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Permitamos que el dolor sea dolor
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Permitamos que el dolor sea dolor

Decir «es más común de lo que piensas» no es algo que sea de mucha ayuda para alguien que ha experimentado un aborto espontáneo. Hay buenas intenciones en decirlo, y también es verdad, pero sólo se trata parte del problema de manera superficial en vez de ir a la solución. No se habla mucho del aborto espontáneo, pero es más común de lo que pensamos. La sola idea de la «regla de los tres meses», en los que las buenas noticias se mantienen en secreto hasta que hayan pasado las 12 semanas, transforma al aborto espontáneo en algo oculto, privado, secreto. Sin que nadie más sepa, dos personas sostienen una prueba de embarazo positiva en sus manos e inmediatamente pasan a ser en una familia cambiada. Entran en una nueva burbuja, aparte del resto del mundo. Es un lugar donde piensan en nombres, en nuevas tradiciones de Navidad, en fiestas de cumpleaños, en vacaciones familiares y en colores para el cuarto del bebé. Es un mundo en el que se imaginan a sí mismos como padres. Cuando ocurre un aborto espontáneo, no sólo se pierde un hijo, sino que también esos sueños. Es el duelo de algo que nunca sucedió. Es el dolor devastador de algo que estuvo muy cerca. Sin embargo, si una mujer sufre un aborto espontáneo el viernes, muchas veces vuelve al trabajo el lunes. Permanece en el trabajo aun cuando hay secuelas físicas, citas con el doctor, pruebas y procedimientos invasivos. Ella y su esposo siguen adelante a pesar de los efectos emocionales —solos, en su burbuja—. A menudo, podemos caer en ser simplistas al respecto, diciendo: no era un bebé «real», no había alcanzado a formarse; no estuvieron embarazados por mucho tiempo; supieron sólo por un par de semanas; simplemente deben seguir adelante. Obviamente, algunas personas lidian de forma diferente con la pérdida y no es obligación sentir una pena profunda. Algunos genuinamente no se habían conectado con su embarazo al momento de la pérdida. No obstante, muchos otros sí. Tan pronto ven esas dos líneas en el test de embarazo, toman consciencia de que se han transformado en padres. Si su hijo ya hubiera estado fuera del vientre, no hay forma en que hubiesen tratado la situación de la misma manera: la madre y el padre no volverían al trabajo tan rápido; habría apoyo, amor y consejería. Como cristianos, creemos que un niño lo es desde su concepción: no importa si está dentro o fuera del vientre. Por lo tanto debemos permitirle al dolor ser dolor y debemos tratar el aborto espontáneo como corresponde. La mayoría de nosotros tampoco somos consejeros profesionales, pero para cuidar pastoralmente de aquellos que viven esta experiencia, les comparto algunas ideas en las que podemos pensar:
  1. Dediquemos tiempo y atención tanto a la esposa como al esposo.
  2. Acompañémoslos (si ellos quieren). Desde una perspectiva pastoral femenina, puede ser muy útil juntarse de forma constante para leer la Biblia y orar e incluso, quizás, hacer un devocional juntas que se centre en el dolor.
  3. Oremos por ellos. Parece obvio, pero ¡también puede ser lo que más olvidamos! Particularmente, oren tanto por la relación del esposo con la esposa a medida que atraviesan el dolor mutuo como también por sus propios altibajos emocionales.
  4. Dejémoslos actuar diferente por un rato. El dolor nos afecta en diversas maneras; es complicado y desagradable. Quizás no sean ellos mismos por un tiempo, pero, si los acompañamos de cerca, podemos ayudarlos y apoyarlos en el camino.
  5. Dejémoslos retirarse del servicio por un tiempo. Servir a Dios es algo maravilloso, pero se puede usar para ocultar las aflicciones. Asimismo, puede ser algo que a ellos no les gusta dejar por miedo a decepcionar personas, aun cuando no pueden sobrellevarlo. Denles permiso para no servir. Queremos quitarles la presión y asegurarnos de que tienen la energía para involucrarse en la iglesia durante el domingo y en los grupos de estudio bíblico mientras descansan en su pilar sólido y en sus redes de apoyo a medida que sanan.
  6. Recomendémosles consejería profesional. Particularmente, con consejeros cristianos que entenderán de dónde vienen.
El dolor de la muerte y la pérdida provocó que Jesús llorara (Jn 11:32-35). Es real, terrible y angustiante. Nos rodea completamente y como iglesias, debemos apoyar a estas personas durante esos momentos. Valdría la pena investigar sobre cursos para equiparnos mejor y así ser capaces de alcanzar más personas en los lugares donde estén y en sus momentos más grandes de necesidad. La pérdida debido a un aborto espontáneo es intensamente personal —cada persona tendrá una reacción diferente y necesidades distintas—. Sin embargo, podemos encontrar apoyo en nuestros hermanos y hermanas en la fe, amor en Jesús y esperanza en el Evangelio. Cuando Jesús explica que debemos aguardar por el dolor y la aflicción, él les dice: «Estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo tienen tribulación; pero confíen, yo he vencido al mundo» (Jn 16:33).
Reproducido de GoThereFor, publicado por Matthias Media. Propiedad literaria. Todos los derechos reservados. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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Amistad sin agotamiento
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Amistad sin agotamiento

