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¡Ayuda! No me gusta orar en público
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¡Ayuda! No me gusta orar en público


Este artículo es parte de la serie ¡Ayuda! publicada originalmente en Crossway.

¿Orar es difícil o fácil?

Orar es como respirar. Inhala gracia y verdad de Dios, y exhala adoración y petición. Suena fácil, ¿verdad? En un sentido, eso es cierto. ¿Qué podría ser más natural para un hijo de Dios nacido de nuevo que hablar con Dios íntima y frecuentemente (1Ts 5:17)? Los cristianos se quejan de que con el tiempo la oración se vuelve repetitiva, se siente mecánica y divaga de aquí para allá en medio de muchas distracciones. Y estas dificultades crecen exponencialmente a medida que la oración se vuelve más pública. ¿Cómo se ve la reticencia a orar en público? En consejería, a menudo le pregunto a la persona con la que me voy a reunir si le gustaría orar en voz alta conmigo. Algunos se sienten demasiado incómodos para orar en voz alta con otra persona y me piden que simplemente ore por ellos. Una persona me dijo cuán ansioso se ponía en un grupo de crecimiento cuando les pedían que cada persona en el círculo tomara un momento para orar brevemente. Este temor de orar siquiera una frase o dos en público era casi paralizante. Sin embargo, la expresión máxima de intimidación llega cuando se le pide a alguien que guíe en oración a toda la congregación un domingo a la mañana. Hay una seriedad natural cuando nos dirigimos al Señor en nombre de toda una congregación que hace que los corazones se aceleren y las manos suden. ¿Cuáles son algunas de las razones por las que esto es tan abrumador?

Miedo a hablar en público

Esto se llama glosofobia y un 25 % de las personas lo califica como un miedo significativo. Hay muchas razones para esto, pero una de ella es, sin duda, la sensación de no ser elocuente frente a otros, sensación que afligió a Moisés (Ex 4:10-12) y a Pablo (1Co 2:1-5). En ambos casos, Dios venció su debilidad natural con su poder divino, pero a menudo no confiamos que Él hará eso por nosotros.

Miedo a no conocer muy bien la Biblia

Los evangélicos creen que la Biblia debería informar y guiar todo lo que hacemos en la adoración. Deberíamos cantar la Biblia, predicar la Biblia y orar la Biblia. Sin embargo, muchos de nosotros estamos inseguros de lo que significa orar la Biblia y no sentimos que conocemos lo suficiente la Biblia como para incorporarla de manera significativa en nuestras oraciones. No sabemos cómo extraer las riquezas de la Escritura para evitar sonar bíblicamente analfabetos o torpes o trillados.

No saber por qué temas orar

Muchos cristianos luchan con saber por qué orar incluso en su propia vida personal de oración. Nos distraemos fácilmente y se nos acaban las cosas por las que orar en solo unos minutos. No es de sorprender, entonces, que la idea de repetir esta lucha frente a otras personas nos llene de miedo y ansiedad. Si tus oraciones personales son breves, distraídas y repetitivas, ¿cómo podrías orar por toda una congregación? ¿Por qué cosas podrías orar exactamente?

La necesidad de que la oración «real» sea espontánea

Esto es lo que creemos que es la marca de la oración evangélica: que sea profundamente sentida e íntima. No hacemos oraciones formales, escritas y litúrgicas como lo hacen los católicos. ¡Cuanto más espontánea suene la oración, mejor! El problema es que «cuanto más espontánea, mejor» a menudo no suena muy bíblica, reverente, reflexiva, equilibrada o que glorifique a Dios. Internamente, sentimos vergüenza ajena cuando una oración pública suena demasiado familiar y dispersa, tal como nos sentimos cuando suena forzada y anticuada. Anhelamos un equilibrio entre la forma basada en la Escritura y la libertad guiada por el Espíritu, pero no sabemos cómo llegar ahí.

