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Photo of Los diez errores más comunes en las predicaciones de principiantes
Los diez errores más comunes en las predicaciones de principiantes
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Los diez errores más comunes en las predicaciones de principiantes

1. «Forzar» un tema fuera del texto
Probablemente, este uno de los errores más comunes que los principiantes cometen cuando aprenden a predicar expositivamente. En lugar de hacer que su sermón fluya desde la idea principal y la lógica del pasaje, encuentran uno de sus puntos interesantes y «fuerzan» al sermón para que se trate de eso. Su sermón se vuelve más temático que expositivo (y aunque da la sensación de que la predicación es del pasaje, pueden predicar un sermón casi idéntico al de muchos otros pasajes que también tratan el tema).
2. El caballito de batalla
Todos tenemos caballitos de batalla que nos gusta usar constantemente. Los predicadores principiantes tienden a hacer más esto y no lo esconden bien, a veces porque no comprendieron bien el pasaje en el proceso de exégesis y porque tienen poca experiencia en la vida y en el ministerio. Por lo tanto, si tu caballito de batalla es «los cinco puntos del calvinismo», «cómo atacar herejías» o «La confesión Westminster», si no está absolutamente relacionado al contenido o a la aplicación de tu sermón, deja ese caballo en el establo.
3. Las ilustraciones consentidas
Las ilustraciones son grandiosas; las ilustraciones vívidas e interesantes son aún mejores. Sin embargo, no son así cuando toman un cuarto del sermón o tienen tantas vueltas y giros interesantes que la relación entre la ilustración y el punto que se está ilustrando pende de un hilo muy, muy, muy fino. Ten ilustraciones interesantes y extiéndete en algunas de ellas de vez en cuando, pero, por favor, no las consientas. Asegúrate de que tus ilustraciones sirvan al sermón y no al revés.
4. Decir demasiado
Los predicadores principiantes a menudo olvidan que menos es más, especialmente en las introducciones y en las conclusiones. No deben ser largas ni interminables. A veces una introducción corta y contundente es suficiente para que tu audiencia te preste atención y tus conclusiones no necesitan reiterar todos los puntos nuevamente. Tan solo concluye y termina memorablemente. Eso es suficiente. A veces los principiantes dicen demasiado porque aún están aprendiendo a dejar gran parte de lo que leyeron en el estudio. ¿Has escuchado hablar del principio del iceberg? Solo el 10 % necesita estar sobre el agua; el otro 90 %, permanece debajo. Y una última nota: los predicadores principiantes casi nunca deben predicar más de 30 minutos.
5. Decir muy poco
Claramente esto es el problema opuesto al que se acaba de exponer en el punto anterior, pero no están relacionados entre sí. A veces, con el fin de acomodar largas ilustraciones o detalles técnicos que son como comentarios bíblicos sin resumir, no hay tiempo para llevar a la audiencia a profundizar en otras áreas. En ocasiones, los principiantes dicen muy poco cuando mencionan rápidamente conceptos e ideas que realmente requieren más explicación. No lances frases como «todo esto apunta a Jesús» sin ir más allá. Dinos cómo apunta a Jesús. Es probable que allí se encuentre un punto glorioso sobre el Evangelio del que debes decir más. La otra razón por la que los principiantes podrían decir muy poco tiene que ver con la falta de experiencia pastoral y/o ministerial. Eso se puede mejorar al pasar tiempo sirviendo y enseñando a personas lejos del púlpito.
6. Las aplicaciones superficiales
Este punto está relacionado con el anterior. Una falta de experiencia tanto en la vida como en el ministerio inevitablemente llevará a aplicaciones que no darán en el blanco. De nuevo, esto mejorará con el tiempo y con la experiencia. Mientras tanto, los principiantes necesitan ser conscientes de que su tendencia es irse hacia aplicaciones superficiales y que por lo tanto deberán esforzarse por dar las aplicaciones que el mismo pasaje entrega. Si tienen dudas, junten a un grupo de líderes de la congregación como un grupo de consulta y evalúen sus aplicaciones con ellos.
7. Hablar como escriben
Escribimos de manera diferente a la que hablamos. La mayoría de los principiantes usan apuntes completos, por lo que necesitan resumir, volver a resumir y volver a resumir nuevamente con el fin de sustituir las partes que suenan mucho como escritura y no como discurso. Puedes obtener más ayuda en Internet, pero para empezar:
  1. Evita construcciones verbales pasivas (en vez de decir «el hombre fue sanado por Jesús», mejor di, «Jesús sanó al hombre»).
