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¿Qué es la marca de la bestia? (Apocalipsis 13)
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¿Qué es la marca de la bestia? (Apocalipsis 13)


Este artículo es parte de la serie Pasajes difíciles publicada originalmente en Crossway.

Lee el pasaje

 11 Vi otra bestia que subía de la tierra. Tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero y hablaba como un dragón. 12 Ejerce toda la autoridad de la primera bestia en su presencia, y hace que la tierra y los que moran en ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada. 13 También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra en presencia de los hombres. 14 Además engaña a los que moran en la tierra a causa de las señales que se le concedió hacer en presencia de la bestia, diciendo a los moradores de la tierra que hagan una imagen de la bestia que tenía la herida de la espada y que ha vuelto a vivir. 15 Se le concedió dar aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen de la bestia también hablara y diera muerte a todos los que no adoran la imagen de la bestia. 16 Y hace que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les dé una marca en la mano derecha o en la frente, 17 para que nadie pueda comprar ni vender, sino el que tenga la marca, la cual es el nombre de la bestia o el número de su nombre. 18 Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, que calcule el número de la bestia, porque el número es el de un hombre, y su número es 666. (Apocalipsis 13:11-18).

Una gran bestia

Juan ve a una bestia saliendo del mar, convocada por el dragón en la costa (12:17). El mar era el lugar del caos, del peligro y del mal para los hebreos (cf. comentario sobre 21:1). La visión se basa en Daniel 7:3, donde Daniel ve «cuatro bestias enormes [...] subi[endo] del mar». Las bestias en Daniel representan grandes imperios, y un gran imperio (con toda probabilidad Roma) también está en la mente de Juan. El reino que surge del mar no es humano, civil ni solidario con sus ciudadanos. En cambio, es como una bestia devastadora y feroz, que se alimenta de sus ciudadanos. La bestia descrita aquí es probablemente la cuarta bestia que vio Daniel (Dn 7:7, 19, 23). La bestia en Apocalipsis tiene un extraordinario poder, porque tiene diez cuernos, con diez diademas (Ap 17:12; cf. Dn 7:20, 24), símbolos de la autoridad reinante, sobre sus cuernos. Tiene siete cabezas, que también significan su autoridad y poder. El dragón tenía siete cabezas y diez cuernos (Ap 12:3), y él claramente le ha dado la autoridad a la bestia. La bestia, con sus cuernos y diademas, hace una parodia de Cristo (cf. 5:6: 19:12), tal como lo hace el dragón. Las siete cabezas llevan nombres blasfemos, que quizás son afirmaciones romanas de deidad, tal como «Señor», «Hijo de Dios», y «Salvador» (cf. también 17:3), revelando una vez más las pretensiones divinas de la bestia. La bestia no está confinada al Imperio Romano: se refiere a Roma, pero se aplica también a toda manifestación del mal en todos los gobiernos a través de la historia, y también al conflicto final que vendrá al final. La bestia que surge del mar es como un leopardo, con pies de oso y boca de león. En la visión de Daniel de las cuatro bestias, la primera (Babilonia) era como un león con alas de águila (Dn 7:4), la segunda (Medo-Persa) era como un oso (Dn 7:5), y la tercera (probablemente Grecia) era como un leopardo (Dn 7:6). Juan ve estas bestias consumadas en la cuarta bestia de Daniel, que es la bestia que describe aquí (probablemente Roma; cf. Dn 7:7, 19, 23). Esta bestia no es autónoma, sino que deriva su reinado totalitario del dragón y, en consecuencia, su autoridad gobernante es demoníaca (cf. 2Ts 2:8-9). Una de las cabezas de la bestia tenía una herida mortal, de la que se recuperó (cf. 17:8). Muchos entienden que esto se refiere a un individuo, lo que es ciertamente posible. Después de la muerte de Nerón en el año 68 d.C., surgió la tradición de que él volvería (tal vez desde Partia) y reinaría otra vez, y Juan puede haber tenido esa tradición en mente. Pero si Juan escribió en los años 90, la fecha más plausible, es muy poco probable que esta tradición estuviera en mente, ya que Nerón había partido hace mucho tiempo. Es más probable, entonces, que la referencia sea al imperio en su totalidad. La herida mortal significaba la aparente caída del reinado tirano. El dominio de Roma parece ser destronado y removido para siempre. Y, sin embargo, el reino no es destruido; justo cuando parece que su tiranía ha terminado, su poder es reiniciado. El llamado «golpe mortal» es inefectivo. En respuesta, el mundo está sorprendido con la bestia y le rinde pleitesía, pues la recuperación de un imperio demoníaco es una especie de resurrección y así, una vez más, la bestia hace una parodia del Cristo.

