volver
Photo of Cómo escuchar bien los sermones en línea
Cómo escuchar bien los sermones en línea
Photo of Cómo escuchar bien los sermones en línea

Cómo escuchar bien los sermones en línea

La mayoría de los cristianos consideran que el sermón del domingo es lo central de sus dietas espirituales. Es una comida nutritiva que la familia de creyentes comparte a medida que abren juntos sus Biblias en el pasaje semanal y la reciben por medio de la predicación de la Palabra de Dios. Es una tremenda bendición recibir juntos la predicación para el sustento de nuestras almas. Sin embargo, desde el comienzo de la pandemia, ha sido difícil para mí masticar esta comida semanal. A medida que las regulaciones de distanciamiento social se fueron implementando, las estructuras para rendirnos cuentas fueron interrumpidas. ¿Quién está ahí para darme un golpecito si me duermo o quién me preguntará qué encontré animante del sermón? Dado que el servicio de la iglesia cambió para ser digital, los miembros pueden decidir cuándo conectarse o desconectarse de la transmisión en vivo según su propia conveniencia, a menudo afectados por la fatiga debido a la pantalla de otros días. ¿Esto describe tu experiencia con la iglesia en línea? El consumismo, el síndrome visual del ordenador y las distracciones conflictivas en casa provocan que escuchar los sermones en línea sea un esfuerzo desafiante. ¿Qué debemos hacer para ser mejores oidores de la Palabra de Dios predicada y ser nutridos espiritualmente a pesar de estar de manera digital?
1. Prepárense para la comida
Si el alimento espiritual es importante para nosotros (y sin dudas debe serlo), debemos prepararnos para el banquete semanal. A fin de que tengamos un apetito abierto para la predicación de la Palabra, con antelación podemos:
  1. tener una buena noche de descanso;
  2. ponernos al día con el sermón de la semana anterior;
  3. comer para que así el hambre no nos distraiga;
  4. leer el pasaje de la Biblia con anticipación;
  5. orar, agradeciendo a Dios por la preparación fiel de nuestros pastores y pedirle a Dios que nos dé atención y un corazón sensible.
2. Respeten la comida
Independientemente de si estamos escuchando el sermón en línea o de manera física en el edificio de una iglesia, debemos recordar que a lo largo del sermón, Dios nos está hablando. Necesitamos respetar la comida que Dios nos ha provisto y reconocer que sus siervos (nuestros pastores) han trabajado enérgicamente para prepararla. A continuación, les comparto algunas maneras en que podemos darle nuestra completa atención a la predicación de la Palabra:
  1. Si usan múltiples pantallas, escondan o cierren todas las ventanas.
  2. Guarden los otros dispositivos.
  3. Eviten la distracción sensorial por estar picoteando algo.
  4. Resistan combinar la iglesia con las tareas de la casa. Quizás sean buenos haciendo multitareas, pero escuchar bien requiere completa concentración.
  5. Mantengan sus Biblias abiertas y encuentren en el texto lo que su pastor está hablando.
  6. Tomen notas y escriban las preguntas que tengan sobre el pasaje y el sermón, para que así más adelante puedan procesar sus pensamientos y sus reflexiones.
3. Busquen reunirse con otros para la comida
Aunque las plataformas digitales han traído un sentido de continuidad a nuestra semana, comer nuestras comidas espirituales en soledad no es ideal. Histórica y teológicamente, la recepción de la predicación de la Palabra de Dios se ha hecho y siempre debe hacerse dentro de una reunión expresada por creyentes juntos. Por tanto, si es posible, reúnanse para tener comunión durante la comida, usando medios creativos si es necesario.
  1. Organícense para juntarse físicamente en sus casas para escuchar el sermón juntos.
  2. Si están confinados en sus hogares, reúnanse con quienes viven.
  3. Si las reuniones físicas son imposibles, organicen un grupo de creyentes en línea (por Zoom, Facebook, Google Meet, etc.).
Reconozco que algunas de estas opciones no son viables para todos y empatizo con ustedes; no obstante, sin duda debe ser desalentador y triste comer solo. Hagan todo lo posible para congregarse para el sermón y para compartir sus pensamientos y reflexiones. ¡Naturalmente encontrarán un refresco mayor y más satisfactorio para sus almas!
4. Sean agradecidos por la comida
Una de las principales razones por las que debemos persistir en reunirnos con otros hermanos y hermanas cristianos es que no solo escuchamos el sermón juntos, sino que respondemos juntos. En muchas ocasiones, fui llevado a una reflexión y gratitud más profunda (por quién es Dios y por lo que ha hecho) solo cuando un hermano me preguntó cómo encontré el sermón. No obstante, ya sea que se conecten al sermón solos o con un grupo de creyentes, todos debemos esforzarnos para cultivar una actitud de gratitud por la comida que recibimos cada domingo.
  1. Agradezcan a sus pastores por el esfuerzo puesto en el sermón. ¡Les da gozo extra para cuando escriban el próximo sermón!
  2. Pregúntense (y a otros a su alrededor) por qué cosas pueden dar gracias a Dios en respuesta al sermón. Esto no debe ser una actividad difícil; siempre hay algo por lo cual estar agradecido.
  3. Incluso si la comida fue mal preparada (según nuestra percepción), rescaten lo que puedan y reconozcan las buenas partes. Desafíense a preguntarse «¿qué fue bueno del sermón?».
La lamentable realidad es que no sabemos cuándo terminará la pandemia. Probablemente, tendremos más experiencias con la comida que no serán óptimas. Escuchar bien los sermones en línea requerirá un gran esfuerzo en cuanto a diligencia y compromiso, y aún así fallaremos a veces en darle a Dios el debido respeto y la merecida atención. Sin embargo, la COVID-19 no ha evitado que el Espíritu siga santificando a los creyentes alrededor del mundo. La Palabra todavía está viva y activa, penetrando el alma y juzgando los pensamientos y las actitudes de nuestros corazones. Nosotros, el pueblo de Dios, aún tenemos el potencial de florecer y crecer en nuestras vidas espirituales en medio de una temporada de inconvenientes y distracciones.
Reproducido de GoThereFor, publicado por Matthias Media. Propiedad literaria. Todos los derechos reservados. Usado con permiso.
Photo of Haz que tus dones espirituales cuenten para la gloria de Dios
Haz que tus dones espirituales cuenten para la gloria de Dios
Photo of Haz que tus dones espirituales cuenten para la gloria de Dios

