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Cómo leer (toda) la Biblia con nuestros hijos
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Cómo leer (toda) la Biblia con nuestros hijos

Hace un par de años, mi esposa se encontró con un blog de una mamá que había estado leyéndole la Biblia a sus hijos, un capítulo al día. No una Biblia de niños, sino que la Biblia. Ella comenzó cuando eran pequeños y finalmente leyó los 66 libros. Me inspiró. Esa misma semana, senté a mis hijas de tres y cuatro años y abrí Génesis 1. La Biblia tiene 1189 capítulos (929 en el Antiguo Testamento y 260 en el Nuevo). Si leyéramos un capítulo cada día, nos demoraríamos un poco más de tres años. Mientras escribo este artículo, vamos en el capítulo 12 de 1 Reyes y ha sido una de las disciplinas espirituales sorpresivamente más fructíferas que hemos hecho como familia. Digo «sorpresiva» porque leer la Biblia, en especial el Antiguo Testamento, puede sentirse abrumador incluso para los adultos, mucho más para los niños (especialmente para aquellos que no son lo suficientemente grandes para ir a la escuela). Muchos de nosotros hemos comenzado con fuerza en esas conocidas historias de Génesis solo para detenernos en la construcción del tabernáculo en Éxodo 25 o la lista del censo en Números. Por lo tanto, puede sentirse irreal y demasiado ambicioso encaminar a nuestros pequeñitos en textos difíciles o aparentemente irrelevantes. ¿Qué podría aprender un niño de cuatro años sobre las dimensiones del altar de incienso? ¡Más de lo que pensamos! La Biblia es un regalo para tus hijos que Dios lo entrega a través de ti. Completa. El registro de la creación y las leyes de pureza de Levítico; el arca de Noé y el arca del pacto; Juan 3:16 y Nahúm 3:16. Dios inspiró toda la Escritura y pretende que cada palabra de la Biblia nos beneficie (1Ti 3:16). Existe una buena razón, por lo tanto, para que nosotros compartamos con nuestros pequeños el consejo completo de la Palabra de Dios. Cuando leemos toda la Biblia con nuestros hijos, multiplicamos un regalo precioso: las señales.

El regalo de las señales

Los pactos; el maná en el desierto; el agua desde la roca; el tabernáculo; el día de la expiación; los sacrificios; el chivo expiatorio: todas son señales. Todas apuntan a Jesús. Todas pasadas por alto si solo les damos a nuestros hijos las partes de la Biblia que se entienden más fácilmente y que son más «emocionantes». Por ejemplo, anoche en la cena leímos sobre el pecado, el declive y la muerte de Salomón en 1 Reyes 11. Mi hija que ahora tienen siete años dijo que parecía como si todos los reyes de Israel terminaran mal (un momento fructífero como padre). Discutimos cuán triste debió haber puesto a Israel el hecho de que no podían encontrar un verdadero buen rey para gobernarlos. Eso pavimentó un claro camino hacia Jesús: el Rey prometido y final de Dios, que hará el bien a su pueblo y siempre honrará a Dios. Y a diferencia de esos otros hombres, su gobierno nunca terminaría. Mis hijas se emocionaron con razón por esta noticia. De pronto, una nueva cara del diamante del Evangelio brilló para ellas y desde un capítulo que a menudo no se lee y se pasa por alto en la profundidad de las páginas del Antiguo Testamento.