Adoración a la bestia

La resistencia de la bestia y su imperio lleva a la adoración del dragón y la bestia. El dragón es adorado por darle la autoridad a la bestia. La bestia es adorada por su llamada resurrección. Él es considerado incomparable y omnipotente, como Dios (cf. Ex 15:11; Sal 89:7). Las personas adoran a la bestia, creyendo que no se le puede resistir ni vencer. Como es observado a lo largo de la historia, la gente apoya al ganador. Dos veces en este versículo se nos dice lo que «se le dio» a la bestia: una boca para pronunciar palabras absolutamente orgullosas y blasfemas y la autoridad por cuarenta y dos meses. La cláusula «se le dio» (edothē) aparece otras cuatro veces en este capítulo (13:7 [por 2], 14, 15). En el comentario sobre el 9:1, yo defiendo la noción de que Dios es el sujeto implícito en esta construcción pasiva. Aunque el dragón activamente le da (edōken; 13:2, 4) su autoridad a la bestia, Dios reina y gobierna sobre lo que hace la bestia, permitiendo que la bestia ejerza su autoridad. Aunque Dios ordena lo que hace la bestia, Él no tiene las mismas motivaciones o intenciones que Satanás. El juicio de Dios es su «extraña» obra (Is 28:21) y Él llama a los malvados a arrepentirse y vivir (Ez 18:23, 32), mientras que Satanás se regocija cuando las personas son destruidas. Las «cosas secretas» pertenecen al Señor (Dt 29:29) y, por ende, no podemos trazar o explicar la relación lógica entre la soberanía divina y la responsabilidad humana.

La oposición de la bestia a Dios

La bestia es orgullosa, pronuncia «palabras altivas y blasfemas» contra Dios, tal como lo hizo Antíoco IV Epífanes en su día, quien funcionó como un tipo de la bestia venidera (cf. Dn 7:8, 20; 11:36) . Tal actividad encaja también con el «hombre de pecado», que se exalta a sí mismo como divino (2Ts 2:3-4).  A la bestia se le permite ejercer autoridad por cuarenta y dos meses. Algunos entienden esto como literalmente tres años y medio antes de que regrese Jesús. Sin embargo, es más probable que Juan está describiendo el periodo entero entre la primera y segunda venida de Jesús (cf. comentario de Ap 11:2); Juan no escribió sobre días lejanos para sus lectores, sino sobre el impacto del Imperio Romano en ellos. Todos los gobiernos totalitarios que se atribuyen a sí mismos la autoridad divina revelan que ellos también son la bestia. Juan se enfoca en la oposición de la bestia a Dios, basándose especialmente en Daniel. Como en el versículo 5, la autoexaltación de la bestia se expresa en su discurso, que blasfema contra Dios y su nombre. Él sigue el patrón de Antíoco IV Epífanes, de quien Daniel 7:25 dice: «Él profería palabras contra el Altísimo». También se cumple la profecía de Daniel 11:36: «se enaltecerá y se engrandecerá sobre todo dios, y contra el Dios de los dioses dirá cosas horrendas». La bestia también injuria a la morada de Dios, a los que moran en el cielo (cf. Ap 12:12). Esta es probablemente una referencia al pueblo de Dios (21:3), mostrando que su verdadero hogar está en el cielo. Las acciones de la bestia aquí concuerdan con Daniel 7:25, donde la bestia se opone a Dios y su pueblo. La bestia, quien alberga pretensiones divinas, odia cualquier cosa y cualquiera que se dedique al único Dios vivo y verdadero.

Dios reina sobre la bestia

Dos veces más vemos lo que Dios le ha dado (edothē) a la bestia. Primero, Dios le ha permitido hacer la guerra contra los santos y conquistarlos. Esto no significa que los santos renunciaron a su fe (cf. comentario sobre 11:7). Significa que Dios le permitió a la bestia quitarles la vida (cf. 2:13; 6:9-11; 16:6; 18:24; 19:2; 20:4); esto también sigue el patrón que se encuentra en Daniel, donde Daniel dice sobre Antíoco IV Epífanes: «este cuerno hacía guerra contra los santos y prevalecía sobre ellos» (Dn 7:21; cf. Dn 7:25). Dios concede los deseos de la bestia por un período de tiempo, para que la bestia ejerza autoridad sobre cada tribu, lengua, pueblo y nación. Aquí vemos el alcance del culto imperial y la naturaleza totalitaria del reinado de la bestia.

