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Cuatro razones por las que debes predicar Jonás
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Cuatro razones por las que debes predicar Jonás

Cuando llegué a mi iglesia hace nueve años, comencé a dar vueltas de aquí para allá entre el Antiguo y el Nuevo Testamento y entre los diversos los géneros literarios. Rápidamente, escogí predicar Jonás. Pensé, «¿a quién no le gusta Jonás? Es el cuento de la ballena, ¿no?». Eh, quizás no. Sin embargo, incluso siendo un predicador joven, mi congregación y yo, rápidamente descubrimos que el gran pez de Jonás en realidad era un objeto de utilería que se asemejaba a un submarino usado para alejar de Dios a este profeta que se ausenta sin permiso aún más de lo que pudo haber imaginado solo para descubrir que incluso en las profundidades del mar, Dios todavía estaba ahí, buscándolo, preparándolo y enviándolo. Dios nunca perdió de vista a su profeta y Dios nunca perdió de vista a Nínive. Jonás es un gran libro para predicadores jóvenes que buscan predicar sobre un profeta menor. Casi podría volver a titular Jonás como El evangelismo y la soberanía de Dios, pero J. I. Packer ya tiene los derechos de ese título y no tengo el hábito de cambiar los nombres de los libros de la Biblia.

Resumen

Jesús mismo parece confirmar claramente a Jonás como una figura histórica (Mt 12 y Lc 11), un duro contemporáneo de Amós y Oseas, que parece representar al típico judío. De la misma manera, 2 Reyes 14:25 aboga en favor de la historicidad de Jonás al ubicar su profecía durante el reinado de Jeroboam II, rey de Israel, durante los años 793-753 a.C. Dios lo envía en una misión para advertirles a los ninivitas: «Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada» (Jon 3:4). A primera luz, el mensaje suena simple y fresco, aunque sombrío. Sin embargo, Jonás huye a Tarsis (1:3), dirección opuesta a Nínive. Su desobediencia fue quizás tan teológica como geográfica. Nota que Jonás huyó «lejos de la presencia del Señor» (1:3). David Stronach de la Universidad de California en Berkeley da un ejemplo de por qué Jonás podría haber escapado: «en una columna de piedra, un gobernador asirio se jactó de los “nobles que despellejó”. Reportó: “quemé a tres mil cautivos con fuego. No dejé a ningún rehén con vida. Les corte las manos y los pies a algunos; las narices, las orejas y los dedos a otros. Les saqué los ojos a varios soldados. Quemé doncellas como holocausto”». No puedes culpar al predicador por no querer visitar un lugar como ese (en ese entonces o ahora). En Jonás 2, Dios pone a Jonás dentro del estómago de un pez por tres días antes de que lo escupiera en tierra. En Jonás 3, Jonás obedece el mandamiento de Dios, y finalmente le entrega el mensaje a Nínive. Maravillosamente, los ninivitas se arrepienten y Dios cede. No obstante, ¿cómo responde Jonás? Lo primero que podrías creer es que este profeta misionero se alegraría, pero no es así. En Jonás 4:1 se nos dice lo contrario: «Pero esto desagradó a Jonás en gran manera, y se enojó». ¿Por qué? Jonás 4:1 revela esto al agregar un detalle en retrospectiva que estuvo ausente intencionalmente desde el principio: «Por eso me anticipé a huir a Tarsis. Porque yo sabía que tú eres un Dios clemente y compasivo, lento para la ira y rico en misericordia, y que te arrepientes del mal anunciado». Jonás no huyó porque temía que los ninivitas lo mataran; temía que Dios los salvara. Para Jonás, Nínive no representaba peligro tanto como la voluntad del Señor.