Cuatro maneras de captar la atención de los niños

Quizás puedes ver por qué toda la Biblia es importante para los niños, pero aún estás intimidado por la forma en que debemos leerla con ellos. ¿Cómo podemos captar la atención de los pequeños oyentes con las complejas leyes de pureza de Levítico y las aparentes interminables genealogías? Anímense. No tienes que ser un académico bíblico o saber leer antiguos idiomas semíticos para encaminar a tus hijos en la Escritura. Solo tienes que tener el entusiasmo para que ellos vean la belleza, la gloria y la maravilla de Dios en cada página. Eso, y un poco de creatividad de tu parte, ayudarán a darle vida a la Palabra de Dios incluso para los lectores más jóvenes. A continuación, comparto solo un puñado de ideas para mantener a tu hijo a flote mientras nadan en las profundas aguas de la Biblia.
1. Conviértelos en miembros del reparto
En caso de que no supieras, el padre Abraham tuvo muchos hijos, muchos hijos tuvo el padre Abraham. Rápidamente, mientras nuestra familia se abría paso en el libro de Génesis se hizo evidente que seguirles la pista a tantos personajes iba a ser un problema. Para el momento que llegamos a Jacob y sus doce hijos, sabía que tenía que ponerme creativo para ayudarlas a entender quién era quién. Una de mis hijas tomó el rol de Lea y la otra de Raquel y tomaban un peluche por cada hijo que Jacob tenía. Cada vez que era nombrado un nuevo hijo, la «mamá» de ese hijo tenía que correr por el pasillo, tomar un peluche y agregarlo al montón. Finalmente, tuvimos una montaña de unicornios, muñequitas y gatos de Hello Kitty apilados frente a nuestro sofá: un recuerdo útil y gráfico (y suave) de los patriarcas de Génesis. Mientras lees las narrativas bíblicas, deja que tu living se transforme en un teatro para que tus hijos actúen la Palabra de Dios (incluso las partes que parecen menos teatrales).
2. Una imagen vale más que mil palabras
Una vez que llegamos a los pasajes sobre la construcción del templo en Éxodo, sabía que iba a perder la atención de mis hijas a menos que hiciera algo para mostrarles cómo se veía el templo. Así que cada vez que se mencionaba un nuevo artículo de vestimenta sacerdotal o un nuevo mueble para el tabernáculo, simplemente buscaba el artículo en Google y les mostraba la versión que un artista había hecho de cómo se vería el objeto. Estaban fascinadas. Se maravillaban juntas de cuán brillante fue el arca del pacto de oro. Hacían preguntas sobre los ángeles que fueron diseñados para la parte superior del propiciatorio. Se maravillaban de las interesantes decoraciones de las prendas de los sacerdotes. El pasaje de pronto tenía profundidad, color y textura. Encontrar imágenes en línea o en tu Biblia de estudio (o dibujarlas tú mismo) realmente puede ayudar a despertar y a alimentar la imaginación de tus hijos mientras lees.
3. Haz de las genealogías un juego de números
Un libro que me tenía particularmente nervioso era Números. Así como el título de este libro es suficiente para espantar a los adultos, ¿cómo iba a mantener la atención de mis hijas preescolares? Entonces, se me ocurrió: «números», eso es con lo que mis hijas lidian cada día a esta edad. ¿Qué tal si convertimos este libro en el juego de cálculo más santo del mundo? Les di a ambas niñas su propio vaso. Llenamos un frasco aparte con cuentas. Les di la instrucción de sacar una cuenta del frasco y ponerla en su vaso cada vez que leía el nombre de una persona. Capítulo tras capítulo sus vasos se llenaban más y más. Al final del libro, contamos cuántas cuentas habían sacado. Llegamos casi a las cien, y después de todas las genealogías, aún no habían perdido la concentración. Lo que habría sido una aburrida lista de ancestros se convirtió en una entretenida actividad. Se mantenían escuchando por el próximo nombre.
4. Haz que dibujen las historias
Las historias son grandes oportunidades para que los niños usen su imaginación. Mis hijas aman dibujar, así que en cualquier momento en que estuviéramos en un libro que estuviera dirigida por una historia por largo tiempo, les daba un hoja de papel y un lápiz. Les daba la tarea de simplemente dibujar lo que escuchaban. Cuando íbamos en la mitad de 1 Reyes, las hojas de mis hijas ya estaban llenas de sus versiones (de niñas de cinco años) de un anciano rey David (con barba blanca y un bastón), de su hijo Adonías (con cara enojada porque quería usurpar el trono de Salomón), de Joab, de Betsabé, de Abisag y de otros. Esta hoja se convierte en la guía de referencia mientras seguimos leyendo para que puedan recordar a las personas y a sus historias. Deja que tus hijos ilustren su propia Biblia. Te ayudará a hacer conexiones por ellos mientras lees y creas más oportunidades para amarrar el Evangelio a las cosas que ven y dibujan.

Lo suficientemente pequeños para entender

Mientras nos apoyamos en estas cosas, recordemos siempre: solo Jesús es el Salvador de nuestros hijos. La salvación le pertenece al Señor, no a nuestros métodos o disciplinas. No obstante, eso no reduce el increíble valor de establecer fiel y regularmente la verdad de Cristo en nuestros pequeños con la esperanza de que Dios use nuestros esfuerzos para atraerlos hacia él. La Biblia es la forma en que verán a Jesús. El apóstol Pablo dice, «¿Cómo, pues, invocarán a aquél en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquél de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?… Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo» (Ro 10:14, 17). Consideren esto como una invitación a ser sorprendidos por la poderosa palabra de Dios en la vida de sus hijos y por la capacidad que ellos tienen de entender más de lo que ustedes esperan. El Reino de Dios es comprendido, después de todo, por personas como ellos.
Jimmy Needham © 2018 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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La batalla real por la pureza sexual
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La batalla real por la pureza sexual