La autoridad de la bestia

La autoridad y el gobierno de la bestia provoca temor y admiración a aquellos que viven en la tierra, y ellos adoran a la bestia. El versículo se lee como si todo el mundo sin excepción adorara a la bestia, pero la frase «y los que moran en ella» (pantes hoi katoikountes epi tēs gēs) es un término técnico en Apocalipsis para los no creyentes (cf. comentario sobre 3:10). Tal entendimiento es confirmado por la siguiente cláusula, porque los moradores de la tierra son aquellos cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida. El libro de la vida contiene los nombres de aquellos que no perecerán en el lago de fuego (cf. Dn 12:2; Fil 4:3; Ap 3:5; 17:8; 20:12, 15; 21:27; 22:19). Aquellos que le dan su lealtad a la bestia demuestran así que no pertenecen al único Dios verdadero. La mayoría de las traducciones al inglés se refiere a aquellos «escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida». Juan hace un comentario similar en Apocalipsis 17:8, donde él se refiere a «los moradores de la tierra, cuyos nombres no se han escrito en el libro de la vida desde la fundación del mundo». El orden de las palabras en el 13:8 podría sugerir, alternativamente, que Juan se refiere al «Cordero que fue sacrificado desde la creación del mundo» (cf. en las versiones King James y NIV). El orden de las palabras no es determinante y, dados los paralelos, Juan probablemente habla de aquellos que fueron escritos en el libro antes de que comenzara la historia del mundo; no obstante, es otra cosa decir que fue inmolado antes de que comenzara el mundo, porque el Cordero fue inmolado en la historia, no antes de que comenzara el mundo. Por otro lado, Dios decidió antes del comienzo de la historia quién estaría inscrito en el libro de la vida.

Prepárense

Juan vuelve a la fórmula utilizada en las siete cartas (Ap 2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13, 22). Aquellos que tienen oídos deberían abrir sus oídos y prestar atención a lo que se dice. A la gente se le dice de antemano acerca de la autoridad de la bestia y su persecución y matanza de cristianos. Se les informa que los incrédulos darán su culto y su adoración a la bestia. Por lo tanto, los creyentes deben prepararse. Algunos están destinados al cautiverio, y al cautiverio irán. Otros están destinados a ser muertos a espada, y así será (cf. Jer 15:2; 43:11). Tales eventos no significan que Dios los haya abandonado o se haya olvidado de ellos; el poder de la bestia no sugiere que el gobierno soberano de Dios sobre el mundo ha sido entregado, porque la bestia ejerce autoridad solo por la voluntad de Dios. Por lo tanto, los creyentes son llamados a perseverar y a mantenerse fieles a su Señor. Deben permanecer leales a pesar de la persecución y dificultades del momento. El siguiente párrafo (13:11-18) comienza cuando Juan ve otra bestia que surge de la tierra. Esta otra bestia es identificada en otro lugar como el «falso profeta» (16:13; 19:20; 20:10). La segunda bestia, entonces, afirma hablar de parte de Dios y, por ende, representa la autoridad religiosa contraria a la Palabra y los caminos de Dios. Si la primera bestia es el Imperio Romano, la segunda bestia es probablemente el sacerdocio imperial. El engaño de la segunda bestia es aparente: tiene dos cuernos como el Cordero, presentándose de este modo a sí mismo como si estuviera de acuerdo con el Cordero, cuando en realidad habla como el dragón, revelando que su mensaje es demoníaco. Jesús mismo advirtió que vendrían falsos profetas «vestidos de ovejas» cuando en realidad son «lobos rapaces» (Mt 7:15). La segunda bestia es el tercer miembro de la trinidad impía, y funciona como un espíritu impío. Ejerce la autoridad de la primera bestia en su presencia, convenciendo a los habitantes de la tierra (todos incrédulos) de que adoren a la bestia. Los incrédulos acatan dichosos, porque la bestia parece tener poderes divinos, habiéndose recuperado de la aparente herida mortal. La bestia, en otras palabras, tuvo su propia versión de la resurrección: justo cuando el gobierno totalitario parecía haber sido aplastado, surgió de las cenizas para reinar otra vez. La plausibilidad de la segunda bestia se ve aumentada por su poder milagroso (cf. 16:14). En otras palabras, la religión falsa parece verificarse empíricamente. Así como Elías pudo hacer descender fuego del cielo (1R 18:38), religión falsa aquí es presuntamente confirmada por señales y prodigios. Tanto Jesús (Mt 24:24) como Pablo (2Ts 2:9) enseñaron que los falsos cristos y los profetas realizarían milagros. Tales milagros prueban a los creyentes y determinan su devoción al Señor (Dt 13:1-3). Las señales engañan a los moradores de la tierra (incrédulos; cf. comentario sobre 3:10), y los convence de que la bestia es digna de adoración y alabanza. Por lo tanto, los que moran en la tierra hacen una imagen de la bestia. Las imágenes fueron creadas para la adoración, y Juan nos recuerda una vez más que la bestia es adorada por parecer haber muerto, pero volvió a la vida. «Imagen» no significa que se hizo una imagen literal de la bestia, sino que es la manera apocalíptica y simbólica de Juan para decir que la bestia es adorada. «Que volvió a vivir» (ezēsen) se usa en otra parte de la resurrección de Cristo (Ro 14:9; Ap 2:8) y el plural «volvieron a la vida» (ezēsan) se refiere en otra parte a la resurrección espiritual o física de los creyentes (20:4-5). Los incrédulos adoran a la bestia por su poder de resurrección, porque el imperio parece muerto, pero sigue volviendo a la vida. La bestia, entonces, es una parodia y falsificación de Cristo. Una vez más vemos que la segunda bestia funciona como el Espíritu Santo. Así como el Espíritu vino para dar glorificar a Jesús (Juan 16:14) y para ungirlo con poder (Lc 4:18-21), del mismo modo la segunda bestia honra y empodera a la primera. Cuando Juan la describe que le da vida a la imagen de la bestia, no deberíamos pensar en una imagen literalmente cobrando vida. En lugar de eso, el punto es la segunda bestia dando poder y apoyando los esfuerzos de la primera bestia. El discurso de la primera bestia parece sobrenatural, inspirado, autoritario y convincente; habla con oráculos. Sin embargo, es meramente un tema de persuasión. La coerción es lo distintiva del «ministerio» de la segunda bestia, y todos aquellos que se rehúsen a adorar a la primera bestia son ejecutados. De manera similar, Plinio le escribe al emperador Trajano (98-117 d. C.) sobre qué hacer con los cristianos: no deben castigarlos si sacrifican a los dioses (Epistulae 10.96.5 LCL), pero si se niegan, deben ser ejecutados. Tal lealtad absoluta también fue exigida por Nabucodonosor (Dn 3:5-6). Aquellos que se inclinan ante la bestia revelan que no pertenecen al único Dios verdadero (cf. Ap 14:9-11; 16:2; 19:20; 20:4).