  2. No utilices palabras como «por lo tanto», «sin embargo», «además», etc. En lugar de ellas intenta usar «así», «pero» y «lo otro es…».
  3. Corta las oraciones complejas y largas y hazlas más cortas y más simples.
  4. Usa pausas, repeticiones y reformulaciones (cosas que no tienes que hacer en lo escrito porque son una pérdida de espacio). Cuando estés hablando, úsalas libremente para ayudar a establecer tu punto más clara y más memorablemente.
  5. Aprende a escribir en jerga coloquial, con contracciones (q’, xq’, c/) e incluso cosas gramaticalmente incorrectas que sueles usar en el discurso hablado, aquellas que usaste en ensayos y por las que perdiste puntos.
8. Demasiado esfuerzo por imitar el estilo de otra persona
Lo entiendo, estás comenzando y aún no tienes tu propio estilo. Es inevitable copiar a aquellos que escuchas (en especial si escuchas muchos podcast). Sin embargo, intenta no imitar conscientemente el estilo de alguien. Esto no se trata de derechos de autor, sino que tiene que ver con que los tipos famosos a los que escuchas son generalmente muy únicos. Si intentas hacerlo igual que ellos, es muy probable que no funcione. Deja que Francis Chan, David Platt y Tim Keller hagan lo suyo. Tú mantén tu cabeza abajo y esfuérzate para mejorar siendo tú mismo.
9. Las idiosincrasias resaltadas
Es interesante que el lado B de desarrollar tu propio estilo es que se resaltarán las partes inútiles de lo que te hacen ser «tú». ¿Es tu sentido del humor muy vergonzoso? ¿Te gusta usar vocabulario profundo o poético en tu discurso diario? ¿Te gusta dar charlas a tu grupo de amigos, incluso si ese grupo es de solo dos personas? ¿Gesticulas mucho incluso cuando le hablas a tu perro? Todas estas cosas probablemente van a resaltar en la predicación de los principiantes y generalmente ellos ni siquiera lo noten, pero otros sí.
10. Falta de un buen método de preparación
Finalmente, muchos de los errores que se mencionaron previamente pueden abordarse si tan solo los principiantes recordaran que son principiantes. Esto significa que necesitas aprender un método, practicar un par de cientos de veces hasta que le des al clavo, y luego de eso podrás ser un poco más libre en tu estilo. Muchos principiantes no quieren invertir de esta manera, y eso los perjudica. Aprende métodos de preparación de los grandes maestros de la predicación. El método que yo elegí es el de John Chapman, de Setting Hearts On Fire [Encendiendo los corazones]. No es el único que existe que sea bueno; cualquier método que escojas, apréndelo bien. Cuando hayas dominado completamente el método, antes de que te des cuenta, ya no estarás cometiendo los mismos errores de principiante. Sin embargo, solo recuerda, como dijo una vez celebremente Chapman, «los primeros cincuenta años son los más difíciles», así que hermanos y hermanas sigan perseverando. ¡Soli Deo gloria!
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en Fan Into Flame y fue editado y republicado en GoThereFor con el permiso del autor.  Propiedad literaria. Todos los derechos reservados. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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«Pastor, ¿está bien?»
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«Pastor, ¿está bien?»

Hace seis meses, por primera vez en trece años como pastor, consideré seriamente dedicarme a otra cosa. Estaba agotado. Muchos de ustedes, que están leyendo esto, probablemente se sorprendan con esta confesión. Muchas personas de mi iglesia, probablemente no tenían idea de que yo estaba experimentando el agotamiento. Quizás les sorprenda que alguien «llamado» al ministerio pudiera estar viviendo tales debilitantes sentimientos y quisiera renunciar. Sin embargo, otros pueden estar sorprendidos de que me haya tomado trece años pasar por esto. Quizás algunos de ustedes han pasado por lo mismo; están viviendo lo mismo y ni siquiera llegan al quinto año. No estoy escribiendo esto para compartir mis experiencias de agotamiento o analizar las razones por las que esto sucede. También sé que el agotamiento en el ministerio puede pasarle a cualquiera: a un laico, a alguien que trabaja a medio tiempo o a tiempo completo. Sin embargo, puesto que muchos pastores y otros en el ministerio vocacional a tiempo completo encuentran extremadamente difícil compartir sus luchas hasta que ya no aguantan más, quisiera compartir (desde la perspectiva de un pastor hacia aquellos en nuestras congregaciones) algunas sugerencias sobre cómo ayudar a nuestros pastores cuando no están tan bien.
