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La razón por la que Dios responde
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La razón por la que Dios responde

¿Cuándo fue la última vez que Dios respondió una de tus oraciones? Y una segunda pregunta: ¿cómo reaccionaste cuando él respondió esa oración? Tú y yo nunca deberíamos acostumbrarnos al milagro de que Dios nos responda cuando oramos. Ya es asombroso que él siquiera nos escuche, así que más aun lo es cuando nos responde. Sin duda, no merecemos que nos dedique tiempo, atención o recursos. Tristemente, sin embargo, he notado que a veces espero con impaciencia o sintiendo que tengo el derecho a que mis oraciones sean respondidas. Pienso: “Dios me ha respondido antes, así que lo hará otra vez”; o al contrario, engañándome, creo: “recientemente he honrado a Dios; debería concederme esta petición”. Y lo que es aun más impactante, cuando Dios no me responde a la velocidad ni de la forma que quiero, siento que me enfrío y albergo una amargura hacia él. Es casi como si mi alma murmurara en un tono muy bajo: “Cómo se atreve a no responderme...” ¡Qué realidad más oscura y peligrosa! Es por esta razón que necesitamos recordar una y otra vez cómo presentar nuestras peticiones ante Dios. A lo largo de los Salmos, y en el Padre Nuestro, se nos dan seis razones por las que el Señor nos responde cuando oramos: Su amor: “Respóndeme, Señor, por tu bondad y amor” (Salmo 69:16). Su compasión: “Atiéndeme, Señor; respóndeme, pues pobre soy y estoy necesitado” (Salmo 86:1). Su gracia: “...compadécete de mí y respóndeme” (Salmo 27:7). Su fidelidad: “Por tu gran amor, oh Dios, respóndeme...” (Salmo 69:13). Su gloria: “Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre” (Mateo 6:9). Su reino: “Venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo” (Mateo 6:10). No debes temer el rechazo de Dios cuando ores ni llegar a pensar que la oración es un ejercicio espiritual inútil. ¿Por qué? Porque él mismo es su propia razón para respondernos. La esperanza de la oración no está en los títulos de aquel que ora, sino en el carácter y el plan de aquel que está escuchando. La razón de que Dios responda es él; él responde por causa de lo que está haciendo. Dios responde porque le encanta que acudamos a él, y le encanta entregarnos la gracia precisa para ese momento. Por lo tanto, aun cuando no tengas nada que ofrecer al Señor en tu favor, puedes ir a él con confianza. En verdad él se deleita en escuchar y responder a sus hijos. Dios te bendiga, Paul Tripp

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

  1. ¿Cuándo fue la última vez que Dios respondió una de tus oraciones?
  2. ¿Cómo reaccionaste cuando él respondió tu oración?
  3. ¿Cuándo fue la última vez que Dios no respondió tu oración como tú esperabas que lo hiciera?
  4. ¿Cómo reaccionaste y qué revela eso de tu corazón?
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita www.paultripp.com. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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Se busca cristiano: Descripción del puesto

Cuando era un joven estudiante del seminario, tuve que leer un extenso comentario escrito por un teólogo holandés. Nunca antes había estudiado un texto en ese idioma y de verdad tuve problemas para entender la sintaxis. Le pedí ayuda a un estudiante con más experiencia y me recomendó un comentario de otro teólogo que analizó minuciosamente el trabajo de este teólogo holandés. Sin embargo, cuando tomé el comentario, ¡descubrí que era más extenso y más complejo que el original que estaba estudiando!

MANTENGAMOS LA SIMPLEZA

Durante mis años de estudio académico y ministerio pastoral, me he dado cuenta de que es natural en nosotros complicar más de la cuenta la fe a la que hemos sido llamados y que es increíblemente simple. ¿Es importante la teología y la doctrina? Por supuesto que sí —nunca reduciría su valor—, pero creo que hemos interpretado la vida cristiana como algo más complejo de lo que la Biblia describe. Hoy quiero volver a los fundamentos. No sugiero que hagamos nada radical, como destruir todos nuestros comentarios; lo que sí quiero es leer la Escritura versículo por versículo y ver lo que dice sobre la forma en que se supone que debemos vivir.

El pasaje que me encanta leer una y otra vez es 1 Pedro 2:11-12:

“Amados, les ruego como a extranjeros y peregrinos, que se abstengan de las pasiones carnales que combaten contra el alma. Mantengan entre los Gentiles una conducta irreprochable, a fin de que en aquello que les calumnian como malhechores, ellos, por razón de las buenas obras de ustedes, al considerarlas, glorifiquen a Dios en el día de la visitación” (NBLH).

¿Cómo se supone que debe vivir un cristiano? Existen tres atributos claves para lo que yo llamo “la descripción del trabajo de un cristiano”.
1. Son extranjeros
“Amados, les ruego como a extranjeros y peregrinos…” Un peregrino es alguien que está de viaje hacia un destino final habiéndose detenido temporalmente en un lugar. Un extranjero es una persona que reside en un lugar que no es su patria amada u original. Esos somos tú y yo. Esta tierra no es el lugar que, como cristianos, debemos llamar hogar. La eternidad sí lo es y ya viene. Sin embargo, hay un problema: tú y yo nos hemos acostumbrado a la comodidad de nuestro hogar temporal. Nos gusta el materialismo y la orientación de la cultura occidental hacia el placer. Medimos el éxito por los metros cuadrados de nuestras casas, la cantidad de opciones que tiene nuestro automóvil de lujo, la cantidad que recibiremos como jubilación, la calidad de nuestra cocina y los títulos que tengamos. Si queremos vivir como verdaderos cristianos que creen en la Biblia, debemos vivir como extranjeros. Esto no quiere decir que debamos ser antisociales y vivir en monasterios, sino que debemos vivir con valores diferentes. Deberíamos pensar a largo plazo —unos 10.000 años de la eternidad—. Nuestros días verdaderamente buenos lo serán porque el Reino de Dios está avanzando, no porque hoy estemos experimentando un poco más de placer temporal que ayer. ¿Estás viviendo como un extranjero? ¿Despiertas cada mañana anhelando la eternidad? ¿O te has sentido muy cómodo en esta estadía temporal?
2. Pelean como soldados
“...les ruego… que se abstengan de las pasiones carnales que combaten contra el alma…” No sé si lo sientes o no, pero hay una guerra de deseo que se propaga furiosamente por tu alma cada día. Ya sea en tu matrimonio, con tus hijos, en tu trabajo, con tu vecino o en la privacidad de tus pasatiempos favoritos, existen dos deseos compitiendo por el control de tu corazón, los que, a su vez, afectarán tus palabras y tus acciones. En los momentos rutinarios de las interacciones diarias, las pasiones de la carne (pecado) pelearán para controlar tu corazón. Simultáneamente, la presencia del Espíritu de Dios que vive en nosotros peleará por la pureza de tu corazón. Estas batallas no se ganarán de una forma dramática tipo Hollywood con espadas y escudos, sino que diciendo diez mil veces, “¡no!” a tus deseos pecaminosos. Si queremos vivir como verdaderos cristianos que creen en la Biblia, debemos vivir como guerreros. No quiero decir agresivos y violentos, tratando de derrocar cualquier figura de autoridad externa que no cree en la Biblia. No, con abstinencia humilde y perseverante, tomaremos seriamente el pecado que existe dentro de nuestros corazones y no permitiremos que controle nuestras palabras y acciones. ¿Vives como un soldado? ¿Te despiertas cada mañana y te alistas para la batalla? ¿O te has vuelto muy pasivo, rindiéndote a las pasiones de la carne?
3. Son embajadores
“Mantengan entre los Gentiles una conducta irreprochable…” El trabajo de un embajador es representar consecuente e intencionalmente a un líder que no está presente físicamente. De la misma forma, tú y yo siempre estamos “de guardia” —no existe momento en la vida, sean las vacaciones, el trabajo, tu vecindario; en alguna tienda, en el gimnasio, o lo que sea, en donde no estemos llamados a vivir con una mentalidad de servicio y una actitud de embajadores—. Somos plomeros del evangelio, maestros del evangelio, abogados del evangelio, médicos del evangelio, músicos del evangelio, madres y padres del evangelio y vecinos del evangelio. Una sola pasión es la que nos motiva: que de alguna forma, Dios use nuestras vidas para representar fielmente las verdades del evangelio y llevar personas a la fe que salva y libera. Si queremos vivir como verdaderos cristianos que creen en la Biblia, debemos ser como embajadores. Hablaremos cuidadosamente con palabras que honren a Dios; viviremos de una manera digna de admiración con acciones que honren a Cristo; no trataremos nuestras vidas como si fueran de nuestra propiedad, sino que en lugar de eso viviremos para el Rey de reyes. ¿Estás viviendo como un embajador? ¿Despiertas cada mañana y consideras que tus palabras y tus acciones representan a Cristo? ¿O has vivido como si tu vida te perteneciera a ti, representando a Dios ocasionalmente y en tus propios términos?

NO ESTAMOS CALIFICADOS

Permíteme confesarte algo. No siempre vivo con una mentalidad puesta en mi destino; no siempre vivo con una mentalidad de guerra; no siempre vivo con una mentalidad de embajador. Me doy demasiados gustos con los placeres de este mundo y mido mi éxito con estándares terrenales. Me siento muy cómodo con mi pecado y pienso que no es tan destructivo como realmente es. No presento mi fe tanto como debería ni comparto tan a menudo el evangelio con aquellos que Dios pone en mi camino. Si tuviese que postular para el trabajo de cristiano, ¡Recursos Humanos no demoraría en darse cuenta de que no estoy calificado! Sin embargo, ser cristiano no se trata de postular; se trata de recibir el regalo de la gracia, viviendo en obediencia y siguiendo el ejemplo de Cristo. En todo sentido, este pasaje nos apunta a Jesús. Él fue el extranjero perfecto: “‘las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos,’ le dijo Jesús, ‘pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.’” (Lc 9:58). Él fue el soldado perfecto, quien sacrificó su vida valientemente para conquistar el pecado y la muerte (Col 2:15). Él fue el embajador perfecto, bajando desde el cielo para hacer la voluntad del Padre que lo envió (Jn 6:38). ¿Cómo estás tú esta semana? ¿Vivirás como un verdadero cristiano que cree en la Biblia?
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La gracia de la confesión en las relaciones
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La gracia de la confesión en las relaciones

Me pregunto con frecuencia cuántas personas están estancadas en sus relaciones, envueltas en un ciclo repitiendo las mismas cosas una y otra vez. Repiten los mismos malentendidos; entran una y otra vez en las mismas discusiones; repiten los mismos errores. Una y otra vez las cosas no se resuelven; noche tras noche terminan el día sin reconciliación alguna; despiertan con recuerdos de otro mal momento con un amigo, cónyuge, vecino, compañero de trabajo o familiar y avanzan hacia el próximo momento en que se repetirá el ciclo. Todo se transforma en algo predecible y desalentador; ellos odian este ciclo. Quisieran que las cosas llegaran a ser lo que alguna vez fueron. Sus mentes oscilan entre la nostalgia y la decepción. Quieren que las cosas sean diferentes, pero parecen no saber cómo liberarse de ellas ni estar dispuestos a hacer lo que posibilitaría el cambio: confesar. Se dicen a sí mismos que lo harán mejor. Prometen que van a lidiar con sus problemas. Prometen que le pedirán ayuda a Dios. Deciden invertir más tiempo y energía en la relación. Prometen que hablarán más; sin embargo, no pasa mucho tiempo antes de que todas esas promesas se esfumen. No pasa mucho tiempo sin que vuelvan al mismo lugar. Todos sus compromisos de cambiar han sido trastocados por aquella cosa en particular que parecen ser reticentes a hacer: dejar de enfocarse en el otro y poner el foco en ellos mismos. Este es el punto: en una relación, no hay ningún cambio que no empiece con confesión. El problema para muchos de nosotros es que vemos la confesión como una carga, cuando en realidad es gracia.

Es gracia saber distinguir entre el bien y el mal

El cambio se trata completamente de medirte a ti mismo según un estándar, sentirte descontento con tu situación al ver que no has estado a la altura y buscar la gracia para cerrar la brecha entre tu situación actual y aquella a la cual debes llegar. Santiago comparó la Palabra de Dios con un espejo (Santiago 1:22-25) en el que podemos mirarnos y vernos a nosotros mismos tal como somos. Es imposible exagerar cuán importante es esto. La cura efectiva siempre va precedida de un diagnóstico certero. Sólo sabes que una tabla es demasiado pequeña cuando puedes someterla a un instrumento de medición. Sólo sabes que la temperatura de tu casa es demasiado alta cuando tienes instalado un sistema de medición llamado termostato. La Biblia es el instrumento de medición definitivo de Dios. Su propósito es funcionar en cada una de nuestras vidas como una huincha de medir espiritual. Podemos ponernos a nosotros mismos y a nuestras relaciones junto a la Palabra de Dios y ver si cumplimos con su estándar. La Palabra de Dios es uno de los más placenteros regalos de la gracia, y de la misma manera son señales de la gracia divina los ojos que la ven con claridad y el corazón dispuesto a recibirla.

Es gracia entender que el pecado mora en nosotros

Una de las falacias más tentadoras para nosotros —y para cada ser humano en este mundo caído— es creer que nuestros más grandes problemas existen fuera de nosotros en vez de dentro de nosotros. A pesar de esto, la Biblia nos llama a confesar humildemente que el problema más grande, más profundo y más perdurable que cada uno de nosotros enfrenta está dentro de nosotros, no fuera. La Biblia llama a este problema “pecado”. Puesto que el pecado se centra en sí mismo y se sirve a sí mismo, es antisocial y destructivo para nuestras relaciones. Sabes que has recibido el regalo de la gracia cuando eres capaz de decir, “mis problemas relacionales más grandes se deben a lo que está dentro de mí y no a lo que está fuera”.

Es gracia tener una conciencia que funciona correctamente

Muchas relaciones avanzan en la dirección errada haciendo un viaje exclusivamente de ida —hasta que el corazón se endurece—. En los primeros días de la relación nos interesa ganarnos a la otra persona, ser amorosos, gentiles, serviciales, respetuosos, dadivosos, perdonadores y pacientes. Sin embargo, dentro de un corto plazo, bajamos la guardia. Ya no somos tan solícitos. El egoísmo reemplaza al servicio. Hacemos y decimos cosas que jamás hubiésemos imaginado al principio de la relación. Nos volvemos cada vez menos generosos, pacientes y perdonadores. Cuidamos más de nosotros mismos que de la otra persona.  Al principio, nuestra conciencia nos molesta, pero finalmente nuestro corazón se endurece y nuestra conciencia ya no nos incomoda. Es una capacidad retorcida que todos los pecadores tenemos: la capacidad de sentirnos cada vez más cómodos con cosas que deberían escandalizarnos, causarnos dolor y avergonzarnos. Es una señal de la gracia de Dios que nuestras conciencias sean sensibles y que nuestros corazones experimenten dolor centrándose no en los defectos del otro sino en lo que nosotros mismos hemos llegado a ser. Esta sensibilidad es la puerta de acceso a un cambio real y duradero.

Sólo la gracia nos protege de volvernos pretenciosos 

Esta es la otra cara de la moneda. Debemos entender la dinámica que opera de un modo tan sutil pero destructivo en nuestras relaciones. Puesto que todos sufrimos de algún grado de ceguera espiritual personal —y puesto que tendemos a ver las debilidades y fracasos del otro con mayor claridad—, empezamos a creer que somos más rectos que la otra persona. Cuando esto sucede, se nos hace difícil pensar que somos parte del problema, y esto dificulta aceptar las críticas y correcciones amorosas de la otra persona. Esto significa que no sólo la ceguera nos impide cambiar, sino también la forma en que medimos nuestra rectitud personal. Si estamos convencidos de que somos rectos, desecharemos todo cambio posible (y la ayuda que podría provocarlo). Cuando las dos personas involucradas en la relación creen que son rectas y que la otra persona no lo es, ambas se sienten más insatisfechas, impacientes y llenas de amargura. Mientras tanto, el estado de la relación empeora. No obstante, ¡hay esperanza! La gracia debilita las pretensiones de rectitud personal. La gracia abre nuestros ojos y ablanda nuestros corazones. Hace más profunda nuestra sensación de necesidad. Nos lleva a encarar nuestra pobreza y debilidad. Nos hace apresurarnos a buscar ayuda y nos da la bienvenida con los brazos abiertos. Cuando dejamos de discutir sobre quién actúa mejor y, en lugar de eso, lamentamos nuestros respectivos pecados, podemos saber que la gracia nos ha visitado y que producirá el cambio en nuestras vidas.  Confesar no debería ser esta cosa aterradora que intentamos evitar por todos los medios. El pecado, la debilidad y el fracaso no deberían ser ese permanente elefante en la habitación que todos sabemos que está pero no podemos (o no querremos) mencionar. Por el contrario, la confesión es un don maravilloso que toda relación necesita. Debería ser liberadora, no entendida como un momento de menoscabo personal y relacional. Nuestra confesión debería ser impulsada por un profundo aprecio y gratitud hacia Dios, quien ha hecho posible que seamos libres del temor a quedar expuestos. Debido a lo que Jesús ha hecho por nosotros, no tenemos que escondernos ni excusar nuestros errores. Hemos sido liberados de tener que actuar como si fuésemos perfectos. En lo más hondo de nuestros corazones sabemos que no lo somos. Podemos mirar a nuestros problemas a la cara con esperanza y valor porque Cristo ha hecho posible un cambio real, duradero y personal en nuestras relaciones.
Paul David Tripp. © 2011 Desiring God Foundation. Sitio web: desiringGod.org — Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda / Cristian Morán
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Una engañosa imitación del reino de Dios
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Una engañosa imitación del reino de Dios

Siempre fue uno de los momentos más impresionantes de la famosa película del agente secreto. Aunque los espectadores no lo sabían, uno de los agentes de Misión Imposible se había puesto una máscara de látex que tenía el propósito de hacerle lucir familiar e inofensivo para el enemigo. La máscara era tan flexible y real que parecía ser verdadera piel humana. En un momento crucial, este agente de gobierno se llevaría la mano a la cara, se arrancaría la “piel” del rostro y revelaría su verdadera identidad a los criminales internacionales que estaban por ser derrotados.

De niño amaba ver esos momentos. Soñaba con crecer y ser el agente tras la máscara de látex. Soñaba con mi reino de mentira. Como pecador, aún estoy buscando ser el rey de un reino falso. Verán, el problema de este pequeño reino (la civilización del yo) es que se disfraza y se pone la máscara del gran reino (el reino de Dios). Se pone la máscara de cosas que son rectas y buenas mientras captura el corazón para la gloria del yo. Las clases más peligrosas de egocentrismo son aquellas que toman la forma de cosas buenas del reino de Dios. El teólogo indio Vinoth Ramachandra lo describe de la siguiente manera: Las Buenas Nuevas son empaquetadas y promocionadas (usando, sin sentido crítico, todas las técnicas de publicidad modernas) como un producto religioso: ofrecen “paz mental”, “cómo llegar al cielo”, “salud y prosperidad”, “sanación interior”, “la respuesta a todos tus problemas”, etc. Lo que se promociona como “fe en Dios” a menudo resulta ser un medio para obtener seguridad emocional o bendición material en esta vida y una póliza de seguro para la próxima. Este tipo de predicación no toca el statu quo. No levanta preguntas fundamentales ni inquietantes acerca de las suposiciones sobre las cuales la gente construye su vida. No es una amenaza para los dioses falsos bajo cuyo control está hoy la creación de Dios; de hecho, en realidad reafirma el dominio que ejercen sobre sus adoradores. Este tipo de “evangelio” es escapista en su esencia; el descendiente directo de los pseudoevangelios de los falsos profetas del Antiguo Testamento. ¡Es simplemente una imagen religiosa de la cultura consumista secular en que los hombres y mujeres modernos viven! (Gods That Fail: Modern Idolatry & Christian Mission (Dioses que fallan: idolatría moderna y misión cristiana)). Existen muchas advertencias en la Biblia sobre el encubrimiento del reino del yo. Cristo nos advierte sobre esto en el Sermón del Monte: “Cuídense de los falsos profetas, que vienen a ustedes con vestidos de ovejas, pero por dentro son como lobos rapaces” (Mateo 7:15). Pablo escribe a los Corintios: “Porque los tales son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es de extrañar, pues aun Satanás se disfraza como ángel de luz. Por tanto, no es de sorprender que sus servidores también se disfracen como servidores de justicia, cuyo fin será conforme a sus obras” (2 Corintios 11:13-15). En Filipenses 1:15-16, ¡Pablo nos habla de personas que incluso predican el evangelio por motivos egoístas! En Gálatas, Pablo advierte sobre el falso evangelio que se disfraza de evangelio verdadero. Noten el fuerte lenguaje que utiliza: “Me maravillo de que tan pronto ustedes hayan abandonado a Aquel que los llamó por la gracia de Cristo para seguir un evangelio diferente, que en realidad no es otro evangelio, sino que hay algunos que los perturban a ustedes y quieren pervertir el evangelio de Cristo”. Después dice, en caso de que su advertencia no haya sido lo suficientemente fuerte, “pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, les anunciara otro evangelio contrario al que les hemos anunciado, sea anatema” (Gálatas 1:6-8). ¿Por qué Pablo está tan perturbado? Porque el reino del yo es más peligroso cuando se viste como el reino de Dios. Es muy posible que estés convencido de que llevas una vida motivada por las glorias extraordinarias del reino de Dios cuando la verdad es que estás viviendo para ti. ¡Ten cuidado! ¡Teme! El reino pequeño es un reino de mentira y es promocionado astutamente por un rey impostor: Satanás mismo. Con bastante regularidad, el pequeño reino usará las máscaras de la participación externa en la adoración, en la obediencia y en el ministerio. Se verá como si estuviera sirviendo al Rey de reyes y Señor de señores, mientras que, en realidad, se inclinará diariamente ante el reino del yo, guiado por los tesoros terrenales y las necesidades que provoca la ansiedad. Su adoración sólo puede ser la adoración del yo. Por ejemplo, ese pastor que se dice a sí mismo que está trabajando para construir el reino de Cristo, en realidad está motivado por el poder, el control y la aclamación del ser humano y, al no obtener estas cosas, se desanima y se enoja. La madre que se dice a sí misma que está representando a Dios en las vidas de sus hijos, pero que se irrita e impacienta frecuentemente, revela que el reino al que está sirviendo es el suyo y se enoja cuando sus hijos rompen las reglas de su reino y no las de Dios. El universitario convencido de tener un compromiso firme con el evangelismo, en realidad está comprometido con la gloria personal que le proporciona su conocimiento teológico. El niño que piensa que ahora tiene un corazón más obediente, en realidad sólo se ha hecho un pecador más astuto y sigiloso. El egoísmo es más peligroso cuando se pone una máscara de servicio. El egocentrismo es más poderoso cuando se disfraza de amor. Los tesoros del mundo son más seductores cuando toman la forma de una necesidad espiritual. Los ídolos hacen su trabajo más sucio cuando se ponen la máscara de Dios. Debido a que el pequeño reino es un reino falso, presenta un peligro cercano y actual para todos los que se han comprometido con el reino de Dios. Si examinas la iglesia de Jesucristo en la actualidad, la ubicación visible del gran reino, no te tomará mucho tiempo ver el fruto del reino pequeño. Permíteme darte un ejemplo trivial. Supongamos que me he comprometido a tener una dieta saludable; al menos externamente cumplo las reglas. Sin embargo, a modo de snack, estoy al mismo tiempo comiendo grandes cantidades de galletitas con chispas de chocolate. Con seguridad, habrá dos resultados de este patrón. En primer lugar, las galletitas comenzarán a desaparecer misteriosamente de su caja. En segundo lugar, comenzaré a engordar en vez de perder peso. Ahora, es bastante obvio que ninguno de los resultados será el fruto de una dieta saludable, lo que muestra el hecho de que lo que se enmascaró como dieta no es una dieta en lo absoluto, sino que una forma aun más engañosa de comer excesivamente. La capacidad que el reino del yo tiene para disfrazarse es una razón más por la que cada uno de nosotros necesita más que la limitación de la ley. Necesitamos el rescate diario de la gracia transformadora de Jesucristo. Verán, nuestro problema es más profundo que nuestro comportamiento. La razón por la que el reino impostor nos engaña tan fácilmente es que la idolatría del yo todavía vive dentro de cada uno de nuestros corazones. Por lo tanto, todos los días, necesitamos la gracia para que nuestros ojos se abran al engaño del reino pequeño y para que nuestros corazones maduren en su amor por el gran reino. Afortunadamente, esta gracia es nuestra debido a la cruz de Jesucristo.
Paul David Tripp. © 2010 Desiring God Foundation. Sitio web: desiringGod.org — Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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Cambiemos nuestra forma de orar
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Cambiemos nuestra forma de orar

En cierto momento de nuestras vidas, tuvimos que memorizar el Padre Nuestro, pero solo en caso de que necesites recordarlo, te comparto la primera mitad: «Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo» (Mt 6:9-10).

Estas palabras son históricas para la iglesia; sin embargo, me temo que, con el tiempo, se hayan convertido en palabras cliché para la fe cristiana. En este caso, creo que hemos memorizado uno de los mandatos más importantes de Dios sin entender realmente lo que Él nos está diciendo que hagamos.

Recuerda que, antes de darles esta oración, Jesús les dijo a sus discípulos, «Ustedes, pues, oren de esta manera». Por lo tanto, ¿qué nos está diciendo Jesús que hagamos? Cambien la forma en que oran y oren para que Dios se glorifique a sí mismo.

Sé —y sé que no soy solo yo— que gran parte de mi oración no tiene nada que ver con la gloria de Dios. Lamentablemente, la mayoría de nuestras oraciones se centran en pedirle a Dios que respalde nuestra búsqueda de glorias pequeñas centradas en nosotros mismos. Sin embargo, lo decimos de tal forma que no suene tan egoísta:

  • «Dios, dame sabiduría en el trabajo... (para ganar más dinero y así tener más poder)».
  • «Dios, alivia mis problemas financieros... (para tener más dinero y así gastar en los placeres y posesiones que me van a hacer feliz)».
  • «Dios, ayuda a mi hijo a ser más respetuoso... (para que mis tardes sean más tranquilas y así pueda hacer las cosas que quiero terminar)».
  • «Dios, obra en el corazón de mi esposo... (para que finalmente pueda tener el matrimonio de mis sueños)».
  • “Dios, haz que tenga una mejor relación con mi vecino... (para que nos llevemos tan bien que mantenga a su perro lejos de mi jardín)».
  • “Dios, por favor, sana mi cuerpo... (para que pueda hacer las cosas que quiero hacer físicamente)».

Necesitamos cambiar nuestra forma de orar: lo primero que debemos hacer es pedirle a Dios que se glorifique a sí mismo en nosotros o que lo amemos más que cualquier cosa. No obstante, ¿no parece egoísta y narcisista por parte de Dios? Pensaba que Él era generoso, desinteresado y que amaba mucho al mundo. Estas son muy buenas preguntas que merecen ser respondidas.

En primer lugar, no evalúes el carácter de Dios como si fuera un ser humano. Dios no es un hombre y no puede ser juzgado con los mismos estándares que Él estableció para los seres humanos. Para un humano, estar obsesionado con su propia gloria sería tener un espíritu de orgullo y vanagloria horrible. No obstante, no es así con Dios. Dios es un ser de otro tipo, en una posición sin precedente en el universo.

En segundo lugar, si Dios tuviese que negar su propia gloria, dejaría de ser Dios. Para ser Dios, debe estar por sobre y más allá de toda cosa creada. La voluntad de someterse Él mismo a cualquier otra cosa que no sea Él le haría dejar de ser Señor sobre todo.

En tercer lugar, el fervor de Dios por sí mismo es la esperanza del universo. Si Dios abandonara su gloria (y por lo tanto, sus gloriosos propósitos), todas sus promesas tendrían menos valor que el papel en el que se imprimieron, y las esperanzas de salvación para cada pecador estarían arruinadas.

Por último, al llamarnos a orar para que Dios se glorifique a sí mismo, Jesús nos libra de nuestra adicción autodestructiva a gloriarnos en nosotros mismos y del interminable catálogo de glorias falsas que vienen con ello. El compromiso sólido de Dios con su propia gloria es la cosa más amorosa que Él puede hacer por nosotros. Es lo que nos redime de nosotros mismos y lo que nos libera de nuestra esclavitud a todas las cosas de nuestra vida que pensamos erradamente que nos darán vida, pero que, en realidad, llevan solo al vacío y a una muerte eterna.

¡Espero que esto te ayude a cambiar la forma en que oras!

Dios te bendiga. 

Preguntas de reflexión

  1. ¿Cuán centradas están tus oraciones en buscar tu propia gloria? Revisa tus últimas peticiones de oración.
  2. ¿Cómo podemos orar para que Dios sea glorificado aquí y ahora? Plantea tres cosas específicas por las que puedes orar esta semana.
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El gran valor de la paternidad en lo cotidiano
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El gran valor de la paternidad en lo cotidiano

Era una fría noche de martes. Estuve todo el día aconsejando pacientes; en la tarde tuve que dar una clase de tres horas en el seminario. No es necesario decir que estaba física, mental y espiritualmente agotado. Mientras conducía de vuelta a casa cerca de las 10:00 p.m., mi corazón se centraba en una sola cosa: relajarme. Después de todo, ¿acaso no tenía el derecho a eso? Pensaba que si había estado todo el día sirviendo fielmente al Señor y a las personas, entonces, por supuesto que Dios estaría de acuerdo con que tenía el derecho de desconectarme. Comencé a visualizar, con ilusión, el perfecto final para un día agotador: por alguna inexplicable razón, en esta visión toda mi familia se había ido a dormir a las nueve en punto. La casa estaba en completo silencio, la sala de estar estaba vacía, y el televisor, libre. Me servía un vaso de Coca-Cola light muy fría y dejaba el gran y santo peso que Dios me había llamado a llevar de aconsejar y enseñar teología. (Por si aún no te has dado cuenta, ¡me dirigía a mi casa con una actitud egoísta y egocéntrica!).

HABÍA ALGUIEN DESPIERTO

No pasó mucho tiempo para que mi ilusión se desvaneciera. Abrí la puerta silenciosamente y por un momento mi corazón tuvo esperanza (¡las luces estaban apagadas!). Sin embargo, no había puesto ni un pie en la entrada cuando escuché una voz enojada: era Ethan, mi hijo adolescente. Voy a admitirlo, porque como padres, a todos nos ha pasado: todo se había arruinado para mí. Quería fingir que no lo había escuchado; quería irme y cerrar la puerta tras de mí y dormir en el auto. Esa noche no quería hacer nada que tuviese que ver con mi llamado como padre. No podía escapar; sin embargo, aunque físicamente estaba ahí, luchaba con involucrarme espiritualmente en esto. Quise decirle a Ethan, “¿acaso no sabes el día que he tenido? ¿No sabes cuán cansado estoy después de servir a Dios todo el día? Lo que menos necesito en este momento es lidiar con tus problemas de adolescente. Simplemente, déjame solo”. Todos estos pensamientos se propagaron en mi corazón, pero no dije ni una sola palabra. Sólo escuché a Ethan desahogarse con sus “problemas de adolescente”.

CONVERSACIONES COMUNES Y CORRIENTES

Lo que sucedía era que Ethan estaba enojado con su hermano mayor. Se quejaba bastante del hecho de que Dios dispuso que fuera el segundo hijo, ya que el mayor parecía “desperdiciar su vida”. El asunto que inició esa pelea entre hermanos era insignificante; me vi tentado a decirle que simplemente tenía que vivir con eso. Después de todo, ¿no sabía todos los “grandes problemas” con los que había tenido que lidiar ese día en consejería? Sin embargo, en ese momento, algo diferente cautivó mi espíritu: esta era una conversación común y corriente, cargada de oportunidades celestiales. Era una situación normal dentro de la crianza, que ocurre innumerables veces cada día, pero dispuesta por un Dios amoroso y soberano, en la que el corazón de mi hijo adolescente estaba siendo expuesto. Esta era más que otra conversación común y corriente entre Ethan y papá. Esta era una conversación sobre Dios, una conversación dinámica y única sobre redención en donde Dios estaba continuando la obra de rescate que había comenzado en mi hijo hace algunos años. La única pregunta en esta situación cotidiana era si yo seguiría el plan de Dios o el mío. ¿Le creería al evangelio en ese momento, confiando en que Dios me daría lo que necesitaba para hacer lo que me estaba llamando a hacer en la vida de mi hijo? ¿O creería las mentiras del reino del yo, aceptando que estaba agotado y tenía el derecho a dejar mis obligaciones de padre por esa noche y hacer que mi vida girara en torno a mí?

OPORTUNIDAD EXTRAORDINARIA

Le pedí a Ethan que se sentara en la mesa del comedor y me dijera qué estaba pasando. Él estaba herido y enojado; estaba exponiéndome su corazón sin saber. Conversamos detalladamente sobre su enojo y después de un rato él ya estaba listo para escuchar. Un desacuerdo insignificante con su hermano abrió la puerta para conversar cosas que estaban lejos de ser insignificantes. La gracia de Dios me dio la fuerza y la paciencia que necesitaba; llenó mi boca con las palabras correctas. Ethan se vio a sí mismo de una forma distinta esa noche y confesó cosas que nunca antes había reconocido. Se acercaba la medianoche cuando le di las buenas noches a Ethan y, aunque mi cuerpo estaba agotado, ¡mi alma estaba llena de energía! ¿Por qué? Porque lo que al principio parecía ser una conversación normal e irritante sobre una pelea insignificante entre hermanos había sido de hecho una oportunidad maravillosa para pastorear a mi hijo; una oportunidad dispuesta por un Dios de amor.

TU LLAMADO A LA CRIANZA

Decidí escribir sobre esta situación porque fue una de esas conversaciones comunes y corrientes que no sólo se dan diariamente, sino que muchas veces al día. Cada una de esas conversaciones está cargada de oportunidades y deben verse como algo más que problemas que se interponen en el camino de tu vida placentera. Estas son las conversaciones para las que Dios diseñó a los padres. Eres un agente de Dios que está alerta. Has recibido un llamado increíble, ¡mucho más importante que el trabajo que haces de 9:00 a.m. a 5:00 p.m. o de 8:00 a.m. a 10:00 p.m.! Eres un instrumento de Dios para ayudar y preparar a tus hijos a medida que maduran para salir de casa hacia el mundo de Dios. Estas 10.000 conversaciones comunes y corrientes le dan valor a tu vida. Es ahí donde harás una contribución que valdrá infinitamente más que cualquier carrera o logro financiero. Dios te dará todo lo que necesitas para cada una de esas conversaciones.
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita www.paultripp.com. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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Involúcrate en tu vecindario
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Involúcrate en tu vecindario

Durante este tiempo he estado escribiendo sobre lo que significa vivir como luz en medio de nuestros vecindarios. Les he compartido mi preocupación sobre nuestra comodidad al no salir lo suficiente de nuestro “gueto cristiano” e incluso cuando lo hacemos, fallamos en ver a la gente como personas. Hoy quisiera compartirles lo siguiente: somos llamados a encarnar el amor de Jesucristo a medida que nos involucramos en la vida de nuestros vecinos. Encarnar significa personificar o representar en forma humana —eso es lo que Jesús hizo cuando vino a la tierra y se hizo hombre—. Sin embargo, también es lo que estamos llamados a hacer hoy, ahora que Jesús no está físicamente presente. En otras palabras, tú y yo fuimos creados para vivir como embajadores visibles de un Rey invisible. Sin embargo, ¡el plan completo se viene abajo si somos invisibles en nuestro vecindario! El primer paso es involucrarse; estas son algunas ideas:
  1. Únete a una agrupación: ya sea la asociación de propietarios, tu junta de vecinos o una asociación comercial local, éstas son oportunidades habituales para tener contacto con personas de tu vecindario. No olvides que te estás involucrando por las personas, ¡más que en el negocio!
  2. Usa a tus hijos: tus hijos presentan oportunidades maravillosas para tener contacto con tus vecinos. Ya sea en un equipo pequeño de baby fútbol, una muestra de arte en el colegio o uno de los muchos eventos en los que participan, vas a encontrarte con tus vecinos todo el tiempo si es que tú y ellos tienen hijos. ¿Estás aprovechando estas oportunidades?
  3. Abre las puertas de tu casa: tu hogar es un recurso espectacular para tu ministerio. Invita a tus vecinos a una comida al aire libre durante el verano. Organiza una junta para ver algún partido con ellos. Cómprales a tus hijos la última consola de videojuegos, deja que inviten a sus amigos siempre e invita a sus padres a comer cuando vayan a dejar a sus hijos a tu casa. Haz que tu hogar sea la casa más hospitalaria de tu vecindario.
  4. Sirve a otros: si tienes un vecino que sea adulto mayor, pregúntale si tu familia puede cuidar su jardín cada mes. Toma una hora extra el sábado para cortar el pasto de tus vecinos también. Hornea galletas o queque y regálalo inesperadamente. ¡Confunde a tus vecinos con mucha generosidad y amor!
Hay muchas otras oportunidades únicas para la situación en la que estás; tan sólo debes pedirle a Dios que abra tu corazón y tus ojos. Este es el punto: puedes ser parte de la agenda de amor de Dios. A medida que llenas a tus vecinos con amor y compasión, ellos comenzarán a preguntarse: “¿por qué esta persona me ama de esa manera?” Entonces, puedes hablarles sobre la preciosa historia de Jesús. Dios te bendiga

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

  1. Identifica al menos dos personas o familias en tu vecindario que están sufriendo. ¿Cómo se duele Jesús junto con ellos?
  2. Con tu familia, o tú solo, concibe una estrategia para amar a esas personas o familias en la vida real. Sé específico cuando planees alguna actividad o formas de servirles.
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita  su sitio web. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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No olvidemos que las personas son personas
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No olvidemos que las personas son personas

Hace poco escribí sobre el gueto cristiano, sobre cómo me preocupaba que gran parte de nuestro tiempo lo pasamos dentro de los seguros límites del ministerio cristiano y de nuestras amistades. Si es que llegásemos a poner un pie en el mundo, ¿cómo podemos esperar ser luces de él? (Mt 5:14).

Por lo tanto, en las próximas semanas, te daré algunas estrategias prácticas para vivir como luz en medio de tu vecindario. La primera parece ser simple, pero ¡me he dado cuenta que la complico todo el tiempo! Si quieres ser luz en tu vecindario, tienes que ver a las personas como lo que son: personas.

Después del atentado del 11 de septiembre, tuve una conversación desgarradora con el gerente de un restaurante de una de las torres. “No puedo superar el dolor que me provoca saber que nunca vi a esa gente como personas. Ellos eran mis meseros, mis chefs, mis ayudantes de mozos, mis anfitriones y mis planificadores de eventos, pero no eran personas para mí”, me dijo.

“He asistido a funeral tras funeral de mis empleados. Me he sentado con sus padres, con sus cónyuges y con sus hijos. He escuchado sus historias y ahora estas personas son realmente personas para mí; sin embargo, ya no están”, me decía llorando.

Mientras lo escuchaba, me sentía tan culpable, porque hago lo mismo casi todos los días. Interactúo con mucha gente, pero no las veo como personas. Ella es una cajera; él es el estacionador de autos; ella es la señora de la tintorería; él es el vendedor de la ferretería.

En muchas ocasiones, olvido que ellos son personas reales. A mis ojos, sólo existen para llevar a cabo una tarea. Sin embargo, a los ojos de Dios, ellos tienen una historia, con dolor en su pasado; tienen un corazón con el deseo de ser amados; tienen miedos y preocupaciones; viven con esperanzas y sueños.

Si quieres vivir como luz en tu mundo, pídele a Dios que te dé los ojos, los oídos y el corazón para ver a la gente como personas. Luego trátalas como personas; hazles preguntas, y quédate lo suficiente para escuchar: “¿cómo estás hoy?” o “¿cómo te sientes?” o “¿cómo ha estado tu semana?” Quizás puedes ser lo suficientemente valiente para preguntar, “¿cómo puedo estar orando por ti?”.

Un día salí con un amigo a cenar y él le dijo al mesero, “nos gustaría orar antes de comer, ¿cómo podríamos orar por ti?” Lo encontramos desprevenido y balbuceó antes de irse, “no creo que necesite oración”. Sin embargo, volvió cinco minutos después y dijo, “hace poco me enteré que mi novia está embarazada y me aterra ser papá, ¿podrían orar por mí?”.

¡Qué oportunidad tan maravillosa de ser luz en el mundo de este hombre! ¿Y cómo comenzó todo? Porque mi amigo vio al mesero como persona —y no sólo como mesero— y luego lo trató como tal.

¿Qué hay de ti? En los lugares que frecuentas ve a la gente como personas, trátalas como personas y sé luz en la relación que se desarrolle.

Dios te bendiga

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

  1. Piensa en al menos dos personas de tu vecindario con las que interactúas regularmente. ¿De qué maneras has descuidado verlas y tratarlas como personas?
  2. ¿Cuáles son algunas preguntas específicas que puedes hacer para que se sientan amados y cuidados?
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El gueto cristiano
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El gueto cristiano

La Biblia está llena de mandamientos desconcertantes y afirmaciones perturbadoras. En otras palabras, muchas de las directrices de la Escritura están hechas para alterar nuestros reinos claustrofóbicos y ensimismados y movernos hacia Cristo y su gran Reino. Para mí, una de las afirmaciones más desconcertantes que hace Cristo se encuentra en el Sermón del Monte. Él les dice a quienes lo estaban escuchando, y a nosotros que podemos leerlo en este tiempo, “Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse” (Mt 5:14). ¿Por qué me perturba tanto esta afirmación? Porque en otro pasaje, Jesús declara, “...yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8:12). Por lógica, esto debería hacernos sentir incómodos: Jesús nos está dando su nombre (la luz del mundo) a ti y a mí. El plan divino de Dios es hacer que la luz de su Hijo sea visible para otros al enviarnos a nosotros al oscuro y perdido mundo para vivir como luz. Mateo 5:14 no es un mandato sólo para los pastores o los misioneros a tiempo completo. La realidad es que este mandamiento es para todo aquel que dice ser un seguidor de Jesús. Hemos sido llamados a ser luz en este mundo, mostrando a la luz del mundo. Sin embargo, existe un problema: muchos cristianos viven atrapados dentro de un gueto cristiano. Si analizas una semana normal para ti, ¿cuánto de tu tiempo es consumido por las actividades agendadas por tu iglesia local? ¿Cuántas horas pasas participando en servicios dominicales, grupos pequeños, ministerios de hombres y mujeres, ministerios de jóvenes, ministerios de niños, etc.? ¿Qué pasa con tus amigos? Fuera de los ministerios programados, ¿cuántas horas pasas con otros cristianos en contextos sociales? ¿Es más natural para ti acercarte a un cristiano o a un no cristiano? Permíteme hacer un alto: el propósito de este artículo no es desalentar tu participación en ministerios ni disuadirte de pasar tiempo con otros creyentes; ¡¡¡en absoluto!!! Sin embargo, quiero animarte a que te dejes desconcertar y perturbar por las enseñanzas de Jesús. Muchos de nosotros no hemos tomado Mateo 5:14 realmente en serio. No nos hemos armado un estilo de vida en donde tengamos oportunidades naturales de ser luz en un lugar oscuro. Simplemente estamos atrapados en un gueto cristiano. Hablaré más sobre este tema en las semanas que vienen, pero quiero dejarte con la paráfrasis que hice de Mateo 5:14: “tú eres la luz de tu vecindario. Eres la luz de tu oficina. Eres la luz de tu escuela. Eres la luz de tu gimnasio. Eres la luz de tu organización”. ¿Te estás esforzando para brillar? Cuando salgas de la zona segura de tu gueto cristiano, ¡Jesús irá a tu encuentro y te dará todo lo que necesitas para ser una luz brillante! Dios te bendiga Paul Tripp

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

  1. ¿Qué porcentaje de tu tiempo semanal inviertes dentro de los límites del gueto cristiano?
  2. Sin querer restarle importancia al cuerpo de Cristo, ¿cómo puedes cambiar tu agenda y ser una luz más visible? Propón 2 o 3 cambios prácticos a implementar esta semana.
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No sé para qué me doy la molestia…
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No sé para qué me doy la molestia…

¿Alguna vez has estado tan frustrado, tan enojado, tan herido, tan deprimido o tan exhausto que simplemente levantas los hombros y dices, “¿para qué me doy molestia?”?

A continuación, les comparto un par de situaciones que han provocado esta emoción dentro de mí:

  • Líderes políticos y empresariales corruptos que abusan de su poder para obtener beneficios personales.
  • Hostilidad de un vecino hacia mi familia pese a nuestros intentos de colmarlo de gestos amables y hospitalarios.
  • Tendencias inmorales y pervertidas de nuestra cultura que son celebradas y promovidas.
  • Enfermedades incurables y discapacidades muy graves que hacen que la vida sea muy dura.
  • Estadísticas de violencia, crimen y abuso a nivel general y nuestra aparente incapacidad de detenerlas.
  • Terrorismo y guerra entre naciones y grupos religiosos que destruyen países.
  • Vulnerabilidad personal a ciertos pecados que provocan que tropiece conregularidad.

En medio de mi frustración, dolor y tristeza, he tenido el siguiente pensamiento más veces de las que quisiera admitir: “¿por qué debo darme la molestia de buscar justicia? Tal vez sólo debo darme por vencido con buscar el camino de Dios y buscar tanto placer como pueda en este momento”.

Si tienes pensamientos similares, pues déjame decirte que no somos los únicos. El salmista Asaf escribió este famoso Salmo, “sentí envidia de los arrogantes, al ver la prosperidad de esos malvados… Ciertamente en vano he guardado puro mi corazón y lavado mis manos en inocencia” (Salmo 73:3, 13).

Asaf está peleando con el Señor, pues se queja diciendo, “obedezco tus mandamientos, ¿y ésta es la recompensa que obtengo? Otros ignoran tu existencia y son prósperos, y cuando yo sigo tu Palabra, obtengo nada, sólo sufrimiento y problemas”.

No sé tú, pero yo he estado en el lugar de Asaf antes. Es por eso que amo la honestidad que la Palabra de Dios contiene –específicamente en los Salmos— porque nos permite ser honestos sobre nuestras vivencias en la vida real.

No obstante, la Escritura no sólo nos permite ser honestos sobre nuestros dilemas, también provee soluciones esperanzadoras y útiles. Un par de versos más adelante, Asaf responde a su propia queja: “¿a quién tengo en el cielo sino a ti? Si estoy contigo, ya nada quiero en la tierra. Podrán desfallecer mi cuerpo y mi espíritu, pero Dios fortalece mi corazón; él es mi herencia eterna” (vv.25-26).

¿Por qué debemos darnos la molestia de buscar justicia cuando vemos que otros no parecen tener un buen pasar? Porque Dios nos ha recibido en su reino eterno de vida.

¿Por qué debemos buscar el camino de Dios cuando otros parecen estar en uno más próspero? Porque no hay prosperidad creada en la tierra que pueda compararse con una relación íntima con el Creador.

¿Por qué debemos obedecer la Palabra de Dios incluso cuando la vida no tiene sentido? Porque el Autor de la Palabra tiene un plan perfecto que se cumplirá siempre.

Como Asaf, nuestros ojos débiles por el pecado no verán bien siempre; nuestras mentes finitas no siempre comprenderán; nuestros corazones volubles no van a confiar siempre; nuestras almas tímidas no siempre tendrán fe; sin embargo, Dios está dispuesto a darse la molestia de trabajar con nuestro temor, nuestra duda y nuestra confusión.

Por encima de todo, Cristo estuvo reticente a decir, “¿por qué debo darme la molestia de salvarlos de su pecado?”. Él vivió la molestia más grande de todas para salvarnos de nosotros mismos.

¡Ésa es una razón para continuar!

Dios los bendiga.

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

  1. ¿Qué cosas estás viviendo ahora que hace que consideres abandonar el camino de Dios?
  2. ¿Qué verdades específicas te dan razones para continuar a medida que enfrentas desilusiones y dificultades en la vida?
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita  su sitio web. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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Esperar vale la pena
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Esperar vale la pena

¿Cuándo fue la última vez que quisiste darte por vencido en medio de una situación difícil? Hace poco, les compartí sobre cómo nos sentimos abrumados incluso antes de comenzar una tarea desafiante. Cuando sentimos el llamado de Dios, es típico medir cuán grande es la tarea que viene por delante y también nuestro historial previo. Sin embargo, muchas veces olvidamos que Dios nos acompañará en cualquier situación que él nos permita vivir, por lo que medimos erróneamente nuestro potencial completo. Sin embargo, ¿qué pasa cuando ya dimos el primer paso? ¿Por qué perdemos la esperanza tan fácilmente frente a los obstáculos y la oposición? Es un principio parecido al de medir nuestro potencial: nuestra motivación para continuar es tan fuerte como el lugar en el que hemos puesto nuestra esperanza. Es probable que hayamos intentado involuntariamente construir la razón para continuar  en la superficie arenosa y cambiante de las cosas imperfectas y transitorias que nunca tuvieron el objetivo de ser el fundamento de nuestro significado, propósito y sentido interior de bienestar. En otras palabras, nos desesperanzamos porque arraigamos nuestra esperanza en las cosas incorrectas. ¿Lo has hecho? ¡Pues yo sí! Ningún ser humano es capaz de cargar tu esperanza; a este lado del cielo, todos somos débiles e imperfectos. No hay circunstancia que pueda cargar tu esperanza; cada situación en la que estás ha sido alcanzada por el quebranto de la caía y no está bajo tu control. Los maravillosos placeres físicos y las posesiones no te darán una esperanza perdurable; porque todo su disfrute es momentáneo, llenan los sentidos pero no satisfacen el corazón. Cuando buscas horizontalmente la razón para continuar, inevitablemente, terminarás perdiendo la esperanza. Precisamente, es por este motivo que no existe mejor consejo que el que se encuentra en el Salmo 27:14, “Espera al Señor; esfuérzate y aliéntese tu corazón. Sí, espera al Señor”. Existe un sólo lugar donde puedes encontrar esperanza estable y confiable. Existe un sólo lugar de descanso para tu corazón y de garantía para tu alma. Sólo hay un lugar confiable donde puedes encontrar la razón para levantarte en la mañana y continuar. Existe sólo una fuente de motivación que es lo suficientemente fuerte para soportar las tormentas de la vida en un mundo caído. Cuando tu esperanza está en el Señor, cuando tu sentido interior de bienestar y seguridad está en él y cuando él es la razón por la que continúas aún cuando las cosas son difíciles, entonces estás construyendo tu vida sobre algo confiable y seguro. Cuando estás esperando en el Señor, has puesto tu confianza en aquel que es la fuente definitiva de todo lo que es sabio, bueno y verdadero. Cuando esperas en el Señor, estás poniendo tu confianza en las manos de aquel cuyo poder es inmensurable. Cuando esperas en el Señor, tu consuelo viene de aquel cuyo amor es ilimitado. Cuando esperas en el Señor, puedes tener certeza de que en la realidad es él quien gobierna sobre todas las cosas. Cuando esperas en el Señor, puedes vivir con confianza porque sabes que cada una de sus promesas es verdadera. Cuando esperas en el Señor, puedes tener esperanza incluso en la debilidad porque sabes que su gracia es suficiente. “Sí, espera en el Señor”, ¡No podría decirlo mejor! Dios los bendiga.

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

  1. ¿Cuándo fue la última vez que sentiste que querías darte por vencido en medio de una situación difícil?
  2. ¿Te sientes abrumado y desanimado porque tu esperanza está puesta en relaciones imperfectas, en las circunstancias o en las cosas materiales?
  3. ¿Cómo cambiaría tu día a día si estuvieras esperando activamente en el Señor? Piensa en, al menos, dos ejemplos específicos.
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita  su sitio web. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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Tres características de una creciente y saludable amistad
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Tres características de una creciente y saludable amistad

¿Cuándo fue la última vez que un buen amigo te decepcionó? ¿Cuándo fue la última vez que te sentiste incomprendido o completamente ignorado? ¿Cuándo fue la última vez que luchaste por resolver un conflicto y simplemente acordaron estar en desacuerdo? ¿Cuándo fue la última vez que te sentiste traicionado o incluso usado? ¿Cuándo fue la última vez que cuestionaste si valía la pena seguir cultivando cierta amistad? «La semana pasada», «ayer» o incluso, quizás, «¡hace una hora!» son posibles respuestas a cualquiera de estas preguntas.

La realidad de la amistad

Sin importar por cuánto tiempo lleven siendo amigos e independientemente del tiempo que hayan pasado juntos, tus amistades jamás podrán escapar de la decepción que causa el poder del egocentrismo y los efectos dañinos del pecado. Te seré honesto: esta realidad a veces me hace querer encontrar una isla para habitarla solo, ¡libre del riesgo y del dolor que provocan las amistades! Sin embargo, el diseño de Dios es que vivamos en comunidad (Gn 2:18). Su mandamiento y oración es que busquemos amistades y estemos unidos unos con otros (Ef 4 y Jn 17:20-26). Vivir en aislamiento no sólo es un rechazo al hecho de que nuestras vidas le pertenecen a Dios, sino que también es una negación de nuestra composición fundamental como seres humanos. Por esta razón, debemos continuar nuestra búsqueda de iniciar amistades con otros, pero no de mala gana ni con miedo. Al contrario, busquemos la amistad con alegría porque la Escritura nos ofrece ayuda práctica, la gracia divina está disponible para nuestras luchas específicas y ¡experimentamos hermosas bendiciones cuando se alcanza la amistad bíblica!

Tres características

Existen muchos pasajes en la Biblia que ofrecen ayuda práctica para las amistades, pero uno de mis favoritos es Efesios 4:1-7:
Por eso yo, que estoy preso por la causa del Señor, les ruego que vivan de una manera digna del llamamiento que han recibido, siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor. Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola esperanza; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos. Pero a cada uno de nosotros se nos ha dado gracia en la medida en que Cristo ha repartido los dones (NVI).
En este pasaje, encontramos tres características de una amistad saludable y creciente:
1. Esfuerzo
Me gusta cómo comienza el versículo tres: «esfuércense». El apóstol Pablo nos dice que las amistades no son algo que debamos dar por hecho, pues son regalos que deben ser tratados con mucho cuidado. A la vez, Pablo no ignora el duro trabajo que requieren las relaciones. Él sabe que las relaciones, incluso entre personas que tienen el Espíritu, no serán fáciles. (Recuerda que aunque el poder del pecado ha sido destruido, su presencia aún persiste en el cuerpo de Cristo). Al considerar ambos factores, debemos hacer lo posible para esforzarnos con el fin de desarrollar y cultivar nuestras amistades. Estoy profundamente convencido de que el descuido es la razón número uno por la que las amistades fallan. Sin duda, podríamos experimentar una gran traición o un gran dolor, pero la mayoría de las veces, las amistades se deterioran debido al goteo constante del pecado; fuga que nadie se molesta en reparar y arreglar. ¿Estás haciendo todo lo posible para hacer crecer tus amistades? ¿O estás esperando que crezcan por sí mismas? Esfuérzate y envía un animante correo electrónico o mensaje de texto. Llama a un amigo en sus horas de almuerzo en vez de estar mirando Facebook. Levántate temprano, acuéstate tarde o deja de lado tus pasatiempos por una hora, para así tener más tiempo en el día para dedicarlo a un amigo. Me temo que muchos de nosotros –el autor de este artículo incluido– somos demasiado despreocupados y egocéntricos como para invertir tiempo en las relaciones importantes que Dios ha puesto en nuestras vidas.
2. Menos expectativas
Debido a la naturaleza del pecado, cada uno de nosotros comienza una relación de amistad con una agenda egoísta. «¿Qué puede puede hacer esta persona por mí?» es la pregunta estándar del corazón humano. No obstante, por la gracia de Dios, podemos bajar esas expectativas y preguntarnos, «¿cómo puede usarme Dios para amar a este amigo?». Efesios 4:2 nos entrega una lista de cuatro cualidades de carácter que deben definir nuestras vidas: humildad, amabilidad, paciencia y tolerancia. Cada una de ellas creará un ambiente de gracia que transformará nuestras amistades. Normalmente, las relaciones son gobernadas por una estructura: ley, ofensa y castigo. Tenemos una lista de reglas a las que otros deben sujetarse; luego, los observamos para asegurarme de que las sigan; si no lo hacen, sentimos que tenemos la excusa para impartir justicia con algún tipo de castigo. Esta es una contradicción evidente del Evangelio e impide que la gloria y el valor de la gracia de Dios se muestre por sí sola. ¿De qué manera esperas que tus amigos te sirvan? ¿Cómo los «castigas» cuando no cumplen tus expectativas? ¡No es de extrañar que nos sea difícil tener amigos! No obstante, si nosotros, por gracia, comenzamos a eliminar las expectativas egoístas con las que nos acercamos al principio en nuestras amistades, seremos liberados para amar y servir con humildad, amabilidad y paciencia. Incluso si es que estamos siendo provocados (paciencia).
3. Celebrar la diversidad
La Biblia celebra y defiende la diversidad en el cuerpo de Cristo (Apocalipsis 7:9). Debemos buscar la unidad; no la uniformidad. Esto quiere decir que debemos tener amigos cristianos que no tengan el mismo color de piel que nosotros, el mismo estatus económico ni las mismas preferencias culturales. En el contexto del pasaje de Efesios 4, sin embargo, Pablo está escribiendo más sobre las diferencias espirituales. Tenemos diversos dones, servimos en un abanico de funciones y estamos en diferentes niveles de madurez (vv. 3-7). Fue Dios quien repartió soberanamente estas diferencias. Sin embargo, ¿cuántas veces vemos la diversidad como un obstáculo? ¿Con qué frecuencia te frustras y te molestas por las diferentes fortalezas y debilidades que tienen tus amigos? Debido a que llegamos a las relaciones de amistad con agendas egoístas, queremos que nuestros amigos encajen en nuestro molde. ¿Por qué no tomamos la agenda de Dios para guiar nuestras amistades? Es decir, nos gozamos al saber que Dios elige rodearnos con personas que son diferentes a nosotros porque de esa manera Él promoverá su propósito. Debido a que nuestras amistades están fundadas en la Trinidad, no tenemos que ser iguales. Hay un sólo Dios, pero en tres personas. Dios usa nuestra diversidad para llevar a cabo su propósito: nuestro crecimiento en gracia. La diversidad no es un obstáculo; más bien, es un medio importante para llevar a cabo este propósito.

La visión de la amistad

Si tuviera que resumir Efesios 4, esto sería lo que diría: las mayores alegrías de la amistad crecen en la tierra de las dificultades más profundas. Las dificultades no son obstáculos, sino que son instrumentos en las manos de Dios. Cada una es una oportunidad para que ustedes mismos experimenten la gracia de Dios, y así puedan darla a otras personas. Cada día, en tus amistades, o te estás centrando en tu agenda egoísta o en la de Dios. Aprovecha la gracia, sigue a Dios y ¡verás las amistades sanas y fuertes que nacen al hacerlo!
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Usado con permiso.
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Un horrible y hermoso viernes
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Un horrible y hermoso viernes

En el centro de la cosmovisión bíblica se encuentra esta radical concepción: lo más horrible que jamás pudo pasar fue que lo más hermoso que jamás pudo suceder.

Mientras reflexionamos sobre el Viernes Santo, centramos nuestra sombría atención en la sangrienta cruz del Señor Jesucristo. ¿Podría haber pasado algo más terrible que esto? ¿Existe alguna otra injusticia más grande? ¿Existe otra pérdida más dolorosa que ésta? ¿Existe algún otro sufrimiento que sea peor que éste?

El único hombre que vivió una vida perfecta en todas las formas posibles, que dio su vida en sacrificio por muchos y que voluntariamente sufrió el nacimiento y la muerte en fidelidad a su llamado, fue cruel y públicamente asesinado de la forma más violenta. ¿Cómo pudo pasar que el Hijo del Hombre muriera? ¿Cómo pudo ser que los hombres capturaran y torturaran al Mesías? ¿Acaso esto no fue el fin de todo lo bueno, lo verdadero y lo hermoso? Si esto pudo pasar, ¿hay alguna esperanza para el mundo? Bien, sabemos el fin de la historia, la respuesta es «sí, ¡hay esperanza!». El Viernes Santo no fue el fin; vendría la Pascua de Resurrección. En el plan justo y sabio de Dios, este momento oscuro y catastrófico fue dispuesto para ser el momento que arreglaría todas las cosas oscuras y catastróficas que el pecado había hecho en el mundo. Ese momento de muerte fue al mismo tiempo un momento de vida. Ese momento de desesperanza fue un momento donde se entregó esperanza eterna. Ese momento terrible de injusticia fue al mismo tiempo un momento de maravillosa gracia. Ese momento de sufrimiento extremo aseguró que un día el sufrimiento terminaría, de una vez para siempre. Ese momento de tristeza nos dio la bienvenida a un gozo eterno en el corazón y en la vida. La captura y la muerte de Cristo compró simultáneamente la vida y la libertad para nosotros. Lo peor que pudo suceder fue al mismo tiempo lo mejor que pudo haber pasado, y sólo Dios es capaz de hacer algo como esto. El mismo Dios que planeó que lo peor sería lo mejor es tu Padre. Él gobierna cada momento de tu vida, y con una poderosa gracia, es capaz de hacer por ti lo que hizo en su historia redentora. Dios toma los desastres de tu vida y los transforma en herramientas de redención. Toma tus fracasos y los usa como herramientas de gracia. Él usa la «muerte» del mundo caído para motivarte a alcanzar la vida. Las cosas más difíciles en tu vida se convierten en las herramientas más dulces de gracia en sus manos sabias y amorosas. Ten cuidado con cómo le das sentido a tu vida. Lo que parece un desastre, en realidad, podría ser gracia. Lo que parece ser el fin podría ser el comienzo. Lo que podría parecer desesperanzador podría ser el instrumento de Dios para darte una esperanza real y perdurable. Tu Padre está comprometido a tomar lo que parece muy malo y convertirlo en algo muy, muy bueno. ¿Necesitas pruebas? Tan sólo recuerda el Viernes Santo, donde lo más horrible que pudo pasar en la historia de la humanidad se convirtió en lo más hermoso que pudo pasarle a la raza humana.
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries.  Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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¿Realmente lo necesitas?
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¿Realmente lo necesitas?

¿Cuándo fue la última vez que dijiste en voz alta, o al menos pensaste, “necesito _______ en mi vida...”? Tal vez, para ti, esa necesidad tiene que ver con vivir en cierto lugar; quizás, con un trabajo específico que siempre has soñado o con cierta cantidad de ingresos; también, con una relación o con el intento de alcanzar cierto estado: estar casado, ser padre, ser abuelo, ser director ejecutivo, ser político electo, ser pastor titular o ser lo que sea. La palabra “necesidad” es una de las más imprecisas y de las más sobreutilizadas del vocabulario del ser humano. Si necesidad significa “algo esencial en la vida”; entonces, la gran mayoría de lo que decimos que necesitamos en realidad no lo es. Lo más seguro es que sean sólo deseos —no pecaminosos necesariamente—, pero no necesidades. ¿Vale la pena hacer esta distinción? ¡Creo que sí! He descubierto que suceden tres cosas importantes dentro de nosotros cuando decimos que algo es una necesidad:
  1. Nos sentimos con el derecho a obtener lo que consideramos necesario.
  2. Sentimos que tenemos el derecho a exigir lo que necesitamos.
  3. Juzgamos el amor de otros por su disposición a entregar lo que decimos que necesitamos.
Imagina esta situación: una madre lleva a su hijo al centro comercial y él ve un par de zapatillas que quiere. Sin saber la diferencia entre deseo y necesidad, él dice, “mamá, necesiiiiiiito esas zapatillas”. Luego, comienza a exigirlas y cuando su mamá dice que no, el hijo juzga a su madre como una mamá poco amorosa porque no le entregó lo que él dijo que necesitaba. Es una interacción graciosa (y aparentemente inocente) entre una madre y su hijo, pero yo creo que, a veces, nosotros actuamos de la misma forma con nuestro Padre Celestial. Hemos determinado en nuestro corazón que “necesitamos” algo en la vida, cuando en realidad es sólo un deseo. Después de un tiempo, comenzamos a exigirlo y si Dios no nos entrega eso de la manera y en el tiempo en el que lo demandamos, juzgamos a Dios como un Dios poco amoroso. Recuérdate esta verdad: sólo porque la Biblia dice que Dios es bueno, no significa automáticamente que él nos entregará las cosas que nosotros definimos como buenas en nuestros corazones terrenales. Al contrario, en su gracia, Dios nos está liberando de los pequeños límites de nuestra minúscula definición de lo que es bueno para que así experimentemos lo que él ha planeado como mejor y suficiente para nosotros. La gracia nos da la bienvenida a experimentar lo que es eternamente correcto, verdadero y bueno. La gracia nos invita a ver lo bueno que nunca podríamos haber imaginado, merecido o ganado. Además, es igual de importante no pensar que Dios está siempre “negándole” cosas a sus hijos. Opuesto a eso, él es extremadamente generoso y ya “nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir como Dios manda” (2 Pedro 1:3 NVI). Jesús nos dice que no nos preocupemos por la vida porque nuestro Padre Celestial sabe exactamente lo que necesitamos y se ha comprometido a proveernos eso (Mateo 6:25-34). Es bueno que los cristianos quieran obtener un hermoso hogar, una carrera exitosa y una vida acomodada. Sin embargo, es mucho mejor llegar al lugar donde ya no necesitas esas cosas para sentirte bien con tu vida. Dios te bendecirá con cosas físicas, pero cada una ellas tiene el propósito de apuntar hacia las cosas buenas que pueden encontrarse sólo en él. Por tanto, concluyo: lo que necesitamos, y lo que Dios promete, no es una situación, un lugar, una posesión, una posición o una relación. Lo que necesitamos, y lo que ya nos ha dado por medio de Cristo, es a Sí mismo. ¿Qué otro regalo podría ser mejor que ese? Dios los bendiga.

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

  1. ¿Cuáles son dos o tres de tus deseos terrenales actualmente?
  2. ¿De qué formas estas cosas son deseos buenos?
  3. ¿De qué maneras estás en riesgo de redefinir estos buenos deseos como necesidades egoístas?
  4. Crea una lista de todas tus necesidades que Cristo ha satisfecho o está satisfaciendo cada día.
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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¿Qué vas a hacer con la Pascua?
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¿Qué vas a hacer con la Pascua?

Ya han pasado 48 horas desde el servicio de adoración y celebración. Han pasado 48 horas desde la proclamación de la Palabra de Dios. Han pasado 48 horas desde que nos juntamos para reafirmar la parte más importante de nuestra fe. Por lo tanto, hoy quisiera preguntarte, ¿qué vas a hacer con la Pascua? ¿Qué vas a hacer con la Pascua cuando un área particular de pecado te parezca atractiva y te sientas débil e incapaz? ¿Qué vas a hacer con la Pascua cuando seas traicionado por alguien y los pensamientos de venganza entren en tu cabeza? ¿Qué vas a hacer con la Pascua cuando estés luchando en tu matrimonio y parezca imposible para ti amar como Dios te ha diseñado? ¿Qué vas a hacer con la Pascua cuando enfrentes otra situación con un hijo rebelde y sientas que no hay nada más que se pueda hacer? ¿Qué vas a hacer con la Pascua cuando te vayas a acostar esta noche, preguntándote cómo enfrentarás el mañana? ¿Qué vas a hacer con la Pascua cuando ésta se haya ido? Si te gusta subrayar versículos y tomar notas en tu Biblia, ve, tómala y anda a Juan 11:23-26 o puedes leer el pasaje a continuación:
Tu hermano resucitará”, le dijo Jesús. Marta le contestó: “Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final”. Jesús le contestó: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá,  todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?”
Marta hace una hermosa confesión de fe en el versículo 24 al decir que ella cree que Lázaro será resucitado en el día final. Esto es absolutamente cierto; es buena teología. Así que cuando Jesús le pregunta si ella cree, él no está cuestionando la solidez de su teología. Al contrario, Jesús está haciendo esta pregunta. Una pregunta dirigida a nosotros hoy, 48 horas después de la Pascua. ¿Crees que conoces al dador de vida? ¿Crees que Jesús mora en ti y que su poder de resurrección borbotea dentro de ti? Dios quiere hacer más en nosotros que sólo lleguemos a hacer una confesión teológica de la resurrección. Él quiere más para nosotros que sólo reconocer el hecho histórico de este evento. Él quiere que hagamos más que sólo celebrar el Domingo de Resurrección. Oh, sí, todas estas son cosas esenciales, pero en realidad son un medio para este objetivo: que vivamos en una fe resucitada. Existen pocos versículos en la Escritura que pueden resumir mejor la fe resucitada que Gálatas 2:20: «Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por la fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí». ¡Ya no vives tú, sino que Cristo vive en ti! Ya no eres solo tú contra esa área particular de pecado tentador. Ya no eres solo tú cuando alguien te traicionó y los pensamientos de venganza entran en tu cabeza. Ya no eres solo tú cuando luchas en tu matrimonio y te parece imposible amar a tu cónyuge. Ya no eres solo tú cuando enfrentas otra situación con un hijo rebelde y sientes que ya no hay nada más que se pueda hacer. Ya no eres solo tú cuando te vas a acostar preguntándote cómo vas a enfrentar el próximo día. Ya nunca más serás solo tú porque Cristo, el Rey resucitado, vive en ti y su poder de resurrección está disponible para ti. ¿Vives en una fe resucitada? ¿Crees que Jesús es la resurrección y la vida, y que aquellos que creen en él vivirán, ahora y para siempre? No esperes hasta la Pascua del próximo año para celebrar la resurrección. Puedes comenzar a vivir el poder de la resurrección hoy —aquí y ahora— en el lugar donde Dios te ha llamado a vivir.
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No esperemos hasta la próxima Pascua

Vivo en el centro de Filadelfia, en Estados Unidos. Cuando los Phillies [un equipo de béisbol] ganaron la Serie Mundial el 2008, la celebración que hubo ese día no se compara con nada de lo haya vivido antes. Decenas de miles de personas llenaron las calles muy tarde esa noche para celebrar la victoria. Personas completamente extrañas se transformaron en los mejores amigos por horas mientras, al unísono, la ciudad se regocijaba. Un par de días después, caminaba por la misma calle. Era diferente, asombrosamente diferente. Les soy honesto: me sentí desilusionado; me deprimió el cambio drástico. Quería ver multitudes abrazándose, felicitándose y bailando. Quería escuchar a las personas cantar, gritar y llorar de emoción. Sin embargo, la calle estaba vacía y contaminada con basura. Lamentablemente, creo que podemos decir lo mismo de la iglesia después de la Pascua. Celebramos el Domingo de Resurrección con vigor, pero un par de días después, caemos nuevamente en el mismo patrón de rutina de nuestra cotidianidad. A menudo vivimos como si la Pascua no hubiese ocurrido.

La razón por la que celebramos el Domingo de Resurrección

Me encantan los domingos, pero amo aún más el Domingo de Resurrección. En un momento culminante y específico de la historia, Jesucristo resume y finaliza la narrativa de salvación. Existen seis cosas en particular que amo sobre la tumba vacía.
1. La tumba vacía revela que Dios es fiel
Siglos antes, después de que Adán y Eva se rebelaran, Dios prometió que él aplastaría la maldad de una vez y para siempre (Gn 3:15). Él juró que enviaría a su Hijo para derrotar al pecado y a la muerte por medio de su crucifixión y resurrección. Por miles de años, no se olvidó ni renegó de su promesa. No se aburrió; tampoco se distrajo. Él hizo una promesa y él manejó los eventos de la historia para que, en el momento indicado, Jesucristo viniera y cumpliera lo que había sido prometido.
2. La tumba vacía revela que Dios es poderoso
Piensen en la autoridad que tendrían para tener que controlar todas las situaciones, los lugares y las relaciones con el propósito de garantizar que Jesús viniera en el momento preciso e hiciera lo que se le había asignado. Además, ¿acaso existe una demostración de poder más significativa que tener poder sobre la muerte? (1Co 15:55). Por el poder asombroso de Dios, Jesús se quitó sus ropas de muerte y salió de la tumba. Los tipos que compiten en levantamiento de pesas podrían ser capaces de tirar un carro de bomberos con sus dientes, pero todos morirán y no hay nada que puedan hacer al respecto.
3. La tumba vacía revela que Dios es amoroso
¿Por qué Dios iría tan lejos para ayudarnos? ¿Por qué le importaría fijarse en nosotros y llegar a rescatarnos? ¿Por qué sacrificaría hasta su propio Hijo? Pues porque no sólo es un Dios amoroso, sino que él mismo es la definición de amor (Jn 3:16; 1Jn 4:8). Tú y yo necesitamos reconocer que su amor no fue motivado por lo que él vio en nosotros, sino que por lo que hay dentro de él. Incluso cuando somos indiferentes y rebeldes, engreídos y tercos, aún así Dios es amoroso. Él se deleita en transformarnos por su gracia y nos rescata con su amor.
4. La tumba vacía garantiza la eternidad
No importa cuán tediosa, rutinaria y lenta parezca nuestra historia, pues está marchando hacia una gloriosa conclusión. Habrá un momento cuando Dios nos sacará de este mundo caído para llevarnos a un paraíso donde el pecado y el sufrimiento ya no existirán más (1Co 15:52; Ap 21:4).
5. La tumba vacía garantiza seguridad
No importa cuán impredecible y fuera de control se sientan nuestras vidas, Jesús está reinando y lo continuará haciendo hasta que su enemigo final esté bajo sus pies (1Co 15:25). Eso no quiere decir que no vamos a experimentar dolor y sufrimiento en este mundo, pero sí significa que no hay nada que Jesús no sepa, en lo que no pueda intervenir o transformar por completo.
6. La tumba vacía garantiza la liberación
No importa cuán desesperanzados y débiles piensen que son, se les ha otorgado toda la gracia que necesitan para llegar al final. La gracia venidera siempre trae consigo la promesa de la gracia presente. Dios proveerá todo lo que necesitan hasta que lo vean cara a cara (2Pe 1:3). ¡Éstas son las razones por las que me encanta tanto el Domingo de Resurrección!