La marca de la Bestia

La segunda bestia también impone el poder de la primera a través de discriminación económica. Nadie, sin importar clase social o influencia, será capaz de comprar o vender a menos que tenga la marca en la frente o en la mano para demostrar devoción a la bestia. El número significa el nombre de la bestia (cf. 14:11; 15:2). Muchos intérpretes toman esto literalmente, como si una marca literal fuera de alguna manera impresa en las frentes o en las manos, pero el lenguaje es probablemente simbólico. Tal como el sello en las frentes de los 144.000 (7:3) no es literal, tampoco debería ser entendida literalmente esta marca. En cualquier caso, las dos bestias conspiran para excluir a los creyentes del mercado. Juan cierra esta sección con una afirmación que ha fascinado y desconcertado a los intérpretes a lo largo de la historia. Él llama a los lectores a ser sabios para que puedan calcular el número de la bestia. Se nos dice que el número es el número del hombre: 666. Algunos manuscritos dicen 616, pero la mejor lectura es 666. Si el número se refiere a un individuo en particular, la mejor suposición es Nerón. Si Nerón César es transliterado del griego al hebreo, las letras se calculan 666, aunque es dudoso que la audiencia original hubiese entendido esta solución compleja. A lo largo de la historia, se han promovido muchas especulaciones salvajes acerca de la identidad de la persona, y cada intento hasta ahora ha sido erróneo. La ventaja de ver una referencia a Nerón es que encaja con el periodo de tiempo en el que escribió Juan, momento en el que se especuló y se temió que Nerón regresaría de Partia después de su muerte. Aun así, ver una referencia a Nerón no es fácil ni obvio, ya que uno debe transliterar del griego al hebreo para obtener el número 666, lo que parece una exageración para la audiencia. Además, como se señaló anteriormente, si Apocalipsis se escribió en los años 90, el temor al regreso de Nerón habría disminuido considerablemente para ese momento. Tal vez sea mejor moverse en una dirección diferente. El número 777 representa la perfección, pero Juan dice que 666 es el número del hombre. El número 666, entonces, representa lo que es antidios y anticristo, todo lo que está en oposición al único y verdadero Dios. Si 777 representa la santidad y la bondad perfecta, entonces 666 significa la enormidad y totalidad del mal. Por lo tanto, Juan no tiene la intención de apuntar a un individuo particular aquí. Más bien, el reino de la bestia es un reino humano, un reino malvado, en lugar de uno divino. La naturaleza de la humanidad apartada de Dios es demoníaca. El reino de la bestia promete vida y prosperidad, pero trae muerte, miseria y devastación.