1. Reconozcan las presiones únicas que enfrentan los pastores
El ministerio pastoral no es el único trabajo que tiene grandes presiones. Muchos de los miembros de mi propia congregación tienen trabajos muy difíciles y estresantes. No obstante, existen algunos desafíos únicos en el ministerio pastoral a tiempo completo que juntos provocan que el agotamiento (y otras luchas asociadas a la salud mental como la depresión y la ansiedad) sea más probable. El primer paso es el reconocimiento. Si los pastores supieran que las personas que aman y que cuidan, y que igualmente los aman y se preocupan por ellos, están tratando de entender las presiones que enfrentan, ellos no se sentirían tan solos. Ayuda mucho saber, en medio de las luchas, que no estás solo y que las personas están intentando comprenderte y cuidarte. El libro de Paul Tripp, El llamamiento peligroso, es una lectura obligatoria en este aspecto. Cualquiera que esté en el ministerio a tiempo completo o que se esté preparando para él debe leerlo. Cualquiera que ame y se preocupe por aquellos que están en el ministerio a tiempo completo deben leerlo también.
2. Pregunten y sigan preguntando, «¿estás bien?»
En Australia, existe un útil fenómeno en las redes sociales que se llama R U OK DAY —es un grupo de personas que se reúne para protegerse del suicidio simplemente al animar a otros a hacer la pregunta «¿estás bien?»—. Cuando alguien está luchando, la simple pregunta, «¿estás bien?» muestra que te están cuidado. Es un consuelo saber que existe al menos alguien que está interesado en lo que de otra manera podría ser una lucha secreta. Pregúntenle a los pastores si están bien. Pregúntenles si existen cosas por las que pueden estar orando. Estén dispuestos a hacer un seguimiento de esas peticiones de oración y de las respuestas que Dios da. Según la relación que tengan con sus pastores, estén dispuesto a preguntarles, «¿estás realmente bien?». Sin embargo, hay que entender que parte del rol del pastor es no compartir demasiado. Los pastores y los ancianos de la iglesia constantemente necesitan poner en práctica la sabiduría sobre cuánta información compartir y a quién. Es la forma en la que lideramos a nuestra gente y cuidamos de nuestras ovejas. Compartir demasiado puede llevar a la inestabilidad, al chisme y a la pérdida de confianza en el liderazgo. Por lo tanto, sean conscientes en esto. No presionen a sus pastores en un té matutino hasta que los miren a los ojos y les respondan la pregunta «¿estás bien?» sin pestañear ni alejarse. Reconozcan que existe un tiempo, un lugar y diferentes niveles relacionales para hacer esto y hacerlo bien. Estén dispuestos obtener en ocasiones un «sí, estoy bien», incluso si sospechan que hay más. Solo pregunten. Es maravilloso saber que tu congregación se preocupa por ti y lo suficiente como para preguntártelo.
3. Envíenles mensajes y notas animantes a sus pastores
Tengo una carpeta especial en mi computador con años de correos electrónicos de ánimo que las personas me han enviado. Créanme. Es mucho más significativo para sus pastores de lo que pueden darse cuenta. El agotamiento pastoral por lo general viene con oleadas de problemas agotadores, desánimos y quejas. Así que cuando nos llega un mensaje o un correo electrónico que no sea un problema, sino que un ánimo o una palmada en la espalda, es un respiro de aire fresco. Uno de ellos te animará por días, incluso semanas. Así que no esperen. Cuéntenle a sus pastores lo que sea que haya impactado positivamente sus vidas. Les ayuda muchísimo.