¿Cómo vivir después del Domingo de Resurrección?

Por más que estas verdades sobre la tumba vacía me cautiven y me atraigan, necesito ser honesto con ustedes: es una lucha para mí recordarlas una vez que la celebración de la Pascua ya pasó. Por lo tanto, para concluir, quisiera llevar su atención hacia el final de 1 Corintios 15. Se puede decir que este capítulo es el más largo y el tratado más detallado sobre la resurrección del Señor Jesucristo del Nuevo Testamento, y en el versículo final, el apóstol Pablo nos da órdenes sobre cómo vivir después del Domingo de Resurrección. Él escribe, «por tanto, mis amados hermanos, estén firmes, constantes, abundando siempre en la obra del Señor, sabiendo que su trabajo en el Señor no es en vano» (1Co 15:58).
1. La tumba vacía nos da una estabilidad inusual
Pablo usa las palabras «firmes» y «constantes». ¿Son sus vidas un reflejo de ese tipo de estabilidad? ¿Están sus vidas diarias arraigadas al Evangelio del Señor Jesucristo y a su victoria en la Pascua o son llevadas de aquí para allá por los vientos de las circunstancias, las relaciones y las realidades difíciles de la vida en un mundo caído?
2. La tumba vacía nos motiva a ser activos de por vida
Debido a la resurrección, debemos estar «abundando siempre en la obra del Señor». Abundar aquí significa ser entusiasta y esperanzado, motivado y valiente. Si de verdad creen que Cristo resucitó de la muerte y que reina en poder, deben creer que los adictos sexuales pueden ser liberados; que los hijos rebeldes pueden someterse; que los matrimonios rotos pueden sanarse; que las personas miedosas pueden conocer la valentía; que aquellos que tienen depresión puede levantarse para vivir con gozo nuevamente. Ya es suficiente de sobrevivencia; creemos en la victoria y en la transformación.
3. La tumba vacía nos asienta en una esperanza realista
Si la tumba vacía garantiza eternidad, entonces creemos que nuestro activismo de por vida «no es en vano». Vivimos y ministramos en un mundo caído —y eso puede ser desalentador—, pero en la oscuridad de la noche, cuando el progreso parece invisible, podemos tener esperanza.

Celebremos la Pascua todos los días

Sé que no estoy solo en mi lucha de recordar la Pascua. No obstante, no nos desanimemos, pues ¡el mismo hecho de que estemos luchando con esto en nuestros corazones pone en evidencia los medios de gracia presentes en nuestras vidas! En nuestra debilidad y confusión, podemos admitir nuestra necesidad de ayuda y Dios nos encontrará en nuestra honestidad quebrantada. Como seguidores de Cristo, el Señor resucitado mora dentro de ustedes hoy por su Espíritu. Somos nuevas personas, no sólo en justicia frente a Dios, sino que también en nuestras capacidades y deseos. Jesús salió de esa tumba vacía para que nosotros podamos andar en esperanza y libertad. ¡No esperemos hasta la próxima Pascua para celebrar esto!
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Oremos con la intención de rendirnos
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Oremos con la intención de rendirnos

¿Por qué razón oran? No se apresuren en dar una respuesta típica de Escuela Dominical. Tomense un momento y piensen honestamente: ¿qué cosas causan que ustedes oren? Quizás la respuesta a esa pregunta puede descubrirse con otra pregunta: ¿cuándo fue la última vez que oraron? (Estoy hablando de la vida de oración personal, no de la oración antes de comer o en un grupo pequeño). Creo que, en algún nivel, somos tentados a ver la oración como un medio para llevarle a Dios nuestra lista de anhelos, deseos o necesidades. Si ese es el caso, sólo vamos a orar cuando algo esté fuera de nuestras capacidades para obtenerlo. Sí, la oración tiene ese propósito —«danos hoy el pan de cada día»—. No obstante, la oración es mucho más que eso. Una de las cosas que más amo —y que también más me desafía— del Padre Nuestro es que comienza con rendición. «Padre Nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo». Esa es una oración de rendición, pero, ¿de qué manera? Hay cuatro formas:
1. La oración se trata de rendirse ante alguien mayor que nosotros
Al confesar que Dios es nuestro Padre, inmediatamente nos reducimos a nosotros mismos a un niño. Si oramos esto junto con Génesis 1:1 —«En el principio Dios…»— nos mantendrá en el lugar correcto.
2. La oración se trata de rendirse ante un plan mayor y mejor que el nuestro
La oración nos confronta con el hecho de que no somos tan inteligentes o tan poderosos como desearíamos ser. Nos recuerda que hay un reino que permanece desde el principio hasta más allá del fin e incluye todo lo que hay entre medio.
3. La oración se trata de rendir nuestro derecho a vivir como queremos
La oración se trata de doblar nuestras rodillas frente a la realidad de que no tenemos ningún derecho natural en lo absoluto a hacer lo que queramos con nuestras vidas. Hemos sido creados para vivir dentro de los límites de Dios.
4. La oración se trata de rendir nuestra esperanza en la vida ante la gracia de Dios
El Padre Nuestro completo es en realidad una rendición. Termina con «danos», «perdónanos», «no nos metas» y «líbranos». ¡Nuestra única esperanza para todas estas cosas es la gracia generosa y fortalecedora de Dios! Así que hoy, cierren sus ojos, inclinen sus cabezas y ríndanse. ¡La victoria se encuentra cuando nos rendimos! Dios los bendiga.

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Cuándo y por qué oras normalmente? Revisa tu última semana o tu último mes de oración personal.
  2. ¿En cuál de las cuatro áreas necesitas más gracia para rendirte? Sé específico en las razones.
  3. ¿Junto a quién puedes rendirte en la comunidad por medio del poder de la oración?
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La conversación que salvó mi ministerio
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La conversación que salvó mi ministerio

Estaba desanimado y derrotado. Me había ido a vivir a Scranton, Pennsylvania, para ayudar a plantar una iglesia centrada en el Evangelio, pero no tenía idea de que Scranton sería un lugar tan difícil espiritualmente. Existía un malestar cultural que envolvía a la región. En el pasado, este lugar había sido el epicentro de la zona de carbón del antiguo noreste, pero esos días dorados quedaron atrás hace mucho tiempo. De hecho, se podría decir que, en Scranton, el sueño americano murió en 1950. La gente en esta deteriorada ciudad montañesa se sentía como si todo les hubiese fallado: las escuelas les fallaron, los políticos les fallaron, las empresas les fallaron y así también la iglesia. La ciudad había sido construida sobre las profundas minas de carbón donde todos trabajaban. Cuando se abandonaron las minas, no sólo todos perdieron su trabajo, sino que también sus propiedades estaban en peligro. Con bastante frecuencia, la tierra se abría y algún estacionamiento o el patio de alguien desaparecía en un gran vacío sin fondo que alguna vez fue una mina. El precario estado físico de la ciudad definió la forma de sentir de sus habitantes. Las personas en Scranton ya no creían que ahí podría pasar algo bueno; tampoco creían que a alguien le importara. Como un estudiante en Filadelfia, mucho antes de cambiarnos, escuchaba bromas constantes sobre Scranton, como por ejemplo, «¿sabes quién se postuló para alcalde de Scranton? Nadie… ¡y ganó!».

Dificultad e inmadurez

Tenía 27 años, estaba lleno de energía y de expectativas, en uno de los lugares más difíciles para plantar una iglesia en los Estados Unidos. Cuando nos cambiamos, no tenía idea de lo que enfrentaría, pero no pasó mucho tiempo para que la realidad hiciera su aparición. Éramos un grupo de creyentes con un poco de dificultades, tratando de ser luz en una ciudad que estaba herida, deprimida y era desconfiada. Las familias a las que buscamos servir luchaban relacional y financieramente. ¡Hubo un tiempo en el que la cifra de desempleo en Scranton era del 17%! Sin duda, sucedían cosas buenas. Pudimos formar una pequeña comunidad de amor y pudimos ser un refugio para aquellas personas que habían sido heridas por la iglesia. Comenzamos una escuela cristiana como una alternativa a las escuelas de la ciudad que estaban quebradas. Sin embargo, el ministerio en Scranton era pesado y yo era inexperto, orgulloso e inmaduro. Me había graduado con honores del seminario. Había ganado una variedad de premios y salí de ahí pensando que estaba listo para enfrentarme al mundo incrédulo. No obstante, como pastor joven e inexperto, no estaba listo para el ministerio y mi inmadurez quedó al descubierto rápidamente. En ocasiones, pienso en mis primeros sermones en Scranton y, cada vez que lo hago, quiero enviar una carta de disculpas a todas las pobres personas que tuvieron que escucharlos. Una vez prediqué un sermón sobre el orgullo y pensé que había sido el mejor sermón que jamás había predicado sobre el tema (¡una evaluación que irónicamente carecía de humildad!). La fórmula para el desastre: no sólo era muy difícil ministrar en el ambiente en el que me encontraba, sino que también mi inmadurez estaba siendo expuesta en todos lados. Cuando la dificultad y la inmadurez chocan, como resultado, siempre va a haber algún tipo de matanza. No pasó mucho tiempo para que comenzara a sufrir oposición desde fuera de la iglesia y críticas frecuentes desde dentro de ella. Me pareció algo perverso e irrespetuoso en ese momento. Después de todo, había llevado a mi familia a un lugar difícil, estaba trabajando con mucho esfuerzo todos los días por muchas horas y estaba haciendo lo mejor que podía para usar los dones que Dios me había dado. «¡Denme un respiro!», pensé. Sin embargo, ahora que miro hacia atrás, gran parte de su crítica era válida.

La conversación que hizo que quisiera renunciar

Un domingo en la tarde, un hombre de nuestra pequeña iglesia me llamó y me preguntó si podríamos juntarnos a conversar. La hora de cenar era el único momento disponible que tenía al día siguiente, así que mi esposa Luella preparó la comida para nosotros en mi oficina que quedaba en el tercer piso. Mientras me dirigía a la reunión, esperaba que este hombre me dijera cuánto lo confrontó mi sermón y que, como resultado, necesitaba consejería. No obstante, me quedó muy claro que no quería hablar sobre mi sermón ni sobre él; no, él quería hablar sobre mí. Ninguno de nosotros tocó la comida. Comenzó criticando la forma en que predicaba y terminó criticando todo sobre mí. ¡No podía creer lo que estaba escuchando! Luego, me preguntó si podía acompañarlo a su casa porque su esposa también quería hablar conmigo. Cuando llegamos allá, ella hizo lo mismo que su esposo había hecho; parecía una eternidad. Para colmo, me dijeron que muchos otros en nuestra pequeña iglesia se sentían de la misma manera. Esa noche, mientras conducía de vuelta a casa, no sólo quería renunciar al ministerio pastoral; quería morir. Me sentí expuesto, juzgado y condenado y no sabía cómo continuar si las personas sentían eso respecto a mí. ¿Cómo podría ofrecerles consejería pastoral? ¿Cómo podría pararme frente a ellos y predicarles? ¿Cómo podría pedirles que confíen y sigan mi liderazgo? ¿Cómo podría animarlos a invitar a otros a que formen parte de nosotros también? El llamado a pastorear en Scranton, que había aceptado con tanta alegría, ahora parecía imposible. Las personas que yo pensé que me amaban y que me apoyaban ahora parecían una recopilación de críticas. Era un pastor quebrantado y no sabía cómo continuar. Durante las siguientes semanas me sentía como si estuviera pedaleando duro en un barro profundo en completa oscuridad sin ningún destino a la vista. Vivía el pastorado por inercia; mi corazón ya no estaba en Scranton. La única forma en la que pude sobrevivir cada semana era fantaseando sobre oportunidades pastorales en otros lugares. En mi mente, subía al trono como soberano y creaba un ideal de pastorado hipotético, con una comunidad que me amaba a mí y a mis predicaciones y en donde tenía suficiente éxito ministerial. Estas fantasías eran los únicos placeres que encontraba en esos oscuros días; era como una masturbación espiritual. El único problema era que despertaría nuevamente a la realidad de la oposición fuera y a la crítica dentro de la iglesia y rápidamente el desánimo me inundaría nuevamente. Finalmente, llegué a la conclusión de que mi único escape sería renunciar. Tenía un grado académico y había ayudado a fundar una escuela, por lo que comencé a buscar oportunidades en el campo de la educación cristiana. Nadie sabía que lo estaba haciendo —ni la congregación, ni mis colegas, ni siquiera mi esposa—. Al principio, todo era fantasía, pero dentro de poco, se transformó en algo que quería vivir personalmente. Encontré un trabajo maravilloso en California y comencé con el primer contacto. Primero fui donde Luella; luego, donde mis líderes y les dije que ya no podría seguir pastoreando Scranton y que iba a renunciar. Luella simplemente me aconsejó no hacer nada hasta que estuviera seguro; mis líderes, me suplicaron que no me fuera. Sin embargo, yo estaba listo para irme; no tenía ni la voluntad ni las fuerzas para continuar. No podría imaginarme una situación en donde quedarme fuera algo que funcionaría para mí o para la congregación. Parecía que ya no confiaban en mí y, sin duda, yo tenía problemas para confiar en ellos. Al final le dije a los líderes que mi tiempo ya había terminado y que quería agendar un domingo para anunciar mi renuncia. No veía la hora de sacarme el peso de Scranton de mis hombros e irme a lo que parecía ser mucho mejor.

La conversación que salvó mi ministerio

El domingo de mi renuncia llegó, y al final del servicio, acompañado de dos líderes, hice mi anuncio. La pequeña congregación que se reunía esa difícil mañana estaba conmocionada y sorprendida. Me quedé adelante después del servicio y conversé con persona tras persona que compartía su tristeza por mi partida. «Incluso las críticas pueden ser buenas a veces», pensé. Pero su tristeza no me conmovió en lo absoluto. Cuando el grupo finalmente se fue, aún estaba convencido de irme. No había nadie más en el pequeño edificio que estábamos arrendando, así que fui a cerrar la entrada delantera. Lo que sucedió después cambió mi vida para siempre. Al darme la vuelta después de haber cerrado la puerta, me encontré con Bob Wescott parado  en la entrada; había estado esperándome. Bob era el hombre más anciano de nuestra congregación, un hombre entrañable, pero que llevaba una profunda lucha con la depresión. Él no era un consejero o un maestro, él sólo era un hombre que trabajaba en ferrocarriles y que estaba a punto de retirarse. Cuando lo vi, de inmediato deseé que él no estuviera ahí. Sólo quería irme en silencio a casa. No quería hablar con nadie ni tener otra conversación dolorosamente extraña y desanimante. Él me miró de frente y yo casi le dije, «Bob, no sé por qué me esperaste; no puedo hablar ahora». Sin embargo, me quedé callado. Con una voz tierna, Bob dijo, «¿puedo decirte algo? Tomará sólo un minuto». Yo dije, «sí, claro». Entonces, dijo, «sé que estás desanimado, pero quiero que escuches lo que te diré: sabemos que eres joven y un poco inmaduro». (Pensé, «bien, ¡ese es un buen comienzo!»). Él continuó, «Paul, no te hemos pedido que te vayas». Luego, él dejó caer esta pregunta como una bomba sobre mí: «¿cómo va a madurar la iglesia si los pastores inmaduros se van?». Inmediatamente, la pregunta hizo explotar mi determinación a irme. Le he contado esta historia a otros a través de los años; les he dicho que, en ese momento, sentí como si Dios hubiera clavado mis pies a esa entrada de esa iglesia. Supe enseguida que no podía renunciar.

El poder transformador de las palabras

Por la gracia de Dios, entendí lo que estaba pasando en ese momento. No sólo tuve que lidiar con las palabras de Bob Wescott; no, estaba convencido de que Dios levantó a este anciano desanimado para llevar palabras de sabiduría rescatadora a un orgulloso pastor joven que estaba a punto de huir. No sólo estuve a punto de huir de Scranton, estuve a punto de embarcarme en el viaje de Jonás: a huir de Dios. No obstante, el hombre menos pensado pronunció las palabras de Dios a unos oídos reacios y todo cambió. Me alegra que Bob Wescott estuviera dispuesto. Estoy tan agradecido de que él me haya esperado en la entrada de la iglesia; estoy tan agradecido de que me haya hablado de una manera en la que pude oír; estoy tan maravillado ante la gloria de la gracia de aquel que levantó a Bob para rescatarme de mí mismo. Un hombre, en un momento, estuvo dispuesto a hablar la verdad en amor y la historia de quien escuchó cambió para siempre. Sin esa conversación, hubiese renunciado al ministerio pastoral. Nunca hubiese ido al Seminario Teológico de Westminster para un mayor entrenamiento. Jamás hubiese trabajado para CCEF (Consejería cristiana y fundación educativa, por sus siglas en inglés) y no hubiese aprendido a aplicar el Evangelio en la cotidianidad de mi vida. Nunca hubiera escrito ni siquiera un libro sobre la gracia transformadora de Dios en situaciones comunes y corrientes, en relaciones y en lugares de un mundo caído. Nunca hubiese experimentado la vida privilegiada de las bendiciones del ministerio escandaloso que se ha convertido en mi historia. Dios hace que su misericordia invisible sea visible al enviar personas de misericordia para darla a personas que la necesitan. Por lo tanto, pongan atención a las luchas de otros; estén dispuesto a confrontar amorosamente a un hermano creyente que está a punto de huir; den palabras de ánimo a alguien que ya renunció; encarnen la presencia del Señor… ¡y observen lo que Dios hará! Es imposible encontrar palabras para describir el alcance del tierno cuidado la gracia de Dios y es igualmente imposible predecir a quién va a usar Dios para llevar esa gracia a nosotros. Así que hablen con sus hermanos y hermanas con cuidado. Dios puede usarlos a ustedes para cambiar una historia para siempre. ¿Qué Dios hay como nuestro Dios?
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Pensemos bíblicamente sobre la preocupación
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Pensemos bíblicamente sobre la preocupación

Sonia se preocupa todo el día por sus hijos mientras ellos están en la escuela. Juan parece nunca soltar el peso de la preocupación por sus finanzas. Laura teme que nunca llegará a casarse. Sara le tiene pavor a envejecer. Fernando se preocupa constantemente sobre lo que las personas a su alrededor piensan de él. A Benjamín le preocupa no quedar en el equipo de fútbol. María está esclavizada a su preocupación por el peso. Camila ha pasado muchas noches sin dormir preocupándose por su relación con Bernardo. Jaime está preocupado por lo que sucederá después de que salga de la universidad. Jimena admite que sufre un poco de fobia a los gérmenes. Bastián evita las grandes multitudes, pero no quiere que nadie se entere. Sandra teme que Dios no la ame, pero no habla mucho de eso. Rodrigo sabe que pasa mucho tiempo preocupándose por perder su trabajo, pero no puede evitar pensarlo. Daniela se preocupa tanto por sus hijos que ya son adultos que teme que sus frecuentes llamadas los alejen. A Pedro le fue muy bien en el seminario, pero la ansiedad siempre acompaña su predicación. Gabriela se preocupa más de lo que sus compañeros de clase piensan de ella que de sus calificaciones. Josué se preocupa cada vez que alguien le dice que su jefe quiere verlo. La preocupación realmente está en todas partes. Quizás es el único sentimiento que todos compartimos. Observen a las personas que se mencionaron anteriormente; vean que tienen dos cosas en común: todos son creyentes y todos luchan con la preocupación. ¿Y ustedes? ¿Cómo la preocupación es, de alguna forma, una parte regular de sus pensamientos diarios? ¿Cuánto moldea la preocupación lo que hacen y lo que no hacen? ¿Cómo interactúa la preocupación con la fe que tanto valoran? ¿Es posible que la preocupación esté siendo una influencia mayor en sus vida de lo que normalmente habrían pensado? Tal vez la preocupación es uno de los secretos sucios de la iglesia. Quizás nos transforma en personas tímidas, pasivas e inseguras aun cuando nuestra teología nos dice que tenemos muchos motivos para ser valientes, activos y seguros. ¿Podría ser que muchos de nosotros vivimos con un gran desfase entre la confianza teológica que celebramos el domingo y el miedo, la preocupación y la ansiedad fuera de la iglesia que nos acompaña el resto de la semana? ¿Por qué tantos de nosotros nos preocupamos? ¿Por qué no podemos experimentar el descanso que Evangelio debe darnos? ¿Por qué pasamos noches sin dormir, nuestros estómagos sufren por nuestros nervios y nuestros días son inquietos? ¿Por qué nos invade la preocupación?

La preocupación y el mundo caído

Probablemente, ustedes respondan a las preguntas que he planteado, diciendo, «¡Paul, me preocupo porque vivo en un mundo caído!». Es cierto que el mundo en el que vivimos simplemente no funciona de la manera en que lo dispuso el Creador. Por esta razón, vivimos en un mundo en donde el engaño, el peligro y la desilusión son una realidad. La Biblia es bastante sincera en su descripción de cuán quebrantado realmente está el mundo. Existen cosas en este mundo a las que ustedes deberían temer; existen cosas que deben llamarles la atención y causarles preocupación; existen cosas que deben evitar con esfuerzo y de las que deben proteger a sus seres queridos. Deben vivir con cuidado y conscientes de esto. Algo responsablemente piadoso que podemos hacer al respecto es vivir con las expectativas realistas que obtenemos de una comprensión bíblica del estado caído de nuestro mundo. No sean ingenuos. A este lado del cielo, siempre deben recordar que el shalom (paz e integridad), que el Creador hizo, ha sido destrozado. Cada día, de alguna manera, el quebranto de nuestro mundo los presionará hasta que estén al otro lado del cielo. Sin embargo, se debe hacer una distinción importante entre mirar la vida a través de la visión sincera de la Escritura y vivir una vida de preocupación sutil, pero no tan sutil. En la Biblia, somos confrontados con la realidad de que en las situaciones en donde el pueblo de Dios estaba experimentando alguna las realidades más duras de la vida en un mundo caído, ellos experimentaron, en esos momentos, uno de los descansos del alma más increíbles que se registra en la Biblia. Permítanme entregarles un poderoso ejemplo: Los Salmos 3 y 4 son Salmos para la mañana y para la noche, fueron escritos por David cuando huía para proteger su vida y arrancar de aquellos que querían tomar su trono. Ustedes conocen el fondo de la historia: el hijo de David, Absalón, quería su trono. Absalón ya se había ganado el corazón del pueblo de Israel y ahora iba tras el reino de su padre. David sabía de qué se trataba esto: era una monarquía; por lo tanto, para que un hijo tome el trono de su padre, el padre debía morir. Es por esta razón que David huye para proteger su vida con un pequeño grupo de hombres leales y se esconde en una cueva. Quizás no existe una historia más desgarradora en la Escritura: el pecado separa a la familia, el pecado lleva a la sublevación y, posiblemente, a la muerte. En esta historia, vemos al mundo caído en su peor momento. No obstante, en medio de todo eso, David no se paralizó por el pánico; no estaba dominado por la preocupación; no estaba sesgado por los pensamientos hipotéticos. No, David tiene una tranquilidad increíble. Miren lo que escribe desde la cueva: «en paz me acostaré y así también dormiré, porque sólo tú, Señor, me haces vivir seguro» (Sal 4:8). David está experimentando el peso completo de la desilusión y del peligro de la vida en este mundo caído, pero la angustia no lo inunda. Su corazón está descansando y su cuerpo es capaz de dormir, incluso en medio de una situación que rompería el corazón de cualquier padre. La historia de David y su salmo nos confronta con algo importante. Es algo que iremos descubriendo en este artículo: las dificultades de la vida en este mundo caído son la razón para preocuparnos, pero no la causa. Para entender la causa, debemos ir más profundo. David estaba viviendo una circunstancia que podría ser la motivación de mucha de su preocupación, pero él no tenía miedo ni estaba ansioso. Su descanso nos apunta al lugar donde podemos encontrar ayuda para nuestra preocupación. Lo que nos rodea no provoca nuestra preocupación; no, más bien, lo que hay dentro de nosotros es la causa de ella.

Los mundos reducidos y la preocupación

Para entender por qué los cristianos tendemos a preocuparnos más de lo que cualquiera debiese teniendo la teología de la vida diaria como la nuestra, tendré que darles un pequeño recorrido bíblico. Quisiera comenzar con dos versículos que entregan una comprensión impresionante de lo que el pecado hace en todos nosotros. Estos versículos comienzan llevándonos a ver por qué la preocupación es una lucha universal. «Pues el amor de Cristo nos apremia, habiendo llegado a esta conclusión: que uno murió por todos… para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos» (2Co 5:14-15 [énfasis del autor]). En las diez palabras que he resaltado, Pablo hace una observación estremecedora sobre cómo el pecado básicamente altera la visión de la vida de cada persona. Fui creado con el propósito de vivir para algo infinitamente superior a mí mismo; fui creado para vivir por Dios: su reino y su gloria; fui diseñado para obtener mi identidad, mi valor, mi propósito y mi sentido interior de bienestar de manera vertical; fui diseñado para obtener en Dios la razón para hacer lo que hago y el descanso mientras llevo eso a cabo. Sin embargo, el pecado provoca que cada uno de nosotros viva para sí mismo; esto es, reducir nuestras vidas al tamaño de nuestras vidas. El pecado provoca que reduzcamos el campo de nuestros sueños y de nuestras preocupaciones a nuestros deseos, necesidades y emociones. El pecado hace que con temor nos centremos en nosotros mismos, nos abstraigamos a nosotros mismos y que nosotros mismos seamos nuestra propia motivación. ¿Qué tiene que ver esto con la preocupación? ¡Todo! Como una consecuencia del pecado, ya no buscamos nuestro descanso interior en un Dios que es la definición de la sabiduría, del poder y del amor; un Dios que nunca jamás cambiará. No, sin darnos cuenta de lo que hemos hecho, comenzamos a buscar nuestra identidad, valor, propósito y nuestro sentido interior de bienestar de manera horizontal. Vamos a las situaciones y a las relaciones quebrantadas y cambiantes de este mundo caído con el fin de encontrar nuestro propósito y nuestra descanso interior. Las cosas que no fueron diseñadas para darnos descanso y sobre las cuales no tenemos control se han transformado en nuestros mesías de reemplazo. Les pedimos que hagan por nosotros lo que sólo Dios es capaz de hacer. Verán, esto es lo que pasa: las cosas importantes (como la familia, el trabajo, la casa, el dinero, etc.) se vuelven cosas demasiado importantes para nosotros porque se convierten en los lugares en los que buscamos descanso. Cuando esto pasa, no solo no nos dan descanso, también se transforman en la razón de los infinitos ciclos de preocupación, ansiedad y miedo que, a decir verdad, están en la vida diaria de muchísimos creyentes. El trabajo es importante, pero no debe ser la fuente de su identidad. Cuando eso pasa, se transforma en la causa de una ansiedad interminable. El matrimonio o las amistades son importantes, pero no deben ser el lugar donde buscan descanso interior. Esto es lo que la Escritura nos lleva a decir. La preocupación que nos controla o nos paraliza revela más de lo que hay dentro de nosotros que de lo que hay fuera de nosotros. Es por esto que pienso que el pasaje que les compartiré a continuación, Mateo 6:19-34, es tan útil.

Reinos, tesoros y preocupación

Mateo 6:19-34 es uno de los pasajes bíblicos más conocidos sobre la ansiedad y la preocupación. (¿Por qué no se toman un tiempo ahora mismo para leer el pasaje?). ¿A quién no le parecen conocidas las palabras «¿quién de ustedes, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida?» (v. 27) o «por tanto, no se preocupen diciendo, “¿qué comeremos?” o “¿qué beberemos?” o “¿con qué nos vestiremos?”» (v. 31)? Cuando se abstraen de este pasaje de inmediato ven que es mucho más que un análisis de preocupación. Es realmente un desglose detallado de la guerra entre el Reino de Dios y el reino del yo. Precisamente, por esta razón dice lo que dice sobre la preocupación. Esto nos enseña que detrás de cada momento de preocupación hay una guerra por el corazón. Esta batalla tiene ver con quién gobernará efectiva y funcionalmente nuestros corazones: si el Reino de Dios o el reino del yo. Debido al pecado, nuestras luchas contra el reino del yo son tan dominantes y seductoras que Cristo pasó la mayoría de su tiempo en la tierra desglosando las dinámicas de este reino (vv. 19-32). No es hasta la primera palabra del versículo 33, «Pero», que nos encontramos con el giro del pasaje y el llamado a vivir para el Reino de Dios. En esencia, lo que Cristo dice es que el reino del yo está dominado por una búsqueda de tesoros terrenales y necesidades guiadas por la ansiedad. El reino del yo reduce la vida a un catálogo de tesoros físicos y experimentales y a una lista de necesidades personales. En este reino, vivo para asegurar que consigo lo que quiero y que satisfago mis necesidades. Ahora, antes de que digan, «bueno, Paul, ¡yo no vivo de esa manera!», déjenme preguntarles, ¿cuánta de sus preocupaciones en el último mes tuvo algo que ver con el Reino de Dios? Los animo a permitir humildemente que este pasaje sea un espejo en el cual se vean para observar las cosas sobre ustedes mismos que no verán de otra forma. Cristo usa una palabra muy útil aquí para describir las cosas que capturan nuestros corazones: tesoro. Piensen en esta palabra. Existen muy pocos tesoros en la vida que tienen un valor intrínseco, pues a la mayoría de los tesoros se les atribuye un valor. Es por esto que el viejo proverbio dice, «el piso de uno es el techo de otro». Por ejemplo, ¿por qué un billete de veinte dólares vale veinte dólares? No es porque contenga el valor de veinte dólares en tinta o papel. No, su valor es asignado. De la misma manera, ustedes le asignan valor a las cosas en sus vidas. Es imposible ser un humano y no hacer esto. Jesús nos advierte a ser cuidadosos con aquello a lo que le asignamos valor, porque lo que nombramos como nuestro tesoro controlará nuestros corazones y lo que controla nuestros corazones controlará nuestro comportamiento. ¿Cómo esto se conecta con la preocupación? La conexión es obvia y poderosa.  La preocupación y el descanso siempre revelan los verdaderos tesoros del corazón. Tendrán más descanso cuando lo que ustedes atesoren esté más seguro y se preocuparán más cuando lo que atesoren más esté en riesgo. ¿Qué revelan sus mundos de preocupación sobre los verdaderos tesoros de sus corazones? Sin embargo, en este pasaje, Jesús usa otra categoría provocativa: la necesidad. Sus vidas siempre están formadas por lo que se dicen a ustedes mismos que necesitan. Si el significado de necesidad es «algo esencial para la vida», llamar algo una necesidad es un compromiso importante del corazón. Si están convencidos de que algo es una necesidad, entonces parece apropiado esperar tenerlo y parece natural preocuparse cuando no se obtiene. Quizás la palabra necesidad es una de las que usamos con más descuido. La gran mayoría de las cosas que llamamos «necesidades» no lo son. Jesús sostuvo que nuestro Padre celestial nos proveerá misericordiosamente las cosas que son una verdadera necesidad. Por lo que la asignación de necesidades se conecta con la preocupación en dos maneras: la primera, tenderán a preocuparse cuando hayan puesto la vitalidad de sus vidas en las cosas que en realidad no necesitan y que nunca podrán controlar. La segunda: tenderán a preocuparse ante la legítima necesidad cuando se olviden de su Padre celestial y de su eterno pacto fiel de amor. Nuestro Padre es soberano, sabio, misericordioso y poderoso. Él gobierna sobre todas las cosas por el bien de su iglesia (Ef 1:15-23). Si no escatimó a su Hijo, ¿no nos dará libremente todo lo que realmente necesitamos (Ro 8:31–32)?

El descanso y la guerra

Estoy profundamente persuadido de que el descanso personal real y duradero nunca se encontrará en la comodidad de las circunstancias. Incluso en lo mejor de las situaciones en este mundo caído, sus corazones serán capaces de encontrar razones para preocuparse. El descanso interior del alma y la paz perdurable del corazón solo pueden encontrarse cuando Jesús y su Reino son sus mayores y más profundos tesoros. Cuando ponen su identidad en sus manos firmes, cuando encuentran su valor y propósito en la obra imparable de su Reino, y cuando ponen su sentido interior del bienestar en el cimiento seguro de su promesa de que satisfará cada una de sus necesidades, podrán descansar cuando las situaciones y las relaciones a su alrededor se quiebren. Vencer la preocupación no tiene que ver con esperar a que el mañana sea mejor. No, tiene que ver con ser un buen soldado en esta profunda guerra del corazón. Se trata de pelear contra la tentación de poner la paz de nuestro corazón en las cosas que, por su misma naturaleza, son temporales y, por lo tanto, no son orgánicamente diseñadas para darles una paz perdurable (ver Mt 6:19). Se trata de alimentar sus almas diariamente con las promesas y las provisiones de su Padre celestial. Se trata de ser especialmente cuidadosos al nombrar algo como necesidad. Se trata de vivir por algo más grande que ustedes mismos. Se trata de darle el amor y la preocupación de sus corazones al Rey y a su reino y pelear contra el instinto de construir un propio reino liliputense. El reino del yo nunca les dará descanso porque no tiene la capacidad de satisfacer los anhelos de sus corazones. En la cueva, David entendió esto cuando dijo, «[...] porque solo Tú, Señor, me haces vivir seguro» (Sal 4:8). Era como si David dijera, «mi paz no se encuentra en los lugares, en las relaciones o en las circunstancias; se encuentra en el Señor. ¡Debido a que es así es que soy libre y no tengo necesidad de preocuparme en esta cueva como lo estaba en el palacio!». Sí, David estaba entristecido como cualquier padre lo hubiese estado; y no, él no sabía cómo iban a resultar las cosas, pero en medio de sus preguntas y en la agonía de su dolor él era un hombre con un corazón descansado, hasta el punto de que era capaz de dormir. La preocupación y el descanso siempre revelan los verdaderos tesoros de nuestros corazones, y en esta batalla no estamos solos porque el Rey al que estamos llamados a servir también es Emanuel. Él está siempre con nosotros y batallando por nosotros por su gracia.
Este artículo fue originalmente publicado por Ligonier Ministries en esta dirección.
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Cinco verdades para las noches de insomnio
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Cinco verdades para las noches de insomnio

¿Han sufrido de insomnio últimamente? ¿Algo o alguien consume sus pensamientos que deben luchar para acostarse en paz? Esta semana, me encantaría escribirles y contarles que mi corazón está completamente en paz, pero no es así. Me encantaría poder declarar con confianza que descanso en el cuidado de Dios y que confío en su plan; sin embargo, no es así. ¿Lucho menos que antes? Sí, por la gracia de Dios. Mi descanso es más constante y mi corazón disfruta de mayor paz que en los primeros días de mi fe. No obstante, aun dudo y aun tengo momentos de ansiedad, pero sé que no estoy solo. Así que, si en alguna manera se parecen a mí, deben haber versículos en la Biblia que los confunden o incluso, quizás, los desaniman. Versículos como el Salmo 4:8, «en paz me acostaré, y así también dormiré, porque sólo tú, Señor, me haces vivir seguro»; o el Salmo 27:3, «si un ejército acampa contra mí, no temerá mi corazón; si contra mí se levanta guerra, a pesar de ello, yo estaré confiado». ¿Cómo puede un cristiano, que enfrenta las realidades difíciles e impredecibles de la vida en un mundo caído, llegar a un punto en donde pueden ir a dormir con un corazón en paz? ¿Acaso el salmista está fingiendo su espiritualidad? ¿O acaso ha encontrado algún ingrediente secreto para la fe? Estoy profundamente convencido de que el secreto para un corazón confiado y para una noche en paz no es un secreto en lo absoluto. Al contrario, es pura y simple teología; es decir, la confianza en los principios fundamentales que Dios dispone en su Palabra. A continuación, nombro cinco de ellos:
1. Acepten el caos
Tenemos un control ínfimo en un universo gigantesco. Cada día trae sus propios problemas (Mt 6:34). Mientras más tratamos de manipular las situaciones, los lugares y las relaciones de la vida, más cansados y desanimados estaremos.
2. Conozcan los hechos
Aun cuando acabo de decirles que acepten el caos, la Biblia en realidad declara que todo en el universo está dirigido por una autoridad completa y específica (Hch 17:26). Nada es un caos a los ojos de Dios; él nunca se confunde ni nada lo toma por sorpresa. Cuando nos decimos a nosotros mismos lo contrario, no debe sorprendernos que estemos estresados y angustiados.
3. Confíen en el Padre
Dios es más que sólo una deidad gobernante, ejerciendo su poder soberano sobre las personas y los lugares. La Biblia nos dice que él también es bueno y que le dará a sus hijos todo lo que necesitan e incluso más (Mt 6:26-32; 7:9-11). Sus vidas están seguras en las manos de un Padre poderoso y amoroso.
4. Dedíquense a las disciplinas espirituales
En medio de las pruebas, es muy tentador abandonar las disciplinas espirituales de nuestra fe y tratar de llevar las cosas por nuestra propia cuenta. Oren, ayunen, mediten y memoricen la Escritura; sigan asistiendo a los servicios de adoración y a los grupos pequeños. Sumérjanse en Dios, en su Espíritu, en su Palabra y en su cuerpo de creyentes. 
5. Conozcan sus límites
Muchos cristianos se inquietan tratando de descifrar la voluntad secreta de Dios para sus vidas. ¡Es un secreto, después de todo! Al contrario, debemos descansar en los límites claros que Dios nos ha dado a conocer. Dejen que Dios sea Dios y que él establezca sus pasos (Pr 16:9). Ustedes y yo podemos dormir porque Dios es sabio, amoroso y poderoso. Él está en control todo el tiempo de cada detalle de nuestras vidas. Dios los bendiga.

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Existe alguna evidencia en la forma en que vives de que tu corazón no está descansando? Sé específico.
  2. Cuando vienen los problemas, ¿qué haces con las disciplinas espirituales?
  3. ¿Qué cosas demandas saber en vez de descansar en el plan de Dios?
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita su sitio web . Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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Nuestra definición del ministerio es demasiado limitada
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Nuestra definición del ministerio es demasiado limitada

¿Cómo definirían el ministerio? Quizás lo definen como el liderazgo o la participación en un grupo pequeño a mitad de semana. Tal vez significa ofrecerse como voluntario después de la iglesia para dar de comer a quienes no tienen hogar. Probablemente, para ustedes sea renunciar a una semana de vacaciones pagadas y, en vez de descansar, se van de viaje misionero a otro país. Es probable que un rol específico dé forma a su definición de ministerio (un rol en el equipo de alabanza, como líder del grupo de jóvenes, como pastor, como diácono, como anciano o como profesor de la Escuela Dominical). Ninguna de estas definiciones se puede descartar. En cierta medida, todas ellas son hermosas definiciones del ministerio bíblico. Sin embargo, estoy profundamente convencido (y profundamente preocupado) de que nuestra definición de ministerio es demasiado limitada. En todos mis viajes a, literalmente, miles de iglesias alrededor del mundo, he descubierto que limitamos nuestra definición de ministerio a:
  1. Ministerio vocacional: el título que alguien tiene, ya sea pagado o voluntario.
  2. Ministerio local: una actividad específica agendada en un tiempo y en un lugar predeterminado.

La Biblia, por otro lado, presenta una definición mucho más completa del ministerio.

Si ustedes, pues, han resucitado con Cristo... Colosenses 3:12-15 podría ser el llamado, y la definición, al ministerio más directo de la Biblia. Antes de que lean el pasaje, fíjense en lo siguiente: el apóstol Pablo no le está escribiendo a estudiantes de seminario ni a pastores ni a ancianos. Al principio del capítulo, él comienza con esta frase: «si ustedes, pues, han sido resucitados con Cristo...». Se está refiriendo a todos nosotros, a cualquier cristiano, sin importar la vocación ni el lugar. Así es como el estilo de vida de ministerio debería ser:

12 Entonces, ustedes como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia; 13 soportándose unos a otros y perdonándose unos a otros, si alguien tiene queja contra otro. Como Cristo los perdonó, así también háganlo ustedes. 14 Sobre todas estas cosas, vístanse de amor, que es el vínculo de la unidad. 15 Que la paz de Cristo reine en sus corazones, a la cual en verdad fueron llamados en un solo cuerpo; y sean agradecidos. (NBLH)

Revístanse

La palabra que usa la NBLH, al igual que la NVI, es «revístanse». Imaginen que todos los días tienen que vestirse para el trabajo del ministerio. Si son plomeros, profesores u oficiales de policía, necesitan usar un uniforme o al menos seguir un código de vestimenta. De la misma manera, los cristianos necesitamos «revestirnos» para la vida del ministerio a la que Dios nos ha llamado. A continuación, les presento diez actitudes del corazón con las que necesitan revestirse cada día según Colosenses 3:12-15:
1. Compasión
La compasión no es solo tener consciencia de las necesidades de otra persona; más bien, es el deseo de hacer algo para satisfacer esas necesidades. Si somos hijos del «Padre de misericordias y Dios de toda consolación» (2Co 1:3), no tiene sentido recibir tan maravillosa compasión y responderle a otros con dureza y poca compasión.
2. Bondad
La bondad es la interacción, la conversación y el actuar generoso, tierno y cariñoso de una manera que es comprensiva y considerada. Incluso si están confrontando, exhortando o amonestando a alguien, el ministerio debe caracterizarse por la bondad de Cristo.
3. Humilidad
Ustedes y yo nos parecemos más a las personas que ministramos de lo que pensamos. No hemos alcanzado nada y necesitamos la gracia diaria que Dios nos llama a compartir con otros. El ministerio no debe realizarse con una actitud de superioridad moral, sino que con una actitud de disposición a acompañar a alguien en el camino.
4. Mansedumbre
Por definición cultural, ser manso es típicamente un insulto, pero según la Biblia, la mansedumbre es algo que se debe buscar (Mt 5:5). La mansedumbre nunca transa lo que es correcto; simplemente muestra el camino a otros con ternura y habla suave y apaciblemente. Recuerden lo que nos dice Proverbios 15:1, que las palabras hirientes crean problemas más que solucionarlos.
5. Paciencia
Esperar es una de las cosas más difíciles a las que Dios nos llama en el ministerio. ¡Queremos plantar semillas en la mañana y cosechar frutos maduros en la tarde! Sin embargo, la obra de cambio de Dios, en nosotros y en otros, es un proceso. Cuando nos falta paciencia, hablamos precipitadamente y presionamos humanamente culpando y dando ultimatums. Aun cuando el comportamiento externo puede modificarse temporalmente, nunca resulta en el cambio bíblico del corazón.
6. Tolerancia
Tolerar o «soportarse unos a otros» es lo mismo que la paciencia… ¡pero bajo presión! El tiempo más difícil para ejercitar la paciencia es cuando somos provocados. Todo lo que yo quiero hacer en esos momentos es contraatacar, pero tenemos el ejemplo y el poder de Cristo: «quien cuando lo ultrajaban, no respondía ultrajando. Cuando padecía, no amenazaba, sino que se encomendaba a aquel que juzga con justicia» (1Pe 2:23). Fíjense en que la tolerancia de nuestro Salvador creció en el terreno de una confianza activa en la justicia del Padre.
7. Perdón
Cuando han pecado contra nosotros, debemos renunciar a nuestros sentimientos de enojo, de amargura y a nuestros deseos de venganza. Esto nos permite liberar a la persona de la culpa y de cualquier necesidad de pago. ¿Por qué hacemos esto? Porque Cristo nos perdonó primero —y no olviden la parábola del siervo despiadado (Mt 18:21-35)—.
8. Amor
Esta es la cualidad fundamental para el ministerio, la virtud que mantiene a todas las demás unidas. El amor significa disposición a sacrificar la posición, las posesiones, los deseos y las necesidades personales por el bien de otro. Es la disposición a esperar, a trabajar, a sufrir y a dar en beneficio de otro. Amar significa estar dispuesto a dar la vida por otro.
9. Paz
Paz no significa que sus vidas van a estar libres de conflicto o de luchas. Al contrario, el ministerio a menudo no es pacífico. Pero «la paz de Cristo» entrega descanso, contentamiento, seguridad y esperanza interior que proviene de una confianza activa en la presencia, en el poder, en el gobierno y en la gracia de Cristo. Cuando miran sus vidas desde el punto de vista de quién es Dios y de lo que está haciendo como Señor y Redentor, pueden estar en paz en medio del conflicto.
10. Agradecimiento
Vivimos en una época de derechos, pero si recordamos lo que dice el Evangelio sobre quiénes somos y sobre lo que realmente merecemos, ¡no debe ser difícil vivir agradecidos ni hablar desde un corazón que da gracias! El agradecimiento es un espíritu de gratitud por los dones de gracia que recibimos que no pudimos obtener ni ganar por nuestros propios méritos. Refleja una conciencia de la increíble misericordia que sigo recibiendo de la mano del Señor y, a su vez, yo doy esa misericordia a los demás, aunque ellos no la merezcan.

No estamos calificados para el ministerio

No sé si les pasa lo mismo que a mí, pero cuando leo esta lista, me siento culpable y abrumado. Reconozco cuánto fallé ayer, veo el llamado de hoy y ¡me doy cuenta que simplemente no estoy calificado! Ningún título de seminario ni los libros que haya escrito me preparan para esta vida de ministerio. Eso significa que ustedes y yo tenemos que clamar por misericordia y fuerza de Dios, pues solo él puede perdonarnos cuando fallamos y somos incapaces de vestirnos para el ministerio. Hay algo más que es vital que entendamos: el apóstol Pablo no nos está dando una lista de quehaceres; más bien, nos está diciendo que nos «pongamos a Cristo». Para ser efectivo en en el ministerio, tienen que tomar el carácter de Cristo; encarnar a Cristo en sus vidas de la misma forma en que él encarnó al Padre en la tierra. Lleven la gloria de Cristo con ustedes a medida que ministran. El encuentro más importante en el ministerio no es que las personas se encuentren con ustedes, sino que con Jesús. Ustedes son llamados a simplemente producir ese encuentro. Prepárense para producir ese encuentro al revestirse con Cristo y al armarse con las verdades de la Escritura.
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita  su sitio web. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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Seis verdades sobre la fe débil y las oraciones pequeñas
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Seis verdades sobre la fe débil y las oraciones pequeñas

El duodécimo capítulo de Hechos describe tiempos terribles y violentos para los cristianos de la iglesia primitiva. Si vives en el pacífico Oeste, va a ser difícil que relaciones lo que significó vivir en constante amenaza y temor solo debido a tus creencias. Tristemente, existen millones de hermanos y hermanas alrededor del mundo que viven en regiones en donde la violencia es una respuesta común a la fe bíblica. Herodes, el rey de ese tiempo, no era muy teólogo; él no se oponía a los seguidores de Cristo por sus creencias específicas. Lo que a él le preocupaba más que cualquier otra cosa era conservar su posición en el poder político. Si los líderes judíos comenzaban a provocar conflictos en su territorio, atraería la atención del César negativamente. Puesto que los saduceos y los fariseos veían a aquellos que seguían a Jesús como una amenaza, Herodes empezó a aplastar a esta «secta insurgente» de cristianos. Herodes comenzó a ser violento con quienes eran parte de la iglesia. Él asesinó a Santiago, el hermano de Juan, usando la espada, y cuando vio que agradó a los judíos, procedió a arrestar a Pedro y dejarlo en prisión (v. 1-3). No fue difícil para los hermanos y hermanas en Cristo de Pedro adivinar lo que pasaría después. Herodes iba a hacer un espectáculo público con la ejecución de Pedro y ganaría así aún más apoyo de los líderes judíos, lo cual era crucial para mantener el control.

El poder de la oración

La iglesia primitiva en ese tiempo no tenía poder político y, por lo tanto, no había forma de convencer a Herodes para que liberara a Pedro. ¡Sin embargo, no es que no tuvieran influencia! Jesús había modelado para sus seguidores la herramienta más poderosa que cualquier grupo de personas podría usar: la oración. Por tanto, en fe, «la iglesia hacía oración ferviente a Dios por él (Pedro)» (v.5, el paréntesis del autor). A medida que la iglesia oraba, Dios respondía. Un ángel apareció en la celda de Pedro, sus cadenas cayeron y el ángel le dijo que se vistiera y lo siguiera. ¡Incluso Pedro no estaba preparado para que Dios respondiera de esta forma! Ponte en sus sandalias. Al igual que Pedro (ver v. 9), probablemente te habrías preguntado, «¿es un sueño? ¿Acaso estoy teniendo una visión? ¿Acaso despertaré de un sueño optimista a la miserable realidad de estar aun encadenado y cerca de morir?». ¡No fue hasta que Pedro pasó a todos los guardias y estaba afuera en la calle que volvió en sí y se dio cuenta de que esta era, en realidad, la vida real! Él había sido liberado por un poder infinitamente más grande que el que Herodes y el César podrían tener jamás: el poder del Señor Todopoderoso. Probablemente, aún en cierta incredulidad, Pedro dijo, «ahora sé en verdad que el Señor ha enviado a su ángel, y me ha rescatado de la mano de Herodes y de todo lo que esperaba el pueblo de los judíos» (v.11). ¿Y qué era eso que esperaban los judíos? Su ejecución pública, que habría sido un horrible golpe para la joven banda de seguidores de Jesús.

La Biblia puede ser divertida

Es importante que leamos estas historias de fe para sumergirnos en la narración. Debemos sentir el terror y el desánimo de la iglesia primitiva cuando Herodes estaba en la violenta búsqueda de sangre cristiana. Debemos identificarnos con Pedro cuando él tuvo dudas y confusión sobre la capacidad de Dios para realizar rescates maravillosos. Y debemos reírnos del humor que esta historia tuvo después. Una vez que fue liberado de la prisión, Pedro se dirigió hacia la casa de María, que era con certeza el lugar donde todos se reunirían para orar por su liberación. Él llegó mientras sus hermanos y hermanas aún estaban orando y comenzó a tocar la puerta. Rode, la sirvienta que estaba a cargo en ese momento, reconoció la voz de Pedro y estaba tan rebosante de alegría que en su apuro por ir a contarles a los otros que sus oraciones habían sido respondidas, olvidó abrirle la puerta a Pedro y dejarlo entrar. ¡Qué gracioso! En un acto milagroso, Pedro ya no estaba atado en cadenas, custodiado por soldados ni encerrado tras las rejas de la prisión, sino que ¡los que habían estado orando fervientemente para que fuera liberado lo habían dejado afuera de la casa sin poder entrar! Mientras tanto, los creyentes que estaban adentro no podían creer que Dios realmente les había concedido lo que estaban orando, y le dijeron a la sirvienta que estaba loca (v.15). Rode siguió insistiendo, pero ellos le contestaron que quien estaba afuera no era Pedro, sino que su ángel (¡No sabía que cada uno de nosotros tuviera un ángel!). Quién sabe cuánto tiempo más tarde, la insistencia de Pedro en golpear la puerta (Dios lo bendiga) los convenció de que este o era un ángel muy persistente o que Rode estaba diciendo la verdad. Finalmente, fueron a la puerta y, cuando la abrieron, estaban maravillados al ver que Dios había respondido sus oraciones de una forma tan milagrosa.

No se distancien de la historia

Cuando sea que leamos historias bíblicas como esta, para nosotros es natural distanciarnos de ellas. Quizás debido a las diferencias en el contexto cultural e histórico, pero cuando lo hacemos, estas historias de fe pierden su poder transformador. Recuerda, el propósito de la Escritura no es informarnos de lo que pasó, sino que transformarnos por medio de lo que pasó. Ponte en medio de este asustado y confundido grupo de creyentes. Ellos habían visto a Jesús sufrir y morir, pero luego él resucitó y se les apareció, demostrando su poder. Él los comisionó para llevar el mensaje de vida eterna y abundante antes de ascender al cielo, y los dejó con órdenes de marcha.  De pronto, la misma oposición que llevó a la muerte a su Mesías, ahora estaba dirigida hacia ellos. Santiago había sido asesinado; luego, Pedro, probablemente su líder principal, había sido encarcelado y sin duda enfrentaría la ejecución. Se reunieron a orar, pero pensándolo bien, la oración quizás no parecía mucho un arma. Sí, sus oraciones eran fervientes, pero sus expectativas eran bajas. ¿Acaso no es eso cierto de todos nosotros? Si estuvieras en sus sandalias, ¿qué habrías estado pensando y sintiendo? ¿Habrías tenido preguntas sobre Dios, sobre su poder, su presencia, su bondad y su gracia? ¿Habrías encontrado fácil creer que el Señor habría liberado a Pedro de las cadenas? ¿Te habría inundado la duda o asediado el miedo? ¿Te habrías preguntado si ser un seguidor de Cristo valía la pena? ¿Te habrías preguntado si el mensaje al que te habías aferrado era realmente cierto después de todo?

Seis verdades sobre la fe débil y las oraciones pequeñas

Me encanta esta historia de fe porque nos anima a ser honestos sobre nuestra fe y nuestras oraciones a medida que enfrentamos las realidades de la vida en un mundo caído. Hay seis cosas sobresalen en mi opinión en la narración:
1. No existen los héroes de fe
Me anima el hecho de que esa noche, en la casa de María, no habían grandes héroes ejemplares de fe. Nadie estaba lleno de coraje, nadie parecía estar libre de la duda y nadie parecía tener certeza de lo que Dios haría. Aun cuando oraron, se sorprendieron del poder y de la compasión del Dios a quien oraban. Al recordarnos que existe solo un héroe de fe: el Señor Todopoderoso, esta historia nos invita a ser honestos respecto a nuestra fe débil y nuestras pequeñas oraciones.
2. Nunca estamos solos
No importa lo que enfrentemos, nunca lo haremos solos. Es tan sorprendente que Dios esté cerca de nosotros y que nos escuche, pero al final lo que importa es que aquel que está cerca y que escucha está en control absoluto de cada situación, lugar y relación por la que oramos. Incluso más sorprendentemente, Efesios 1:22 nos dice que Jesús, que está sentado la diestra del Padre, gobierna sobre todas las cosas por el bien de la iglesia. Él ejerce su poder soberano sobre todo, no solo para su propia gloria, sino que también por nuestro bien redentor. Cuando recordamos esta verdad, nuestra fe en la oración crecerá más fuerte y reemplazará nuestra preocupación.
3. El poder divino es mayor que el poder político
La esperanza de la iglesia no está en su propio poder, ¡sino que en el Señor de la iglesia! Me preocupa cuán política se ha vuelto la iglesia en este tiempo. Temo que su deseo por poder político sea el resultado de una mala teología. Equivocadamente, pensamos que al ser una fuerza de poder, debemos adquirir y ejercer poder político, porque esa es la plataforma en donde los niños grandes toman decisiones importantes. Esta mala teología provoca que la iglesia abandone su mensaje central, que forme alianzas cuestionables y que haga cosas para obtener poder que son impropias de los seguidores de Jesucristo. Esta historia de fe nos recuerda que el gran poder transformador de la iglesia de Jesucristo no es un poder político, sino que un poder espiritual. Es este poder divino contra el que las puertas del infierno no pueden pelear. Este poder divino es el que puede derribar nuestras fortalezas. Herodes no fue capaz de retener a Pedro, no porque la iglesia lo presionó políticamente, sino que porque la iglesia llevó su caso al Rey de reyes, que tiene el poder de derrotar a cualquier gobernador terrenal con el chasquido de sus dedos.
4. La fe débil es productiva y las pequeñas oraciones son respondidas
La respuesta de Dios a la oración no es directamente proporcional al tamaño y a la fuerza de la fe de la persona que oró. Si así fuera, la mayoría de mis oraciones no serían escuchadas y ¡me imagino que esto también sería así en tu caso! Esta historia ilustra lo opuesto y Mateo 17:20 nos cuenta que la fe que puede ser incluso del tamaño de la más pequeña semilla tiene el poder para arrojar las montañas en el mar. Me preocupa la oración legalista que regularmente realiza la iglesia. Nos dice que no estamos obteniendo respuestas a nuestras oraciones porque no lo hacemos con suficiente fe. Eso no solo nos deja con el sentimiento de culpabilidad, sino que también nos hace preguntarnos qué rayos debemos hacer para generar más fe. La Biblia, por otro lado, nos enseña que en la más pequeña fe se encuentra la sumisión más radical de nosotros mismos al Señor, y que incluso la oración más débil es un acto de adoración que honra a aquel a quien oramos.
5. La duda es una experiencia normal en todo creyente
No importa cuán astuto seas teológicamente ni cuán instruido seas bíblicamente, aún hay misterios en tu vida. Entre el «ya» y el «todavía no» habrá momentos en los que Dios te confundirá, en los que parecerá que no responde y que se siente distante e indiferente. En otras palabras, ¡habrá momentos en los que la vida simplemente no tiene ningún sentido! ¿Qué sentido tiene comisionar a la iglesia a llevar el Evangelio al mundo y luego permitir que uno de sus líderes principales (Santiago) sea asesinado y que otro (Pedro) sea capturado? Todos nosotros enfrentaremos situaciones como la de estos creyentes en los que la duda, la confusión y el miedo son más naturales en nosotros que la confianza en Dios. La pregunta es: ¿qué harás con tu duda? ¿Te enojarás y te alejarás de Dios o en el dolor de la duda clamarás a Dios por ayuda, ejercitarás una fe débil y harás oraciones pequeñas?
6. Dios no se burla de la fe débil ni de las oraciones pequeñas
Esta pequeña historia nos predica la gracia. Dios no ridiculizó a los cristianos que se reunieron en la casa de María por su fe débil y sus oraciones pequeñas. No, él los llenó de consuelo, ánimo y poder. Tú y yo no compramos nuestra salvación por medio de nuestra rectitud personal, tampoco compramos las respuestas de Dios por medio de la fuerza y el tamaño de nuestra fe y de nuestras oraciones. El Señor sabe que somos débiles y es por eso que él ha prometido ser nuestra fortaleza y ejercer su autoridad por nosotros. Tus hermanos y hermanas de Hechos 12 te enseñan a dejar de ocultar tu duda, a dejar de negar tu debilidad y a dejar de desinfectar tus luchas de fe. Confiesa que eres débil y luego corre hacia la única fuente de fuerza que te encontrará donde estés y hará por ti lo que tú nunca podrás hacer por ti mismo. El único a quien orarás es tierno, lento para la ira y abundante en amor. Él ha prometido que nunca haría oídos sordos a las pequeñas oraciones de sus hijos, no importa cuán débiles sean. ¡Esas sí que son buenas noticias!
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Vivan una vida desapercibida
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Vivan una vida desapercibida

No sabemos mucho sobre el hombre llamado Enoc. La Biblia no menciona ningún detalle sobre su vida, sobre sus maravillosas proezas, sobre sus batallas ganadas o sobre sus viajes hechos por fe como lo hace con otros personajes bíblicos. Todo lo que sabemos es que él fue la séptima generación entre Adán y Noé, que su padre fue Jared y que su hijo fue el famoso longevo Matusalem (ver Gn 5:18-24). A pesar de haber tenido una vida común y corriente (en términos de importancia histórica y detalle bíblico), Enoc es la segunda persona consagrada en el famoso «Paseo de la fe» de Hebreos 11.

Vidas que pasan desapercibidas

¿Cuál es la razón para haber incluido a Enoc entre hombres como Noé, Abraham y Moisés? Yo tengo una teoría: tal como Enoc, nosotros tendremos vidas que pasarán desapercibidas. No me malentiendan. No estoy diciendo que no seremos influyentes ni que seremos ignorados. Lo que quiero decir con esto es que simplemente la mayoría de los cristianos nunca llegarán a quedar registrados en libros de historia. Solo tendremos una pequeña cantidad de seguidores en Twitter y Facebook. La mayoría de nosotros no tendrá un millón de personas leyendo nuestros blogs y cuando muramos, aparte del leal círculo de la familia y de los amigos cercanos, los detalles de nuestras vidas serán en buena parte olvidados por aquellos que nos conocieron. ¿Los desanima esa realidad? Sean honestos: es tentador pensar que no podremos marcar la diferencia. Es fácil pensar que lo que somos, lo que creemos y cómo vivimos no impactará a otros. ¿Acaso no somos solo biología momentánea en el radar universal del espacio y del tiempo?

Agradable a Dios

La historia de fe de Enoc desafía nuestra visión pesimista de nuestro significado y propósito. Esto es lo que dice Hebreos 11:5: «Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios». Aun cuando no sabemos nada sobre este hombre, la breve mención en Hebreos 11 nos confronta con la realidad de que Dios nos nota y le importamos. La única manera en que Dios podría haberse agradado en la vida de Enoc era notándola, y la única razón para que Dios la hubiera notado es porque le importaba. Esto significa que la vida de Enoc, aunque era «insignificante» en términos humanos, estaba lejos de eso. ¿Cómo podría haber otra vida más importante que una que es tomada en cuenta por el Señor del cielo y la tierra y es elogiada por él? Verán, la historia de fe de Enoc nos cuenta que el significado y propósito últimos no se encuentran en el poder político, en la influencia cultural, en la importancia histórica o en la acumulación de las riquezas. Pueden tener todas estas cosas y aún ser asediados por sentimientos de falta de sentido. El único lugar para encontrar significado y propósito que provoca paz y produce contentamiento es en la relación vertical con Dios. La historia de Enoc nos enseña que a los ojos de Dios, ninguno de sus hijos es insignificante ni pasa desapercibido.

Una historia más

Hay algo más que debe mencionarse sobre la poca importancia de la vida de Enoc, porque, de hecho, tenemos una cita que vino de la boca de este hombre poco conocido. Es una profecía, que encontramos en Judas 1:14-15, sobre el juicio de Dios contra el mal:
También Enoc, el séptimo patriarca a partir de Adán, profetizó acerca de ellos: «Miren, el Señor viene con millares y millares de sus ángeles para someter a juicio a todos y para reprender a todos los pecadores impíos por todas las malas obras que han cometido, y por todas las injurias que han proferido contra él»
En esta cita, de un hombre del que conocemos tan poco históricamente, se nos dice todo lo que necesitamos saber sobre su corazón en términos morales: a Enoc le preocupaba profundamente el bien y el mal. Esta profecía no comunica las palabras de un hombre enojado y vengativo, sino que revela el corazón de un hombre cuyo corazón se quebranta a medida que considera la santidad de Dios y la maldad del ser humano. Nuevamente, existen lecciones que podemos extraer de la vida de Enoc. En primer lugar, la fe vertical produce conciencia moral. En segundo lugar, la conciencia moral produce ojos que ven el mal y un corazón que se preocupa por ello. Y en tercer lugar, cuando sus vidas están moldeadas por la conciencia moral, dejan un legado de bien sean quienes sean, cualquiera sea el lugar donde vivan y sea lo que sea que hagan.

Personas «insignifiantes» por todos lados

El puñado de personas que se registran en los libros de historia no son los que generan gran parte del impacto hacia lo que es correcto, bueno y verdadero en la comunidad humana, sino que son las incontables masas de personajes desconocidos que hacen lo correcto, hablan lo bueno e influencian a otros para que les importe lo que es bueno. Dios avanza su causa justa por medio de cientos de miles de personas «insignificantes» como Enoc que están comprometidos con lo que es correcto en cualquier lugar donde Dios los ha puesto. Finalmente, es necesario decir que, sobre todo, la historia de Enoc es una historia de gracia. Enoc era un pecador como el resto de nosotros y los pecadores tienden a preocuparse más sobre sus propios deseos, sentimientos y necesidades que de lo que Dios dice que es correcto. Es difícil dejar un legado de bien cuando estamos tan consumidos con nosotros mismos. Sin embargo, cuando la gracia entra en nuestras vidas y cambia radicalmente nuestros corazones, comenzamos a preocuparnos sobre lo que Dios dice que es correcto y a desear que nuestras vidas lo agraden a él. Comenzaremos a lamentarnos, no solo por nuestros pecados, sino que por el mal que nos rodea y nuestro lamento se convertirá en acción. La gracia captura a personas perdidas y sin rumbo e infunde sus vidas con significado y propósito moral, y para esas personas, la conciencia moral no es una carga, sino que es una alegría porque la gracia ha causado que amen a Dios y a otros más de lo que se aman a ellos mismos.  Esa fue la historia de Enoc, y por gracia, puede ser la de ustedes también.
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Una Navidad violenta
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Una Navidad violenta

No sé cuáles son las emociones que llenan tu corazón cuando piensas en la Navidad, pero espero que para la mayoría de ustedes, la Navidad sea una celebración feliz llena de amor, tiempo familiar y bendición. Cada año, mi familia se reúne, tenemos cenas deliciosas y comemos riquísimas galletas de Navidad. Vemos películas clásicas, damos regalos, compartimos historias y celebramos lo que Dios ha hecho. Cada año, agradezco a Dios por la oportunidad que me da de relajarme y de disfrutar a mi familia durante las fiestas de fin de año. Sin embargo, cada año, también recuerdo que la primera Navidad no fue en lo absoluto un tiempo de relajo o de celebración. Lee la historia a continuación:

Mateo 2:13-18

Cuando [los sabios del oriente] ya se habían ido, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».

Así que se levantó cuando todavía era de noche, tomó al niño y a su madre, y partió para Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Herodes. De este modo se cumplió lo que el Señor había dicho por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo».

Cuando Herodes se dio cuenta de que los sabios se habían burlado de él, se enfureció y mandó matar a todos los niños menores de dos años en Belén y en sus alrededores, de acuerdo con el tiempo que había averiguado de los sabios. Entonces se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías:

«Se oye un grito en Ramá, llanto y gran lamentación; es Raquel, que llora por sus hijos y no quiere ser consolada; ¡sus hijos ya no existen!»

Una Navidad violenta

Si creciste en la Escuela Dominical y la historia bíblica ha sido una parte principal en tu vida (¡alabado sea Dios por ello!), este relato puede haberse convertido en uno trivial y familiar. Espero que este nunca sea tu caso. Te animo a considerar nuevamente esta espantosa historia de Navidad, no con el mero propósito de provocar indignación y depresión, sino que para aumentar la celebración del nacimiento de Cristo. Verás, Jesús no vino a un mundo de comodidades y lujos. Ciertamente, todos sabemos esto, pero piensa en lo que esta historia representa: desde el principio de su vida hasta el final de ella, la muerte (una muerte violenta, brutal y criminal) iba tras Jesús. Esa no es una descripción de un cargo o de una vida que me gustaría tener. Lo hermoso sobre Navidad es que el Hijo de Dios vino voluntariamente a un lugar en el que existe tan inimaginable violencia e injusticia. ¡Voluntariamente! Y aunque, como un niño, él pudo escapar de la sentencia de muerte de Herodes en esa oportunidad, una sentencia de muerte real finalmente caería sobre él de nuevo. Él experimentaría una muerte horrorosa, sangrienta y violenta en manos de hombres malvados. Por lo tanto, mientras te sientas bajo tu árbol de Navidad hermosamente decorado, comes la exquisita comida de celebración y ríes junto a tus seres queridos, no debes permitirte olvidar el horror y la violencia al principio y al final de la historia de Navidad. La historia comienza con el horrible sacrificio de niños y termina con el violento asesinato del Hijo de Dios. El sacrificio representa cuánto necesita la tierra la gracia de Dios; el asesinato es el momento en el que esa gracia es entregada. Mira ese pesebre que representa una nueva vida y ve a aquel que vino a morir. Oye la canción festiva de los ángeles y recuerda que la triste muerte será la única forma en la que la paz puede ser entregada. Mira a tu árbol y recuerda otro (uno que no fue decorado con brillantes adornos, sino que fue manchado con la sangre de Dios). Mientras celebras, recuerda que el camino para tu tu celebración fue la muerte de aquel a quien celebras y sé agradecido.
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¿Por qué hay historias en la Biblia?
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¿Por qué hay historias en la Biblia?

Quisiera presentarles una serie de publicaciones que se enfocarán en historias de personas de fe. Algunos de los nombres sonarán familiares: Noé, Abel y Enoc, mientras que otros personajes bíblicos serán menos conocidos, como la viuda de Sarepta, que aun así tienen importantes historias que contar. Sin embargo, antes de comenzar, necesito recordarles algo importante: el propósito de contar estas historias no es darles héroes para emular, sino más bien para señalarles a la Persona en quien su fe debería estar. Verán, estos hombres y mujeres no son memorables porque tuvieron fe, pues no hay nada especial en la EXISTENCIA de su fe. Al contrario, estas personas son memorables porque encontraron un LUGAR inamovible y eterno para su fe: el Dios del universo.

Sin fe

Como ya he escrito muchas veces antes, es imposible que exista un ser humano que no tenga fe. Cada hombre, mujer y niño nace siendo un filósofo y un teólogo, organizando su vida basado en una cosmovisión de fe que determina sus pensamientos, sus deseos, sus palabras y sus acciones. Incluso si su teología declara audazmente: «¡no existe Dios!», y si su estilo de vida se define por una autonomía despreocupada, ellos siguen viviendo por fe (una creencia de que no existe Dios ni consecuencias eternas por su comportamiento). Dios diseñó esta capacidad para tener fe en los corazones y en las mentes de cada persona que ha vivido, con el propósito supremo de llevarlos a la fe en el Creador. Hebreos 11:6 dice, «sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan». Noten los dos aspectos ineludibles e inseparables de la fe que se encuentran en este versículo. En primer lugar, tener fe en Dios significa que debes «creer que él existe» (este es un compromiso del corazón y de la mente para creer). En segundo lugar, ya que «él recompensa a quienes lo buscan» la fe decide, actúa y habla en base a la creencia de la existencia de Dios. Por lo tanto, si tuviera que definir lo que es fe, esto es lo que diría: la fe es un compromiso del corazón y de la mente para creer en la existencia de Dios que cambia radicalmente la forma en la que una persona vive. Sin embargo, esto nos deja una pregunta más: cuando las cosas se ponen difíciles en tu día a día, ¿qué significa creer que Dios existe? Encontramos una maravillosa respuesta en Hechos 17.

Creer en Dios

El apóstol Pablo está en Atenas esperando contactarse con compañeros misioneros cuando observa a personas adorando un altar que tenía la inscripción «A un Dios desconocido». Al ser el misionero del Evangelio que era, Pablo no pudo resistir entablar una conversación con los filósofos locales y contarles que el Dios que existe en realidad es bastante fácil de conocer. Esto es lo que dice en Hechos 17:24-31:
El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él es Señor del cielo y de la tierra. No vive en templos construidos por hombres, ni se deja servir por manos humanas, como si necesitara de algo. Por el contrario, él es quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas. De un solo hombre hizo todas las naciones para que habitaran toda la tierra; y determinó los períodos de su historia y las fronteras de sus territorios. Esto lo hizo Dios para que todos lo busquen y, aunque sea a tientas, lo encuentren. En verdad, él no está lejos de ninguno de nosotros, “puesto que en él vivimos, nos movemos y existimos”. Como algunos de sus propios poetas griegos han dicho: “De él somos descendientes”. »Por tanto, siendo descendientes de Dios, no debemos pensar que la divinidad sea como el oro, la plata o la piedra: escultura hecha como resultado del ingenio y de la destreza del ser humano. Pues bien, Dios pasó por alto aquellos tiempos de tal ignorancia, pero ahora manda a todos, en todas partes, que se arrepientan. Él ha fijado un día en que juzgará al mundo con justicia, por medio del hombre que ha designado. De ello ha dado pruebas a todos al levantarlo de entre los muertos».
En esta declaración increíblemente concisa, pero completa y práctica, Pablo define extraordinariamente lo que significa «creer que Dios existe». A continuación, les comparto tres elementos:
1. Para creer que Dios existe, debemos creer que él es el CREADOR de todo lo que existe (v.24)
Como fundamento para cada compromiso de fe vertical se encuentra la creencia de que Dios es el Creador de todo lo existe. Por medio de todo lo que él hizo, se nos cuenta de su maravillosa presencia, poder y sabiduría. Puesto que él creó todo lo que existe, él es el único ser eterno y autosuficiente. Por consiguiente, puesto que somos sus criaturas, hemos sido diseñados para depender de él. Creer que Dios es el Creador es creer que sus vidas no les pertenecen a ustedes, sino que a él (que cada uno de nosotros le pertenece y que solo podemos vivir apropiadamente cuando vivimos en sometimiento a él y dentro de los límites de su plan para nosotros).
2. Para creer que Dios existe, deben creer que él es SOBERANO sobre todas las cosas y todas las personas (v. 26)
Este segundo aspecto de la verdadera fe bíblica también es fundamental. Creer en Dios significa que descansan en su indiscutible gobierno sobre cada situación, lugar y relación que jamás haya existido o existirá. Pablo es muy específico cuando habla sobre esto. No es que Dios esté gobernando sobre el universo de manera general; no, Pablo plantea que Dios está en tan específico control que determina la dirección exacta donde todos vivirán y la duración exacta de la vida de cada uno. Es humillante entender que aunque Dios nos diseñó para ser capaces de tomar decisiones, nosotros no somos autores de nuestras propias historias. Esto significa que la paz del corazón nunca se encontrará en descubrir sus vidas ni en planearlas bien, sino que en descansar en aquel que tiene todo listo y cuyo plan para nosotros es perfecto.
3. Para creer que Dios existe, deben creer que es el único SALVADOR de la humanidad caída (v. 31)
En la conclusión que Pablo hace sobre el arrepentimiento, el juicio y la resurrección, él resume la historia de salvación: este Dios que es Creador y Soberano también es Salvador. Él envió a su Hijo para vivir la vida que nosotros no pudimos vivir, murió la muerte que nosotros debimos haber muerto y conquistó al enemigo que ningún humano pudo jamás conquistar, para que así pudiéramos recibir su perdón y vida eterna. Simplemente, no podemos abrazar la creencia en Dios como Salvador sin reconocer también el pecado en nuestros corazones del que todos necesitamos ser salvados. Al igual que con la soberanía de Dios, el descanso no se puede encontrar en nuestros intentos de vivir una buena vida, sino que en confiar en aquel que vivió una vida perfecta en nuestro lugar.

