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Hace varios años, la escritora Susanna Tamaro escribió: «cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cuál recorrer […] quédate quieta, en silencio y escucha a tu corazón. Y cuando te hable, levántate y ve donde él te lleve»[1].

Esta construcción literaria plasma la pasión que muchas de nosotras hemos sentido en esta vida. En una novela, esto hace volar nuestra imaginación y crea la empatía necesaria para los personajes que en ella se representan. Sin embargo, el consejo es peligroso porque —aunque quizás esto te sorprenda— nuestro corazón miente (Jer 17:9).

El libro de Carolyn Mahaney y Nicole Whitacre, Emociones verdaderas, nos ayuda a comprender esto de una manera simple y práctica. Ellas indican que nuestras emociones «nos dicen quiénes realmente somos» (p. 44), «lo que nos importa» (p. 45). Algo que afirma Lucas 6:45: «[…] de lo que abunda en el corazón habla la boca».

Las autoras afirman que «Dios creó nuestras emociones para que trabajen en armonía, con […] la mente y la voluntad» (p. 32). Y aun cuando quizás pueda sonar como una tarea imposible de lograr, es un proceso que sucede en nuestras vidas con la ayuda del Espíritu Santo.

Carolyn y Nicole no afirman, en ningún momento, que debamos simplemente descartar nuestras emociones, sino que podemos ponerles rienda y entender por qué reaccionamos en maneras que no agradan a Dios. De manera muy personal, debo decir que en algunos momentos me pareció notar una línea muy delgada que podría llevarnos al legalismo. Ellas mencionan que debemos acudir a otros cuando nuestras emociones están fuera de control y aun cuando es verdad que creceremos en piedad cada vez que escuchamos lo que dicen nuestros sentimientos y los evaluamos a la luz de la Palabra de Dios, también es cierto que en muchas otras ocasiones hablar con el corazón en la boca nos ayudará a lidiar con el dolor o con los miedos que hay en nuestro interior. Las autoras dicen: «en lugar de recurrir al mal hábito de desahogarnos, pidamos a una amiga: “¿puedes ayudarme a llevar mis emociones al Señor?”» (p. 100). Sin negar la sabiduría que hay en esto, en la mitad de una tormenta nuestras amistades sí pueden escuchar ese desahogo primeramente y después ayudarnos a poner nuestros ojos en el Señor. El camino de la queja al lamento y del lamento a la alabanza no sucede de manera instantánea, sino que es un proceso que nuestro Señor lleva a cabo en su misericordia. Y si erramos al no poder traducir el lenguaje de nuestras emociones y pecamos al sacar ese torrente del corazón, Dios en su misericordia otorgará más de una oportunidad a aquellos que se arrepienten con sinceridad.

Quizás lo más destacable de este libro es el impulso que nos dan las autoras para centrarnos en la Palabra de Dios como una brújula que nos guía durante las tormentas de nuestras emociones y los arcoíris de nuestras alegrías. Ellas dicen que si «pasamos veinte minutos al día leyendo nuestra Biblia, pero pasamos las veintitrés horas y cuarenta minutos restantes abstrayéndonos en pensamientos no bíblicos, no es de extrañar que nuestras creencias y valores sean tan obstinados; y nuestras emociones pecaminosas, tan fuertes» (p. 97). Ciertamente, esto es un punto muy importante, pues es la Palabra de Dios la que obra en el día a día y la que puede definitivamente cambiar nuestro corazón.

Además, nos instan también a combinar nuestra lectura diaria de la Palabra de Dios con la oración constante, pues, sin importar cuál sea nuestro estado de ánimo: «no hay ningún sentimiento ni cúmulo de sentimientos que no podamos llevar a Él» (p. 55). Junto con esto, nos animan a una dependencia constante en Dios, al buscar en Él consuelo y consejo.

Este libro es sin duda un buen recurso para caminar con Dios y para tener la meta de lograr una madurez emocional. Y aunque el verdadero resultado no se dará por nuestros propios esfuerzos, sino por la gracia de Dios, el deseo de agradar al Señor y de darle a Él la gloria es un privilegio que sin duda debemos aprovechar.

Que en nuestro peregrinar podamos gozarnos más en Él al complacerle y que al fin de los tiempos podamos escuchar del Padre: «bien, siervo bueno y fiel» (Mt 25:21).

Emociones verdaderas. Carolyn Mahaney & Nicole Whitacre. Poiema Publicaciones, 160 páginas.


[1] Susanna Tamaro, Donde el corazón te lleve (Barcelona, España: Editorial Seix Barral, 1994), 147.

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Ellelein Kirk
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Ellelein Kirk

Ellelein Kirk es esposa y madre de dos chicos geniales. Le encanta discipular y enseñar a mujeres a través de la palabra escrita y por medio de charlas. Junto a su esposo plantaron la Iglesia Anglicana Pablo Apóstol en Valparaíso, Chile, y fueron misioneros en ese país desde el 2005-2018. Actualmente trabaja medio tiempo como Gerente de Operaciones en la fundación cristiana The Latimer Trust y sirve junto a sus esposo en la Iglesia Anglicana St. Michael’s en Gidea Park, Inglaterra. Su deseo es que más personas vivan, se deleiten y le den gloria a nuestro maravilloso Dios.
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