Falta de buenos modelos en la oración pública

Me doy cuenta de que esta es una generalización peligrosa. Hay muchos líderes piadosos que dirigen la oración con convicción, integridad, conocimiento de Dios y amor por sus congregaciones. ¡Alabado sea Dios de quien fluyen todas las bendiciones! Pero sospecho que hay un buen número de oraciones públicas que flotan por sobre las cabezas de la congregación. Las mentes deambulan y no son pocos los que son tentados a desconectarse por completo hasta que se escucha el «amén». Una buena oración pública debería cautivar los corazones y conectar las misericordias de Dios con las necesidades y deseos más profundos de su pueblo. Si no escuchamos con frecuencia estas oraciones, nos faltará inspiración y motivación para trabajar intencionalmente en la preparación de la oración pública efectiva.

La raíz del problema

Todo lo anterior nos ayuda a entender por qué orar en público puede ser abrumador. Sin embargo, creo que una de las mayores razones es que muchos líderes no creen que pueden y deben dedicar la misma preparación intencional que dedican a predicar o a guiar la música a la oración pública. Una simple comparación de la cantidad de libros dedicados a la predicación y a la dirección musical con la cantidad de libros dedicados a ayudar a líderes a prepararse para guiar la oración sería instructivo. El resto de este artículo abordará algunos de los problemas anteriores y dará ideas sobre cómo prepararnos bien para guiar la oración pública, ya seas pastor, líder de la alabanza, anciano, director de campus, líder de grupo de jóvenes o un laico interesado.

Venciendo el miedo

Esta ansiedad sobre la oración pública puede ser temor a Dios (bueno, pero a veces malinterpretado) o temor al hombre (siempre malo). El temor a Dios incluiría un sentido de indignidad para hablarle o de no ser apto para representar a su pueblo. Aquí es donde la buena teología bíblica es invaluable. Según el Evangelio, cuando nosotros ponemos nuestra fe en Jesucristo somos perdonados y justificados (Ro 4:5-8), somos adoptados como sus hijos amados y llenos con el Espíritu del Hijo (Gá 4:4-7), somos acercados a Dios por la sangre de Jesús (Heb 10:19-22) y somos invitados a orar a nuestro generoso Padre celestial (Lc 11:13). En otras palabras, nuestro mérito para acercarnos a Dios en oración está en Cristo, no en nosotros mismos. En cuanto a nuestra idoneidad para representar al pueblo de Dios, es importante recordar que no todos son llamados ni se espera que lideren la oración pública. Ciertamente, los pastores y ancianos (Hch 6:1-4), los líderes de alabanza (1Cr 16:4) y los cristianos maduros (1Ti 2:8) deberían esperar ser llamados y equipados para guiar la oración pública. Estas deberían ser personas dedicadas a la oración privada, conocedoras de la Escritura y capaces de liderar por medio de su ejemplo y enseñanza. A través de su liderazgo en la oración Dios será glorificado, las oraciones serán contestadas y su pueblo aprenderá a orar. Aunque el temor al hombre es un impedimento enorme para la oración pública, vimos anteriormente en las vidas de Moisés y de Pablo que Dios es capaz de vencer nuestro temor y equiparnos para ministrar su poder en nuestra debilidad. Moisés clamó a Dios para que no lo enviara a hablar y Pablo testificó que enseñó en Corinto con temor y temblor, pero la presencia y el poder de Dios fue finalmente lo que triunfó. Para aquellos que han sido llamados a dirigir la oración pública, es importante recordar que cada miembro de la Trinidad nos ayuda en toda la vida y servicio. El Padre nos fortalece con poder, el Hijo habita en nuestros corazones como nuestra nueva identidad y el Espíritu nos llena con la plenitud de Dios para hacer su obra (Ef 3:14-19; 2:10).

