Pedro Blowes está casado con Teresa. Tiene tres hijos adultos y tres nietos maravillosos.
Vive en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina, donde trabaja como obrero senior para la Asociación Bíblica Universitaria Argentina. Escribió, Misión Estratégica: universidad, un desafío a la iglesia (Certeza Argentina, 2007), y muchos artículos relacionados con el Método Sueco de lectura bíblica. Le encanta animar a otros a leer la Biblia, andar en bicicleta, y mirar documentales.


Estudio bíblico grupal: El Método Sueco
El Método Sueco
Hasta donde sé, la primera persona que llamó «Método Sueco» a esta sencilla forma de leer la Biblia fue Ada Lum. Ada fue obrera de IFES (o CIEE, la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos) y una entusiasta promotora de los estudios bíblicos grupales durante décadas. Le puso ese nombre en honor al grupo de estudiantes suecos que primero vio usándolo. Comenzar un grupo de lectura bíblica usando este método requiere muy pocos recursos y preparación, y puede ser muy gratificante ya que lleva a los lectores a confrontar las Escrituras en forma personal y directa. Se debe empezar orando y pidiéndole a Dios que hable a través de su palabra. A continuación, se lee un breve pasaje de la Biblia en voz alta (idealmente 10-15 versículos), y luego, cada persona debe regresar al pasaje por sí misma buscando las siguientes tres cosas (que pueden anotarse en un papel al lado de los símbolos que se muestran):
Un «foquito» o bombilla eléctrica encendida: Esto debería ser algo que «brilla» en el pasaje —lo que más impacta o llama la atención—.
Un signo de interrogación: Cualquier cosa difícil de entender en el texto, o una pregunta que el lector quisiera hacer al escritor del pasaje o al Señor mismo.
Una flecha: Una aplicación personal para la vida del lector.
La idea es escribir al menos una cosa junto a cada punto. Da tiempo para que los participantes saboreen el texto y lo exploren a su propio ritmo. Esto suele tomar unos diez minutos en silencio. Después, haz que cada lector comparta una de sus «lucecitas» con el grupo. Da algo de tiempo para compartirlas sin discutirlas. Siempre es interesante descubrir lo que ha impactado a los diferentes miembros del grupo —y por qué—. A continuación, en la segunda ronda, sólo pídeles que compartan una de sus preguntas —sin contestarlas—. La idea es afinar nuestra capacidad de hacer buenas preguntas como un paso fundamental de investigación. A menudo es mejor invitar a quien plantea la pregunta a proponer un posible acercamiento a la respuesta, y animar a dicha persona a investigar el asunto. Alternativamente, cualquier miembro del grupo puede responder la pregunta, siempre que la respuesta aparezca en el pasaje considerado o en una sección previa del libro que el grupo ya haya estudiado. En este punto, la disciplina es crucial para evitar las típicas discusiones que desaniman a los nuevos. En la tercera ronda, pide a cada persona del grupo que comparta una forma en que el pasaje se aplique a su propia vida. Luego, para concluir, ora: invita a las personas a orar en voz alta según deseen (a partir de lo leído); nadie debería sentirse presionado a orar. Invita a una persona adecuada a cerrar el tiempo de oración; esto evita que los recién llegados se sientan incómodos, deja claro cuándo el tiempo de oración ha terminado, y evita los silencios prolongados e incómodos. Si tu grupo contiene menos de cinco personas, pídeles que compartan cada uno dos o tres «bombillas eléctricas», preguntas y aplicaciones. Luego pueden comentar aquello según el tiempo lo permita. Después de la reunión, tal vez quieras abordar una vez más las preguntas. Sin embargo, en la reunión misma, es importante tratar de evitar las discusiones, caer en la trampa de «compartir ignorancias» y la imposición de una respuesta apelando a la autoridad humana. La filosofía tras este estilo de lectura bíblica es promover la buena observación del texto, la participación grupal y el descubrimiento auto-guiado. Cada persona tiene la oportunidad de descubrir por sí misma lo que Dios dice. En principio, nadie contesta las preguntas a menos que se traten de algo simple, como el significado de una palabra. La idea es que las preguntas motiven la investigación por parte de la persona que las plantea. También es importante evitar que alguien «monopolice el micrófono» o que se objete todo lo que diga la pobre persona nueva. En lugar de eso, ¡es impresionante ser testigos de la capacidad que aun los no cristianos tienen de entender la Biblia cuando Dios les habla!
Respaldo teológico
El Método Sueco, tal como lo he usado, responde a varios principios teológicos que aprendí de D. Broughton Knox, quien fuera, entre otras cosas, rector de Moore Theological College en Sydney y director fundador de George Whitefield College en Sudáfrica. Estos principios incluyen:- La perspicuidad (claridad) de la Biblia: La Biblia es comprensible, y su interpretación no depende de expertos y ni siquiera de intérpretes acreditados (como el dogma de la iglesia católica romana).