Cuatro razones para predicar este libro

1. Jonás nos confronta a todos nosotros con la voluntad soberana de Dios
Dios dice, «ve»; Jonás dice, «no». Mucho antes de que Kevin DeYoung escribiera Just Do Something [Solo haz algo], las personas entusiastamente buscaban comprender la voluntad de Dios. Sin embargo, no es así con Jonás y él huye lejos de ella, no corre tras ella. Mientras que el mensaje y la misión de Jonás eran únicas, los altibajos de sus luchas con la voluntad claramente revelada de Dios son común para toda la humanidad. Uno de los impresionantes contrastes de este libro es la dicotomía entre la manera en que Jonás responde a la Palabra de Dios y la manera en que los paganos ninivitas responden. Jonás huye, pero Nínive se arrepiente. Adicionalmente, todos podemos identificarnos con ese sentimiento cuando la Palabra de Dios resuena en nuestras almas y comienza a sacar algunos pecados, deseos o prácticas. ¿Qué haces con ese sentimiento? ¿Tomas tus zapatillas deportivas y corres? Si es así, ¿hacia dónde corres?
2. Jonás nos muestra que no existe lugar para apartarte de la mirada de Dios
En el Salmo 139:7, David le pregunta a Dios: «¿Adónde huiré de tu presencia?». Jonás responde la pregunta de David de un modo vívido e interrumpido. Dios habla; Jonás huye. Mientras huye, Dios corre junto a él sin esforzarse, y provee un barco para ayudarlo a pensar que ha escapado. No obstante, solo para destacar que Dios no está impresionado por cuánto esfuerzo y cuán lejos Jonás corrió, Dios lo despierta de su siesta de aparente victoria solo para llevarlo a la completa profundidad del mar, más profunda que el Seol. Ahí, Jonás descubre que su huida fue reservada por Dios; Dios lo llevó a las profundidades para que no solo aprendiera que él no puede escaparse de la presencia de Dios, sino que también que Dios podría levantar la mirada de Jonás de vuelta al Dios cuya mirada nunca lo dejó. No pierdas de vista esto: el pecado lleva al dolor y la santidad a la felicidad. A veces, es necesario que un gran pez te trague para rescatarte de la desobediencia. No sé tú, pero yo prefiero no ser el anzuelo de un pez para ser vomitado en la orilla de una costa para una segunda oportunidad de obediencia.
3. Jonás expone el corazón de Dios detrás de su voluntad
Este libro revela el «corazón» de Dios así como la «voluntad de Dios», y no hay desunión aquí. La Palabra de juicio de Dios contra el pecado palpita con el corazón de Dios para salvar pecadores. Piensa cuán diferente es esto de Jonás mismo. Dios busca el bien de sus enemigos incluso mientras el corazón humano de su profeta demuestra ser más o menos lo opuesto. El libro de Jonás funciona un poco como Memento, una de esas películas que ocultan un detalle crucial desde la primera escena hasta que más adelante en la historia, en efecto, cambia completamente el significado de todo lo que lo precedió. Aquí, este detalle emerge al final de Jonás 4, donde se comprende la intención de Dios detrás de la advertencia. Jonás funciona al inverso a Isaías, el profeta que le dice a Dios: «Aquí estoy; envíame a mí» y con la posterior respuesta de Dios diciéndole que nadie responderá. Aquí Dios envía a su evangelista a aquellos que parecen estar más lejos de Dios. Él predica, ellos se arrepienten y Dios cede. Y Jonás está… ¿deprimido? Espera. ¿Qué? La retrospectiva le da sentido a la respuesta de Jonás: ¡Ah Señor! ¿No era esto lo que yo decía cuando aún estaba en mi tierra? Por eso me anticipé a huir a Tarsis. Porque yo sabía que tú eres un Dios clemente y compasivo, lento para la ira y rico en misericordia, y que te arrepientes del mal anunciado. Y ahora, oh Señor, te ruego que me quites la vida, porque mejor me es la muerte que la vida. Jonás no huyó debido a que le temía a Nínive, sino que debido a su odio hacia ellos. Ellos eran crueles y malvados. Jonás los veía como menos que humanos, menos valiosos que la planta que le dio sombra a él. En resumen, Jonás era un racista. Él no veía a otros con el corazón del Dios de Abraham que prometió que bendeciría a todas naciones por medio de él en Génesis 12. El juicio de Dios no hizo huir a Jonás. La violencia de los ninivitas no hizo huir a Jonás. La misericordia de Dios hacia los odiados enemigos de Jonás fue lo que lo hizo huir. Jonás anticipó la misericordia de Dios y él la odió. El libro de Jonás nos pregunta si nuestros corazones laten con Dios de tal manera que esperemos felices que Dios salve personas bastante diferentes a nosotros, incluso a nuestros enemigos, para que lo glorifiquemos con una exposición abierta de su misericordia.
4. Jonás nos apunta hacia Jesús