Con fe

Por lo tanto, ¿cómo se ve para ustedes tener su propia historia de fe? Bien, si creen en Dios como Creador, Soberano y Salvador, cambiará radicalmente la forma en la que viven. De alguna manera influenciará cada pensamiento, deseo, decisión, acción y palabra. Vivirán sus vidas más como el resultado de una confianza y descanso vertical que como el resultado de ansias y esperanzas horizontales. En estas historias de fe, verán un tema común en cada hombre y mujer: ellos confiaban en la existencia de Dios. Sin embargo, también es importante reconocer que la creencia en Dios no es natural para ninguno de nosotros, incluso para esos personajes que estudiaremos. La fe significa poner a Dios en el centro, someternos a su voluntad y abandonar nuestra gloria por la suya. No obstante, lo que sí es natural para todos los humanos es ponernos a nosotros mismos al centro para demandar las cosas a nuestra manera y obsesionarnos por lo que sea que nos dé gloria.  Cuando lean estas historias de fe y cuando vean cómo estos hombres y mujeres dieron sus vidas para vivir para la existencia de DIos, sabrán que la gracia los visitó. No habrán héroes en esta serie. Ya sea que sus vidas hayan sido tranquilas y hayan pasado desapercibidas o que hayan sido conocidas a lo largo de la historia, todas tienen una cosa en común: la gracia entró en ellos y radicalmente cambió sus corazones. Se necesita la gracia para vivir por fe y se necesita gracia para saber que se necesita esa gracia. La razón por la que vamos a tomar un tiempo para considerar a estas personas es porque en última instancia sus historias son historias de gracia (la mismísima gracia que cada uno de nosotros necesita para que así podamos «creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan» y pensemos, deseemos, decidamos, actuemos y hablemos de acuerdo a eso).  Que estas historias nos animen a cada uno de nosotros para clamar por la misma gracia rescatadora y transformadora.
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No hagas resoluciones para el nuevo año; haz compromisos
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No hagas resoluciones para el nuevo año; haz compromisos

No soy fan de las resoluciones para el Año Nuevo. Aunque entiendo el deseo por nuevos comienzos, ninguno de nosotros tiene el poder de reinventarse a sí mismo simplemente porque el calendario avanzó hacia el nuevo año. Sin embargo, dado que el Evangelio de Jesucristo trae consigo un mensaje de nuevos comienzos (nuevos comienzos por el poder perdonador y transformador de la gracia de Dios), mirar hacia el año que viene nos da una oportunidad para entregarnos otra vez a compromisos de vida que están enraizados en el Evangelio. Déjame sugerirte siete compromisos para los que todos nosotros hemos sido facultados y deberíamos estar emocionados por hacer.
1. Sé honesto sobre tus luchas
La negación de tus luchas diarias con la tentación y el pecado nunca es un camino para cambiar. La obra de Jesús nos libera a todos nosotros para ser honestos sobre nuestras debilidades y fracasos sin temer al juicio de Dios. El Evangelio nos da la bienvenida en nuestra debilidad para correr hacia Dios y no para huir de Él. La entrada hacia un cambio personal comienza al admitir humildemente nuestras necesidades para así tener la ayuda que sólo Dios nos puede dar. 
2. Descansa en la presencia y en la fortaleza de Dios
Rehúsate a cargar tus capacidades y bienestar personales en tus pequeños hombros. Recuerda que Jesús está contigo, en ti y por ti, y porque es así, tu bienestar reposa en sus hombros infinitamente inmensos. Cuando midas tu capacidad, no olvides que tu vida ha sido invadida por su poder y gracia. Puedes sostener que Jesús es tu potencial.
3. No busques horizontalmente lo que solo puedes encontrar verticalmente
No te permitas ser seducido para creer que la vida puede encontrarse en las personas, en las posesiones, en las situaciones, en los lugares y en las experiencias de la vida diaria. Recuerda, el rol de las cosas creadas no es darte vida, sino que señalarte hacia Aquel que es el camino, la verdad y la vida. Niégate a intentar satisfacer tu corazón con cosas que nunca te darán la satisfacción que buscas.
4. Profundiza en tu relación con el cuerpo de Cristo
Dios nunca nos diseñó a ti y mí para caminar solos con Él. El plan de Dios para nosotros es profundamente relacional. Fuimos diseñados para estar conectados y depender de otros, no para estar aislados y ser independientes. Vive cerca del pueblo de Dios, invitando a los que te rodean a que se entrometan en tu mundo privado y a funcionar como herramientas de Dios de consuelo, ánimo, confrontación, crecimiento y cambio. Recuerda, el pecado hace que sea difícil vernos a nosotros mismos objetivamente y con exactitud. La comprensión y el crecimiento espiritual personal realmente es el resultado de la comunidad.
5. Discute con tu propio corazón
Es un tema en mi ministerio que continuaré repitiendo: nadie tiene más influencia en tu vida que tú mismo, porque nadie le habla más a tu corazón que tú. No des paso al diálogo interno que se caracteriza por el miedo, el desaliento, lo inútil, la desesperanza o el desánimo. Predícate el Evangelio del amor, de la gracia, de la presencia, de las promesas y del poder de Dios múltiples veces al día. Comprométete a continuar teniendo una conversación del Evangelio contigo mismo sin fin.
6. Esfuérzate para asegurarte de que la alabanza reemplace la queja
Es triste, pero es verdad: el lenguaje predeterminado de cada pecador es la queja. Puesto que el pecado provoca que piense que la vida se trata de mí, también provoca que constantemente encuentre razones para estar insatisfecho. Sin embargo, cuando tú y yo estamos viviendo por algo más grande que nuestro propio placer y comodidad y cuando estamos comprometidos a contar nuestras bendiciones más de lo que contamos nuestras quejas, la alabanza llenará nuestros corazones y marcarán nuestras conversaciones. ¿Por qué no comprometerte a comenzar cada día contando las muchísimas formas en las que Dios te ha colmado con sus bendiciones que nunca podrías haber ganado por tu propia cuenta y que no mereces?
7. Descansa en la obra completa de Jesucristo
Tienes motivos para descansar, porque aunque el calendario haya avanzado hacia un nuevo año, tu Salvador aún te saluda con nuevas misericordias cada mañana. Él no te enviará a ningún lugar sin ir contigo o no te llamará a un trabajo sin darte lo que necesitas para hacerlo y Él todavía reina sobre todas las cosas por tu bien. Puedes descansar porque estás en las buenas manos del Rey de reyes y Señor de señores. Por lo tanto, a medida que el nuevo año va avanzando, no se engañen con ambiciosas resoluciones que ninguno de nosotros tiene el poder de llevar a cabo. Al contrario, celebra el Evangelio de Jesucristo y su gran catálogo lleno de gracia. Vuelve a comprometerte a vivir cada día a la luz de lo que se te ha dado en y por medio de tu Salvador, el Señor Jesucristo. ¡Feliz Año Nuevo!
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¿Por qué dirías que sí?
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¿Por qué dirías que sí?

Fue una petición descabellada: construye un bote. Sin embargo, alrededor no había agua. Constrúyela de todas maneras y confía en que el agua vendrá. Llénala con todos los animales de la tierra y luego entra en ella con tu familia. Ah, y un aviso: esto va tomar décadas y traerá persecución y burlas. Así era la naturaleza de la tarea que se le asignó a Noé. Cuando piensas en ella, considerando su contexto geográfico e histórico, era una locura. No existía lógica, racionalidad ni sabiduría humana que pudiera hacer que esta tarea tuviera sentido. Lo que Dios ordenó superaba la comprensión humana y lo que se le ordenó a Noé nunca antes un ser humano lo había intentado hacer. ¿Qué podría obligar a una persona de Dios a decir que sí a tal tarea? ¿Qué podría darle a Noé suficiente confianza para comprometer gran parte de su vida a este trabajo? ¿Qué podría asegurarle que todo resultaría bien para su familia? ¿Qué podría proporcionarle la fortaleza para soportar las dudas y las acusaciones culturales y de la comunidad? ¿Qué podría motivarlo a levantarse mañana tras mañana a trabajar fielmente? Creo que la historia de Noé y el arca está en la Biblia para ayudarnos a definir cómo es la fe bíblica. Verás, Noé era un tipo común y corriente que por fe aceptó un llamado extraordinario de Dios. Pasó a formar parte de uno de los momentos más increíbles en toda la historia, pero su llamado a obedecer no es muy diferente del nuestro en la actualidad. Como Noé, somos llamados a dar nuestras vidas en sacrificio al Señor. Probablemente, no seremos seleccionados para una tarea tan grande y aparentemente ridícula, pero se nos ordena a trabajar fielmente día a día, de cara a las preguntas, a las dudas y a las acusaciones. Para el mundo de afuera, la vida cristiana puede ser contracultural y radical. Por lo tanto, ¿qué motiva a personas comunes y corrientes a obedecer el llamado extraordinario de Dios? Estoy seguro de que comienza con un corazón resuelto.

Un corazón resuelto

Génesis 6:9 dice que «Noé era un hombre justo y honrado entre su gente» y que «anduvo fielmente con Dios». Esto significa que mucho antes de que Dios llamara a Noé a construir ese gran bote en tierra firme, Noé había resuelto el gran problema en su corazón. Noé era un hombre que había decidido en qué basar su vida: en la fidelidad de Dios. Desde hace mucho tiempo había decidido en dónde invertiría su futuro: en las promesas de Dios. Hace tiempo también había decidido a quién le confiaría su familia: a la protección de Dios. Había decidido cómo usar su fuerza y sus dones naturales: para el avance de la obra de Dios. Estoy convencido de que el llamado radical a construir un arca no era tan radical para Noé después de todo; no, creo que fue simplemente una extensión de lo que él ya había decidido hacer y de cómo él ya había decido vivir. Construir el arca fue solo un paso más en un estilo de vida de obediencia fiel. ¿Podría ser que construir el arca era el paso más grande? Probablemente, ¡al menos en términos de metros cúbicos! Sin embargo, Noé había resuelto en su corazón hace mucho tiempo: mi vida le pertenece al Señor, no a mí.

Dos formas de vivir

En resumidas cuentas esto es: existen solo dos formas de vivir para un ser humano: bajo su propia guía o bajo la guía del Señor. Cuando vives por tu propia cuenta, vives basado en los datos que tus sentidos te dan cada día. Recopilas tus propios datos, los combinas con los datos que otros seres humanos han recopilado, los organizas con tu cerebro y luego, actúas en base a tu mejor interpretación de esos datos. Eso suena razonable, ¿no es así? El problema es que tú y yo no tenemos ninguna capacidad para hacer lo que acabo de describir. La Escritura nos confronta con esta realidad desde el principio: como seres humanos creados a la imagen de Dios, no fuimos diseñados para existir como seres independientes que le dan significado a las cosas. Esta es la razón por la cual inmediatamente después de crear a Adán y Eva Dios comienza a hablar con ellos. Aunque los primeros dos humanos eran perfectos, criaturas bien diseñadas y talentosas, no eran capaces de darle significado a la vida de manera independiente; necesitaban las palabras de su Creador para entender quiénes eran ellos, de qué se trata la vida y cómo se supone que debían vivir. Vivir en base a la experiencia personal, a la investigación colectiva o a la racionalidad individual no funciona para los seres humanos porque no era el propósito para el cual fuimos diseñados. Intentar hacer aquello para lo que no fuiste diseñado nunca termina bien: los trenes no andan bien en campos sin rieles; las aves no viven bien bajo el agua; tú no puedes navegar bien en un bote en la carretera; tampoco puedes hornear bien un pastel en tu lavadora. De la misma manera, los seres humanos son incapaces de descubrir la vida por sí mismos, no importa cuánto esfuerzo hagan por intentarlo. La única otra opción para nuestro diario vivir es buscar en nuestro Creador y encontrar en él nuestra identidad, nuestro sentido en la vida y los parámetros para nuestra vida diaria. Para hacer esto, debes creer que Dios es la fuente suprema y confiable de todo lo que es bueno, verdadero, correcto, santo, confiable y sabio. Cuando crees esto, obedeces a Dios incluso en momentos que no tienen sentido y cuando no tienes ninguna seguridad de cómo resultarán las cosas. Cuando la Biblia dice que Noé era «justo y honrado», nos dice que él vivió una vida obediente, y la única razón por la que cualquier persona hace eso es porque, por la gracia de Dios, está personalmente convencida de que Dios sabe más que ellos y que lo mejor que pueden hacer es confiarle su vida a él. Decir que Noé fue «justo y honrado» es la manera en que la Biblia nos informa que en muchas situaciones, lugares y relaciones, Noé confió en la sabiduría de Dios por sobre sus propios instintos; él había decidido previamente a obedecer por sobre su propia comodidad. Creo que este llamado a construir el arca no era la primera vez en la que Noé rendía su voluntad a la de Dios.

El clímax

No olvides cómo termina esta historia: al rendir su voluntad a la de Dios, Noé se transformó en una herramienta de gracia redentora y gloriosa. Dios haría un pacto con Noé que fue única y finalmente cumplida en la vida, muerte y resurrección del Hijo de Dios, el Señor Jesucristo. Pero hay más cosas que decir: el Dios que extendió su gracia por medio de Noé, le entregaba, al mismo tiempo, su gracia a Noé. La gracia de Dios no solo se ve en el hecho de que Noé y su familia fueron escogidos por Dios para escapar del juicio, sino que también en el hecho de que Noé estaba tan decidido en su corazón que estuvo dispuesto a construir el arca que Dios usaría para protegerlo a él del juicio. ¿Ves lo que está pasando? Este tipo de rendición y confianza firme en la sabiduría de Dios es completamente antinatural para todos nosotros, incluso también lo era para Noé. Dios debe obrar para rescatarnos de nuestra confianza arrogante en nuestra propia sabiduría y trabaja en nosotros la voluntad y la capacidad para confiarle nuestras vidas a él. Se requiere sabiduría para depender en aquel que es la sabiduría y solo Dios puede producir eso en ti. Se requiere gracia para confiarte a ti mismo a la gracia de Dios y solo Dios puede obrar eso en tu corazón. Noé fue un hombre firme porque él ya había sido encontrado por la gracia rescatadora y redentora de Dios. Cuando la gracia se haya asentado en tu corazón, el llamado contracultural y radical de Dios no intranquilizará tu corazón, aun cuando ese llamado te lleve más allá de tu capacidad para comprender. Si Noé hubiese puesto la fe de su corazón en cualquier otro lugar fuera de Dios, no habría sido un hombre firme, listo para responder al llamado desestabilizador del Dios de sabiduría y gracia. Por gracia, tú puedes ser un hijo de Dios firme y tener una historia de fe tal como la de Noé. Otros recursos relacionados: ¿Por qué hay historias en la Biblia? Vivan una vida desapercibida
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Una pequeña fe en la noche
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Una pequeña fe en la noche

Quisiera que consideres un principio: la fe te convierte en un lienzo sobre el cual el Redentor puede pintar la belleza de su gracia. ¿Qué crees que significa este principio? ¿Cómo se aplica a las situaciones, ubicaciones y relaciones de tu vida diaria? Tómate un momento y medita en estas preguntas y cuando estés listo, toma tu Biblia y lee Juan 3:1-21.

Los antecedentes

En la mayoría de las narraciones de los evangelios, los fariseos son identificados como un grupo de personas, pero en Juan 3 se nos presenta a un fariseo en específico por su nombre: Nicodemo. Nicodemo era miembro del concilio legal gobernante, el Sanedrín, que en esencia era la Corte Suprema del pueblo judío. El Sanedrín se oponía con virulencia a Jesús y a sus afirmaciones mesiánicas, y repetidas veces intentaron atraparlo al hacerle preguntas y al exponerlo públicamente como un fraude. En un injusto fallo final, el Sanedrín arrestó a Jesús, lo sometió a un juicio simulado, lo condenó por blasfemia y luego lo entregó a las autoridades romanas para que lo crucificaran. Al ser ese el caso, tiene sentido que Nicodemo, como miembro de ese Sanedrín, se acercara a Jesús bajo la oscuridad del anochecer. Este encuentro fue increíblemente arriesgado (quién sabe qué le habría pasado a Nicodemo si sus colegas se hubieran enterado de que uno de los suyos estaba  convencido de que Jesús provenía de Dios, a tal punto que lo buscó para que respondiera sus preguntas). Tiene sentido que Nicodemo tuviera miedo, pero él tenía pequeñas semillas de fe plantadas en su corazón. A medida que comenzaban a brotar, esas semillas de fe provocaron que Nicodemo tomara de noche ese camino para reunirse con el Mesías el cual le cambiaría la vida. La conversación que tuvieron resultaría en las palabras más memorables que jamás se hayan pronunciado.

Una pequeña fe

¿Acaso no es un consuelo saber que Cristo no nos exige que tengamos una fe grande y fuerte? Al contrario, en su gracia perdonadora y comprensiva, él nos acepta como somos, con una fe minúscula, débil y llena de dudas. El nunca se burla de nuestras tambaleantes rodillas y temblorosas manos. Él nunca nos da la espalda cuando el miedo se mezcla con la fe en nuestros corazones. La historia de Nicodemo demuestra que Jesús no nos pide marchar hacia él a plena luz del día. No, ¡él nos recibe alegremente cuando nos acercamos a él bajo la oscuridad! Nuestro Señor es así de tierno, así de paciente y así de amable. Él sabe que los misterios de la redención nos desconciertan y nos confunden. Él reconoce que las verdades que él nos revela sobre sí mismo son ilógicas para nosotros. Él entiende que las cosas que él nos llama a hacer son intimidantes para nosotros. Con compasión y empatía, él nos invita misericordiosamente a venir como somos y nos promete que cuando lo hagamos, él no nos apartará.

La famosa conversación

Como leíste en Juan 3, es sorprendente darse cuenta de que Jesús no cuestiona el tiempo, la motivación o la forma en que Nicodemo se acerca a él. No lo reprende por venir escondido de noche. Él lo recibe sin juicio y tiene una disposición inmediata para responder sus preguntas. También es importante notar que mientras la primera pregunta de Nicodemo tiene que ver con la verdadera identidad de Jesús, Jesús responde al confrontarlo con el problema crucial de la eternidad en ese momento. En su gracia, a Jesús le preocupaba más el estado espiritual de este hombre que defender sus afirmaciones mesiánicas. En los momentos que siguen, Cristo le revela los misterios del nuevo nacimiento y la esencialidad de su inminente sacrificio a este temeroso y tambaleante miembro del Sanedrín lleno de fe. Hay un enfoque implacable en esta conversación, porque el Redentor le está hablando a un hombre que tiene una necesidad desesperada de redención. Puedes deducir por las respuestas de Nicodemo que ¡Jesús llevó a su mente a lugares que nunca había ido antes! Jesús le está revelando al corazón de este hombre lo que solo Dios puede darnos a conocer. Este es un concepto importante que hay que entender: necesitamos gracia divina para comprender los misterios de la gracia divina y nuestra necesidad de ella. Tú y yo no corremos a la gracia divina ni descansamos en ella porque tengamos fe. No, tenemos fe porque la gracia divina ha venido a nuestro encuentro. La gracia divina llevó a Nicodemo hacia Jesús. Él escucha las palabras de Jesús debido a la gracia divina. Por la gracia divina, él aceptará lo que ha escuchado. La narración completa de Juan 3 no está dirigida por la determinación de Nicodemo, ¡sino que por el poder y la gloria de la gracia divina transformadora, inclusiva, perdonadora, reveladora y rescatadora!

Un lienzo elegido

Quisiera volver al principio que consideramos al comienzo de esta historia: la fe te convierte en un lienzo sobre el cual el Redentor puede pintar la belleza de su gracia. Nicodemo no tenía idea de lo que estaba pasando a través de él en este momento de la historia. Él había sido elegido para estar con Jesús en esa noche que cambiaría su vida, no solo porque él necesitaba recibir personalmente la gracia que cambia el corazón y que revela la verdad, sino que también él había sido elegido para ser un instrumento de esa gracia en las vidas de una compañía incalculable de creyentes a través de los tiempos. Nicodemo no tenía la menor idea, pero ¡él había sido elegido para ser el lienzo en el que Jesús pintaría uno de los retratos de su gracia redentora más famosos en toda la Escritura! Escondido bajo la oscuridad de esa noche que cambiaría al mundo, Nicodemo era más que solo un buscador de la verdad y un recipiente de gracia. Puesto que era todo eso, también se convirtió en un lienzo. Y en ese lienzo del corazón de Nicodemo, impulsado por temerosas pequeñas semillas que estaban brotando, Jesús pintaría los gloriosos colores de su obra de redención. Con las habilidades de un artista divino, Cristo tomó su pincel y pintó, «porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en él, no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Jn 3:16). ¡Qué retrato más deslumbrante de la completa narración de la redención!

Los colores de la redención

Soy pintor de afición, y los pintores tienden a tener una paleta de colores con la que trabajan regularmente. Por lo tanto, consideremos la paleta de colores de Juan 3:16 que Jesús usó para pintar la historia de su obra redentora para que todos los creyentes la vean. ¿Cuáles son los «colores» primarios de la gracia de la redención? Sobresalen cuatro:
1. El color del amor
«Porque de tal manera amó Dios al mundo…». Estas pueden ser las palabras más maravillosas que jamás se hayan escrito. Dios no mira a su mundo caído y quebrado, poblado con personas que se rebelan contra su autoridad, con repugnancia, sino que con amor. Sin este amor, no habría una historia de redención. Sin este amor, la humanidad no habría tenido esperanza. Sin este amor, no habría habido encarnación, crucifixión, resurrección ni intercesión diaria por nosotros. Tú y yo tenemos vida porque la respuesta de Dios hacia a nosotros está coloreada de amor. 
2. El color de la generosidad
«… que dio...» La esperanza y el cambio nunca comienzan en nosotros, sino en lo que estas palabras capturan. La esperanza y el cambio comienzan con la generosidad ilimitada de Dios hacia personas que en realidad merecen su ira. Fue su generosidad lo que envió a Jesús a un establo, a caminar por las calles de Palestina, para predicar las buenas noticias con sabiduría y poder, para soportar voluntariamente la cruz, para salir de la tumba y ascender a su diestra. Cada día tú y yo vivimos en la bendición de tener vidas que están coloreadas por la generosidad del Señor.
3. El color del sacrificio
«... a su Hijo unigénito...» Considera lo que estas palabras significan. Dios no envió a su Hijo para establecer un reino terrenal lujoso. No, él lo envió por un propósito: ser el Cordero sacrificial. Sin su vida perfecta y sin su sacrificio perfecto, no habría perdón de pecados ni la aceptación de Dios. La cruz siempre estuvo en el futuro de Jesús. Dios no solo sacrificó a su Hijo al enviarlo a la tierra, sino que también al enviarlo a la tierra para ser el sacrificio que satisfaría por siempre su ira contra el pecado. Somos los hijos de Dios porque el lienzo de la redención está coloreado con la sangre de Jesús.
4. El color de la vida
«… para que todo aquel que cree en él, no se pierda, sino que tenga vida eterna.» ¿Cuál es la consecuencia del amor sin límite, de la generosidad incalculable y del sacrificio voluntario del Señor? Vida. ¡Vida eterna! El pecado nos deja muertos en nuestros caminos y nos separa del único para quien fuimos creados. Es la tragedia de tragedias de la que no somos capaces de salir por nosotros mismos. Todos tenemos la desesperada necesidad de una intervención divina porque no hay nada que podamos hacer para ganar o merecer la vida. No obstante, debido al amor, a la generosidad de Dios y al sacrificio del Hijo, la muerte ha sido vencida y se nos ha regalado la vida eterna a todos los que creemos. El color final para pintar el lienzo de la redención es el hermoso color de la vida eterna. ¡Qué pintura más maravillosa, pintada en el lienzo de Nicodemo!

¿Quién es el héroe?

Es tentador para nosotros alabar a Nicodemo como el héroe de esta historia, y en cierta manera, él debe servir de ejemplo para nosotros. Él puso en riesgo su reputación (y potencialmente mucho más), yendo temerosamente hacia el Mesías teniendo solo pequeñas semillas de fe que estaban brotando. Al hacer eso, él se convirtió en el lienzo para uno de los retratos de la redención más conocidos del Nuevo Testamento. Sin embargo, como es el propósito de cada historia de fe de la Escritura, Dios es el verdadero héroe. Él es tan generoso y glorioso en su gracia que él hace con aquellos que lo buscan cosas mucho más grandes de lo que podrían pedir o imaginar. Nicodemo se acercó bajo la oscuridad de la noche, pero su nombre (y más importante aún, las palabras que escuchó) brillan como una luz resplandeciente a lo largo de las generaciones de todos los que creen. ¿No es maravilloso lo que Dios puede hacer con una pequeña fe en la noche? Otros recursos relacionados: ¿Por qué hay historias en la Biblia? Vivan una vida desapercibida ¿Por qué dirías que sí? Una viuda que dio todo lo que tenía No te olvides del niño No existe tal cosa llamada casualidad 
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La importancia de las palabras
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La importancia de las palabras

¿Cuánto hablaste ayer? ¿Puedes recordar la mitad de lo que dijiste? Algunos de nosotros hablamos más que otros, pero incluso aquellos que somos considerados callados, decimos muchos durante el día. Desde el momento en el que nos levantamos hasta el que nos acostamos, nuestra existencia es definida por las palabras. Puesto que hablar es tan natural, no prestamos mucha atención a lo que decimos. No obstante, en mis muchos años de estudiar la Biblia y de aconsejar personas, he llegado a darme cuenta de la importancia que Dios le otorga a las palabras y el impacto perdurable que estas tienen en nosotros y en otros. En primer lugar, la capacidad que Dios nos dio para comunicarnos nos hace únicos en toda la creación. A diferencia de la flora y la fauna, nosotros somos creados a su imagen (Gn 1:27) y podemos compartir nuestros pensamientos, deseos y emociones por medio de las palabras. En segundo lugar, las primeras palabras que los seres humanos escucharon vinieron de la boca de Dios (Gn 1:28-30). El Creador del universo abrió las puertas de la vida a la humanidad usando sus palabras como llave. Hasta el día de hoy, no hay nada de lo que dependamos más que de nuestra capacidad de dar y de recibir información por medio de la comunicación. En tercer lugar, el pecado ha distorsionado radicalmente nuestras palabras, lo que ha dado como resultado mucho dolor, confusión y caos. Así como Adán y Eva negaron la culpa, se acusaron entre ellos y culparon a Dios (Gn 3:12-13), nuestras palabras a menudo ignoran el diseño de Dios y son usadas para obtener una ganancia egoísta. Finalmente, la Biblia nos enseña cómo llegar desde donde estamos hasta donde Dios quiere que estemos con nuestras palabras. Y en Cristo Jesús, encontramos la gracia que nos entrega todo lo que necesitamos para hablar como Dios quiso que habláramos. Aunque esos cuatro principios sobre las palabras pueden parecer elementales, no los des por sentados. Debo confesar que en muchas ocasiones, olvido el peso que Dios le da a las palabras y soy descuidado en la forma en que me comunico. Te animo a tomar tiempo extra hoy para reflexionar en las preguntas que se encuentran a continuación. Las palabras le pertenecen a Dios y él nos las ha prestado para que podamos conocerlo y podamos ser usados por él. ¿Cuán en serio tratas esta bendición y llamado?

Preguntas para reflexionar

  • ¿Tus palabras revelan una disposición para servir a otros o reflejan una actitud de ser servido?
  • ¿Cómo puedes usar tus palabras hoy para bendecir y animar a alguien? Identifica al menos a una persona y comunícate con ella.
  • ¿Qué palabras dijiste la semana pasada por las cuales necesitas confesarte y pedir perdón? Sé específico.
  • ¿Cuán descuidadas fueron tus palabras ayer? ¿Cómo puedes hoy tomar más en serio tu manera de hablar?
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No te olvides del niño
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No te olvides del niño

Todo aquel que haya sido expuesto a la tradición cristiana conoce la historia cuando Jesús alimenta a los cinco mil. Sin embargo, solo para refrescar tu memoria, me gustaría que volvieras a leer Juan 6:1-15 antes de seguir leyendo este artículo.

La escena en preparación

Como un incendio forestal, la fama de Jesús se estaba expandiendo, y con mucha razón. Nadie había realizado milagros como este hombre (v.2) ni nadie había hablado con autoridad como este maestro (Mr 1:22). Gente de todo lugar quería estar en la presencia de Jesús, ya sea para obtener beneficios físicos (como sanidad), beneficios espirituales (como la predicación) como beneficios sociales (pues era lo más popular que podían hacer). Jesús estaba cansado, física y emocionalmente. Recuerda que era un hombre, después de todo (que grandes y demandantes multitudes lo siguieran debe haber sido agotador). Para encontrar descanso y pasar tiempo con sus amigos más cercanos, se fue al otro lado de Galilea y subió a una montaña. No obstante, eso no funcionó (¡la multitud lo siguió hasta la montaña!). Pero Jesús, siendo el Salvador compasivo que es, no intentó escapar. Él comenzó a hacer arreglos para el caos organizado que estaba a punto de producirse.

Los ojos de Cristo

Jesús vio primero que la multitud tenía hambre. En esa época, no habían patios de comidas como los de los centros comerciales, ni restaurantes ni locales de comida rápida en los que puedes ir a retirar tu comida en el automóvil. Estos hombres, mujeres y niños habían estado siguiendo a Cristo por mucho tiempo y tenían necesidades físicas. Jesús también reconoció que estas personas tenían necesidades espirituales más grandes que la sola comida. Aun cuando ellos no lo sabían, seguían a Jesús porque sus corazones estaban vacíos. Sí, estaban físicamente hambrientos, pero estaban espiritualmente muertos de hambre. Finalmente, Jesús sabía que el hambre de la multitud y el tiempo de su provisión entregarían una oportunidad para declarar quién era él. Él también sabía que esto le daría una oportunidad para dar forma a la fe de sus discípulos. Esta historia es un gran recordatorio para que tengamos ojos como los de Cristo, siempre buscando oportunidades para cuidar física y espiritualmente de aquellos que están en nuestro camino.

Una pregunta absurda

Con la multitud acercándose, Jesús se volvió a Felipe y le preguntó, «¿dónde compraremos pan para que coman estos?» (v.5). Felipe responde, «doscientos denarios de pan no les bastarán para que cada uno reciba un pedazo» (v.7). Esto es lo que yo creo que quizo decir Felipe, porque así es cómo yo hubiese respondido: «¡debe ser un broma, Jesús! ¿Ves cuán grande es esta multitud? No tenemos esa cantidad de dinero. ¡No existe manera en que podamos hacerlo!». Sin embargo, Jesús sabía exactamente lo que estaba haciendo cuando le hizo esa pregunta a Felipe, y en el momento justo, Andrés vio a un niño que llevaba un canasto con cinco panes de cebada y dos peces. Al igual que Felipe un momento antes, Andrés analizó el panorama con gran duda y preguntó, «pero, ¿qué es esto para tantos?» (v.9).

Recuerda al niño

Una de las razones por las que comencé estas «Historias de fe» fue para enfocarme en los personajes menores y aparentemente insignificantes de la Escritura. Siempre que aprendemos sobre la alimentación de los cinco mil, generalmente oímos acerca de Jesús, la multitud o los discípulos, pero descuidamos este personaje central. Su historia nos enseña tanto. Nadie entre la multitud habría pensado que este niño era importante. Nadie habría imaginado que lo que él llevaba en su canastito no solo sería la provisión que recibirían en ese momento, sino que la base de uno de los sermones más significativos que Jesús predicó. Este era un pequeñito de la multitud, con un poco de pescado y pan, pero que había sido elegido por Dios para ser una pieza importante del plan redentor del Mesías no solo para ese día, sino que para resto de la historia de la humanidad. Nadie sabía que después de ese momento, cada hombre, mujer y niño que confiara en Jesús y leyera la Biblia conocería a este niño, sabría exactamente lo que había en su canasto ese día y sabría cómo Jesús lo usó para demostrar lo más importante sobre su identidad. Con esto me refiero a lo siguiente: nunca sabremos a qué pequeña persona Dios usará ni cómo. Eso quiere decir que nunca estamos perdidos en la multitud. Nunca nos quedamos sin nada que ofrecer. Nunca sabremos a quién llamará y usará el Señor de maneras que no podemos predecir o planear. El Señor nos conoce a todos. Él sabe dónde estamos, qué tenemos y cómo puede usarnos. Él es el Autor divino que está escribiendo todos y cada uno de los momentos de nuestra historia. Él puede hacer cosas eternamente maravillosas con los pequeños fragmentos que llevamos de nuestras vidas y que tendemos a pensar que no son muy valiosos.

Una respuesta diferente

Cada vez que pienso en este pasaje de la Escritura, siempre me pregunto: ¿qué habría pasado si el pequeñito le hubiese dicho que no al extraño que se le acercó y le dijo que Jesús quería su comida? ¿Qué habría pasado si hubiese corrido lo más rápido que podía hacia la multitud y hubiese desaparecido? ¿Qué habría pasado si sus padres hubiesen dicho, «esa es nuestra comida; ¡déjanos en paz!»? Pero, la historia no ocurrió de esa manera. El niño entregó desinteresadamente su poca comida y Jesús hizo con ella lo que solo el Hijo de Dios podía hacer. Por su divino poder, una multitud de miles fue satisfecha con comida física (¡y sobró bastante!) y simultáneamente apuntó hacia la fuente eterna de comida espiritual que satisface el alma. ¡Qué historia tan maravillosa! Cristo hizo lo imposible por medio de un niño común y corriente en medio de una multitud muy grande. Este niño nunca recibió la gloria (solo lo hizo el Mesías), pero lo que él llevaba en su canasto tuvo implicaciones más grandes y más perdurables de las que nunca hubiera podido comprender. Nunca sabremos lo que Dios nos pedirá. Nunca sabremos cuándo las pedirá. Nunca sabremos con antelación qué pasará cuando lo haga. Nunca sabremos cómo va a redimir nuestras pequeñeces y usarlas para dar gracia al hambriento. Así es la forma en la que obra nuestro Dios.  Otros recursos relacionados: ¿Por qué hay historias en la Biblia? Vivan una vida desapercibida ¿Por qué dirías que sí? Una viuda que dio todo lo que tenía 
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No existe tal cosa llamada casualidad

Es una historia tan inusual, tan extraordinaria y tan alucinante que cuando damos un paso hacia atrás y consideramos la narración, nos obliga a reconsiderar las típicas formas en las que pensamos y hablamos sobre nuestras vidas. Es una historia con la que probablemente estás familiarizado, pero antes de sumergirnos en ese pasaje de la Escritura, me gustaría que te examinaras a ti mismo: ¿cuál es tu teología en el día a día acerca de la participación de Dios en tus asuntos rutinarios? ¿Qué es lo que tiendes a decirte a ti mismo cuando algo inesperado o imprevisto altera tu día? ¿Qué te dices a ti mismo cuando tu historia da un vuelco que te sorprende, sin importar si parece ser algo bueno o malo? ¿Cuánto crédito te das normalmente por aquello que nunca podrías haber causado o planeado tú mismo? ¿Cuántas veces miras tu vida a través de los lentes de la gracia soberana de Dios? Seamos honestos: nuestra teología en el día a día no es tan fuerte como quisiéramos que fuera. En realidad no confiamos en la soberanía de Dios tanto como decimos hacerlo. Frases como «buena suerte», «fue una coincidencia», «por accidente» o «por cosas del destino» fácilmente salen de nuestra boca (o inundan nuestros pensamientos) mientras describimos (o reflexionamos sobre) nuestras situaciones, nuestra ubicación y nuestras relaciones de la vida cotidiana. Esta hermosa historia de fe de Hechos 8 nos confrontará amorosamente con la incompetencia de nuestro razonamiento.

Los antecedentes

Es importante comprender lo que está pasando antes de que Felipe se encuentre con el eunuco, así que recapitulemos. Felipe, el diácono evangelista, tuvo que salir de Jerusalén debido a la persecución que Saulo ejercía, pero aún disfrutaba de un ministerio vibrante en Samaria (Hch 8:1-13). Dios estaba confirmando la veracidad del mensaje de Felipe con señales y maravillas, y las multitudes se reunían con entusiasmo. ¿Qué más podría querer un evangelista? ¡Gente hambrienta estaba respondiendo al poder y a la presencia de Dios! Sin embargo, en la cima de este gran momento santo, la historia da un giro misericordiosamente dramático. ¡Me encanta lo que pasa después!

El mandato

Un ángel se le apareció a Felipe y le dice que abandone su vibrante ministerio en Samaria y que comience un viaje por el camino que atraviesa el desierto entre Jerusalén y Gaza. Esta instrucción del ángel es tan interesante y desafiante que podría golpearte a primera vista. Puedo encontrar cuatro razones para ello: En primer lugar, debes preguntarte por qué Dios está alejando a Felipe de un ministerio vibrante donde el Espíritu está claramente obrando y donde muchas personas estaban llegando a la fe. En segundo lugar, el momento de la solicitud es inusual. La orden, «ve hacia el sur» probablemente se traduce mejor como «vete al mediodía». Habría sido brutal para Felipe atravesar el desierto durante el calor del día y además habría pocas personas en el camino. Dios, no solo llama a Felipe a alejarse de un lugar donde hay muchas personas que están espiritualmente hambrientas, sino que también él lo está enviando a un lugar donde probablemente a nadie le gustaría estar. En tercer lugar, el ángel no le da a Felipe ninguna indicación sobre cuál será su misión o su destino. Simplemente, se le dice a Felipe que vaya, sin saber por qué está yendo ni adónde se encontrará al final de su viaje. La última razón, y la que más me llama la atención, es cómo Felipe obedece esta inusual orden sin decir una palabra. Él no discute diciendo que debería quedarse en Samaria, donde su ministerio está yendo muy bien. Él no exige que lo pongan al tanto de la naturaleza de su misión. Él no cuestiona la sabiduría de Dios. ¡Literalmente no dice nada!

El desafío

Si tú fueras Felipe, ¿qué habrías pensado si el ángel te ordena irte? ¿Cuán molesto estarías si Dios te alejara de algo que parece ir tan bien? ¿Cuán tentado estarías a demandar una explicación antes de aceptar la misión? En este punto de la historia, somos confrontados con la naturaleza humillante de la verdadera fe en Dios. Esta es la historia de Dios, no la nuestra. Era la misión de Dios, no la de Felipe. La narración es un drama de las elecciones sabias del Señor, no un drama de los éxitos de nuestro ministerio. Él está en completo control, cuando nosotros tenemos poco control sobre cualquier cosa en nuestras vidas. Dios no nos debe explicaciones. ¿Por qué? A él no se le ha comisionado manejar nuestra agenda, sino más bien, él nos ha elegido para ser parte de la suya. Quizás una de las formas en las que Dios más nos ama es al no explicarnos las cosas que encontramos muy difíciles de entender o de aceptar. Verás, esta historia revela que Felipe claramente conoce el lugar que le ha asignado la fe verdadera. Él sabía que había sido elegido para ser parte de algo que era tremendamente más grande que sus propios deseos, necesidades y sentimientos. Como resultado, cuando Dios llama, Felipe va (sin discutir; sin debatir). ¿Se puede decir lo mismo de nuestra fe?

El encuentro

Mientras Felipe camina a lo largo del desierto (y muy probablemente sin ninguna persona a su alrededor) que va desde Jerusalén a Gaza, él se encuentra con un oficial muy poderoso de la corte de la reina de Etiopía, Candace. Este eunuco era un hombre estimado y en quien confiaban, responsable de todo el tesoro de la reina (Hch 8:27). Mientras Felipe y el eunuco etíope cruzaban sus caminos, Felipe no tenía idea de que este hombre era en realidad su destino. No había una ubicación geográfica final para la caminata de Felipe; más bien, este dignatario era la razón de su viaje. En esta realidad, se revela el glorioso carácter de nuestro Dios. Dios ha fabricado todos los detalles de este encuentro en un evento: el rescate del alma de este hombre. Dios es tan magnífico en su amor, tan maravilloso en su gracia y tan tierno de corazón que iría más allá por el corazón de un hombre. Dejemos esto de lado por un momento. Mientras Felipe estaba buscando evangelizar a las masas, Dios está consciente y está atento a la búsqueda del corazón de un hombre africano. Nuestro Señor, que al mismo tiempo está gobernando las naciones de los hombres y está controlando las fuerzas de la naturaleza, nunca ha está demasiado ocupado o demasiado distraído para no tener un corazón amoroso por una persona que lo busca. Dios sabía que este alto funcionario de la corte estaba buscando la Escritura pero no entendía lo que estaba examinando. Este pobre hombre estaba espiritualmente intrigado, pero aún no había sido despertado espiritualmente y Dios sabía que para que hubiera iluminación, este hombre necesitaría ayuda. Por lo tanto, por el bien de un hombre perdido pero en búsqueda, Dios alteró la historia de otro hombre para que este hombre en búsqueda experimente la gracia salvadora de Dios. No obstante, cuando Felipe se encontró con el etíope por primera vez, él no tenía idea de esto. Recuerda, Felipe había estado humildemente dispuesto a irse en una misión que él no entendía, por lo que no era solo el funcionario de la corte el que necesitaba gracia divina; en este punto, Felipe también la necesitaba. Ahí es cuando el Espíritu le dijo a Felipe, «ve y júntate a ese carruaje» (Hch 8:29).

El estudio

Mientras Felipe corrió para encontrar al hombre en el carruaje, él lo escuchó leyendo a Isaías. ¡Felipe había llegado a su destino! Felipe le preguntó al hombre si entendía lo que estaba leyendo y cuando el hombre le dijo que necesitaba explicación, él invitó a Felipe a subirse y a sentarse con él. Mientras continuaban en el camino, tuvieron la conversación más importante en la vida de este oficial. Por primera vez, por medio de los lentes de Isaías, este alto funcionario escuchó sobre la persona y obra del Mesías de la que escribió el profeta: Jesucristo. Por primera vez, él escuchó las mejores noticias que cualquier corazón en búsqueda podía escuchar, tanto que cuando llegaron donde había agua, el oficial exigió ser bautizado. Después de que Felipe y el eunuco salieron del agua, el Espíritu se llevó de repente a Felipe porque su trabajo ya estaba hecho y el oficial no volvió a verlo. Y así termina la historia. No escuchamos nada más sobre el eunuco etíope. ¿Por qué? Porque Dios había demostrado algo divino, al usar este pequeño esbozo para revelarnos la maravilla de su soberanía, de su amor y de su gracia maravillosa. El Autor había hecho su trabajo, por lo que la narración de Hechos avanza.

El héroe

Después de leer historias de fe como esta en la Escritura, somos tentados a establecer paralelos de humano a humano. ¿Qué revela la fe de Felipe sobre nuestra falta de fe? ¿De qué maneras podemos buscar respuestas como el eunuco? Estas son buenas preguntas para considerar, pero en última instancia pierden el centro. Aunque debemos estimar a Felipe por su fe y por la disposición que se produjo en él, es vital que comprendamos que Felipe no es el héroe de esta historia. Y aunque también debemos tener compasión por el funcionario etíope, que en medio de su propia confusión espiritual continuó buscando a Dios, nosotros necesitamos entender que él tampoco es el héroe de esta historia. Como cualquier otra histora de fe que podamos contar, Dios está en el centro del escenario aquí. ¡Dios es el héroe del momento! Dios es tan glorioso en su soberanía que orquesta nuestras vidas personales para su gloria y para nuestro bien. Esto significa que no solo está gobernando poderosamente sobre los grandes momentos, sino que también está gobernando íntimamente sobre todos los pequeños detalles de nuestras vidas. Dios es tan glorioso en su amor que él nunca va a ignorar un corazón que lo busca, incluso si es el único. Él escuchará los clamores de cualquiera que lo busque y hará un camino para que ellos lo encuentren y lo conozcan. Dios es glorioso en su manejo de nuestro tiempo. Él controlará los momentos para que podamos experimentar encuentros eternamente significativos, incluso cuando estemos solo satisfechos con días tranquilos y moderadamente exitosos. Dios es tan tierno de corazón que transforma los corazones orgullosos y rebeldes en corazones humildes que lo busquen con un hambre insaciable. Nuestro Dios no hace acepción de raza, poder o posición. No, su gracia iguala las condiciones de todos. Todos estamos desesperadamente necesitados y nadie tiene esperanza sin él. El alma en búsqueda en las calles de Samaria compartía identidad con el poderoso oficial camino a Gaza: perdido, lejos de la gracia perdonadora y rescatadora. Por lo tanto, una y otra vez, Dios enviará personas de gracia a entregar gracia a personas que necesitan gracia. Oh, y por si acaso: no hay forma en que este encuentro hubiese pasado por casualidad. Solo puede suceder en el cruce de la soberanía de Dios y su gracia. ¡Nuestro héroe redentor realiza toda su obra de salvación en ese encuentro! Memoriza estas palabras de gracia que explican esta extraña y maravillosa historia: «me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón» (Jr 29:13).  Otros recursos relacionados: ¿Por qué hay historias en la Biblia? Vivan una vida desapercibida ¿Por qué dirías que sí? Una viuda que dio todo lo que tenía  No te olvides del niño
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Romance con Jesús
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Romance con Jesús

El Día de San Valentín se trata completamente del romance. Las floristas, los joyeros, los chocolateros y los dueños de restaurantes tienen grandes ganancias durante este fin de semana después de haberte persuadido de que la única manera para expresar apropiadamente tu amor hacia tu persona especial ¡es con flores, dulces, diamantes y una cena elegante! Me creo todas las publicidades. Me encanta el Día de San Valentín. Me encanta amar a Luella con regalos y sorpresas. Sin embargo, cada vez que se acerca este día, no puedo evitar pensar en otra cosa que no sea en mi relación con Jesús. ¿Por qué? Porque estoy completamente convencido de que mi fe necesita ser dirigida por una atracción romántica íntima. Las palabras intimidad y romance suenan extrañas en el contexto del cristianismo, pero eso se debe solamente a la forma en que la cultura las utiliza. Cuando examinaba sus definiciones, en realidad, tienen sentido. Esta es una definición que a mí me gusta usar para romance: «una relación emocional apasionada; una fascinación o entusiasmo por alguien». Intimidad simplemente significa «familiaridad o cercanía». Piensa en ello. Dios creó seres humanos para vivir en una relación cercana con él y nuestras vidas fueron creadas para ser formadas por una fascinación y entusiasmo por quién es Dios. Esa atracción romántica e íntima puede avivar todo lo que deseamos, pensamos, decimos y hacemos. Sabemos que el pecado arruinó el diseño original, pero el propósito de estar enamorado con Cristo aún hoy es importante. Él debe ser quien ocupe nuestras mentes y llene nuestros corazones. Él es quien debe entusiasmarnos y traernos alegría. Tal como nos proponemos con nuestra persona especial en el Día de San Valentín, Jesús es aquel por quien vivimos para agradar. Sin embargo, estoy preocupado por muchos de nosotros, porque el cristianismo tiene la tendencia a ser definido por otras cosas. Bastante a menudo, es definido por un compromiso inquebrantable con la teología bíblica. Con demasiada frecuencia, es definido por los temas morales y políticos por los cuales luchamos. Muchísimas veces es definido por la cantidad de ministerios y actividades de caridad en las que participamos. No me malentiendas: la teología, la moralidad y el ministerio son muy importantes. No obstante, no deben definir lo que es un cristiano. Lo que debe definir a un cristiano es su búsqueda romántica, íntima y entusiasta de una persona: el Señor Jesús. Este romance fundamental (estar locamente enamorado de Cristo) te dará la motivación y la dirección para cada buena cosa que define tu vida como cristiano. Hoy te animo, mientras el Día de San Valentín comienza a alejarse, a que tengas más intimidad con Jesús. Medita en su belleza; enfócate en su gloria; disfruta su gracia y vuelve a enamorarte de tu Salvador. 

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Cuándo y por qué te enamoraste de Jesús por primera vez?
  2. ¿De qué maneras se ha desvanecido tu amor por Cristo? ¿Cómo puedes volver a encender esa llama?
  3. ¿De qué maneras has desarrollado un nuevo amor por Cristo? ¿Cómo has profundizado en tu relación con él?
  4. ¿Qué actividad o idea cristiana podría estar reemplazando tu íntimo romance con el Señor?
  5. ¿Qué puedes hacer con tu agenda que ayude a profundizar en tu relación con Cristo?
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El poder de las palabras
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El poder de las palabras

Mis dos hijos mayores tienen dos años de diferencia. Son adultos ahora, pero recuerdo una discusión que tuvieron cuando eran más jóvenes. No puedo recordar específicamente de qué se trataba la discusión, pero era algo tonto e insignificante. Fue una de muchas, como todas las que tienen los hermanos. Lo que sí recuerdo era cuán duro eran sus tonos de voz, cómo sus palabras estaban cargadas de acusaciones y cómo el vocabulario que eligieron fue personalmente dañino. Sus sentencias estaban diseñadas para derribar al otro y no para encontrar una solución al conflicto. Nunca les enseñé a mis hijos a hablar así. ¿Habían escuchado a su padre hablarle mal a su madre? ¿A ellos? Sí, lamentablemente. Sin embargo, nunca me senté con ellos para decirles, «chicos, si quieren ganar una discusión y obtener lo que quieren, así es cómo deben hacerlo». En esta situación común y corriente, Dios me recordó: la tendencia natural del corazón humano es usar palabras egoístamente para obtener lo que queremos. Al escuchar la misma discusión, Dios abrió mis oídos para escuchar cuán poderosas pueden ser las palabras. Puesto que a menudo no escucho lo que digo, ni entiendo cómo son recibidas mis palabras, Dios estaba dando vida y aliento al famoso pasaje sobre el poder de las palabras en Santiago 3. «La lengua es un fuego, un mundo de iniquidad… Es un mal turbulento y lleno de veneno mortal… con ella maldecimos a los hombres, que han sido hechos a la imagen de Dios». Han pasado más de 25 años, esa discusión aún provoca que reflexione hoy: ¿cuán a menudo uso naturalmente el poder de las palabras para obtener lo quiero egoístamente? ¿Cuán a menudo amenazo, manipulo, acuso, culpo o difamo a aquellos que están en mi vida con lo que digo? Si eres parecido a mí en algo, sé que haces lo mismo. Sé honesto, pero no te desanimes. Dios nunca nos revela nuestros corazones para desanimarnos. Convencernos de pecado es una de las maneras más profundas en la que él demuestra su amor por nosotros. Adicionalmente, Dios nunca establece un alto estándar para nuestra forma de hablar y tampoco demanda que lo logremos por nuestra propia cuenta, esperando sentado a que fracasemos. Al contrario, él nos da todo lo que necesitamos en la vida para tener una forma de hablar piadosa (2Pe 1:3). ¿Cómo hace esto? Él envió al Verbo —Jesucristo— para convertirse en carne y sangre (Jn 1:14) y para ayudarnos con nuestras palabras. Tenemos poder y gloriosas riquezas a nuestra disposición por medio de Dios y la presencia interior del Espíritu Santo. Esta semana, escúchate hablar. Toma nota de cuán natural es para ti usar palabras para un beneficio egoísta. Ten en cuenta el poderoso vocabulario que tienes a tu disposición. Entristécete y confiesa cómo amenazas, manipulas, acusas y calumnias a otros con palabras. Sin embargo, ten esperanza. El Verbo vino a liberarnos del poder del pecado. ¡Podemos experimentar una nueva dirección con nuestras palabras!

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Cuál fue la última discusión en la que te viste involucrado? Rebobina el audio de esa conversación.
  2. ¿Intentaste usar palabras para arreglar el conflicto o tus palabras fueron escogidas para «ganar» la discusión a expensas de otros
  3. ¿Cómo puedes usar las palabras esta semana para fortalecer y restaurar?
  4. ¿Qué pasos prácticos puedes dar para «morar» con el Verbo? ¿Cómo puede ayudar eso con tus palabras?
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El José menos conocido
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El José menos conocido

Existen dos hombres muy famosos en la Escritura que comparten el nombre José. Está el José del Antiguo Testamento, el gran salvador de la nación de Israel, cuya maravillosa historia, narrada en Génesis, trata sobre cómo pasó de ser abandonado por sus hermanos a convertirse en un gobernador de Egipto. Luego encontramos al José del Nuevo Testamento, el padre terrenal de Jesús, que creyó la noticia del ángel y se convirtió en el guardián del joven Mesías. Sin embargo, existe un tercer José, que a menudo pasa desapercibido debido al drama del momento en el que entró en escena. Me encanta su historia de fe y creo que a ti también te gustará.

La escena en preparación

José de Arimatea entra en escena en el momento en que la gran narración redentora se estaba llevando a cabo, inmediatamente después de la muerte de Jesús. No podría haber habido una tragedia más grande que la de ese momento. Los fariseos habían acusado falsamente al Mesías y lo habían asesinado, crucificándolo como el criminal más bajo. Como parte de su tortura, se aseguraron de burlarse de su supuesta realeza. Al ver esto, los discípulos de Cristo huyeron con un horror impensable. ¿Acaso era posible que la vida de Jesús terminara de esta manera? ¿Podría ser que la fe de aquellos que lo seguían fuera vana? ¿Sería posible que las señales y las maravillas que habían visto y la increíble enseñanza que habían oído no fueran tan asombrosas y sorprendentes después de todo? Si Jesús era verdaderamente el Hijo de Dios, ¿cómo pudo haber muerto? Si Cristo realmente tenía el poder divino que decía tener, ¿por qué no lo usó para aplastar a sus enemigos que maquinaban su muerte? Estas eran las preguntas, las dudas y los miedos que inundaron las mentes y las almas de aquellos que estuvieron presentes en la crucifixión. Si tú y yo hubiésemos estado ahí, habríamos reaccionado de la misma manera. Recuerda, lo impensable acababa de suceder y los seguidores de Jesús no conocían el final de la historia como nosotros.

Preguntas, dudas y miedos

José de Arimatea tuvo las mismas preguntas, dudas y miedos. Como todos los demás, él no tenía idea de lo que Dios estaba haciendo. Él no tenía la capacidad de ver el futuro, entonces ¿cómo podría haber sabido que acababa de suceder lo peor (la muerte del Mesías) y que esto en realidad se convertiría en lo mejor que podría haber pasado? Este José no tuvo una revelación especial que lo ayudara a comprender que la cruz no era un momento de derrota divina, sino más bien una declaración pública de victoria divina. En ese momento, parecía que todo estaba perdido. Había mucho que él simplemente no entendía. A pesar de la confusión y del terror del momento, José de Arimatea tomó una postura valiente y fiel, la cual discutiré en los párrafos siguientes. Pero primero, es importante reconocer que José no fue valiente ni fiel porque había descubierto lo que Dios estaba haciendo. Es tentador para nosotros creer que tendremos mucha más paz, que seremos mucho más obedientes y que mostraremos mucha más valentía en la vida si pudiéramos ver lo que Dios está haciendo. Si tan solo supiéramos por qué tuvimos que perder ese trabajo; por qué tuvimos que experimentar esa enfermedad; por qué tuvimos que soportar ese matrimonio que terminó en una traición desastrosa. Si tan solo hubiésemos sabido… entonces podríamos haber dormido en paz, podríamos haber vivido más obedientemente y podríamos haber actuado más valientemente. O al menos eso es lo que nos decimos. Todos vivimos momentos en los que la vida no tiene sentido. Todos enfrentamos situaciones en las que nos parece que quien Dios dice ser se contradice con lo que él nos ha hecho vivir. En esos momentos, es una gran tentación cuestionar el poder, la bondad, la sabiduría y el amor de Dios. Cuando nos permitimos dudar del carácter de Dios, dejamos de correr a él por ayuda y vivimos en un aislamiento espiritual, cautivos y paralizados por nuestras preguntas, dudas y miedos. Este era el dilema de Asaf, el autor del Salmo 73. La gente malvada a su alrededor vivía en prosperidad mientras que él, un tipo que se había autoproclamado como un hombre bueno, era azotado. En confusión, miedo y enojo, escribió, «ciertamente en vano he guardado puro mi corazón y lavado mis manos en inocencia» (v. 13, NBLH). Otra traducción captura bien su amargura: «¿Conservé puro mi corazón en vano? ¿Me mantuve en inocencia sin ninguna razón?» (NTV). La pregunta de Asaf no fue una autoevaluación filosófica. Al contrario, fue una acusación personal contra el carácter de Dios, nacida de un corazón amargado. Asaf confesó después, «cuando mi corazón se llenó de amargura, y en mi interior sentía punzadas, entonces era yo torpe y sin entendimiento; era como una bestia delante de ti» (vv. 22-23, NBLH). A lo que quiero apuntar es a esto: Asaf exigió saber lo que Dios aún no le había revelado como requisito para confiar en él. ¿Cuántas veces nosotros hacemos lo mismo? El hecho es que no importa cuán alto sea tu coeficiente intelectual bíblico ni cuán sólida sea tu comprensión teológica, siempre habrá misterio en tu vida. Dios nos revela lo que necesitamos saber con el fin de que lo sigamos por fe, pero nunca nos prometió revelarnos todo lo que sabe o todo lo que está haciendo. Es importante recordar que la voluntad secreta de Dios se llama «voluntad secreta» porque es, y siempre será, ¡un secreto! No encuentras la paz de la mente ni el descanso del alma cuando resuelves tu vida, sino que cuando confías en aquel que tiene todo resuelto y gobierna sobre todas las cosas para su gloria y para tu bien. Cuando tú y yo intentamos dar sentido a las cosas que no entendemos (porque Dios no nos ha dicho lo que necesitamos saber para entenderlas), siempre terminaremos sintiendo envidia de otros y amargura con Dios. 

Una acción valiente y amorosa

Regresemos a la historia. Nuevamente, es fundamental recordar que las acciones de José de Arimatea no fueron encendidas por una comprensión especial o una revelación privada. Este hombre no sabía más que algún otro discípulo. Con eso en mente, lee lo que hizo:
Ya al atardecer, como era el día de la preparación, es decir, la víspera del día de reposo, vino José de Arimatea, miembro prominente del Concilio, que también esperaba el reino de Dios; y llenándose de valor, entró adonde estaba Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se sorprendió de que ya hubiera muerto, y llamando al centurión, le preguntó si ya estaba muerto. Y al comprobar esto por medio del centurión, le concedió el cuerpo a José, quien compró un lienzo de lino, y bajando el cuerpo de la cruz, lo envolvió en el lienzo de lino y lo puso en un sepulcro que había sido excavado en la roca; e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro (Mr 15:42-46, NBLH).
Mientras los otros discípulos se escondían por confusión y miedo, José de Arimatea actuó con una valentía y un amor notables. Si notas en el pasaje, este hombre tenía todo que perder al realizar esta acción. Él era miembro del Concilio del Sanedrín y fueron sus colegas quienes acaban de presionar a Pilato para que juzgara a Jesús por traición y lo colgara en una cruz. Pedir el cuerpo de ese hombre crucificado era una declaración pública de su amor por Jesús. José de Arimatea ya no sería más un discípulo secreto (Jn 19:38). Aunque podría haber seguido pasando desapercibido, José se metió en medio del drama religioso y político, el mismísimo drama que llevó al resto de los discípulos a esconderse. En una acción, José arriesgó todo: su riqueza, su reputación, su poder e incluso su vida. No obstante, José de Arimatea amaba demasiado a su Señor como para dejar que su cuerpo se pudriera en la cruz o como para permitir que hubiese sido ignominiosamente arrojado junto a otros criminales a alguna tumba pública. Con un corazón en adoración, él le dio al Mesías un sepulcro, y con un corazón de amor, él sepultó a su Señor con honor. 

Lo que José no sabía

Lo que José no sabía era que la sepultura que le dio a Jesús no sería el fin. Por el poder y la gracia de Dios, su tumba no era un ataúd de muerte, sino una puerta a la vida. Después de tres días, la piedra sería removida y las envolturas de lino serían dejadas, porque Jesús volvería a vivir, y también lo harían todos los que lo seguirían por fe. La tumba que José ofreció no era un lugar de descanso final, sino más bien, el símbolo máximo de la victoria completa y final sobre el pecado y la muerte y la entrega de la promesa de perdón y vida nueva para todos los que ponen su confianza en él. José de Arimatea no tenía idea de que las generaciones de creyentes que vendrían no mirarían llorando su tumba sellada con una piedra fija, sino que la mirarían con la alegría de tener una esperanza eterna, pues la piedra de la tumba sería quitada. El sepulcro de muerte de José ahora es honrado como un símbolo de vida. Se levanta como una imagen del poder del Dios todopoderoso. Vive como un retrato de la fidelidad de Dios. Es un signo que apunta hacia la gracia de Dios. Se asienta en la historia del ser humano como una garantía de la finalización de la obra redentora de Dios. La tumba vacía de José es un dedo que apunta hacia otra resurrección que vendría. Resucitaremos de este mundo marcado por el pecado y manchado por el sufrimiento hacia un nuevo mundo con el Hijo al centro y sin poder encontrar pecado ni sufrimiento en ningún lado. El sepulcro de José significa que vendría un día en el que nunca más se necesitará una tumba, porque la muerte misma estará muerta. ¿No es increíble que todo aquel que creyó en Jesús fue animado por la tumba vacía de José? El acto común y corriente de dejar un cuerpo en una tumba se convirtió en la escena del hecho más extraordinario que pudo haber pasado. Mientras subía las escaleras para pedirle a Pilato el cuerpo de Jesús, José no tenía idea del significado de lo que estaba por hacer. Él no actuó porque supiera lo que iba a suceder, sino porque sabía por quién actuaba. ¿Y qué hay de ti? ¿Adónde te está llamando Dios a ser valiente en tu fe? ¿Hacia dónde te está empujando a hacer algo simplemente porque lo amas? Quién sabe qué cosas extraordinarias hará con tu pequeño acto de fe y de amor. José de Arimatea no tenía idea de lo que resultaría de su valiente acto de amor reverencial, y nosotros tampoco sabemos lo que Dios hará en nosotros y por medio de nosotros a medida que actuamos en la valentía de la fe y con corazones de amor en adoración. Nuestro Señor es capaz de tomar respuestas de fe comunes y corrientes y hacer cosas extraordinarias con ellas, y debemos recordar que tenemos todo lo que necesitamos en lo que él ha revelado para actuar en la valentía de la fe y en la adoración de amor.

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La raíz de las palabras
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La raíz de las palabras

Cuando era niño, mi madre me dijo que nunca olvidara estas palabras. Más de 50 años después, claramente no las he olvidado: «no hay nada que salga de la boca de un borracho que no haya estado antes en su interior».

Estábamos en una reunión familiar. Un tío había bebido demasiado alcohol y comenzó a decir cosas sexualmente perversas. Al saber que vendrían las disculpas, mi madre tomó la oportunidad para discipularnos con teología para la vida diaria compartiéndonos lo que el Señor dijo:

El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno; y el hombre malo, del mal tesoro saca lo que es malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca (Lc 6:45).
Esto puede ser difícil de aceptar y será necesario un examen humilde y honesto: tú y yo somos más parecidos a mi tío de lo que imaginamos. Quizás tenemos un poco más de decencia y no nos emborrachamos ni hablamos perversamente en público, pero sí tenemos tres cosas en común con él:
  1. Nuestros corazones no están completamente libres del mal
  2. Decimos cosas malvadas con más regularidad de lo que pensamos
  3. Culpamos a gatillantes externos (gente molesta, situaciones estresantes, bebidas alcohólicas, etc.) por ese discurso malvado

¿Alguna vez has dicho, «no quise decir lo que dije» después de darte cuenta de que dijiste algo impío? La respuesta más bíblica sería decir, «¡perdóname por decir lo que quise decir!».

Verás, si vamos a entender cuál es nuestro problema con las palabras y si vamos a encontrar una solución, debemos comenzar por nuestro corazón. Lo que decimos con nuestros labios sueltos revela lo que deseamos con nuestros corazones pecaminosos. Santiago 4:1 lo resume mejor: «¿de dónde vienen las guerras y los conflictos entre ustedes? ¿No vienen de las pasiones que combaten en sus miembros?». Amigos, sería mucho más fácil tomar un libro que tenga el título 101 maneras de mejorar tu forma de hablar, lleno de estrategias y técnicas para ayudar a seleccionar e implementar el vocabulario correcto. Sin embargo, eso no resolvería ningún problema de raíz. Es por eso que Dios escribió un mejor libro. Es el único libro que entrega máxima esperanza y cambio perdurable. Santiago dijo en este libro, «…sométanse a Dios. Resistan, pues, al diablo… purifiquen sus corazones» (4:7-8). El Evangelio no promete nada menos que un nuevo corazón, uno que ya no es esclavo de las pasiones y deseos de la naturaleza pecaminosa. Y con ese nuevo corazón viene un buen tesoro, del cual salen mejores palabras.

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Cuándo tuviste la última conversación impía o cuál fue la última pelea en la que enganchaste?
  2. Después, ¿intentaste excusarte por las palabras pecamisosas que dijiste? ¿A quién o a qué culpaste?
  3. ¿Qué revelaron tus palabras sobre los deseos de tu corazón? Sé específico.
  4. Aplica Santiago 4:7-8 a tu vida. ¿Qué pasos prácticos puedes dar para someterte a Dios, resistir al diablo, acercarte a Dios, lavar tus manos y purificar tu corazón?
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La soberanía de las palabras
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La soberanía de las palabras

Probablemente, es la oración más poderosa que puedo recordar. Mi suegro estaba en el hospital, sufriendo por un avanzado cáncer a los huesos. Era difícil estar en la sala sabiendo el fuerte dolor que él estaba experimentando. Sin embargo, cuando nos estábamos yendo, Bert pidió que oráramos. Él le dijo tres cosas al Señor: Primero, agradeció a Dios por ser bueno en toda circunstancia, aun cuando no coincidía con nuestra definición de bueno. En segundo lugar, le pidió a Dios que lo ayudara a ser un buen ejemplo para otros en su sufrimiento. Finalmente, agradeció a Dios por la vida llena de bendiciones que le había dado. Quedé pasmado. Él era un hombre que no fue al seminario. Él no podía comunicar la teología que yo pensaba que ya había dominado tan bien. Sin embargo, en ese momento, él reveló una comprensión más profunda y más rica de la soberanía de Dios de la que yo jamás había tenido. Parecía ser que Bert tenía todo el derecho a quejarse, pero estaba gozoso. Él podría haberle pedido a otros que lo sirvieran, pero él le pidió a Dios que lo ayudara a servir a otros. Bert no cuestionó a Dios ni le preguntó «¿por qué yo?». No llevó a Dios a su corte ni le dijo, «¿esto es lo que obtengo después de una vida sirviéndote?». No, las palabras de mi suegro fueron edificantes. Su lengua era pura, su vocabulario honraba a Dios. ¿Por qué? Porque la soberanía de Dios gobernaba su corazón, y de la abundancia de su corazón habló su boca (Lc 6:45). Estoy profundamente convencido de que la razón principal por la que nos quejamos, refunfuñamos y acusamos es porque la soberanía de Dios no gobierna nuestros corazones. Cuando la gente nos frustra, cuando nuestros planes fallan y cuando el sufrimiento entra a nuestra vida, nuestros labios pronuncian palabras atadas con enojo, amargura, envidia, duda, confusión y miedo. Cuando falta entendimiento abundante y fe en la soberanía de Dios hay espacio para que crezcan todas esas emociones. Hemos olvidado que el dominio de Dios es uno eterno y que él actúa conforme a su voluntad (Dn 4:34-35). No nos recordamos a nosotros mismos que sus juicios son indescifrables y sus caminos inescrutables (Ro 11:33). Hemos dejado de meditar en las verdades de que Dios gobierna sobre los detalles específicos de nuestras vidas para su gloria y para nuestro bien (Hch 17:26-27; Ef 1:4-6, 20-22 y muchos más). Es fácil para nosotros proclamar estas verdades durante el servicio del domingo, pero en la cotidianidad, ¿tiene la soberanía de Dios raíces profundas en tu corazón? Ese momento en el hospital fue uno en el que Dios me reveló su gracia. Él no me estaba rechazando ni condenando por mi débil teología, sino que, al contrario, estaba abriendo mis ojos, suavizando mi corazón y atrayendo mi alma para confiar más en él. Mientras reflexionas en las preguntas a continuación, ¡es mi deseo que nuestro Señor haga lo mismo contigo hoy!

Preguntas para reflexionar

  1. Las palabras que dijiste la semana pasada, ¿revelan que estás descansando en el plan de Dios o que estás luchando contra él?
  2. ¿Tu comunicación con otros revela frustración o alegría hacia quienes Dios ha puesto soberanamente en tu vida?
  3. ¿De qué maneras usaste las palabras el mes pasado al intentar tener el control sobre tu vida?
  4. ¿Cómo te ha revelado Dios su soberanía en el pasado? ¿En qué acciones del pasado debes meditar?
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El deseo en las palabras
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El deseo en las palabras

Él era un esposo y padre agotado y desanimado. En muchas palabras, dijo, «oro, leo mi Biblia y voy a la iglesia. Lucho con hacer lo que es correcto y las personas me dicen que confíe en el Señor. Pero Dios se queda ahí y permite que todo suceda. ¿¡Qué bien me ha traido ser un cristiano!?». Una señora diferente, no relacionada con el hombre del caso anterior, estaba casada con un hombre difícil. Sus sueños de un matrimonio perfecto ya habían muerto hace tiempo. Yo intentaba ayudarla a entender su identidad en Cristo y el amor que Dios tuvo por ella, y finalmente ya no dio más. «¡Basta! ¡No me digas más que Dios me ama. Necesito un marido que me ame!». Sin duda alguna, las personas en ambos casos estaban sufriendo por las realidades de la vida en un mundo roto y por el pecado de otros. Pero más que eso, estaban sufriendo las consecuencias de su pobre propia teología y sus deseos puestos en el lugar equivocado. En otras palabras: En la medida que basemos nuestra esperanza en algo o en alguien que no sea el Señor, en esa medida, la esperanza del Evangelio no nos consolará ni nos satisfará. En Juan 6, Jesús confronta con esa verdad a las multitudes que lo han estado siguiendo. En resumen, él dice, «ustedes están buscándome por motivos egoístas, con la esperanza de que satisfaga sus necesidades físicas. Están emocionados conmigo, pero por las razones incorrectas». Seamos honestos con nosotros mismos. A veces, nosotros también seguimos al Rey por las razones incorrectas. Sí, estamos emocionados por la salvación y por la redención, pero nos emociona de igual forma experimentar las bendiciones físicas y la vida cómoda, directo de la manos de Dios. ¿Qué tiene que ver esto con las palabras? Recuerden, si «de la abundancia del corazón habla la boca», entonces lo que nos decimos a nosotros mismos, a otros y a Dios revelará lo que realmente deseamos del Señor. Si pudieras escuchar una grabación de un audio de lo que dijiste la semana pasada o el mes pasado o el año pasado, ¿qué deseos descubrirías? ¿Qué teología se revelaría respecto a tu comprensión e interpretación de Dios? ¿Estás siguiendo al Rey Cristo porque esperabas que te entregara una buena vida? ¿Le estás pidiendo que solo te entregue bendiciones aquí y ahora? La vida hoy puede ser buena. No es malo que te lluevan bendiciones físicas, tampoco es pecado desear comodidad. Sin embargo, nuestro Salvador es un Salvador, no un genio. Abramos nuestros oídos y escuchemos cómo hablamos, en voz alta e internamente. Las preguntas para reflexionar que aparecerán a continuación fueron diseñadas para ayudarte. ¡Que lo que escuchemos nos convenza y nos moldee más a la imagen de Cristo!