- La noción sostenida por el catolicismo es que la iglesia creó la Biblia. En el protestantismo, sostenemos que la Biblia es la que crea (en tiempo presente) la iglesia. Esta última perspectiva ha de ser cierta si creemos en la inspiración divina de la Escritura o, como solía decir Broughton Knox, en la «expiración divina» de la Escritura, por cuanto las palabras se expresan exhalando, no inhalando (el griego de 2 Timoteo 3:16 usa el término «exhalar»). La Escritura ha sido lo que es desde el momento de su inspiración. No fue convertida en Escritura por los concilios; lo único que éstos podían hacer era discernir y excluir aquellos escritos que no eran inspirados. Esta perspectiva se observa fácilmente en la historia de las misiones, habiéndose dado casos en que, tras recibir una copia de las Escrituras, se la llevaba a un pueblo o comunidad en que, como resultado directo, surgía una iglesia. Por consiguiente, la Biblia debe ser leída en el lenguaje común de la gente (lo cual no siempre ha sido así). Cuando el Espíritu Santo aplica la palabra a los corazones, las personas responden. Por esta razón, debemos orar para que las personas lean sus biblias y que, durante su lectura bíblica (o al oír la Biblia), Dios abra sus mentes y corazones.
- Toda la Biblia es el consejo de Dios, así que lo importante no es por dónde se empieza, ¡sino hacerlo! En este sentido, la palabra de Dios es la evangelista suprema. Los evangelios son, por supuesto, un muy buen lugar para que la gente oiga el evangelio —o sea evangelizada—, pero no es esencial comenzar allí.
- La Biblia está dirigida a cada lector u oyente en particular. En Mateo 22:31, Jesús, dirigiéndose a los saduceos, dijo: «¿No habéis leído lo que os fue dicho por Dios…?». No hay problema lógico alguno al decir que Dios tenía en mente a cada lector de la Sagrada Escritura cuando ésta fue «exhalada». Esto significa que la palabra de Dios no sólo es inspirada y universalmente aplicable, sino también que, en ella, Dios habla en la actualidad a cada lector (u oyente) en particular. ¡Esta idea es muy emocionante! Habla de la inmanencia (proximidad) de Dios en su palabra. Pero, por otro lado, en el mismo lugar, una segunda persona puede ser inconsciente del hecho de que Dios está personalmente hablándole por medio de su palabra. Es un ejemplo del crecimiento simultáneo del trigo y la cizaña —el reino de Dios hace su obra secretamente (Mt 13:24-30)—.
Adaptación
El Método Sueco de estudio bíblico es muy adaptable a diferentes contextos porque:- No requiere preparación
- No requiere líderes capacitados
- Da resultados inmediatos
- Evita las discusiones
- No cuesta dinero
- Es reutilizable y repetible
- Puede ser enseñado con mucha facilidad
- Con un poco de adaptación, puede usarse con personas analfabetas leyéndoles la Biblia en voz alta
- Funciona igualmente bien en grupos grandes (donde cada uno comparte con quienes están cerca) y grupos pequeños
- Se adapta a los lectores posmodernos que buscan satisfacción instantánea y enfatizan la exploración/expresión personal
- Todos pueden expresar sus opiniones (¡lo cual a la gente le encanta!), pero dichas opiniones están siempre ligadas al texto bíblico
- Evita los «bibliazos» (ataques hechos con versículos) poniendo tanto a los cristianos como a los no cristianos en igualdad de condiciones ante la palabra de Dios
- Evita apelar a autoridades más altas para ganar discusiones
- Permite que la palabra de Dios hable por sí misma
- Enseña a la gente la tarea más difícil y más básica de la lectura bíblica: ¡observar lo que el texto realmente dice!
- Motiva la investigación y el razonamiento en un entorno amigable
- Ejercita la capacidad de hacer buenas preguntas —algo esencial para desarrollar una adecuada interpretación de la Escritura—
- Socava el anti-intelectualismo sin ser demasiado intelectual (aún sonrío con pena al recordar la desacertada crítica que una vez me hicieron —¡que este enfoque era demasiado intelectual!—)
- Aplica las Escrituras directamente a la vida del lector —desde la primera experiencia—
- Enseña inductivamente el estudio bíblico inductivo
Como sucede con todo estudio bíblico, este enfoque busca lograr lo que Pablo describe en Colosenses 1:27-28: «las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria. A Él nosotros proclamamos, amonestando a todos los hombres, y enseñando a todos los hombres con toda sabiduría, a fin de poder presentar a todo hombre perfecto en Cristo».