Haz que tus dones espirituales cuenten para la gloria de Dios

Según cada uno ha recibido un don especial, úselo sirviéndose los unos a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. El que habla, que hable conforme a las palabras de Dios; el que sirve, que lo haga por la fortaleza que Dios da, para que en todo Dios sea glorificado mediante Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén (1 Pedro 4:10-11).
Hacer resoluciones en el Año Nuevo siempre ha sido una tradición festiva en Occidente, pero tristemente también ha sido costumbre ver que estas resoluciones se rompen tan rápido como se proponen. La motivación para lograr estas metas a menudo decae incluso dentro de la primera semana y muy pronto regresamos a nuestros viejos hábitos. Sospecho que muchos de nosotros somos bastante pesimistas cuando se trata de establecer objetivos personales para el año. Sin embargo, si cualquiera pudiera tener una razón para hacer resoluciones, esos somos nosotros, porque Dios les ha dado a los cristianos su Espíritu para producir una transformación espiritual auténtica en nuestras vidas. «Pero —podrías preguntarte— ¿qué tipo de resoluciones debo establecer?». ¿Cuándo fue la última vez que tomaste la resolución de servir a otros con los dones que Dios te ha dado? El apóstol Pedro animó a sus lectores a resolver vivir el resto de sus años, no para las pasiones humanas, sino para la voluntad de Dios (1P 4:2). No obstante, aparecieron desafíos únicos para estos cristianos nacidos de nuevo: el mundo rápidamente juró estar contra ellos (1P 4:4). Pedro explica esto como una expresión visible del fin de los tiempos y también para que ellos puedan determinar estar sobrios para sus oraciones y continuar amándose unos a otros con un servicio y hospitalidad sinceros (1P 4:7-9). Otras de sus resoluciones fueron promover el uso apropiado de los dones que tenían, lo que nos lleva a nuestro pasaje. Podemos aprender cinco cosas aquí sobre la naturaleza de nuestros dones.