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Cuál es el mayor contenido de tus oraciones? ¿Pides primero que se satisfagan tus necesidades físicas o te centras en el cambio personal del corazón y una mayor obra del Reino?
  2. Cuando otros son bendecidos mientras tu tienes luchas, ¿qué revelan tus labios sobre el estado de tu corazón?
  3. ¿Cómo puedes usar las palabras esta semana para animar a tus amigos a encontrar su esperanza y satisfacción solo en Cristo?
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La misión de las palabras
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La misión de las palabras

¿Por qué hablamos con otras personas? Ante todo, hablamos porque es nuestro diseño natural. Dios nos diseñó con la capacidad y el deseo únicos de vincularnos con un entorno social. Sin embargo, ¿qué nos motiva a escoger las palabras específicas que usamos? Quizás hablas para conseguir algo: un ticket de tren, una botella de ketchup en la cena o datos importantes para ayudarte a completar ese gran proyecto. Tal vez hablas para expresar emociones: frustración con un retraso, afecto por alguien que amas o retroalimentación en una tarea que se te asignó. Los ejemplos son infinitos, pero este es el punto: cada palabra de nuestras conversaciones tiene una misión. Ya sea que lo sepamos o no, e independientemente de cuán larga o corta sea nuestra conversación, usamos las palabras para cumplir una misión. La pregunta es: ¿qué misión estamos intentando cumplir? En 2 Corintios 5:20, el apóstol Pablo define cuál debe ser la misión de nuestras palabras: «Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros, en nombre de Cristo les rogamos: ¡Reconcíliense con Dios!». Detente por un momento. No pases por alto este conocido versículo. Dios ha designado una posición de majestuoso honor para los pecadores indignos. Dejemos que el peso de esa realidad penetre en nuestras vidas. Como embajadores, somos llamados a usar nuestras palabras para representar adecuadamente al Rey de reyes que no está presente físicamente. De la misma manera que Cristo reveló al Padre, nosotros somos llamados a revelar a Cristo. Por lo tanto, ¿cómo podemos ser mejores administradores de nuestras palabras y mejores embajadores de Cristo? Cuando estoy con alguien, hay una pregunta que debo hacerme (internamente) antes de abrir mi boca: «Señor, ¿qué quieres que vea o sepa esta persona de ti en la situación, lugar o relación actual de la vida en donde la has puesto?» Esta es nuestra misión en la conversación: ¿cómo puedo ser usado fielmente y representar a Cristo hermosamente en el contexto específico de la vida de otra persona? El problema es que tal vez no esté consciente de la oportunidad que tengo o llevo mis intereses egoístas a la conversación. Como resultado, muchas de mis conversaciones tienen poco o nada de misión embajadora. Sin embargo, por cada oportunidad perdida, hay nuevas misericordias cada mañana para la próxima conversación. Y para cada motivo egoísta, existe una gracia rescatadora que nos libera de la esclavitud del reino del yo y nos recibe nuevamente como un embajador del Reino de Dios. ¡Consideremos la magnitud de nuestro llamado a ser embajadores y permitámosle que cambie radicalmente la forma en que nos vinculamos en conversación y escogemos nuestras palabras!

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Cuándo fue la última oportunidad que perdiste de ser un embajador? ¿Qué causó que la perdieras?
  2. ¿Dónde se encuentran tus oportunidades actuales de ser un embajador esta semana? ¿Qué puedes hacer para prepararte?
  3. ¿Qué sacrificios te está llamando a hacer Dios para ser un embajador más efectivo? ¿Por qué son difíciles esos sacrificios?
  4. ¿De qué maneras las recompensas del Reino por ser un embajador de Cristo son mejores que los placeres temporales del reino del yo? Sé específico.
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita  su sitio web  Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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La confrontación de las palabras
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La confrontación de las palabras

¿Cuándo fue la última vez que alguien te confrontó con tu pecado? ¿Cómo lo manejaste? ¿Cuándo fue la última vez que tuviste que confrontar a alguien con su pecado? ¿Intentaste evitarlo? Si eres como yo en algún grado, el solo pensamiento de confrontar o reprender a alguien puede ser uno muy incómodo. Sin embargo, el concepto es una parte esencial del plan de Dios para la comunidad cristiana y para el crecimiento espiritual. Hebreos 3:13 dice, «antes, exhórtense los unos a los otros cada día, mientras todavía se dice: "hoy;" no sea que alguno de ustedes sea endurecido por el engaño del pecado». Por lo tanto, ¿por qué la confrontación bíblica es tan difícil para nosotros? En primer lugar, hemos malinterpretado la confrontación como algo negativo cuando debiese ser positivo. La palabra «exhortar» significa animar. Nuestro mensaje en confrontación debe estimular a otros a las buenas obras, no desanimarlos: «¡no te rindas! ¡Hay esperanza y ayuda para ti! La buena vida se encuentra dentro de los límites de la Palabra de Dios! ¡Cree en las promesas de la Biblia!». De esta manera, existen dos cosas de las que necesitamos estar conscientes sobre nosotros mismos cuando somos confrontados: Defendemos demasiado nuestra identidad. Cuando somos confrontados, nuestra reputación de ser una «buena persona» es amenazada. Sin embargo, el sacrificio de Jesús dice que nuestro valor es definido completamente por él y no por nosotros. Amamos demasiado al pecado. Jesús dijo, «Porque todo el que hace lo malo odia la luz, y no viene a la luz para que sus acciones no sean expuestas» (Jn 3:20). Quizás necesitamos ser brutalmente honestos y confesar que, a veces, nuestros corazones atesoran el pecado que fue confrontado más que a Cristo. Finalmente, existen tres errores que cometemos cuando confrontamos a otros:
1. Olvidamos que somos dos pecadores en el salón.
El apóstol Pablo declaró que él era el primero de los pecadores (1Ti 1:15). Sin embargo, a menudo, cuando confrontamos, olvidamos que luchamos de igual forma y que compartimos una identidad con la persona a quien estamos confrontando: un pecador, salvado por gracia.
2. Usamos la Biblia como un garrote y no como un espejo.
El objetivo de la confrontación no es castigar o intimidar; más bien, revelar. Deberíamos querer que otros vean su pecado y la belleza del camino de Dios, no que se sientan apaleados por lo que acaban de escuchar.
3. Confundimos nuestro reino con el Reino de Dios.
Lo más probable es que el pecado que confrontas te haya lastimado y es muy difícil separar la irritación personal del deseo de Dios por restaurar y perdonar. Nuestro rol en la confrontación no es que la persona se someta a nuestra agenda, sino que se someta solo a Dios. Así que la próxima vez que seas confrontado, despide a tu abogado de identidad y sé honesto respecto a tu pecado. Y cuando Dios te llame a confrontar a alguien, sé gentil y un embajador. La confrontación Bíblica no es algo que deba evitarse, ¡sino más bien algo que debe valorarse!

Preguntas para reflexionar

  1. Menciona dos o tres maneras específicas en las que la confrontación bíblica puede hacer que tus relaciones sean más hermosas.
  2. ¿Cómo fue tu mala reacción la última vez que alguien te confrontó? ¿Cómo puedes ser menos defensivo y más humilde?
  3. Critica la forma en que confrontaste a alguien recientemente. ¿Cómo puedes hacerlo mejor una próxima vez?
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La dirección de las palabras

Existen muchos versículos en la Biblia que me animan a llenar mi alma con esperanza. Sin embargo, también hay otros versículos que me asustan y me ponen serio. Proverbios 18:21 está casi al principio de esa lista: «muerte y vida están en poder de la lengua, y los que la aman comerán su fruto». Me gusta como la versión de la Biblia en inglés, The Message, lo resume: «Las palabras matan, las palabras dan vida; o son veneno o son fruto: tú eliges»[1]. Este versículo me fuerza a sellar mi boca con una cinta adhesiva muy resistente. ¿Por qué?

Porque mis palabras (y las tuyas) nunca son neutras.

La Biblia dice que nuestras palabras van hacia una dirección de vida o una de muerte. Lo que decimos construye o destruye. No existe un terreno neutral. No sé si te pasa igual que a mí, pero a menudo hablo como si mis palabras existieran en una neutralidad feliz. No es común para mí pensar antes de hablar, «lo que voy a decir en este momento, ¿traerá vida o muerte?». Sin embargo, la Biblia dice que cada palabra que decimos va en una de esas dos direcciones. Entonces, ¿cómo debe cambiar esta realidad espiritual la forma en que vemos las cosas? Puedo ver cuatro maneras:
1. Piensa más
Jesús dice que daremos cuenta de «cada palabra vana» que digamos (Mt 12:36). Ese mismo Jesús hablará perfectamente por ti en el Día del Juicio, pero aún necesitamos tomarnos el tiempo para considerar la dirección que tomarán nuestras palabras antes de que fluyan de nuestra lengua.
2. Habla menos
Proverbios 10:19 dice, «en las muchas palabras, la transgresión es inevitable, pero el que refrena sus labios es prudente». En otras palabras, mientras más decimos tú y yo, existe una probabilidad más alta de llevar a muerte y a destrucción. A veces es mejor no decir nada en lo absoluto.
3. Descansa en Dios
Si te pareces en algo a mí, habrá muchas palabras de las que desearías retractarte. Sin embargo, el tiempo de Dios siempre es correcto. Él decide revelarnos estas cosas en el momento justo y perdona cada palabra vana que hemos dicho y que diremos.
4. Perdona a otros
Si vamos a descansar en Dios por las palabras vanas que hemos dicho, necesitamos darles a otros la misma gracia que hemos recibido. Sé paciente y perdonador mientras Dios le revela a otros lo que él te ha revelado a ti. ¡Aprovechemos la gracia que se nos ofrece y llevemos nuestras palabras hacia la dirección de la vida!

Preguntas para reflexionar

  1. Piensa en algunas palabras que hayas dicho vanamente ayer. ¿Cómo podrías haber usado palabras que dan «vida»?
  2. Piensa en algún momento cuando podría haber sido más sabio quedarse en silencio. ¿Cuál fue el resultado de haber hablado?
  3. ¿Qué cosas te arrepientes de haber dicho ya sea ahora o en el pasado? ¿Cómo puedes predicarte el Evangelio a ti mismo respecto a ese pesar?
  4. ¿Quién te está inquietando actualmente con sus palabras vanas? ¿Cómo el Evangelio forma y transforma la manera en que respondes?
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[1] Traducción propia.

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El vocabulario de las palabras
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El vocabulario de las palabras

Hoy será el noveno y último devocional sobre el tema de las palabras. Para concluir, quisiera volver a un versículo que ya estudiamos.
El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno; y el hombre malo, del mal tesoro saca lo que es malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca (Lucas 6:45).
Es absolutamente cierto que revelaremos con nuestras palabras lo que ya está en nuestros corazones. Sin embargo, existe algo más que nos enseña este versículo (y el mensaje global de la Escritura): Lo que decimos no es tan importante como la razón por la que lo decimos. En otras palabras, el vocabulario específico que seleccionamos no es el que hace que nuestro discurso sea piadoso o impío. Al contrario, la motivación detrás de la elección de nuestro vocabulario es lo que agrada o desagrada a Dios. Vemos este tema en otros dos versículos famosos:
  • «…El hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón» (1S 16:7).
  • «¡Ay de ustedes, escribas y Fariseos, hipócritas, que limpian el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno!» (Mt 23:25).

No me malentiendas. Hay ciertas cosas que tú nunca debes decir. Por ejemplo, nunca deben decirse palabras que traen a la mente impurezas sexuales y que provocan que tú y otros tropiecen.

Nunca debe decirse «maldito seas». Existen directrices claras en la Escritura como el por qué nunca debemos decir estas palabras o frases. Existen palabras que son consideradas «culturalmente descorteses» por algunos círculos. Podría ser sabio evitar decirlas por el bien de otros, pero debemos ser cuidados al examinar las motivaciones de nuestro corazón cuando seleccionamos el vocabulario específico. Es ingenuo y, en el mejor de los casos, superficial juzgar la elección del vocabulario específico y podría ser farisaico y legalista en el peor de los casos. Si eres capaz de decir palabras «culturalmente descorteses» con un motivo puro en el corazón para edificar a otra persona, la Biblia diría que agradaste al Señor. De la misma manera, si dices palabras «culturalmente educadas» a otra persona con un tono muy impío y una motivación impura, no puedes dejar la conversación pensado que has agradado al Señor debido a la elección de tu vocabulario. Una vez un hombre usó mi título de «doctor» y mis logros de una manera irrespetuosa para denigrarme. Él estaba usando vocabulario halagador y nunca pronunció una palabra «culturalmente descortés», pero su motivación era hacer daño. Permíteme decir una última cosa: no uses esto como una licencia para ser flojo y decir lo que quieras. La Biblia es muy clara respecto a que necesitamos ser lentos y cuidadosos para hablar. También se nos ordena a poner los oídos y los corazones de quienes nos escuchan por sobre nuestros propios deseos y preferencias. No obstante, necesitamos ser un pueblo preocupado por nuestros corazones y por lo que hay «dentro del vaso» más que cualquier cosa. ¡Que Jesús nos ayude (no solo con nuestras palabras, sino que en toda la vida) a ser un pueblo que examina sus motivaciones y depende en su gracia para que nuestros corazones sean transformados!

Preguntas para reflexionar

  1. ¿En qué áreas de tu vida debes prestar más atención a lo que dices por el bien de otros? Identifica una relación que tengas en la que necesites poner sus oídos por sobre tus propias preferencias.
  2. ¿Hay áreas en las que estás más preocupado de lo que hay fuera del vaso que con la motivación de tu corazón?
  3. ¿En qué instancias usas palabras (halagos, culpa, amenaza, etc.) para manipular a otra persona con el fin que haga lo que tú quieres?
  4. ¿Qué palabras que dan vida puedes compartir hoy día para exhortar a alguien que Dios ha puesto en tu camino?
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Mamá, ¿te sientes apreciada?
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Mamá, ¿te sientes apreciada?

Me encanta el Día de la Madre. Tengo en muy alta estima la maternidad. ¿Qué podría ser más importante que ser la herramienta de Dios para formar un alma humana? Las mamás han pasado por todo: cambiar pañales, calmar pesadillas, cuidar enfermos, reunirse con el director de la escuela, asistir a pésimos recitales, hacer pasteles de cumpleaños, lavar ropa. No solo eso, han sido el instrumento principal de Dios para formar una cosmovisión y una moralidad bíblica en su hijo o hija. Es una tarea que requiere una abundancia de amor y paciencia, misericordia y perdón. Simplemente, creo que no les damos el crédito suficiente. Es por eso que amo la existencia de un día nacional en el que reconozcamos el rol de mamá. Pero mamá… tienes que leer esto: ser apreciada no puede ser tu objetivo. Absolutamente, los niños deben honrar y apreciar a su madre (Ex 20:12). Sin embargo, si ser apreciada se transforma en aquello por lo que vives, buscarás el aprecio con demasiada atención en cada situación, lugar y relación. Esto provocará daño tanto en ti como en tu hijo.

Nunca había escuchado esto

Soy padre de cuatro hijos adultos y no puedo recordar un día en el que uno de ellos llegara a casa interrumpiendo para decirle a mi esposa Luella, «mamá, en el bus camino a casa, estaba pensando sobre todo lo que has hecho por mí a lo largo de los años. Has estado conmigo y me has apoyado desde el primer momento de mi vida hasta ahora. ¡Estoy tan agradecido que no podía esperar hasta llegar a casa para darte las gracias!». Nunca tuve que consolar a mi hija entre sollozos con esta conversación: «¿qué pasa, mi amor? Oh, solo estaba pensando en ti y en mamá y en lo malagradecida que he sido. ¡Me siento tan culpable por no haberlos apreciado más y me he propuesto demostrarles que los aprecio todos los días!». Si esto alguna vez te pasa a ti, ¡erige una piedra como un monumento perdurable o enciende una llama eterna! Al contrario, la tendencia de los hijos, especialmente a medida que crecen, es estar mucho más llenos de auto-orientación y de interés personal que de una conciencia y aprecio por los demás Por lo tanto, mamá, aunque es correcto y bueno ser apreciada, no esperes que tu hijo naturalmente se incline a expresar aprecio constante. Sin siquiera saberlo, podrías haber hecho un contrato con tu hijo que dice «yo sirvo, tú aprecias». Cada vez que sirvas y que tu sacrificio pase desapercibido, tu corazón será tentado a desanimarse, a enojarse y a amargarse contra la persona que Dios te llamó a criar y a amar. Eso no es saludable para ninguno de los dos. En lugar de ello, encuentra tu identidad, propósito y fuerza en la maternidad de manera vertical, en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. No horizontalmente en tu hijo.
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¿Está Cristo en tu cristianismo?
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¿Está Cristo en tu cristianismo?

Hay algunos pasajes de la Biblia que son directos y dicen las cosas como son. Se me viene a la mente uno de ellos, 1 Juan 2:19: «ellos salieron de nosotros, pero en realidad no eran de nosotros, porque si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros. Pero salieron, a fin de que se manifestara que no todos son de nosotros». Esto no es un simple registro hecho por Juan, sino una advertencia para nosotros hoy: debemos resistirnos a definir el cristianismo como algo más que una profunda devoción a Cristo, cuyo fruto es un estilo de vida de adoración diaria a él y un servicio activo a su Reino. Siempre debemos estar evaluando la motivación de nuestros corazones para asegurarnos de que la fe en la que vivimos sea el verdadero cristianismo de la Biblia, no una falsedad externalizada que omite a Jesús. ¿Cuáles son algunas de las características de un cristianismo externalizado, falso y sin Cristo? Puedo pensar en tres: 
1. Confunde el compromiso al cristianismo con el compromiso a Cristo
Las tradiciones del cristianismo son atractivas y emocionantes, y deben serlo. El peligro está en que pueden funcionar como un reemplazo de una relación con Jesús. Un truco cruel del enemigo es hacernos sentir más vivos cuando participamos en la cultura del cristianismo en lugar de tener comunión con Cristo.
2. Confunde el conocimiento bíblico con la sabiduría bíblica
Es muy probable que crezcamos en alfabetismo bíblico sin crecer en sabiduría y santidad. Amo estudiar la teología de la Palabra de Dios, pero después de haber trabajado veinte años en uno de los mejores seminarios en el mundo, he visto a demasiados estudiantes, rigurosamente entrenados, que se graduaron como seguidores inmaduros de Jesús.
3. Confunde la participación en las oportunidades del ministerio con un estilo de vida como la de Cristo
Es bueno y apropiado para la iglesia local organizar varios ministerios para el cuerpo de Cristo. Sin embargo, los discípulos de Jesús son llamados a ofrecer cada aspecto de sus vidas para el Reino de Dios, no solo para los que están en el calendario de la iglesia. No es bíblico para nosotros pensar que el ministerio está separado de la vida, como si saliéramos de uno para entrar a otro. Al contrario, debemos vivir con una mentalidad constante que pregunta: «¿cómo puedo, aquí y ahora, ser parte de lo que Dios está haciendo en la tierra?».

Verdadero cristianismo

Si nuestro cristianismo es algo menor a la rendición de los pensamientos y de los motivos de nuestros corazones al señorío de Jesucristo y a un hambre y a una búsqueda diaria de la gracia transformadora, entonces nuestra fe tenderá a reducirse a un sistema de tradición, filosofía y actividad. Hasta el día que muramos, somos llamados a resistir este cristianismo externalizado, falso y sin Cristo. Se nos ha dado la gracia para hacerlo y la gracia para desear algo mucho mejor: ¡una relación con Jesús mismo que satisface el alma!

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Cuáles son tus tradiciones, tus ubicaciones, tus instituciones, tus señales y tus sonidos favoritos de la cultura del cristianismo?
  2. ¿Estás en peligro de celebrar la cultura del cristianismo más que tu relación con Cristo? Piensa en peligros específicos a los que podrías estar susceptible.
  3. ¿Cómo puedes protegerte para asegurar que tu búsqueda por el conocimiento bíblico no esté desprovisto de un deseo por santidad personal?
  4. ¿Cuáles son tus oportunidades de ministerio favoritas que tu iglesia o que tu grupo cristiano ha agendado?
  5. Adónde Dios te está llamando a vivir con una mentalidad de ministerio fuera de esos eventos organizados? (La respuesta es a todos lados, pero sé específico —en el trabajo, en un vecindario, en una tienda local, etc.—).
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita su sitio web. Usado con permiso.| Traducción: María José Ojeda
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Hablemos de sexo
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Hablemos de sexo

El sexo: no tienes que ir muy lejos o escuchar con mucha atención para notar que se muestra y se discute en todos lados. Si prestas atención a tus propios deseos e instintos, rápidamente recordarás que tú también eres un ser sexual. Con todo esto girando a nuestro alrededor y dentro de nosotros, la iglesia de Jesucristo extrañamente se ha mantenido en silencio. Pareciera que abordamos el sexo con una timidez que no tiene un sentido personal, cultural ni bíblico. Los pastores a menudo dudan demasiado si enseñar o predicar sobre el tema del sexo. ¿Cuántos padres cristianos proporcionan un lugar duradero, seguro, misericordioso y sin prejuicios para que sus hijos aprendan lo que significa ser seres que honran a Dios sexualmente? Mientras tanto, el mundo a nuestro alrededor parece nunca dejar de hablar sobre él. Puesto que el sexo es creación de la mano de Dios y existe bajo el control de su soberanía, debemos abordarlo con reverencia y admiración, no con vergüenza. Y puesto que Dios también ha decidido que vivamos en un mundo donde las mentiras, las decepciones, las distorsiones y las tentaciones del sexo son muchas, debemos abordarlo con urgencia y no con timidez. El hecho de que vivas en un mundo sexualmente adicto y que no seas inmune a esos deseos, no es un error divino. Tu exposición a las diversas dificultades de la vida en este mundo roto sexualmente, con todos sus engaños y tentaciones, no obstruye el plan de Dios; es su plan. Él, aquí y ahora, te tiene exactamente donde quiere tenerte. No podemos permitirnos a nosotros mismos vivir como monásticos evangélicos, intentando escondernos del quebrantamiento sexual del mundo, como si separarnos del mundo fuera la clave para la verdadera rectitud. Tampoco podemos ser adormecidos o intimidados para quedarnos callados en un área crucial de la existencia humana donde el Creador ha hablado clara y poderosamente. Y no debemos olvidar las verdades del Evangelio de Jesucristo que entregan libertad y que expone las mentiras. No somos impotentes ni tampoco estamos solos en nuestra lucha. Es vital que recordemos que la gracia del Señor Jesucristo no solo aborda nuestra necesidad por perdón por el pasado o nuestra esperanza futura, sino que también todo lo que enfrentemos aquí y ahora. Este Evangelio es el que entrega el único diagnóstico confiable cuando se trata de sexo, y debido a que lo hace, el Evangelio también nos honra con la única cura verdaderamente efectiva. El Evangelio tiene el poder para darnos sabiduría, para mantenernos protegidos y para hacernos valientes respecto al sexo, y así no estar dispuestos a ser marginados por la timidez y el miedo. El Evangelio nos honra con todo lo que necesitamos para celebrar y participar en la sexualidad humana de una manera que honra a Dios y que disfruta completamente las cosas buenas que él nos ha dado para que disfrutemos. Si el sexo viene del Señor, le pertenece al Señor, se escribe sobre él en la Palabra del Señor y existe para la gloria del Señor, ¡entonces es mejor comenzar a hablar sobre él!

Preguntas para reflexionar

  1. ¿De qué área(s) de la sexualidad temes hablar? (Sobre tus propias luchas personales, sobre hablarlo con tus hijos, sobre ayudar a otros con sus luchas, etc.).
  2. ¿Cómo puede el Evangelio darte confianza para abordar la sexualidad?
  3. ¿Qué pasos puedes dar esta semana para abordar aquellas áreas de la sexualidad con la valentía y la sabiduría del Evangelio?
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita www.paultripp.com. Usado con permiso.| Traducción: María José Ojeda
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Sufrimiento y sexualidad
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Sufrimiento y sexualidad

Existen dos cosas que debes esperar en la vida, tanto como ser humano y como seguidor de Jesucristo: Debes esperar sufrir y debes esperar que ese sufrimiento impacte tu sexualidad. Esa es una manera desanimante y potencialmente extraña de comenzar, ¿no es así? Continúa leyendo. ¡Oro para que encuentres esperanza al final! A continuación, les comparto un par de maneras en las que puedes esperar sufrir sexualmente:
  • Sufrirás por medio de la tentación de tomar tus deseos sexuales (con los que Dios te diseñó) fuera de los claros límites que Dios ha establecido.
  • Sufrirás al ser engañado por la tentación sexual en el centro comercial, en tu computadora; cuando estés mirando Netflix o cuando estés buscando algo en Google.
  • Sufrirás al ver mujeres que exponen sus cuerpos públicamente u hombres que tratan a las mujeres como si fueran juguetes para satisfacer su placer.
  • Sufrirás la dificultad de intentar proteger a tus hijos de todo peligro sexual que hay afuera, mientras trabajas para mantener puro tu propio corazón.
  • Puesto que conoces todas las tentaciones seductoras que existen en el mundo, sufrirás por problemas de confianza con aquellos que amas.
  • Algunos de ustedes sufrirán abuso sexual.
  • Sufrirás la incomprensión y la burla al intentar mantenerte dentro de los límites de Dios mientras vives en una cultura que se ríe ante el solo pensamiento de límites sexuales.

Ya sabes esto, pero vale la pena reiterarlo: eres un ser sexual, pero ese aspecto de tu persona no vive en un mundo sexualmente saludable, sino que en uno que está profundamente quebrantado.

Los gobiernos no pueden arreglar este quebrantamiento, tampoco las instituciones de estudios superiores y menos los médicos. Este mundo y todo su quebrantamiento clama por una cosa: un Redentor. Ese Redentor es Cristo, cuya gracia perdonadora y transformadora es la única esperanza para nosotros, nuestro mundo y nuestro quebrantamiento sexual. Diré más sobre sexualidad, quebrantamiento y gracia en las semanas que vienen, pero quisiera dejarte con tres maravillosas palabras: «Dios por nosotros» (tomado de Romanos 8:31: «si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?»). ¿Dónde se puede encontrar esperanza para una vida sexual saludable, piadosa y moralmente pura? Dios por nosotros. Permite que resuene en tu mente: Dios por nosotros. Deja que suene en tu corazón: Dios por nosotros. Permite que moldee la forma en la que piensas sobre cómo vivir sexualmente a la manera de Dios en un mundo que lo ignora y rechaza su plan sabio y amoroso. Deja que esas palabras te den la valentía de cara a la confusión, al malentendido y a la tentación. Permite que te den esperanza cuando te sientes derrotado por la tentación sexual. Nunca estás solo contra los gigantes del sufrimiento y la sexualidad quebrantada, porque por gracia, Dios realmente está por ti. Cristo nunca prometió una vida libre de la lucha sexual ni prometió que no sufriríamos. No, él nos promete que en todas estas situaciones, él estará con nosotros, en nosotros y por nosotros. Y esa es una razón para continuar.

Preguntas para reflexionar

  1. ¿De qué maneras has experimentado sufrimiento específico en tu sexualidad recientemente?
  2. ¿De qué maneras has experimentado tentación específica en tu sexualidad recientemente?
  3. ¿Qué pasos prácticos puedes dar para aplicar «Dios por nosotros» tanto a tu sufrimiento como a tu sexualidad? Sé específico.
  4. ¿Conoces a alguien que esté experimentando sufrimiento y tentación sexual? ¿Cómo puedes compartir «Dios por nosotros» esta semana?

Este devocional es una adaptación del libro, Sex In A Broken World: How Christ Redeems What Sin Distorts [Sexo en un mundo quebrantado: cómo Cristo redime lo que el pecado distorsiona].
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¿Está Dios realmente por ti?
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¿Está Dios realmente por ti?

¿Estás pasando por un momento de tentación ahora mismo? ¿Has sido tentado recientemente? ¿Estás sufriendo sexualmente en este momento o hace poco? (Si no te ha sucedido, estoy seguro de que estás cerca de alguien que sí). Como seres sexuales con corazones pecadores, debemos anticipar la atracción hacia las cosas que Dios prohíbe. De igual manera, como residentes de un mundo caído, debemos esperar sufrir, y a veces, ese sufrimiento impactará nuestra sexualidad. A pesar de esas inevitables desanimantes realidades, existe una animante promesa en la Escritura que sobrepasa cualquier cosa que enfrentemos. Me encantan las palabras de Romanos 8:31: «Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?». Existen muchas maneras en que puedo comunicar cómo Dios está por ti, pero quiero enfocarme en tres principios fundamentales que provienen del mismo argumento en Romanos 8.

Dios está por ti… con una gracia que nos incomoda (vv. 18-25)

Las luchas sexuales que enfrentas no son una señal de que Dios te haya olvidado o abandonado. Él te ha puesto en un mundo caído y en un cuerpo quebrantado porque está entregándote redención, no la situación ideal de comodidad y placer. En manos de nuestro Redentor, este mundo que gime se transforma en una herramienta de su gracia transformadora y refinadora del corazón. Dios usa el quebrantamiento sexual a nuestro alrededor para exponer nuestros corazones errados. No, él nunca nos tentará a pecar, sino que él usará el caos para que lo sigamos más profunda y consistentemente.

Dios está por ti… con una gracia que suple (vv. 26-32)

A veces, la batalla con la tentación es tan grande, tan desanimante y tan agotadora emocionalmente que ni siquiera sabes cómo orar. En esos momentos, Dios no te da la espalda. De hecho, el Espíritu Santo lleva tus clamores en palabras de gracia al Padre. Incluso va más allá, la cruz de Jesucristo es nuestra garantía de que en todas nuestras luchas con el sexo, sin importar quiénes somos y cuáles sean esas luchas, Dios nos dará todo lo que necesitamos. Si él nos dio a su Hijo voluntariamente, podemos descansar seguros en que él suplirá alegremente lo que nosotros no hemos podido suplir por nosotros mismos.

Dios está por ti… con una gracia que no nos separa (vv. 33-39)

Un sinfín de personas me ha dicho en sesiones de consejería, «creo que he caído tanto que Dios se dio por vencido conmigo». Que Dios se dé por vencido con uno de sus hijos comprados con sangre es una mentira cruel del enemigo. El final de Romanos 8 nos asegura célebremente que nunca nos encontraremos o lucharemos con algo que tenga el poder para separarnos del amor de aquel que tan generosamente nos bendice con su presencia y gracia. Verás, este mundo, con toda su distorsión, confusión y seducción sexual no puede separarte del amor de Dios. Tu momento más oscuro de errancia y derrota sexual no puede separarte del amor de Dios. Su amor por ti es eterno. Así que Romanos 8 está en lo correcto respecto a quién es Dios y a lo que nos ha dado en Jesucristo, así que debemos ser la comunidad más honesta de la tierra, porque sabemos que cualquier cosa que haya sido dada conocer o haya sido expuesta sobre nosotros ya fue completamente cubierta por su maravillosa gracia. ¡Por qué no hablamos con honestidad sobre nuestras luchas y sufrimientos sexuales!

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Cuándo fue la última vez que experimentaste la incómoda gracia de Dios? ¿Cómo respondiste y cómo tus respuestas te acercaron más al Señor o te alejaron más de él?
  2. ¿Alguna vez has sentido que tu pecado o sufrimiento te ha separado del amor de Dios? Además de Romanos 8, ¿qué otra evidencia bíblica puedes predicarte a ti mismo en momentos oscuros?
  3. ¿A quién conoces que necesite las verdades de Romanos 8:18-39? Ya sea que se relacione con su sexualidad, con el sufrimiento o con otra cosa, ¿cómo puedes ser una herramienta del ánimo de Dios?
Otros recursos relacionados: Hablemos de sexo Sufrimiento y sexualidad
Este devocional es una adaptación de mi nuevo libro, Sex In A Broken World: How Christ Redeems What Sin Distorts[Sexo en un mundo quebrantado: cómo Cristo redime lo que el pecado distorsiona].
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La doctrina de la creación
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La doctrina de la creación

Tu Biblia comienza con cuatro palabras que fueron seleccionadas cuidadosamente; cuatro palabras que yo me atrevería a sugerir como las más importantes de toda la Escritura quizás.

«En el principio Dios...».

Con estas palabras, se le dio forma, propósito y significado a todo en tu vida (incluso al sexo). Génesis 1:1 te dice que tu vida no se trata de ti; que se trata del Creador. Es vital saber que naciste en un universo que en su misma naturaleza es una celebración de él. Lo que esto quiere decir prácticamente es que todo existe para el placer y para la gloria de Dios… no se trata de tu placer ni de tu gloria sexual. Tú y yo debemos abordar al sexo de una manera que le dé a Dios la gloria que le pertenece. Por lo tanto, cuando pensamos y actuamos sexualmente, debemos estar conscientes en ese momento de que nuestro cuerpo y nuestros deseos le pertenecen al Señor. Seamos honestos: ¡es contraintuitivo pensar y actuar de esta manera! Por otro lado, es natural ser impulsados por un deseo sexual personal y momentáneo, olvidando que existe Alguien que es dueño de cada aspecto de nuestra sexualidad. Debemos recordar esto: los seres humanos fueron diseñados para ser administradores residentes del mundo creado que le pertenece a Dios. Dios hizo el hermoso jardín del Edén y era su dueño, él puso a Adán y a Eva en él y luego los comisionó para vivir ahí y cuidar del jardín que él hizo y del que era dueño. Adán y Eva no eran dueños de lo que se les había dado; ellos no crearon las reglas; no votaron cuando se decidió el propósito de sus propias vidas ni de todo lo demás. Estaban ahí para reconocer la propiedad de Dios al cumplir su propósito. Hoy todo eso aún se aplica a ti y a mí y a nuestra sexualidad. Cuando te pones a ti mismo y a tu definición particular de placer al centro de tu mundo, no solo estás rechazando la sabiduría de Dios y rebelándote contra su autoridad, sino que también estás buscando obtener su lugar. ¿Suena conocido? Solo necesitamos recordar la horrible y triste historia de desobediencia en el jardín que nos cuenta adónde lleva la rebelión contra el lugar de autoridad de Dios. Verás, nuestro problema con el sexo no empieza con la lujuria, con las malas decisiones o con una mala conducta sexual. Nuestro problema con el sexo comienza cuando olvidamos que Dios debe estar al centro de esta parte de nuestras vidas como debe estar en cualquier otra. ¿Estás luchando con someter tu sexualidad a la autoridad de Dios? ¡Hay esperanza! En primer lugar, el Señor se aferra con celo a su lugar al centro de todas las cosas. Él no abandonará su lugar de autoridad ni le dará su control a otro. Y en segundo lugar, cuando buscamos su lugar de autoridad, él nos convence cuando estamos equivocados y nos restaura con su perdón. Él lucha diariamente por nosotros, provocando que amemos la sabiduría y odiemos la necedad, y nos invita a amar más su Reino que el nuestro. Después de cada traspié, él te invita a correr a él y no de él. Y algún día, él nos llevará a un lugar donde ya no habrá más lucha.

Preguntas para reflexionar

  1. ¿De qué maneras tiendes a ponerte en el centro de tu mundo de sexualidad?
  2. ¿Cómo es para ti ser un «administrador residente» en tu vida sexual? Sé específico.
  3. ¿Cómo una vida centrada en uno mismo genera miseria en lugar de alegría? Observa tu propia vida para ver ejemplos, también busca ejemplos en el mundo exterior.

Este devocional es una adaptación de mi nuevo libro, Sex In A Broken World: How Christ Redeems What Sin Distorts[Sexo en un mundo quebrantado: cómo Cristo redime lo que el pecado distorsiona].
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La teología detrás de la adicción
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La teología detrás de la adicción

Cuando se trata de sexo, nos hemos vuelto culturalmente locos. Tan solo piensa en cuán sexualmente explícito y sexualmente impulsado es el material que ponen frente a nuestros ojos cada día. Con todo esto disponible de manera inmediata, es muy tentador culpar al sexo, a los valores sociales, a los medios de comunicación corrientes o a la tecnología como el problema. Sin embargo, esta es la humillante verdad: el sexo no es el problema, ni nuestro ambiente es el problema principal. El acto del sexo, como Dios lo diseñó, es hermoso y gratificante; no es malo. Y no podemos intentar vivir como monásticos modernos, como si alejarse de la televisión y del Internet de pronto curara nuestros corazones del pecado sexual. La realidad contraintuitiva es que es solo el mal dentro de nuestros corazones lo que nos atrae al mal que se encuentra afuera en nuestro mundo. Asimismo, es solo nuestro pecado lo que convierte los regalos puros del Creador en ídolos peligrosos.

En resumen, todos somos el problema. Más específicamente, nuestro corazón y lo que este pide del sexo, es el problema.

Si buscas en lo que Dios creó algo que no fue diseñado para darte, tienes dos opciones: o te desanimas rápidamente y sabiamente abandonas esas esperanzas o vuelves una y otra vez, y al hacerlo, comienzas a descender por el peligroso camino que te lleva a la adicción. El sexo te dará una pizca de placer a corto plazo y podría incluso hacer parecer que tus problemas desaparecen por un momento, pero odiarás cuán corto es. Por lo tanto, tendrás que volver rápidamente a tener otra inyección y dentro de poco habrás pasado demasiado tiempo, habrás gastado demasiada energía y dinero en algo que no puede satisfacerte. Debido a lo que brevemente ha hecho por ti en cada oportunidad, te convences de que no puedes vivir sin él. Estás enganchado porque lo que una vez deseaste, ahora tienes la convicción de que lo necesitas, y una vez que lo nombraste como necesidad, te tiene en su adictivo control.

Sin embargo, el sexo no tiene la capacidad de satisfacer tu corazón. En una palabra, no puede ser tu salvador.

Si buscas fuera del Salvador algo para que sea tu salvador, esa cosa terminará no siendo tu salvador, sino tu amo. El placer sexual que esperabas que te sirviera ahora te atrae para que tú seas su servidor. Lo que parecía libertad termina siendo esclavitud. Verás, el sexo nunca ha sido el problema; sí lo es lo que le pedimos al sexo. ¿Hay sabiduría al protegernos (y al proteger a otros) de lo que vemos? Absolutamente. No obstante, nuestra locura por el sexo necesita ser tratada espiritual y teológicamente para experimentar una sanidad perdurable. Continuaré escribiendo más sobre la teología del sexo, pero quiero terminar esta semana con esta pregunta: ¿le estás pidiendo al sexo (o a algo más que Dios haya creado) que te entregue lo que solo Jesús puede ofrecer? El sexo es glorioso, pero fue creado para ser una señal que te apunta hacia la única gloria para la que fuiste diseñado y que puede satisfacer verdaderamente tu alma: la gloria de Dios.

Preguntas para reflexionar

  1. ¿De qué maneras has sido tentado a culpar a tu ambiente esta semana por las luchas de tu corazón?
  2. ¿Qué pasos puedes dar para protegerte de un ambiente potencialmente tentador? Toma medidas, pero recuerda que tus luchas se pelean internamente antes que externamente.
  3. ¿Cuáles son algunas de las promesas vacías que el «sexo» nos ofrece y cómo Cristo nos ofrece mucho más? Sé específico en tu aplicación.

Este devocional es una adaptación de mi nuevo libro, Sex In A Broken World: How Christ Redeems What Sin Distorts[Sexo en un mundo quebrantado: cómo Cristo redime lo que el pecado distorsiona].
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita su sitio web. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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El cristianismo del «Jesús y yo»
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El cristianismo del «Jesús y yo»

¿Estás viviendo una vida espiritualmente aislada? ¿Cuántos de ustedes, hermanos cristianos, están realmente conscientes de las grandes áreas de dificultad y de tentación en sus vidas? ¿Cuántas conversaciones auténticas y provechosas han tenido recientemente sobre esas áreas? Dentro del cuerpo de Cristo, que debiese ser la comunidad más honesta de la tierra, muchos de nosotros estamos en una red de relaciones a nivel superficial. Vivimos en el engaño de que nos conocemos unos a otros, pero en realidad no es así. Denominamos «comunidad» a nuestras conversaciones relajadas, auto protectoras y, a menudo, clichés teológicamente, pero rara vez alcanzan el límite de la honestidad bíblica. Sabemos los detalles fríos los unos de los otros (si somos casados o solteros, el número de hijos que tenemos, la profesión, la ubicación general de residencia o quizás un pasatiempo), pero sabemos poco sobre las luchas de fe que se pelean cada día detrás de los límites personales que demarcamos bien.

El llamado a la comunidad bíblica

Cuando leemos en Génesis 2:18, «no es bueno que el hombre esté solo», vemos que estas palabras no son el clamor solitario de Adán, sino que fueron pronunciadas por Dios como una expresión de su diseño creativo. Desde el comienzo, Dios diseñó que hombres y mujeres sean seres sociales. Si la comunidad era vital en el mundo perfecto antes de que el pecado nos torciera y nos tergiversara a nosotros y a lo que nos rodea, ¡cuánto más vital es ahora que vivimos en un mundo caído! Escuchen la promesa del pacto hecha a Abram: «Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré. En ti serán benditas todas las familias de la tierra» (Gn 12:2-3). Esta promesa no fue solo un pacto privado entre Abram y Dios. Dios estaba llamando a Abram para que fuera parte de un pueblo. El propósito de Dios al obrar a través de la vida de Abram era comunitario. Él estaba levantando un pueblo sobre el cual él pondría su nombre y sobre el cual mostraría su gracia. Reflexionen junto a mí durante este tiempo sobre el propósito redentor en Jesucristo, quien «…se dio por nosotros, para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo para posesión suya, celoso de buenas obras» (Ti 2:14). Pablo no habla sobre la obra de Cristo de la manera individualista en la que a menudo nosotros lo hacemos. Él reconoce que, aunque Dios está llamando a personas individualmente a sí mismo, él las está reuniendo con el fin de formar un «pueblo… para [su] posesión». Dicho de manera clara: la religión del «Jesús y yo» del cristianismo moderno no es el cristianismo de la Biblia. Es tiempo de recordar que tu camino con Dios es un proyecto en comunidad. Es tiempo de salir del escondite y vivir en relaciones honestas con personas que amorosamente sostendrán el espejo de la Palabra de Dios frente a ti para que puedas ver cuán profundo es todavía tu lucha con el pecado. Es tiempo de rodearte de una red social que te recuerde lo que se te ha dado en Cristo. Y, es tiempo de hacer lo mismo por tus hermanos y hermanas también! Los cristianos que te rodean luchan de la misma manera que tú, y el Dios que es tu esperanza no está sorprendido por su lucha. El Señor conoce cada desafío y tentación de tu corazón. Es por esa razón que envió a su Hijo a vivir, morir y resucitar de la muerte.

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Cuántas personas te conocen verdaderamente? ¿Saben dónde estás luchando y cuáles son tus debilidades?
  2. ¿Cuántas personas conoces verdaderamente, al punto que puedes hablarles sobre sus luchas y debilidades con honestidad y ánimo?
  3. ¿Qué otros pasajes de la Escritura nos llaman a la comunidad?
  4. ¿Cómo esos pasajes transforman tu vida, más que solo darle información a tu cerebro?
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El temor a hablar en público
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El temor a hablar en público

¿Le temes a hablar en público? ¿Cómo responderías si alguien te pidiera que enseñaras la Biblia o que compartieras tu fe frente a otros?

Muchos de nosotros tendríamos las manos sudorosas si se nos pidiera hacer un simple anuncio durante el servicio del domingo, cuánto más si se nos pide enseñar. Quizás es nuestro temor general a hablar públicamente lo que estimula la ansiedad o quizás sientes que no eres tan instruido bíblicamente como deberías. Sin embargo, no importa cuán incómodo estés frente a una multitud o independientemente de lo poco que hayas estudiado en el seminario, Dios tiene el propósito de que seas uno de sus instructores. Es cierto que Dios aparta a ciertas personas para la enseñanza pública en la iglesia. Él les da los dones y la gracia necesarios para hacer aquello a lo que los ha llamado a hacer en ese rol. Sin embargo, la proclamación programada de la Palabra en el cuerpo de Cristo es solo un aspecto del ministerio de enseñanza de la iglesia. El apóstol Pablo nos instruye a todos, en Colosenses 3:16, a «que la palabra de Cristo habite en abundancia en ustedes, con toda sabiduría enseñándose y amonestándose unos a otros…». En este contexto, Pablo está hablando sobre las miles de oportunidades diarias de ministerio que Dios le da a cada uno de sus hijos. (Este pasaje no está dirigido a estudiantes de seminario ni a pastores ni a ancianos. Al comienzo del capítulo, él comienza con, «si ustedes, pues, han resucitado con Cristo…». Esos somos todos nosotros, cualquier cristiano, sin importar la vocación ni la ubicación). Por tanto, ¿cómo se ven estas oportunidades de la vida diaria? David comparte una en el Salmo 51:13: «Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti». Este tipo de enseñanza no requiere que expongamos una teología exhaustiva de la gracia. La mayoría de nosotros no estaríamos calificados para hacer eso. Al contrario, este tipo de enseñanza requiere que compartamos nuestras historias de rescate y transformación con otros. Este ministerio informal uno a uno no le está enseñando a la persona sobre la gracia; al contrario, estoy compartiendo mi experiencia de gracia. Las personas aprenden, no porque abrí el diccionario y les di una clase, sino porque les he mostrado el video de gracia en acción en mi propia vida. Lo que nos califica para enseñar en el contexto del ministerio personal de la vida cotidiana es la gracia que hemos recibido en nuestros propios momentos de necesidad. Al estar dispuesto a compartir mi propia historia, estoy siendo una herramienta de la gracia transformadora en sus vidas. Podrías nunca llegar a ser un pastor, un líder de grupo pequeño, un maestro de Escuela Dominical o un misionero en el extranjero, pero siempre serás llamado a a una vida diaria de transparencia del Evangelio. Dios quiere que estés preparado, dispuesto y a la espera de compartir tu gratitud por la gracia que has recibido con alguien que la necesite tanto como tú. ¿Serás un buen administrador de tu historia de gracia?

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Qué pasos puedes dar para instruirte más bíblicamente y formarte más teológicamente?
  2. ¿Qué otras áreas de tu vida compiten (o priorizas más) con ser un estudioso de la Palabra de Dios?
  3. ¿Has pensado en cómo contar tu historia de una manera que ponga a Dios y a su gracia al centro? Toma un tiempo ahora para considerar cómo puedes compartir tu historia con otros: cómo Dios te salvó y cómo te está transformando cada día.
  4. ¿Qué obstáculos te dejan sin disposición o con nervios para hablar con honestidad sobre cuánta necesidad de rescate tenías (y continúas teniendo)? ¿Cómo puedes combatir ese orgullo o ese miedo al predicarte el Evangelio a ti mismo?
  5. ¿Quién cerca de ti podría beneficiarse de tu historia de gracia? ¿Qué pasos de acción puedes dar esta semana para juntarte con ellos y comenzar a compartir tu historia, mientras también le preguntas más sobre su historia?
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita  su sitio web. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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¿Hay mentiras en tu árbol de Navidad?
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¿Hay mentiras en tu árbol de Navidad?

Mi familia amaba el momento en el que nos sentábamos en la oscuridad frente a su luz. Cada año, mis hijos me perseguían para saber cuándo iba a suceder; conversaban entre ellos sobre cuán grande sería. Subíamos a nuestros hijos al automóvil e íbamos al lugar donde siempre escogíamos nuestro árbol de Navidad. Después de considerar las opiniones de todos, decidíamos, amarrábamos el árbol al techo de nuestro automóvil y nos íbamos a casa. Esa noche lo decorábamos juntos como familia. Después de que el árbol finalmente estaba adornado en todo su esplendor, apagábamos todas las luces, maravillados mientras nuestro árbol brillaba intensamente en la oscuridad. Amo esos momentos, porque creo que, como creyentes, debemos ser la comunidad que más celebra en la tierra. Sabemos que todas las cosas buenas que disfrutamos y que todo el amor de familia que experimentamos son dulces regalos inmerecidos de nuestro Padre celestial. Sin embargo, me preocupa que recordemos (y que ayudemos a nuestros hijos a recordar) que, si bien esta maravillosa temporada de celebración se trata de un árbol, no se trata del hermoso árbol que decoraste cuidadosamente en tu sala de estar.

Un tipo diferente de árbol

Desde el momento de su primer respiro, la vida de ese bebé en el establo estaba dirigiéndose hacia un árbol. No sería un árbol de belleza o de celebración, sino que uno de sacrificio y muerte. No estaría en la casa de alguien como parte de una tradición festiva, sino que estaría a las afueras de los muros de la ciudad en un monte de ejecución. Ese bebé no se pararía frente a su árbol ni sonreiría debido a su belleza, sino que sería torturado en él y clavado en él entre convictos. Ese árbol en el monte no era un símbolo de una festividad, sino que un instrumento de juicio. En ese aparente desesperanzado monte, ese árbol de muerte le dio vida y esperanza a la humanidad. El tiempo de Adviento cuenta una historia que te dejará sin aliento. Es una historia sobre una ineludible necesidad, una gloriosa encarnación, una sustitutoria vida, un expiatorio sacrificio y una victoriosa resurrección. Solo Dios podría escribir tal historia y solo Dios podría completar la trama. Es una historia que tiene el propósito de maravillarnos, de humillarnos, de capturarnos, de rescatarnos, de transformarnos y de provocar que vivamos en maravilla y adoración. Esta historia entrega la única forma en que tu identidad y verdadera necesidad pueden adquirir sentido. Esta historia revela dónde se encuentra la esperanza y te señala hacia el significado y el propósito de tu existencia.

Una falsa historia de Adviento

No tengo problema con las historias de trineos, de muñecos de nieve, de regalos y de golosinas. Tampoco me opongo a cantar canciones navideñas. Lo que me preocupa es que, en cada Adviento, les cuentan una historia falsa a nuestros hijos. Esta falsa interpretación de la historia de Navidad pone el placer humano al centro. Les dice a nuestros hijos que busquen vida en la creación en lugar de en el Creador. Les cuenta mentiras sobre quiénes son y sobre qué necesitan. Les presenta un mundo que no necesita un árbol de sacrificio, que no necesita un Cordero Mesías y que no necesita una resurrección que da vida. Esta historia olvida que el mundo en el que nuestros hijos viven está miserablemente roto, que gime esperando la redención (Ro 8:22-23). Esta historia olvida contarles a nuestros hijos que ellos son un grave peligro para ellos mismos debido al pecado que vive en su interior. Y con seguridad, no les cuenta que fueron creados para rendir sus vidas intencionalmente a los grandes propósitos y planes de Dios para su gloria.

El Adviento es un regalo para los padres

El Adviento es un regalo para los padres cristianos porque les ofrece una oportunidad enfocada para hablar con sus hijos sobre las cosas que son profundamente más importantes en toda la vida. Todas las preguntas que este tiempo aborda serán hechas y respondidas por tus hijos de alguna manera.
  • ¿De qué se trata este tiempo?
  • ¿Por qué Jesús tuvo que venir?
  • ¿Qué es lo que necesito?
  • ¿Cómo se satisfarán esas necesidades?
  • ¿Quién soy y de qué se trata mi vida?
  • ¿Cómo se supone que debo vivir?

Estas y muchas preguntas más son respondidas por el milagro de la encarnación de Jesucristo. Es la historia que explica todas las otras historias, la única que lleva la promesa de vida y de esperanza verdadera para nuestros hijos.

Cuenten la historia una y otra vez

Por tanto, padres, este Adviento, comiencen a preparar a sus hijos desde pequeños y con constancia para los choques de historias en el que se ha convertido este tiempo. Cuéntenles la historia de Jesús una y otra vez. Cuénteles las malas noticias de por qué tuvo que venir, porque solo entonces entenderán y celebrarán lo que su venida logró por ellos. Cuéntenles que el mejor regalo jamás entregado fue el regalo de Jesús, porque nos entrega todo lo que necesitamos. Hagan que su conversación de Adviento se trate de un árbol, pero no del que está en su sala de estar. Hablen sobre cómo el bebé que estuvo en el establo no vino a decorar un árbol, sino que a ser colgado en uno para darles salvación. Recuérdenles que en un mundo oscurecido por el pecado, ese árbol de sacrificio y salvación brilla como una luz de eterna esperanza que nunca jamás se apagará.
Paul Tripp © 2017 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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Lean estos pasajes durante Navidad
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Lean estos pasajes durante Navidad

No sé cuáles son sus tradiciones familiares, pero espero que leer la Palabra de Dios esté en sus agendas para la Víspera de Navidad o para el mismo día de Navidad. Si no es así, ¿por qué no comenzar este año con una nueva tradición? A continuación, comparto tres pasajes que me encanta elegir. También incluí unos breves comentarios que pueden compartir con sus familiares y amigos. ¡Que tengan una bendecida Navidad!

Mateo 2:13-18

Después de haberse marchado ellos [los sabios del Oriente], un ángel del Señor se apareció a José en sueños, diciendo: «Levántate, toma al Niño y a Su madre y huye a Egipto, y quédate allí hasta que yo te diga; porque Herodes quiere buscar y matar al Niño». Y levantándose José, tomó de noche al Niño y a Su madre, y se trasladó a Egipto; estuvo allá hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor habló por medio del profeta, diciendo: «De Egipto llamé a mi Hijo».

Herodes, al verse burlado por los sabios, se enfureció en gran manera, y mandó matar a todos los niños que había en Belén y en todos sus alrededores, de dos años para abajo, según el tiempo que había averiguado de los sabios. Entonces se cumplió lo que fue dicho por medio del profeta Jeremías, cuando dijo:

 Se oyó una voz en Rama,

Llanto y gran lamentación;

Raquel que llora a sus hijos,

Y que no quiso ser consolada

Porque ya no existen.

Comentario

¿Será posible que la celebración de la gracia pueda colisionar más directamente con el horror del pecado que con el nacimiento del bebé Jesús? Esta es la historia de Navidad. Ese bebé en el pesebre era el Hijo del Dios Altísimo. Él vino voluntariamente a un lugar donde existen violencia e injusticia inimaginables. La ira del soberano finalmente caerá sobre Él. Él sufrirá una muerte violenta en manos de hombres malvados. Sus seguidores llorarán la muerte del Mesías, pero Él resucitará y completará la obra que vino a hacer en la tierra. Mientras nosotros nos sentamos bajo un árbol hermosamente decorado y comemos una deliciosa comida de celebración, no debemos olvidar el horror y la violencia que hubo al principio y al final de la historia de Navidad. Esta historia comienza con una horrible matanza de niños y termina con el violento asesinato del Hijo de Dios. La matanza representa cuánto la tierra necesita la gracia; el asesinato es el momento cuando esa gracia es entregada. Miren al pesebre y vean a Aquel que vino a morir. Escuchen la canción de los ángeles y recuerden que la muerte sería la única manera en que se daría la paz. Miren a su árbol y recuerden otro árbol (uno que no fue decorado con adornos brillantes, sino que fue manchado con la sangre del Hijo de Dios). Mientras celebran, recuerden que el camino a nuestra celebración fue la muerte de Aquel a quien celebramos y seamos agradecidos.

Juan 1:1-18

En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. El estaba en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En Él estaba la vida, y la vida era la Luz de los hombres. La Luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron.

Vino al mundo un hombre enviado por Dios, cuyo nombre era Juan. Este vino como testigo para testificar de la Luz, a fin de que todos creyeran por medio de Él. No era Él la Luz, sino que vino para dar testimonio de la Luz.

Existía la Luz verdadera que, al venir al mundo, alumbra a todo hombre.

Él estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de Él, y el mundo no lo conoció. A lo suyo vino, y los suyos no lo recibieron. Pero a todos los que lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre, que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios.

El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan dio testimonio de Él y clamó: «Este era del que yo decía: “El que viene después de mí, es antes de mí (tiene un rango más elevado que yo), porque era primero que yo”». Pues de su plenitud todos hemos recibido, y gracia sobre gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad fueron hechas realidad por medio de Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Dios, que está en el seno del Padre, Él lo ha dado a conocer. 

Comentario

La historia de Navidad realmente es una historia de luz. No de la luz que decora la ciudad en la que viven ni de las luces que cuelgan cuidadosamente en el árbol de sus salas de estar ni de las velas que pusieron en sus ventanas. No, la historia se trata de la luz que vino a un mundo que ha sido arrojado tristemente a la oscuridad. Bajo la carga del velo de la rebelión y del pecado, el mundo se ha transformado en un lugar oscuro. En la oscuridad de la inmoralidad, de la injusticia, de la violencia, de la avaricia, de la superioridad moral, del robo, del racismo y un conjunto de otros males, el mundo estaba desesperado por luz. Cada uno era parte del problema y cada uno sufrió por él, pero ninguno pudo resolverlo. La solución de Dios era la única manera. Por su gracia, Él envió a Aquel que es la luz para ser la luz que ilumina el mundo. Él vino a la oscuridad para que podamos conocer la luz y vivir para siempre. Esta es la historia de Navidad: solo la luz puede vencer la oscuridad, ¡la luz ha llegado!

Romanos 8:31-39

Entonces, ¿qué diremos a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también junto con Él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condena? Cristo Jesús es el que murió, sí, más aún, el que resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.

¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Tal como está escrito:

Por causa tuya somos puestos a muerte todo el día;

somos considerados como ovejas para el matadero.

Pero en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó. Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

Comentario

Estas palabras nos recuerdan de qué se trata realmente la historia de Navidad. Expresan el glorioso resultado de la venida del niño Cristo a la tierra. Él experimentó el pesebre, la huida a Egipto, el sufrimiento diario del hambre y de la falta de una vivienda, el rechazo de las autoridades religiosas, la deslealtad de sus discípulos, el juicio injusto, la muerte cruel y la tumba. Él vino y soportó todas estas cosas por ustedes y por mí para que así tuviéramos por siempre lo que nunca pudimos haber ganado, lo que nunca merecimos o pudimos haber obtenido por nuestra cuenta. Jesús soportó voluntariamente el rechazo y la injusticia que terminó con su vida para que ustedes y yo pudiéramos experimentar para siempre el amor inalterable, inquebrantable e invencible de Dios. Él estuvo dispuesto a ser rechazado para que nosotros pudiéramos conocer un amor constante. Él merecía ser amado, pero fue rechazado para que nosotros, que merecemos ser rechazados, seamos eternamente amados. Él estuvo dispuesto a someterse a sí mismo al amor inconstante e imperfecto de sus seguidores para que podamos conocer el amor fiel y perfecto del Padre. Él soportó la separación de su Padre para que nunca nada pueda separarnos a nosotros del amor del Padre. A medida que recuerdan estas cosas, recuerden esto: si Dios estuvo dispuesto a dar a su propio Hijo para que nosotros conociéramos su amor, ¿no tiene sentido, entonces, que junto con Él, Él nos dé todo lo que necesitamos? La promesa de la historia de Navidad es la del amor inquebrantable, donde cada necesidad es satisfecha. ¡Vale la pena celebrarlo!
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Cinco razones para leer la Biblia este año
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Cinco razones para leer la Biblia este año

Estoy seguro de que ya han recibido múltiples correos electrónicos, publicidades en las redes sociales o notificaciones animándolos a comenzar un plan de lectura bíblica para este año. Puesto que ya han pasado tres días de este nuevo año, supongo que la mayoría de ustedes llevan tres de tres y ¡se sienten bien! Sin embargo, si se parecen un poco a mí (una persona que se distrae fácilmente y que tiene un corazón veleidoso), leer la Palabra de Dios consistentemente será un desafío. No voy a promocionar una aplicación ni a recomendar un plan específico. Existen muchos planes muy buenos que se pueden elegir. En su lugar, quisiera darles cinco razones motivacionales para abrir la Biblia cuando no sienten que quieran hacerlo.
1. Identidad
La única manera en la que pueden comprender apropiadamente quiénes son y el propósito para el que se les dio vida y aliento es cuando se miran a sí mismos por medio de los lentes de la narración de la Escritura. Es solo en esta historia que aprenderán que fueron hechos por Dios y para Dios, que todo lo que son y todo lo que tienen viene de él y que fueron creados para vivir por algo infinitamente más grande que ustedes mismos.
2. Comprensión
Nunca sabrán todo lo que necesitan saber para vivir de acuerdo a cómo fueron diseñados a través de la experiencia, la investigación y análisis humano. Esta es la razón por la cual Dios habló inmediatamente con Adán y Eva después de que los creó. De la misma manera, Dios nos habla a nosotros en su Palabra para que podamos conocer y entender, y en conocimiento y entendimiento, vivamos como fuimos creados.
3. Consuelo
El mundo en el que viven puede ser muy confuso, angustiante y doloroso. Sin embargo, la historia bíblica nos consuela con otra realidad: nuestro mundo no está fuera de control. Al contrario, está bajo el control personal y cuidadoso de aquel que es la definición suprema de todo lo que es bueno, verdadero, sabio y amoroso. Podemos descansar, no porque entendamos lo que está pasando, sino porque conocemos a aquel que lo gobierna todo.
4. Salvación
Esta es la razón máxima para la Palabra de Dios. Sin ella, no conoceríamos que nuestro más grande problema se encuentra dentro de nosotros y que se llama pecado. La historia bíblica registra las grandes cosas que Dios ha hecho y está haciendo para rescatarnos, perdonarnos y liberarnos de nuestro pecado. El evento central de la narración es la cruz de Jesucristo, que nos entrega lo único que necesitamos desesperadamente pero que no podemos alcanzar por nosotros mismos: nueva vida.
5. Esperanza
La historia bíblica, porque es una historia, tiene un capítulo final. Un día, la enfermedad, la tristeza y el pecado de este mundo quebrado terminará. Seremos como Dios y estaremos con él para siempre. El Autor de este libro nos ha garantizado el fin de la historia al resucitar a Jesús de los muertos. No importa qué suceda, tenemos esperanza, porque sabemos que la última página ya fue escrita. Así que a medida que comienzan este nuevo año, no se dejen llevar por una lista que quehaceres obligatoria o por un plan de lectura. Úsenlos como una herramienta útil, pero inspírense para leer la Biblia como una historia. Esta historia tiene un carácter central: Dios mismo, específicamente en la persona del Señor Jesucristo. De principio a fin, la Biblia es una narración de sus maravillosas obras y de las bendiciones que son suyas por gracia. Esta viejísima historia imparte identidad, comprensión, consuelo, salvación y esperanza. ¿Se ha convertido en su historia favorita para leer cada día?

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Qué obstáculos han enfrentado en el pasado para leer la Biblia consistentemente?
  2. ¿Qué cambios pueden hacerle a sus agendas para priorizar la lectura de la Escritura?
  3. ¿Qué revelan sus agendas actuales sobre sus prioridades?
  4. ¿Cómo pueden animar a otros a leer la narrativa bíblica (sin recomendar un plan de lectura)?

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Sermones que cambian vidas
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Sermones que cambian vidas

Es muy probable que lo que estoy a punto de escribir me va a traer problemas: estoy profundamente convencido de que existe demasiada mediocridad en la iglesia de Jesucristo con respecto a la preparación y la exposición de los sermones por parte de los pastores. Estoy cansado de escuchar sermones teológicos mal preparados y aburridos expuestos por pastores sin inspiración, que leen sus manuscritos, repiten mecánicamente sus comentarios exegéticos favoritos, editan sermones de sus predicadores predilectos o arreglan los apuntes de una de sus clases del seminario. Ya, lo dije. Ahora necesito desglosarlo. Quisiera observar cinco áreas de la predicación: la importancia, la preparación, la exposición, la originalidad y el asombro.
1. LA IMPORTANCIA DE LA PREDICACIÓN
Cada servicio es una batalla por ganar los corazones de las personas que se reúnen dominicalmente; en otras palabras, ¿serán los corazones de esas personas capturados por la gloria única de Dios o serán distraídos por las tentaciones, miedos y dificultades del mundo caído? Las personas que me están escuchando en el servicio son:
  • Chicos adolescentes que están ansiosos por volver a sus casas para jugar un nuevo nivel de su juego favorito de Xbox
  • Chicas adolescentes que son tentadas a usar sus cuerpos para llamar la atención de los chicos adolescentes que están mucho más pendientes de la Xbox
  • Padres desanimados, frustrados o furiosos; hartos de la rebelión de sus hijos
  • Hombres jóvenes que tienen sus mentes puestas en el éxito financiero; que harían lo que fuera para alcanzarlo
  • Mujeres solteras que piensan que esos jóvenes les pueden entregar la felicidad que han estado buscando
  • Parejas que se han dado cuenta de que el matrimonio no es el sueño de películas que alguna vez pensaron y ahora están atascados en una relación de apariencia carente de amor
  • Cristianos materialistas que están más entusiasmados con sus próximas vacaciones que con el ministerio de su iglesia local
  • Cristianos que recientemente han sufrido una pena, un dolor o una pérdida devastadora
  • Cristianos deprimidos que están distraídos con la soledad, la desesperación y la desesperanza

Como predicador en ese servicio, quisiera poner todo de mí para que Dios me use para capturar los corazones de esas personas con la gloria rescatadora de la gracia de Dios, con la gloria que entrega el conocimiento que proviene de la sabiduría de Dios, con la gloria esperanzadora de su amor, con la gloria fortalecedora de su presencia, con la gloria que da descanso en su soberanía y con la gloria salvadora de su Hijo.

¡Vaya, qué llamado! Como pastores, tenemos que batallar por la santificación de la predicación, porque nadie más lo va a hacer por nosotros. Debemos exigir que el horario de nuestro trabajo nos permita tener el tiempo necesario para preparar bien los sermones. No podemos ponernos estándares bajos a nosotros ni tampoco a aquellos que pastoreamos. No podemos autojustificarnos ni autocomplacernos. No podemos hacer que su esplendor parezca aburrido, y su maravillosa gracia, común, por no estar preparados. En otras palabras, nunca debemos conformarnos con menos que nuestro mejor esfuerzo. No hay lugar para ningún tipo de mediocridad en el púlpito. Así de importante es la predicación.
2. LA PREPARACIÓN DE LA PREDICACIÓN
La predicación consiste en hacer una exégesis exacta y en comprender las verdades del evangelio a medida que éstas van apareciendo poco a poco en un pasaje particular de la Escritura. Prácticamente, trato de aplicar esas verdades a mi vida y a la vida de aquellos a quienes hablaré. Este aspecto de la preparación nunca debe hacerse apurado. Es necesario para mí convivir con un pasaje, llevarlo a todas partes conmigo y preparar mi alma con sus aguas nutritivas y satisfactorias. Simplemente, no puedo hacer esto en un par de horas. Debo decir esto: si estás recién preparando tu sermón el sábado en la tarde, no tienes ningún derecho a predicarlo el domingo. Personalmente, no puedo tener un encuentro con el pasaje de la Escritura tan tarde y predicarlo al día siguiente; no es suficiente tiempo. Necesito tres o cuatro semanas para permitir que las verdades entren en mi corazón y pueda entenderlas más profunda y prácticamente. En la semana en que debo predicar, me predico el sermón a mí mismo en voz alta muchas veces. Al hacer eso, profundizo y desarrollo tanto mi comprensión del pasaje como las formas creativas en las que puedo comunicarlo. No estoy sugiriendo que este calendario de preparación sea la única forma. Lo que sí sugiero es que, cada semana, muchos pastores que creen en la Biblia no han dedicado tiempo suficiente para estudiarla ni para ver las verdades que tiene para las personas que están llamados a pastorear.
3. LA EXPOSICIÓN DE LA PREDICACIÓN
La predicación no sólo se trata de la preparación. Necesitas exponerla de tal forma que sea nutritiva y digerible. Imagina que tu sermón semanal es como una cena de Navidad. La preparación se trata de recopilar una variada lista de ingredientes; si no te das el tiempo para buscar y recolectar los mejores ingredientes, tu comida no tendrá tan buen sabor como el que podría tener. Sin embargo, cuando sirves la cena de Navidad para tu familia, no pones cada ingrediente frente a ellos, sino que toda la preparación. De igual forma, un trozo de manteca, un puñado de harina y una cucharada de levadura por sí mismas no son muy apetitosas, pero el pan es algo increíble; lo mismo ocurre con la predicación. Debes desglosar exegéticamente las verdades de la Biblia (ingredientes), pero de una manera práctica, útil y que responda a las luchas de la gente que tienes a cargo. ¿Has tomado tiempo para orar por las personas que te estarán escuchando y para conocerlas? Si meditas sobre sus luchas y cómo las Escrituras hablan directamente a sus vidas, tu predicación se convertirá en comida en vez de una diversidad de ingredientes no apetitosos.
4. LA ORIGINALIDAD DE LA PREDICACIÓN
Al principio hablé sobre la cantidad de sermones que había escuchado que no eran más que comentarios exegéticos repetidos una y otra vez, sermones editados de predicadores famosos y apuntes arreglados de las clases del seminario. No eres John Piper, tampoco Tim Keller, menos Matt Chandler. Eso no significa que no debas escuchar sus sermones en caso de que hayan predicado sobre el mismo pasaje; al contrario, te animo a que sea parte de tu preparación. Sin embargo, Dios te ha dado un mensaje único para compartir con tu congregación única y responder a sus luchas únicas. No dudes del llamado de Dios. No dudes de los dones que Dios entrega; él te ha dado todo lo que necesitas para lo que has sido llamado a hacer. No dudes de los tiempos de Dios; el mensaje que predicarás el domingo tiene aplicaciones únicas para tu congregación, pero necesitas tomarte el tiempo que corresponde para prepararlo y exponerlo.
5. EL ASOMBRO EN LA PREDICACIÓN
Esta es la conclusión: nuestra predicación mediocre revela la verdadera condición de nuestros corazones. Como pastores, no podemos culpar a las situaciones inesperadas que aparecen en el diario vivir de cada pastor; no podemos culpar las exigencias de la familia. No, debemos confesar humildemente que nuestra predicación es mediocre porque hemos dejado de asombrarnos de Dios. Hemos sido llamados a mostrar la luz de la gloria de Dios en los corazones que se han oscurecido por buscar vida en todos los lugares equivocados. Hemos sido llamados a ofrecer la gloria que llena de gracia a aquellos que tienen un vacío en sus vidas y están desnutridos. Hemos sido llamados a representar a un Rey glorioso que por sí mismo es capaz de rescatar, sanar, redimir, transformar, perdonar, librar y satisfacer.

Sin embargo, lamentablemente, hemos perdido el asombro y nos hemos quedado muy cómodos al momento de presentar la excelencia de Dios, haciéndolo de cualquier forma menos con excelencia. Si esto te describe, entonces corre en humildad y confiesa esto a tu Salvador y abraza la gracia que tiene el poder para rescatarte de ti mismo y así devolverte tu asombro por él.

Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita su sitio web. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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Hambrientos de amor
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Hambrientos de amor

Vivo en Filadelfia. Un día estaba comiendo en el Mercado del Terminal de Reading, un gran emporio de comida estadounidense. Mientras caminaba a lo largo de los pasillos preguntándome qué sería lo que disfrutaría más para comer, me di cuenta de que tenía algo en común con todas las otras personas a mi alrededor: todos estábamos buscando algo para satisfacer los antojos de nuestros estómagos. 