Tengo la tríada perfecta cuando se trata de manejar mal a los amigos. Prefiero las conversaciones profundas y significativas a las superficiales y triviales; soy introvertida (aunque no mucha gente me crea); y tengo una sobrecarga sensorial cuando estoy rodeada demasiado tiempo de ruido y multitudes. Estos factores combinados significan que me asusta un poco cómo manejar múltiples amistades. Tengo 631 amigos en Facebook y otras 600 personas durante el día en la iglesia el domingo. La sola idea de entablar amistades profundas y significativas con todas esas personas me tiene acurrucada en posición fetal. Sin embargo, me di cuenta de que me había acercado a las amistades como lo hace el mundo. Nuestra sociedad tiende a actuar como si solo hubiera dos tipos de amistades: mejores amigos y conocidos de Facebook. No hay nada en el medio. No puedes ser el mejor amigo de todos tus conocidos, por lo que deliberadamente los mantienes en la parte menos profunda del grupo de amigos. Con los amigos de la iglesia esto se vuelve aún más difícil. Debemos ser acogedores, debemos ser familiares, debemos conectarnos y comprometernos, y debemos ser amigos. Se nos exhorta a soportarnos unos a otros en amor y unidad (Col 3:12-14), y Proverbios está repleto de la sabiduría de la amistad (por ejemplo, Proverbios 18:24), pero no podemos ser mejores amigos con 50, 100, 600 o 1000 miembros de la iglesia, y les debemos mucho más que ser conocidos. Entonces, ¿qué hacemos? La Escritura nos dice que debemos edificarnos y animarnos unos a otros (1Ts 5:11), y debemos amarnos unos a otros como hermanos y hermanas (Heb 13:1). Tiene que haber una «tercera vía» que el mundo no conoce. A continuación, se describen tres fundamentos para hacer amistades cristianas que se centran en nuestra relación con Cristo.

Involucrarnos en la vida de los demás

Animarnos de verdad unos a otros significa saber lo que está pasando en la vida de los demás, y no solo saberlo, sino interesarnos por ello. Podemos «saber» lo que está pasando en la vida de las personas a través Facebook, la parte que quieren mostrarnos. Pero eso es solo conocimiento mental. Podemos saber cosas sin conocer a la persona. Interesarse por alguien significa que nos preocupamos por sus cosas, y no solo conocerlas. Para conocer a alguien e interesarnos, necesitamos interactuar con las personas más allá de su feed de Facebook y algunas bromas el domingo (¡aunque ambas son útiles!). Tenemos una variedad de oportunidades para relacionarnos unos con otros. Podemos estar juntos en grupos de estudio bíblico. Podemos ir a actividades y eventos juntos. Podemos enviar mensajes de texto y correos electrónicos. De vez en cuando podemos encontrarnos para charlar y tomar un café, para preguntar cómo van las cosas y orar unos por otros. No tenemos que ser mejores amigos en el sentido mundano. No tenemos que agotar nuestro tiempo o dar energía emocional que no tenemos o hablar solo de temas serios. No se trata de salir juntos constantemente ni de hablar todos los días ni de hacer fiestas. Esta amistad de tercera vía se enfoca el uno en el otro a través de centrarse en Cristo.