Es difícil perder las conexiones con Cristo. Intentaré limitarme a las tres que son más claras. En primer lugar, tanto Jonás como Jesús dieron sus vidas para salvar pecadores. El eterno Hijo de Dios nunca se inmutó por venir a rescatar a rebeldes y enemigos para llevarlos a sí mismo a costa de su propia vida. En el Antiguo Testamento, el agua representa el caos que separa al hombre de Dios. Difícilmente uno puede pasar por alto el presagio de Cristo en los marinos que arrojaron a Jonás al mar para silenciar la tormenta que amenazaba con hundir el bote (Jon 2). Jonás argumentó que su muerte sustitutoria salvaría sus vidas, aun temporalmente. Por supuesto, la ironía de ironías es que la huida de Jonás de la voluntad de Dios para salvar a los pecadores ninivitas en realidad llevó a la salvación de incluso más gentiles: los marineros que él esperó que lo ayudaran a escapar de Dios. En segundo lugar, Jesús sometió su voluntad a la de Dios en su humanidad, mientras que Jonás valoró su propia voluntad por sobre la de Dios. Para estar claros, Jesús se sometió a Dios el Padre en su humanidad no en su deidad. Dios el Hijo y Dios el Padre nunca están en desacuerdo. El Dios trino tiene una voluntad; es así de simple. Sin embargo, al contrastar Jonás con Jesús nos ayuda a exaltar a Cristo. La muerte de Jonás parece casi suicida y nada nos lleva a pensar que su deseo de muerte ilustra una rendición a la voluntad de Dios de predicarle a los ninivitas. De hecho, su depresión en respuesta al arrepentimiento y a la salvación de los ninivitas confirma que mientras el corazón de Jonás hacia Dios podría haber cambiado en Jonás 2, él no aceptó la voluntad de Dios completamente desde su corazón. Por supuesto, Jesús es mayor que Jonás. El mar que Jonás enfrentó parece pequeño mientras consideramos a Jesús frente a la orilla mirando hacia el mar aparentemente interminable de la ira de Dios, cuando lo vemos en el Huerto de Getsemaní en el momento que preguntó si la copa podría pasar de sus labios incluso mientras proclamaba: «Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc 22:42). El Nuevo Testamento retoma a Jonás como un tipo de Cristo que ilustra a Jesús bajando y siendo tragado por la muerte antes de ser resucitado a la vida, demostrando victoria sobre el caos que separa al hombre de Dios. Ese pez fue como un carro fúnebre anfibio que bajaba a Jonás a la muerte por tres días. Por supuesto, la muerte que Jesús enfrentó era más que metafórica y su salvación perduró más de un día (Mt 12). El mundo también es un tipo de Nínive y Dios lo derrocará en el último día. Sin embargo, hoy es el día de salvación para todos los que escuchan la voz de Cristo, para todos los que se arrepienten y creen las buenas noticias de que hay perdón y redención con el Dios cuyo corazón late con misericordia y gracia. Alabado sea Dios por Jesús, ¡el gran Jonás! Podemos hacer esto todo el día, pero hay una conexión final cuando comparamos a Jesús en Marcos 4 con Jonás 2. En tercer lugar, Jesús es el Dios-Hombre. Los marineros lanzaron a Jonás al agua porque temían la tormenta. No obstante, existe un detalle inesperado que podrías haber pasado por alto. Cuando la tormenta cesó, los marineros se asustaron mucho: «Y aquellos hombres temieron en gran manera al Señor; ofrecieron un sacrificio al Señor y le hicieron votos» (1:16). En la versión griega del Antiguo Testamento, la Septuaginta, la construcción gramatical para este miedo es esencialmente «súper asustados al cuadrado». Esa frase es usada casi exclusivamente en griego para describir una teofanía (cuando las personas se conectan con Dios). Interesantemente, el Evangelio de Marcos probablemente es una recopilación de sermones de otro tipo familiarizado con Jope y los botes: el apóstol Pedro. Difícilmente puedes leer Marcos 4 sin sentir el impulso de volver a Jonás 2. Creo que Marcos y Pedro querían que pensáramos de esa manera. Y, sin embargo, las discontinuidades destacan cómo Jesús es mejor que Jonás. En Marcos 4, Jesús simplemente despierta de su sueño para unirse a los discípulos que le temen a la gran tormenta. Jesús despierta y calma la tormenta: «¡Cálmate, sosiégate!» (Mr 4:39). Pocos han tomado nota de la sorprendente similitud entre la respuesta de los marineros de Jonás y los discípulos de Jesús en Marcos 4:41; los discípulos estaban «llenos de gran temor». Esa es la misma construcción que encontramos en Jonás 2:16: súper asustados al cuadrado. Ellos sintieron un encuentro con Dios. ¿Por qué esto importa? Los marineros de Jonás se maravillan ante el poder de Yahweh cuando la tormenta cesa; los discípulos de Jesús se maravillan de Jesús, preguntando: «¿Quién, pues, es este que aun el viento y el mar le obedecen?». ¿La respuesta? Este es el Dios-Hombre que calmará un caos más grande en la cruz. En otras palabras, el hombre Jesús es Dios mismo.  