Este artículo es una adaptación del libro ESV Expository Commentary: Hebrews-Revelation (Volume 12)  [Comentario Expositivo de la versión ESV: Hebreos - Apocalipsis (Volumen 12)] editado por Iain M. Duguid, James M. Hamilton Jr., y Jay Sklar.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
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¿Deberían enseñar las mujeres?

El movimiento #MeToo se ha propagado en muchas direcciones. Como consecuencia, muchos evangélicos conservadores, incluso aquellos que simpatizan con el complementarianismo, han revivido la pregunta sobre qué funciones de enseñanza pública y liderazgo están abiertas para las mujeres en nuestras iglesias. Por supuesto, en muchos aspectos, estas han sido preguntas comunes durante años. Sin embargo, estas preguntas se plantean hoy con una nueva urgencia y algunos, incluso dentro de nuestros círculos, se preguntan si hemos sido demasiado restrictivos. Las nuevas situaciones plantean nuevas preguntas, las viejas preguntas resurgen en nuevos escenarios, y debemos estar abiertos a reexaminar la Escritura. Los complementarianistas no quieren imponer restricciones arbitrarias a las mujeres. Queremos seguir la Escritura y, por lo tanto, queremos alentar a las mujeres en los muchos ministerios en los que pueden participar. Queremos trazar límites donde la Biblia los traza. Dado que nuestra cultura e incluso nuestras iglesias a menudo proclaman que no hay límites, necesitamos hablar con frecuencia sobre dónde están esos límites (un tema que abordaré en breve). No obstante, también es importante decir desde el principio que hay muchos contextos para que las mujeres aprendan, estudien y enseñen, y por lo tanto, también debemos ser proactivos para alentar y hablar sobre los contextos en los que las mujeres pueden y deben ministrar. El elogio que Pablo hace a tantas mujeres por servir al Señor en Romanos 16 destaca este punto, mostrando que él valoraba mucho la contribución de las mujeres en el ministerio. No solo deberíamos ser conocidos por dónde trazamos líneas para las mujeres en el ministerio, sino también por animar a las mujeres a ministrar, aprender y enseñar en contextos apropiados. Podemos perder la batalla siendo demasiado laxos y demasiado estrictos, es por eso que necesitamos al Espíritu Santo y a la Escritura en cada etapa de nuestras vidas. No hemos llegado a un entendimiento perfecto y debemos estar abiertos a remodelar nuestro pensamiento y práctica de acuerdo con la Escritura.

Sobre hachas, cuchillas de carnicero y bisturíes

Cuando nos enfrentamos a preguntas sobre lo que está permitido y lo que está prohibido, nos enfrentamos de inmediato al peligro de escribir una nueva Mishná, estableciendo reglas para cada situación concebible que pueda surgir en nuestras iglesias. Todos reconocemos que hay áreas grises y que aquellos que están de acuerdo con la interpretación del texto bíblico pueden diferir sobre cómo aplicar el texto a una situación particular. En nuestro celo podemos excluir de nuestro círculo a alguien con quien estamos sustancialmente de acuerdo. Al hacerlo, podemos ser culpables de volvernos excesivamente duros, rígidamente dogmáticos e incluso divisivos en la forma en que aplicamos ciertos textos a nuestra situación. Recuerdo lo que Roger Nicole me dijo una vez sobre otro tema. Podemos pensar que somos Calvino o Lutero a la cabeza de la ortodoxia, cuando en realidad la situación exige un Bucero que haga la paz en lugar de la guerra. En cualquier caso, debemos cuidar nuestro espíritu en la controversia y abstenernos de ser duros y de atacar a los demás, incluso si los del otro lado no muestran la misma moderación. Permítanme decirlo de otra manera, y tal vez más al punto, dadas nuestras controversias complementarianistas actuales. Nuestra cultura hoy es dada a los extremos, a las denuncias con truenos y relámpagos que vienen del monte Sinaí. A veces parece, al menos en las redes sociales, que hay demonios y ángeles, y nada en el medio. Pensé que creíamos en simul iustus peccator [al mismo tiempo justo y pecador], pero parece que para muchos es iustus o peccator [justo o pecador]. Sin embargo, la vida es mucho más complicada que eso. Podemos estar agradecidos por el ministerio de una persona y, sin embargo, mantener reservas significativas sobre algunas cosas que enseñan y algunas cosas que se sienten libres de hacer. En pocas palabras, debemos ser más amables, más exigentes y más sutiles. Algunos se involucran en discusiones con un hacha o un cuchillo de carnicero cuando necesitamos un bisturí. La amabilidad y el desacuerdo no se oponen entre sí, y un aspecto que probablemente todos podemos mejorar es el tono de nuestras discusiones. No me estoy dirigiendo a ningún grupo en particular al decir esto, ya que estas palabras deben ser atendidas por todos los involucrados en la conversación.