Sin embargo, aparte del hambre, no compartíamos muchas similitudes con la multitud. Venimos de una diversidad de trasfondos étnicos y socioeconómicos; realizamos diferentes actividades; hablamos diversos idiomas; y nos vestimos con ropa distinta. No obstante, ¡estábamos unidos en nuestra búsqueda de exquisiteces!
I. Antojos de amor
Eso me hizo pensar: aparte de la comida, ¿qué más tenemos todos en común? La respuesta no se demoró en llegar: cada uno de nosotros tenía hambre, no sólo por comida, sino que también por amor.  La pareja joven, que se intercambia miradas coquetas, ellos, quieren ser amados. El anciano, que camina lentamente con su bastón, quiere ser amado. La madre, que trata de juntar a sus hijos, quiere ser amada y también lo quieren sus hijos. La cajera detrás de la ventanilla, que está frustrada con las peticiones exigentes del cliente, quiere que la amen, al igual que su cliente. Era una multitud de personas sin nombre, todas reunidas en la búsqueda de delicias culinarias. A primera vista, parecía como un encuentro diverso de culturas, colores, sonidos y olores. No obstante, realmente, todos éramos sólo personas. Finalmente, ¿qué es lo que las personas quieren en lo profundo de sus corazones? Ansían ser amadas.  El deseo de ser amado es una cosa que diferencia a los seres humanos del resto de la creación. Somos profundamente emocionales y profundamente sociales. En el diseño sabio del Creador, no fuimos hechos para estar solos. Dios mismo lo dice en Génesis 2:18, «no es bueno que el hombre esté solo…».   Fuimos creados para estar unidos a alguien, para ser dependientes de alguien, para comunicarnos con alguien y para estar junto a alguien. Fuimos diseñados para dar y recibir toda una variedad de amor: amor de familia, amor marital, amor fraternal, amor paternal, amor comunitario, amor del cuerpo de Cristo, amor de amistad, amor al prójimo y más. Por lo tanto, el amor es la base de la humanidad.
II. Amor caído
Hubo algo más de lo que me di cuenta sobre todas estas personas en el mercado. Muchos de ellos, si es que no todos, caminaban con corazones heridos y rotos. Habían experimentado el amor, pero un amor afectado por la caída.  Existen aquellos que nunca han encontrado el verdadero amor; otros, que huyen de un amor fallido. Algunos viven un amor que ha muerto; mientras que otros, aún viven en un amor disfuncional, que no supieron arreglar. También están aquellos que se dijeron a sí mismos que no necesitaban ser amados, pero en los momentos de soledad, no lo creen. Hay otros que fueron tan lastimados por el amor que nunca volverían a abrir sus corazones y aún existen personas que harían lo que fuera para escuchar que alguien les dijera, «te amo». Si has vivido por un periodo corto de tiempo con un mínimo sentido de la consciencia, no necesitarás que la publicación de un blog te informe lo siguiente: el amor, es al mismo tiempo, la experiencia humana más  dulce y más triste que se puede vivir. Sin embargo, reconozcámoslo o no, aún si experimentáramos el amor humano en perfección y en todo su potencial, el hambre que sentimos por él no dejaría de existir. 
III. Amor horizontal
El problema del amor no es solamente que está teñido con la caída; sabemos que es así –hemos estado tanto en el lado de dar como en el de recibir un amor caído–. También, y más importante aún, es que el amor humano es horizontal. El amor horizontal (en otras palabras, el amor entre personas) nunca fue diseñado para dar la paz, la satisfacción y el descanso que el corazón humano ansía.  Aunque el amor humano horizontal nunca satisfará nuestra hambre, tiene un rol muy importante que desempeñar en el contentamiento definitivo que buscamos. El amor humano fue diseñado por Dios para ser una señal que nos apunta hacia el único amor que tiene el poder de dar la satisfacción que nuestro corazón anhela.  Se me vienen dos ejemplos bíblicos a la mente. El primero, Efesios 5: el apóstol Pablo habló sobre el matrimonio como una ilustración de un amor más fundamental y satisfactorio; este es, el amor que Cristo tiene por nosotros, su iglesia.  El otro ejemplo es Juan 17: Jesús ora para que la unidad en amor de sus discípulos sea una señal, para aquellos que los observan, del amor de Dios que lo llevó a enviar a su Hijo en una misión sacrificial de rescate y de perdón, que es la esperanza de la humanidad.  Por lo tanto, el amor horizontal tiene su lugar en la vida del ser humano, y aunque esté caído, aún tiene una influencia muy poderosa y muy significativa en ella.  No obstante, en algún momento de nuestras vidas, todos hemos cometido un error. Éste ha provocado en nosotros desánimo, desilusión, desesperanza y escepticismo respecto al amor. ¿Cuál es ese error? Le hemos pedido al amor horizontal que cumpla un propósito para el cual no fue diseñado ni es capaz de realizar. Gran parte del dolor, de la decepción y del enojo que experimentamos en nuestras relaciones es consecuencia de la carga imposible de llevar que ponemos en otra persona. Esperamos y exigimos lo que ningún ser humano es capaz de hacer. Cuando hacemos esto, no sólo le estamos pidiendo a la otra persona que nos ame. No, le estamos pidiendo que sea nuestro mesías personal. 
IV. El amor del día de San Valentín
Permítanme tomarme un momento para hacer una pausa, pues no quiero que me malinterpreten. No estoy escribiendo esta publicación para minimizar el amor humano –pues ya expresé cuán importante es–. Además, quiero que sepan cuánto aprecio el día de San Valentín, puesto que cualquier ocasión que nos dé una oportunidad de expresar directa y específicamente nuestro amor el uno hacia el otro es algo bueno.  Debemos construir relaciones de amor los unos con los otros; debemos buscar formas de comunicar y demostrar ese amor; debemos ser agradecidos en los momentos en que alguien nos bendice con su amor y nosotros debemos bendecir de igual manera a otros.  Sin embargo, a medida que nos comprometemos con las vidas de amor que Dios nos ha llamado a vivir, tenemos que ser cuidadosos de no pedirle a las personas que nos aman lo que sólo el Señor que nos ama puede entregarnos. 
V. Amor vertical 
Así que, si fuimos diseñados para tener hambre de amor, pero el amor humano es horizontal, está caído y es incapaz de satisfacer nuestras almas; entonces, ¿cuál es la solución? La respuesta es el amor vertical: de Dios hacia nosotros.  El amor vertical nos dará paz. El amor vertical hará que nuestros corazones estén contentos. El amor vertical nos capacitará para amar a otros. El amor vertical plantará en nuestras almas una alegría inquebrantable. El amor vertical nos dará el valor y la identidad definitivos. El amor vertical nos ha salvado, nos está salvando y continuará salvándonos.  El amor vertical (de Dios hacia nosotros) da lugar al mejor regalo de San Valentín que jamás recibiremos. No es sólo una historia de amor inmerecido, sino que del sacrificio definitivo que se llevó a cabo para que así ese amor pueda ser entregado a aquellos que no lo están buscando y que no lo merecen.  En un momento, Jesús representa y resume de mejor manera el sacrificio de amor en la cruz. Un momento impensado cuando el Padre le da la espalda a su Hijo. Jesús, en el horrible dolor de la absoluta soledad, ahora siendo rechazado tanto por su pueblo como por Dios, clama, «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?». Esto es lo que necesitamos recordar: Jesús estuvo dispuesto a estar completamente solo para que así nosotros nunca estuviéramos solos otra vez. Así es cuánto nos amó ayer, cuánto nos ama hoy y cuánto nos amará mañana y en el futuro que viene.  
VI. Amor invisible 
Todo esto suena muy animante, pero si ustedes son de alguna forma parecidos a mí, el siguiente pensamiento debe haber cruzado sus mentes: es muy difícil lidiar con relaciones de amor con personas que podemos ver y tocar. No obstante, ¿cómo podremos descansar alguna vez en el amor de alguien a quien no puedo ver? Dios, en su tierno amor, nos ayuda en dos maneras:

1. Dios hizo visible su amor invisible al enviar personas de amor para amar a quienes necesitan amor

¿Por qué Dios nos llama en Colosenses 3:12-14 a que nos tratemos mutuamente con amor, amabilidad, humildad, mansedumbre, paciencia, tolerancia, perdón y amor? Nos llama a llevar este estilo de vida, principalmente, no para que podamos tener relaciones humanas cómodas, sino para que experimentemos su amor.  Somos llamados a ser embajadores de su amor; es decir, a hacer visible su amor invisible en las vidas de otros y viceversa. Somos llamados a ser la mirada de su rostro, el tono de su voz y la caricia de su mano.  Dios sabe cuán difícil puede llegar a ser comprender el amor de alguien a quien no podemos ver, por lo que él hace que su amor sea visible. Por medio de personas de amor que él pone en nuestro camino, él nos alcanza en los lugares donde nos encontramos, en las situaciones que experimentamos y nos ama con un amor que podemos ver, escuchar y tocar. ¡Así es cuánto nos ama Dios!

2. Dios dispone el dolor de la soledad temporal para que podamos apreciar y celebrar aún más su amor eterno 

Dios sabe cuán tentador es para cada uno de nosotros tratar de reemplazar el amor vertical con el amor horizontal. Por lo tanto, en su gracia, él permite que degustemos la amargura del amor horizontal perdido y fallido para que podamos buscar y disfrutar la dulzura de su amor vertical (Romanos 5.1-5 apunta a esta conexión). Es en los momentos cuando el amor humano falla cuando comenzamos a comprender el valor incalculable de su amor eterno que nunca falla. Es en el dolor del rechazo humano que comenzamos a atesorar el hecho de que el amor de Dios es tan fuerte que nunca nos dejará ni nos desamparará sin importar lo que pase o lo que venga.  Verán, Dios permite que lo que usamos para alimentarnos nos deje insatisfechos, no porque él nos odie, sino porque nos ama y quiere que aprendamos a alimentar nuestras almas con lo único que puede realmente satisfacernos: su amor Por lo tanto, celebren el amor humano con el que han sido bendecidos, pero no dejen que su corazón se quede ahí. Corran al Amado a quien el amor humano apunta y dejen que su corazón se alimente profundamente de su amor divino, eterno y vertical.  Recuerden, no es el regalo de San Valentín el que los ama; no, pues ese regalo está ahí para recordarles el amor de la persona que eligió amorosamente regalárselos. Así es también el amor de Jesús.
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita su sitio web.  Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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La doctrina de la gloria de Dios
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La doctrina de la gloria de Dios

Nunca olvidaré esa tarde. No puedo pensar en algún otro momento en el que haya quedado pasmado por una composición musical. No recuerdo al compositor o al director, pero asistí a una función realizada por la Orquesta Sinfónica de Chicago. Compré una entrada para estar en primera fila y valió la pena. La música era poderosa, inquietante, asombrosa, inolvidable, irresistible y gloriosa, todo al mismo tiempo. Hubo momentos en los que deseaba que esa noche nunca se terminara y momentos en los que quise levantarme y salir corriendo del salón del concierto. Hubo ocasiones cuando la música provocó que mi pecho resonara y momentos en los que me atraía con un susurro. Hubo momentos cuando la alegría musical chocaba con el miedo musical en una hermosa disonancia de sonido. Cuando la función terminó, me sentí a la vez triste y agotado. Quería más, sin embargo, al mismo tiempo sentí que había tenido suficiente. No sabía por qué esta función en particular me había afectado tan profundamente hasta que miré el programa y vi el nombre de la composición. Decía: Dios, la palabra más extraordinaria que jamás se haya dicho.

Tratando de capturar la gloria

Lo que experimenté esa noche fue el intento de un compositor muy talentoso para capturar a Dios (en toda su maravillosa y multicolor gloria) en una sola pieza musical. En un sentido, fue un esfuerzo triunfante; en otro, un fracaso deprimente y vergonzoso. Para cualquier ser humano pensar que pueden capturar la gloria de Dios en una sola afirmación artística es una ilusión en el mejor de los casos y banal en el peor de los casos. Meter lo infinito a la fuerza en lo que es finito es inmensamente más imposible que intentar meter el cuerpo completamente desarrollado de un elefante dentro de un dedal. No importa cuán dotado seas o cuánto lo intentes, ¡simplemente no sucederá! El compositor, el director y la orquesta lo habían hecho maravillosamente bien para estándares humanos, pero con su mayor esfuerzo, solo capturaron menos que una gota de un océano interminable que es la gloria de Dios. La gloria no es una cosa, como un zapato, un buen trozo de carne, una vela o una casa de campo. Esos son artículos físicos particulares que podrían ser descritos tan cuidadosamente con palabras que inmediatamente te harías una imagen adecuada en tu mente de lo que se está hablando. Alguien podría dibujar un zapato o tomar una fotografía de una casa de campo y al verla puedes saber lo que era. Sin embargo, la gloria no es así. No existe un solo dibujo, pintura, fotografía o descripción verbal que pueda capturar la gloria. La gloria no es una cosa como tampoco la descripción de una cosa. La gloria no es una parte de Dios; es todo lo que Dios es. Cada aspecto de quien es Dios y cada parte de lo que Dios hace es glorioso. No obstante, incluso, eso no es una descripción suficiente. No solo es glorioso en todo aspecto, ¡sino que su misma gloria es gloriosa!

¿Qué es la gloria?

Con muchas otras doctrinas en la Escritura, normalmente corremos hacia un par de pasajes por defecto que describen el asunto directamente, y sentimos que podemos irnos con una comprensión general de ese tema. No obstante, esa estrategia no funciona con la doctrina de la gloria de Dios, porque la gloria de Dios se encuentra por sobre y más allá de cualquier tipo de descripción y definición. Puedes decir con seguridad que Dios es glorioso (tu Biblia declara que lo es), pero no puedes describir exacta y completamente con palabras la gloria que la Escritura declara. Quizás el único camino factible hacia algún entendimiento de lo imponente de la gloria de Dios es leer la Biblia completa de tapa a tapa una y otra vez, buscando la gloria divina. ¿Por qué? Porque la gloria de Dios no se define en su Palabra; no, su gloria es tan grande que salpica cada página de su libro. Dicho eso, existen lugares donde la Escritura intenta definir la grandeza de la gloria de Dios con la pequeñez del lenguaje humano para que podamos obtener un destello de lo que es. Por ejemplo, el profeta Isaías, bajo la inspiración del Espíritu Santo, estira el lenguaje humano a su punto máximo de elasticidad con el fin de darnos un destello de la gloria de Dios. Él escribe: «¿Quién midió las aguas en el hueco de su mano…?» (Is 40:12). Yo he hecho esto y sería una buena descripción gráfica que puedes intentar. Anda al fregadero, abre la llave de agua y ve cuánta agua puedes medir con la palma de tu mano antes de que empiece a derramarse. Entonces, ¡piensa en que tu Dios puede contener todo el líquido del universo en sus manos sin derramar una sola gota! Isaías continúa: «[Él] pesó los montes con la báscula… Las naciones le son como gota en un cubo… Él es el que extiende los cielos como una cortina y los despliega como una tienda para morar [en ellos]» (Is 40:12, 15, 22). El profeta está empleando descripciones gráficas incalculablemente enormes para ayudarnos a tener un vislumbre minúsculo de entendimiento de cómo es la gloria de Dios. Sin embargo, incluso estas descripciones muy pintorescas y útiles no alcanzan a capturar la asombrosa gloria de Dios. Por tanto, cuando la Biblia habla de la gloria de Dios, ¿de qué está hablando? La doctrina de la gloria de Dios abarca la grandeza, la belleza y la perfección de todo lo que él es.  En todo lo que él es y en todo lo que él hace, Dios es más grande que la descripción humana. Todo atributo y acción de Dios es maravillosamente hermoso en todo aspecto. Cada característica de Dios y cada logro de su mano son completamente perfecto. Esto es lo que queremos decir cuando hablamos sobre la gloria de Dios. La asombrosa realidad de este universo es que existe Alguien que es más grande, más hermoso y más perfecto en toda forma. Dios es gloriosamente grandioso, gloriosamente hermoso y gloriosamente perfecto. No existe nadie como él; él no tiene rivales y no hay comparaciones válidas que se le puedan hacer. Él es el gran Otro, en una categoría propia de él mismo que va más allá de nuestra capacidad para calcular, entender o describir. Cada parte de Dios es gloriosa en cada aspecto posible; no hay nada más que se pueda decir. Puesto que Dios es glorioso en todo aspecto, solo él permanece en este vasto universo como el único que es digno de adoración, entrega y amor de cada corazón humano.

¿Por qué importa la gloria?

Después de leer esto, podrías tener algunas preguntas. «Bueno, Paul, reconozco que Dios es glorioso y que su gloria es importante… pero ¿cómo?». Quisiera dedicar la segunda parte de este ensayo para hablar sobre la aplicación práctica. A continuación, entrego seis implicaciones que la doctrina de la gloria tiene en nuestras vidas diarias:
1. Tú y yo somos diseñados para la gloria de Dios
Las personas son criaturas orientadas hacia la gloria; no así los animales. Las personas son atraídas a cosas gloriosas, ya sea una obra dramática emocionante o unos juegos deportivos, una cautivadora pieza musical o la mejor comida del mundo. Los animales viven por instinto y existen para sobrevivir. Nosotros vivimos por un diseño de gloria y perseguimos cosas mayores y mejores. Dios construyó esta orientación hacia la gloria en nosotros; no es pecaminoso ni va contra la voluntad de Dios ser atraído a cosas gloriosas. Debido a esta orientación hacia la gloria, nuestras vidas siempre serán formadas por la búsqueda de algún tipo de gloria. Tú y yo siempre estaremos buscando algo para satisfacer el hambre de gloria con la que Dios diseñó que vivamos.

¿Cómo se vieron influenciadas tus decisiones de ayer por tu diseño de búsqueda de gloria?

 2. Dios creó este mundo glorioso para apuntar a su gloria
Dios nos puso intencionadamente en un mundo repleto de gloria. Desde los árboles hasta las flores y las montañas; desde el puré de papas hasta los filetes y las limonadas; desde las tormentas hasta los atardeceres y las nevadas (todas estas cosas fueron diseñadas por Dios para estremecer nuestros sensores de gloria). Sin embargo, es importante entender que a cada gloria creada Dios le dio el propósito de funcionar como un GPS espiritual que nos señala a la única gloria que satisfará nuestros corazones: la gloria de Dios. Imagina tomar vacaciones familiares a Disney World, y a unos 48 kilómetros, ves una señalética al lado de la calle con el logo y el nombre del complejo turístico. ¡Sería tonto detenerse en la señalética y tener tus vacaciones familiares al lado de la calle! De igual manera sucede con la gloria de Dios en la creación: es solo una señal que te dirige a la fuente. No te detengas en la señal.

¿Qué puedes hacer para estar más consciente del mundo glorioso que Dios creó para que vivas?

3. Solo la gloria de Dios puede satisfacer el hambre de gloria en nuestros corazones
 Si dentro de nosotros existe un hambre por la gloria, entonces uno puede argumentar que todo lo que pensamos, deseamos, decimos y hacemos es hecho desde una búsqueda de gloria. Todos queremos lo que es glorioso en nuestras vidas (ya sea el glorioso placer momentáneo de una comida, la gloria de ser reconocido por pares o supervisores, o participar en la obra gloriosa del Reino de Dios aquí en la tierra). El lugar donde busquemos la gloria puede variar, pero una cosa es segura: esta hambre por gloria nunca será satisfecha por cosas creadas. Incluso si pudieras experimentar las situaciones, las ubicaciones, las relaciones, las experiencias, los logros o las posesiones más gloriosas en esta vida, tu corazón aún no estaría satisfecho. La creación no tiene ninguna capacidad en lo absoluto de llevar contentamiento a tu corazón. Solo Dios puede saciar nuestra hambre y, al saciarla, da paz y descanso a nuestros corazones.

¿En qué lugares de la creación estás buscando satisfacer el hambre de gloria que solo Dios puede satisfacer?

 4. El pecado te convierte a ti y a mí en ladrones de gloria
El diseño original era que los seres humanos vivieran en un mundo glorioso y existieran en una perfecta armonía relacional con un Dios glorioso. Sin embargo, el pecado corrompió el diseño original, y ahora tú y yo tenemos el deseo de vivir para nosotros mismos (ver 2 Corintios 5:14-15).En lugar de vivir para la gloria de Dios, intentamos robar esa gloria para nosotros mismos. Exigimos estar en el centro de nuestro mundo. Nos llevamos el crédito de aquello que solo Dios puede producir. Queremos ser soberanos. Queremos que otros nos adoren. Establecemos nuestro propio reino y castigamos a aquellos que quebrantan nuestras leyes. Nos decimos a nosotros mismos que tenemos derecho sobre lo que no merecemos y nos quejamos cuando no obtenemos lo que sea que queramos. Es un desastre de gloria.

¿Cómo has intentado robarle la  gloria a Dios esta semana?

5. Incorrectamente apuntamos con el dedo de la culpa y prolongamos nuestra disfunción de gloria
 Es tentador culpar por la guerra de gloria que se libra dentro de nosotros a elementos externos: si solo nuestra cultura no fuera tan perversa; si solo los medios de comunicación no promovieran prioridades pecaminosas; si solo nuestro gobierno estuviera más comprometido con la moralidad. Seguro, los factores externos son fuertes e influyentes, pero la guerra de gloria que se pelea dentro de nuestros corazones es lo que primero nos atrae a esos elementos externos. Dentro del corazón de cada pecador hay una disfunción de gloria profunda y permanente. Vivir para la gloria del yo es más natural para nosotros que reconocer y vivir para la gloria de Dios. En nuestro autoengaño, nos decimos a nosotros mismos que realmente podemos satisfacer nuestra hambre al beber de pozos secos. Si queremos resolver nuestra disfunción de gloria, tenemos que llegar al corazón de la disfunción, que es, de hecho, nuestro corazón.

¿A quién has culpado por tu disfunción y cómo ha retrasado la cura?

6. Solo la gracia de Dios tiene el poder para curar nuestra disfunción de gloria
La realidad es que no podemos resolver nuestra propia disfunción de gloria. Muchos han intentado; ninguno ha tenido éxito por sí mismo. Nuestra única esperanza es que el Dios de la gloria invada nuestras vidas y nos rescate. No obstante, no nos rescata de la cultura, de los medios de comunicación o el gobierno; no, él necesita rescatarnos de nosotros. Es por esto que Jesús vino a la tierra, vivió justamente en nuestro lugar, murió por nuestra disfunción, luego resucitó conquistando el pecado y la muerte. En sublime gracia, Jesús voluntariamente vino en una misión de rescate de gloria y, porque lo hizo, hay esperanza para nosotros. Cuando admitimos nuestro robo de gloria y cuando clamamos por ayuda para nuestra disfunción, finalmente podemos ser libres de la búsqueda de gloria terrenal que nunca satisface  y vivir para siempre a la luz de la gloria satisfactoria de Dios.

¿Cuándo fue la última vez que admitiste tu disfunción de gloria de manera específica y pediste la gracia rescatadora de Dios?

Verás, solo existe Uno en el universo que es supremo en gloria, supremo en grandeza, supremo en belleza y supremo en perfección, y él es todas estas cosas en todo lo que es y en todo lo que hace. Dios no tiene inconsistencias de gloria y no tiene rivales de gloria. Todo viene de él, todo sigue existiendo por medio de él y todo fue hecho para él (ver Romanos 11:36). Vivir a la luz de la doctrina de la gloria de Dios no es solo sobre ser espiritual; es sobre recapturar tu humanidad, pues así es como cada ser humano fue diseñado para vivir.
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El Regalo es el Dador
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El Regalo es el Dador

Me encanta el elemento del regalo en la temporada navideña. Me encanta cuando mi familia actualiza su lista de deseos, porque así puedo ver qué quieren recibir ese año. Me encanta ir de compras y pasear por los pasillos en búsqueda del regalo perfecto. Me encanta sacarlo del estante y pagarlo, llevarlo a casa y envolverlo.  Espero con ansias ver sus reacciones cuando los reciban en Navidad. Me alegra saber que mis esfuerzos satisfarán una necesidad en sus vidas y les dará deleite.  Sí, ¡soy un poco loco por los regalos! No hay nada malo con el elemento de los regalos de Navidad. De hecho, el verdadero significado de la Navidad tiene que ver completamente con un Regalo. Es el Regalo más maravilloso, increíble, impensable, contraintuitivo y que cambia la vida que jamás pudo regalarse.  Es un Regalo que no tiene comparación con ningún otro regalo que la humanidad alguna vez haya dado o recibido.  Piensa en los regalos que intercambiamos: un juguete, un artefacto útil para la casa, una entrada a un concierto, un vale de restaurante. Lo usamos, sirve para algún propósito, nos trae placer, pero al final se acaba o se rompe.  El regalo supremo de Navidad no era como ninguno de esos regalos. En la primera Navidad, algo radical ocurrió: el Regalo fue el Dador. Dios sabía que nuestra necesidad como pecadores era tan profunda y que nuestro dolor y sufrimiento en este mundo caído era tan profundo e ineludible que la única cosa que podría darnos era a sí mismo.  El único Regalo que podía salvarnos no era un juguete, una herramienta, un servicio o un vale. Tenía que ser Dios mismo.  ¿Puedes imaginarte darte a ti mismo a alguien este año? ¡No tendría sentido! Sin embargo, la Navidad se trata de Dios dándose a sí mismo a nosotros.  El Regalo es el Dador. Jesús se dio a sí mismo porque era el único que podía resolver nuestro problema eterno. Vino como el Regalo que viviría la vida que nosotros nunca podríamos vivir, moriría la muerte que nosotros debimos haber muerto y resucitaría conquistando el pecado y la muerte para que pudiéramos tener vida, una vida eterna y abundante, aquí y ahora. Esta Navidad, puedes estar un poco loco por los regalos, entusiasmarte por abrir tus regalos, deleitarte dándole a otros sus regalos, divertirte usando lo que recibiste. Sin embargo, no olvides el verdadero significado de los regalos de Navidad. Recuérdales a quienes amas qué simboliza dar regalos. La Navidad se trata de un Regalo y el Regalo es el Dador.  Dios los bendiga.

Pasos prácticos en Navidad

A continuación, comparto dos maneras en las que puedes celebrar y compartir que el Regalo es el Dador: 
  1. Haz que esta Navidad en tu casa sea más espiritual que material. Por supuesto, puedes dar regalos y disfrutar de las cosas materiales, pero habla sobre el nacimiento, la muerte y la resurrección de Jesús en cada oportunidad.
  2. Haz una lista de personas en tu vida que aún no conocen al Señor (vecinos, colegas, la persona que regularmente te atiende en el almacén o en la tintorería, etc). Sorpréndelos con un regalo de Navidad este año y ve qué puertas se abren para hablar con ellos sobre la vida y Jesús. 
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Cuando la paternidad parece una misión imposible
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Cuando la paternidad parece una misión imposible

Ocurrió un domingo a las 11 de la noche mientras salía cansado y abrumado del estacionamiento de la tienda de comestibles. Después de haber acostado a nuestros hijos mucho más tarde de lo que queríamos, mi esposa Luella se dio cuenta de que no teníamos con qué preparar los almuerzos que llevarían al día siguiente. Por tanto, con una actitud que no calificaría de alegre, subí al automóvil y partí a hacer una compra nocturna de comida. Mientras esperaba que la luz cambiara, me di cuenta. Parecía como si mi misión hubiera sido imposible: Estaba llamado a ser el padre de cuatro niños. 

AGOTAMIENTO

Es humillante y un poco vergonzoso admitir esto públicamente, pero me senté en el automóvil e imaginé cómo sería ser soltero. No, no quise realmente dejar a Luella y a nuestros hijos, pero en ese punto la paternidad me pareció abrumadora. Me sentí como un automóvil que se queda sin combustible. No me quedaba paciencia para enfrentar otro día de mil peleas entre hermanos, mil choques de autoridad, mil recordatorios, mil advertencias, mil correcciones, mil momentos de disciplina, mil explicaciones, mil conversaciones sobre la presencia y la gracia de Jesús, mil momentos de ayudar a un hijo a verse tal cual es en el espejo de la Palabra de Dios, mil veces «perdóname» y mil veces «te quiero». Parecía imposible ser obediente y fiel a la tarea y tener el tiempo y la energía para hacer algo más.

UN MOMENTO DE GRACIA

Sé que a algunos les parecerá contra-intuitivo y casi irracional, pero creo que es esencial que un padre lo entienda: Ese momento en el automóvil, aquella noche de domingo, no fue un momento sombrío ni horrible: fue un momento precioso de gracia fiel. En lugar de que mi carga se hiciera más pesada, se levantó de una forma que fue personalmente significativa y determinante. ¿Estoy acaso diciendo que repentinamente la paternidad se me hizo más simple y fácil? ¡Para nada! Sin embargo, esa noche me di cuenta de dos cosas que cambiaron mi experiencia de la paternidad.
1. Imposibilidad
Fue claro y simple: Enfrenté el hecho de que soy absolutamente incapaz de transformar a mis hijos. De maneras que pasaron completamente inadvertidas para mí, había puesto la carga de la transformación sobre mis hombros. Caí en creer que, gracias a la fuerza de mi lógica, la amenaza de mi disciplina, la expresión de mi rostro o el tono de mi voz, podría cambiar los corazones de mis hijos, y al cambiar sus corazones, cambiar sus conductas. Cada mañana me había levantado tratando de ser el mesías auto-designado de mis hijos. Y mientras más intentaba hacer lo que me era imposible, más irritado y decepcionado me sentía, y más frustrados y desanimados se sentían ellos. Era un tremendo desastre. Yo era pastor, y sin embargo, no lograba ver que en mi paternidad estaba negando el mismísimo evangelio que fielmente trataba de predicar domingo a domingo. En mi hogar, mientras intentaba producir un cambio y hacer que mis hijos crecieran, actuaba como si no hubiera un plan de redención, ni un Jesucristo, ni una cruz de sacrificio, ni una tumba vacía, ni un Espíritu Santo vivo y activo. Esa noche, Dios me hizo ver que yo le estaba pidiendo a la ley lo que sólo la gracia puede lograr. Eso jamás funcionaría. Empecé a entender que, si todo lo que mis hijos necesitaban era un conjunto de reglas y un padre que actuara como juez, jurado y carcelero, ¡Jesús nunca habría tenido que venir! Me di cuenta de que, para llegar a un cambio permanente en las conductas de mis hijos, los cambios fundamentales que debían ocurrir en sus corazones (en lo más profundo de sus pensamientos y deseos) sólo se producirían gracias a la poderosa, perdonadora y transformadora gracia del Señor Jesucristo. Comencé a darme cuenta de que, como padre, no estaba llamado a producir el cambio sino sólo a ser una herramienta dispuesta en las poderosas manos de Dios, el único que tiene el poder y la disposición de deshacernos y volver a construirnos.
2. Desesperación
Esa noche comprendí una segunda cosa: Enfrenté el hecho de que, para ser una herramienta de gracia, yo mismo necesitaba de ésta con urgencia. En un momento de confesión, enfrenté mi falta de carácter, sabiduría y fuerza. Admití delante de Dios y de mí mismo que no contaba con lo necesario para llevar a cabo la tarea que se me había llamado a cumplir. No tenía la paciencia inagotable, la perseverancia fiel, el amor constante y la gracia siempre dispuesta que se necesitaban para ser el instrumento que Dios me había llamado a ser en las vidas de mis hijos. Y habiendo admitido eso, me di cuenta de que guardaba más semejanzas que diferencias con mis hijos. Al igual que mis hijos, creo naturalmente las mentiras de que soy independiente y autosuficiente. Al igual que ellos, no siempre aprecio la autoridad ni valoro la sabiduría. Al igual que ellos, a menudo quiero escribir mis propias reglas y seguir mi propio plan. Al igual que ellos, quiero que la vida sea predecible, cómoda y fácil. Al igual que ellos, me pongo una y otra vez en el centro de mi mundo y hago que la vida se trate completamente de mí. Me di cuenta de que, si alguna vez habría de ser la herramienta de la gracia transformadora en las vidas de mis hijos, necesitaría ser rescatado a diario, pero no de ellos, ¡sino de mí! Es por eso que Jesús vino, para que tuviera todos los recursos necesarios para ser lo que Él ha decidido que yo sea y hacer lo que Él me ha llamado a hacer. En su vida, muerte y resurrección se me dio todo lo necesario para ser su herramienta de rescate, perdón y gracia transformadora.

DULCES SUEÑOS

Tan extraño como suena, esa noche empecé a descansar en la imposibilidad de mi misión como padre. La tarea era mucho más grande que mi capacidad de ser padre, y también será siempre mucho más grande que la tuya. Sin embargo, no somos mesías de nuestros hijos ni se nos ha abandonado a los recursos de nuestro propio carácter, sabiduría y fuerza. Nuestros hijos tienen un Mesías. Él está con ellos y trabajando en y a través de nosotros. Nuestro sabio Padre Celestial está trabajando sobre todos los que actúan en la escena, y no nos llamará, ni a nosotros ni a ellos, a una tarea para la cual no nos capacite. Esta sí que es una razón para levantarse en la mañana con entusiasmo y acostarse por las noches en paz.
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita paultripp.com. Usado con permiso. | Traducción: Cristian Morán
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¿En verdad necesitas lo que deseas?
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¿En verdad necesitas lo que deseas?

Hace poco discutía sobre la responsabilidad que el ser humano no tiene para establecer sus necesidades, dando tres razones por las que es mejor dejar que el creador las defina. Hoy quisiera continuar con este tema y mostrar más a fondo el peligro de permitir que las personas definan sus necesidades. Tanto tú como yo tendemos a decir que necesitamos cosas que en realidad no necesitamos. Por ejemplo, decimos que necesitamos una casa más grande cuando ya tenemos una que tiene agua potable y electrodomésticos buenos. También decimos que necesitamos un auto nuevo aun cuando el que ya tenemos funciona de forma normal. Es más, no sólo definimos nuestras necesidades físicas, sino que también las relacionales. Decimos que necesitamos un cónyuge más cariñoso, un hijo más obediente o un jefe más respetuoso. Aunque esto podría confundirte o irritarte, debo decir que la Biblia nunca nos promete esas cosas. Entonces, ¿es incorrecto desear una vida de comodidad en la que tenga una casa grande y un auto nuevo? No, mientras esos deseos no te consuman. ¿Es pecaminoso anhelar que en tu vida existan personas que te amen, te respeten y te aprecien? No, pues esas cosas son hermosas a los ojos de Dios. Sin embargo, en un mundo caído, donde la vida no funciona como debería, hay una diferencia entre necesidad y deseo. Una necesidad es algo esencial para la vida mientras que un deseo es una fuerte sensación de que algo te falta. Muchos de nuestros deseos no son incorrectos —mientras no nos gobiernen—, pero sencillamente no son necesidades.

TRES PELIGROS

Cuando le damos a un deseo el mismo valor que tiene una necesidad, existen tres peligros:
1. Creer que tenemos el derecho a algo
En primer lugar, nos sentimos con el derecho a obtener ese deseo. En este caso, "tener derecho a algo" quiere decir que a una persona se le ha otorgado un derecho legal o un justo derecho a recibir o hacer algo. Cuando le damos a un deseo el nombre de necesidad, básicamente le estamos diciendo a Dios que tenemos un derecho legal o un justo derecho a __________ [completa con tu deseo]. “La Biblia nunca dice que el ser humano pecador tiene derecho a obtener algo de un Dios perfecto y santo”. En realidad, esto no es cierto, pues a lo único que tú y yo tenemos derecho legalmente en esta vida es a la muerte. Nos rebelamos continuamente contra la sabia ley de un Dios amoroso, y la consecuencia de esa rebelión es la muerte. Sin embargo, Dios, en su misericordia y amor, quita la condenación legal de nuestra sentencia y la pone sobre Cristo. Déjame animarte: la próxima vez que pienses que Dios te debe algo, por favor, reconsidéralo. La única cosa que Dios nos debe es algo que no queremos.
2. Creer que podemos exigir
Una vez que nos sentimos con el derecho a obtener algo o alguien, creemos que tenemos el derecho a exigirlo. No sé tú, pero yo no tengo apuro en pasar tiempo con gente exigente. Son severos, impacientes e incapaces de perdonar. Todos conocemos a alguien así: algún familiar, compañero de trabajo o miembro de la iglesia. No obstante, quizás somos más parecidos a ellos de lo que creemos. Es posible que sintamos el derecho a tener algo y luego lo exijamos a otros. Teológicamente, todos sabemos que no somos lo suficientemente importantes como para exigirle cosas a Dios, pero ¿no existe la posibilidad de que se las estemos exigiendo a otras personas?
3. Creer que podemos juzgar
Después de creer tener derecho a algo y creer que podemos exigirlo, creemos que podemos juzgar; es decir, juzgaremos el amor de otros por su disposición o por su capacidad de proveernos aquello que hemos hecho una necesidad. Si se nos entrega rápidamente, tratamos a las personas con respeto y amor, pero si se demoran, se rehúsan o no pueden entregar lo que se les pide, hacemos que su vida sea difícil. Hacemos lo mismo con Dios —a menudo inconscientemente—. Si Dios nos da comodidad, riqueza y buena salud, no nos cuesta nada cantar el himno Oh, tu fidelidad. Sin embargo, si Dios no nos da esas cosas, o en vez de eso permite que cosas difíciles entren en nuestra vida, nos vemos muy tentados a cuestionar su amor y dejar de adorarlo.

TU LISTA DE NECESIDADES

¿Ves cuán peligroso puede ser este concepto de "necesidad"? Si conviertes un simple deseo en una necesidad, esto puede alterar tu vida radicalmente. Sentirás que tienes derecho a ello, lo exigirás y juzgarás el amor de otros por su capacidad de entregártelo o no. Siempre es mejor permitirle a nuestro Padre Celestial que él sea quien defina lo que necesitamos. Confía en la Biblia, pues estás en buenas manos cuando se trata de tus privilegios familiares. Como hijo adoptado por Dios, tienes el derecho a la gracia celestial como un coheredero de Cristo (Romanos 8:16-17). NECESITAS esa gracia todos los días. Sin embargo, muchas de las cosas que exiges como necesidades simplemente son deseos de tu corazón. Te animo a que revises tu lista de necesidades y las pongas en la perspectiva correcta. No hay razón para tener miedo de poner tu lista en las manos de Dios, pues él proveerá para todas nuestras necesidades (Filipenses 4:19); “…nada bueno niega [el Señor] a los que andan en integridad” (Salmo 84:11).
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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Celebra la Navidad todos los días
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Celebra la Navidad todos los días

Me encanta el día de Navidad. Me encanta abrir regalos, escuchar música, comer y ver nuestras tradicionales películas y programas navideños como familia. Más importante aún, debemos amar el día de Navidad porque celebra el nacimiento de nuestro Señor y Salvador. Sin embargo, ¿qué harás con la historia de Navidad hasta el próximo año? El día de Navidad no puede ser simplemente una celebración que se hace una vez al año. Amo la tradición anual, pero cada día debemos esforzarnos para recordarnos a nosotros mismos las increíblemente maravillosas verdades del nacimiento de Jesús. Por lo tanto, a continuación comparto tres temas que resumen la historia de Navidad que puedes llevar contigo cada día del año hasta que comience la próxima temporada de Adviento:

Sacrificio

Cuando pienses en el bebé en el pesebre, tienes que recordarte a ti mismo que el bebé Jesús vino a hacer una cosa: Él vino a morir. Y al llegar a ese sacrificio final, todo en su vida estaría marcado por el sacrificio. Solo piensa en el cuerpo de un niño recién nacido, incómodo por la dureza de la paja. Incluso ese sacrificio es maravilloso (que el Creador de todas las cosas estuvo dispuesto a dejar las comodidades del cielo, sacrificándose física, emocional y espiritualmente). ¿Por qué Cristo iría tan lejos para ayudarnos? Porque nos ama y no había otra manera.

Honestidad

La historia de Navidad confronta nuestra ilusión de que estamos espiritualmente en el lugar correcto o que podemos manejar nuestro pecado. Si estuviéramos espiritualmente bien con Dios o pudiéramos manejar nuestro pecado, Jesús nunca habría necesitado llegar a este punto. Por más que el nacimiento de Jesús sea una historia de celebración, también es una historia profundamente humillante. Dios hizo esta radicalidad en amor porque estamos muy mal y terriblemente quebrantados. Cada día, necesitamos recordar que su acto de rescate no estaba motivado por lo que Él vio en nosotros, sino que por lo que había dentro de Él. No estábamos dispuestos, estábamos llenos de nosotros mismos y queríamos hacer todo a nuestra manera. Tienes que recordarte que debes ser honesto respecto a lo que la historia dice sobre ti.

Gloria

¿Qué puede ser más glorioso que el poder y la autoridad de Dios, como lo demuestra esta historia? Siglos antes, después de que Adán y Eva se hubiesen separado en rebelión, Dios prometió que Él se reconciliaría con el hombre de una vez por todas. Por miles de años, Él nunca olvidó ni dejó esa promesa. Él no se cansó, tampoco se distrajo. Él hizo una promesa y controló los eventos de la historia (grandes y pequeños) para que justo en el momento correcto, Jesucristo viniera y cumpliera lo que había prometido. ¡Piensa en la autoridad y el poder que tendrías que tener para controlar todas las situaciones, ubicaciones y relaciones con el fin de garantizar que Jesús viniera en el momento preciso e hiciera lo que se le ordenó hacer! Simplemente, no nos cabe en la cabeza, pero debemos recordarnos a nosotros mismos su gloria y poder cada día.

Hasta el próximo año…

Por lo tanto, hoy, el día después de Navidad disfruta tus nuevos regalos. Aprovecha al máximo los restos de la cena. Pasa tiempo con tus seres queridos y emociónate por hacer la celebración de Navidad del próximo año más grande y mejor. Sin embargo, hasta ese día, todos los días, ¡recuérdate el sacrificio de Cristo, lo que te dice sobre tu condición espiritual y la gloria, el poder y la autoridad de tu Padre celestial, que te ama y controla tu vida para su gloria y tu bien!

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Cómo puedes comprometerte hoy para hacer que la celebración del día de Navidad del próximo año se centre tanto en lo espiritual como en lo material?
  2. Considera todo el sacrificio que Jesús experimentó durante su vida terrenal. ¿Por qué esto debe profundizar tu afecto por Cristo?
  3. ¿Tus actividades del día de Navidad exponen un área de egoísmo o de debilidad? Por muy vergonzoso que sea, confiesa ese pecado a aquellos con quien pasas la Navidad y pídeles perdón. Recuerda: ¡esto es lo que el nacimiento de Jesús debe hacer!
  4. ¿Cómo Dios ha mostrado ser poderoso y estar en control en tu vida recientemente? Al meditar en estos aspectos de su gloria, ¿cómo puedes crecer en paz y en confianza?
  5. Continúa buscando maneras hoy y esta semana para recordarle a otros las verdades de la historia de la Navidad. ¡No esperes hasta diciembre del próximo año para celebrar el nacimiento de Jesús nuevamente!

Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita su sitio web. Usado con permiso.
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Palabras que un pastor necesita recordar cada mañana
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Palabras que un pastor necesita recordar cada mañana

En tu vida ministerial, es muy probable que cada mañana despiertes con algún sentimiento en tu corazón.
Quizás algunas mañanas despertarás con miedo y temor, recordando una dolorosa crisis que quisiste olvidar mientras dormías y que, sin embargo, sigue ahí; otras, despertarás desanimado, abrumado y sobrecargado por las responsabilidades pastorales; y en otros momentos, despertarás enojado y amargado, sintiéndote poco valorado, subestimado e incomprendido.
Cada mañana, en tu vida ministerial, no te será difícil encontrar razones para quejarte o desanimarte. Sin embargo, cada mañana será una oportunidad para sentir el consuelo del Señor que sobrepasa todos esos sentimientos negativos.
A continuación, comparto contigo cinco razones por las que puedes experimentar consuelo cada mañana en tu vida ministerial o, por el contrario, cinco razones por las que puedes estar sintiendo temor y desánimo.
1. Nunca estás solo
Es fundamental que recuerdes que nunca estás solo en el ministerio. Dios, a quien representas, es un Padre siempre amoroso y fiel. Sabe exactamente lo que necesitas y, por medio de un pacto, ha hecho consigo mismo el compromiso de cubrir esas necesidades.
Si despiertas pensando que el mundo está contra ti, vivirás lleno de miedo y desánimo. Sin embargo, si despiertas sabiendo que Dios te ha puesto donde él quiere y que él está contigo en cada paso que das, puedes sentir el consuelo que él entrega sin importar las circunstancias.
2. Nunca estarás desprovisto de lo necesario
También necesitas recordar que, en tu tarea de pastorear gente caída en un mundo caído que aún está en proceso de renovación, has sido bendecido constantemente con la gracia de Dios que te capacita. Cada mañana, cuando te despiertas y te enfrentas con tu llamado y con las cargas del ministerio, Dios te bendice con nuevas bondades para los asuntos del día específico.
Dios sabe (y a estas alturas, considerando tu historial de fracasos, seguramente tú también) que no eres competente para esta tarea por ti mismo, así que él te bendice día a día con su gracia fortalecedora. Cuando olvidas que has sido fortalecido para la tarea específica que está por venir, es fácil darse por vencido y sentirse abrumado.
3. Nunca serás juzgado
En el punto anterior, incluí a propósito una frase que debe haber herido tus sentimientos: “considerando tu historial de fracasos”. Antes de que te defiendas, déjame preguntarte, ¿acaso no es cierto? ¿Acaso no has fallado de diversas formas durante tu carrera ministerial?
Debido a la gracia, no tienes que arrastrar la carga paralizante del pecado, de la debilidad, de la insensatez y del fracaso que cargabas ayer al nuevo día de ministerio. No debes temer lo que pueda ser expuesto sobre ti en el futuro. No tienes este trabajo para mostrarte a ti mismo y a otros como una persona que no eres.
Puedes ser genuino y honesto sobre las áreas en las que necesitas crecer. Has sido bendecido con el perdón que permite que mañana sea un nuevo día, libre de las culpas del pasado. El perdón de Dios nos permite reconocer nuestro pecado, aprender la lección y avanzar con fe y gozo.
4. Nunca tendrás el control
Existe un Rey y no se trata de ti. No tienes que esforzarte por llegar a tener soberanía en el ministerio; tampoco tienes que asumir las cargas de un rey. No tienes que construir tu propio reino, porque Dios te ha dado su reino que él gobierna perfectamente para su gloria y tu bien.
Esto debe producir consuelo, pero a menudo produce estrés en las almas de la gente que trabaja en el ministerio. Cuando las cosas parecen ser un caos, nos ponemos exigentes, molestos, criticones y controladores, porque olvidamos recordarnos a nosotros mismos que, aunque las cosas estén fuera de nuestro control, nunca están lejos del control de Dios.
5. Nunca serás vencido
Esta es mi parte favorita sobre el ministerio cuando lo recuerdo: el poder de Dios es tan increíble, su celo es tan fuerte y su plan es tan grande que yo no puedo frustrarlo.
El plan de Jesús seguirá en marcha hasta que su reino final haya venido y su voluntad completa se haya cumplido. Sí, puedes arruinar tu ministerio y complicarlo por un momento. Sin embargo, en medio del caos, es importante recordar que aquello por lo que has arriesgado tu vida y el ministerio nunca estará en peligro pues el celo inquebrantable de Dios sobrepasa todo eso.
Así que esta semana, levántate y sonríeles cómodamente a las complicaciones. Seguramente, los desafíos del ministerio son muchos y el llamado es difícil, pero aquel que te ha enviado va contigo

Dios nunca te llamaría a representarlo a él mismo para luego dejarte solo.

Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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Somos como niños pequeños

Nuestro primer hijo era un niño increíblemente activo. Pasó los primeros días de su infancia agarrándose, aferrándose y trepando a personas y objetos como si la vida fuera el mejor juego de trepar que ha existido. Entre los ocho y los nueve meses, dio sus primeros pasos y no pasó mucho tiempo antes de que recorriera la casa de un lado para otro a una peligrosa e increíble velocidad. Si eres padre, sabrás que cuando tu hijo comienza a caminar, él o ella necesita ser protegido de todo un nuevo conjunto de peligros domésticos, por lo que mi esposa Luella y yo comenzamos a  adaptar la casa lo mejor que pudimos para proteger a nuestro hijo. También intenté advertirle a Justin, nuestro hijo, sobre las cosas que eran potencialmente peligrosas para él. Le di un “tour de seguridad” por la casa, mostrándole lo que debía evitar y lo que no debía tocar. Pensé que estaba desperdiciando mi tiempo, porque con cada advertencia que le hacía, me miraba como si no entendiera nada y asentía sin convicción.

Los enchufes prohibidos

Unos pocos días después, estaba leyendo en el living y, de reojo, vi a mi hijo mirándome misteriosa y maquiavélicamente. Miraba la muralla, luego a mí, después a la muralla y repetía este ciclo muchas veces. Cuando pensó que yo estaba lo suficientemente distraído, Justin se acercó directamente a un enchufe del cual ya le había advertido. Justo antes del emocionante primer toque, él hizo algo que me sorprendió: se detuvo, miró hacia atrás para ver si yo estaba mirando y después quiso tocar el enchufe mientras yo saltaba de mi silla para rescatarlo. Esa mirada final demostraba que Justin sí entendió mis advertencias, que sabía que estaba actuando contra mi voluntad, que estaba tratando de esconder su rebelión, y que inexplicablemente lo que le era prohibido lo estaba atrayendo. ¿Por qué estoy compartiendo esta anécdota familiar contigo? Porque, en muchas formas, tú y yo somos iguales a los niños pequeños. ¿Cuán seguido hacemos lo mismo que Justin, pero con Dios y con algo diferente a un enchufe? En el artículo de hoy, quisiera ver tres tipos de comportamientos que produce el pecado, cuáles y cómo nos reducen a una inmadurez infantil:
1. El pecado produce rebelión
Luella y yo nunca le enseñamos a Justin cómo ser rebelde. Nunca le dimos ningún tipo de incentivo para desear lo que estaba prohibido, para buscar una oportunidad de evitar nuestra autoridad o para alcanzar el “fruto prohibido”, que en este caso era el enchufe. Esto es algo con lo que él nació y no se demoró mucho en expresarlo. Lamentablemente, tú y yo no dejamos esa etapa. Ya sea que un par de años después nos arranquemos de mamá en la tienda de juguetes, copiemos en un examen en la secundaria o en la universidad, arreglemos nuestro curriculum o el formulario del impuesto a la renta con datos falsos, nos rehusemos a someternos al consejo de un anciano, nos permitamos la lujuria en secreto o incluso estacionarnos en un área no permitida “sólo unos pocos segundos mientras voy a la tienda”, la rebelión es natural para cada uno de nosotros. Nuestro espíritu rebelde nos lleva a pensar primero en nosotros mismos y a saltar las barreras que existen entre nosotros y nuestros deseos. Fuimos diseñados para vivir en sumisión diaria, pero debido a nuestro pecado, ahora odiamos ser sometidos. Queremos crear las reglas y cambiarlas cuando nos convenga. En esencia, queremos ser Dios, controlar nuestros mundos según nuestra propia voluntad. No importa contra qué autoridad horizontal nos estemos rebelando, nuestra rebelión está verticalmente dirigida a Dios. Nos rehusamos a reconocer su autoridad, robándole su gloria y usurpando su derecho a gobernar. ¿Cómo te rebelaste contra la autoridad de Dios la semana pasada?
2. El pecado produce necedad
Luella y yo tuvimos años de experiencias con Justin. Fuimos capaces de hacer cosas que para su pequeño cuerpo de niño eran imposibles. Fuimos buenos con él, sacrificamos nuestras vidas para ser sus protectores y proveedores. Justin habría sido sabio al escuchar nuestro consejo, al seguir nuestro liderazgo y al evitar los enchufes. Probablemente estés pensando, “pero Paul, ¡él sólo era un niño!”. ¡Completamente de acuerdo, pero también lo somos tú y yo! Aunque Dios tiene años eternos de experiencia con nosotros; aunque es capaz de hacer cosas que son imposibles para nosotros; y aunque él sacrificó su vida para ser nuestro protector y proveedor, a menudo no encontramos ninguna perspectiva, conocimiento, teoría o verdad más confiable que la que inventamos nosotros. Igual que los niños pequeños, se nos ha advertido del peligro, pero en nuestra necedad creemos la mentira de que sabemos más que Dios. Cuando David dice en el Salmo 14:1, “dice el necio en su corazón: ‘No hay Dios.’...” no está hablando solamente de los ateos; está llegando al centro de toda necedad humana. El pecado produce un rechazo innato de la sabiduría de Dios para cada persona. Nos cierra al consejo provisto por la familia de Dios, nos convence de que no necesitamos estudiar la Palabra de Dios y nos engaña de tal manera que vemos nuestras elecciones rebeldes e irracionales como sabias y correctas. ¿De qué forma ignoraste la sabiduría de Dios la semana que recién pasó?
3. El pecado produce parálisis
El tercer y último elemento no se muestra claramente en nuestra anécdota familiar, pero la Biblia nos dice que existe: aun cuando queramos obedecer los mandamientos de Dios y seguir su sabiduría, que se encuentra en la Escritura, el pecado nos vuelve incapaces de hacerlo sistemáticamente. El apóstol Pablo captura poderosamente esta situación en Romanos 7, cuando escribe, “Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. De hecho, no hago el bien que quiero sino que el mal que no quiero.” (vv. 18-19). El pecado nos transforma en unos paralíticos morales, fundamentalmente incapaces de hacer lo que es correcto. ¿Quién de nosotros podría decir que nuestro enojo siempre ha sido recto? ¿Qué esposo puede decir que siempre ha amado a su esposa como Cristo ama a la iglesia? ¿Quién ama consecuentemente a su prójimo como a sí mismo? Fallamos en estas cosas, incluso cuando anhelamos hacer el bien, porque el pecado se ha apropiado de nuestros músculos morales. Simplemente, no podemos hacer el bien para el cual fuimos creados. ¿De qué formas, a pesar de tus buenas intenciones, no cumpliste con el estándar de Dios la semana pasada?

Las buenas noticias

Ya sea que te permitas verlo o no, hay mucha evidencia: tú y yo somos como niños pequeños. Deseamos lo que se nos prohíbe, echando el último vistazo a Dios antes de actuar con rebeldía. Sabemos sobre la seguridad que podemos encontrar dentro de los límites de la sabiduría de Dios, pero escuchamos neciamente a nuestra lógica torcida y corrompida. Incluso en nuestro mejor día, cuando deseamos buscar al Señor, somos esencialmente incapaces de lograrlo sistemáticamente. ¿Estás desanimado? Deberías estar humillado, pero no desanimado. La Buena Nueva del evangelio es que Jesús perdona a los rebeldes. Él transforma a quienes hablan mucho en personas que escuchan; hace que quienes estaban paralizados puedan caminar nuevamente. Su Espíritu que mora en nosotros reemplaza la autonomía con dependencia, la necedad con sabiduría y el fracaso con fruto. Sin embargo, debes admitir que necesitas ayuda. Necesitas humillarte y verte como un niño espiritualmente. Hoy, pídele a tu Padre celestial que tome tu mano y te muestre el camino. De la misma forma que a un niño pequeño.
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La doctrina de la santidad de Dios
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La doctrina de la santidad de Dios

Existe una diferencia importante entre mi nieta de dos años y yo. Sí, soy más alto, mayor y capaz de ganarme la vida solo, pero estoy hablando de algo más profundo. Ella demuestra esta diferencia cada vez que estamos juntos. Mi nieta me pide que me siente en una silla para que ella pueda servirme un té y un sándwich. Cuando trae mi orden, la taza está vacía y el plato no tiene comida. Pero esto es lo asombroso: mi nieta tiene la capacidad de ver tanto el té en la taza como el sándwich en el plato. Por supuesto, le sigo el juego, ¡y le encanta cuando le digo lo excelente cocinera que es! Todos los niños tienen esta poderosa capacidad de imaginar. Es lo que hace sus primeros años tan interesantes, sorprendentes, encantadores, cautivantes, inocentes y maravillosos. Tristemente, a medida que nos convertimos en adultos y vemos las verdaderas preocupaciones de la vida (como las relaciones, el trabajo, las finanzas, la dieta, etc.), estas llenan nuestras mentes y controlan nuestros corazones, y nuestra capacidad de imaginar se debilita.

Imaginación y fe

Cuando se trata de la fe cristiana, un sistema religioso centrado en rendir tu vida a un Dios que no puedes ver, tocar u oír, la imaginación se convierte en un elemento vital. Déjame darte una breve definición de imaginación que concierne a la fe: la imaginación no es la capacidad de hacer aparecer lo que no es real, sino que la capacidad de ver lo que es real pero invisible. Para posibilitar que imaginemos, Dios nos ha dado un sistema doble de vista. No solo vemos las cosas físicas con nuestros propios ojos, sino que tenemos otro par de ojos: los ojos del corazón. Dios nos ha dado este par de ojos para que podamos «ver» el mundo invisible de la realidad espiritual. Sin embargo, el problema es que el pecado que infecta nuestro corazón también nos hace espiritualmente ciegos. Lo que los ojos de nuestros corazones necesitan ver no lo pueden ver, por tanto Dios nos bendice con el ministerio iluminador del Espíritu Santo que da vista y abre los ojos para que podamos «ver» lo que no puede verse con ojos físicos, pero es tan real en todo aspecto. Es apremiante que entendamos todo esto antes de que comience a develar la doctrina de la santidad de Dios. ¿Por qué? Porque estoy muy consciente de que lo que estamos por estudiar depende del ministerio iluminador del Espíritu de Dios para abrir los ojos de nuestro corazón y así poder ver. La doctrina de la santidad de Dios se encuentra mucho más allá que cualquier cosa en nuestra experiencia común y corriente, por lo que no tenemos comparación o categorías que nos ayuden a entenderla.

Santo, Santo, Santo

Si eres un cristiano y bíblicamente culto, sabrás que la Biblia, sin equivocación, afirma que Dios es santo. Isaías 6:3 nos entrega la declaración más potente. El profeta Isaías, al momento de su llamado, recibió una visión del Señor sentado en su trono con un serafín en cada lado. Un serafín llamó al otro serafín y dijo: «Santo, Santo, Santo, es el SEÑOR de los ejércitos, llena está toda la tierra de su gloria». No pases por el alto el énfasis repetitivo hecho en esta declaración. No fue suficiente para el serafín decir, «Dios es santo». No, el serafín tuvo que usar la palabra «santo» tres veces para capturar la profundidad y anchura de la santidad de Dios. Es como si tuviera que decirte: «¡vi a un tipo en el partido de béisbol que era enorme, enorme, enorme!». Sabrías de inmediato que este tipo no era un hombre grande promedio. Debido a mi énfasis repetitivo en la palabra «enorme» te verías forzado a imaginarte que este tipo ¡era el más grande que había visto en mi vida! De la misma manera, «Santo, Santo, Santo» tiene el propósito de ampliar los límites de nuestra imaginación. Cualquier cosa que pienses cuando escuchas que Dios es santo, necesitas saber que Dios está en una categoría de santidad completamente diferente; él es mucho más santo de lo que jamás pensaste que podría ser la santidad. No obstante, incluso «Santo, Santo, Santo» no fue suficiente para el serafín mientras intentaba capturar la santidad de Dios. Él debió agregar: «Llena está toda la tierra de su gloria». ¿Cuán inmensa es la santidad de este Señor de los ejércitos? ¡Lo suficientemente inmensa para llenar toda la tierra! Nuevamente, estas palabras son creadas bajo la inspiración del Espíritu Santo para llevar a tu imaginación a donde jamás ha ido. Tienen el propósito de pasmarte con la idea de que Dios no se parece a nada que hayas visto. Tienen el propósito de humillarte con la comprensión de que Dios es fundamentalmente diferente a ti. Tienen el propósito de ayudarte a entender que con quien estás lidiando es Alguien más inmenso que cualquier otra cosa u otra persona con la que hayas tenido que lidiar antes. El Señor de los ejércitos es Santo, Santo, Santo, una santidad gloriosa y que llena la tierra. Él es Santo, Santo, Santo. Quisiera que dejaras de leer por un momento. Ora en este instante para que los ojos de tu corazón se abran, y para que de alguna forma, de algún modo puedas ver un pequeño destello de la imponencia alucinante de su santidad. Ver su santidad te cambiará a ti y la manera en la que vives para siempre. Te explicaré cómo en un momento, pero aún tenemos un poco de doctrina que develar.

¿Qué es santidad?

Nuestra traducción de santidad viene de la palabra hebrea qadowsh que significa «cortar». Ser santo significa ser cortado o separado de todo lo demás. Significa estar en una clase propia, distinta de todas las que han existido o existirán. Qadowsh tiene un segundo significado: ser santo significa ser completamente puro moralmente, en todo tiempo y en todo aspecto posible. Cuando juntas estos dos elementos de santidad, quedas solo con una conclusión: que el Señor de los ejércitos es la suma y la definición de lo que significa ser santo. Ocupa un espacio moral que nadie ha ocupado jamás, y como tal, no tenemos experiencia o marco de referencia para comprender cómo es él porque no existe nada como él. En Éxodo 15:11 se pregunta: «¿Quién como tú entre los dioses, oh SEÑOR? ¿Quién como tú, majestuoso en santidad, temible en las alabanzas, haciendo maravillas? En 1 Samuel 2:2 se declara: «No hay santo como el SEÑOR; en verdad, no hay otro fuera de ti, ni hay roca como nuestro Dios». Aún hay más que decir: la santidad de Dios no es un aspecto de quien es él; no, la santidad de Dios es la esencia de quien es él. Si tuvieras que preguntar: «¿cómo se revela la santidad de Dios?», la única respuesta sería: «en todo lo que él hace». Todo lo que Dios piensa, desea, habla y hace es completamente santo en todo aspecto. Dios es santo en cada atributo y cada acción: él es santo en justicia; él es santo en amor; él es santo en misericordia; él es santo en poder; él es santo en soberanía; él es santo en sabiduría; él es santo en paciencia; él es santo en enojo; él es santo en gracia; él es santo en fidelidad; él es santo en compasión. ¡Incluso es santo en su santidad!

Por qué importan la santidad

En este punto, si en algo te pareces a mí, probablemente estás pensando en algo debido a esas líneas: «bueno, entiendo que Dios es santo. No estoy completamente seguro de cómo definir su santidad, pero la Biblia declara que es verdad. Por tanto, ¿qué sigue? ¿Cómo está gran doctrina impacta mi vida real?». Primeramente, la doctrina de la santidad de Dios se encuentra al centro de la gran narrativa del Evangelio de Jesucristo. Sin la santidad de Dios, no habría ninguna ley moral ante la cual cada ser humano es responsable. Sin la santidad de Dios, no habría Hijo Perfecto enviado como un sacrificio aceptable por el pecado. Sin la santidad de Dios, no habría vindicación de la resurrección. Sin la santidad de Dios, no habría derrota final de Satanás. Sin la santidad de Dios, no habría esperanza de un nuevo cielo y una nueva tierra donde la santidad reinará sobre nosotros y en nosotros para siempre. Sí, realmente es verdad que la historia bíblica no sería la historia bíblica si no fuera escrita y controlada en cada punto por Aquel que es santo todo el tiempo y en todo aspecto. Sin embargo, permíteme hacer esto aún más práctico. La santidad de Dios te impacta en tres maneras que dan forma a la vida:

La santidad entrega consuelo

En un mundo que parece estar fuera de control, que parece tan malvado, donde el mal parece ser recompensado y lo correcto parece ser castigado, es vital recordar la santidad de Dios. Cada situación, ubicación o relación en la que has estado, ahora está y estará bajo la cuidadosa soberanía de Aquel que es completamente santo. A nuestro nivel, nunca se verá de esta forma, pero tu Señor está gobernando. Lo que él hace siempre es correcto; lo que él dice siempre es verdad; lo que él promete siempre lo cumplirá. Tienes que predicarte este mensaje a ti mismo una y otra vez: el mal no está en control; la injusticia no está gobernando; la corrupción no es rey; Satanás no tendrá la victoria. Dios es, y siempre será, digno de tu confianza por esta razón: él es santo. Con poder santo, él vencerá todo mal que haya entristecido y dificultado nuestras vidas y nos librará por siempre para vivir en un mundo libre de todo lo que está mal.

La santidad provoca reprimenda

Para descubrir otro impacto que tiene la santidad de Dios en la vida real, necesitamos volver a Isaías 6. Observa la respuesta del profeta a su llamativa visión en el verso 5: «“¡Ay de mí! porque perdido estoy, pues soy hombre de labios inmundos y en medio de un pueblo de labios inmundos habito, porque mis ojos han visto al Rey, el Señor de los ejércitos”». Isaías no tiene una respuesta «impresionante» a la santidad de Dios. Sí, está pasmado, pero pasmado en quebrantamiento porque reconoce cuán moralmente separado está de Dios. Es solo de cara a la santidad de Dios que tú y yo, como Isaías, seremos quebrantados por el desastre del pecado que mora en nosotros. Verás, nosotros tenemos un problema: el pecado no siempre parece pecaminoso para nosotros; a menudo, es atractivo y atrayente. Es solo de cara a la santidad de Dios que te darás cuenta completamente de que el pecado es más que una lista de malos comportamientos y más que el quebrantamiento de un conjunto de reglas abstractas. Al contrario, el pecado es una condición desastrosa del corazón que provoca que nos rebelemos voluntaria y repetidamente contra la autoridad de Dios y hagamos aquello para lo que nunca fuimos diseñamos. Es la santidad de Dios la que nos dice que debido a que no podemos escapar de nosotros mismos, todos necesitamos un Salvador que puede hacer lo que nosotros no podemos: rescatarnos de nosotros mismos. Simplemente no puedes considerar la santidad de Dios sin también lamentar tu pecado y clamar por la gracia de Jesús.

La santidad define el llamado

Puesto que la santidad es la esencia del carácter de Dios, se transforma en nuestro llamado como sus hijos por herencia. Pedro dice: «Como hijos obedientes, no se conformen a los deseos que antes tenían en su ignorancia, sino que así como aquel que los llamó es Santo, así también sean ustedes santos en toda su manera de vivir. Porque escrito está: "Sean santos, porque yo soy santo"» (1P 1:14-16). Esta es la mejor manera de entenderlo: eres santo, y has sido llamado a ser santo. Si eres hijo de Dios, estás frente a él justificado porque la justicia perfecta de Jesús te ha sido cedida a tu cuenta personal. No obstante, existe un segundo aspecto en esto: eres santo porque has sido comprado con la sangre de Jesús y no te perteneces a ti (ver 1Co 6:19, 20). Decir que eres santo significa que has sido apartado por la gracia de Dios para los propósitos de Dios. Tu lealtad ya no está con el reino de tu éxito y felicidad, sino que con el progreso del reino de la gloria y la gracia.  ¿Dónde haces esto? Lo haces donde sea que estés, con quien sea que estés y en cualquier cosa que hagas. Existe un tercer y final aspecto: has sido llamado a vivir una vida santa. Esto significa que entre el «ya» de tu conversión y el «todavía no» de tu ida a casa, la obediencia importa. Cada pensamiento, cada deseo, cada palabra, cada decisión y cada acción deben hacerse en un espíritu de humilde rendición a los mandamientos de Dios. Mientras consideras la imposibilidad de este llamado, toma tiempo para recordar que Dios nunca te llama a realizar una tarea sin capacitarte para hacerla. Dios nos llama a ser santos, luego envía a su Espíritu Santo a vivir dentro de nosotros para que podamos tener la sabiduría y la fortaleza que necesitamos para rendirnos a su santo llamado en todo lo que hacemos.

Celebra la santidad

¿Adónde nos lleva una discusión sobre la santidad de Dios?  Nos lleva a celebrar su gracia.  Debido a su gracia, sabemos que nuestro Señor es santo. Debido a su gracia, somos aceptados y no somos rechazados por él. Debido a su gracia, somos consolados por su santo gobierno. Debido a su gracia, somos conscientes de la gravedad del pecado que nos infecta a todos nosotros. Debido a su gracia, corremos a Dios por ayuda y no huimos de él por miedo. Debido a su gracia, Dios asignó a su perfecto Hijo para ser el perfecto sacrificio por su pueblo imperfecto. Debido a su gracia operando dentro de nosotros, experimentamos la convicción de pecado y un deseo por vivir vidas santas. Debido a su gracia, hemos sido invitados a vivir en la santa presencia de Dios para siempre. La santidad de Dios destruye nuestra autonomía y autosuficiencia y nos lleva al Salvador, quien es el único capaz, por su vida y muerte, de unir a un pueblo impío a un Dios santo. Dios nos revela su santidad no como una advertencia de la que debamos huir en terror eterno, sino como una bienvenida para correr a él, donde los pecadores débiles y fracasados siempre encontrarán una gracia que perdura para siempre.
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La doctrina de la existencia de Dios

Es la realidad más importante del universo. Es el pegamento que mantiene unido cada aspecto de la teología. Es el lugar donde el contenido de la Escritura encuentra tanto su racionalidad como su confiabilidad. Esta doctrina entrega información vital para el científico, el psicólogo, el matemático, el ejecutivo de negocios, el educador, el médico, el político y el plomero. Las opciones son que tú reconozcas esto como verdadero y sometas humildemente tu vida a sus implicaciones fundamentales o que lo rechaces como algo falso y vivas en alguna forma de desilusión que niega la racionalidad. ¿Cuál es esta doctrina de la que estoy hablando? La doctrina de la existencia de Dios. 

Los seres humanos quieren que Dios exista

Estuve en el norte de India, turisteando en una de las altas y santas ciudades del hinduismo, cuando nos invitaron a entrar a un templo. Solo puedo describirlo como un «centro comercial de los dioses». Este templo tenía muchos pisos de altura, con muchos pasillos, y en cada pasillo habían muchas habitaciones (como un centro comercial en Estados Unidos). En cada habitación había una especie de representación física del panteón de dioses hindúes. Mientras subía piso a piso, caminaba de pasillo en pasillo y miraba habitación tras habitación, mi mente estaba pasmada y mi corazón, roto. ¿Por qué? Este «centro comercial de dioses» era un retrato físico poderosamente imponente de una realidad espiritual profunda: los seres humanos anhelan que Dios exista. Este anhelo no siempre resulta en una actividad religiosa, pero es inevitable a pesar de nuestro de punto de vista filosófico. Hubo algo más que me golpeó ese día, como una violenta puñalada en el corazón. Cada ser humano tiene este anhelo de que exista Dios, entonces miles de millones de personas responden a este anhelo de una manera horrible y destructivamente incorrecta. Todo sobre ese templo estaba mal. Todo sobre él estaba corrompiendo el corazón y la vida de las personas que van ahí. Todo sobre él era una desilusión, una mentira que enceguece sus ojos y ensordece sus oídos a las verdades reales sobre el Dios real. Y sin embargo, las personas a mi alrededor estaban más que emocionadas por estar en el templo. Para muchos de ellos, parecía ser el pináculo de su experiencia espiritual. Yo quería gritar: «¡no, no, no! ¡Esta no es la realidad! ¡Esto nunca satisfará tus anhelos! ¡Esto nunca te dará la paz que tu corazón desea! ¡Esto nunca te acercará al Dios para el que tu corazón está diseñado tener comunión! ¡Todo esto está mal!» No obstante, no podía y no lo hice. Solo me fui con un corazón roto en la oscuridad, pero al mismo tiempo, estaba profundamente agradecido de que a mis ojos se les hubiera otorgado vista.

La Biblia no aboga a favor de la existencia de Dios

Si lo piensas, la Biblia no expone un argumento lógico y detallado para la existencia de Dios. Una razón para ello es que la Biblia no fue escrita como un libro de texto de teología sistemática. No obstante, creo que existe otra razón fundamental: la Biblia no contiene una sección que pruebe la existencia de Dios porque la Biblia lo declara.  Podrías argumentar que cada libro de la Biblia es una declaración histórica de la existencia de Dios. Cada forma de literatura en la Biblia es un medio creativo de anunciar su existencia. Cada mandamiento enseña lo que significa la existencia para la existencia humana. Cada discusión teológica revela el significado de la existencia. La historia de la Biblia es la historia de Dios; nunca le cede el centro del escenario a alguien más. Así como una emocionante obra de Broadway, nada en la Biblia tendría sentido si quitas el personaje principal de la trama. La Biblia no espera mucho para comenzar su declaración página a página de la existencia de Dios, de hecho, ¡no espera en lo absoluto! Tan pronto como se abren las cortinas y las luces se prenden, el personaje principal avanza hacia el centro del escenario para decir sus líneas más importantes: «En el principio Dios…» (Gn 1:1). A partir de ahí, el guión comienza a revelarle a la audiencia el poder, la santidad, la soberanía, la sabiduría, la gracia y mucho, mucho más de Dios. La declaración no solo hace a la Biblia su libro, sino que hace la vida y todo lo que contiene suyo también. Dios existe antes de la historia, él es el autor de la historia y él controla a los personajes, la trama y el destino de todo aquel que existe en la historia. Él nunca cambia, pero controla todas las vueltas y giros de la trama. Él crea cosas gloriosas, personas gloriosas y eventos gloriosos, todo para darse gloria a sí mismo. ¿Por qué importa la existencia de Dios? Estoy profundamente convencido de que solo nos conoceremos a nosotros mismos si lo conocemos a él primero. Solo entenderemos la profundidad de nuestra necesidad una vez que entendamos la extensión de su gloria. Solo entenderemos el verdadero significado de la vida cuando primero aceptemos el verdadero significado de su existencia. Solo sabremos lo que significa ser completamente humano cuando primero vivamos en sumisión a la completa realidad de que él era, él es y él será. De esta manera, la doctrina de la existencia de Dios no es un libro académico, empolvado «de la biblioteca de la teología» para que nosotros lo mastiquemos una y otra vez. No, es quizás la cosa más práctica y formativa que jamás podrías analizar. Simplemente, no podemos aceptar esta verdad e irnos sin cambiar.