Encuentra aquí la serie completa "Predicando toda la Biblia".

Este recurso fue publicado originalmente en 9Marks. | Traducción: María José Ojeda
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Cuatro razones por las que debes predicar Jueces
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Cuatro razones por las que debes predicar Jueces

Se me ha dado la tarea de considerar las razones por las que alguien debiera predicar el libro de Jueces. Jueces es la transición de Israel desde el  liderazgo de los jueces, o libertadores, empoderados por el Espíritu a un rey humano empoderado por el Espíritu. Al hacer eso, el libro apunta hacia la monarquía Davídica como el medio de Dios para liberar a su pueblo (no solo de las naciones enemigas, sino que también los unos de los otros e incluso de sus propios corazones pecadores). Jueces es el peor libro en el Antiguo Testamento. Si no fuera por la muerte de Cristo, sería el peor libro en toda la Biblia. Está saturado de eventos tóxicos: genocidio, guerra santa, esclavitud y opresión a la mujer. Esto tienta a algunos a pensar que la Biblia aprueba este libro de horrores[1]. Muchos han notado que Jueces no es un libro solo malo, pues a medida que avanza se pone cada vez peor. Y, cuando llegamos al final, incluso los pecados conocidos de Sodoma y Gomorra de Génesis 19, que resultaron en fuego y azufre, se vuelven insignificantes en comparación con el pecado de Israel en Jueces 19, marcado por la notoria ausencia de Dios. Pareciera que al final de Jueces, Dios ni siquiera quería tocar a Israel. Si este resumen no te convence a predicar Jueces, permíteme ofrecerte cuatro mejores razones para predicarle Jueces a tu congregación.
1. Dios es el héroe de la historia
Cuando piensas en Jueces, apuesto que tu mente rápidamente salta a la valentía de Débora, el vellón de Gedeón o a la fuerza de Sansón. Los primeros 16 capítulos se centran en los jueces empoderados por el Espíritu que se parecen más a Los Vengadores que a expertos legales. Sansón se parece más a Thor que a la típica jueza de los programas populares de televisión. Pero en realidad, con la notoria excepción de Otoniel, este libro hace todo lo posible para mostrar que estos héroes humanos son todos inútiles en un sentido u otro. Barac necesita que Débora sostenga su mano si es que va a confiar y a obedecer la Palabra de Dios. Gedeón necesita reafirmación constante de Dios para que pueda confiar en él. Sansón se aprovecha de los buenos regalos de Dios para obtener beneficios egoístas. Una y otra vez, estos héroes humanos revelan que la salvación viene de la iniciativa de Dios no de los hombres. Dios es el gran héroe de Jueces.
2. Existen efectos del pecado que son individuales y comunitarios
Jueces continúa donde termina Josué: con el pueblo de Dios obedeciendo el mandato de Dios de tomar la Tierra Prometida. Pero el momento pierde velocidad en Jueces 1:27 cuando «Manasés no tomó posesión de Bet Seán y sus aldeas» y una gran cantidad de otras tribus. En los versos que siguen, el autor registra que Efraín, Zabulón, Aser, Neftalí y Dan también fallaron en expulsar a los pueblos que Dios les había ordenado sacar de ahí. La desobediencia comunitaria se filtra progresivamente y cada vez más en las  vidas del pueblo de Dios hasta el final de Jueces, capítulos 17 al 21, donde dominan dos realidades: la ausencia de Dios y el repetido refrán, «en esos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía bien ante sus propios ojos» (17:6, 21:25; cf. 18:1, 19:1). No aparecen más libertadores  después de Jueces 17, y el pecado del pueblo de Dios, entre ellos, alcanzó su punto más profundo cuando la tribu de Benjamín (la tribu de Saúl) violó y asesinó a la concubina del Levita en el centro de la ciudad. La brújula moral de Israel está tan rota que la respuesta «justa» de Israel al pecado de Benjamín casi resultó en el genocidio de esa tribu. Cuando Israel reconoció su pecado, ellos buscaron hacer «justicia» al esencialmente secuestrar y violar a 400 hijas vírgenes de Jabes Galaad y de Silo (Jueces 21). Esto explica el último versículo del libro, «En esos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía bien ante sus propios ojos». El punto aquí es oscuro, pero simple: a medida que el pueblo se alejaba de la obediencia a su Dios soberano, iban tras pasiones pecaminosas y decaían progresivamente. Inevitablemente, esto resultó en tratos que son menos que humanos hacia otros pueblos. El pecado crece y da forma tanto a personas de manera individual como a comunidades, dando como resultado una caótica injusticia y dolor.