¿Qué prohíbe la Escritura? Analizando la función y el cargo en 1 Timoteo 2:12

Incluso así, las iglesias necesitan responder las preguntas que se hacen hoy. No deberíamos escribir una nueva Mishná, pero tenemos que tomar decisiones sobre lo que está permitido cuando nos reunimos como pueblo de Dios. Incluso las iglesias que se abstienen de enunciar reglas, iglesias que dicen que solo son guiadas por el Espíritu, encontrarán que el Espíritu las guía de una manera particular cuando se reúnen. Tenemos que tomar decisiones sobre lo que está permitido o prohibido, y por eso es correcto reflexionar sobre este tema. Muchos complementarianistas hoy en día argumentan que las palabras de Pablo en 1 Timoteo 2:12: «Yo no permito que la mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre», se refieren exclusivamente al cargo, pero no a la función. La noción de que Pablo se refiere exclusivamente al cargo tiene algunos puntos fuertes. En primer lugar, Pablo pasa inmediatamente a discutir el cargo de ancianos/supervisores (que creo que es el mismo cargo) y diáconos en el siguiente texto (1Ti 3:1-13). Por tanto, tendría sentido decir que tiene el cargo a la vista en 1 Timoteo 2:12. En segundo lugar, dos requisitos distinguen a los ancianos de los diáconos. Los ancianos deben tener la capacidad de enseñar y corregir a los que están en error, y tienen la responsabilidad particular de guiar y conducir a la iglesia (Hch 20:28-32; 1Ti 3:2, 4-5; 5:17; Tit 1:9). Los dos requisitos para los ancianos (enseñar y liderar) coinciden notablemente bien con lo que está prohibido para las mujeres. Podemos agregar un tercer argumento que podría apoyar la idea de que Pablo solo piensa en el cargo en 1 Timoteo 2:12. Tenemos varios textos en la Escritura donde las mujeres tienen el ministerio del hablar en público. Por ejemplo, Pablo nos dice que las mujeres pueden profetizar y orar si están apropiadamente adornadas en 1 Corintios 11:5, y tal profetización casi seguro era en la asamblea. Hulda proclamó la palabra del Señor a los líderes de Israel en 2 Reyes 22:14-20. Dado que las mujeres eran profetas, presumiblemente hubo contextos en los que alentaron tanto a hombres como a mujeres con algún tipo de mensaje. Además, Priscila junto con Aquila instruyeron a Apolos con mayor precisión en la verdad (Hch 18:26). Además, Pablo anima a las mujeres a enseñar también a otras mujeres y niños (Tit 2:4). Por lo tanto, la mayoría de los complementarianistas estarían de acuerdo en que hay algunos contextos en los que las mujeres pueden dirigirse tanto a hombres como a mujeres, aunque es discutible encontrar un acuerdo sobre qué contextos son adecuados. Pero regresemos a 1 Timoteo 2:12. Es cierto que las dos cosas prohibidas para las mujeres coinciden con lo que distingue a los ancianos de los diáconos. Juntando los versículos con los de Pablo sobre los ancianos, significa que las mujeres no deben ocupar el cargo de ancianas, que no deben servir como pastoras. Aun así, quiero hacer la pregunta sobre la forma en la que Pablo formuló su prohibición de que las mujeres enseñen y ejerzan autoridad sobre un hombre. ¿Son significativas la forma y la manera en que se da la orden? Muchos dicen que no, argumentando que el versículo es solo otra forma de decir que las mujeres no pueden ocupar el cargo pastoral. Pero yo no estoy tan seguro. Pablo podría haber escrito fácilmente: «No permito que una mujer sea pastora ni supervisora ni anciana». Los intérpretes bíblicos reconocen que la forma en que se escribe algo es significativo. Cuando leemos 1 Timoteo 2:12, no habla directamente del tema del cargo; aborda el tema de la función, prohibiendo a las mujeres enseñar y ejercer autoridad sobre un hombre. Deduzco de este punto que el cargo no es lo único en la mente de Pablo; la función también es importante para él. De hecho, el versículo habla directamente del tema de la función y no dice nada sobre el cargo per se. Es interesante, por lo tanto, que muchos parecen darle la vuelta al versículo al permitir las funciones, pero negando el cargo. Es casi seguro que Pablo está pensando en el contexto de la iglesia reunida y, por lo tanto, entiendo que el versículo significa que una mujer no debe ejercer la función de predicar y enseñar a los hombres en la congregación reunida[1].