Tres maneras en que Dios declara su existencia

Por tanto, ¿cómo declara la Biblia la existencia de Dios? Aquí hay tres temas entretejidos a lo largo de la Escritura que unen la historia bíblica:
1. Dios declara su existencia a través de la creación
La existencia de Dios nos es predicada por medio de la obra más visible de sus poderosas manos: el mundo físico que nos rodea. No tienes que viajar muy lejos de donde estás ahora; es más, no tienes que viajar para nada para poder ver y experimentar las maravillosas y multifacéticas glorias del mundo físico en el que vives. Mientras más tiempo tomes para usar tus sentidos, más lugares visites o más intentes entender cómo funcionan las cosas y cómo las cosas creadas se interconectan y dependen la una de la otra; más te impresionarás. Justo cuando pensabas haberlo visto todo, algo aún más maravilloso te sorprende. La Biblia es muy clara en que todas estas glorias físicas están intencionalmente diseñadas para señalarte a Dios (ver Sal 19 y Ro 1). Todas las cosas que puedes probar, tocar, oler y ver no son solo diseñadas para persuadirte de la existencia de Dios, sino que para asombrarte con su gloria. Las maravillas de la creación que los científicos recién están indagando en la superficie del conocimiento son un argumento diario para la asombrosa sabiduría, poder y gloria del Único que creó cada una de esas maravillas.
2. Dios declara su existencia por medio de su providencia
Existe una manera en la que la historia bíblica tiene solo tres elementos fundamentales:
  1. Dios te dice qué va a hacer (profecía)
  2. Luego, te dice cómo lo hizo (narración)
  3. Finalmente, él interpreta lo que ha hecho (doctrina)

Ahora, la única manera en que la historia bíblica puede avanzar de esta manera es si el Dios detrás de la historia tiene control absoluto sobre cada lugar, evento, persona y cosa. No existe ninguna suerte, destino o probabilidad. No existen momentos afortunados donde las circunstancias no controladas se intersectan y resultan en algo positivo.

Si estudias no solo la historia bíblica, sino que también el movimiento de la historia humana en general, no serás confrontado con la teología de la probabilidad, sino que al contrario, con la teología de la providencia de Dios. Por supuesto, si miras a nivel horizontal a menudo puede parecer que el caos reina, con un destino y probabilidad entremezclados, pero si miras desde arriba, serás confrontado con la historia que se mueve de acuerdo a la voluntad de alguien más grande que nosotros, sin importar cuán grandes o poderosos podamos ser (ver Dn 4:34-35).
3. Dios declara su existencia a través de su gracia
No existe otra explicación para las bendiciones que todos experimentamos, aun en este mundo quebrado, aparte del hecho de que existe un Dios de maravillosa y generosa gracia. Él nos da gracia con su paciencia, con su provisión, con su fuerza, con su sabiduría, con su conciencia moral, con su misericordia y la lista puede seguir. Su gracia no es solo vista en su voluntad para dejar que su justicia se retrase por otro día para que así todos tengamos otra oportunidad para confesar nuestra rebelión y corramos a su misericordia (ver 2P 3:9), sino que también es vista en lo que experimentamos en el día a día (ver Mt 5:43-45). No merecemos el calor del sol, la lluvia que da vida, el sabor lujoso de una buena comida, la dulzura de un beso humano, la maravillosa belleza de un cordón montañoso, el sonido de la música bien compuesta, la capacidad de pintar belleza en un lienzo o de escribir una atractiva historia o aprovecharse de una bacteria y hacer que funcione para bien. Todas ellas existen y bendicen nuestras vidas porque detrás de la vida existe un Dios de sublime gracia. Simplemente, no puedes vivir un solo día de tu vida sin ser bendecido por su gracia de alguna manera.

Por qué no creemos que Dios existe

Si Dios obra para hacer su existencia tan obvia, ¿por qué no la reconocen más personas? Es al responder esto que somos confrontados con uno de los efectos más trágicos del pecado: enceguece nuestros ojos y endurece nuestros corazones. El pecado nos capacita para mirar a las glorias de la creación y no a ver a Dios. El pecado a veces provoca que seamos ciegamente tercos y, otras veces, que seamos tercamente ciegos. A veces miramos y no vemos lo que debemos ver y otras veces miramos y nos rehusamos a reconocer que vemos (ver Ro 1:18-32). No solo somos ciegos, ¡sino que somos ciegos de nuestra ceguera! Nos decimos a nosotros mismos que vemos, sabemos y entendemos cuando no vemos claramente, cuando no conocemos profundamente y cuando no interpretamos bien. Por lo tanto, si eres capaz de ver lo obvio y entenderlo de una manera que altera la manera en que piensas sobre ti mismo y sobre cómo ves la vida, puedes descansar seguro de que la gracia de Dios te ha visitado. Se necesita la gracia que abre los ojos para ver, aceptar y entender el centro de la declaración de la Biblia: que Dios existe y reina en poder, santidad, sabiduría y gracia. Conocer a Dios comienza con la operación de su gracia y nuestro reconocimiento de que la necesitamos. Sin esa gracia, no existe argumento lo suficientemente poderoso para convencerte de su existencia. Sin la gracia, quedamos mirando una exhibición gloriosa y no vemos a Aquel de gloria que la creó y controla. ¡Que nunca demos el milagro de esta gracia por sentado!
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La importancia de la doctrina

«Papi, ¿Dios creó los postes telefónicos?». Fue otra de esas preguntas interminables y aparentemente sin importancia que un niño hace al final de un largo día que provoca que un padre se vuelva un poco loco. Luella y yo les habíamos estado enseñando a nuestros hijos que Dios creó al mundo y todo lo que en él hay. Mientras nos dirigíamos con nuestra familia en automóvil hacia Burger King, mi hijo miró por la ventana y vio los postes telefónicos que ocupaban la acera, meditando sobre la «doctrina de la creación» en su pequeño cerebro. Justin era muy pequeño en ese entonces, así que él en realidad no sabía nada sobre doctrina, al menos a un nivel académico. Sin embargo, su pregunta todavía era profundamente teológica. ¿Por qué nuestro pequeño filósofo estaba pensando en esos postes telefónicos? Porque es un ser humano; y él estaba haciendo simplemente lo que Dios lo diseñó que hiciera.

Diseñados para pensar

Podrías ser un plomero, un director ejecutivo en Fortune 500, una dueña de casa y una mamá que se queda en casa, un profesor de música o un atleta profesional, pero también eres un pensador a tiempo completo. Algunos de nosotros pensamos de manera incorrecta e inconsistente; otros, revelamos nuestro pensamiento de manera más pública que otros, pero si eres persona, piensas. Nunca has tenido un día sin pensamientos. Los niños pequeños, como mi Justin, nunca dejan de hacer preguntas. Los adolescentes constantemente se obsesionan con lo que es justo e injusto. Esposos y esposas discuten porque interpretaron una situación en particular de manera diferente. Los ancianos miran hacia atrás a lo largo de los años e intentan darle sentido a todo, a menudo paralizados por el remordimiento. Ves, todos lo hacemos: pensamos.  Pensar sobre la vida, y nuestro deseo por entender, es algo profunda y únicamente humano. Llega al centro de cómo Dios diseñó que operáramos; sin embargo, tiende a no obtener la publicidad que debiera. La mayoría del tiempo, no nos damos cuenta de que estamos pensando y fallamos en entender el significado profundo que tiene en nuestras vidas. Cada día, en algún punto y en alguna manera, todos intentamos darle sentido a nuestras vidas. Algunos excavarán en el montón de artefactos de su pasado, recordando sus viajes he intentado descubrir qué habría pasado «si tan solo» hubiesen o no hubiesen hecho esto o esto otro. Otros se desestabilizarían una y otra vez por sus situaciones, ubicaciones y relaciones actuales, evaluando ciertas respuestas comparadas con otras; aún más, mirarán al futuro, esperado poder adivinar de alguna manera lo que está por venir y prepararse para ello. Las posibilidades son que probablemente hayas hecho las tres hoy o que, si estás leyendo esto por la mañana, no tardarás mucho en hacerlo.

El significado del pensamiento

Cada ser humano ha construido una superestructura de suposiciones sobre la vida que funciona como el instrumento que se usa para darle sentido a la vida. Puede ser el resultado de una combinación de cosas, como la crianza, la educación, las experiencias de la vida y los rasgos de personalidad, pero todos miramos a la vida a través de esta red interpretativa. Es vital entender esto: el pensamiento siempre precede y determina la actividad.  Quiero que te detengas y escribas esta oración. Si existe solo una cosa que debes llevarte de este largo artículo, necesita ser este concepto. Hazlo personal: mis pensamientos siempre preceden y determinan mi actividad.  Es crucial que seas más consciente de la vibrante actividad mental que influencia tanto las decisiones que tomas, las palabras que pronuncias como las cosas que deseas. Tú y yo no actuamos a partir de instintos como el resto de las criaturas del reino animal. No hacemos lo que hacemos debido a lo que experimentamos en el momento. Al contrario, pensamos, hablamos y actuamos en función de la manera en que pensamos e interpretamos lo que estamos experimentando. Los experimentos sociales han demostrado esto vez tras vez. Si pones tres personas diferentes en la misma situación, pueden tener tres reacciones extraordinariamente diferentes. ¿Por qué? Porque cada persona ha interpretado esa situación a través de su red de pensamiento. Una variación en la interpretación siempre llevará a una variación en la respuesta.

La importancia de la doctrina

Permíteme conectar todo lo que presenté sobre el pensamiento con la importancia de la doctrina. El Dios que te diseñó para ser un pensador es el mismo Dios que inspiró a los escritores del Antiguo y del Nuevo Testamento para escribir sus verdades. Dios nos diseñó para ver la vida a través de una red interpretativa y también nos dio su Palabra para dar forma a esa red. La Biblia es un libro, lleno de doctrina, que define lo que es bueno, correcto y verdadero. Un Creador amoroso la dio a sus criaturas dependientes para que supieran cómo darle sentido adecuadamente a la vida o, dicho de otra manera, la Biblia es el resultado tangible del «Dador de significado» explicando verdades fundamentales a los «hacedores de significado» que él creó. Toda persona que haya vivido existe en una necesidad desesperada por los misterios no revelados que componen el contenido de la Escritura. Sin ella, no sabríamos cómo pensar sobre la vida. No sabríamos con seguridad si lo que sabemos es verdad y ¡no sabríamos si lo que pensamos que sabíamos era bueno y moralmente correcto! Cuando entiendes la Biblia de esta forma, ya no queda relegada en los pasillos santos y separados de la religión institucionalizada. No, al contrario, la Biblia es un libro de vida dado para propósitos de vida, para que así todos en todas partes la usen para entender la vida y finalmente al Autor de la vida. Naturalmente, puesto que la Escritura contiene doctrinas, esas doctrinas no deberían estar reservadas para los seminaristas académicos. Son herramientas vivas y divinas de salvación, transformación, identidad y guía. Es por esta razón que escribo esta serie. Quiero ayudarte a pensar sobre las complejas doctrinas de la Biblia y quiero ayudarte a ver cómo ellas impactan tus pensamientos, tus palabras y tus acciones diarias.

El propósito de la doctrina

Ahora que hemos visto la importancia y el propósito general de la doctrina, quisiera develar tres maneras específicas en las que la doctrina impacta nuestras vidas cotidianas.
1. Toda doctrina entrega una explicación
No seríamos capaces de comprender completamente las implicaciones de la caída de Adán y Eva, el llamado de Abraham, la vida justa de Jesús, la cruz, la tumba vacía, la ascensión, el establecimiento de la iglesia, etc. si no fuera por las doctrinas explicativas de la Palabra de Dios. Por medio de la doctrina, Dios nos ayuda a entender cómo hemos actuado en pecado y cómo él ha respondido en gracia. No somos salvos por la doctrina, sino que por las cosas históricas que Dios ha hecho por nosotros por voluntad propia y con misericordia. La doctrina nos explica aquellas cosas para que podamos admitir nuestra necesidad, buscar la ayuda de Dios y avanzar de una manera nueva y mejor.
2. Toda doctrina es una jerga
Toda doctrina con la que te topes en la Escritura entrega una jerga para las cosas que Dios sabe que son vitales que nosotros sepamos y entendamos. Nos permite resumir enormes cantidades de contenido y actividad histórica en una palabra. Por ejemplo, la doctrina de la justificación captura la naturaleza del carácter de Dios (completamente santo e intolerante al pecado), la necesidad humana (rescate de la depravación total) y la respuesta de Dios (ira contra el pecado) y provisión (el sacrificio de Cristo) para esa necesidad. Ahora podemos sustituir el término «justificación» por la historia completa de todas las cosas que Dios hizo para asegurar nuestra posición como sus hijos.
3. Toda doctrina entrega un medio para un fin
Es muy importante recordarnos a nosotros mismos que las doctrinas de la Biblia nunca tienen el propósito de ser un fin en sí mismas, sino más bien, un medio para un fin. Las doctrinas que Dios ha revelado tienen un propósito mayor que darte un gran cerebro teológico y fueron creadas para darte más que solo un resumen y una confesión teológica. La doctrina tiene el propósito de ser un medio para un fin y el fin es una vida transformada.

Arbustos de espinos y cipreses

Quizás la mejor palabra para representar lo que la doctrina de la Biblia fue creada para hacer por nosotros y en nosotros se encuentra en Isaías 55:10-13. El profeta compara las verdades en la Biblia con la lluvia y la nieve que caen y riegan la tierra. Lee lo que Isaías escribe:
Porque como descienden de los cielos la lluvia y la nieve,
Y no vuelven allá sino que riegan la tierra,
Haciéndola producir y germinar,
Dando Semilla al sembrador y pan al que come,
Así será mi palabra que sale de mi boca,
No volverá a mí vacía sin haber realizado lo que deseo,
Y logrado el propósito para el cual la envié.
Porque con alegría saldrán,
Y con paz serán conducidos.
Los montes y las colinas prorrumpirán en gritos de júbilo delante de ustedes,
Y todos los árboles del campo aplaudirán.
En lugar del espino crecerá el ciprés,
Y en lugar de la ortiga crecerá el mirto.
Y esto será para la gloria del Señor,
Para señal eterna que nunca será borrada.
Dios, en su Palabra, y Jesucristo, durante su ministerio en la tierra, usan un montón de imágenes verbales para revelar verdades espirituales en términos físicos. No obstante, cuando lees este pasaje, debes admitir que es una de las imágenes verbales físicas más extrañas en toda la Biblia. No soy botánico, pero estoy bastante seguro de que si tuviera un arbusto de espinos en mi patio, la lluvia produciría un arbusto de espinos más grande, no un ciprés. No creo haber visto alguna vez una ortiga bien regada mutando mágicamente en un mirto. ¿Qué está intentando Dios comunicar, por medio del profeta, al forzar nuestro entendimiento botánico? ¿Qué nos está diciendo esta extraña metáfora sobre lo que Dios quiere que produzcan las verdades (doctrinas) de su Palabra?

La doctrina resulta en transformación

Esta extraña imagen verbal tiene el propósito de llevarnos a una conclusión: las doctrinas encontradas en la Palabra de Dios no están diseñadas solamente para aumentar la información, sino más bien, para producir una transformación radical y orgánica. Como ves, las plantas que son regadas no se convierten en plantas más grandes, ¡se convierten en plantas completamente diferentes! El plan de Dios es que la lluvia de la doctrina bíblica caiga sobre nosotros y nos cambie. No seremos una mejor interpretación de nosotros mismos, sino que completamente diferentes espiritualmente. Dios usa la doctrina como un medio para convertir a personas enojadas en hacedores de paz; a personas codiciosas en generosas; a personas exigentes en siervos; a personas lujuriosas en puras: a personas sin fe en creyentes; a personas orgullosas en humildes; a rebeldes en obedientes; y a idólatras en adoradores del único Dios verdadero. Es por esta razón que la doctrina nunca debe ser reservada solo para los cerebros de nuestros teólogos académicos en el seminario. ¿Es importante para nuestros pensadores más inteligentes descomprimirlas para nosotros? Por supuesto, pero esas grandes doctrinas tienen implicaciones en la vida real. Tienen el propósito de transformarte desde adentro hacia afuera y de dar vueltas tu mundo. La intención de Dios es que nada en tu camino jamás sea igual. Cuando entiendes adecuadamente las doctrinas contenidas en la Escritura, transformarán tu identidad, volverán a dar forma a tus relaciones y redirigirán tus finanzas. Tu calendario, tus palabras, tus pasatiempos y tu ocio se verán diferentes. No pensarás en tu pasado ni en tu futuro de la misma manera que antes lo hacías y mirarás al presente desde una perspectiva completamente diferente. La doctrina es un regalo hermoso, proporcionada por un Dios de sublime gracia. No son creencias gravosas, que dificultan la vida; impactan la nueva vida y la nueva libertad. Son el ecosistema en el que crece el jardín de la transformación personal. ¡Espero que estés tan emocionado como yo lo estoy de comenzar a develar las doctrinas que se encuentran en la Escritura!
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La doctrina de la creación

En mi artículo inaugural de esta serie, escribí sobre la importancia general de la doctrina: qué es, qué hace y por qué importa. Ahora que hemos sentado los fundamentos, desempaquetaremos una doctrina a la vez y examinaremos el impacto específico que cada una tiene. Tiene sentido comenzar con la primera doctrina revelada a nosotros en la Escritura: la doctrina de la creación.

Preguntas de fe

Permíteme comenzar con una historia personal, porque sospecho que con lo que lidié no es diferente a la lucha de fe que muchos de ustedes están teniendo ahora mismo. Estoy seguro de que muchos de ustedes han buscado, o están buscando, la garantía de creencia que definió mi búsqueda también. Cuanto tenía dieciocho años, dejé mi casa y me marché para ir a una universidad cristiana. Tengo que ser honesto contigo: mi educación cristiana en realidad me dejó con tantas preguntas como con respuestas. Sin embargo, eso no es necesariamente algo malo; las personas perspicaces no obtienen información al tener las respuestas correctas, sino que al hacer las preguntas correctas. Estas preguntas que tuve en la universidad, junto con la declaración de la Guerra de Vietnam, provocaron que me matriculara en el seminario (quizás más por la Guerra de Vietnam que por mis preguntas, pero Dios usó ambas cosas para llevarme a donde necesitaba estar). ¿Cuáles eran mis preguntas? Para comenzar, estaba guiado completamente por el pensamiento de que mi fe en Dios debe ser creíble; debía ser defendible y debía ser práctica. De otra manera, una vida de fe simplemente no valía nada. También estaba convencido de que existe la verdad. Estaba totalmente persuadido de que la verdad debía existir en este mundo. Estaba convencido de que debían existir cosas que fueran verdad y si habían cosas que eran verdad, entonces, por defecto, debían haber cosas que eran falsas. No tenía sentido para mí que la vida fuera una colección de observaciones igualmente válidas (y a menudo opuestas). Si dos más dos es igual a cuatro, entonces dos más dos no puede ser igual a siete, o nueve, o cinco, o cualquier otro número, porque entonces los números no tendrían ningún sentido. Si dos más cualquier cosa puede ser igual a cuatro, entonces, ¿cuál es el punto de las matemáticas? Nunca podrías sumar, restar, multiplicar o dividir. El mundo de la calculación podría ser un mundo de total irracionalidad. Lo mismo debe ser verdad sobre la vida, razoné. Debe haber alguna estructura fundamental de verdad que sirviera como la red explicativa del universo.

De vuelta al comienzo

Con este entusiasmo por saber lo que era verdadero y lo que era falso, acepté el desafío que mi hermano mayor, Tedd, me hizo: «regresa al comienzo». Si quería entender lo que es verdadero en el catálogo de las ideas que crean las conversaciones de la humanidad, sabía que tenía que volver al punto donde lo que «existe» estaba siendo formado en lo que iba a ser. Ese verano, tomé mi Biblia y comencé a leer y a estudiar Génesis. Con un marcador en mano, estudié los primeros tres capítulos de la Biblia. Mi vida cambió ese verano; mejor dicho, ¡la Palabra de Dios cambió mi vida ese verano! Era un hombre cambiado, convencido de que existen pocas cosas más prácticas para hacer a medida que buscas vivir a la manera de Dios en este mundo caído que volver regularmente al principio. Verás, en esa matriz donde todas las cosas estaban siendo formadas, encuentras cosas de profunda importancia. En esa matriz de los primeros tres capítulos de Génesis, Dios dice cosas reveladoras sobre sí mismo, sobre el mundo que creó y sobre las personas que puso en él. Este ensayo trata sobre volver al comienzo: de vuelta al comienzo para descubrir nuestro mundo, de vuelta al comienzo para descubrir el significado y el propósito de la vida.

Las cuatro palabras más importantes

No sé tú, pero a mí me gustan las palabras. Me gusta leer y ver cómo autores emplean palabras, reuniéndolas para establecer un punto que es emocional, dramático, intelectual o humorístico. También me gusta escuchar a las personas. Me gusta escuchar y oír cómo toman las palabras de ese aparentemente interminable catálogo de vocabulario humano y las utilizan en una conversación. Dios fue cuidadoso e intencional con las palabras que él escogió para su Palabra; él quería asegurarse de que sus palabras llevaran el peso de su mensaje. Es por esa razón que amo completamente las primeras cuatro palabras en su Libro: «En el principio Dios…».  Ahora, si tuvieras que preguntarle a las personas en tu iglesia cuáles son las cuatro palabras más importantes de la Biblia, estoy seguro de que recibirás una variedad de respuestas: «Yo soy el camino» o «No tengas otros dioses». Esas son frases de cuatro palabras que tienen un profundo significado, pero estoy convencido de que las primeras cuatro palabras de la Biblia son las más importantes porque sientan el fundamento para todo lo demás que trata la Biblia. Piensa en lo que se trata la Biblia: Dios. Es la historia de su diseño: un mundo perfecto con una gloria asombrosa y tangible. Es la historia de su pueblo: una raza de creación que se rebeló y destruyó todo lo bueno. Es la historia de su redención: un plan para rescatar, reparar, reconciliar y restaurar. Entonces, si esta historia se trata de Dios, tiene sentido que él domine las cuatro palabras del Libro.

Antes que todo, Dios ya existía

Las primeras palabras de la Biblia ponen a Dios no solo en el origen de todas las cosas, sino que al centro de todas las cosas. Necesito escribirte eso nuevamente y te animaría a que lo anotes en alguna parte: las primeras cuatro palabras de la Biblia ponen a Dios no solo como el origen de todas las cosas, sino que al centro de todas las cosas. Si estaba in situ antes de que cualquiera cosa existiera, él merece llevarse el crédito por todo lo que existe. Si Dios fue el Creador de todas las cosas que existen, por defecto él tiene el derecho de definir lo que es bueno, correcto y verdadero. Si Dios fue la primera y única fuente de vida, entonces todo significado, propósito e identidad solo se encontrará por medio de él. Permíteme un momento para celebrar:
Antes de que el mundo fuera formado, Dios ya existía
Antes de que el sol, la luna y las estrellas iluminaran el cielo, Dios ya existía
Antes de que la primera flor floreciera, Dios ya existía
Antes de que la primera fruta creciera en un árbol, Dios ya existía
Antes de que la primera ala de un águila aleteara, Dios ya existía
Antes de que el primer músculo de una gacela saltara, Dios ya existía
Antes de que la primera branquia de un pez se abriera, Dios ya existía
Antes del primer atardecer dorado
Antes del primer monzón torrencial
Antes del primer impacto de trueno
Antes de la primera ráfaga de viento
Antes de la primera caída de nieve
Dios ya existía.
Antes de que Adán sintiera aire en sus pulmones
Antes de que sintiera el pasto entre sus pies
Antes de que sintiera la luz en sus ojos
Antes de que tuviera gusto en su lengua
Antes de que escuchara sonido en sus oídos
Antes de que Adán pusiera sus ojos en la belleza de su esposa Eva
Antes de que caminaran
Hablaran
Rieran
Se abrazaran
Se besaran
Amaran
Dios ya existía.
Antes de la primera familia, de la primera casa, de la primera villa o del primer gobierno
Antes de cualquier primera cosa…

Dios ya existía.

Si Dios ya existía, entonces todo lo que él declara existe. Eso significa que el universo y todo lo que en él hay debe ser visto y comprendido de una cierta manera: la manera de Dios.

La doctrina de la creación es la creencia clave, el límite y el supremo punto de inflexión. Destruye la neutralidad. Tú estás de un lado o del otro, y el lado que escojas formará todo en tu vida, desde los momentos más insignificantes hasta las decisiones que tienen profundas consecuencias.

Tres peligrosas mentiras

En este momento, probablemente estás pensando: «bueno, Paul, dejaste claro el punto. Entiendo que antes de cualquier cosa, Dios ya existía, y que él está al centro de todas las cosas. Sin embargo, ¿qué significa eso para mí? ¿Cómo se aplica la doctrina de la creación donde la teoría se pone a prueba en mi vida cotidiana?».

¡Gran pregunta! Ese es exactamente el propósito de esta serie: toma las grandes doctrinas de la Biblia, generalmente reservadas para aulas académicas y aplicarlas a la vida real. La doctrina de la creación expone, luego nos llama a cada uno de nosotros a huir de tres mentiras muy atractivas y seductoras.
1. La mentira de la autonomía

La autonomía nos seduce a pensar que somos criaturas independientes con el derecho de hacer cualquier cosa que queramos con la vida que nos pertenece. Tan solo escucha algunas las canciones más populares de nuestra cultura: «It’s My Life» [Es mi vida] Bon Jovi y «A mi manera» de Frank Sinatra.

No obstante, escucha la canción de Génesis 1:1: «En el principio Dios…». Esa canción es tocada en una melodía radicalmente diferente. Si Dios fue primero, nuestras vidas nunca nos han pertenecido. Tú y yo no tenemos el derecho de pensar, desear, actuar y hablar como si así lo fuera.
2. La mentira de la relatividad

La relatividad significa que en el catálogo de ideas que la comunidad humana genera constantemente, no existe aquello como la verdad absoluta. «Cada uno con lo suyo» o «mientras no hiera a alguien más» son frases populares. La relatividad declara que una idea es simplemente tan válida como la otra, y que somos libres de escoger del bufé y construir nuestro mundo a su alrededor.

La filosofía de Génesis 1:1 estaría rotundamente en desacuerdo. Si Dios estuvo aquí en el principio, y si todo en el universo le pertenece a él, entonces lo que él dice es verdad y lo que sea que no esté de acuerdo con él es falso por su naturaleza orgánica fundamental. La doctrina de la creación establece claramente el límite: hay verdad, hay falsedad y no hay un catálogo abierto de ideas igualmente válidas.
3. La mentira de la autosuficiencia

La autosuficiencia nos engaña para pensar que tenemos todo en nosotros para buscar lo que sea que esa autonomía nos ha dado licencia para buscar y ser quien sea que la relatividad dice que podemos ser. La autosuficiencia rechaza la asistencia de otros y depende solamente en sí misma para obtener experiencia, prosperidad y bienestar.

Génesis 1:1 pinta una imagen completamente diferente. Si Dios es la fuente de vida y si somos resultado de su creatividad que da vida, entonces somos completamente dependientes de él para la vida, la identidad, el significado y el propósito. No solo eso: dependemos de otras personas también. Cuando ves la doctrina de la creación en los primeros tres capítulos de Génesis, encontrarás que Adán y Eva vivieron en constante comunión tanto con Dios como el uno con el otro. La autosuficiencia nunca existió, incluso en un mundo perfecto.

Hazlo real

Antes de que termines este artículo y vuelvas a tu rutina, quisiera ayudarte a aplicar esta doctrina a tu vida. Reflexiona en cómo podrías ser seducido diariamente por la autonomía, la relatividad y la autosuficiencia.

Autonomía

  • ¿De qué manera tu corazón responde cuando se te pide que te sometas a la autoridad o a alguien más?
  • ¿En qué maneras te olvidaste de la presencia y el plan de Dios esta semana, al vivir como si fueras un ser autónomo e independiente?

Relatividad

  • ¿Cómo tu corazón tiende a responder cuando alguien critica o no está de acuerdo con tus acciones o puntos de vista?
  • ¿En qué formas transaste o minimizaste las verdades de la Palabra de Dios esta semana, viviendo un cierto tipo de relativismo?

Autosuficiencia

  • ¿Cómo tu corazón tiende a responder cuando no puedes lograr algo por ti mismo o cuando alguien más propone una alternativa más favorable a la tuya?
  • Reflexiona sobre cómo tu existencia diaria depende tanto de Dios como de otras personas. ¿Cómo puede ser una fortaleza admitir la debilidad?

No tengas miedo de examinar tu vida a la luz que pone al descubierto la doctrina de la creación. Sí, Dios se trata completamente de sí mismo, pero él no es solo el Creador glorioso de todo lo que existe, él es el Salvador misericordioso de la raza humana. Él murió para perdonarnos cuando buscamos vidas autónomas, relativas y autosuficientes y resucitó para liberarnos de nuestra esclavitud al yo.

Cuán dulce es pensar que el Creador nos dará la gracia que necesitamos para vivir como él lo diseñó en el principio, aunque el mundo se haya perdido.
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita  su sitio web.  Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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Una viuda que dio todo lo que tenía
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Una viuda que dio todo lo que tenía

Imagina cómo fue para ella: eran solo ella y su pequeño niño. Su esposo había muerto, y juntos, madre e hijo morían de hambre. Fueron víctimas de una hambruna generalizada y no había lugar al cual podían ir ni nada que pudieran hacer respecto a su difícil situación. Ella enfrentó la realidad de que iba a morir: iba a tomar su tinaja de harina y el poquito de aceite que le quedaba, a recoger un poco de leña, a hacer un pan, a comer su última cena con su hijo y acostarse para morir. Si hubieses estado en su lugar, ¿qué habrías pensado? ¿Qué habrías pensado sobre Dios? ¿Qué le habrías dicho a tu hijo? ¿Y qué habrías respondido si alguien que no conoces viniera y te pidiera los ingredientes de tu última cena en la tierra?

La historia

Quisiera que te detengas y leas 1 Reyes 17:8-24. Haz como si estuvieras ahí. Ponte en los zapatos de la mujer. A veces creo que leemos la Biblia de manera estoica. En ocasiones, creo que olvidamos que los personajes en las historias insertadas en el Antiguo Testamento eran personas igual que nosotros. Ellos tenían esperanzas y sueños; creían y dudaban; sentían alegría y experimentaban desolación; sufrían dolor real; no sabían qué pasaría después.

La viuda de Sarepta

Imagina el sufrimiento de esta mujer: no solo estaba sufriendo la pérdida de su esposo, sino que también ahora era forzada a enfrentar su muerte y la de su hijo. Es innegable el espantoso estado en el que ella se encontraba. ¿Acaso podría empeorar? ¿Acaso la vida podría ser más oscura? Sin embargo, lo que ella no sabía era que Dios había decidido hacer brillar en ella la luz de la vida gloriosa. Dios ya había decidido que ella fuera parte de algo más maravilloso que cualquier cosa que su quebrantado corazón pudiera haber imaginado jamás. Dios había elegido a esta débil y quebrantada mujer para ser parte de algo que influenciaría a personas de fe hacia la eternidad. Dios había decidido no solo darle vida, sino que también declarar por medio de ella que él es la resurrección y la vida. El método que se utilizaría para todo esto sería una petición indignante, una a la que honestamente yo me hubiese rehusado.

La petición

Encontramos a la viuda en las puertas de la ciudad, recolectando leña para hacer fuego para su cena fúnebre. Un extraño, a quien conocemos como Elías, le pide agua: «por favor, tráeme una vasija con un poco de agua para beber» (v.10). La respuesta de la viuda a esta primera petición me sorprende. ¿Por qué? Porque sale de su propio sufrimiento para entregarle a este hombre que no conoce algo de beber. Recuerda: lee la historia como si estuvieras ahí. Luego Elías hace otra petición. Increíblemente, le pide a esta mujer (que no tenía nada más que un poco de harina y un poco de aceite) que le traiga un trozo de pan junto con el agua. Puedo imaginarme a la mujer gritando: «¿pan? ¿¡Estás loco!? Estoy completamente sola, hay una hambruna en todos lados, ¿y tú me pides pan?». No obstante, la viuda no pierde la cabeza ni huye. Ella responde, «tan cierto como el Señor vive… no me queda ni un pedazo de pan; solo tengo un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en el jarro. Precisamente estaba recogiendo unos leños para llevármelos a casa y hacer una comida para mi hijo y para mí. ¡Será nuestra última comida antes de morirnos de hambre!» (v.12). Aquí es cuando la historia da un vuelco. Elías declara, «porque así dice el Señor, Dios de Israel: “No se agotará la harina de la tinaja ni se acabará el aceite del jarro, hasta el día en que el Señor haga llover sobre la tierra”» (v.14). La historia concluye con bendición: «cada día hubo comida para ella y su hijo, como también para Elías» (v.15).

Tomar una decisión

Esta es una de las muchas elecciones de fe que se encuentran a lo largo de toda la narración bíblica. ¿Acaso la viuda hará lo que es lógico y guardará el aceite para ella y para su hijo o le confiará lo último que tiene en la tierra al Creador del cielo y de la tierra? Esta querida viuda, sin poder más, decidió hacer el pan que pidió el profeta. ¿Qué habrías hecho tú? Si somos honestos con nosotros mismos, muchos de nosotros habríamos guardado los ingredientes. Al actuar por fe, la viuda no solo le hizo un pan a Elías, sino que hizo uno para ella y para su hijo, y pudo hacer muchas comidas para todos ellos, porque la harina y el aceite no se acabaron. La bendición de la harina inagotable es una imagen física de que el Dador de vida había invadido su vida por su gracia. Mucho antes de que hubiera comido su provisión, él la había escogido no solo para experimentar la vida, sino que para ser un instrumento de la vida y del ministerio continuo del profeta. A menudo, Dios nos pide entregar lo que nos queda para hacer algo más grande de lo que nuestras pequeñas mentes pueden imaginar.

La historia no ha terminado

Esta historia habría sido suficientemente sorprendente si hubiera terminado en el versículo 16. Sin embargo, no es así. Da un vuelco aún más dramático de lo que el lector puede esperar. De pronto, el hijo de la viuda sufre lo que parece ser una enfermedad terminal; los signos físicos en este pasaje nos dicen que el niño estaba muriendo. ¿Por qué Dios permitiría que suceda esto? ¿Tenía algún sentido entregarles provisiones inagotables para el sustento del niño y luego permitir que muera inmediatamente después? ¿Acaso Dios no debería premiar a la viuda por su acto de fidelidad? Desde la distancia, parece una broma de muy mal gusto. Esto no es una broma de mal gusto; no, ¡es un llamado divino! ¿Qué quiero decir con esto? Dios había elegido a esta pobre viuda y a su único hijo para incluirlos en la profecía del evento más importante de la historia. Dios había decidido que ella fuera un testigo viviente de la muerte y de la resurrección. A través de la viuda de Sarepta, Dios se declaraba a sí mismo no solo como el Dador de vida (en términos de dar la provisión para las necesidades de sus hijos), sino que también como el Dador de vida que puede hacer lo que ninguna persona jamás puede hacer: vencer a la muerte. ¡Qué imagen! El profeta se tendió sobre el cuerpo del niño, clamó a Dios para que le diera vida, el niño comenzó a respirar nuevamente y el profeta pudo entregarle de vuelta el hijo a su madre. Repito, ponte en la escena de esta historia. ¡Cuán desanimante, y luego maravilloso, y luego depresivo, y luego increíble habrían sido esos momentos para todos los que estaban involucrados!

Nuestra historia

Creo que la mayoría de los lectores de este sitio web no ha experimentado una hambruna de esta magnitud, tampoco ha tenido un hijo que haya sido resucitado. Entonces, ¿cómo se aplica esta historia a nuestras vidas? Es vital entender que este momento no es solo una historia de un libro, sino que un momento profético para cada hijo de Dios. Este momento de muerte y vida del hijo de la viuda es una profecía física de otro Hijo único que moriría y resucitaría. Jesús moriría, llevando nuestros pecados, pero no permanecería muerto. No, se levantaría de la tumba conquistando la muerte, dando vida a todo aquel que pusiera su confianza en él. La resurrección del hijo de la viuda es un dedo histórico que apunta a la futura resurrección del Hijo del Hombre, el Señor Jesucristo. Cuando ella salió a recoger leña para su última cena, la viuda de Sarepta no tenía idea del increíble vuelco que daría su vida. No era su último día porque lo que la acechaba no era la sombra de la muerte, sino que la del Dador de vida, que no solo le daría vida, sino que por medio de su vida predicaría a todos los que creen. Y todo comenzó con la aparentemente indignate petición de un extraño, seguido por un acto de fiel obediencia. Otros recursos relacionados: ¿Por qué hay historias en la Biblia? Vivan una vida desapercibida ¿Por qué dirías que sí?
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita su sitio web . Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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Nuevo año, nuevo tú
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Nuevo año, nuevo tú

Nuevamente llegamos a este momento del año: «Nuevo año, nuevo tú». Mientras el calendario avanza hacia un nuevo año, muchos de nosotros estamos examinando lo que no nos gusta de nuestras vidas y esperamos determinar buenos propósitos que nos ayudarán a cambiar para mejor.  Muchos publicistas están esperando que también compres el bombo publicitario de «Nuevo año, nuevo tú». ¿Es importante el cambio? ¿Es esencial el compromiso? Por supuesto que lo son. Todos necesitamos crecer y adaptarnos a las circunstancias de la vida. Nuestras decisiones diarias son dirigidas firmemente por los compromisos que hemos hecho, tanto con nosotros mismos como con otros.  Sin embargo, la realidad es que pocas personas han hecho cambios de vida inmediatos y significativos gracias a un dramático buen propósito para Año Nuevo.  El hecho es que la transformación humana es más como un proceso rutinario. Los cambios típicamente tienen lugar en diez mil pequeños momentos, no en un evento particular que cambia la vida.  Los pequeños momentos son profundamente importantes precisamente porque son pequeños momentos. Vivimos la mayoría de nuestras existencia en esos momentos rutinarios y diarios. Por cada gran momento, experimentamos diez mil momentos insignificantes.  Lo hermoso del Evangelio de Jesucristo es que el Señor ofrece su gracia para cada uno de esos pequeños momentos. La Biblia no dice, «sus misericordias son nuevas cada año». No, dice, «las misericordias del Señor jamás terminan… Son nuevas cada mañana» (Lam 3:22-23). Jesús es llamado Emmanuel, no solo porque una vez vino a la tierra, sino porque él hace de ti el lugar donde él habita cada día. Esto significa que él está presente y está activo en todos los momentos triviales de tu vida diaria.  En esos pequeños momentos, él te está entregando cada promesa redentora que te ha hecho. En esos momentos comunes y corrientes, él está obrando para rescatarte de ti mismo y para transformarte a su imagen.  Por su gracia soberana, tu Señor te pondrá en diez mil pequeños momentos que están diseñados para llevarte más allá de tu carácter, de tu sabiduría y de tu gracia para que busques la ayuda y esperanza que solo pueden encontrarse en él. En un proceso de cambio que toma toda la vida, él está desarmándote para restaurarte nuevamente (¡exactamente lo que cada uno de nosotros necesita!). Sí, tú y yo necesitamos comprometernos a cambiar en este nuevo año, pero no de una manera que espere un gran evento de transformación. Al contrario, encuentra gozo en Dios y sé fiel a él, un proceso de entendimiento, de confesión, de arrepentimiento y de fe, día a día y paso a paso. ¡Que este nuevo año sea tu mejor año hasta ahora, solo por gracia y solo en Cristo! Dios te bendiga, 

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Qué quieres cambiar en este nuevo año?
  2. ¿Cómo puedes hacer cambios en esa área en los pequeños momentos de la vida?
  3. En el pasado, ¿qué te ha impedido que cambies en los pequeños momentos?
  4. ¿Cómo puedes aprovechar las nuevas misericordias que se te ofrecen? 

Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita su  sitio web .Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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Tres respuestas del evangelio para la ansiedad
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Tres respuestas del evangelio para la ansiedad

Yo soy organizado por naturaleza. Organizo proyectos con meses de anticipación y sistemáticamente los desarmo. Trato de trabajar rápida y eficientemente durante el día y hacer la mayor cantidad de cosas que pueda.

No fue mi elección funcionar con esta mentalidad; Dios puso en mí la personalidad para trabajar de esta forma, y por su gracia, he podido usar estos dones para ser productivo en el ministerio. Sin embargo, al mismo tiempo, debido a mi pecado, tiendo a ponerme irritable, inquieto y ansioso cuando las cosas no funcionan exactamente de acuerdo a como yo lo había planeado.

CRISTIANOS ANSIOSOS

Sé que no soy el único cristiano que se pone ansioso. Tal vez eres organizado como yo y luchas por dejar el control. Quizás tienes un pasado realmente doloroso y hoy te ves entrampado en el dolor que experimentaste. Puede ser que estés pasando por un momento realmente difícil y no puedas ver la luz al final del túnel. Como un consejero bíblico con experiencia, sé de primera fuente cuántos cristianos luchan con la ansiedad. Sin embargo, y lo que es más importante, Jesús sabe, a diferencia de mí, que él mismo puede proporcionar la cura. En Mateo 6, Cristo dice, “No se preocupen por su vida…” y nos entrega tres perspectivas del evangelio que nos ayudan a combatir nuestra ansiedad en el día a día.
1. El evangelio en la creación
“Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas? ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida? ¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe? (Mateo 6:26-30) Cuando luchas con la ansiedad, Jesús te dice que observes la creación. En el mundo físico tenemos constantes recordatorios teológicos de que Dios no abandona la obra de sus manos. Las aves del cielo, las flores del campo y el sinfín de organismos vivos apuntan al amoroso cuidado de Dios. Si Dios se preocupa de esa manera de las aves y de las flores, ¿cuánto más se preocupará de aquellos que hizo a su imagen? Si Dios alimenta y viste a los animales y plantas que no tienen alma eterna, ¿cuánto más él proveerá para aquellos que están cubiertos por la costosa sangre de su hijo? Tienes un motivo para descansar porque la creación te predica un evangelio de fidelidad divina.
2. El evangelio en la paternidad de Dios
“Así que no se preocupen diciendo: ‘¿Qué comeremos?’ o ‘¿Qué beberemos?’ o ‘¿Con qué nos vestiremos?’ Porque los paganos andan tras todas estas cosas, y el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan.” (Mateo 6:31-32) A diferencia de los paganos, los cristianos tenemos un Padre celestial que de forma voluntaria, fiel y eterna toma la responsabilidad de sustentarnos. Tiene sentido que los paganos se preocupen, porque no tienen la seguridad de la provisión divina. Sin embargo, los cristianos no debiésemos ponernos ansiosos, pues tenemos un Padre que sabe exactamente lo que necesitamos y que está presente en el proceso de entregarlo, en el momento en el que lo necesitamos y en la ubicación exacta donde lo necesitamos. Aunque no conozco tu historia, quisiera tratar de ser claro: si no tienes lo que crees necesitar en este momento, es porque no lo necesitas ahora. La ansiedad pertenece a los paganos; preocuparse por la vida no tiene sentido para los hijos del Dios Altísimo. Nunca decimos esto públicamente, pero muchos de los cristianos ansiosos lo son porque creen ser más inteligentes que Dios.
3. El evangelio en el reino
“Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas.” (Mateo 6:33-34) El llamado a buscar el reino de Dios es en sí gracia, porque sólo cuando busco el reino de Dios soy libre de buscar el mío. No sé si has reconocido esto o no, pero hay una relación directa entre el reino del yo y la ansiedad. Gran parte de tu ansiedad, si es que no toda, se expresa cuando estás intentando sentarte en el trono de tu vida. Las personas más confiadas que he conocido han sido las que descansaban en la provisión y el cuidado de Dios. Los creyentes menos ansiosos con los que he conversado han sido aquellos que verdaderamente sometían su vida a la voluntad de su Padre. A la inversa, las personas más ansiosas que he aconsejado estaban guiadas por la búsqueda de un tesoro terrenal y se olvidaban del evangelio. Pero seamos honestos: tú y yo somos olvidadizos también. Somos ciegos para ver el evangelio en la creación, se nos olvida el evangelio que se nos muestra en la familia de Dios de la que formamos parte y a menudo olvidamos completamente el evangelio en el reino. ¡No es de extrañar que seamos ansiosos! Sin embargo, en nuestra ansiedad, Jesús no nos regaña. Él no levanta su voz y dice “¡Olvídenlo! No puedo creer que ustedes, necios, prefieran ir tras el mundo en vez de buscarme a mí”. Al contrario, con cariño y paciencia, él nos busca una vez más y nos lleva a su eterna, imparable y gloriosa gracia.
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Cinco principios bíblicos para llegar a ser mejores amigos
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Cinco principios bíblicos para llegar a ser mejores amigos

¿Cuántos amigos tienen? Supongo que la respuesta a esta pregunta variará dependiendo de cómo defina cada uno lo que es un amigo. Tenemos mejores amigos, buenos amigos, viejos amigos, amigos de la familia, amigos de Facebook y ¡muchos más! Los amigos son algo maravilloso. Nos hacen reír y nos levantan el ánimo con su presencia. Nuestros momentos más memorables acontecen junto a ellos. En los tiempos difíciles, nos rodean con su amor y apoyo. Sin embargo, sin importar cuántos amigos tengan o cuántos momentos hayan compartido, todos los que están leyendo este artículo comparten una cosa en común: jamás han tenido y nunca serán un amigo perfecto. Piénsenlo: mientras que algunas de las alegrías más profundas que han tenido se deben a sus amigos, también las penas más dolorosas son provocadas por ellos. Hay noches en las que están compartiendo junto ellos que les gustaría que no acabaran nunca; mientras que hay otros en los que preferirían vivir en aislamiento. La amistad es una parte integral de la existencia humana y todos hemos sido moldeados considerablemente por relaciones que están llenas tanto de felicidad como de tristeza.

LO QUE DICE LA BIBLIA

Es importante que sepan por qué Dios diseñó la amistad y qué tiene que decir Él al respecto. Por medio de su Palabra, Él nos ha dado un lente preciso que no solo nos ayuda a no ser ingenuos, sino que también previene que nos convirtamos en unos cínicos. A continuación, quisiera compartirles un par de principios orientadores sobre la amistad que deberían ayudarlos a mantener relaciones sanas:
Las amistades fueron planeadas
En Génesis 2:18, Dios dijo que no es bueno que el hombre esté solo. Esta afirmación abarca mucho más que solo el matrimonio; se aplica al diseño de Dios para toda la humanidad. La palabra «ayuda» usada para describir a Eva, no se usa para definirla como una colega; más bien, como una compañera. Dios nos creó para vivir con compañeros porque Él es un Dios sociable, que vive en comunidad en la Trinidad como Padre, Hijo y Espíritu. Hay beneficios que obtenemos naturalmente de esas amistades. Uno de ellos es el hermoso beneficio de tener un compañero para la vida. Otro beneficio es tener personas a nuestro alrededor que nos consuelen en los tiempos difíciles (Job 2:11). Por último, entre muchos otros beneficios, podemos disfrutar de amistades honestas que nos llevarán al arrepentimiento (Pr 27:6). Los cristianos necesitan ir en búsqueda y sumergirse en una comunidad. Aunque la mentalidad de «lobo solitario» a menudo es aplaudida por nuestra sociedad, la verdad es que vivir en aislamiento es muy peligroso y solitario. No se aparten de las personas, porque están rehuyendo de su diseño original.
Las amistades pueden convertirse en ídolos
Si bien la compañía humana es hermosa, la relación principal para la cual Adán y Eva fueron diseñados es la relación con Dios. La comunión vertical con su Creador les entregaría el fundamento para su comunión horizontal. Sin embargo, puesto que tendemos a adorar y a servir a la creación más que al Creador (Ro 1:25), nuestras amistades pueden convertirse en ídolos. Dios ya nos ha dado todo lo que necesitamos solo en Cristo para vivir y ser íntegros (2Pe 1:3). Esto significa que no necesitamos buscar una perfecta satisfacción relacional en personas imperfectas. La ironía es que cuando revertimos el orden y elevamos a las personas por sobre Dios, ¡terminamos arruinando las relaciones terrenales con la presión que ponemos en ellas para que nos satisfagan!
Las amistades serán difíciles
La historia primitiva de la amistad ve desde lo perfecto a lo malo, llegando a lo peor. La armonía del compañerismo desaparece cuando Adán usa a Eva como chivo expiatorio para evitar la responsabilidad de sus actos (Gn 3:12). Luego, en el próximo capítulo, ¡Caín mata a su hermano Abel! Muchos de nosotros no nos identificamos con el asesinato de un hermano o de un amigo, pero el mismo pecado que gobernaba a Adán, a Eva y a Caín existe en nuestros corazones y en los de nuestros amigos. Llevamos motivaciones egoístas, envidiosas, avaras y mucho más a nuestras relaciones, frecuentemente sin siquiera saberlo. ¡No me sorprende que sean un desastre! No se impacten cuando sus amigos los decepcionen o hagan algo peor.
Las amistades son redentoras
Si Dios realmente nos amara, ¿no haría que nuestras relaciones estuvieran libres de conflictos? ¡Me encantaría! No obstante, la verdad del asunto es que el propósito principal del Señor en nuestras vidas es la redención –la limpieza constante del pecado de nuestros corazones (Fil 1:6)–. No hay otro lugar donde ese pecado esté más expuesto que en una relación, donde una persona imperfecta vive con otra persona imperfecta en un mundo caído. Cuando nuestro pecado o el pecado de nuestros amigos es expuesto, tenemos dos opciones: huimos o nos rendimos. ¿Se esconden avergonzados, se defienden a sí mismos, culpan a otros, critican innecesariamente o guardan rencor? O ¿confiesan su pecado, piden perdón, dicen la verdad, son misericordiosos y se animan unos a otros? El diseño de Dios consta en que los problemas que enfrentamos con nuestras amistades redentoras prueben y fortalezcan nuestra fe, para que así seamos perfectos e íntegros, sin que nos falte nada (Stg 1:2-4). No huyan de estas pruebas. Ríndanse y regocíjense, ¡aunque no tengan ganas de alegrarse!
Las amistades traen esperanza
Todos buscamos consejos y trucos que mejorarán nuestras amistades –comunicación más efectiva, estrategias para resolver conflictos, estudios sobre el género, tipos de personalidad, etc.– Es cosa de ir a la sección de autoayuda en cualquier librería. No obstante, la realidad es que no hay secretos que garanticen relaciones libres de problemas. Al contrario, nuestras amistades tienen solo una esperanza: Jesucristo. El quebranto en la relación que experimentó con su Padre en la cruz entrega la base para nuestra doble reconciliación. Jesús nos reconcilió primero con Dios, lo que se convierte en el fundamento para la forma en que Él nos reconcilia con otros.

LO QUE DIJO C. S. LEWIS

Quisiera terminar con una poderosa cita de C.S. Lewis. Sé que acabo de decir que no hay secretos que garanticen relaciones exentas de problemas, pero C.S. Lewis dice algo que se acerca lo más posible. Él escribió:
Cuando aprenda a amar a Dios mejor de lo que amo a mis seres más queridos en la tierra, los podré amar mejor de como lo he hecho hasta ahora. En la medida que ame a mis seres amados a expensas de Dios y en lugar de Dios, estaría entrando a un estado en el cual no amaría a mis seres queridos en lo absoluto. Cuando lo más importante se pone en primer lugar, lo secundario no es reprimido, sino que aumentado.
Verán, cuando Dios reina en nuestros corazones, la paz reina en nuestras relaciones. La amistad perfecta solo será alcanzada en el cielo, pero hay mucho que podemos disfrutar ahora. El Nuevo Testamento nos da la esperanza de tener relaciones que se caracterizan por la humildad, la bondad, la paciencia, la honestidad edificante, la paz, el perdón, la compasión y el amor. ¿No es maravilloso lo que la gracia de Dios puede hacer incluso por personas imperfectas en un mundo caído? Esta esperanza desafía cualquier complaciencia o desánimo que podamos tener sobre nuestras amistades, porque siempre la gracia de Dios puede traer más crecimiento, paz y bendición, aquí y ahora. La esperanza del Evangelio nos invita a tener una insatisfacción santa en todas nuestras relaciones y nos anima a enfrentar la gratificante pero difícil obra que hacen las amistades redentoras.
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La sabiduría de Dios para las relaciones

La Palabra de Dios realmente nos muestra los misterios del universo. Nos hace de verdad más sabios de lo que jamás podríamos llegar a ser sin ella. Aun así, habiendo dicho esto, es lamentable que no aprovechemos de mejor manera esta sabiduría que Dios nos ha dado. Es triste que no alineemos nuestros pensamientos con los de él; que no nos exijamos ver la vida a través de los lentes de su revelación. Es lamentable que nos engañemos a nosotros mismos y pensemos que somos más sabios de lo que en verdad somos. Nuestra insensatez no nos irrita, ni estamos motivados para buscar ayuda en Dios. Uno de los lugares donde vemos esto con más claridad es en las luchas que enfrentamos en nuestras relaciones. ¿Por qué les recuerdo todo esto? En todas partes me encuentro con personas que están desanimadas y confundidas en cuanto a sus relaciones. Me gustaría que pienses en tus propias relaciones y las observes a través de tres perspectivas derivadas de la sabiduría bíblica. Estas son formas de pensar esenciales para crear y sustentar un estilo de vida relacional sano.
1. Debes vivir tus relaciones teniendo una forma de pensar centrada en la cosecha
Pablo captura esta mentalidad con palabras que nos son muy familiares: “no se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra” (Gá 6:7). Esta es una manera de pensar imprescindible si queremos hacer que la reconciliación sea un hábito en nuestras vidas. Fíjate en la ley de las consecuencias: existe una relación orgánica entre las semillas que plantas y el fruto que cosechas. En el mundo físico, nunca vas a plantar semillas de durazno para obtener manzanas. De la misma manera, existirá coherencia orgánica entre las semillas de palabras y de acciones que siembres en tus relaciones y la calidad de la cosecha que obtengas más tarde a medida que vivas y te relaciones con otros. Cada día, cosechas plantas relacionales que vienen de semillas de palabras y de acciones que plantaste previamente. Día a día, siembras semillas de palabras y de acciones que cosecharás más adelante. Gran parte de las semillas que plantas son pequeñas, pero un millón de pequeñas semillas que crecen como árboles llegarán a ser un bosque que puede cambiar el entorno. Tus relaciones son constantemente sembradas con pequeños momentos de semillas de palabras y de acciones que crecen convirtiéndose en bosques de amor o de problemas.
2. Debes vivir tus relaciones con una forma de pensar centrada en la inversión
Todos somos cazadores de tesoros. Vivimos para ganar, mantener, guardar y disfrutar cosas que son valiosas para nosotros. Nuestro comportamiento en cualquier situación de la vida es nuestro intento por obtener lo que es valioso para nosotros en esa situación. Hay cosas en nuestra vida a las que les hemos dado importancia, y una vez que lo hacemos, ya no estamos dispuestos a vivir sin ellas (estos principios están especificados en Mateo 6:19-33). Todos lo hacemos; vivimos para tener y experimentar cosas sobre las que hemos puesto nuestro corazón. Siempre estamos viviendo motivados por algún tipo de tesoro. Cada tesoro que se establece en tu corazón y que buscas activamente te dará algún tipo de ganancia. Un momento de discusión es una inversión en el tesoro de estar en lo correcto y de eso obtendrás un cierto tipo de ganancia relacional. Si discutes agresivamente con otra persona en una esquina, es poco probable que la ganancia de esa inversión sea el reconocimiento de esa persona hacia ti; tampoco lo será el deseo de tener conversaciones parecidas otra vez. Si inviertes en el tesoro de servicio voluntario, experimentarás la ganancia del reconocimiento, de respeto y de una amistad más profunda. Si para ti tener el control es más valioso que lo que es sentirse escuchado, amado y entendido para tu amigo o cónyuge, entonces vivirás con la ganancia de acuerdo a eso en la calidad de tu relación. La inversión es inevitable; es algo que hacemos todos los días y es difícil escapar de las ganancias que traen consigo. Pregúntate a ti mismo: ¿qué cosas son valiosas para mí en este momento, cosas por las que me esfuerzo por vivir cada día y no estoy dispuesto a vivir sin ellas? ¿Cómo las ganancias de esas inversiones dan forma a mis relaciones?
3. Debes vivir tus relaciones con una forma de pensar centrada en la gracia
Cuando me casé, no entendía la gracia. Tenía una visión más moral de la Escritura, lo que provocó que basara en la ley todas mis relaciones. El enfoque de la Biblia no es una serie de principios prácticos para la vida. No, el tema central de la Biblia es una persona: Jesucristo. Si todo lo que ustedes y yo necesitamos es el conocimiento y el entendimiento de una cierta serie de principios revelados por Dios para poder vivir, no habría sido necesario que Jesús viniera. Creo que existen muchos cristianos que tienen relaciones que no tienen a Cristo. Sin saber lo que han hecho, han construido relaciones basadas en la ley en vez de en la gracia, y debido a esto le piden a la ley que haga lo que sólo la gracia puede lograr. El problema con esto es que no somos sólo personas en necesidad de sabiduría; también somos personas en necesidad de rescate —y necesitamos ser salvados de nosotros mismos—. Nuestro problema fundamental no es la ignorancia de lo que es correcto, sino el egoísmo de nuestro corazón que provoca que nos preocupemos más de lo que queremos que de lo que sabemos que es correcto. Las leyes, los principios y las perspectivas de la Escritura entregan el mejor estándar que haya existido con respecto a lo que nuestras relaciones deben buscar. Ellas pueden revelar nuestras equivocaciones y nuestros errores, pero no tienen ningún tipo de capacidad para librarnos de fallar. Para eso necesitamos la gracia diaria que sólo Jesús puede darnos. Por lo tanto, no podemos simplemente exigir de otros los altos estándares relacionales de la Palabra de Dios, sino que también debemos a diario ofrecernos mutuamente la misma gracia que se nos ha dado para que podamos ser herramientas de ella en la vida de los demás. Nuestra confianza no está en la habilidad que tenemos de cumplir la ley de Dios, sino que en la gracia que da vida y que transforma el corazón, la cual fue dada por aquel que nos ha acercado hacia él y tiene el poder para acercarnos hacia otros. Cuando vivimos con esta confianza, no miramos las dificultades de nuestras relaciones como un problema que debe soportarse, sino como oportunidades para experimentar más profundamente la gracia rescatadora, transformadora, perdonadora, fortalecedora de Jesús, aquel que murió por nosotros y está siempre con nosotros. Las tres formas de pensar: cada una es un pilar esencial para un estilo de vida bíblico y relacional saludable; cada una requiere de la honestidad de la humildad personal; y cada una nos anima a reconciliarnos los unos con los otros y con Dios una y otra y otra vez.
Paul David Tripp. © 2011 Desiring God Foundation. Sitio web: desiringGod.org — Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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Embajadores de Cristo
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Embajadores de Cristo

Si me has escuchado hablar o has leído alguno de mis libros, lo que estoy por escribir no debiese sorprenderte: si eres un hijo adoptado por Dios, tu llamado no es sólo a ser un receptor de la gracia salvadora, sino que también a participar de esa gracia redentora. Dicho de otra manera, no son sólo los pastores los únicos cristianos llamados al ministerio. El llamado al ministerio es para cada creyente, no necesariamente por vocación (como un trabajo remunerado) ni tampoco bajo algún tipo de organización (como maestro voluntario de la escuela dominical o líder del grupo de jóvenes), sino que llevándolo a cabo como un estilo de vida en donde somos intencionalmente embajadores de Cristo. ¿Qué quiere decir “ser intencionalmente embajadores de Cristo”? Pues bien, es lo que discutiremos en este artículo.

COMPORTÉMONOS COMO EMBAJADORES QUE ENCARNAN AL REY

Uno de mis versículos favoritos es 2 Corintios 5:20, “por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros, en nombre de Cristo les rogamos: ¡Reconcíliense con Dios!” (NBLH). El apóstol Pablo no está escribiendo esta carta para que sea leída en una clase de seminaristas que aspiran a ser pastores, antes de que se gradúen. No, esta carta va dirigida a todos los cristianos, sin importar su ocupación: pastores, profesores de escuela, entrenadores personales, recolectores de basura, corredores de bolsa, madres, oficiales de policía. Todos, en todas partes, todo el tiempo. Antes de continuar quisiera hacer un repaso básico sobre política y revisar qué significa “embajador”: el trabajo de un embajador es representar a alguien o algo. Todo lo que él o ella hace y dice debe representar intencionalmente al líder que no está físicamente presente. Un embajador no está limitado por cuarenta horas de trabajo a la semana, ni por algunos eventos de estado, ni por periodos de crisis internacional. Un embajador está siempre disponible, siempre representando al rey. En otras palabras, el trabajo de un embajador se caracteriza por encarnar a quien representa. Sus actos, su carácter y sus palabras encarnan al rey que no está presente. De la misma forma, el apóstol Pablo enseña que Dios nos ha llamado a todos a vivir como sus embajadores encarnando su presencia. Todo lo que decimos y hacemos tiene influencia debido al Rey que representamos. Este no es un llamado a medio tiempo, sino que un estilo de vida. Representamos los propósitos de Dios para aquellas personas que él pone en nuestras vidas. Por lo tanto, la primera pregunta que debemos hacernos es: “¿cómo puedo representar de mejor forma al Rey en este lugar, con esta persona específica?. Esto es mucho más profundo que un compromiso con una actividad ministerial bien organizada que ocupa una porción de nuestro horario semanal. Verás, estoy convencido de que muchos de nosotros hemos entendido mal lo que es el ministerio. Pensamos que es un trabajo normal, con horario de entrada y de salida; un trabajo remunerado o voluntario. Sin embargo, Dios tiene en mente algo totalmente diferente: quiere que estemos disponibles para cada conversación y cada interacción.
  • ¿En qué formas has rebajado el ministerio a una actividad bien organizada en tu agenda?

VENGA TU MI REINO

Cuando nos convertimos en embajadores de Cristo, nuestras vidas dejan de ser nuestras. Necesitamos reconocer que ahora nuestras vidas le pertenecen a otra persona. No obstante, si fuésemos honestos, aquí es donde nos metemos en problemas porque no queremos vivir realmente como embajadores de Cristo, al menos no TODO el tiempo. Es más, algunos días, preferiría vivir como un mini rey. Tengo claro lo que me gusta hacer y la gente con la que quiero estar; el tipo de casa que me gustaría tener y el auto que quiero conducir. Incluso, sin reconocerlo, caigo rápidamente en un estilo de vida que sigue la siguiente oración: “venga mi reino, hágase mi voluntad”. ¿Por qué pareciera que personas, cosas y situaciones se interponen en nuestro camino? ¿Por qué extrañamente pasamos el día sin conflicto? La respuesta es que vemos nuestras vidas como si fueran nuestras. A menudo, estamos más comprometidos con los propósitos de nuestro pequeño reino que con el reino eterno de Dios. Esta es la razón por la que Cristo dijo que si queremos seguirlo, debemos morir a nosotros mismos (Lc 9:23, Gá 2:20) y por la que nadie puede servir a dos señores (Mt 6:24). Nosotros, como embajadores de él, debemos sacrificar nuestro propio reinado antes de poder representar apropiadamente al único y verdadero Rey. La mayor razón por la que no existe sentido de ministerio en la iglesia y en nuestra cultura no es una falta de entrenamiento, sino que es nuestro corazón.
  • ¿En qué áreas específicas te está llamando Dios para que mueras a ti mismo para así vivir por un reino mucho más grande que el tuyo?

HACIÉNDOLO CONOCIDO

Por lo tanto, si sabemos cuál es la intención de Dios para su ministerio (que participemos todos, en todas partes y todo el tiempo), y si sabemos cuál es el obstáculo más grande para llevarlo a cabo (nuestros corazones que buscan complacer al reino del yo), entonces ¿cuál es la mejor forma de ministrar a otros? Lo encontramos ahí mismo, en el texto: ... en el nombre de Cristo les rogamos: ¡Reconcíliense con Dios!. Definitivamente, esta directriz tiene una aplicación evangelística: los creyentes debiésemos buscar más oportunidades para rogar a los no creyentes que se reconcilien con Dios y así puedan tener vida eterna. Sin embargo, en el contexto de este pasaje, Pablo sigue otra línea argumentativa. Fíjate un verso más atrás: “pues el amor de Cristo nos apremia (nos controla), habiendo llegado a esta conclusión: que uno murió por todos, y por consiguiente, todos murieron. Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para Aquel que murió y resucitó por ellos.” (2 Co 5:14-15). Lo que Pablo está diciendo aquí es que el propósito de la cruz no es solamente asegurar la eternidad para los pecadores, sino que también recapturar los corazones del pueblo de Dios para servirle sólo a él. Nuestro pecado no nos separa únicamente de Dios, sino que incluso después de haber sido reconciliados con él por medio de la justificación, el pecado que aún vive en nosotros provoca que seamos increíblemente ensimismados, lo que nos hace unos adoradores idólatras del yo. El centro de la obra de Cristo es liberarnos de nuestra esclavitud a nosotros mismos, ¡incluso después de ya haber sido salvos! Mientras el pecado siga viviendo en nosotros, cosa que será así hasta que Jesús vuelva o Dios nos lleve a casa, tendremos la tendencia a dejar de adorar a Dios para servirnos a nosotros mismos. Dios quiere que nuestros corazones le pertenezcan a él sin cuestionarlo. Su propósito es que nuestras vidas sean moldeadas por la adoración a él y a nadie más. Además, él ha decidido enviarnos como sus embajadores para comunicar su mensaje a los corazones de la gente. ¡Qué llamado más emocionante!
  • ¿Con quién te está llamando Dios a comprometerte para compartir el "ministerio de la reconciliación?
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La constante misión de la crianza
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La constante misión de la crianza

Dios debe tener un plan especial para mí con los estacionamientos. Hace poco escribí sobre dos cosas que Dios me enseñó en el estacionamiento de una tienda de comestibles. Hoy les escribiré una historia diferente sobre lo que sucedió en el estacionamiento de un parque de entretenciones. Luella y yo habíamos planeado un día especial para nuestra familia. Amamos a nuestros hijos y queríamos darles una experiencia tan entretenida que no olvidarían. En ese tiempo era un padre inocente y asumí que mis hijos reconocerían nuestra generosidad y nos devolverían el favor con buen comportamiento. Mirando hacia atrás, esto parece tonto, pero realmente esperaba que mis hijos se comportaran debidamente esa tarde. No tenía intenciones de hacer cumplir una orden amorosamente, ni intervenir gentilmente en una discusión de hermanos, tampoco confrontar amablemente una decisión egoísta o explicar pacientemente un principio bíblico por milésima vez. Sin darme cuenta, de alguna forma, había hecho que el paseo al parque de entretenciones se tratara de mí. En mi mente, vi que mis pequeños hijos me abrazaban, diciéndome cuánto me apreciaban, para luego correr a disfrutar del sol de verano por horas siendo una familia feliz libre de preocupaciones en ese momento. Además, si Dios me hubiese dado una esposa con deseos de sólo servirme esa tarde, ¡lo hubiese hecho todo aun más agradable!

EL ÚLTIMO REFRESCO

No pasó mucho tiempo para que el engaño en el que me encontraba fuese descubierto. Llegamos al estacionamiento y antes de que mis hijos se bajaran de la camioneta, uno de ellos me preguntó, “papá, ¿puedo tomar algo antes de entrar al parque?” No parecía ser una petición peligrosa, pero la situación estaba a punto de ponerse fea. Abrí la hielera, llena de refrescos, sándwiches y colaciones, pero simultáneamente, todos mis hijos se fijaron en el único refresco de chocolate que empaqué. Lo que pasó después sólo puede compararse con una guerra nuclear mundial. Mis hijos comenzaron a abrirse paso a empujones, agarrándose el pelo, dando manotazos y haciendo muchos comentarios desagradables. No podía creerlo, ¡ni siquiera habíamos pasado el torniquete de la entrada del parque de entretenciones y mi día ya estaba arruinado! Ya había decidido que este día no tendría complicaciones, por lo que comencé a gritar: “¿quieren pelear? ¡Pues bien, para eso no tenemos que gastar todo este dinero! Los llevaré a casa, pondré una hielera en el patio con un solo refresco dentro y podrán pelear por siempre!”. Mi táctica funcionó, o al menos eso creí. Nuestros hijos pararon de pelear rápidamente por el último refresco, pero no porque sintieron la convicción del Espíritu Santo después de mi amoroso regaño. De hecho, sucedió completamente lo opuesto: ¡mis hijos estaban avergonzados por la multitud de personas que se detuvieron a ver cómo yo perdía el control en el estacionamiento del parque de entretenciones!

¿DIFICULTAD U OPORTUNIDAD?

Analicemos lo que sucedió en el estacionamiento esa tarde y lo que pasó dentro de mi corazón. Primero, veamos lo que ocurrió en el estacionamiento. Dios había tomado un momento rutinario de mi vida familiar para usarlo como algo maravilloso para mis hijos y para mí. ¿Qué bueno puede haber en las discusiones entre hermanos? Dios muestra la condición de los corazones de los niños a sus padres con el objetivo de crear conciencia, preocupación y un deseo de ver un cambio permanente. Todos los niños son pecadores, pero luchan con el pecado de diferentes formas. Estos momentos son oportunidades para tomar conciencia: ¿en qué áreas mi hijo necesita ayuda específicamente? Así que si amas a tu hijos y quieres lo mejor para ellos, estas tendencias pecaminosas que ellos han mostrado deben preocuparte, porque sabes el daño que el pecado puede hacerles. Por último, porque has visto su pecado y te preocupa, comenzarás a desear que Dios te use como instrumento para cambiar sus vidas. Al menos eso es lo que debiese suceder, sin embargo, no siempre es así. ¿Por qué? Por lo que sucede en mi corazón. Verán, nuestros niños no son los únicos que lidian con el pecado que mora en ellos. Los padres también lo hacemos, tanto como nuestros hijos. Vemos estos momentos de oportunidad como de dificultad porque nuestra tendencia al pecado desea comodidad, control y predictibilidad. Estas discusiones no son agradables para nosotros; son un problema y haremos lo que sea para que se acaben rápidamente.

CUATRO RESPUESTAS

¿Ya te diste cuenta por qué respondí como lo hice? Quería estar cómodo, tener el control y predecir lo que sucedería; esa discusión en el estacionamiento amenazó a mis ídolos. En respuesta, tomé el camino más rápido que se me ocurrió para terminar la discusión: gritar. Permíteme desglosar esto con una explicación detallada de lo que creo que hacemos como padres:
1. Nos enojamos
Lo primero que hacemos es tomar los momentos dados por Dios para ministrar a nuestros hijos y convertirlos en momentos de enojo. La discusión en el estacionamiento fue una oportunidad, no un problema, pero yo respondí enojado para defender a mis ídolos.
2. Lo tomamos como algo personal
Otra razón por la que respondemos con enojo es porque tomamos personal lo que no es. Mis hijos no trasnocharon la noche anterior y montaron esta discusión en un intento de desalentarme a mí especialmente. Ellos simplemente estaban actuando como lo hacen los niños pecadores y egoístas. Sin embargo, yo lo tomé como un ataque personal a mi carácter: “hago todo esto por ustedes y, ¡¿así es como me responden?!”.
3. Respondemos confrontacionalmente
Debido a que tomamos como algo personal lo que no es, nuestra respuesta es confrontacional. Cuando me siento atacado personalmente, lo mínimo que hago es defenderme y es mucho más probable que me desquite con ataques individualizados. La situación completa ahora se ha intensificado y con seguridad alguien saldrá lastimado con un comentario hiriente.
4. Encontramos una solución temporal
Finalmente, ahora que la situación completa se ha intensificado, haré lo que sea para que desaparezca rápidamente. En el caso de la crianza, debido a que los adultos son más grandes, más fuertes y pueden hablar más alto, usualmente podemos hacer que la situación desaparezca con un grito o una amenaza. No obstante, nada ha cambiado; la solución es temporal y probablemente ha hecho más daño de lo que podemos ver.

UNA FORMA MEJOR

Esta es la realidad bíblica de la crianza: si tus ojos alguna vez ven o tus oídos alguna vez escuchan el pecado, la debilidad, la rebelión o el fracaso de tus hijos, nunca es una molestia; nunca es una interrupción; nunca es un problema. Siempre es gracia. Dios ama a tus hijos. En su soberanía, él los ha puesto en una familia de fe y en su gracia incesante él te irá revelando una y otra vez las necesidades que ellos tienen para que seas su instrumento para crear consciencia, convicción, arrepentimiento, fe y cambio. Esta oportunidad de gracia no es sólo para nuestros hijos; también es para nosotros, porque Dios usa esos momentos en que te pide que renuncies a tu pequeño reino para que le sirvas a él en su gran reino. No tengas miedo. Las Escrituras te dan la sabiduría que necesitas, y tu Mesías, que está siempre presente contigo, te da la gracia que necesitas para estar listo cuando tengas que responder debidamente en los 10.000 pequeños momentos de oportunidades que Dios envía a tu camino para criar bien a tus hijos.
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita www.paultripp.com. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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¡Pobre miserable!
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¡Pobre miserable!

¿Alguna vez te has sentido atrapado por el pecado y enredado en él?

Me encantaría decir que desde que me convertí he sido completamente libre del pecado; me gustaría decir con honestidad que toda mi vida ha sido un reflejo de Romanos 6:11, “...muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús”, pero no es así.

Sin duda, he encontrado libertad en algunas áreas de mi vida. Solía ser un hombre que se enojaba muy fácilmente, pero, por la gracia liberadora de Dios, ese enojo ha desaparecido. También ciertos placeres de la vida solían cautivarme, pero, por la gracia de Dios que nos capacita, he podido practicar el dominio propio. Sin embargo, aun así, después de todos estos años en los que he visto la fidelidad de Dios en mi vida, todavía me encuentro atrapado y enredado en pecado.