3. Jueces enseña cómo Dios valora a las mujeres
Me doy cuenta de que esta afirmación está cargada con una obvia ironía. Una lectura rápida de Jueces parece argumentar lo opuesto. Los hombres tratan a las mujeres de una manera horrenda. Por ejemplo, en respuesta a la descripción de Jueces 19 del autor, Phyllis Trible escribe, «a él tampoco le importa mucho el destino de la mujer»[2]. Para ser claros, no estoy diciendo que el hombre de Jueces valore a la mujer. Al contrario, gradualmente, ellos aumentan la opresión. Sin embargo, la perspectiva del autor presenta una imagen completamente diferente. El autor parece revelar la creciente pecaminosidad del hombre al exponer e incluso destacar la oscuridad cada vez mayor y el trato brutal hacia la mujer. De hecho, el caos de Jueces no tiene sentido en lo absoluto si el autor ratificara la victimización de la mujer. No tenemos tiempo para estudiar cada caso de la relación entre mujeres y hombres en Jueces; son demasiadas. No obstante, déjame darte algunos pocos ejemplos que demuestran cómo estas relaciones entre hombres y mujeres son tanto descriptivas como condenatorias. En primer lugar, previo a la rebelión de Israel en Jueces 1:11-15, leemos sobre Acsa y Otoniel; ellos representan el ideal de hombre y mujer funcionando en armonía. Otoniel es entonces levantado como un juez en Jueces 3:7-11. A lo largo del resto del libro, las relaciones entre hombres y mujeres sirven como un tipo de barómetro espiritual para ver cuán bajo cae el pueblo (espiritual, teológica, moral y étnicamente, etc). A diferencia de Otoniel, Barac se rehusó a confiar y a obedecer a Dios. Finalmente, necesitó que Débora fuera su manta de seguridad porque él se rehusaba a ver a Dios como su escudo. Como resultado, Jael, una extranjera, mata al general del enemigo, Sísara, y recibe el crédito por liberar a Israel (en lugar de Barac). Interesantemente, Sísara es descrito como si estuviera encorvado dentro del útero de su madre tendido como una alfombra y Jael lo alimenta con leche como una madre antes de enterrarle una estaca en la cabeza. Más tarde, Jefté sacrifica a su propia hija como resultado de una precipitada promesa a Dios, un acto que Daniel Block llama «lo último en abuso»[3]. ¿Y cómo olvidar los aprovechamientos sexuales de Sansón que finalmente lo llevaron a su muerte? El apogeo del libro (o quizás sea mejor decir su punto más bajo) llega al final de Jueces con la violación en grupo de la concubina seguida de un casi genocidio de la tribu de Benjamín y el rapto y la violación en masa de las hijas de Silo. En resumen, el libro de Jueces es absurdo si el autor ratificara este terrible trato hacia las mujeres a lo largo del libro. Noten que mientras peor es el trato hacia la mujer, más hombres hacen lo correcto ante sus ojos y Dios parece estar menos presente.
4. La oscuridad de Jueces destaca la belleza de Rut y la gloria de Dios en la redención
Hay un pero con Rut: demasiadas veces, se predica aisladamente de Jueces aun cuando su historia se desarrolló «en los días que gobernaban los jueces» (Rut 1:1). Si uno leyera ambos juntos, tomando el contexto histórico de los escritos de Rut, entonces la relación entre Ruth y Jueces casi parece ser la respuesta de Dios de una nueva creación en un mundo caótico. A lo largo de Jueces, las relaciones entre mujeres y hombres se deterioran y Dios está notoriamente ausente. A lo largo de Rut, se nos presenta a Booz y a Rut como una pareja ideal cuya armoniosa historia supera a la de Acsa y Otoniel en Jueces 1. Muchos afirman que las irónicas relaciones entre mujeres y hombres están enraizadas en el Sitz im Leben del autor de Jueces: su contexto de vida. El autor de Jueces, dicen, ejemplifica un punto de vista abusivo y patriarcal. Yo refutaría que la raíz de las relaciones irónicas entre hombres y mujeres se originan mucho antes que la era de los jueces: en Génesis 1 y 2. Por tanto, a medida que en Jueces se cae más en pecado, las relaciones del clímax de Dios se desmoronan en caos. Mujeres son abusadas y el espiral descendente continúa. No obstante, en la sorpresiva y soberana gracia de Dios, este espiral es revertido en el libro de Rut. Booz redime a Rut (estéril, viuda y moabita) y lucha por ella felizmente como su pariente redentor. Booz le da un nombre, y, finalmente, le da hijos de quienes finalmente nacería el rey David. Dios está contra el abuso de la mujer; más aún, Dios promete arreglar las cosas cuando menos lo pensemos.  

