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La importancia de nuestra vida devocional
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La importancia de nuestra vida devocional

Dicen que el desayuno es la comida más importante del día. Aunque prefiero comenzar la mayoría de mis mañanas con un desayuno estándar: tres huevos revueltos y una taza de café, debo discrepar respetuosamente con esta popular opinión. La única y más fundamental comida que tú y yo debemos consumir diariamente consiste en un tiempo enfocado con Dios en su Palabra y en oración (Sal 1:1-2). Sin embargo, a pesar de que tú y yo necesitamos muchísimo una vida devocional consistente, muchos de nosotros luchamos con tener una. Más veces de lo que nos gustaría admitir, cada enero comenzamos con entusiasmo los planes generales para leer toda la Biblia en un año, pero generalmente nos detenemos en algún punto de otro sacrificio en Levítico. ¿Por qué sufrimos este constante cambio y pasamos del entusiasmo a la apatía? Cuando pienso en mi propia experiencia y en la de aquellos que he pastoreado a lo largo de los años, creo que la calidad y la regularidad de nuestro tiempo diario en la Palabra de Dios varía según cuánto recordamos por qué importa en primer lugar. La verdad es que buscar a Dios para nosotros por medio de la oración y de un tiempo intencionado en su Palabra no siempre es fácil, divertido o natural. Requiere esfuerzo y disciplina. Si eres como yo, el esfuerzo y la disciplina son efímeros cuando olvidamos el por qué de la motivación para el llamado. La Biblia está llena de ricas motivaciones para hacer de nuestras vidas devocionales una prioridad, pero por el bien de la brevedad, permíteme recordarte tres de ellas.

La Palabra de Dios revela la voluntad de Dios

Como pastor, aconsejo regularmente a personas que están tratando de discernir la voluntad de Dios. Esto es algo por lo que estoy muy agradecido. Doy gracias porque la mayoría de los cristianos están sinceramente preocupados de honrar a Dios con sus decisiones y con sus vidas cotidianas. Lamentablemente, muchos cristianos se quejan de su deseo de conocer la voluntad de Dios con una copia cerrada de la Palabra de Dios a su lado. El Salmo 119:105 dice, «tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero». Tenemos que abrir el Libro. Qué regalo es que Dios no nos haya dejado a la mera especulación sino que, de hecho, nos ha bendecido con la revelación de su voluntad y su Palabra. Nuestros caminos serán más rectos y nuestras decisiones serán más firmes si priorizamos la meditación regular de la Biblia. Pocas cosas te animarán tanto a profundizar en la Escritura como saber que a través de ella Dios revela su voluntad.

La Palabra de Dios nos recuerda nuestro pecado

En Romanos 7:7, Pablo nos recuerda que «si no fuera por la ley, no me habría dado cuenta de lo que es el pecado». La Escritura ilumina lo que realmente hay en nuestros corazones y vidas. En nuestra sala de estar, tenemos una cómoda vieja que está llena con los juguetes de nuestros hijos. Esta particular cómoda se ve bien hasta que abrimos las persianas y dejamos que la luz del sol la alumbre. El sol revela cada golpe y cada abolladura que los muchos años de uso le han causado. La luz revela lo que verdaderamente hay ahí. La Escritura tiene el mismo efecto en nuestras vidas. No puedo recordar un tiempo en la Palabra y en oración en el que no me haya ido convencido de alguna falta específica en mi vida. Cada vez que leo, recuerdo el estándar santo y perfecto de Dios y mi completa incapacidad para estar a la altura de él. Este regular recordatorio de mi pecado ayuda a mi humildad y me mantiene dependiente de su gracia.

La Palabra de Dios aviva nuestros corazones

Necesito avivamiento constantemente. El café en cierta forma aviva mi mente en la mañana; dormir revitaliza mi cuerpo durante la noche; un buen tiempo con un gran amigo reanima mis emociones. Pero sólo la Palabra de Dios, por el poder del Espíritu de Dios, tiene el poder para avivar nuestros corazones: la base de todo lo que somos. En el Salmo 119:50, el salmista ora así: «Este es mi consuelo en medio del dolor: que tu promesa me da vida». Toda la Escritura nos señala quién es Jesús y lo que ha logrado en nuestro favor a través de su vida, de su muerte y de su resurrección. El Espíritu de Dios usa la Palabra de Dios para llenar nuevamente nuestros corazones con amor, gozo, paz, paciencia y el resto de los frutos que nos ha prometido (Gá 5:22-23). No pierdas otra oportunidad para arrodillarte, abrir el Libro de Dios y rogarle que avive tu corazón de la forma que sólo Él puede hacerlo. Claramente, hay muchísimas razones por las que nuestras vidas devocionales son importantes y creo que poco de lo que les he compartido está lejos de sorprenderlos. Lamentablemente, la familiaridad no necesariamente nos protege de las motivaciones legalistas que acechan en las oscuras esquinas de nuestros corazones. Las motivaciones importan. El por qué haces lo que haces es tan importante como el qué haces. La oración nunca ha sido el precio que pagamos para poner a Dios en deuda con nosotros. La lectura de la Biblia nunca es un medio para merecer la aprobación de Dios. No construimos una vida devocional para que Dios nos ame; lo hacemos porque, en Cristo, Dios ya nos ama. Si tu vida devocional cae en intentos por complacer el favor y la aprobación de Dios, estás devaluando la belleza de la gracia de Dios en Cristo. No te equivoques, tu vida devocional es de suma importancia. Sin embargo, la motivación lo es todo. Si construyes tu vida de devoción por las razones incorrectas, lo que estaba diseñado para ser un medio de gracia de Dios en tu vida, se transformará en un peso demoledor que te robará el gozo. Recuerda hoy por qué tu vida devocional es tan importante y recuerda que buscamos a Dios en devoción porque él nos buscó a nosotros primero.
Este artículo fue originalmente publicado por Ligonier Ministries en esta dirección.