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Hace un tiempo, al terminar de escuchar un sermón sobre masculinidad bíblica, extrañamente tenía en mente a las mujeres. Tenemos tantas mujeres grandiosas y maravillosas en nuestro cuerpo de la iglesia, pero en cualquier oportunidad que escucho un sermón que presiona a los hombres, es muy loco encontrarme a mí misma y a otras mujeres respondiendo a eso. Siento decir con superioridad en mi corazón «sí, predicador, regáñalos», y escucho lo mismo en el sonido envolvente de las mujeres que me rodean. Escucho quejas sobre cuán «inmaduros» son los hombres que están a nuestro alrededor y oigo afirmaciones que dicen que nuestros pecados y nuestros problemas se arreglarían si los hombres solo fueran hombres. Odio eso porque estoy bastante segura de que la raíz de mi pecado está en mi corazón y no en las circunstancias.Creo que la mejor forma para que las mujeres animen a los hombres a ser hombres bíblicos podría ser tan solo abrazando lo que significa ser una mujer bíblica.

Digo esto con todo el amor de mi corazón:mujeres, nosotras aún no lo hemos logrado.

No tenemos una plataforma para pararnos sobre ella y regañar a los hombres por cómo están fallando. Nosotras tenemos suficiente trabajo que hacer en nuestros propios corazones. De hecho, la misma forma en que escucho responder a las mujeres (yo incluida) confirma que nosotras las mujeres tenemos un par de peligrosas tendencias de pecado en nosotras mismas.

En lugar de pensar en la lista de hombres que conozco y delatar sus debilidades, pensé que sería más productivo pensar detenidamente en cómo se ve eso en mi propio corazón. He estado luchando por algún tiempo en cómo se vería para mí obligarme a ver más cómo Dios me ha diseñado como mujer.
Por lo tanto, (con la ayuda de John Piper, Wayne Grudem y Ronda Chervin), intenté pensar cuidadosamente en algunas de nuestras tendencias como mujeres y cómo se verían esas tendencias al ser redimidas.

En las próximas semanas, voy a desarrollar artículos sobre nuestras CUATRO diferentes tendencias a pecar que he visto en mí misma y en otras mujeres. ¡Mira el anticipo a continuación y mantente atenta!

1. El pecado de la pasividad

2. El pecado de la codicia

3. El pecado de la manipulación

4. El pecado de la emocionalidad

Este recurso fue originalmente publicado en Thoughts from Fabs.
| Traducción: María José Ojeda
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Fabienne Harford
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Fabienne Harford

Fabienne Harford es escritora, conferencista y consejera que sirve en el equipo del Centro de Consejería de Austin Stone en Austin, Texas.
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