Encuentra aquí la serie completa "Predicando toda la Biblia".

Este recurso fue publicado originalmente en 9Marks. | Traducción: María José Ojeda

[1] S. Cyril Rodd, Glimpses of a Strange Land: Studies in Old Testament Ethics [Destellos de una tierra extraña: estudios sobre la ética del Antiguo Testamento] (Edinburgh: T&T CLark, 2001), 1-402.

[2] Phyllis Trible, Texts of Terror: Literary-Feminist Readings of Biblical Narrative [Textos de terror: lecturas literarias feministas de la narración bíblica] (Philadelphia, PA: Fortress Press, 1984), 37-38.

[3] Daniel I. Block, Unspeakable Crimes: The Abuse of Women in the Book of Judges [Crímenes impronunciables: el abuso de mujeres en el libro de Jueces], SBJT 2/3 (Fall 1998), 49.

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¿Cómo es un buen sermón? Cinco preguntas que debemos hacer
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¿Cómo es un buen sermón? Cinco preguntas que debemos hacer

A lo largo de los años, he escuchado muchos sermones que me han conmovido hasta las lágrimas; sin embargo, al observarlos más de cerca, descubrí que elementos importantes de un buen sermón estaban ausentes. A pesar de todo mi entrenamiento, recientemente me di cuenta de que no sabía cómo era un buen sermón cuando uno me golpeó en la cara. Hace poco descubrí esta evidente falla mientras escuchaba predicar a nuestros aprendices pastorales. Creé una rúbrica con elementos importantes que debe tener buen sermón para dar una retroalimentación reflexiva con el fin de mejorar los sermones de nuestros estudiantes. Noté que de vez en cuando oía un sermón que clasificaba como «no tan bueno» solo por lo que me hacía sentir. No obstante, una vez que comencé a considerar los elementos de un buen sermón, reconocí que algunos sermones «bajo el promedio» eran en realidad bastante útiles. Mis instintos solos simplemente habían fallado.

¿Sabes cómo es un buen sermón?