¿Pueden las mujeres predicar bajo la autoridad de los ancianos?

Algunos defensores de la posición de «cargo no función» dicen que las mujeres pueden predicar siempre y cuando lo hagan «bajo la autoridad de los ancianos». Aquí vemos una manifestación de limitar la prohibición al cargo. La noción de que las mujeres pueden predicar si los ancianos lo permiten es interesante. Los que respaldan esta posición piensan que están siguiendo 1 Timoteo 2:12 porque las mujeres solo predican y enseñan bajo la autoridad de los ancianos. Me parece, sin embargo, que terminamos, o al menos podríamos terminar, en un lugar muy extraño con esta línea de lógica. Por ejemplo, si los ancianos permiten que una mujer predique algunas veces, en otras palabras, si la función en sí es permisible, entonces no veo ninguna razón lógica por la que los ancianos no puedan otorgar tal permiso todas las semanas. Para quienes apoyan tal práctica, 1 Timoteo 2:12 no sería violado ya que la mujer que predica lo hace bajo la autoridad de los ancianos. Esta línea de razonamiento es convincente para algunos, pero anula la amonestación paulina. Pablo dice que una mujer no puede enseñar ni ejercer autoridad sobre un hombre, pero algunos terminan diciendo que una mujer puede hacerlo cuando los ancianos lo consideren apropiado. Pablo dice que las mujeres no pueden enseñar o ejercer autoridad sobre un hombre, pero en esta lectura, la amonestación paulina queda amortiguada y anulada por un ingenioso movimiento hermenéutico. Considera este asunto aún más. Imagina que los ancianos de una iglesia permiten que una mujer predique en algunas ocasiones. Uno de los ancianos de esta iglesia luego se involucra en una discusión con una feminista evangélica sobre la práctica de su iglesia. Tal vez el complementarianista cree que es más bien de mente abierta y progresista porque permite que las mujeres prediquen ocasionalmente en su iglesia. Sin embargo, él no cree que las mujeres deban predicar regularmente o cada semana porque eso violaría 1 Timoteo 2:12. ¿Cómo respondería la feminista evangélica? Las feministas evangélicas que conozco probablemente encontrarían esta convicción inconsistente y un movimiento de poder, solo un ejemplo más de hombres que se niegan a soltar las riendas de la predicación completamente a las mujeres por temor a perder poder en la iglesia. Creo que el argumento feminista evangélico es acertado en este punto. Algunos complementarianistas que permiten que las mujeres prediquen pueden creer que son abiertos, generosos, tolerantes y de mente amplia, pero en realidad, dada su posición, restringen arbitrariamente que las mujeres prediquen cada semana. Muchas feministas verán esto como hombres que se aferran a las riendas de la autoridad mientras simplemente parecen generosos. Esta posición intermedia, donde las mujeres pueden predicar ocasionalmente, pero no la mayor parte del tiempo, es inestable, y vaticino que las generaciones venideras descubrirán la contradicción. Se nos recuerda una vez más por qué es importante ver que 1 Timoteo 2:12 no solo habla del cargo, sino también de la función. La única posición consistente es permitir que las mujeres prediquen o no permitirlo, y Pablo dice que no debemos permitirlo.