¿Por qué seguimos luchando día tras día? ¿Cómo nos libramos de esto finalmente? De esto se trata este artículo.

TRES CUALIDADES DEL PECADO

En Romanos 7, el apóstol Pablo registra su famoso debate autobiográfico:

“Así que descubro esta ley: que cuando quiero hacer el bien, me acompaña el mal. Porque en lo íntimo de mi ser me deleito en la ley de Dios; pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley lucha contra la ley de mi mente, y me tiene cautivo. ¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal? (Romanos 7:21-24, NVI)

En este pasaje, Pablo hace tres observaciones profundas sobre la naturaleza del pecado y de por qué luchamos constantemente contra él.

1. El pecado es una ley (v. 21)

Como la gravedad, el pecado es una ley inevitable de la vida de la que no podemos escapar usando el poder de nuestra propia voluntad. Por ejemplo, si mañana en la mañana decides volar al trabajo o lanzarte de la ventana del segundo piso en un intento de volar … bien, todos sabemos en qué terminaría eso.

Así como no podemos escapar de la fuerza de gravedad sobre nuestro cuerpo, tampoco podemos escapar del poder magnético del pecado en nuestros corazones. Desde el momento en que llegamos al mundo hasta que lo dejemos, el pecado que aún permanece en nuestros corazones nos guiará al mal que nos rodea.

2. El pecado es una guerra (v. 23)

Las guerras estallan cuando dos partes no consiguen ponerse de acuerdo. En el caso de la guerra espiritual, la ley del pecado lucha contra la ley de Dios. Como Pablo, aunque queremos deleitarnos en la ley de Dios, aún tendemos a comportarnos según la ley del pecado.

Cada día, una guerra se propaga en nuestros corazones. Nuestros pensamientos, deseos, palabras y acciones revelan que la guerra está lejos de terminar. Por supuesto, existirán momentos en los que venceremos sobre el pecado, pero, igualmente, habrá otros momentos en los que seremos derrotados nuevamente.

3. El pecado es una prisión (v. 23)

El apóstol Pablo se describe a sí mismo como cautivo —retenido contra su voluntad—. Pienso que todos nosotros, si se nos diese la opción, elegiríamos ser completamente libres del pecado. No obstante, Dios, en su eterna e infinita sabiduría, ha decidido que permanezcamos en un mundo donde el pecado es una ley y una guerra.

El pecado tiene una naturaleza envolvente y esclavizante. Lo que una vez empezó como una lucha pequeña se transformó en un hábito adictivo y destructivo. Incluso si nos liberamos de una de las celdas de la prisión de pecado, pareciera que dentro de muy poco volvemos a caer en otra.

TRES RAZONES PARA TENER ESPERANZA

Seamos sinceros: ¡Hasta ahora no hay nada esperanzador en este artículo! Parece apropiado que Pablo termine su debate con un grito desalentador: “¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal?” (v. 24) ¿Se identifican con estas palabras? Yo sí, definitivamente.

Sin embargo, no podemos terminar aquí. Afortunadamente, Romanos 7 tiene un versículo más, el 25: “¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor!”. A pesar de que la ley del pecado nos hace caer; de que la guerra del pecado se está librando en nuestro corazón; y de que la prisión de pecado continúa encontrando una forma de mantenernos cautivos, tenemos razones para estar agradecidos y tener esperanza.

1. El perdón

Es muy alentador que Romanos 8:1 sea lo que sigue a Romanos 7, ¿no es así? “Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús”. En toda mi inmundicia y lucha, puedo presentarme ante un Dios santo porque he sido completamente perdonado.

2. El fortalecimiento

Pablo dice en Gálatas 2:20, “...ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí”. Hoy podemos resistir la fuerza gravitacional del pecado y tener victoria en la guerra contra él, no porque seamos magníficos y rectos, sino porque el Dios viviente está vivo y activo dentro de nosotros. Tenemos una capacidad completamente nueva y diferente a la de ayer.

3. El rescate

Si se lo pides a Dios con humildad, puedes ser rescatado en esta vida, deshacerte de tu apariencia de superioridad moral y correr sin vergüenza al cuerpo de Cristo para pedir ayuda. Sin embargo, ese rescate no será completo hasta la Segunda Venida de Cristo. Va a llegar el día en que la ley del pecado será erradicada; en que no habrá cautivos. ¡Deseo mucho que llegue ese día!

¿AHORA QUÉ?

No quiero dejarlos sólo con principios bíblicos, por lo que aquí hay tres puntos importantes que pueden aplicar en sus vidas, aquí y ahora:

  1. No te mortifiques con culpa. Si Cristo entrega perdón, la mortificación no tiene valor. No te conformes con quien eres como pecador, pero tampoco vivas más en la culpa o la vergüenza; Jesús pagó por todo.
  2. No te des por vencido tan fácilmente. Si Cristo entrega fortaleza, todos los días tu capacidad para resistir se renueva. Incluso si le dijiste que sí al pecado hace 10 minutos, puedes decirle que no al mismo pecado esta vez porque el poder de Dios mora en ti.
  3. No pelees esta guerra solo. Si Cristo entrega rescate, aprovéchate de los recursos que ofrece para ello. Llama a un hermano o hermana hoy y confiesa que hace mucho tiempo has estado atrapado y enredado en un mismo pecado. Observa lo que Dios hará.

Sí, es verdad: como Pablo, tú y yo somos unos cristianos miserables. Sin embargo, también es verdad lo dice John Newton en su famoso himno: “Sublime gracia del Señor, que a un vil pecador salvó”.

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Necesitamos evaluar lo que consideramos valioso
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Necesitamos evaluar lo que consideramos valioso

Hace poco escribí un artículo sobre las Cinco cosas importantes que debemos recordar mientras estemos en la tierra. Si recordamos a Dios, su reino, su gloria, su invitación y su gracia, transformaría radicalmente la forma en la que vivimos aquí y ahora.

Las voces de la gran multitud, que encontramos en Apocalipsis 19:6-8, me inspiraron (y desafiaron). Recuerden que estas personas han terminado su existencia imperfecta en la tierra para vivir eternamente con Dios; en otras palabras, pueden ver claramente y valorar con pureza lo que Dios ve y lo que él valora.

Al escuchar lo que tienen que decir, podemos recibir la gracia para ver y escuchar lo que no podemos al ser ciegos y sordos. A continuación, hablaré sobre una de las áreas en las que necesitamos ayuda:

EVALUANDO LO QUE VALORAMOS

Los seres humanos somos guiados por el valor; es decir, le asignamos valor a personas, a lugares, a objetos y a ideas y acomodamos nuestra conducta, plan y finanzas para conseguir aquellas cosas que consideramos valiosas. Nuestras esperanzas y sueños son definidos por lo que es valioso para nosotros. Definimos nuestra identidad de acuerdo a cuán exitosos seamos —o no— en la búsqueda de ellas.

Sin embargo, no fuimos creados para definir lo que es o no es valioso para nosotros, sino para vivir bajo el sistema de lo que Dios valora, ya que fuimos creados a su imagen (Génesis 1:26). No obstante, debido a nuestro pecado, nos hemos alejado de ese sistema, por lo que como humanidad hemos estado en problemas desde entonces. Tal vez podrías decir que cada acto dañino en la historia del mundo ha sido el resultado de un sistema de valores incorrecto. Sin embargo, la evidencia está en todas partes: necesitamos evaluar nuestros valores.

LOS VALORES CELESTIALES

Leamos la canción de la gran multitud:

"Después oí voces como el rumor de una inmensa multitud, como el estruendo de una catarata y como el retumbar de potentes truenos, que exclamaban: ‘¡Aleluya! Ya ha comenzado a reinar el Señor, nuestro Dios Todopoderoso. ¡Alegrémonos y regocijémonos y démosle gloria! Ya ha llegado el día de las bodas del Cordero. Su novia se ha preparado, y se le ha concedido vestirse de lino fino, limpio y resplandeciente.’" (Apocalipsis 19:6-8)

Observa que ellos NO están celebrando que:

  • Fueron la persona más hermosa, más inteligente y más popular.
  • Se casaron con la persona más hermosa, más inteligente y más popular.
  • Tuvieron hijos que fueron excelentes en tres deportes y obtuvieron becas para las mejores universidades.
  • Ascendieron en su trabajo más rápido que cualquiera de sus colegas.
  • Siempre fueron reconocidos como la persona más exitosa de su trabajo.
  • Compraron una casa muy cómoda y vivieron en un maravilloso vecindario.
  • Pasaron sus vacaciones en los mejores lugares.
  • Siempre iban a cenar a los restaurantes más finos de la ciudad.

Si conoces mi enseñanza, debes saber que no pienso que el éxito económico o el prestigio en los negocios sea malo. También creo que, en la Biblia, hay suficiente evidencia que revela el deseo de Dios de que sus hijos disfruten del placer y la comodidad del mundo creado (mientras su corazón esté adorando a Dios apropiadamente).

Sin embargo, cuando escuchamos las voces de aquellos que están al otro lado de lo terrenal, nos damos cuenta de que ellos no están celebrando éxito, reconocimiento, comodidad o placer; lo que están celebrando son las Cinco cosas importantes de las que hablábamos al principio:

  1. Lo que Dios quiso fue más importante que lo que nosotros quisimos.
  2. Lo que Dios decidió fue más importante que nuestra trayectoria profesional.
  3. Lo que glorificó a Dios fue más importante que nuestra popularidad.
  4. Lo que Dios dijo que era bueno fue mejor que lo que nosotros considerábamos que lo era.
  5. Lo que Dios trajo a nuestras vidas fue más satisfactorio que una vida de comodidad.

UN LLAMADO A RECORDAR

Escribo estos artículos por muchas razones, pero quizás una de las más importantes es que tú y yo sufrimos de amnesia; somos personas olvidadizas. Otra forma de decirlo es citando el himno de Robert Robinson: "Tiendo a desviarme, Señor, puedo sentirlo, me tiendo a alejar del Dios que debo amar”.

¿Admitirías humildemente que olvidas lo verdaderamente importante? ¿Estarías dispuesto a revaluar tus prioridades una vez más? ¿Confesarías que necesitas evaluar tus valores, no sólo una vez más, sino que cada día?

Gracias a Dios, él nos ha dado su Palabra para recordarnos esto. Nos ha entregado miles de recordatorios diseminados en las páginas de las Escrituras.

Como si todo esto fuera poco, Dios nos colma de gracia: gracia que permite escoger los valores correctos, gracia que perdona cuando fallamos, y tal vez mi favorita, la gracia de que su obra será terminada en nosotros (Filipenses 1:6).

Vendrá un día en el que tú y yo, como la gran multitud, veremos a Cristo cara a cara y tendremos nuestros valores en el lugar correcto para siempre. Hasta ese momento, necesitamos de toda la gracia que Dios entrega.

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La tumba vacía
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La tumba vacía

Me encanta la Semana Santa.  Me encanta la música de celebración que cantamos en la iglesia. Me encantan los pasajes de la Escritura que leemos durante la adoración. Y por sobre todo, me encanta la imagen de la tumba vacía. Estoy profundamente persuadido de que la tumba vacía del Señor Jesucristo revela tres atributos fundamentales del carácter de Dios.
1. FIEL
La tumba vacía revela que Dios es fiel. Siglos antes, después de que Adán y Eva desobedecieran, Dios prometió que aplastaría el mal de una vez y para siempre. Envió a su Hijo para derrotar el pecado y la muerte por medio de su crucifixión y resurrección. Por miles de años, Dios no olvidó ni se apartó de su promesa. No se cansó ni se distrajo. Hizo una promesa, y controló los eventos de la historia (grandes y pequeños) para que, en el momento preciso, Jesucristo viniera y cumpliera lo prometido.
2. PODEROSO
La tumba vacía también revela que Dios es poderoso —poderoso en autoridad y en fuerza—. ¡Piensa en la autoridad que tendrías que tener para controlar todas las situaciones, ubicaciones y relaciones requeridas para garantizar que Jesús viniera en el momento preciso e hiciera lo que se había establecido que hiciera! Además, ¿podría haber una demostración más clara de poder que tener dominio sobre la muerte? Mediante el asombroso poder de Dios, Jesús se quitó las ropas del sepulcro y salió de la tumba. Los que compiten levantando pesos pueden ser capaces de arrastrar un bus con sus dientes, pero todos morirán y no hay nada que puedan hacer para impedirlo.
3. DISPUESTO
La tumba vacía también revela la buena disposición de Dios. ¿Por qué llegaría hasta ese punto para ayudarnos? ¿Por qué le importaría fijarse en nosotros, y más aun, rescatarnos? ¿Por qué sacrificaría a su propio Hijo? Porque es un Dios dispuesto. Tú y yo debemos reconocer que su buena disposición no estuvo motivada por lo que vio en nosotros sino por lo que se encuentra dentro de Él. Está dispuesto porque Él es la definición de misericordia. Está dispuesto porque Él es la fuente del amor. Está dispuesto porque está lleno de una gracia sublime, y está dispuesto porque es bueno, dulce, paciente y bondadoso. Aun cuando nosotros no estemos dispuestos, estemos llenos de nosotros mismos, y queramos que las cosas se hagan a nuestra propia manera, Él sigue estando dispuesto. Se deleita en transformarnos mediante su gracia; se deleita en rescatarnos mediante su amor poderoso.

UN MOMENTO DE HONESTIDAD

Estas son verdades hermosas y cautivantes, pero necesitamos tener un momento de honestidad. El Domingo de Resurrección será muy fácil celebrar estas verdades, pero ¿qué sucederá cuando la celebración de la Pascua haya quedado atrás? ¿Qué sucede cuando alguien peca contra ti? No debes repartir golpes. ¿Qué sucede cuando el mundo caído te echa la puerta abajo? No tienes que escapar. ¿Qué sucede cuando las cosas que Dios considera pecaminosas empiezan a lucir sumamente atractivas? No debes rendirte. ¿Por qué? Porque Dios es fiel, poderoso, y está dispuesto. Verás, Jesús no fue levantado de la muerte sólo para sellar la eternidad que te espera. Eso es ciertamente un don incalculable en sí mismo, pero la resurrección implica cosas para tu presente. En medio de tu debilidad y confusión, puedes ponerte de pie y decir: «No estoy solo; Dios está conmigo, y Él es fiel, poderoso, y dispuesto. Él puede hacer lo que yo no, y me da un nuevo espíritu para amar lo que Él ama». Si eres un hijo de Dios, el Cristo resucitado vive hoy dentro de ti por medio de su Espíritu. Eres una persona nueva no sólo en lo que respecta a tu condición de justicia ante Dios, sino también en cuanto a tus capacidades y deseos. Jesús salió de la tumba para que puedas andar en una esperanza recta hasta que lo conozcas cara a cara. 
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Quejas y contiendas
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Quejas y contiendas

¿Cuándo fue la última vez que te quejaste? Vivo en la ciudad de Filadelfia y el último invierno que tuvimos fue el peor que jamás hayamos tenido. Desde noviembre hasta marzo, lo único que escuchaba era: “hace mucho frío; odio la nieve; no puedo esperar para que llegue el verano”.  En Filadelfia también el calor llega a ser incómodo en verano y adivinen qué es lo que comencé a escuchar: “hace demasiado calor; está tan húmedo; no aguanto hasta que llegue el otoño”. Quizás seas una persona poco común que no se queja del clima, pero de algo debes quejarte. ¿Alguna vez te has parado frente a tu ropero, lleno de ropa, y has dicho quejándote, ”no tengo qué ponerme…”? ¿Alguna vez has abierto tu refrigerador, abastecido con comida, y has dicho suspirando, “no hay nada para comer…”? Esta es la realidad: donde sea que vivas, sea quien sea con quien estés, sea cual sea el momento del día, sin tener en cuenta las circunstancias, ¡tienes la maravillosa habilidad para quejarte sobre cualquier cosa!

FILIPENSES 2:14

El Apóstol Pablo, en su carta a los santos de Filipos, escribe: “HÁGANLO TODO sin quejas ni contiendas”. (Filipenses 2:14, énfasis mío). ¿Puedes imaginar un solo día sin que se arruine de alguna forma por culpa de la queja? Imagina que despiertas una mañana completamente libre de estrés y presión. Imagina que te acuestas en la noche y duermes con un corazón satisfecho con todo lo vivido durante el día. Imagina que eres un padre o madre que no se queja de su hijo. Imagina que eres un esposo o esposa que no se queja de su pareja. Imagina que eres un ciudadano que no se queja de su vecino o del gobierno. Imagina que eres un trabajador que no se queja de su jefe o de su empleado.  Sin duda, el mundo y las personas que viven en él van a causar problemas en tu vida. Es cierto que existe una razón santa para quejarse y para orar por cambios (Romanos 8:22-23). Sin embargo, la mayoría de las veces, tu queja revela un corazón egoísta y las cosas que deseas (Lucas 6:45). Quisiera mirar las dos palabras que usa Pablo, “quejas y contiendas”, e investigar lo que dicen sobre lo que hay en nuestro corazón. 

QUEJAS: "MEREZCO ALGO MEJOR"

Las quejas tienen que ver con la parte emocional. Otra forma de traducir esta palabra sería “gruñido”, que es una traducción onomatopéyica; es decir, la palabra audible representa su definición. Si te quejas diciendo la palabra “gruñir” una y otra vez, suena en sí como una queja. Tal vez deberías esperar hasta que estés solo para intentarlo. Con las quejas queremos decir, “¡merezco algo mejor!”. Al quejarnos, nos ponemos en el centro del universo, por lo que hacemos que todo se trate de nosotros. Cuando no obtenemos lo que queremos, en el momento mismo en que lo que queremos y exactamente como lo queremos, nos quejamos. Es la representación audible de un corazón capturado por el claustrofóbico reino del yo.

CONTIENDAS: "YO SÉ LO QUE ES MEJOR"

La palabra “contiendas” puede traducirse como “discusiones” (Biblia de las Américas). Simplemente, al decir eso queremos decir, “¡yo sé lo que es mejor! Si yo gobernara el mundo, haría diferente esto, esto otro y esta otra cosa”. Piensas que la soberanía y sabiduría de Dios son discutibles. Claro está, nunca comprometeríamos públicamente nuestra teología, pero en esos momentos privados de tu vida, de verdad estás poniendo en duda quién debería ser Dios. Tal vez no irías tan lejos como reemplazar a Dios, ¡pero tratarías de agregar un puesto para ti en la Santa Trinidad!

SIETE RECORDATORIOS

¿Qué deberías hacer cuando sientes el impulso de quejarte o de armar contiendas? Siempre digo que uno mismo es el predicador con más influencia en su propia vida, porque nadie se predica tanto a sí mismo como uno lo hace. Por lo tanto, ¡predícate! A continuación, entrego siete de mis versículos favoritos que me recuerdan por qué no necesito quejarme ni armar contiendas. Existen docenas, seguramente incluso cientos, así que encuentra unos pocos que puedas grabar en tu corazón y colgártelos al cuello (Proverbios 6:21): QUEJAS: lo único que merecemos es la muerte (Salmo 103:10), pero en vez de eso se nos ha regalado vida (Romanos 3:24) y todo lo que necesitamos para vivir (2 Pedro 1:3), por lo que no debemos preocuparnos (Mateo 6:25-32). CONTIENDAS: Dios ha estado presente desde el principio (Génesis 1:1), él ha diseñado la historia completa de tu vida (Hechos 17:26) y su plan es para su gloria y para tu bien (Jeremías 29:11). Esta autopredicación será útil, pero tú (o tu pastor) nunca serás tu propio salvador. Tu única esperanza se encuentra en aquel que descendió de su reino celestial para liberarte de la esclavitud al reino del yo. ¡Acércate al Rey del Reino de Dios y experimenta el gozo y la paz que él puede traer a tu alma!
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita www.paultripp.com. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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Sólo tengo amistad con las tinieblas
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Sólo tengo amistad con las tinieblas

Una de las frustraciones más grandes que tengo con el cristianismo occidental es nuestra tendencia a fingir madurez espiritual. Usamos palabras y frases teológicas que suenan impresionantes (como “reino”, “adoración” y “morir al yo”) pero que no significan mucho en nuestro diario vivir. Otra situación es la que se da cuando un pastor o amigo cristiano nos pregunta cómo estamos. Nuestra reacción inmediata es mentir al respecto o al menos presentar el problema como si lo estuviéramos manejando de una forma más madura que la real. Esta forma de pensar tiene el siguiente problema: quienes están enfermos no se mejoran fingiendo estar sanos, sino que encuentran ayuda y cura cuando admiten que están enfermos y buscan la ayuda de un médico.

SALMOS DE HONESTIDAD

Ya he dicho esto, pero me encantan los Salmos —creo que están en la Biblia para mantener nuestra honestidad en la vida—. En los Salmos, se nos muestra explícitamente la esencia de la vida cristiana en casi cada pasaje. Es común ver a los autores de los Salmos gritando de dolor, cuestionando la bondad y la presencia de Dios y queriendo darse por vencidos; ellos no están escondiendo su dolor o sufrimiento. Sin embargo, en medio de la honestidad de los Salmos, encontramos un tema alentador: cada uno de ellos termina de una forma positiva o con una verdad reconfortante. Hagamos un estudio y veamos los primeros diez Salmos:
  1. “...el camino de los malvados perecerá” (1:6)*
  2. “Bienaventurados todos los que se refugian en él” (2:12)
  3. “La salvación es del Señor; ¡que tu bendición esté sobre tu pueblo!” (3:8)
  4. “...porque sólo tú, Señor, haces que viva seguro” (4:8)
  5. “Porque tú, Señor, bendices al justo; lo proteges, como un escudo, con tu favor” (5:12)
  6. “Todos mis enemigos serán avergonzados y afligidos en gran manera...” (6:10)
  7. “¡Alabaré el nombre del Señor altísimo con cánticos!” (7:17)
  8. “Oh Señor, Dios nuestro, ¡cuán majestuoso es tu nombre en toda la tierra!” (8:9)
  9. “¡Que las naciones sepan que no son más que humanos!” (9:20)
  10. “...para que el hombre de la tierra no cause más terror” (10:18)
¿Ves el patrón? Cada uno termina con algo refrescante: los malvados reciben justicia, el Señor recibe alabanza y adoración o el autor encuentra consuelo y seguridad en los brazos de Dios. En los Salmos hay honestidad, pero al final Dios y su pueblo ganan.

EL SALMO 88

Existe un caso atípico en el estudio que acabo de presentar. El Salmo 88 termina de una forma muy complicada: “has alejado de mí a mis amigos y a mis seres queridos; la oscuridad se ha convertido en mi compañía”. Me gusta cómo la NVI traduce ese último verso: “me has quitado amigos y seres queridos; ahora sólo tengo amistad con las tinieblas”. ¿Por qué Dios pondría este feo, depresivo y completamente desesperanzado Salmo en la Biblia? ¿Por qué el autor no encuentra paz, refugio y consuelo al final, como en todos los otros? Verás, en tu vida existirán momentos en los que aparentemente no habrá esperanza. Habrá otros en los que pienses que nada bueno podría resultar de la situación en la que estás. A diferencia del autor del Salmo 4, no podrás decir “en paz me acostaré y dormiré, porque sólo tú, Señor, haces que viva seguro”.

TIEMPO DE RESPONDER

¿Qué haces en esos momentos cuando tu mundo se viene abajo y pareces perder toda esperanza? A lo mejor, perderás a un ser querido trágica e inexplicablemente; o quizás no tienes idea de lo que te depara el futuro; o tal vez tus sueños serán destruidos y nunca los podrás cumplir. Es probable que algún día te encuentres en una situación como la del Salmo 88. Y si no, Dios te pondrá junto a alguien que lo esté. He encontrado tres formas de enfrentar la vida en esos momentos mirando la situación a través del evangelio:
1. Clama al Señor
La Biblia te anima a hacer preguntas difíciles. Las Escrituras están llenas de personas que enfrentaron tragedias y clamaron al Señor. Acude al Soberano de todo y no tengas miedo de preguntar qué está pasando.
2. Acércate a Jesús
Jesús es un amigo más cercano que las tinieblas. Él enfrentó las realidades más duras de la vida y el máximo rechazo de Dios. Él sabe por lo que estás pasando y se compadece de tu sufrimiento.
3. Pide ayuda
¡Deja de fingir madurez espiritual! Corre al cuerpo de Cristo y admite que tu vida es un desastre. Es más, si esta semana participas en un grupo pequeño o en un estudio bíblico, te animaría a que desvíes la discusión sobre lo que te gustó del sermón del domingo y digas: "esto es con lo que estoy luchando; no puedo seguir enfrentándolo solo; ¡necesito ayuda!" El Salmo 88 es, de hecho, un salmo útil precisamente porque Dios lo incluyó dentro de este libro lleno de esperanza. Puedes enfrentar las realidades más oscuras de tu vida porque tu Padre es soberano y Jesús es tu amigo más cercano.

*N. del T.: todos los pasajes bíblicos que aquí aparecen son una traducción propia de la versión inglesa de la Biblia "ESV", que no tiene equivalente en español.

Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita www.paultripp.com. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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23 definiciones de amor
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23 definiciones de amor

El año pasado publiqué un artículo que incluía una larga lista de definiciones de amor —23, para ser exacto—. Puesto que tú y yo tenemos la tendencia a distraernos y olvidar, quiero publicar esa lista una vez más. Estando tan cerca el Día de San Valentín, lo que sigue es un recordatorio de la forma en que debemos amar poniendo el evangelio en el centro. Sin embargo, no necesitas estar en medio de un romance para verle el lado práctico a esta lista. Toda relación saludable exige amor y sacrificio, así que, si eres padre, hijo, hermano, vecino, pastor, o compañero de trabajo, esta lista es para ti. Que Dios te bendiga en tus relaciones, y que el Espíritu Santo te dé el poder necesario para amar con un amor que no proviene de ti.

23 definiciones de amor

  1. EL AMOR ES… estar dispuesto a que tu vida se complique gracias a las necesidades y luchas de otros, sin impacientarte ni enfadarte.
  2. EL AMOR ES… combatir activamente la tentación de criticar al otro, buscando, por el contrario, formas de animarlo y elogiarlo.
  3. EL AMOR ES… comprometerse diariamente a rechazar los innecesarios momentos de conflicto que se originan al señalar las ofensas menores y reaccionar contra ellas.
  4. EL AMOR ES… ser amorosamente honesto y humildemente accesible en los momentos de desacuerdo.
  5. EL AMOR ES… comprometerse más con la unidad y la comprensión que con lograr ganar, acusar, o tener la razón.
  6. EL AMOR ES… comprometerte diariamente a admitir tu pecado, tu debilidad, tus fracasos y resistir la tentación de excusarte o desviar la culpa.
  7. EL AMOR ES… estar dispuesto, cuando otro te confronta, a examinar tu corazón en vez de comenzar a defenderte o cambiar de tema.
  8. EL AMOR ES… comprometerte diariamente a crecer en amor para que el amor que le ofreces a la otra persona sea cada vez más desinteresado, maduro, y paciente.
  9. EL AMOR ES… negarte a actuar mal cuando te han ofendido y buscar formas concretas y específicas de vencer el mal con el bien.
  10. EL AMOR ES… estudiar bien al otro para descubrir sus necesidades físicas, emocionales y espirituales de modo que, de alguna manera, puedas quitarle un peso, aliviar su carga, o animarle en el camino.
  11. EL AMOR ES… estar dispuesto a invertir el tiempo necesario para conversar, examinar y entender los problemas relacionales que enfrentas, sin dejar de hacerlo mientras el problema no desaparezca o hasta que hayas acordado una estrategia de respuesta.
  12. EL AMOR ES… estar siempre dispuesto a pedir perdón y estar siempre comprometido a perdonar cuando te lo solicitan.
  13. EL AMOR ES… reconocer el alto valor de la confianza en una relación, ser fiel a tus promesas y cumplir tu palabra.
  14. EL AMOR ES… hablar con bondad y delicadeza, aun en los momentos de desacuerdo, negándote a atacar el carácter de la otra persona o a agredir su inteligencia.
  15. EL AMOR ES… negarse a adular, mentir, manipular o engañar de cualquier forma con el fin de ganarte a la otra persona para que te dé algo que quieres o haga algo a tu manera.
  16. EL AMOR ES… negarse a pedirle a otra persona que sea la fuente de tu identidad, sentido, propósito, o sensación interior de bienestar, negándote a la vez a ser lo mismo para ella.
  17. EL AMOR ES… la disposición a tener menos tiempo libre, menos horas de sueño y una agenda más ocupada con el fin de ser fiel a lo que Dios te ha llamado a ser y hacer como cónyuge, padre, vecino, etc.
  18. EL AMOR ES… comprometerte a decir no a los instintos egoístas y a hacer todo lo que está a tu alcance para promover la verdadera unidad, una comprensión funcional y un amor activo en tus relaciones.
  19. EL AMOR ES… permanecer fiel a tu compromiso de tratar a otro con aprecio, respeto y gracia, aun en los momentos en que la otra persona no parece merecérselo o no está dispuesta a corresponder.
  20. EL AMOR ES… la disposición a hacer sacrificios regulares y costosos por una relación sin pedir algo a cambio ni usar tus sacrificios para dejar a la otra persona en deuda contigo.
  21. EL AMOR ES… negarte a tomar cualquier decisión personal que pudiese dañar una relación, herir a la otra persona, o debilitar el vínculo de confianza mutua.
  22. EL AMOR ES… negarte a ocupar el centro o hacer exigencias, buscando, en lugar de eso, formas específicas de servir, apoyar, y animar, aun cuando estés ocupado o cansado.
  23. EL AMOR ES… admitir diariamente ante ti mismo, la otra persona, y Dios, que eres incapaz de ser conducido por un amor cruciforme sin la protección, la provisión, el perdón, el rescate, y la gracia liberadora de Dios.
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita www.paultripp.com. Usado con permiso. | Traducción: Cristian J. Morán
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Luchas al estudiar la Biblia
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Luchas al estudiar la Biblia

Tengo que confesar algo; es vergonzoso y humillante, pero estoy dispuesto a hacerlo público: no siempre me emociona leer y estudiar la Biblia.

Paso por momentos que describiría como "aburrimiento espiritual", en los que "la antigua historia" ya no es tan emocionante para mí. En mis peores días, leer la Palabra de Dios se siente como un peso y mi corazón se ve más motivado por el deber que por el gozo de la adoración. Cuando enfrento estos momentos, hay tres cosas que necesito recordarme:
1. Recuerdo la gracia de Dios
Isaías 55 es uno de mis pasajes favoritos de las Escrituras. Este capítulo nos entrega imagen tras imagen de la maravillosa gracia de Dios y, porque lo hace, no es sorprendente que el punto culminante de este capítulo sea una imagen de lo que la Biblia es capaz de hacer en nosotros y por nosotros. Nunca encontrarás gozo al estudiar la Biblia hasta que entiendas que leer la Palabra de Dios no es primeramente un llamado al deber, sino que una invitación a recibir un regalo maravilloso. Tu Biblia es un regalo de la gracia de Dios que puede hacer lo que ningún otro regalo puede hacer: cambiar tu corazón y tu vida. ¡Las Escrituras realmente tienen el poder para transformar zarzas en cipreses!
2. Recuerdo a Jesús
Leer la Palabra de Dios es mucho más que leer teología abstracta y seria, familiarizarse con historias religiosas antiguas o encontrar principios para vivir el día a día. Nunca tendrás gozo al estudiar la Biblia a menos que entiendas que esto es una invitación de Dios para que tengas comunión con su Hijo, el Señor Jesucristo. En Juan 5, las personas que afirmaban ser expertos en las Escrituras cuestionan las declaraciones de Jesús. Cristo dice: "Ustedes estudian con diligencia las Escrituras porque piensan que en ellas hallan la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio en mi favor!" (Juan 5:39) Al abrir tu Biblia, ¿con qué te encuentras? No con una cosa, sino que con una persona cuyo nombre es Jesús. La lectura y meditación en tu Biblia es el medio que Dios usa para darte la bienvenida a la comunión diaria con tu hermano, amigo, salvador y rey: Jesús.
3. Recuerdo que debo recordar
Tiendo mucho a olvidar a Dios, su gracia, mi identidad como su hijo, su provisión para todas mis necesidades, su imparable plan soberano y su reino eterno. Cuando olvido a Dios, mi tendencia es ponerme en su lugar y hacer que mi vida se trate de mí: mi voluntad, mis sentimientos, mi plan, mis deseos y mis necesidades. Tomar yo el lugar de Dios siempre lleva a la insatisfacción espiritual, porque el mundo no fue creado para hacer lo que a mí se me antoje. Por lo tanto, cada día necesito recordarme la maravillosa gloria de Dios, su presencia misericordiosa en mi vida, y mi identidad especial como su hijo. Nos dio su Palabra para que día tras día podamos recordarlo. Por esta razón, mañana, cuando sientas que no quieres abrir tu Biblia, recuerda la gracia de Dios; recuerda a tu amigo y hermano, Jesús; recuerda cuán pronto lo olvidas. No tomes la Palabra de Dios como una carga de culpabilidad o como un llamado al deber, sino que como lo que es: un regalo de un Dios de tierna misericordia y gracia.
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita www.paultripp.com. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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Está bien temerle al coronavirus
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Está bien temerle al coronavirus

Nos encontramos en un momento de dificultad sin precedentes. Enfrentados a una pandemia global, necesitamos tomarnos un momento para pensar bíblicamente sobre nuestra respuesta ante el COVID-19. Solo tengo un pensamiento que repetiré en este devocional: teme, pero no le des espacio al temor. Esa afirmación puede parecer contradictoria, permíteme explicarla. El temor es uno de los buenos dones de Dios para nosotros. Creo que existen tres tipos de temor espiritualmente saludables:
  1. Temor de Dios: es una reverencia santa al Todopoderoso, viviendo en asombro ante el Rey del universo y en sometimiento a Él.
  2. Temor de respuesta rápida: es una capacidad intuitiva de reacción en un momento de peligro. Piensa en un padre que espontáneamente salta para proteger a su hijo justo antes de que se haga daño.
  3. Preocupación apropiada: nos permite estar serenos ante lo que enfrentamos y, con nuestra capacidad dada por Dios para analizar, podemos tomar decisiones sabias y planificadas para protegernos a nosotros y a quienes amamos.
Teme, pero no le des espacio al temor. Darle espacio al temor se caracteriza por meditar en la dificultad que enfrentamos y olvidar a Dios en el proceso. Este temor se revela cuando permitimos que nuestras mentes y nuestros corazones sean controlados por lo que inicialmente era una preocupación apropiada. ¿Es la pandemia (o cualquier cosa que te atemorice) todo en lo que piensas, lo que lees y de lo que hablas? Si cualquier tipo de dificultad consume tu meditación, será más amenazante, la solución parecerá más imposible y más asustado estarás. En este mundo, enfrentarás peligros, ignorar esa realidad no es sabio. Dios te ha dado la capacidad de preocuparte, así que actuar como si no hubiera razón para preocuparse no es la solución. El problema es que tu meditación es consumida por la dificultad que estás enfrentando. Cada vez que la dificultad consuma nuestra meditación, es porque en el fondo hemos olvidado a Dios. Hemos olvidado que existe un Dios de gloria, de sabiduría, de bondad, de poder y de gracia que se sienta en el trono de su universo. No hay dificultad de ningún tipo (ni persona, ni lugar, ni pandemia) que pueda invalidar sus promesas para sus hijos. Mientras mires horizontalmente, las cosas podrían parecer estar completamente fuera de control. No obstante, cuando miras verticalmente, verás que este mundo está bajo una cuidadosa supervisión. ¿Acaso afirmo entender la pandemia? Por supuesto que no. Hasta que estemos al otro lado, quizás nunca comprenderemos completamente por qué Dios permitió que esta dificultad entrara en nuestras vidas. No obstante, sabemos quién es Él. Sabemos lo que puede hacer. Sabemos lo que ha prometido. Sabemos que Él es el mismo ayer, hoy y siempre. En este tiempo de pandemia mundial, no permitas que tus meditaciones sean dominadas por el temor y así te olvides de Dios. No ignores la realidad de la situación, no te avergüences de tu capacidad intuitiva de responder rápidamente cuando sea necesario y haz planes sabios desde una preocupación apropiada. Sobre todo, nunca dejes de temer a Dios. Teme, pero no le des espacio al temor.

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Qué es lo que más temes de la pandemia? ¿Por qué este temor es un don dado por Dios?
  2. Aparte del coronavirus, ¿a qué más le temes actualmente? ¿Has permitido que esta dificultad capture tus meditaciones?
  3. ¿Qué ocurre contigo espiritualmente cuando la dificultad horizontal consume tus pensamientos y tu tiempo?
  4. ¿De qué manera puedes dar pasos prácticos para temer al Señor en este momento de crisis? Sé específico.
  5. ¿A quién conoces que tenga miedo en este momento? ¿Cómo aborda la Biblia sus temores? ¡Contáctalos y consuélalos hoy con el Evangelio!
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Cinco reflexiones a partir de la cuarentena
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Cinco reflexiones a partir de la cuarentena

Como muchos de ustedes, estoy resguardado en casa, sin salir y distanciándome de todos menos de mi esposa. Es particularmente crucial para mí cumplir estas órdenes de estricto aislamiento porque estoy dentro del grupo de alto riesgo. Ya no soy un hombre joven, pero más importante aún, vivo con un afectado sistema inmune. Después de mi falla renal y las seis cirugías que le siguieron, tuve que aceptar que nunca seré una persona completamente saludable el resto de mi vida.   A medida que he estado pensando y orando debido al coronavirus que se ha esparcido a lo largo del mundo, puedo recordar cómo esta pandemia nos predica el Evangelio.
1. Esta pandemia confronta el engaño de la independencia y de la autosuficiencia humana
Nos gusta pensar, como seres humanos, que somos tan adelantados y capaces. Pero mira a tu alrededor: todo lo que se requiere para cerrar al mundo entero es un solo virus. Permite que este tiempo te recuerde que fuiste creado para depender del Creador. El desarrollo de la madurez espiritual es un movimiento de la independencia hacia una mayor dependencia de Dios. Exponer nuestro engaño de autosuficiencia es algo doloroso, pero bueno.
2.Esta pandemia provoca que el poder de la soberanía de Dios y su sublime gracia brillen con aún más intensidad
En momentos en los que nuestra incapacidad está completamente expuesta, ¿no es maravilloso que Dios continúe controlando cuidadosamente su mundo? Él no está confundido ni sorprendido por nada de esto.  Está bien que nosotros no podamos resolver lo que está ocurriendo. Sin embargo, existe Alguien que no le teme a este momento. No siempre sabremos por qué Él hace lo que hace, pero sabemos quién es y sabemos lo que le ha prometido a sus hijos. 
3.Esta pandemia nos recuerda que existe una pandemia más grande, más oscura y más peligrosa: el pecado
No todos darán positivo en el examen de diagnóstico para el coronavirus, pero todos han sido infectados por el pecado, desde el nacimiento. «Yo nací en iniquidad, y en pecado me concibió mi madre» (Sal 51:5). El pecado es eternamente más destructivo de lo que alguna vez será el coronavirus; sin embargo, existe una cura conocida. Dios miró a su mundo en sublime misericordia y amor y decidió no dejarnos perecer debido a este mal (Jn 3:16). 
4.Esta pandemia nos recuerda que nada en toda la creación puede separarnos de Dios ni de su amor sin límites (Ro 8:31-39)
El pasado domingo, Luella y yo tuvimos que asistir a la iglesia desde nuestra pequeña habitación donde tenemos el televisor. Fue triste. No pudimos saludar a nuestros hermanos y hermanas, abrazarlos con afecto, escuchar sus voces en las canciones y recordarnos mutuamente la gracia del Evangelio. Todos estamos sintiendo el efecto del distanciamiento social. Pero debes saber esto: tu más grande amigo, tu amante más profundo y tu compañía más dulce no conoce distancia entre Él y tú. Él se acerca especialmente a quienes están solos y desconsolados en momentos como este. 
5. Esta pandemia nos hace anhelar nuestro destino final
La promesa final del Evangelio es esta: habrá un día cuando tales cosas terminarán para siempre y estaremos en un lugar donde no habrá más enfermedad ni más sufrimiento (Ap 21:4). La esperanza en el cielo no es un deseo débil y soñador para quienes están abrazado cierto engaño religioso. La esperanza en la promesa de Dios es una expectativa segura con un resultado garantizado. El paraíso viene; es tuyo por gracia.  Es difícil imaginarlo en este momento, pero habrá un tiempo en el que miraremos hacia atrás y veremos esto como un breve momento de dificultad. Haremos eso en un mundo perfecto, con cuerpos perfectos, con corazones perfectos, y en una perfecta relación con Dios. Todo será como se supone que debe ser y nosotros viviremos en paz y en justicia por siempre.  Este aterrador momento nos recuerda las verdades más preciosas del Evangelio. En lugar de enfocarnos en lo que podría suceder, en la negatividad y en el miedo, ¿por qué no meditar en estas verdades hoy? Permanece a salvo, resguárdate y recuerda a Jesús y las glorias de su Evangelio de gracia. Dios te bendiga.

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Qué otra evidencia hay que revela que no eres tan independiente ni tan autosuficiente como querías pensar? ¿Cómo esta realidad aterradora puede ser un recordatorio espiritualmente saludable? 
  2. ¿Qué versículos de la Escritura puedes predicarte a ti mismo y a aquellos que te rodean para recordarte el poder y el control soberano de Dios durante este tiempo oscuro?
  3. ¿Esta cuarentena o situación estresante ha expuesto el pecado en tu corazón? ¿En qué áreas necesitas pedirle al Señor y a otros perdón por tus palabras y comportamientos recientes?
  4. ¿A quién conoces que este solo y aislado? ¿Cómo puedes encarnar la presencia y el amor de Dios hoy? ¡Acércate! 
  5. ¿Cómo este anhelo por la eternidad cambia la manera en que pensamos, hablamos y vivimos hoy? ¿Tiene implicaciones específicas durante una pandemia global? Sé específico. 
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¿Por qué le temo al coronavirus?
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¿Por qué le temo al coronavirus?

Aquí te dejamos este desafiante mensaje de Paul Tripp para estos difíciles días: Teme, pero no des espacio al temor.  
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Cómo sobrevivo al distanciamiento social
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Cómo sobrevivo al distanciamiento social

Cuando experimentas una crisis en tu vida, es natural pensar obsesivamente en esa crisis más que en cualquier otra cosa. Ya sea un pequeño dilema personal o una pandemia global como la que estamos viviendo actualmente, la respuesta espontánea de nuestros corazones es meditar en la ansiedad. ¿Suena esto como tu rutina diaria? Cuando despiertas cada mañana, lo primero que haces es revisar las noticias y descubrir las últimas estadísticas y acontecimientos:
  • ¿Cuántos casos de COVID-19 hay en mi ciudad o estado?
  • ¿Cuánto estiman que va a durar este distanciamiento social?
  • ¿Cómo están los mercados financieros hoy?
  • ¿Qué tiene que agregar el último experto?
(Si te pareces en algo a mí, serás tentado a hacer lo mismo de nuevo antes de ir a la cama… ¡y volver a revisar múltiples veces a lo largo del día!). Mantenerse informado y tomar decisiones sabias en base a esa información es algo bueno. El problema está en que podemos desarrollar un hábito poco saludable en nuestros corazones donde meditamos en la dificultad y olvidamos a Dios. Cuando hacemos esto, la crisis se verá más y más grande y Dios parecerá más y más pequeño. Solo una cosa puede resultar de tal hábito: temor. Un temor paralizante, que produce pánico y resulta en ansiedad. Hoy quisiera ayudarte a batallar contra el temor y romper ese hábito poco saludable. El arma más poderosa contra el temor durante una crisis es la gratitud. Cuando buscamos intencionalmente razones para estar agradecidos, no negamos la realidad de la situación. No estamos haciendo caso omiso a las duras estadísticas ni ignorando el consejo de los oficiales de nuestro gobierno. Al contrario, miramos la realidad a través de los lentes de todas las cosas por las cuales debemos estar agradecidos. El primer lugar que debemos mirar está verticalmente. Da gracias a Dios por quién es Él. Medita en su santidad. Vive en asombro de su poder. Recuerda su fidelidad. Adora su rectitud. Alábalo por su justicia. Agradécele por su paciencia, su amor, su misericordia y su gratitud. Después de que hayas mirado con gratitud verticalmente, busca todas las razones que tienes para estar agradecido horizontalmente. Específicamente, de personas, lugares o cosas. Agradece a Dios por las personas que Él ha puesto en tu vida. Incluso en este tiempo de distanciamiento social, estás rodeado de personas que te conocen, que te aman, que te envían mensajes, que te llaman, con las que haces videollamadas y que andarán contigo. Agradece a Dios por los lugares en tu vida. Quizás es un parque del barrio donde puedes ir a caminar. Tal vez es una tienda en tu vecindario que tiene comida y cosas necesarias para el día a día. Agradece por tu hogar, donde puedes estar seguro. Agradece por las habitaciones específicas: donde puedes comer, relajarte, ejercitarte y dormir. Agradece a Dios por las cosas en tu vida. ¿Has dado por sentada la tecnología que nos permite a todos estar conectados? ¿Qué hay de los libros, las películas, la música o los juguetes que tu familia puede usar para entretenerse y tener tiempo de ocio? ¿Has inventariado con gratitud los platos y las copas de tu casa que usas para comer y beber? ¡Sé agradecido! Cuando David enfrentó una horrible crisis personal en el Salmo 27, dijo: «Una cosa he pedido al Señor, y esa buscaré: Que habite yo en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y para meditar en su templo» (v.4). David no es etéreo ni un súper espiritual poco práctico; él no está ignorando la realidad que está enfrentando. Al contrario, David entiende que él solo podrá interpretar su situación correctamente y responder apropiadamente cuando la mire a través de los lentes de la despampanante belleza de su Redentor. Como David, solo entenderás esta crisis adecuadamente (o cualquier situación inquietante) y responderás bíblicamente si la observas a través del espectacular esplendor de tu Señor: su carácter, su gracia, y si miras a las personas, a los lugares y a las cosas que Él ha provisto para ti. Si haces eso, aún serás sensato ante lo que enfrentas y tomarás decisiones sabias, y no serás paralizado por el temor. Existen pocas herramientas más potentes contra el temor en este momento que la gratitud. ¡Cuenta tus bendiciones! Dios te bendiga.

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Cuánto tiempo pasas siguiendo la situación actual? ¿Estás invirtiendo este tiempo para educarte o se ha transformado en un hábito poco saludable de meditación en la crisis?
  2. Escribe una lista de todas las cosas por las que puedes estar agradecido. Categoriza tu lista por personas, lugares y cosas. Discute esa lista con otros y úsala como una herramienta para redireccionar tu gratitud verticalmente.
  3. ¿Quién ha impactado tu vida recientemente? ¿Le has comunicado tu aprecio? Hazlo nuevamente hoy, expresandoles tu afecto.
  4. ¿Cómo puedes encarnar el amor de Cristo a otros hoy? Toma pasos específicos y prácticos para representar su generosidad y amor.
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La esperanza de una doble resurrección
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La esperanza de una doble resurrección

Vivimos un momento que será registrado en los libros de historia. Le contarás a tus nietos sobre el día en que mundo se detuvo. Documentales volverán a contar la historia a las generaciones venideras. Es tentador pensar obsesivamente en el peso que tiene la pandemia mundial, pero te animaría a dar un paso hacia atrás. Hay un momento histórico muchísimo más grande en el que deberías estar pensando esta semana. Es el evento más importante en la historia del universo. Es la resurrección corporal del Señor Jesucristo. Todo en la Biblia, todo en lo que se basa tu fe y todos tus motivos para tener esperanza se encuentran en este día. Si no existe un momento específico en el que Jesús salió de la tumba, entonces tu religión es una pérdida de tiempo. El libro al que llamamos Palabra de Dios no sería digno del papel en el que está escrito. Este es el argumento que da el apóstol Pablo en 1 Corintios 15:
Y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, y vana también la fe de ustedes [...] y si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes es falsa; todavía están en sus pecados. Entonces también los que han dormido en Cristo están perdidos. Si hemos esperado en Cristo para esta vida solamente, somos, de todos los hombres, los más dignos de lástima (vv. 14, 17-19).
Debido a este milagro objetivo e histórico, como creyentes en Jesucristo, podemos experimentar una doble resurrección. En primer lugar, somos resucitados de una muerte espiritual (Ef 2:1) y llegamos a estar espiritualmente vivos en esta vida. La Biblia describe tu vida hoy con una hermosa palabra: ¡abundante! (Jn 10:10). Tu corazón es suave, tu mente está viva y tu alma desea obedecer a Cristo. Has sido resucitado a la vida para que puedas experimentar la belleza y la gloria del Evangelio aquí y ahora. Hay una segunda resurrección. Es el momento final cuando seremos resucitados de este mundo horrible, roto y que gime para vivir para siempre en un mundo de justicia, paz y armonía. No habrá virus, ni sufrimiento, ni muerte, ni pecado. Viviremos con nuestro Salvador para siempre. Si Jesús no hubiera resucitado, no existiría una doble resurrección para nosotros. Vuelve a 1 Corintios 15. Me encanta cómo continúa el pasaje:
Entonces vendrá el fin, cuando Él entregue el reino al Dios y Padre, después que haya terminado con todo dominio y toda autoridad y poder. Pues Cristo debe reinar hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el último enemigo que será eliminado es la muerte (vv. 24-26).
¿Qué significa esto? Jesús está reinando ahora entre el «ahora» de la primera resurrección y el «todavía no» de la segunda resurrección. En momentos confusos e impredecibles como los que estamos viviendo ahora, no tienes que preguntarte qué está haciendo el Señor. Él está reinando como Rey, poniendo a todos sus enemigos debajo de sus pies.  El enemigo final será la muerte y cuando la muerte esté bajo sus pies, Él le dirá al Padre: «ahora todas las cosas ya están listas». Esta semana, espero que tu corazón esté lleno con la esperanza y el gozo de saber que Jesús sí, en un cierto punto en el tiempo de la historia, salió de la tumba victorioso sobre la muerte. Puesto que lo hizo, ahora tienes vida y una vida para siempre. Esa victoria sobre la muerte garantiza tu victoria sobre el pecado hoy y asegura el triunfo final cuando llegue el fin. Cristo reina hoy por ti, venciendo los enemigos que tú no pudiste vencer. Dios te bendiga.

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Cómo has experimentado la primera resurrección? ¿Cuáles son algunas de las pasiones de la carne y de los deseos del cuerpo y de la mente (Ef 3) que han sido mortificados por la gracia de Dios?
  2. ¿Cuáles son algunos de los ídolos y de las luchas que actualmente te impiden experimentar una vida más abundante en Cristo?
  3. ¿De qué manera la tumba vacía te da esperanza para luchar contra esos pecados mientras esperas la segunda resurrección?
  4. ¿Cómo puede motivarte el Domingo de Resurrección para ser un embajador de Cristo durante este tiempo difícil? ¿Qué puedes hacer y decir específicamente para representar al Salvador Resucitado esta semana?
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Ningún distanciamiento social podrá separarte del amor de Dios. Acompáñanos en este video junto a Paul Tripp, y descubramos juntos cómo esta pandemia nos predica el Evangelio de la gracia. En Acceso Directo queremos poner a tu disposición diferentes recursos centrados en el Evangelio, gratuitos y en español, sobretodo para estos días de cuarentena.
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¿Estás luchando contra el temor? Acompáñanos en este video junto a Paul Tripp, y descubre cuál es la mejor arma que puedes tener en tu arsenal de batalla contra el temor durante esta pandemia.
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¿Sabes cuál es la importancia de tu rol como mamá? Acompáñanos en este video junto a Paul Tripp, y descubre el inmenso llamado que Dios te ha hecho a través de tu maternidad.
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Dios está reinando en su trono, ¿cómo esta verdad transforma nuestra interpretación de la actual pandemia? Acompáñanos en este video junto a Paul Tripp, y descubre cómo podemos vivir el sufrimiento con Dios al centro.
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Descansa en el control de Dios. Acompáñanos en este video junto a Paul Tripp, y descubre cómo podemos encontrar la paz que solo Dios nos puede dar en medio de esta pandemia.
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¿Ya podemos volver a trabajar?
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¿Ya podemos volver a trabajar?

¿La COVID-19 ha impactado tu trabajo? Quizás eres un trabajador esencial y has tenido que continuar. Tal vez tu trabajo puede realizarse digitalmente, por lo que ahora has tenido que hacer malabares para trabajar desde casa. Es probable que hayas sido despedido temporalmente y solo estás esperando regresar. O quizás has sido forzado a declararte desempleado y no estás seguro de lo que depara el futuro. Estamos viviendo un tiempo extraño, frustrante y desanimante para la economía mundial y la población trabajadora. Sin embargo, a pesar del escenario o de tu ocupación, somos llamados a pensar bíblicamente sobre nuestros trabajos. Tu vida, en los términos más simples, está compuesta de tres dimensiones ineludibles de llamado: eres llamado a las relaciones, eres llamado a trabajar y eres llamado a Dios. Cada uno de esos llamados es una expresión importante de cómo Dios nos llama a vivir a cada uno de nosotros. Sin duda, cada seguidor de Cristo enlistaría públicamente cada una de las tres dimensiones en este orden de prioridad:
  1. Dios
  2. Relaciones
  3. Trabajo
Sin embargo, no encuentro que este concepto de lista priorizada sea la más útil. Pocos de nosotros, si es que, podemos vivir «con una lógica de listas». No sé tú, pero yo nunca he comenzado un día con una lista de quehaceres priorizados y terminado el día habiendo bajado esa lista sin alguna desviación o interrupción. Si el 2020 es un buen indicador, ¡nosotros somos seres finitos viviendo en un mundo roto que está completamente fuera de nuestro control! Por más esfuerzo que pongamos al intentarlo, no podemos dictar la orden en la cual todo se lleva a cabo ni eliminar las distracciones o las nuevas prioridades impredecibles que surjan. Así que encuentro muy útil el gráfico que muestro a continuación: una triada de círculos de llamado superpuestos, en donde cada círculo se conecta con los otros dos: nuestro campo social, el campo laboral y el campo espiritual (aunque todo es espiritual). Si somos honestos, todos podemos admitir que, de alguna manera, nuestro equilibrio en estos tres llamados está hecho (o ha sido) un desastre debido a nuestro círculo del trabajo. Tenemos una cantidad limitada de tiempo para dedicarnos a estos tres círculos: 24 horas al día, 7 días en la semana, 30 días en un mes y 365 días en un año. Por tanto, si tu círculo de trabajo se expande, puede hacerlo porque has contraído la duración de otro círculo. Quizás las exigencias del trabajo se han engullido gradualmente más y más tu tiempo y, mientras lo hace, quedas con menos tiempo para tu familia. Quizás tu vida de trabajo se expande hasta el punto en donde no tienes nada que dar y asistes a la iglesia de pasada y tu involucramiento en oportunidades de ministerio se desvanece completamente. ¿Sientes que tienes tan poco tiempo por tu trabajo que crees que ni siquiera puedes disponer de un par de minutos para tu tiempo personal en la Palabra y en la oración? Es imposible que tu importante llamado del trabajo se expanda sin provocar que las otras áreas de llamado igualmente importantes (familia y Dios) se contraigan. Escribiré sobre esto en profundidad la próxima semana, pero ¿cuál es la principal causa de la expansión de nuestro círculo del trabajo? Para la mayoría de nosotros, está motivada por una búsqueda personal de identidad. Demasiados de nosotros buscamos significado y propósito en nuestro trabajo. Independiente de tu título, tu salario o tus logros profesionales, la gracia de Dios te ha librado de buscar identidad en cualquier otro lado aparte de Cristo. No tienes que buscar en otro lugar para definir quién eres. No tienes que buscar en otro lugar para medir tu potencial. No tienes que buscar en otro lugar para encontrar una sensación interna de paz y bienestar. ¿Por qué? ¡Porque has encontrado todas esas cosas en tu Salvador! Pídele al Espíritu Santo que revele áreas de ceguera espiritual en relación a tu trabajo: mi búsqueda de identidad dentro de mi campo laboral, ¿se ha expandido hasta el punto que ha provocado una contracción dañina de mi tiempo con mi familia y mi búsqueda de Dios? ¡Solo cuando tu corazón está satisfecho en Cristo es que puedes ser liberado de la esclavitud a cualquier otra cosa que distorsiona la vida! Dios te bendiga.

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Cómo la COVID-19 ha impactado tu trabajo y cómo has respondido a estos cambios?
  2. Durante este tiempo, ¿qué bendiciones puedes ver y por las cuales puedes agradecer en relación a tu trabajo?
  3. Con o sin la pandemia, si vas a poner los límites de tus tres campos, ¿hay un desequilibrio en tu círculo del «trabajo»? Si la respuesta es sí, ¿por qué es así?
  4. ¿Qué elementos de tu círculo de las «relaciones» y tu círculo de «Dios» han sido impactados debido a tu círculo del «trabajo»? Pídele al Señor (o a otros) que revele específicamente cómo el desequilibrio puede afectar otras áreas de llamado en tu vida.
  5. ¿Cómo puedes servir a otros que están luchando con el impacto que ha tenido la COVID-19 en su trabajo? ¿Cómo puedes encarnar la generosidad de Dios en una forma u otra?
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¿Cómo el Evangelio cambia esta crisis?
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¿Cómo el Evangelio cambia esta crisis?

¿Qué bien está buscando hacer Dios en nosotros en este momento? ¿Qué bien está buscando hacer en nuestra cultura, en nuestro mundo? Acompáñanos en este video junto a Paul Tripp, y descubre cómo mirar esta crisis a través de los lentes del Evangelio.
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Demasiados cristianos trabajólicos
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Demasiados cristianos trabajólicos

¿Por qué hay tantos adictos al trabajo en la iglesia? ¿Por qué son tantos los cristianos que son exitosos en su carrera profesional a costa de sus cónyuges e hijos? ¿Por qué nos cuesta encontrar tiempo para el ministerio, para la oración y para la lectura de la Escritura, pero pasamos demasiado tiempo en la oficina o en la bandeja de entrada del trabajo? Podrías argumentar que este es un problema de prioridades, en donde ponemos nuestra carrera profesional por sobre Dios y la familia; no estaría en desacuerdo. Podrías proponer que tenemos un problema de agenda por lo que revisar nuestra rutina diaria y establecer restricciones de tiempo daría una solución. ¡Sin duda eso sería útil! No obstante, no creo que esto vaya lo suficientemente lejos. Debemos admitir que tenemos un problema de identidad que resulta en prioridades erradas y agendas desbalanceadas. Tenemos un problema de identidad porque olvidamos quién es Dios, quiénes somos nosotros y qué se nos ha dado en Cristo por gracia. «Porque el que carece de estas virtudes es ciego o corto de vista, habiendo olvidado la purificación de sus pecados pasados» (2P 1:9, énfasis del autor). Cuando sufrimos de un problema de identidad, buscamos horizontalmente lo que ya nos ha sido dado verticalmente. Esta es la aplicación del tema de hoy: debido a que el trabajo es una dimensión importante en nuestras vidas, se torna muy tentador buscar nuestra identidad en ese espacio. Cuando buscas identidad en tu trabajo, encontrarás muy difícil resistir sus desafíos, demandas y promesas de recompensa. Existen tres identidades atractivas que podemos descubrir en nuestro trabajo:

1. Identidad en el logro y el éxito

«Soy lo que he logrado». Un camino de logros parece hacer una declaración sobre quién eres y qué puedes hacer. Sin embargo, el entusiasmo del éxito de hoy se desvanecerá y necesitarás que el próximo éxito te dé fuerzas para seguir, y luego otro éxito tras ese. Sin darte cuenta, el éxito habrá pasado de ser algo que disfrutabas a ser algo con lo que no puedes vivir.

2. Identidad en el poder y el control

«Tengo el control; por lo tanto, soy alguien». En un mundo donde la mayoría de nosotros tiene una variedad de personas que nos dicen qué hacer cada día, es intoxicante ser la persona que tiene el poder. Sin embargo, las personas que han puesto su identidad en el éxito y usan a otros para lograr siempre lo que se proponen, dejan un rastro de matanza personal y espiritual detrás de ellos.

3. Identidad en la riqueza y en las posesiones

«Soy del tamaño del montón de cosas que he acumulado». Puesto que somos personas físicas viviendo en un mundo físico y debido a que Dios nos ha dado la capacidad de reconocer y disfrutar la belleza, es tentador definir la «buena vida» como una llena de cosas hermosas. Debo aclarar que desear cosas hermosas no es malo en sí mismo, pero si pones tu identidad en obtenerlas, mantenerlas y disfrutarlas, otras áreas de tu vida sufrirán. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando estás comprometido a encontrar cada día una identidad más profunda verticalmente en Jesús? El mayor logro en tu vida no será algo que hayas hecho, sino lo que Jesús ha hecho por ti en la cruz. Aprenderás a descansar en tu falta de control, sabiendo que por gracia, has sido adoptado por el Padre quien tiene autoridad sobre todo, para su gloria y para tu bien. Y serás liberado de trabajar continuamente para acumular más de lo que esperas que te dé placer, ¡porque estás cada vez más satisfecho en Cristo! Dios te bendiga.

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Tu vida de trabajo está apropiadamente equilibrada? ¿Qué podría revelar tu agenda respecto a tus prioridades?
  2. Ahora, hazle esta pregunta a alguien que te conozca: «¿están sufriendo mis compromisos espirituales y relacionales debido a mi trabajo?». (Despide a tu abogado defensor interno antes de preguntar. Recuerda, ¡no existe nada que pueda ser expuesto de ti que no haya sido ya pagado por la sangre de Jesús!).
  3. Debajo de las prioridades y la agenda, ¿podría haber un ídolo de identidad? ¿Cómo te hace sentir tu trabajo respecto a ti?
  4. ¿Cuándo fue la última vez que sentiste una «emoción» por un logro, por ejercer autoridad o por comprar algo? ¿Cuánto duró ese entusiasmo antes de que buscaras otro?
  5. ¿Qué soluciones prácticas puedes llevar a cabo esta semana para equilibrar tu vida laboral, social y espiritual?
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No vivas con una amnesia de la eternidad. Acompáñanos en este video junto a Paul Tripp, y descubre cómo la gracia futura te sostiene en medio de la dificultad presente.
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“Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios” (1 Pedro 5:7). En este video, Paul Tripp nos muestra el descanso que podemos encontrar al someternos bajo el gobierno amoroso de Dios.
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La Biblia nunca cuestiona si es que Dios nos cuida. La Biblia declara que Dios es amor y que su cuidado es la esperanza del universo. Nuestro problema es que no reconocemos el cuidado de Dios cuando este llega. En este video, Paul Tripp nos enseña a descansar en el cuidado de Dios.
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El sufrimiento no se interpone en el plan de Dios, el sufrimiento es parte del plan de Dios. En este video Paul Tripp nos anima y muestra cómo resistir las mentiras del enemigo.
Ask Paul Tripp | Traducción y edición: Acceso Directo
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Toma la vida en serio

Vivimos en un mundo donde un mal real y personal todavía ronda, y el Evangelio nos llama a tomar la vida así de en serio. En este video, Paul Tripp nos muestra una gran advertencia de la Palabra de Dios.
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Si Dios nos ha prometido la gloria eterna, entonces eso nos garantiza la gracia suficiente que necesitaremos en el camino. Acompáñanos en este video junto a Paul Tripp donde nos invita a confiar y a descansar en la gracia santificadora de Dios que está obrando aquí y ahora hasta llevarnos a casa.
Ask Paul Tripp | Traducción y edición: Acceso Directo
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La reunión dominical es muy importante; sin embargo, no es el único aspecto de lo que la Iglesia es. Acompáñanos en este video junto a Paul Tripp para ver lo que realmente es la Iglesia y cómo podemos vivir como el pueblo de Dios en medio de la actual pandemia.
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Laméntate y regocíjate

¿Cómo deberíamos responder a la pandemia? Acompáñanos en este video junto a Paul Tripp para ver las dos maneras de responder a las que la Biblia nos llama todo el tiempo, y cuán útiles pueden ser para nosotros en este tiempo.
Paul Tripp | Traducción y edición: Acceso Directo
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Defraudado por un amigo
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Defraudado por un amigo

¿Alguna vez has sido defraudado por un amigo? Escoge cualquier amistad; es más, escoge tu amistad más satisfactoria y ponla a prueba con estas preguntas:
  • ¿Alguna vez te has sentido incomprendido?
  • ¿Alguna vez te hirió lo que la otra persona dijo?
  • ¿Alguna vez sentiste que no habías sido escuchado?
  • ¿Alguna vez fuiste traicionado?
  • ¿Alguna vez has tenido que tratar un malentendido?
  • ¿Alguna vez estuviste en desacuerdo con una decisión?
  • ¿Alguna vez le has guardado rencor a tu amigo?
  • ¿Alguna vez te sentiste solo aun cuando las cosas iban bien?
  • ¿Alguna vez dudaste del compromiso de la otra persona?
  • ¿Alguna vez tuviste problemas para resolver un conflicto?
  • ¿Alguna vez has deseado no tener que dar o servir?
  • ¿Alguna vez te has sentido usado?
¿Podrías responder con un «sí» a cada una de las preguntas en la lista?  ¿Podría tu amigo decir «sí» a las mismas preguntas, pero hechas sobre ti? Incluso la amistad más armoniosa será complicada y requerirá mucho trabajo en este lado de la eternidad. ¿Cuánto más se aplica a las relaciones que no se dan naturalmente o con personas que no son nuestros amigos? Es por esta razón que la Biblia incluye tantos mandamientos y exhortaciones a ser pacientes, amables, perdonadores, compasivos, gentiles y humildes. Revisa la lista de preguntas nuevamente. Todos fallamos la prueba de la amistad. ¿Te sientes desanimado y abrumado por esta realidad y la cantidad de trabajo que esa amistad requerirá? Si quedara en nuestras manos, nada bueno ocurriría. Sin embargo, tenemos buenas amistades y cada una es un regalo de la gracia de Dios. Piensa en lo que Dios nos ha dado para ayudarnos a navegar la amistad en un mundo caído. Él nos ha dotado con su Palabra, nos ha enriquecido con sabios principios. Él nos ha proporcionado su Espíritu, convenciéndonos cuando nos equivocamos, dándonos poder para buscar perdón y capacitándonos para mostrar compasión por aquellos que han sido injustos con nosotros. Él nos ha provisto una comunidad de hermanos cristianos, donde recibimos corrección y ánimo continuos. ¡Tenemos todo cuanto concierne a la vida, a la piedad y a la amistad! (2Pe 1:3). El error que cometemos es interpretar el «divino poder» de Dios como algo que solo nos libera de los problemas de la vida. En realidad, ese poder nos otorga la capacidad de perseverar en medio de esos problemas. No está mal desear el don de Dios del alivio, pero demasiado a menudo perdemos (o nos desilusionamos por) su generoso don de fortalecimiento. Cuando surja una dificultad en tu amistad, y ocurrirá, nunca estarás desprovisto de poder. Si bien, el pecado y el conflicto resultante son una realidad siempre presente, ¡no están a la altura de Jesucristo! Esta es una manera profunda y radical de pensar sobre tus amistades. Debe ayudarte a ser más realista, menos temeroso y cada vez más confiado. Dios te bendiga.

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Alguna vez has sido defraudado por un amigo, hace poco o significativamente en el pasado?
  2. ¿Podría ser que tú hayas defraudado a un amigo inconscientemente durante estos días o semanas? ¿Hay algo que debas confesar, incluso aunque ellos no lo hayan mencionado aún?
  3. ¿Estás enojado, herido o frustrado con un amigo, pero temes exponérselo? ¿A qué le temes? ¿Cómo puedes abordar este tema bíblicamente?
  4. ¿Alguna vez un amigo te ha confrontado por haberlo defraudado? ¿Cómo respondiste y qué reveló tu respuesta sobre tu corazón?
  5. ¿Qué cosa puedes hacer esta semana para ser un mejor amigo? Sé específico y práctico, y ¡avanza con la esperanza y optimismo del Evangelio!
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Sé generoso y compasivo
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Sé generoso y compasivo

No somos solo los receptores de la obra de redención de Dios, sino que también somos los instrumentos de su obra. Acompáñanos en este video junto a Paul Tripp para ver cómo podemos representar a nuestro Señor como pueblo de Dios en este tiempo.
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Tu amigo no es el problema
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Tu amigo no es el problema

La semana pasada, puse sus amistades a prueba con una lista de preguntas centradas en este tema: ¿alguna vez has sido defraudado por un amigo? Sé que la respuesta fue un rotundo sí. La evidencia está alrededor, probablemente incluso sucedió esta semana. Habrá muchos momentos en la vida donde tú serás la víctima. Es una píldora teológica difícil de tragar: como la víctima, también eres responsable por tu respuesta cuando pecan contra ti. No me malentiendas. La Biblia es un libro muy realista. Detalla cientos de historias de hombres y mujeres de fe que fueron víctimas. Desde el asesinato de Abel, los múltiples intentos contra la vida de David (incluso de parte de su propio hijo) hasta la traición a Cristo, la Biblia se identifica con aquellos que han sido tratados injustamente por sus amigos, familiares, prójimos y extraños. La misma Biblia, sin embargo, está llena de exhortaciones que nos llaman a ejercitar la paciencia, la tolerancia y la compasión, para revocar la venganza y el enojo, para perdonar a otros y amar a nuestros enemigos. Esta es la única manera que podemos cambiar el rumbo del poder destructivo del pecado en una relación. En Miqueas 6:8 se nos da dirección en relación a nuestra reacciones ante el pecado: «Él te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que demanda el Señor de ti, sino solo practicar la justicia, amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios?». ¿Por qué esta instrucción sería necesaria si no presuponía que nos herirían? Porque todos tendemos a pecar en nuestra respuesta y, al hacerlo, ¡agregamos problemas a nuestro problema! Algunas de las maneras típicas en las que hacemos esto son:
  • al confesar los pecados del otro a mí mismo con amargura: «¡no puedo creer que me haya hecho eso a mí!».
  • al confesarle los pecados de otro a otra persona en son de chisme: «¡déjame contarte lo que me hizo!».
  • al confesarle los pecados de otro a Dios, buscando venganza: «Dios, ¿cuándo vas a hacerle algo a la persona que me hirió?».
  • al confesarle sus pecados a esa persona con enojo: «¿cómo te atreves a hacerme algo así?».
Cuando se trata de los pecados cometidos en nuestra contra, tendemos a comunicarnos respecto a ellos de maneras destructivas. Incluso cuando los pecados de otro han dañado nuestros corazones y vidas, somos llamados a guardar nuestros corazones para que no nos veamos envueltos en la destructividad del pecado. El llamado a la paciencia, a la humildad, al perdón y a la amabilidad no son llamados a la pasividad. Dios te está llamando a responder, pero como Él lo ordena. Guardar rencor, amargarse, orar por venganza y esparcir el chisme no son métodos que Dios honra. Cuando responsabilizas a alguien, pero no en un espíritu de humildad, paciencia y compasión, terminas pervirtiendo la justicia que buscas. Nuestra necesidad de Cristo es tan grande cuando pecan contra nosotros como cuando nosotros mismos pecamos. Él proveerá abundantemente cuando pidamos su ayuda. Dios los bendiga.

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Por qué puede ser tan difícil aceptar que como víctima, también eres responsable por tu respuesta cuando han pecado contra ti?
  2. ¿Qué evidencia has visto de otras personas pecando en respuesta a los pecados cometidos contra ellos? ¿Cómo esto agrega problemas a sus problemas y por qué quisieras evitar su reacción?
  3. ¿Alguien te ha herido recientemente? ¿Estás, o estuviste, tentado a responder con amargura, chisme, venganza o enojo? Sé específico en tu análisis.
  4. ¿Cuál es, o cuál habría sido, la mejor y más bíblica manera de responder? ¿Por qué esa decisión es más gratificante?
  5. ¿Qué otras verdades del Evangelio sobre identidad y justicia necesitas predicarte a ti mismo cuando eres la víctima?
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¿Qué significa ser una sola carne?

Hay un aspecto sagrado del matrimonio que puede resultar confuso para algunas personas. Jesús dijo en Marcos 10:7-8: “Por esta razón el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos serán una sola carne; así que ya no son dos, sino una sola carne”. ¿Qué significa exactamente que la intimidad marital conlleva ser una sola carne? Acompáñanos en este video junto Paul Tripp donde él responde esta pregunta.
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La vida ministerial es una vida exigente. Toda persona en el ministerio tiene una descripción del cargo que es más grande de lo que alguna vez podrá hacer, y es tentador que exista una competencia poco saludable entre el matrimonio, la familia y el ministerio. ¿Cómo puede un matrimonio mantenerse fuerte en medio de las exigencias del ministerio? Acompáñanos una vez más en este video junto a Paul Tripp donde dará respuesta a esta pregunta.
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¿Qué consejo tienes para los solteros en la iglesia?