¿Y tú? ¿Cómo sabes que escuchaste un buen sermón? ¿Te hizo sentir realmente bien o muy mal contigo mismo, con los demás o con Dios? ¿Cómo puedes confiar en tus sentimientos? ¿Esos sentimientos alguna vez te han mentido? ¿Sabes cuándo confiar en tus sentimientos? O quizás no son tus emociones las que provocan que categorices a un sermón como útil. Quizás es la impresión que tienes de cómo otros (como tu familia no cristiana) podrían recibirlo. Sabes que ellos necesitan un mensaje que sea lo suficientemente divertido como para bajar las barreras, pero también lo suficientemente claro para llamarlos al arrepentimiento y a la fe en Jesús. O tal vez solo tienes un muy buen instinto que te dice cuándo has escuchado una «palabra de Dios» en lugar de todas esas otras palabras menores que son solo mentirosas. ¿Estás seguro de que sabes cómo es un buen sermón a partir de uno malo?

Definición de «bueno»

Primero que todo, supongo que debemos definir lo que es «bueno». Uso este adjetivo versátil como un marcador para los sermones que madurarán y fortalecerán tu doctrina y tu vida a lo largo del tiempo, sermones que santificarán y transformarán tanto a las personas como a las iglesias (tal vez no después de solo un domingo, sino que seguramente después de años y años de domingos). Solo para ser claro, solo Dios puede crear sermones «extraordinarios» y predicadores «extraordinarios». Solo Dios crea las respuestas únicas que evocaron las predicaciones de Charles Spurgeon y debemos celebrar estos movimientos únicos del Espíritu. No obstante, también debemos apoyar y celebrar a los pastores fieles que trabajan duro, que predican fielmente, que aman a su gente y que persisten con una paciente fidelidad. La mayoría de los pastores son más parecidos a Charles Simeon que a Charles Spurgeon, cuyos primeros años de ministerio incluyeron tomates lanzados a su rostro y bancos vacíos. Ambos predicaron fielmente; solo uno recibió admiración. Con eso en mente, a continuación les comparto cinco preguntas importantes que los ayudarán a detectar un buen sermón.
1. ¿Es la Palabra de Dios la parte más importante del sermón?
Recientemente, he escuchado un montón de sermones que eran retóricamente sólidos, pero teológicamente débiles. Mientras escuchas, ten cuidado de no confiar demasiado en tus emociones. No solo he etiquetado un buen sermón como malo desde el principio, también me he visto enganchado a un mensaje retóricamente sólido pero centrado en el hombre y que al examinarlo más de cerca, me di cuenta de que abrazó teología no bíblica. No estoy diciendo que el ethos y el pathos no significan nada. Sin embargo, Pablo dice que los pastores deben predicar la Palabra, no conmover el alma, el corazón o la mente. Así que es importante hacerse la pregunta: ¿es la Palabra la que te lleva a apreciar un sermón? ¿Estás más interesado en las historias del predicador que en Dios? Esto podría sonar obvio, pero, cuando estás evaluando el significado de la palabra predicada, ¿lo haces de una manera experiencial?
2. ¿Te vas entendiendo el punto central del texto?
En otras palabras, ¿entiendes mejor tu Biblia gracias a que escuchaste este sermón? ¿Y ves que el pastor ha elaborado su mensaje de tal manera que su punto central era el punto principal de la Escritura de la cual predicó? Quizás sientes que el pastor no lo hizo. ¿Pero sentiste que se esforzó por entender el significado del texto en su contexto particular e hizo la agenda de Dios su agenda o viceversa? La predicación de Dios eleva la Palabra de Dios por sobre las ideas de los hombres. La buena predicación (predominantemente, pero no exclusivamente) es expositiva. La buena predicación va verso por verso a través de los libros de la Biblia con el fin de revelar el consejo completo de Dios. Demasiados predicadores predican ex cátedra, como el obispo de Roma que entrega dictámenes autoritarios, esperando que las personas confíen en sus palabras en lugar de señalarles a Dios.
3. ¿El predicador predicó de Jesús?