Hacer las preguntas correctas

Estar centrado en Cristo no significa que no haya conversaciones triviales (seamos sinceros, lo que sucede en Masterchef siempre será muy importante), pero podemos preguntarnos unos a otros: «¿cómo te encuentras?», y decirlo en serio. Podemos preguntar: «¿cómo está tu vida espiritual?» y querer saberlo de verdad para poder ayudarles. Podemos preguntar: «¿cómo puedo orar por ti?», porque realmente estamos interesados ​​y realmente queremos hablar con Dios en su nombre.

Mostrar amor

En estos días, el amor tiene una mala reputación como un sentimiento que va y viene, que crece y mengua. No obstante, Dios nos mandó a amarnos unos a otros, y Jesús reiteró este mandato como una acción:
Y Él le contestó: «Amarás [ἀγαπήσεις] al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el grande y primer mandamiento. Y el segundo es semejante a este: Amarás [ἀγαπήσεις] a tu prójimo como a ti mismo» (Mt 22:37-39).
La palabra ἀγαπήσεις es un verbo («amarás»), lo que significa que es algo que hacemos. Eso no significa que sintamos amor por todos, significa que los amamos a través de nuestras acciones. Significa que cuando enviamos un mensaje de texto para ver cómo están o enviamos un mensaje para pedir puntos de oración o nos reunimos para tomar un café de vez en cuando o les enviamos una pizza un una noche que sabemos que están trabajando a toda máquina o nos quedamos un poco más después de la iglesia o enviamos una postal solo para decir «estoy pensando en ti» o hacemos una videollamada a alguien que está lejos... no es porque estemos intentando ser falsos mejores amigos; es porque los amamos y nos preocupamos por su posición ante Dios y por el viaje en el que ellos (¡y todos nosotros!) estamos. Esta es la tercera vía de la amistad. Es mucho más que ser conocidos de Facebook y, en muchos sentidos, tiene más profundidad y amplitud que los mejores amigos. Sin embargo, incluso como una tercera vía, tiene una claridad excepcional, porque está arraigado en Cristo. Cristo le da a nuestras amistades límites y propósitos que se ven claramente en la Escritura, que habla repetidamente sobre el amor, la unidad y el estímulo mutuo. También le da un enfoque, un enfoque en Él, que brinda un tipo de infraestructura más sólida a nuestras relaciones. Él es la razón por la que nos conocemos. Él es la razón por la que nos acercamos unos a otros. Él es la razón por la que podemos involucrarnos unos con otros, hacernos las preguntas correctas y mostrar amor a través de nuestras acciones. Estas no son amistades mundanas insípidas basadas en un deporte favorito o un lugar nocturno. Estas son amistades que están profundamente arraigadas en la claridad de la Escritura y centradas en Jesús. Como sus discípulos, no podemos sentarnos al margen solos. Se nos ordena amarnos los unos a los otros. Así que tenemos que actuar por y para los demás. Llevamos nuestras cargas juntos y viajamos como personas a nuestro verdadero hogar en Él. El mejor tipo de amistad es querer lo mejor para la otra persona. Fundados en Cristo, esto es lo que podemos hacer y sentir unos por otros hasta que todos estemos en casa.
Reproducido de GoThereFor.com, publicado por Matthias Media (www.matthiasmedia.com). Propiedad literaria. Todos los derechos reservados. Usado con permiso.