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Tres razones por las que debes predicar Santiago
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Tres razones por las que debes predicar Santiago

El Progreso del peregrino de John Bunyan nos ofrece una metáfora útil para el libro de Santiago. A Cristiano y Esperanza les había comenzado a parecer difícil el camino angosto. «Prosiguieron su camino aunque deseando otro mejor», escribe Bunyan. «Un poco más adelante había… una pradera a la cual daban entrada unos escalones de madera: se llamaba el Prado de la Senda-extraviada». Se veía más fácil y cómoda pero en el Prado de la Senda-extraviada terminaron siguiendo a Vana-confianza lo que resultaría en una serie de problemas. Fueron capturados por el Gigante Desesperación y encerrados en el Castillo de la Duda. La lección es simple: el camino que conduce a los problemas a menudo parece inofensivo e incluso en ocasiones, provechoso. El libro de Santiago trae a los pecadores que están en los Prados de la Senda-extraviada del pecado devuelta al camino angosto de Cristo que conduce a la vida (Mt 7:13-14). Deberías predicarlo a tu congregación por varias razones; a continuación, enumero tres.
1. Predica Santiago para traer a las ovejas devuelta a Cristo al enfrentar las pruebas (1:1-18)
El Evangelio es lo suficientemente poderoso como para proveer gozo incluso en las pruebas. La primera parte de Santiago trata principalmente del papel que juegan las pruebas en la vida cristiana:
  • Las pruebas exponen si nuestro gozo está firme en Cristo o no. Santiago 1:12 dice: «Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez que ha sido aprobado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que lo aman».
  • Las pruebas revelan si entendemos el corazón de Dios o no. ¿Dios nos tienta? Santiago 1:13 dice: «[...] Dios no puede ser tentado por el mal y Él mismo no tienta a nadie».
Santiago nos ayuda a entender que cada uno de nosotros es responsable de su propio pecado. Somos tentados cuando nuestros propios deseos nos atraen y nos seducen, alejándonos del camino angosto. Cuando llegan las pruebas, nuestra determinación se debilita y somos propensos a creer falsedades sobre Dios, el gozo y nuestra propia culpabilidad respecto al pecado. Colega pastor, predica Santiago para que tu congregación esté preparada para estas pruebas y para las tentaciones que las acompañan. Si lo haces, podrás fijar la mirada de tu iglesia en Dios como el Dador de toda buena dádiva (1:17-18). Les recordarás que solo Dios salva: «En el ejercicio de su voluntad, Él nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que fuéramos las primicias de sus criaturas» (1:18 [énfasis del autor]). Nuestra esperanza en la corona de la vida del 1:12 no se arraiga en la fuerza de nuestro amor. Descansa en la voluntad de Dios para que nos traiga a la luz por su sola Palabra que es poderosa para salvar nuestras almas (1:21). Esta es la obra de la buena noticia de la vida perfecta de Jesucristo, de su muerte sustitutiva y expiatoria, de su resurrección justificadora, de su ascensión que nos da el Espíritu, de su intercesión en el cielo y de su segunda venida prometida. Esta es la fuente de nuestro gozo en las pruebas y la base de todos los imperativos que siguen.
2. Predica Santiago para traer de vuelta de la fe falsa a todos los corderos (1:19-5:18)
Santiago 1:21 dice: «Desechando toda inmundicia y todo resto de malicia, reciban ustedes con humildad la palabra implantada, que es poderosa para salvar sus almas» [énfasis del autor]. Santiago no nos está dando una lista de obras para salvarnos a nosotros mismos. La sola «palabra implantada» salva, pero la fe real recibe la Palabra en una vida cambiada de arrepentimiento. Si un aviso publicitario llegara volando hasta la entrada del Prado de la Senda-extraviada, solamente diría: «solo escuchando la Palabra». La fe sin fruto es fe falsa. El puritano Thomas Manton escribe:
Todos somos propensos a separar la comodidad del deber y a contentarnos con un conocimiento estéril e infructífero en lugar del «verdadero conocimiento de nuestro Señor Jesucristo» (2P 1:8); como si todo lo que Él pide del mundo fuera solo unas pocas aprensiones desnudas, frías e inactivas de su mérito, como si todas las cosas fueran hechas así para nosotros y no nos quedara nada que hacer por nosotros. Esa es la miserable vanidad de muchos en esta época de forma que por pereza abusan de la dulzura de la gracia o del poder de ella[1].
La fe verdadera mata al pecado. Santiago nos dice que una profesión de fe es creíble cuando hay arrepentimiento. Predica Santiago para prevenir a la iglesia de nueve indicios de una profesión falsa y vacía:
  • Favoritismo que causa división en la iglesia (2:1-13).
  • Fe muerta sin obras (2:14-26). El Apóstol Pablo (Ro 3:28) y Santiago (2:24) no se contradicen. En este punto Frances Gench nos ayuda: «Pablo está tratando con obstetricia, con la manera en que comienza la vida nueva; Santiago… está tratando con pediatría y geriatría, con la manera en que la vida cristiana crece, madura y envejece»[2]. El punto que Santiago está planteando es que la salvación que viene del don de Dios de la sola fe no lleva a una fe que permanece sola.
  • Uso de palabras destructivas (1:19, 26; 3:1-12; 4:11-15; 5:12). Esta es una necesidad imperiosa en nuestra era de redes sociales.
  • Sabiduría falsa (3:13-18). La amargura, los celos y la ambición egoísta a menudo se disfrazan de sabiduría.
  • Narcisismo destructor de relaciones (4:1-10). Este es un pasaje permanente para la consejería bíblica: «¿De dónde vienen las guerras y los conflictos entre ustedes? ¿No vienen de las pasiones que combaten en sus miembros? Ustedes codician y no tienen, por eso cometen homicidio. Son envidiosos y no pueden obtener, por eso combaten y hacen guerra» (4:1-2a).
  • Orgullo en cuanto al tiempo (4:13-17).  «Sin embargo, ustedes no saben cómo será su vida mañana. Solo son un vapor que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece. Más bien, debieran decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello» (4:14-15).
  • Confianza en el dinero (5:1-6). «Su oro y su plata se han oxidado, su herrumbre será un testigo contra ustedes y consumirá su carne como fuego. Es en los últimos días que han acumulado tesoros» (5:3).
  • La queja de unos contra otros que también revela nuestra impaciencia por la segunda venida de Cristo (5:7-12). El pecado de la impaciencia por el regreso del Señor conduce a la queja contra otros (5:9). Mientras Jesús demora su venida, tenemos el privilegio y el gozo de aprovechar la razón de su retraso: que más vengan al arrepentimiento (cf. 2P 3:9, 15). No debemos malgastar el tiempo mordiéndonos y devorándonos unos a otros (cf. Ga 5:15). Hagamos discípulos, no nos quejemos unos a otros.
  • Aislamiento de una iglesia local (5:13-18). Parte de obedecer a los líderes (Heb 13:17) es compartir mi vida con los ancianos de mi iglesia para que oren por mí (5:14). Además, confesar mis pecados a otros compañeros cristianos (5:16). Cristo le ha dado a sus ovejas un hermoso regalo: una iglesia local para guardarse los unos con los otros. No te desvíes hacia el Prado de la Senda-extraviada del «cristianismo solitario».
3. Predica Santiago para que se lleven unos a otros de regreso a Cristo (5:19-20)
En nuestro pecado las sendas que nos parecen fáciles a menudo nos alejan del camino angosto de Cristo. Así que predica Santiago para reencauzar los corazones de vuelta al camino angosto del Evangelio: «Hermanos míos, si alguien de entre ustedes se extravía de la verdad y alguien le hace volver, sepa que el que hace volver a un pecador del error de su camino salvará su alma de muerte, y cubrirá multitud de pecados» (5:19-20). En un sentido esta es la marca principal del don de Dios de la fe genuina. Toda la carta de Santiago es un modelo de su exhortación final: haz volver al extraviado. Es una recapitulación de la Gran Comisión (Mt 28:18-20) no solo para la conversión de pecadores sino también para restauración de los cristianos que se han desviado. La vida cristiana no es fácil pero Santiago nos recuerda que Dios está obrando para traer a Él a los pecadores en su quebrantamiento. Dios está llamando a los pecadores a que se vuelvan a Él a través de nosotros (Mr 11:28; 2Co 5:20). Santiago nos llama a traer a pecadores a Cristo quien en amor busca y salva.
«Perverso y necio me aparté, Pero en su amor Él me buscó, Y en sus hombros suavemente me cargó, Y a casa jubiloso me llevó» (cf. Sal 23:1-6; Mt 18:10-14; Jn 10:1-18)[3].

Encuentra aquí la serie completa “Predicando toda la Biblia”.

Este recurso fue publicado originalmente en 9Marks. Traducción: Marcela Basualto.

[1] Manton, Thomas The Complete Works of Thomas Manton [Las obras completas de Thomas Manton, (Volumen 4)], (Carlile: The Banner of Truth Trust, 2020), 7 [traducción propia].

[2] Guench, Hebrews and James [Hebreos y Santiago], 106 citado por Blomberg, Craig L. y Kamell, Mariam J. James Exegetical Commentary on the New Testament [Comentario exegético de Santiago en el Nuevo Testamento], Grand Rapids: Zondervan, 2008), 139 [traducción propia]. Hay muchos más matices en este pasaje que, debido al espacio que este artículo nos permite, no podemos profundizar.

[3] Himno King of Love [El rey de amor].