Espero que esta pregunta suene extraña para tus oídos. ¿Qué iglesia evangélica dejaría fuera a Jesús? Bien, en mi reciente año sabático, escuché un montón de sermones sobre textos del Antiguo Testamento que fueron predicados en enormes iglesias evangélicas conservadoras donde el nombre de Jesús no fue mencionado. Un sermón predicado en la iglesia de Cristo falló en mencionarlo. Encajaría perfectamente con cualquier sinagoga local. ¿Notarías que Jesús no fue el héroe de la historia semana tras semana? No obstante, no solo debemos preguntar si es que Cristo fue predicado, también debemos preguntarnos cómo fue predicado Cristo. ¿Fuimos expuestos al Cristo bíblico desde ambos Testamentos de una manera que no trataba a Jesús como un apéndice obligatorio de un buen mensaje judío? ¿El predicador dio a entender que Jesús vino y murió para que tú pudieras tener un mejor matrimonio e hijos más obedientes? Tanto cristianos como no cristianos no necesitan nada más que al Cristo vivo y resucitado. Así es como, en Hechos 8, Felipe parece haberle respondido al eunuco etíope que leía Isaías. Pareciera haber sido lo mismo que Jesús hizo camino a Emaús cuando abrió toda la Escritura y mostró cómo ellas hablaban de él. De hecho, tan solo lee el Nuevo Testamento y te darás cuenta cuán centrados en Cristo son sus autores. Necesitamos predicadores que prediquen como Jesús, como Pedro y como Pablo.
4. ¿El predicador aplicó el sermón a mi vida?
La convicción es obra del Espíritu Santo. Pero el Espíritu Santo dota a los predicadores y maestros para ayudar a los cristianos a aplicar la Palabra. ¿Sientes que el predicador buscó en oración conocerte? ¿Qué pasa con los otros cristianos que están en el salón que podrían ser diferentes a ti? Cristo está edificando a su iglesia con diversas personas de toda lengua y toda nación. ¿El pastor solo les habla a familias de clase media y habla sobre ellas? ¿O toma en cuenta a los no cristianos y a los cristianos nominales, a la gente mayor y a los jóvenes, a la gente de otras naciones y etnias, a los ricos y a los pobres, a los solteros y a los divorciados, a los casados y a los viudos? Podría continuar la lista, pero el punto es simple: cuando el predicador estudia el texto, ¿está pensando pastoralmente a través del texto sobre formas específicas en que la Palabra de Dios es relevante para las diversas personas en el contexto en el que él se encuentra? ¿O le predica a la congregación que tiene pero pensando en una congregación que le gustaría tener? ¿Su aplicación revela un cuidado guiado por el Espíritu por las almas que él pastorea? ¿O revela algo más, como pereza, intolerancia o desconsideración?
5. ¿El predicador habla como alguien que conoce a Dios o que sabe sobre Dios?
Fíjate que hasta este punto he hablado casi completamente sobre la presentación. Eso es porque la comunicación importa; no obstante, también puede ser exagerada y distractora. En esta pregunta, es crucial recordar que los predicadores actuarán de manera diferente en el púlpito porque los predicadores son diferentes tipos de personas. Algunos tendrán personalidades más extrovertidas y fuertes, mientras que otros serán más reservados. Algunos dirán bromas, mientras que otros no lo harán. El punto aquí no es ser normativo en esos asuntos de preferencia. Al contrario, simplemente quiero hacer la recomendación general de que los predicadores deben usar la emoción apropiada para el texto apropiado. ¿Él comunica gozo cuando habla sobre cosas buenas y seriedad cuando habla sobre cosas horribles? En otras palabras, ¿describe la experiencia cristiana como si solo la hubiese leído en libros o la expresa como si fuera una persona que realmente camina con Dios? He incluido la rúbrica de evaluación para ayudarte a escuchar mejor. Te sugiero que leas las preguntas del cuestionario primero, y luego toma notas mientras escuchas y solo contesta la evaluación después de que el sermón haya terminado. También me gustaría animarte a que no uses esto cada domingo. Es mejor usarlo para ayudarte a desarrollar categorías saludables con el fin de ayudarte a apreciar a los pastores fieles o a elegir una iglesia saludable para ti y tu familia.
Este recurso fue publicado originalmente en 9Marks.