El complementarianismo nominalista

Pero hay otra dimensión del argumento. La interpretación de «solo cargo» corre el peligro de caer presa de una lectura nominalista. Me explico. En una lectura nominalista, Pablo prohíbe que las mujeres sirvan en el cargo de anciana/pastora. No obstante, aquellos que permiten que una mujer predique encuentran solo en la voluntad divina el fundamento para que las mujeres no sirvan como ancianas. ¿Por qué Dios da la orden de que las mujeres no sirvan como ancianas? Pueden decir que la razón del mandato se remonta a la creación, pero al final del día, la razón por la que las mujeres no pueden servir en el cargo es por la voluntad divina. No ven una razón correspondiente o más profunda para el mandato en la naturaleza de hombres y mujeres. La lectura exclusiva del cargo explica por qué las mujeres que predican ocasionalmente no son un problema, ya que no hay nada intrínsecamente malo en que las mujeres ejerzan sus dones. Tal visión es posible, por supuesto. El Señor puede prohibir que las mujeres enseñen y ejerzan autoridad basándose únicamente en su voluntad. La autoridad de Dios como Creador debería ser suficiente para nosotros. Si Dios da una orden, somos responsables de obedecerla, incluso si no entendemos la razón de la orden e incluso si no hay una razón más profunda para el mandato. Sin embargo, la mayoría de los intérpretes a lo largo de la historia de la iglesia y la mayoría de los observadores de la naturaleza humana han discernido una correspondencia entre el mandato y las diferencias entre hombres y mujeres. Algunos, desafortunadamente, han ido demasiado lejos al enunciar las diferencias entre hombres y mujeres, y debemos rechazar a aquellos que enfatizan demasiado las distinciones entre nosotros. Aún así, el principal problema es que nuestra cultura está eliminando las diferencias entre hombres y mujeres, mostrando que muchos están enormemente confundidos acerca de lo que significa ser hombre y lo que significa ser mujer. Dado que la recuperación teológica es popular hoy en día, sugiero que recuperemos la visión histórica de la iglesia sobre los roles de hombres y mujeres (sin aceptar todo lo que dijeron nuestros antepasados). Sugiero que reconozcamos que hay correspondencia y coherencia entre el mandato y lo que significa ser hombre y lo que significa ser mujer. En caso de que se pierda el punto principal de lo que estoy diciendo, estoy argumentando que en la congregación reunida una mujer no debe enseñar o ejercer autoridad sobre un hombre. Por lo tanto, está prohibido predicar a una mujer. El mismo principio se aplica a las reuniones de ancianos. Cuando los ancianos se reúnan, debe consistir exclusivamente de hombres. En estas reuniones, los ancianos toman decisiones sobre el gobierno de la iglesia. Los ancianos ejercen su autoridad tanto en la enseñanza como en el establecimiento de la dirección de la iglesia. Limitar tales reuniones a los hombres no es machismo o patriarcalismo; es obedecer la palabra bíblica de que la enseñanza y el ejercicio de la autoridad están reservados para los hombres. Entonces, no tiene sentido tener un consejo de ancianos de hombres y luego tener mujeres presentes regularmente para consultar durante las reuniones. Puede haber ocasiones en las que las mujeres sean invitadas a una reunión para consultas y debates. El propósito no sería que ellas lideren, sino que los hombres pidan consejo para que puedan liderar sabiamente. Sin embargo, incluir a las mujeres como una característica regular de las reuniones viola lo que Pablo ordena, ya que entonces las mujeres, junto con los hombres, tomarían decisiones como líderes sobre la dirección futura de la iglesia. Una vez más, esto es complementarianismo nominal y es similar a lo que sucede cuando a las mujeres se les permite predicar. Es una forma inteligente de eludir lo que Pablo enseña al incluir mujeres en las reuniones de ancianos, pero sin llamarlas ancianas. Estas mujeres son ancianas de facto, así que no debemos asumir que estamos obedeciendo la Escritura si no las llamamos ancianas.

Un ánimo final

Como dije, mi objetivo en este artículo no es escribir la Mishná. Por lo tanto, este artículo no discute si las mujeres deben enseñar en seminarios o en una clase de escuela dominical formada por hombres y mujeres, aunque es importante incluso en estas situaciones mantener el patrón bíblico del liderazgo masculino en el pueblo de Dios. Los cristianos también difieren sobre si una mujer debe facilitar o dirigir estudios bíblicos en grupo o dirigir la adoración. El hecho de que una mujer deba enseñar en un seminario generalmente se reserva para las denominaciones o para las juntas que dirigen un seminario. Los otros asuntos enumerados son asuntos de las iglesias locales. Como soy bautista, me complace decir que los ancianos y la congregación de varias iglesias tienen la última palabra. No queremos que el movimiento complementarianista se reserve a aquellos que tienen la visión más conservadora sobre cada tema. Reconocemos que las personas de buena voluntad en nuestro movimiento no están de acuerdo sobre cómo aplicar el texto bíblico a diversas situaciones. Dado que hay algunos contextos en los que las mujeres pueden dirigirse a hombres y a mujeres, nos damos cuenta de que no siempre es fácil discernir cuáles son los contextos adecuados. No obstante, espero que los complementarianistas puedan llegar a un acuerdo sobre lo que se debe hacer cuando la congregación se reúne a adorar, y que no capitulemos ante las fuerzas culturales que están golpeando nuestro barco. Pablo no dice simplemente que las mujeres no deben servir como ancianas, también dice que no deben predicar ni enseñar cuando la iglesia se reúne.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de 9Marks.
[1] No tenemos tiempo para proporcionar un análisis completo de 1 Timoteo 2:11-15. Andreas Kostenberger y yo hemos editado tres ediciones de un libro sobre 1 Timoteo 2:9-15 (Mujeres en la iglesia: una interpretación y aplicación de 1 Timoteo 2:9-15) que presenta este caso en detalle exhaustivo, quizás agotador.