Hemos cometido un trágico error en la iglesia, en cómo hemos hablado del matrimonio, provocando que los solteros se sientan como si estuvieran relegados a un plan B. En este video Paul Tripp nos explica por qué es tan importante que nuestra identidad no esté arraigada en el matrimonio o en la soltería, sino en el Dios que nos salvó.
Paul Tripp responde | Traducción y edición: Acceso Directo
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¿Por qué Dios permite la discapacidad?
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¿Por qué Dios permite la discapacidad?

No sabemos por qué Dios permite la discapacidad, pero todo lo que la Biblia dice sobre Él es que Él es bueno, amoroso, misericordioso y cercano. Corre a Él y Él te encontrará y proveerá lo que necesitas. 
Paul Tripp responde | Traducción y edición: Acceso Directo
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¿Cómo discernir la voluntad de Dios?
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¿Cómo discernir la voluntad de Dios?

¿Cómo podemos conocer la voluntad de Dios? ¿Cómo podemos discernir su voluntad? Bueno, no tienes que autoguiarte, Dios te guiará. No tienes que intentar descubrir su voluntad secreta, en lugar de eso descansa en la guía de Dios a medida que intentas ser fiel a su Palabra.
Paul Tripp responde | Traducción y edición: Acceso Directo
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¿Cómo nos ajustamos a la llegada de un recién nacido?
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¿Cómo nos ajustamos a la llegada de un recién nacido?

La crianza es sumamente exigente. Sin embargo, necesitan asegurarse de que en su dedicación para ser padres buenos, amorosos, disponibles y activos, también continúen invirtiendo en su matrimonio.
Paul Tripp responde | Traducción y edición: Acceso Directo
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¿Pueden practicar yoga los seguidores de Cristo?
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¿Pueden practicar yoga los seguidores de Cristo?

¿Puede un cristiano practicar yoga? Para poder tener una respuesta a esta pregunta, necesitamos primero comprender la gracia común de Dios.
Paul Tripp responde | Traducción y edición: Acceso Directo
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¿Cómo hablo de sexo con mis hijos?
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¿Cómo hablo de sexo con mis hijos?

Dios es bueno, por lo que no solo nos da buenas cosas, sino que también nos da buenos límites para que podamos disfrutarlas como fueron diseñadas para ser disfrutadas. Esa es la manera de hablar de sexo con sus hijos.
Paul Tripp responde | Traducción y edición: Acceso Directo
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¿Cómo puedo animar a mi cónyuge en su lucha con el pecado?
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¿Cómo puedo animar a mi cónyuge en su lucha con el pecado?

Dios quiere revelar en sus matrimonios sus necesidades para que ustedes puedan ser una herramienta de su rescate y transformación.
Paul Tripp responde | Traducción y edición: Acceso Directo
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¿Por qué sigo luchando con el mismo pecado?
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¿Por qué sigo luchando con el mismo pecado?

Todavía estamos en el taller. Los martillos, los serruchos y los destornilladores de la redención están sobre nosotros cada día.
Paul Tripp responde | Traducción y edición: Acceso Directo
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¿Cómo deben los padres hablar con sus hijos sobre las redes sociales?
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¿Cómo deben los padres hablar con sus hijos sobre las redes sociales?

Esta es una gran oportunidad para hablar con tus hijos sobre los asuntos más profundos del corazón.
Paul Tripp responde | Traducción y edición: Acceso Directo
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Este pasaje conforta mi alma
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Este pasaje conforta mi alma

El consuelo no se encuentra en ningún lugar en el mundo creado; más bien, en conocer al Dios Todopoderoso, que te ama, que se preocupa por ti y que despliega su grandeza y su gloria para tu bien.
Paul Tripp | Traducción y edición: Acceso Directo
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El Salmo del máximo cataclismo
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El Salmo del máximo cataclismo

Si ves esta pandemia y quieres comprenderla apropiadamente, necesitas mirarla a través de los lentes de Dios que es tu refugio, que es tu fortaleza, que es tu pronto auxilio en la tribulación.
Paul Tripp | Traducción y edición: Acceso Directo
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Un mensaje para quienes están lejos de Dios esta Navidad
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Un mensaje para quienes están lejos de Dios esta Navidad

Lo hermoso de la historia de la Navidad es que Dios dice: “tú no tienes que venir a mí; no tienes que encontrarme. Yo me acerco a ti".
Paul Tripp | Traducción y edición: Acceso Directo
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Un mensaje para quienes están solos esta Navidad

Jesús vino porque a Dios le importa tu soledad.
Paul Tripp | Traducción y edición: Acceso Directo
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¿Deben los cristianos hacer una lista de buenos propósitos de Año Nuevo?
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¿Deben los cristianos hacer una lista de buenos propósitos de Año Nuevo?

La vida se vive en pequeños momentos y la gracia de Dios es suficiente para todos esos pequeños momentos.
Paul Tripp | Traducción y edición: Acceso Directo
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La invitación a amar
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La invitación a amar

El amor. ¿Qué es? Una búsqueda rápida en Google arrojará miles de millones de resultados. Sí, miles de millones. Sin embargo, si leyeras solo unas cuantas de esas páginas web, terminarías tremendamente confundido sobre lo que es esta cosa llamada amor. El amor es un tema inagotable. Los filósofos, los músicos, los poetas, los escritores y los dramaturgos han intentado definirlo por siglos, pero cada generación, insatisfecha con la respuesta, persigue el amor una y otra vez. El Día de San Valentín está a la vuelta de la esquina, así que sería adecuado considerar una vez más qué es el amor. Sin embargo, en lugar de buscar la respuesta en Google y de fiarse de los blogueros, iremos a la fuente de la Verdad, escrita por la Fuente del amor. En las siguientes páginas de este devocional, pasarás tiempo leyendo un extracto de 1 Juan 4. Este capítulo es una de las discusiones del Nuevo Testamento más enfocadas en el amor. En estos 10 devocionales, verás brevemente lo que Dios ha escrito, orarás intencionalmente sobre lo que acabas de leer y luego aplicarás dos preguntas de reflexión a las situaciones y relaciones específicas de tu vida. El Dios de amor te ha dado la bienvenida a la eternidad, y te recibe aquí y ahora para amar a otros de la misma manera. ¡Es una invitación sin igual! [sc name="invitacion-amar"][/sc]
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Tres verdades acerca de cada matrimonio
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Tres verdades acerca de cada matrimonio

Este año, Luella y yo celebraremos 50 años de matrimonio. Cuando miramos hacia atrás, nos asombramos de todo lo que ha pasado y de todo lo que Dios ha hecho. Nos amamos profundamente y estamos muy agradecidos por los años que hemos pasado juntos. Sin embargo, sabemos que nuestra historia no es una de éxito matrimonial. Si pudieras ver un video de nuestra vida juntos, pronto te darías cuenta de que no hemos descubierto cómo «ganar» en esto llamado matrimonio.  No, nuestras cinco décadas son la narración de dos personas que han sido rescatadas por gracia y sabiduría una y otra vez.  En las siguientes semanas, escribiré sobre matrimonio. No porque Paul Tripp tenga algo de brillantez personal que ofrecer, sino porque Dios nos ha dado generosamente dos cosas: su poderosa y transformadora gracia y su sabiduría que reordena la vida. Estas son tres perspectivas de esa sabiduría que nos da la Escritura, que reordena la vida y que nos capacita para estar mejor preparados en nuestro matrimonio:
1. Vivimos nuestro matrimonio en un mundo caído
Todos enfrentamos lo mismo. Nuestros matrimonios existen en medio de un mundo que no funciona como Dios lo quiso. De alguna manera, de algún modo, el quebranto de este mundo toca cada día tu matrimonio. Estoy convencido de que es fundamental comprender tu mundo caído y el propósito de Dios de mantenerte en él para construir un matrimonio de unidad, comprensión y amor. Esto no significa que ya no tendrás dolor; Jesús lloró cuando anduvo en las calles de nuestro mundo.   Sin embargo, este dolor no es el túnel oscuro que el destino te envió. Es una herramienta sabia en las manos de un Dios amoroso que sabe cuán profunda es tu necesidad y quiere darte regalos de gracia que durarán para siempre.
2. Somos pecadores casados con pecadores
Tú y yo simplemente no nos casamos con alguien perfecto. Parece obvio cuando lo lees, pero ¿cuán a menudo lo olvidamos en los momentos comunes y corrientes de nuestra relación? Tu cónyuge y tú contribuyen con algo destructivo a lo que un matrimonio necesita y debe hacer. La Biblia lo nombra: pecado. Aquí es donde la narrativa de la Escritura es tan útil. El mundo de la Biblia es como tu mundo: complicado y quebrantado. Las personas de la Biblia son como tu cónyuge y tú: débiles y defectuosos. Las situaciones de la Biblia son como las tuyas: complicadas e inesperadas. La honestidad de Dios sobre la dirección en la que vivimos es en sí mismo un acto de amor y gracia. Él hace esto para que seamos realistas sobre nuestras expectativas y, entonces, busquemos humildemente la ayuda que solo Él puede darnos.
3. Dios es fiel, poderoso y dispuesto
Sí, vives en un mal barrio y tanto tu cónyuge como tú son menos que perfectos, pero nunca debes olvidar que no estás solo en tu lucha. Hechos 17:27 dice que Dios está cerca, tan cerca que, en tu momento de necesidad, puedes buscarlo y tocarlo porque Él no está lejos de ninguno de nosotros. Por lo tanto, cuando pequen contra ti o cuando el mundo caído derribe tu puerta, no arremetas con golpes ni huyas. Permanece en tu debilidad y confusión, y di: «no estoy solo. Dios está conmigo y Él es fiel, poderoso y dispuesto». Dios los bendiga.

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Por cuánto tiempo has estado casado? ¿Das por sentado tu aniversario? Para tu próximo aniversario, ¿cómo puedes enfatizar y celebrar más la gracia de Dios?
  2. ¿Cómo has experimentado el quebranto de este mundo caído? ¿De qué manera tu cónyuge y tú han sufrido como resultado de su ambiente?
  3. ¿El sufrimiento los ha acercado como pareja o ha creado conflicto? ¿Hay áreas que puedes abordar hoy que podrían crear una unidad más profunda en el sufrimiento?
  4. ¿Dónde el pecado de tu cónyuge ha salpicado en tu vida recientemente? ¡No pases mucho tiempo pensando en esta respuesta! Al contrario, piensa cómo tu pecado complica la vida de tu cónyuge. ¿De qué necesitas arrepentirte hoy?
  5. ¿Cómo Dios ha demostrado ser fiel, poderoso y dispuesto en otras áreas de tu vida aparte del matrimonio? ¿Cómo celebran su gracia transformadora y se aferran a ella junto a tu cónyuge?
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Seis formas de mejorar tu matrimonio
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Seis formas de mejorar tu matrimonio

Por alguna razón, parece que me atrae escribir sobre cosas en las que no soy muy bueno. El matrimonio es un ejemplo perfecto. En el año 2010, escribí un libro titulado ¿Qué estabas esperando?: redimiendo las realidades del matrimonio. Sin embargo, decir que Paul Tripp es un experto en matrimonio o que vivo perfectamente lo que escribo sería falso.  Mi amor por mí mismo aún se interpone en mi amor por Dios y por Luella. Aún hay momentos en los que tengo una confianza mayor en mis instintos que en la sabiduría de Dios.  Nuestro matrimonio ha sufrido las consecuencias de mi egoísmo y de mi necedad. Cada día, debo confesar que soy un trabajo en proceso como esposo.  También debo confesar que soy un trabajo en proceso como autor. Hoy puedo ver y escribir cosas que no veía ni podía comunicar hace diez años. Por lo tanto, decidí cambiarle el nombre a mi libro ¿Qué estabas esperando? por Marriage: 6 Gospel Commitments Every Couple Needs to Make [Matrimonio: seis compromisos del evangelio que cada pareja debe hacer]. Esta edición retitulada no es una estrategia de marketing para encontrar una audiencia más amplia para un libro ya existente. Al contrario, es el resultado del crecimiento en la comprensión de mi material. El Señor, mi Ayudador, aún me enseña con paciencia, no solo como esposo, sino que también como autor.  Este título revisado pone los seis compromisos que abordo en el libro en primer plano. Si bien todavía es absolutamente cierto que las expectativas equivocadas llevan a dificultades dentro del matrimonio, mi libro se trata, en última instancia, de seis compromisos que resultan de mirar tus relaciones a través de los lentes del Evangelio de Jesucristo.  Entonces, ¿cuáles son estos seis compromisos que toda pareja debe hacer?
  1. Nos entregaremos a un estilo de vida de confesión y perdón: esta es la única manera en que crece un matrimonio. Los patrones regulares de perdón nos dan el valor para seguir confesando y los patrones regulares de confesión nos permiten experimentar el gozo de la restauración del perdón. 
  2. Haremos del crecimiento y el cambio nuestra agenda diaria: como pecadores, tenemos la capacidad perversa de satisfacernos con demasiada facilidad. No te conformes con nada que no cumpla con el sabio y hermoso plan de Dios. Esto requiere una inversión diaria de desmalezar y plantar semillas. 
  3. Trabajaremos unidos para formar un vínculo robusto de confianza: simplemente, no podemos tener un matrimonio saludable que honre a Dios y que satisfaga a ambos si no hay confianza. En un mundo caído, la confianza permite que los matrimonios soporten los desánimos que toda pareja enfrenta. 
  4. Nos comprometemos a cultivar una relación de amor: esto podría escandalizarte, pero estoy convencido de que muchos matrimonios cristianos carecen de amor real. Sí, podría haber cierto respeto y aprecio y, sí, la pareja podría haber aprendido cómo evitar las batallas diarias, pero muchos seguidores de Cristo no encarnan el amor de Cristo de manera práctica con sus cónyuges. 
  5. Negociaremos nuestras diferencias con aprecio y gracia: el Creador pone a personas muy diferentes una al lado de la otra. La sorprendente hermosura de un matrimonio es que cuando esta pareja aprende a celebrar y a beneficiarse de sus diferencias, se protege de sus debilidades gracias a las fortalezas de su cónyuge. 
  6. Trabajaremos para proteger nuestro matrimonio: existen pocas cosas más peligrosas para nuestro matrimonio que el sentimiento de «haberlo logrado». Cuando un matrimonio pierde la sensación saludable de necesidad, comienza a ir cuesta abajo y los patrones de pereza y de falta de interés crecen. La mejor protección para un esposo y esposa es la oración humilde y la atención diligente. 
No sé cómo es tu matrimonio hoy, pero después de 50 años de una hermosa relación con Luella, la nuestra aún puede mejorar.  Dios continuamente nos invita a un estilo de vida de gracia reconciliadora, donde los problemas se enfrentan, donde ocurren cambios y donde ya no se repiten los mismos errores una y otra vez. Por lo tanto, siéntense juntos. Háganse el tiempo. Abran sus corazones y humildemente tiendan sus manos en busca de ayuda. Sigan necesitados y hambrientos. Dios está con ustedes y Él tiene algo mejor. Dios los bendiga.

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Cómo te ha santificado el Señor en la última década? Sé específico. ¿Qué cosas ves ahora que no veías hace diez años?
  2. En su matrimonio, ¿están yendo cuesta abajo? ¿Cómo puedes invertir más tiempo con tu cónyuge para desmalezar lo que le quita la vida a tu matrimonio y para plantar semillas que produzcan una cosecha de amor?
  3. ¿Qué cosa debes confesarle a tu cónyuge que estás postergando confesar?
  4. ¿Qué cosa debes perdonarle a tu cónyuge que te está costando perdonar?
  5. ¿En qué cosas tu cónyuge es diferente a ti? ¿Esas diferencias crean una unidad más profunda o crean separación? ¿Cómo puedes apreciar y animar a tu cónyuge en sus fortalezas que son tus debilidades?

Una nota sobre la versión actualizada Marriage: 6 Gospel Commitments Every Couple Needs to Make [Matrimonio: seis compromisos del evangelio que cada pareja debe hacer]: los 17 capítulos originales de ¿Qué estabas esperando? no han cambiado. Hemos vuelto a titular el libro, cambiamos la portada, agregamos preguntas para conversar en cada capítulo y agregamos dos capítulos extra: «El evangelio, tu matrimonio y el sexo» y un capítulo de preguntas y respuestas, «Pregúntale a Paul Tripp sobre tu matrimonio».


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Cómo ser más feliz en tu matrimonio
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Cómo ser más feliz en tu matrimonio

No sé nada de tu matrimonio, pero hay algo que sí sé con seguridad: tu relación existe en un mundo roto y no puedes escapar del impacto que tiene sobre ti, sobre tu cónyuge y sobre su vida juntos. Quizás significa la frustración de vivir con los líos menores de la cotidianidad. O tal vez estás enfrentando problemas importantes que han alterado el curso del matrimonio de tus sueños. No es un accidente que estés lidiando con aquello que lidias. Tu Padre sabe dónde vives y no le sorprende lo que enfrentas. Hechos 17 dice que Él determina el lugar exacto donde vivirás y la duración específica de tu vida. Aun cuando te encuentres con cosas que no tengan sentido para ti, hay significado y propósito para todo lo que experimentas. Estoy convencido de que 1 Pedro 1:6-7 es esencial para comprender la felicidad en tu matrimonio:
En lo cual ustedes se regocijan grandemente, aunque ahora, por un poco de tiempo si es necesario, sean afligidos con diversas pruebas, para que la prueba de la fe de ustedes, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo.
¡A primera vista, este pasaje no suena como el matrimonio de mis sueños! Sin embargo, Dios nos está diciendo una de las cosas más importantes que debemos tener siempre en cuenta sobre la felicidad y el matrimonio. Dios decidió dejarnos en este mundo caído para que vivamos, amemos y trabajemos en él porque tenía diseñado usar las dificultades que enfrentamos con el fin de hacer algo en nosotros que no podía hacer de otra manera. No sé tú, pero la mayoría de nosotros tiene un paradigma personal de felicidad. No está mal querer ser feliz, tampoco lo es trabajar en pos de la felicidad marital. Dios te ha dado la capacidad de disfrutar y ha puesto cosas hermosas a tu alrededor para que las disfrutes. El problema no es que sea un objetivo incorrecto, sino que es un estándar demasiado pequeño. Dios está trabajando en algo profundo, necesario y eterno: su paradigma personal de santidad. No dejes que el lenguaje te disuada. Esas palabras significan que Dios está obrando por medio de tus circunstancias diarias para cambiarte. En su amor, Él sabe que no eres todo lo que fuiste creado para ser. Aun cuando podría ser difícil de admitir, todavía hay pecado dentro de ti y ese pecado se interpone en el camino de lo que debes ser y de lo que estás diseñado para hacer. Dios está usando las dificultades del matrimonio del aquí y el ahora para transformarte. Debido a que Él te ama, Él interrumpirá y comprometerá intencionadamente tu felicidad momentánea para alcanzar un paso más en el proceso de tu rescate y transformación. Cuando comienzas a seguir la página del paradigma de Dios para la santidad por medio del matrimonio, la vida no solo tendrá sentido, sino que inmediatamente se llenará de esperanza. Las cosas que enfrentas no son problemas irracionales, sino herramientas transformadoras. Hay esperanza para ti y para tu matrimonio porque Dios está en medio de tus circunstancias y Él las está usando para moldearte en lo que Él te creó para ser. A medida que Él hace esto, no solo respondes mejor a la vida, sino que te conviertes en una mejor persona con quien vivir, lo que resulta en un mejor matrimonio. Dios te bendiga,

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Cuáles son algunos de los líos menores que experimentas en la cotidianidad de la vida? ¿Por qué te frustran? ¿Cómo respondes a estos líos?
  2. ¿Cuál es el desafío más importante que has experimentado en tu matrimonio debido a vivir en un mundo caído? ¿Cómo le respondiste a tu cónyuge y a Dios?
  3. ¿Por qué debes regocijarte en los líos menores y en los desafíos importantes que experimentas? Sé específico. ¿Cómo te refinaron o cómo te están refinando?
  4. ¿De qué manera tu cónyuge está sufriendo? ¿Cómo puedes apoyar y animarlo (la)  a medida que las diversas pruebas los afligen? ¿Cómo luchas con tu impaciencia y autojusticia cuando tu cónyuge tropieza?
  5. Identifica a otro matrimonio que sea parte de tu vida que esté experimentando dificultades maritales. ¿Cómo puedes apoyarlos, animarlos y hablar la verdad en amor a su situación? ¿Necesitarás luchar contra la impaciencia y la autojusticia cuando ellos tropiecen?
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¿Es el dinero un problema en tu matrimonio?
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¿Es el dinero un problema en tu matrimonio?

Considera el siguiente escenario: estás en la fase inicial de una conversación con un amigo y escuchas su versión de la historia. Lo amas y quieres ayudarlo, y crees que tienes un consejo bíblico que ofrecerle.  Pero no mucho después, descubres detalles esenciales que se omitieron y ves el panorama más amplio. Ahora, miras hacia atrás a tu respuesta inicial y piensas que te hubiera gustado conocer más la situación antes de hacer tu comentario. Debido a que he escrito un libro sobre matrimonio, constantemente mi ministerio recibe preguntas de parejas que están enfrentando dificultades o que están en medio de un desacuerdo. Me encanta recibir estas peticiones de ayuda porque creo que el Evangelio, la única sabiduría que tengo, está a la altura. Sin embargo, hay un problema importante en estas preguntas y en mi capacidad de responderlas: no sé básicamente nada sobre los detalles que hay detrás de los problemas que me presentan.  (Si estuviera en un ambiente de consejería con un esposo y una esposa y ya con varias sesiones, podría hacer una secuencia de preguntas de investigación para descubrir más sobre las circunstancias).  Esto hizo que fuera un desafío escribir un capítulo adicional de preguntas y respuestas en Marriage: 6 Gospel Commitments Every Couple Needs to Make  [Matrimonio: seis compromisos del evangelio que cada pareja debe hacer]. Entonces, en lugar de intentar entregar consejos específicos sin la información de trasfondo necesaria, decidí responder: «¿Cómo el Evangelio de Jesucristo nos da una perspectiva general de los problemas matrimoniales más recurrentes?». Este es un dilema común que todo matrimonio ha enfrentado: ¡desacuerdos sobre el dinero! Es habitual que las parejas tengan peleas sobre el dinero. Uno de los temas que la Biblia más aborda es nuestro dinero, porque Dios diseñó que viviéramos en un mundo donde el dinero es esencial. Dado que el dinero amenaza e invade casi todas las áreas de nuestras vidas, habrá momentos en los que, como pareja, no estén de acuerdo sobre el uso del dinero.  Sin embargo, estoy profundamente convencido de que las discusiones sobre el dinero casi nunca son un tema matemático o de presupuesto. Tienen que ver con cómo ves a tu cónyuge y cómo ves el diseño de Dios para el dinero.  Primero, tu cónyuge. El objetivo de Dios en el matrimonio no es la uniformidad; su objetivo es la unidad. La uniformidad es tener pocas o ninguna diferencia, pero la unidad es lo que ustedes hacen frente a la diferencia.  El hermoso diseño de Dios fue ponerme junto a mi cónyuge, que es diferente a mí y que no ve el dinero de la manera en que yo lo veo, a fin de hacerme madurar y depender de Él.  Cuando lidias con las diferencias sobre el dinero en tu matrimonio, debes tratar a tu cónyuge con aprecio y gracia. No lo menosprecies porque ellos consideran una decisión monetaria de manera diferente a como tú la ves.  No puede ser la manera del esposo contra la manera de la esposa según el que tenga más poder, pues eso puede sacar las mejores armas para ganar la batalla, y eso no es unidad.  Segundo, ¿qué quiere Dios para nosotros a medida que nos unimos en el uso del dinero? En una palabra: ¡generosidad! (Hay tantísimo más que puedo decir, pero no tengo el espacio para ello en este devocional).  Estoy preocupado de que la típica discusión sobre dinero en el matrimonio cristiano gire en torno a la eliminación de la deuda, a la estabilidad económica para la jubilación y a la clasificación matemática del diezmo. Nada de esto es incorrecto y todos son útiles de alguna forma, pero todo este plan carece de las consideraciones más amplias de nuestro llamado: vivir en la tierra como embajadores generosos y amorosos de Dios.  Cuando un esposo y una esposa se entusiasman con la generosidad, experimentarán una unidad en su matrimonio que nunca antes habían tenido. Apreciación. Unidad. Generosidad. Así es cómo comienzan a resolver sus problemas de dinero en el matrimonio.  Dios los bendiga. P.D.: en mi capítulo adicional, «Pregúntale a Paul Tripp sobre matrimonio», se incluyen quince otras respuestas. Un capítulo nuevo en Marriage: 6 Gospel Commitments Every Couple Needs to Make [Matrimonio: seis compromisos del evangelio que cada pareja debe hacer].

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Te ves como un consejero? Si no, piensa cuántas veces al día compartes opiniones o reacciones con otros. ¿Qué impacto podrían tener estas palabras no intencionadas en quien las escucha? 
  2. ¿Cómo la Palabra de Dios te ha dado sabiduría para animar a otros? ¿A quién ha puesto Dios en tu vida para que puedas ofrecerle verdad?
  3. ¿Hablas demasiado o respondes muy rápido? Piensa cómo puedes hacer mejores preguntas, toma tiempo para orar antes de responder y conviértete en un mejor oyente. Sé específico en tu reflexión. 
  4. ¿Cuál fue (o actualmente es) la última discusión sobre dinero que tuviste con tu cónyuge? ¿Qué provocó el problema? Anda más allá de los hechos superficiales y considera la raíz más profunda del desacuerdo. ¿Qué expuso esto sobre tu corazón?
  5. ¿Cómo la crianza, la educación y los valores culturales influyeron en tu visión sobre el dinero? ¿En qué difiere con la de tu cónyuge? ¿Cómo es su perspectiva un equilibrio hermoso y ordenado por Dios para tu trasfondo?
  6. ¿De qué maneras tu cónyuge y tú pueden unirse al usar la generosidad en los días, semanas y meses que vienen? ¿Cómo puedes encarnar la generosidad de Cristo con tus finanzas y cómo esta generosidad puede darnos oportunidades prácticas para compartir el Evangelio?

DEVOCIONALES DE LA SERIE:

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¿Es el sexo un tema en tu matrimonio?
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¿Es el sexo un tema en tu matrimonio?

Muchos matrimonios cristianos están en medio de un problema o disfunción sexual. Muchos esposos y esposas en la iglesia no experimentan la hermosa e íntima unidad sexual que Dios diseñó.  Muchos hombres casados que profesan la fe cristiana están viviendo una doble o reservada vida en línea. Muchas mujeres cristianas le permiten fantasear a su mente. Y tristemente, como Adán y Eva en Génesis 3, muchos de estos hermanos y hermanas en la fe viven temerosos a escondidas, en silencio y vergüenza.  ¿Y qué hay de ti? En un mundo que se ha vuelto sexualmente loco, la iglesia de Jesucristo debe hacerlo mejor. Debemos romper el silencio. Debemos dar esperanza bíblica. Más matrimonios necesitan experimentar el perdón, la libertad, la esperanza y la valentía del Evangelio en relación a la sexualidad.  A continuación, comparto un par de maneras en que podemos hacer esto con nuestros cónyuges:

No te avergüences de ser un ser sexual

La Biblia nos enseña que el sexo no es un problema; es un regalo. Jesús no sufrió ni murió para liberarte del sexo, sino que para liberarte del pecado sexual. Nuestro problema, principalmente, no es que seamos seres sexuales, sino que tendemos a amar a la creación más que al Creador (Ro 1:25). El sexo es algo bueno y hermoso, pero el deseo de esta cosa buena puede convertirse en algo malo y peligroso cuando llega a controlar tu corazón. El pecado y la lucha sexual no son, primeramente, un asunto de lo que hacemos con nuestro cuerpo, sino de lo que hacemos con nuestro corazón.

No niegues que eres un pecador que lucha con el sexo

A veces, nuestra teología práctica coloca incorrectamente al sexo en una categoría diferente. Creemos que Jesús murió por nuestros pecados y en su resurrección está incrustada la promesa del perdón y de la libertad, pero pensamos incorrectamente que la inmoralidad sexual no es solo pecado. La Biblia nunca presenta al pecado sexual como si tuviera una naturaleza diferente a los otros pecados. El pecado sexual podría tener diferentes consecuencias sociales e interpersonales, pero es pecado, ni más ni menos. En Romanos 1, Pablo pone el pecado sexual en la misma lista junto a la envidia, el chisme y el engaño, incluso con algo tan común como la desobediencia a los padres. El enemigo engañoso y falso obra para convencerte de que las provisiones de la cruz no pueden ayudarte porque el pecado sexual es diferente. 

No tienes que dar la batalla solo

El oscuro secreto del pecado sexual puede hacerte sentir alienado, no comprendido, rechazado y solo. Si eres un hijo de Dios, ¡es imposible que estés solo! Permíteme hacer esta distinción: no es imposible que te sientas solo, pero es imposible que estés solo. Tú y yo debemos distinguir bien entre el poder de lo que sentimos y las promesas bíblicas que deben moldear la forma en que actuamos y respondemos (ver Éx 3:12; Jos 1:5-9; Jue 6:12; 2S 7:9; Mt 28:20; Heb 13:5). Dios también nos ha puesto en su iglesia porque Él sabe que nuestro viaje a la pureza sexual es un proyecto comunitario. Como Pablo dice en Efesios 4:16 (NVI), son «todos los ligamentos» los que hacen su parte a medida que el cuerpo de Cristo madura.  Si quieres ser sexualmente puro, necesitas personas que te ayuden a verte a ti mismo de maneras en que no lo harías porque el pecado te ciega. Si vas a ganar terreno, necesitas personas que te confrontarán cuando te rebeles y que te animarán cuando estés débil. Predícate el Evangelio a ti mismo, a tu cónyuge y a otros matrimonios: Jesús tiene el poder de transformar permanentemente tu matrimonio y sexualidad quebrados. Dios los bendiga.

Preguntas para reflexionar

  1. ¿De qué manera el sexo es un regalo de Dios? En su forma santa y pura, ¿cómo el sexo puede profundizar el amor y la unidad en tu matrimonio?
  2. ¿El sexo fue un tema tabú en tu crianza? ¿Cómo tu crianza o experiencias previas con el sexo dan forma a cómo abordas el sexo ahora con tu cónyuge?
  3. ¿Dónde y de qué maneras te dispones regularmente a fracasar al exponerte a cosas inútiles?
  4. ¿Eres honesto con tu cónyuge u otros cuando te hacen preguntas sobre sexo? ¿Qué estás escondiendo y por qué?
  5. ¿Has creado un ambiente donde tu cónyuge (o hijos) tengan temor de confesarte su pecado y lucha sexual? ¿Cómo puedes ser más misericordioso y parecido a Cristo en tu respuesta sin transar con lo que la Biblia dice que es pecaminoso?
  6. ¿Qué cosas te dices a ti mismo que te permiten mantenerte sin esperanza? ¿Cómo puedes predicarte el Evangelio a ti mismo en momentos de debilidad y fracaso?
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Tu Biblia no es una enciclopedia
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Tu Biblia no es una enciclopedia

Muchos cristianos intentan manejar la Biblia como si fuera la gran enciclopedia de Dios: un índice temático de problemas humanos y soluciones divinas. Si vas a la Escritura buscando temas específicos, podrías no encontrarlos explícitamente referenciados entre Génesis y Apocalipsis. Por ejemplo, la crisis de mediana edad, la adolescencia, las redes sociales, la pandemia mundial y muchos otros. Frustrados y desanimados, muchos de nosotros buscamos en otras fuentes y decidimos usar la ayuda de la Biblia solo cuando habla con claridad sobre un tema en cuestión. Alternativamente, podríamos caer en otro sutil error. Debido a que creemos que «toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar […]» (2Ti 3:16), arriesgamos torcer, tergiversar y forzar la Escritura para hacer que diga algo que no dice. Ambos errores pasan por alto la genialidad de lo que se trata la Biblia. La Biblia es una narración, la increíble historia de la redención con notas teológicas divinas que abarca toda la vida humana. Es integral en alcance pero no exhaustiva en contenido. Por tanto, aun cuando la Biblia podría no abordar directamente cada experiencia que enfrentes este año, puede hacer una exégesis (o interpretar) los asuntos más profundos de tu existencia. Estas son cuatro razones del porqué:
1. La Biblia nos presenta un mundo real
No alcanzas a leer mucho antes de encontrarte con la escandalosa honestidad de la Biblia. No minimiza ni endulza vivir en un mundo caído (ver Ro 8:20-22). Sin embargo, muchos cristianos están confundidos, desanimados, sorprendidos y sin preparación porque no comprenden el entorno en el cual viven, trabajan, juegan y adoran.
2. La Biblia nos presenta a personas reales
Los personajes de la Escritura no son figuras de cera en un museo de nobleza humana, tampoco son caricaturas con sonrisas empalagosas y voces melódicas. Una rica exhibición de la variedad completa de las emociones humanas tiñe casi cada página de la Escritura. Al estudiar la Biblia, somos conducidos por los pasillos de los corazones humanos para examinar sus pensamientos, inspeccionar sus deseos y comprender sus decisiones. En el proceso, somos expuestos y confrontados. No hay mejor método de autoconocimiento y autoexposición que el espejo de la Escritura (Stg 1:22-23).
3. La Biblia nos llama a la adoración de un Dios real
El Dios de la Escritura no es el héroe de un mito. Él no es la proyección de mentes débiles que necesitan algo más que ellos mismos de lo que depender. Al contrario, Él, el Creador, el Sustentador y el Gobernante de todo lo que existe, es el único ser en el universo digno de adoración. La revelación de Dios en la Escritura es el único lugar donde encontrar esperanza real para absolutamente cada área de la vida. Él es el único que, al mismo tiempo, está por sobre todo lo que enfrentamos (Ef 4:6) y está íntimamente familiarizado con todo eso (Sal 139:3; Heb 4:15). Corremos hacia Él porque Él es el Señor sobre todo y tiene el poder de ayudar.
4. La Biblia nos da la bienvenida a la redención real
El mundo está lleno de falsos sistemas de redención. El gobierno, la educación, la filosofía, la sociología y la psicología, todas prometen redención, pero ninguno puede cumplir. Si pudieran lidiar con los resultados aplastantes y devastadores del pecado, Jesús nunca habría venido. La Biblia me invita a la esperanza que solo se encuentra en un Redentor. Si no hay ayuda ni esperanza para lo que hay dentro de mí (Sal 51:10), no hay manera de que alguna vez lidie adecuadamente con lo que está fuera de mí. Estas cuatro perspectivas bíblicas (el mundo real, las personas reales, el Dios real y la redención real) nos dan sabiduría esencial para cualquier cosa que enfrentemos en la vida humana. Solo cuando veamos al mundo como uno roto, a nosotros como pecadores, a Dios en toda su gloria y a la obra completa del Redentor, ¡podremos tener una perspectiva balanceada y funcionalmente loable sobre todo! Dios los bendiga.

Preguntas para reflexionar

  1. Identifica una lucha personal actual en tu vida que la Escritura no aborde explícitamente. ¿Cuáles son algunos de los desafíos culturales o tecnológicos que enfrentamos que no existían en los tiempos bíblicos?
  2. ¿Cómo has experimentado recientemente el quebranto del mundo real al que la Biblia se refiere? ¿Esto te tomó por sorpresa o no estabas preparado para lo que enfrentaste?
  3. Nombra algunas personas reales de la Biblia que experimentaron luchas similares a las tuyas. ¿Cómo respondieron? ¿Cómo era su relación con el Señor y cómo puedes aprender de su historia?
  4. ¿Qué consuelo podemos encontrar en el hecho de que Dios «conoce […] bien todos mis caminos» (Sal 139:3)? Sé específico. Haz una lista de cómo tu Salvador fue tentado como tú y con qué debilidad Él puede compadecerse (Heb 4:15).
  5. ¿De qué maneras manifestaste ayer tu necesidad por la obra continua de santificación? ¿Qué cosas necesitas confesar y de cuáles necesitas arrepentirte del pecado? ¿Cómo las promesas de Dios te dan esperanza para hoy en tu batalla contra la tentación?
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita www.paultripp.com. Usado con permiso.
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Lo que encontrarás dentro de tu Biblia
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Lo que encontrarás dentro de tu Biblia

La semana pasada escribí que muchos cristianos intentan manejar la Biblia como si fuera la gran enciclopedia de Dios: un índice temático de problemas humanos y soluciones divinas. No obstante, no llegarás muy lejos ni muy profundo con esa estrategia. Toma al matrimonio, por ejemplo. La mayoría de lo que la Biblia tiene que decir sobre el matrimonio no se encuentra en los pasajes que discuten explícitamente el matrimonio. Usar la Escritura como una enciclopedia probablemente provocará que te pierdas los siguientes pasajes que conciernen al matrimonio:
  • El Salmo 73 hace una exégesis de un tipo de lucha que experimentará todo cónyuge que vive en este mundo caído.
  • 1 Pedro 1 expone lo que Dios está haciendo entre nuestra salvación y su segunda venida, el periodo dentro del cual existe el matrimonio.
  • Apocalipsis 5 nos permite escuchar a escondidas la eternidad y clarificar los valores que deben estructurar cada matrimonio cristiano.
En cambio, necesitamos tratar a la Palabra de Dios como una narrativa. En esta gran historia de redención desde el origen hasta el destino, descubrimos todo lo que hay que saber sobre Dios, sobre nosotros mismos y sobre el propósito y el significado de la vida. Cuando usamos la Palabra de Dios como una narrativa, hay siete bendiciones que resultan de ello:
1. Una cosmovisión integral que aborda todo
La Escritura no es exhaustiva en abordar directamente cada tema, pero es integral en dar información para comprender todos los aspectos de la realidad.
2. Perspectivas prácticas de cada problema humano
La Biblia tiene algo que decir sobre todo lo necesario para la vida humana. Nos da una comprensión esencial de esas cosas y cómo debemos responder a ellas.
3. La vida antes de la muerte
La Biblia no promete simplemente que algún día en una eternidad lejana, conoceremos la vida. Al contrario, la Biblia nos invita a adoptar una calidad de vida ahora que de otra manera sería imposible sin la persona y obra del Señor Jesús.
4. Esperanza real del autoconocimiento
No tienes que estar atrapado en la prisión de la ceguera espiritual personal. Puedes verte, conocerte y comprenderte, incluso hasta los pensamientos y motivos de tu propio corazón.
5. Ayuda práctica para los asuntos más profundos de la experiencia humana
En la Biblia, descubro al Creador quien me hizo y, por lo tanto, conoce todo sobre mí y al Salvador que anduvo en la tierra en mis zapatos y entiende todo sobre mi experiencia. La Biblia enfrenta los asuntos más profundos de la experiencia humana de frente, con brillante  esperanza y sabiduría práctica.
6. Esperanza real para un cambio personal perdurable
Porque Cristo vino, el cambio perdurable es posible. La Biblia, en toda su escandalosa honestidad, también es asombrosamente positiva y esperanzadora. No existe ninguna página cínica en toda la Escritura. No hay ningún consejo sobre rendirse. La promesa de un cambio personal radical y perdurable brilla en cada esquina oscura del pecado encontrado en la Escritura y en nuestros corazones.
7. Consuelo real
Mientras más leas la Biblia, más te das cuenta de que ninguna experiencia humana está fuera del alcance del Evangelio. Dios lo entiende todo y su Hijo lo ha cubierto todo. Así que cada día, podemos permitirnos a nosotros mismos ser confrontados con la realidad maravillosamente bíblica de que hay provisión para todo lo que enfrentemos. La Biblia no es una colección de temas ni un catálogo de declaraciones sabias, sino que, al contrario, es una sola historia que va de tapa a tapa. La Biblia es la historia de Jesús. Cada pasaje lo espera con ansias, lo recuerda con gratitud, apunta a lo que solo Él puede solucionar y pone nuestra esperanza en Él, ¡tanto hoy como por siempre! Dios los bendiga.

Preguntas para reflexionar

  1. ¿Qué estás experimentando actualmente que la Biblia no aborda con detalles específicos como te gustaría?
  2. ¿Estás buscando comprender esta experiencia desde el punto de vista de la Escritura o estás buscando sabiduría y soluciones prácticas en otro lugar?
  3. Durante toda esta experiencia, ¿estás recordando examinarte en el espejo siempre preciso de la Palabra de Dios? ¿O te sientes tentado a solo mirar hacia afuera en tu entorno y desatender las respuestas y los deseos de tu corazón?
  4. ¿Has identificado algún área donde necesites un cambio personal? ¿En qué áreas necesitas confesarte y arrepentirte? Con la ayuda del Espíritu Santo, sé lo más preciso y detallado posible.
  5. ¿Puedes actuar con base en la esperanza y en la ayuda encontrada en el Evangelio del Señor Jesucristo? ¿Por qué puedes ser optimista y valiente, sin importar lo que estés enfrentando?
Este recurso proviene de Paul Tripp Ministries. Si deseas recursos adicionales, visita www.paultripp.com. Usado con permiso.
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Cinco peligros del dinero
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Cinco peligros del dinero

1. El dinero puede hacer que olvides a Dios
Las necesidades físicas pueden provocar que clames a Dios por ayuda y al clamar por ayuda te das cuenta de que la necesitas no solo físicamente, sino también espiritualmente. Un pastor de una iglesia en una comunidad extremadamente próspera me dijo que dado que su gente era capaz de comprar su entrada o salida de casi cualquier situación, era difícil para ellos verse a sí mismos como necesitados. La supuesta autosuficiencia de la riqueza puede tentarnos a creer en el engaño más grande de nuestra autonomía: que tenemos derecho a vivir la vida como queramos, y de nuestra autosuficiencia: que tenemos dentro de nosotros todo lo que necesitamos para ser lo que queramos. Se supone que debemos ser y hacer lo que se supone que debemos hacer. El dinero puede permitirnos darnos el lujo de vivir una forma de vida egocéntrica que actúa como si nada fuera más grande que nosotros y más importante que nuestros deseos, necesidades y sentimientos individuales. Ahora, no me malinterpreten aquí. No hay ninguna enseñanza en la Escritura que nos lleve a creer que los pobres están espiritualmente mejor que los demás. Mi punto es alertarte sobre uno de los peligros del dinero. El dinero puede funcionar como ingrediente para un estilo de vida que, en la práctica, se olvida de la existencia de Dios y su plan. Este estilo de vida se trata más de la gloria personal que de la gloria de Dios, y reduce el gasto de dinero para tratarse solamente del deseo y la necesidad personal y de la búsqueda de comodidad y placer individual. Aquellos que están atrapados en ese estilo de vida pueden admitir teológicamente la existencia de Dios, pero su dinero apoya un estilo de vida que lo ignora.
2. El dinero puede cambiar la manera en que piensas acerca de ti mismo
El dinero es un estimulante. Se utilizará para estimular un estilo de vida Dioscéntrico o un estilo de vida egocéntrico. Un amigo me dijo que durante años se había enorgullecido de estar comprometido y contento por tener un estilo de vida «sencillo», mejor dicho, hasta que consiguió dinero. De pronto, se encontró deseando un automóvil más lujoso; se sintió atraído por una camisa más cara y quería comer en el mejor restaurante. Él dijo: «fue humillante admitir que no había estado viviendo una vida sencilla porque estaba espiritualmente comprometido con ella. Había estado viviendo una vida sencilla porque era pobre». El dinero puede animarte a ser más egocéntrico y exigente; puede llevarte a estar descontento con lo que una vez te hizo feliz y, lo que es aún más peligroso, el dinero puede llevarte a esperar de la vida lo que no debes esperar y a sentir que mereces lo que no mereces. El dinero realmente puede tener una gran influencia sobre cómo te defines a ti mismo y sobre cómo piensas acerca de tu vida y de las expectativas que dan forma a tus decepciones.
3. El dinero puede hacer que menosprecies a los demás
Lo que estaba pasando era muy claro y muy triste. Los niños adinerados se pararon y se burlaron de un hombre sin hogar que estaba haciendo todo lo posible para apartarse de su camino. ¿Cuál era la diferencia entre los niños y el vagabundo? Bueno, de una manera más profunda, no había diferencia. Los niños y el vagabundo fueron creados a imagen de Dios y tenían la intención de reflejar su gloria. Todos eran pecadores en necesidad desesperada de redención. Ni el vagabundo ni los adolescentes acomodados habían estado a cargo de todas las circunstancias que los habían llevado a su lugar en la vida. Ni los niños ni el hombre pudieron pararse ante Dios y decir que se merecen algo. No obstante, los chicos no se veían a sí mismos como similares al hombre. Se veían a sí mismos como un ser humano de orden superior, y trataban al hombre pobre como menos que humano. ¿Qué hizo que pensaran como pensaban y que trataran al hombre como lo hicieron? Bueno, hay muchas respuestas para esa pregunta, demasiadas para que las consideremos aquí, pero había un ingrediente principal que lo impulsaba todo: el dinero. Para esos chicos de secundaria de los suburbios, este hombre era un vagabundo, un mendigo, un perdedor. Ellos fueron los elegidos. Era feo y cruel, pero representaba uno de los peligros del dinero. A medida que el dinero redefine tu identidad, también puede cambiar la forma en que miras a los demás. El dinero puede estimular el orgulloso prejuicio que acecha en algún lugar del corazón de todo pecador.
4. El dinero puede debilitar tu determinación de luchar contra la tentación
Cuando mi amigo admitió que estaba llevando una vida sencilla, estaba diciendo algo más. De una manera concreta, su pobreza lo había protegido de poder seguir completamente el rastro de su codicia. No, no lo había protegido de ser envidioso y de estar descontento en algunos momentos, pero simplemente no tenía el dinero para pagar lo que su corazón egoísta podía imaginar. Este punto es precisamente la razón por la que la Biblia nos alerta sobre el peligro de las riquezas. Venimos a este mundo como personas que necesitan ser reentrenadas. Venimos a este mundo como un peligro para nosotros mismos. Naturalmente, estamos más descontentos que contentos. Nos sentimos naturalmente atraídos por lo que debería asustarnos. Intuitivamente, empujamos los límites que Dios ha puesto. Entonces, cualquier cosa en nuestras vidas que nos proteja de nosotros mismos, cualquier cosa que nos restrinja o cualquier cosa que dificulte ir a donde nuestros deseos vagan, es una bendición. El dinero es un peligro en el sentido que elimina una restricción —la asequibilidad— y, al hacerlo, expone nuestros corazones. Es solo cuando la gracia de Dios ha formado en nosotros corazones verdaderamente satisfechos que podemos vivir vidas reeducadas, sin seguir el rastro del conejo de cada deseo egoísta que nuestras billeteras pueden permitirse. Mira, la mayoría de nosotros compramos regularmente lo que no necesitamos porque hemos seguido deseos que necesitan ser refrenados, y la moderación es necesaria porque somos capaces de permitirnos cualquier cosa que en ese momento haya llamado la atención de nuestros corazones.
5. El dinero puede financiar tu lealtad al reino del yo
Bueno, esta es la conclusión. Ya he dicho mucho al respecto, pero este punto también requiere una atención más especial. No hay neutralidad cuando se trata de tu relación y uso diario del dinero. Cuando tienes y usas tu dinero, debes recordarte constantemente que tener y usar dinero son actos de adoración. Así de importante es este problema. O estás usando tus fondos para adorarte a ti mismo —incluso si no lo sabes— o estás usando tu dinero en adoración consciente de Dios. Tu dinero se está invirtiendo en la construcción de tu pequeño reino personal centrado en ti mismo o se está ofreciendo para los intereses del gran y glorioso Reino eterno de Dios. Esta es la tentación que enfrenta todo pecador: usar los recursos que se le han dado para financiar los deseos, necesidades y aspiraciones del reino del yo, y cuanto más dinero tiene en sus manos, más poder tiende a tener esta tentación. Entonces, el dinero realmente importa. Dios te ha puesto en un mundo donde el dinero existe e influirá la forma y dirección de tu vida. Debido a que el dinero te deja expuesto tanto a la bendición como al peligro, tus problemas con el dinero están a un nivel más profundo que tu comprensión de las finanzas y lo bien que hayas construido tu presupuesto. ¿Son beneficiosos el dinero, la educación y el presupuesto? ¡Por supuesto! Pero no llegan al nivel donde existe el peligro real del dinero. Cuando uso mal el dinero, no lo uso mal porque soy ignorante o porque no tengo presupuesto. No, lo uso mal porque en ese momento no me importa lo que Dios o cualquier otra persona diga. Quiero lo que quiero, y si puedo usar mis recursos para conseguirlo, lo conseguiré. El dinero es importante porque interactúa con uno de los temas más importantes de mi corazón: el egoísmo del pecado. Ninguna cantidad de dinero, educación o planificación presupuestaria tiene el poder de liberarme de la voraz codicia de mi corazón pecaminoso. Para eso, solo puedo mirar a una cosa: la gracia poderosa de mi Redentor. Él sabe lo egoísta y codicioso que puedo ser. Él sabe cómo tomo una resolución un día y cómo la abandono al día siguiente. Él sabe cuán fácilmente soy seducido a pensar que hay algo en la creación que satisfará mi corazón anhelante. Sabe que puedo decir que creo en Dios y vivir como si no existiera. Entonces, Él me ha bendecido con su gracia aquí y ahora. Sí, esa gracia me perdona, pero hace algo más: me proporciona todo lo que necesito para vivir en un mundo loco por el dinero de la manera en que fui diseñado para vivir. ¿Cuál es el regalo más dulce de esa gracia? Bueno, el regalo más dulce no es una cosa, es una persona. El mejor regalo de Dios es Él mismo. Él viene y vive dentro de mí para que cuando el deseo interno se encuentre con la tentación externa, tenga exactamente lo que necesito para pelear la batalla. El dinero importa, pero la gracia de Dios importa aún más. Solo esa gracia proporciona tanto la fuerza como la libertad que seguiremos necesitando hasta que los peligros del dinero desaparezcan.
Este artículo está adaptado de Redeeming Money: How God Reveals and Reorients Our Hearts [Redimiendo el dinero: cómo Dios revela y reorienta nuestros corazones] de Paul Tripp.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
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Querido pastor: necesitas reconocer tus límites


Este artículo es parte de la serie Querido pastor publicada originalmente en Crossway.

Querido pastor:

Fue un momento que reveló mi corazón, reveló más de lo que quería. Estaba un poco avergonzado en el momento de la exposición, pero fue bueno para mí enfrentar lo que había en mi corazón. Estaba hablando en una gran conferencia de hombres y me preguntaron que si pudiera elegir un superpoder, ¿cuál sería? Algunos habían elegido la habilidad de volar o de ser increíblemente fuertes, pero inmediatamente dije: «desearía tener el poder de crear diez días en una semana». Al hacerlo, me enfrenté una vez más al hecho de que odio los límites. Quiero más tiempo para poder hacer más de lo que el tiempo me permite. Quiero más fuerza para lograr más cosas. Quiero más sabiduría para no tener que invertir tanto tiempo investigando y aprendiendo. Quiero ser infinito y todopoderoso. Sí, es cierto, aún hay momentos en mi vida en los que quiero ser Dios. Me gustaría decir que soy libre de la frustración de los límites que Dios me ha puesto, pero no puedo. Desearía poder decir que nunca me siento tentado a trabajar fuera de mis límites, pero aún lo hago. Desearía ya no tener que pagar el costoso precio de negar esos límites, pero aún lo hago. En el ministerio, es tentador tratar de hacer más de lo que se puede hacer de manera sana y realista. Es tentador intentar escribir descripciones de trabajo que piden más de lo que las personas pueden manejar responsablemente. Y es tentador dejar que un líder trabaje más allá de sus límites porque su trabajo parece esencial para el éxito de la empresa del ministerio. Si eres un líder, no lo sabes todo, no puedes hacerlo todo, no eres completamente maduro y no tienes energía inagotable. No eres simplemente un paquete de fortalezas, dones y experiencias; también eres una colección de debilidades y susceptibilidades. Es aquí donde el Evangelio es un dulce aliento. No tenemos que temer a nuestros límites, porque Dios no nos ha enviado por nuestra cuenta; donde Él nos envía, Él también va. No debemos maldecir nuestras debilidades, porque nuestras debilidades son el lugar de trabajo para su gracia. No debemos esconder ni negar nuestros lugares de inmadurez, porque Dios es capaz. Nuestros límites y debilidades no son obstáculos para lo que Dios puede hacer a través nuestro, pero sí el negar nuestros límites y nuestras falsas ilusiones de fuerza independiente. Entonces, quiero considerar contigo cuatro áreas de límites que Dios en su sabiduría como Creador ha establecido y cómo el constante reconocimiento y humilde admisión de estos límites ayudan a una comunidad de liderazgo a determinar sus planes, asignar su trabajo y evaluar su salud.
1. Tienes dones limitados
En la enseñanza de Pablo sobre los dones en el cuerpo de Cristo se encuentra un claro entendimiento de que los dones son limitados (ver Ef 4:1-16 y 1Co 12:4-31). La imagen verbal de Pablo del cuerpo humano argumenta esto poderosamente. El ojo ha sido especialmente diseñado para la vista y, debido a esto, no tiene la capacidad de levantar objetos. El diseño determina los límites. Lo mismo es cierto para cada don que ha sido dado a los miembros del cuerpo de Cristo y, sin duda, entonces, esto es cierto para cada líder que ha sido dotado por Dios para servir en su iglesia. Ningún líder está diseñado para saber o hacer todo. Ningún líder está destinado a hacer su trabajo solo. Es peligroso para cualquier líder ser tan dominante que los dones de los demás no se expresen, dejando a ese líder hacer cosas para las que Dios no le dio dones. Ningún líder, por tener dones poderosos, debería verse como la persona más inteligente del lugar. La inteligencia es un subconjunto de los dones. Cada líder necesita depender de las contribuciones de otros líderes que son inteligentes en formas en que él no lo es. El ministerio siempre debe hacerse en una comunidad humilde, respetuosa y sumisa, porque los dones que Dios nos ha dado vienen con límites incorporados. Por la gracia de Dios, soy un líder influyente, pero me levanto todos los días y hago el trabajo que me ha sido asignado por personas que trabajan conmigo y que son inteligentes en formas que yo no lo soy, porque traen dones a nuestro trabajo que yo no tengo. Sería necio y orgulloso tratar de dominar cada conversación, tomar cada decisión y asignar cada tarea. Ningún líder tiene dones en todas las áreas y cada líder sufre por causa de los dones que le han sido dados. Reconocer los límites de los dones que Dios ha dado y la responsabilidad y el sufrimiento que vienen con esos dones es una parte esencial de que una comunidad de servicio que establece y mantiene, no solamente su fecundidad, sino también su salud espiritual. Una comunidad de liderazgo que humildemente reconoce los límites de los dones dados por Dios establecerá una cultura de servicio, de respeto, de apreciación y de cooperación gozosa.
2. Tienes tiempo limitado
Se ha establecido un tiempo para nosotros; no tuvimos voto y no tenemos ninguna habilidad para escapar. La estructura del tiempo que moldea la existencia de todas las criaturas de Dios estalla en la página de Génesis 1. En uno de sus primeros y más significativos actos como Creador, Dios establece la estructura de siete días, junto con la estructura del descanso sabático. Como líder, no puedes simplemente ignorar los límites puestos sobre ti en este plan y mantener salud espiritual, relacional y un ministerio efectivo a largo plazo. Parece ridículamente obvio decirlo, pero no obstante importante, que nunca tendrás treinta horas en un día y jamás tendrás nueve días en la semana. Y siempre necesitarás el descanso del sábado sin importar cuán maduro llegues a ser o cuantos líderes trabajen a tu lado. Cada límite que Dios ha fijado para nosotros ha sido fijado porque Dios sabe a quienes ha creado; Él sabe como fuimos diseñados para vivir y, en amor, no requiere más de nosotros de lo que somos capaces de hacer. Los límites no solo revelan su sabiduría, sino que también expresan su amor. Los límites no son una prisión, son una gracia. No puedes permitir que tu comunidad de liderazgo asignen más trabajo a un líder de lo que se puede hacer en el tiempo que él o ella tienen asignado para trabajar. No puedes pedirle a una persona que acumule trabajo sobre trabajo, día tras día, sin días de descanso. Hay pocas cosas más importantes para una comunidad de liderazgo espiritualmente sana que considerar los límites de tiempo que Dios ha diseñado para su creación desde el principio. Los límites de tiempo son todavía otro argumento para que el servicio siempre sea hecho en comunidad, de modo que ningún líder solitario intente o se le asigne hacer más de lo que responsablemente puede hacer mientras da el enfoque adecuado a las otras cosas a las que el Señor lo ha llamado. Una comunidad de liderazgo espiritualmente saludable siempre hace su trabajo teniendo en cuenta los límites que Dios ha diseñado.
3. Tienes energía limitada
Déjame decirlo desde el principio aquí: ninguno de nosotros es infinito, autosustentable, autosuficiente o autorejuvenecedor. Todos tenemos energía limitada junto con ciertas debilidades y sostenido por gracia divina. Entonces, una comunidad de liderazgo espiritualmente saludable que produce frutos de servicio a largo plazo es consciente de que cada líder es creado por Dios como una dualidad. No somos una comunidad de almas sin cuerpo. Todo lo que eres y todo lo que haces es moldeado por el hecho de que eres tanto espiritual como físico. Al escuchar sobre la iglesia y sobre la comunidad de liderazgo ministerial, se menciona mucho la salud espiritual, pero muy poco la salud física. Por el plan de Dios, tú y yo tenemos energía limitada, y no ser buenos mayordomos de nuestro ser físico debilitará seriamente cualquier energía natural que tengamos. La salud física debe ser una parte de la conversación y de la responsabilidad compartida de cada miembro de una comunidad de liderazgo. Así como debemos preocuparnos por la salud espiritual unos de otros, deberíamos preocuparnos y cuidar la salud de los demás. Esto no debería ser un tema tabú. No debería ser visto como algo intrusivo. Los líderes no deberían presentar resistencia o estar a la defensiva cuando se trata este tema. Esta es una de las maneras en las que somos llamados a amar y a pastorearnos uno a otros. Aquí es donde las palabras de Pablo en 1 Corintios 9:24-27 cobran relevancia, ya que como parte de su llamado al Evangelio, él mantiene su cuerpo bajo control. Puedes estar pensando, ¿control por quién? ¿Para qué? La respuesta es, control por el Cristo del Evangelio para el bien de la extensión del Evangelio. Lo que Pablo está diciendo es que, hasta que el Señor regrese, tendremos pasiones encontradas en nuestros corazones. Tal vez es mi pasión por la comida enfrentada a mi pasión por invertir mi energía al servicio del Evangelio. Tal vez mi pasión por relajarme choca con el estado físico que necesito para levantarme y luchar espiritualmente todos los días. Para poder terminar la carrera y no ser descalificados, todos debemos decir no a las pasiones del cuerpo para que podamos correr la carrera del ministerio o del liderazgo a la que hemos sido llamados a correr. Traer nuestros cuerpos bajo sujeción no empieza con dieta y ejercicio, sino con buscar y confesar ídolos del corazón que interfieren con la disciplina a la que hemos sido llamados y que hacen que la gracia sea posible. Verás, la mayordomía de nuestro cuerpo físico no es una adición a nuestro llamado al servicio del Evangelio; es una parte significativa del mismo. Una comunidad de liderazgo espiritualmente saludable se interesa no solo por la salud espiritual de sus líderes, sino también por su bienestar físico.
4. Tienes una madurez limitada
La limitada madurez espiritual de cada miembro de una comunidad de liderazgo debe ser la suposición de todos en esa comunidad. Lo que quiero decir con esto es que cada líder es una persona en proceso de santificación. No importa cuánto tiempo hayamos estado en el liderazgo ministerial, no importa cuán bien entrenados estemos, no importa cuán teológicamente maduros seamos, todos todavía necesitamos un futuro desarrollo espiritual. Todos tenemos puntos ciegos. Todos tenemos áreas de susceptibilidad a la tentación. Cada uno de nosotros tiene debilidades de carácter. Todos aún necesitamos ser rescatados, convencidos y transformados por el poder del Evangelio. Por lo tanto, una comunidad de liderazgo no debe hacer suposiciones acerca de sus líderes que les impidan preocuparse en el Evangelio unos por otros y tener conversaciones sinceras con la comunidad. Las comunidades de liderazgo necesitan comprometerse a pastorear a cada miembro de esa comunidad. No podemos permitir a ningún miembro vivir en aislamiento y soledad espiritual. Dios nos ha llamado no solo a hacer el trabajo externo del ministerio del Evangelio, sino a un liderazgo «de unos a otros» también. Mi experiencia, al tratar con pastores caídos o vencidos, es que a su alrededor había una comunidad de liderazgo débil o disfuncional que fracasó, en amar y en cuidado pastoral, para proteger a ese líder de sí mismo. Todo líder necesita ser objeto de un continuo discipulado, todo líder necesita momentos en los que sea confrontado, todo líder necesita el consuelo del Evangelio, todo líder necesita ayuda para ver lo que no puede ver por sí mismo y todo líder necesita que se le conceda amor y aliento para lidiar con los vestigios de su viejo ser que todavía están en él. Si esto es así, entonces no podemos estar tan ocupados visualizando, diseñando, manteniendo, evaluando y rediseñando el ministerio de modo que tengamos poco tiempo para cuidar las almas de los que están dirigiendo esta obra del Evangelio. Una comunidad de liderazgo espiritualmente saludable participa del constante crecimiento espiritual personal de cada uno de sus miembros.

Viviendo con límites

Hasta que no estemos del otro lado, vamos a servir, relacionarnos y vivir dentro de límites. Esos límites no son un obstáculo para lo que Dios quiere hacer a través nuestro, porque todos son producto de su sabia y amorosa lección. Lo que Él nos llama a hacer es posible hacerlo dentro de los límites que Dios ha establecido y de los que no podremos escapar con éxito. Por lo tanto, es parte de nuestro llamado del Evangelio tener esos límites siempre presentes en las conversaciones de nuestra comunidad de liderazgo. Debemos resistir la tentación de vivir fuera de esos límites o de asumir que todos estamos lidiando con nuestros límites de una manera humilde y sabia. Dios no tiene miedo de llamar personas limitadas al liderazgo en el Evangelio, así que nosotros no deberíamos tener miedo, con la humildad y la esperanza del evangelio, de poner esos límites sobre la mesa, no una vez, sino una y otra vez, sabiendo que tendremos que sostener este compromiso hasta que la obra de Dios se complete. Este artículo es adaptado de Sé líder: 12 principios sobre el liderazgo en la iglesia, por Paul David Tripp.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
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El Evangelio, un proverbio a la vez
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El Evangelio, un proverbio a la vez

001. No entendemos el libro de Proverbios

En esta nueva serie de videos, Paul Tripp analiza los diversos temas que hay en este libro de sabiduría y nos muestra cómo cada tema de Proverbios apunta a Jesucristo.  
  [embed]https://youtu.be/bl0BXOVRrjE[/embed]

002. Cada proverbio cuenta una historia

Dentro de cada proverbio está integrada la trama de toda la historia de la redención. Ellos predican la historia de la creación, de la caída y de la redención. Y cuando veas eso, explotarán con un significado más profundo y un ánimo más profundo que cualquier visión mecánica de Proverbios.  
  [embed]https://www.youtube.com/watch?v=2WIZKEBDM8g&ab_channel=AccesoDirecto[/embed]

003. Cada proverbio está enraizado en la Ley de Dios

Cada proverbio comunica que soy un ser moral, que vive en un universo moral, que vive en una inmediata responsabilidad frente a Dios y que solo hay dos maneras de vivir. Vivo como un necio y niego su existencia, niego su autoridad y vivo a mi manera. O bien, reconozco su existencia y me someto a su camino y a su voluntad.  
  [embed]https://www.youtube.com/watch?v=K8GXzaPxu70[/embed]

004. Cada proverbio revela la gracia de Dios

Puedes ver al Dios de gracia cada vez que lees Proverbios, porque la gracia de Dios está plasmada en cada proverbio.  
  https://www.youtube.com/watch?v=czqXt8qrZvI&t=27s

005. Cada proverbio muestra la soberanía de Dios

Cada proverbio se basa en y revela la soberanía de Dios. Hay un Dios soberano que está en medio de los proverbios, que está detrás de los proverbios.  
  [embed]https://youtu.be/xcfOfSjFZhQ[/embed]

006. Cada proverbio te guía a Jesús

Si entiendes el profundo y aterrador mensaje de Proverbios, entiendes que Proverbios entero, que todos los proverbios juntos forman un gran dedo que nos señala la venida y la cruz de Jesús.  
  [embed]https://youtu.be/sWkbLD6uUIA[/embed]

007. Cada proverbio expone una guerra espiritual

Cada proverbio expone una gran guerra moral y espiritual. Y no entenderemos la vida y lo que enfrentamos cada día, a menos que entendamos esta gran guerra moral y espiritual.  
  [embed]https://youtu.be/FYfPnYQjrZk[/embed]

008. Cada proverbio nos apunta al paraíso

Proverbios te pide que vivas mirando la eternidad y que anheles en tu corazón el reino de la sabiduría que está por venir.  
  [embed]https://youtu.be/VHkfGC32jjw[/embed]

009. Cada proverbio tiene poder para convencer

No puedes afligirte por lo que no ves, no puedes confesar lo que no te ha afligido, y no puedes arrepentirte de lo que no has confesado.  
  [embed]https://youtu.be/Xg9aaGNFRfg[/embed]

010. Cada proverbio cuenta la historia de la Escritura 

Los proverbios son un retrato magistral pintado por un Artista divino.  
  [embed]https://youtu.be/ettbzfNH4pQ[/embed]

011. Intrépido temor

El temor del Señor te hace correr hacia Él, no de Él y hace que vivas tu vida de una manera que no vivirías si estuvieras lejos de Él.  
  [embed]https://youtu.be/WPk0-xJU09w[/embed]

012. Sabiduría para resolver misterios

Deberíamos leer todo Proverbios y decir: «me encantaría tener la vida que se nos ofrece en Proverbios, me encantaría ser esa persona sabia, me encantaría vivir de esa manera».  
  [embed]https://youtu.be/VwW8m4FZSWQ[/embed]

013. La guía de un padre amoroso

Nunca estás sin un padre porque tienes un Padre en el cielo que te ama y que desplegará generosamente su sabiduría para ti.  
  [embed]https://youtu.be/9Hst7VObpiQ[/embed]

014. El drama moral de Proverbios

No es natural para ninguno de nosotros reconocer la existencia de Dios y ponerlo a Él al centro. Necesitamos clamar a Dios: «¡dame la gracia para ponerte al centro de todas las cosas en mi vida!».  
[embed]https://youtu.be/n6SBLldo5F4[/embed]

015. Proverbios comprueba la gracia de Dios

La existencia misma de los proverbios en la Escritura nos dice que nuestro Dios es un Dios de dulce, fiel y permanente gracia.  
https://youtu.be/8qrpJPSTIsg

016. Vivimos en un mundo moral

Proverbios nos recuerda que no somos naturalmente justos, que nuestras vidas no alcanzan el estándar moral de Dios y que, por lo tanto, necesitamos un Salvador.  
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017. El peligro del pecado

El pecado no siempre nos parece tan peligroso. Es por eso que las advertencias descriptivas de los proverbios son una gracia, porque llegamos a ver el pecado como realmente es, ¡y se nos advierte que corramos! Necesitamos esa advertencia.  
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018. Un estudio de caso del corazón

El cambio perdurable, en la vida de cualquier persona, siempre comienza en su corazón.
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Cuatro maneras de guiar a tu cónyuge a Cristo en esta Navidad
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Cuatro maneras de guiar a tu cónyuge a Cristo en esta Navidad

Si quieres guiar a tu cónyuge a Cristo en esta Navidad, tendrás que intencionalmente enfocarte en la belleza de la historia del Evangelio que es presentada en el nacimiento del Señor Jesucristo.
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Cómo orar por un nuevo año
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Cómo orar por un nuevo año


Este artículo es parte de la serie Cómo orar publicada originalmente en Crossway.

Cuando el futuro es desconocido

Es natural, todos lo hacemos. Todos nos preguntamos qué vendrá. Algunos de nosotros pensamos en el futuro y esperamos que nuestros sueños se hagan realidad. Algunos de nosotros tememos al futuro y oramos para que no tengamos que enfrentar aquello que tememos. Para algunos de nosotros el futuro parece oscuro y desconocido. Para todos nosotros, nos resulta difícil mirar hacia el futuro y sentirnos seguros, porque simplemente está fuera de nuestras manos. A pesar de toda nuestra consideración, meditación y planificación de lo que ha de venir, las cosas nunca salen de la manera que las habíamos visualizado. Siempre hay curvas inesperadas en el camino. Hay baches y acequias que no habíamos previsto. Hay valles y montañas que no vaticinamos. Nos encontramos caminando por momentos de oscuridad cuando pensábamos que estaríamos viviendo y caminando en la luz. Muy pronto comenzamos a aceptar el hecho de que nunca sabremos qué hay a la vuelta de la próxima esquina.  Sin embargo, no tenemos que vivir agobiados por la ansiedad de lo desconocido. No tenemos que irnos a dormir preguntándonos qué traerá el día siguiente o despertar tratando de solucionar todos los «qué pasaría si» que se nos vienen a la mente. No tenemos que buscar algún modo de descifrar lo que nunca podremos descifrar. No, podemos descansar cuando estamos confundidos. Podemos experimentar paz frente a lo desconocido. Podemos sentir bienestar interior cuando vivimos en medio del misterio. ¿Por qué? Porque la paz de nuestro corazón no descansa en cuánto sabemos, en cuánto hemos descifrado o cuán exactamente podemos predecir el futuro. No, nuestro descanso está en la persona que sujeta nuestro futuro individual en sus manos sabias y llenas de gracia. Tenemos paz porque sabemos que Él completará todo lo bueno que en su gracia ha iniciado en nuestras vidas. Él es fiel y, por eso, nunca abandona la obra que tiene en sus manos. Él está lleno de gracia y, por eso, nos da lo que necesitamos, no lo que merecemos. Él es sabio y, por eso, lo que hace es siempre lo mejor. Él es soberano y, por eso, reina sobre todas las circunstancias y lugares donde vivimos. Él es poderoso y, por eso, puede hacer lo que le place, cuando le place.  Pablo lo expresa muy bien en Filipenses 1:6: «Estoy convencido precisamente de esto: que el que comenzó en ustedes la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús». ¿Estás experimentando ansiedad porque has olvidado quién eres y lo que has recibido? ¿Estás experimentando temor como resultado de tratar de saber lo que nunca sabrás? Él sabe, se preocupa y completará la obra que ha comenzado. 

Di esta peligrosa oración

¿Cuál es la oración que más necesitamos decir, aun cuando es muy peligrosa? Es la única oración que te lleva más allá de las esperanzas y sueños pequeños que ocupan tanto de tus oraciones. Está bien orar por tu trabajo, matrimonio, familia, finanzas, casa, hijos, jubilación, vacaciones, inversiones, iglesia, salud, gobierno y el clima, pero no es suficiente. Este tipo de oración sigue el modelo «ahora mismo, yo». Es sobre la vida aquí y ahora, ahora mismo, y sobre lo que yo creo que necesito aquí y ahora, ahora mismo. Sí, Dios se preocupa de tu vida en el presente. Te da la gracia para este momento. Ahora mismo Él está contigo, para ti y en ti. No obstante, Él te llama a mirarte a ti mismo y a tu vida desde una perspectiva que va más allá de este momento y se extiende más allá de tu habilidad para diagnosticar lo que verdaderamente necesitas.  La oración que Cristo nos llama a decir requiere que dejemos de lado nuestros planes momentáneos y nos ocupemos del eterno. Requiere que renunciemos a nuestro distorsionado sentido de necesidad y nos concentremos en su perfecto sentido de lo que es mejor. Es el modelo de oración «por siempre, Tú». Requiere que adoptes una visión a largo plazo, que dejes de aferrarte a tu vida y te sometas al reinado de otro. Unas pocas palabras peligrosas lo captan bien. ¿Por qué «peligrosas»? Porque tienen el poder de cambiar tu vida por completo y hacer que seas alguien muy diferente a lo que has sido. A esto hemos sido llamados a orar: «Venga tu Reino. Hágase Tu voluntad, aquí mismo, ahora mismo en mi vida, así como en el cielo» (ver Mateo‬ 6‬:10‬). Es solo en el contexto de rendición a estas palabras que Jesús recibe tus oraciones sobre tus necesidades del aquí y ahora. Eso es gracia. No necesito trabajar para ser un rey ni tampoco tengo que llevar las cargas de un rey porque se me ha regalado un Rey. En su Reino, soy bendecido con todo lo bueno que necesito, y al ser recibido en su Reino, soy incluido en algo que nunca terminará. Por lo tanto, di esa oración porque es su gracia peligrosa lo que tú necesitas (y yo también). No dudes. Hazlo ahora. ¿Por qué vivir para lo que dejará de existir? ¿Por qué darle a tu inquisitivo corazón lo que nunca podrá satisfacerte? ¿Por qué decirte a ti mismo que sabes lo que necesitas cuando Aquel que te creó lo sabe mejor que tú y ha prometido dártelo?

Este artículo ha sido adaptado de Nuevas misericordias cada mañana por Paul David Tripp.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
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