4. Protejan a su pastor
Sus pastores tienen un día libre. También tienen vacaciones. Descubran cuándo son esos tiempos y protéjanlos al esperar para enviarles un correo electrónico, para llamarlos o para enviarles un mensaje. Sus pastores tienen otros líderes capaces y maravillosos que sirven junto a ellos y bajo su liderazgo. Logren entender a quién deben dirigir las preocupaciones. No todo tiene que estar en la lista de cosas por resolver o cosas por hacer de sus pastores. Y si ustedes son uno de esos líderes capaces y maravillosos, pregúnteles regular y proactivamente a sus pastores con qué cosas pueden ayudarlos. El agotamiento en el ministerio no solo pasa porque alguien está haciendo mucho. Esto sucede porque en lo que pasan tiempo y en lo que gastan energía es desproporcional con lo que es central en su llamado y sus dones. La mayoría de sus pastores son llamados principalmente a predicar, a enseñar y a liderar. Asegúrense de que no estén haciendo todas las cosas que otros pueden hacer, para que así puedan hacer más lo que es central en su ministerio.
5. Sean confiables, estables y maduros
Por favor, no me malinterpreten: no quiero decir que no esté permitido tener crisis o estar en necesidad de atención y de cuidado pastoral especial. Sus pastores los aman y ven como parte de su rol pastoral caminar junto a ustedes en sus tiempos de dificultad. Para eso están ellos y otros miembros de la familia de iglesia. De hecho, esta publicación completa funciona suponiendo que sus pastores enfrentan crisis también. Ellos también tienen momentos de inestabilidad y requieren cuidado especial. Sin embargo, hay mucho que decirle a aquellos miembros de la congregación que son confiables, fiables y estables. Ellos son cristianos maduros; son personas maduras. Han resuelto «crecer en madurez» (el libro de Jenny Brown, Growing Yourself Up [Cómo madurar], es una buena lectura para cualquiera que quiera saber cómo desarrollar madurez personal y relacional). Cuando hay suficientes de estas personas para alcanzar un punto de inflexión en nuestra congregación, hace que el trabajo del pastor sea mucho más fácil. También permite que el pastor delegue y comparta sus responsabilidades más ampliamente y reduzca sus posibilidades de agotamiento. Por lo tanto, háganle un favor a su pastor (y a ustedes) y tengan por objetivo crecer en carácter, madurez y fiabilidad.
6. Cuida a la familia del pastor
Si sus pastores están luchando, existe una posibilidad de que las cosas no estén de lo mejor en casa. Los problemas en la iglesia y en el hogar son como los asuntos del huevo o la gallina. Podría ser que la vida del hogar sea una presión para el ministerio: un esposo o un padre cansado y agotado encuentra aún más difícil sobrellevar los problemas de la iglesia. O quizás las presiones del ministerio estén creando más problemas en el hogar: los genios son menos pacientes, los matrimonios están más tensos, los hijos más distanciados. O tal vez ambos podrían entrar en un ciclo sin fin y los problemas se confunden. ¿Cómo pueden cuidar a sus pastores al cuidar de sus familias? No se olviden que sus pastores que luchan podrían tener una esposa o hijos con dificultades. No olviden hacerles preguntas como, «¿están bien?» y «¿cómo puedo orar por ustedes?». Ofrézcanles ayuda práctica. Sin embargo, sean cuidadosos. No usen a la esposa ni a los miembros de la familia del pastor como una forma de obtener información que sus pastores no quieren compartir. Eso se llama triangular y no ayuda ni al pastor ni a los miembros de su familia a crecer en confianza y apoyo mutuo.
7. Oren regularmente por sus pastores
Este es el último punto porque es el más importante. A Satanás no le gustaría nada más que destruir a la iglesia por medio de la destrucción de sus pastores. Las luchas de sus pastores no son solo físicas, mentales o emocionales; son espirituales (Ef 6:10-20). Por lo tanto, oren por sus pastores: regular, persistente y específicamente. He aprendido mucho de mi agotamiento reciente. Estoy agradecido porque al parecer se ha ido lentamente, aunque no creo que esté recuperado del todo. Una de las comprensiones clave durante este tiempo es que el pueblo de Dios está más dispuesto a ayudar de lo que yo creía (o de lo que les permitía ser). No me estaría recuperando si no fuera por esos hermanos y hermanas comunes y corrientes de mi iglesia y de mis equipos de liderazgo. Es por esta razón que estas siete sugerencias para ustedes, miembros de congregaciones, realmente importan. Sé que aman a sus pastores. Sé que odian verlos luchar, deprimirse y agotarse. Así que espero ver que ejerzan el mismo cuidado por sus pastores que el que yo he recibido.
Reproducido de GoThereFor, publicado por Matthias Media. Propiedad literaria. Todos los derechos reservados. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda