóstol Pablo: 30 razones.
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