Logrando el equilibrio en la oración

Uno de los obstáculos más comunes para la oración dinámica y eficiente es el «síndrome de la lista del supermercado». Nuestras oraciones se degeneran en una recitación repetitiva de nuestras necesidades y deseos. Mientras que el Padre nos invita a orar por todo lo que nos preocupa, y está feliz y es generoso en responder, la oración pública eficiente incluye tres tipos de oración:
  • Adoración (Sal 95:1-4). Las oraciones de adoración deberían apuntar a un asombro afectuoso. Dios es infinitamente digno y solo la adoración puede satisfacernos plenamente. Esta es la forma más básica de oración.
  • Confesión (Sal 51). Las oraciones de confesión deberían apuntar a una tristeza agradecida.  Muchas iglesias son ajenas a incluir la confesión en sus servicios, pero sin ella el servicio no tiene verdadera integridad.
  • Súplica (Sal 25). Las oraciones de súplica deberían apuntar a una confianza urgente. Dios es glorificado cuando generosamente satisface nuestras necesidades de cuerpo y alma.
El punto no es que cada oración pública deba incluir las tres, sino que las tres deben estar presentes para proveer una dieta sana y estable en los servicios. Esto hará que la oración se mantenga equilibrada, dando gloria a Dios y dando fruto.

Saturar la oración con la Escritura

Dado que la Biblia es la Palabra de Dios y nos guía a todo lo bueno, verdadero y hermoso, nuestras oraciones públicas deben estar saturadas de la Escritura. Esto no es tan difícil como suena. Por supuesto que, cuanto más leemos, estudiamos, meditamos y memorizamos la Escritura, más naturalmente se volverá parte de nuestras oraciones. Podemos usar la Biblia en nuestras oraciones de dos maneras diferentes. Una manera es citar o parafrasear la Escritura en oración. Podríamos llamar a esto oración escritural. Orar el Salmo 103 podría sonar como: «Señor, bendecimos tu santo nombre y nos regocijamos en todos tus beneficios. Tú perdonas todos nuestros pecados. ¡Bendito sea tu santo nombre! Tú sanas todas nuestras enfermedades. ¡Bendito sea tu santo nombre! Tú redimiste nuestras vidas del pozo. ¡Bendito sea tu santo nombre!». Otra manera de usar la Biblia en la oración es expresar creativamente temáticas bíblicas más libremente. Podríamos llamar a esto oración desenvuelta: «Señor Jesús, nos has invitado —miserables mendigos— a tu banquete de bodas, no solo como invitados, sino como tu amada esposa, para estar unidos a ti para siempre. Eres un anfitrión lleno de gracia y un novio glorioso y has pagado el precio de la novia con tu sangre preciosa». Nota que las temáticas son completamente bíblicas, pero la expresión es más libre y contemporánea. Ambas son maneras legítimas de orar la Biblia. Una se inclina más hacia la forma (escritural) y la otra hacia la libertad (desenvuelta). Piensa en estas dos maneras de orar la Biblia como un músico experto tanto en música clásica (escritural) como en jazz (desenvuelta). Ten en cuenta que estos dos tipos de oración desde la Biblia están disponibles y cada una tiene sus beneficios. Practica (¡sí, practica!) ambas y crece hasta volverte un «músico» que ora de manera más completa.

Saber por qué cosas orar

Puede parecer abrumador pensar en cómo orar por una congregación completa, pero aquí es donde podemos tomar las riquezas de la historia de la iglesia hasta el presente para darnos diferentes modelos de oración intercesora. Ora como la iglesia primitiva y los reformadores oraron por estas cuatro áreas:
  • Autoridades civiles
  • Ministerio cristiano
  • La salvación de todas las personas
  • Los afligidos
Ora «de adentro hacia afuera» por:
  • Tu propia congregación
  • Otras iglesias centradas en el Evangelio en tu ciudad
  • Tu ciudad
  • Líderes y necesidades de la provincia o estado
  • Tu país
  • El mundo
Estos modelos nos ayudan a orar por necesidades más allá de lo obvio e inmediato y mantendrán nuestras peticiones frescas, relevantes e integrales.

Una última tarea

Fui profesor de la Biblia en una secundaria por treinta años, ¡así que está en mi ADN dar tarea! Lee Nehemías 9 en los próximos días y nota todas los tópicos y temas que desarrollaron los levitas en la oración pública. ¿Cómo puede ayudar esto a moldear tu oración personal (y pública) esta semana? Pat Quinn es autor de: Praying In Public: A Guidebook for Prayer in Corporate Worship [Orando en público: una guía para la oración en el culto de adoración], de donde fueron adaptadas algunas de las ideas de este artículo.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.