1. El origen de nuestros dones

«Según cada uno ha recibido un don especial […]» (v. 10 a). Es fácil desacreditar nuestras propias capacidades cuando vemos que otros pueden hacer las cosas mucho mejor que nosotros. Sin embargo, solo porque no puedas cocinar o tocar un instrumento musical tan bien como los ídolos a los que admiras no quiere decir que no tengas dones. Los dones no solo son entregados a unos pocos seleccionados, sino que a cada miembro de la iglesia. Ya sea que sus dones sean milagrosos o no, todo viene del mismo Espíritu.

2. La función de nuestros dones

«[…] Úselo sirviéndose los unos a los otros […]» (v. 10 b). ¡Cuán contraintuitiva es esta idea de que no debemos usar lo que tenemos para servirnos a nosotros mismos, sino para servir a otros! Comprender la concepción bíblica de cómo debemos usar estos dones debe pulverizar el mantra egotista de la autopromoción y los excesos. Los dones espirituales se nos imparten a nosotros para impartirlos a otros, para la edificación del cuerpo de Cristo.

3. La diversidad de nuestros dones

«El que habla, que hable conforme a las palabras de Dios; el que sirve, que lo haga por la fortaleza que Dios da […]» (v. 11 a). A cada uno de nosotros le fue dado diferentes dones, todos usados para servir a través de varios medios serviciales (Ro 12:6-8). Esto es importante, porque a menudo codiciamos los dones de otros mientras subestimamos los dones que Dios nos ha dado para administrarlos. Sin embargo, todos tenemos un rol distinto que desempeñar y es insustituible de todos los demás roles que constituyen el cuerpo.

4. La fuente de poder de nuestros dones

Muchos no creyentes son dotados excepcionalmente en oratoria, pero obtienen su confianza de su autosuficiencia. Nosotros debemos obtener nuestra confianza del Espíritu para bendecir verdaderamente a otros con nuestros dones, en lugar de depender de nuestro propio entendimiento. Cuando hablamos, dependemos del Espíritu para que nos dé las palabras que debemos decir (Ro 8:26). Cuando servimos a otros, vamos a la fuente de poder misma y ofrecemos peticiones a Él para que nos dé la fortaleza que necesitamos (Sal 46:1-3).

5. El propósito de nuestros dones

«[…] Para que en todo Dios sea glorificado mediante Jesucristo […]» (v. 11 b). El gran propósito de la administración de estos dones es hacer manifiestas las excelencias de Cristo en todo lo que hacemos. Esto posteriormente incluye cómo usamos nuestros dones para lograr tal propósito. El término todo coloca un parámetro absoluto sobre el alcance de cómo se deben usar nuestros dones, y nos lleva a la pregunta: «¿uso mis dones para que en todo Dios sea glorificado?».

Haz que tu año cuente

Si usas tus dones a fin de que en todo seas glorificado, entonces necesitas un sentido de urgencia del fin de los tiempos, para resolver ahora mismo no ser un cristiano glotón que come hasta saciarse y nunca ayuda en la mesa. Haz un cambio para ser un administrador que se asegura de que otros están recibiendo lo que necesitan. Qué mejor manera de comenzar que buscar ministerios en nuestras iglesias que puedan ser llenados con los dones que Dios nos ha dado. Esto podría ser liderar a los niños, ordenar la despensa, dar la bienvenida y acomodar a los nuevos, discipular a otros, liderar un estudio bíblico, y la lista continúa.  Al hacer esto, le enseñamos a nuestro prójimo cómo se deben hacer realmente las resoluciones de Año Nuevo. Dejemos en claro a todos que somos receptores de la gracia, que nos amamos y nos servimos mutuamente con gozo exuberante, para que así nuestro amor unificado irradie las glorias de Cristo en las grietas de este oscuro mundo. Este es nuestro fin principal.
Reproducido de GoThereFor.com, publicado por Matthias Media (www.matthiasmedia.com). Propiedad literaria. Todos los derechos reservados. Usado con permiso.