volver
Photo of Cuatro razones por las que debes predicar Judas
Cuatro razones por las que debes predicar Judas
Photo of Cuatro razones por las que debes predicar Judas

Cuatro razones por las que debes predicar Judas

Si estuvieras plantando una iglesia, ¿qué libro de la Biblia predicarías primero? Me imagino que no muchos dirían Judas. Pero allí estábamos, tomando la Cena del Señor, cuando por primera vez nos reunimos como iglesia local, comprometiéndonos los unos con los otros en amor, todo inmediatamente después de escuchar las maravillosas promesas y serias advertencias de uno de los libros más ignorados del Nuevo Testamento. Judas nos enseña que los verdaderos cristianos luchan por la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos. Judas nos indica que los verdaderos cristianos rechazan todo sustituto y se mantienen fiel a Aquel que no los dejará ir. En resumen, los cristianos de todas las épocas deben guardar la doctrina como Dios los guarda a ellos. Ese es el mensaje de Judas. ¿Por qué deberías predicar el libro de Judas? Aquí hay cuatro razones de por qué deberías hacerlo.
1. Judas arraiga nuestra identidad como cristianos en lo que Dios hace por nosotros, no en lo que nosotros hacemos por Él
Si tu iglesia se parece a la mía entonces está llena de hombres y mujeres que se confunden con la naturaleza de sus obras y de su salvación. Aunque es posible que nadie les niegue abiertamente su gloriosa identidad como pecadores redimidos, muchos cristianos se preocupan y viven como si lo que hacen por Dios fuera lo que mueve su relación con Dios. Judas invalida esta idea desde el primer versículo. Los cristianos son «los llamados, amados en Dios Padre y guardados para Jesucristo» (v. 1). Es Dios quien nos llama, nos ama y nos guarda. Para el Evangelio es fundamental el hecho de que a menos que Dios soberanamente elija salvarnos, deleitarse en nosotros y preservarnos, no tenemos ninguna esperanza. A pesar de todo lo que Judas nos exhorta a luchar (v. 3), a acordarnos (v. 17), a edificarnos y a orar unos por otros (v. 20), a esforzarnos a conservarnos en el amor de Dios (v. 21), todo se basa en la verdad de lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo (v. 1) y en el poder preservador que ejerce para llevarnos a casa (v. 24). Es Dios quien nos salvó, nos está salvando y nos salvará. Recuérdale a tu congregación que son llamados, amados y guardados por Dios, no por su esfuerzo sino fundamentalmente por su gracia.
2. Judas prepara a toda la iglesia para luchar contra los impostores que divulgan una fe falsa
La vida cristiana es un deporte en equipo. Así que cuando Judas nos advierte de los falsos maestros y de quienes hacían profesiones falsas de fe, no les escribe a los ancianos ni al pastor ni a los líderes, le escribe a toda la iglesia. Judas dice que todos nosotros debemos «luchar ardientemente por la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos» (v. 3). Para cambiar de metáfora, él dice que son aquellos en las bancas de la iglesia los que deben ser capacitados para la batalla (Ef 4:12) y ser desplegados a la primera línea, listos para rebatir la falsa doctrina y permanecer firmes contra los vaivenes de la cultura. ¿Necesita tu congregación instrucción para reconocer la diferencia entre la verdadera fe cristiana y todas las imitaciones? Entonces, ¡predica Judas! No te sorprendas si terminan siendo más capaces de reconocer lo que no es sana doctrina, aun cuando aparezca en un libro en la sección «cristiana» de Barnes & Noble[1]. Judas ofrece una clase magistral que nos enseña a detectar la falsa religión, mientras llama a aquellos que «se han infiltrado encubiertamente, los cuales desde mucho antes estaban marcados para esta condenación, impíos que convierten la gracia de nuestro Dios en libertinaje, y niegan a nuestro único Soberano y Señor, Jesucristo» (v. 4). Instruye a tu congregación para que esté atenta y pueda reconocer a los maestros que no dicen realmente lo que creen, nunca hablan de juicio, ni tienen la santidad de sus oyentes como su objetivo e imparten una gracia barata. En definitiva, por sus palabras o por sus vidas, estos «maestros» niegan a Cristo.
3. Judas nos recuerda la naturaleza inmutable del Dios que ha juzgado y que juzgará
Si es la dulzura de los primeros y últimos versículos lo que te motiva a predicar Judas, te advierto que hay mucho juicio en el medio. Y creo que esa es una razón poderosa para predicar este libro. Los versículos 5 al 16 explican cómo los previos actos de juicio de Dios (a la generación en el desierto y, a Sodoma y Gomorra) deberían advertirnos de su juicio final venidero. Tal como el juicio de Dios recayó previamente en aquellos que no creyeron (v. 5), de igual modo Dios juzgará a aquellos que no se apartan de su pecado ni estén esperando recibir misericordia (v. 21). Judas es muy claro en decir que el Dios del Nuevo Testamento es el mismo Dios del Antiguo Testamento: Él es inmutable. Vivir como si Dios fuera malo en el Antiguo Testamento pero bueno en el Nuevo, es simplemente un error. Es más, hacer caso al llamado que algunos hacen a «deconectar» el Antiguo Testamento de nuestro cristianismo, es desviarse de la fe apostólica entregada a la iglesia primitiva y ahora confiada a los creyentes actuales. El juicio viene. La eternidad está en juego. Dios no será burlado. Judas se asegurará de que prediques el destino final de aquellos que no se aferran a Cristo por fe. A medida que lo hagas, estarás advirtiendo a aquellos que profesan a Cristo, pero sus vidas no están cautivadas por Él. Puede que decir la verdad de esta forma misericordiosa sea incluso el medio por el cual Dios «arrebate del fuego» (v. 23) a algunos.
4. Judas proclama buenas nuevas para aquellos que tienen una fe más débil
Nuestras iglesias están llenas de creyentes que dudan. Dudan de la bondad de Dios. Dudan de su amor. Dudan de su salvación. Los pastores dudamos también, algunos más que otros. Todo el que ha seguido a Jesús por un tiempo, por corto que sea, ha aprendido en forma dolorosa que es incapaz de vivir la vida cristiana íntegramente. Por eso sabemos que, si nuestra salvación final dependiera de nosotros, no habría duda alguna de que tropezaríamos, caeríamos y perderíamos nuestra relación con Dios. Pero esa es la buena nueva: ¡no depende de nosotros! «Y a Aquel que es poderoso para guardarlos a ustedes sin caída y para presentarlos sin mancha» (v. 24). La gloria es de Dios (v. 25) porque Él es quien nos sostiene y nos guarda. Para aquellos que titubean cada día y, a veces a cada hora, es extremadamente una buena nueva saber que no somos salvos por el poder de nuestra fe sino por el poder de Dios sobre nosotros. Pastor, tu tarea es esforzarte por presentar a todos «perfectos» en Cristo (Col 1:28), no solo a los más fuertes. Anima a las ovejas más débiles señalándoles la verdad del Evangelio en Judas, para que un día puedan estar firmes en «presencia de su gloria con gran alegría» (v. 24).
Este recurso fue publicado originalmente en 9Marks.

[1] N. del T.: Barnes & Noble, Inc. es la librería más grande de los Estados Unidos.