Por una década, consumí pornografía casi todos los días. Sin embargo, en los últimos doce años, por la gracia de Dios, no he visitado ni un solo sitio web de porno. Para muchos que batallan contra la adicción, estas palabras encarnan lo que estamos luchando. Pero, al contrario de lo que podamos pensar, estas palabras no constituyen una historia de éxito. Como ya todos sabemos, en una cultura experta en tecnología como la nuestra, la adicción a la pornografía, como una manifestación de la lujuria, es descontrolada y, lamentablemente, no es ajena entre los cristianos. Semanalmente, converso con chicos universitarios de nuestra iglesia que están dando una ardua batalla contra la lujuria y la adicción al porno. Para mí, es interesante escuchar cómo las personas hablan sobre su lucha. A menudo, cuando comparten sobre ella, la describen en términos de «cuánto tiempo llevan» desde la última vez que cayeron. El lugar se llena de alegría cuando algunos cuentan que ya llevan un tiempo sin tener algún incidente y cuando algunos cuentan que han fallado, los llenamos de consejos. El sistema de puntuación construído frente a nosotros es casi visible: quien pecó más recientemente se esconde al final con «un puntaje más bajo», mientras quien tiene el mayor récord de abstinencia levanta su vista con orgullo en la cima. Sin embargo, al contrario de lo que pensamos, podríamos estar muy equivocados. ¿Por qué? Porque nuestras acciones no siempre revelan nuestros corazones.

Platos sucios

Si buscaras a la persona con mejor moral en los tiempos de Cristo, detendrías tu búsqueda al encontrarte con los fariseos (personas que ayunaban, que diezmaban, que obedecían). No obstante, cuando Jesús tiene la oportunidad de hablarles, les dice lo siguiente:
¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Limpian el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno. ¡Fariseo ciego! Limpia primero por dentro el vaso y el plato, y así quedará limpio también por fuera (Mateo 23:25-26).
Para estos líderes religiosos, la santidad solo era superficial. Sus obras eran morales, pero sus corazones eran malvados. Jesús entendía que lo que se podía ver en la vida de una persona muchas veces dice muy poco sobre su condición espiritual. Si a Dios le hubiese importado meramente la conducta, Jesús hubiese elogiado a los fariseos. Sin embargo, no fue así, pues recibieron las palabras más duras que Jesús haya dicho. Una forma de saber si estás midiendo tu éxito por la limpieza externa versus la limpieza interna es ver si te obsesionas con contar cuántos días llevas sin pecar. Esta mentalidad presupone que tu problema es principalmente de comportamiento y no del corazón. No obstante, Dios siempre busca un cambio más profundo que uno conductual.

Celebraciones superficiales

Esto no se trata solamente de un problema con la pornografía, sino que con otras áreas también. Por ejemplo, no es necesariamente un motivo de celebración que una persona obesa pierda cien kilos. En un nivel superficial, podemos decir con seguridad que una dieta apropiada y el buen ejercicio es mejor para su salud, y por lo tanto, algo bueno. Sin embargo, ¿vale la pena celebrar si esa pérdida de peso fue motivada por la vanidad? ¿O si fue producida por un corazón de autojusticia o de alabanza a sí mismo? Quizás, dieron un golpe decisivo a su glotonería solo para tener un brote de narcisismo en su lugar. ¡La nueva situación de esa persona podría ser peor que la primera! El puritano John Owen lo dijo muy bien cuando habló sobre la batalla contra el pecado: Aquel que cambia el orgullo por mundanalidad, sensualidad por fariseísmo, vanidad en sí mismo por el desprecio a los demás, no piense que ha mortificado el pecado que aparentemente ha dejado. Ha cambiado a su amo; sin embargo, sigue siendo un sirviente[1].

La obediencia del corazón

Si es verdad que Dios mira primero el corazón, ¿cuáles son algunas marcas de limpieza interior que él desea ver más allá de nuestros cambios de conducta?
  1. Un sentido de necesidad y de dependencia en la gracia de Dios. El cristianismo no es más que la religión de los necesitados. Lo más piadoso que cualquiera de nosotros puede hacer en la lucha contra el pecado es admitir que no podemos hacerlo solos. Necesitamos el poder del Espíritu Santo obrando en nosotros. Si te sientes derrotado en tu lucha contra la lujuria, deja que hoy esa sensación te empuje a los brazos de tu fuerte Salvador y apóyate en su fuerza y en su ayuda nuevamente.
  2. Una mirada puesta fijamente en Cristo como tu tesoro y tu satisfacción. Gran parte de nuestros esfuerzos para santificarnos no alcanzan para ver a Cristo de esta manera. Sin embargo, la Escritura es clara: no existe conquista legítima del pecado sin una búsqueda de Cristo en su lugar (2Ti 2:22; Ro 13:14; Jn 6:35). Jesús es el buen alimento para nuestra alma. La batalla por la pureza es realmente una batalla para deleitarse en Dios.
Por favor, no malinterpretes lo que digo. Dios definitivamente quiere un cambio de vida visible y externo: «[Cristo] se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y purificar para sí un pueblo elegido, dedicado a hacer el bien» (Tit 2:14). Sin embargo, un cambio de comportamiento solo glorificará a Dios si es motivado por un cambio de corazón. A medida que combates contra tu carne, que luchas contra la lujuria y la adicción, que aconsejes a otros en la batalla, aspira a algo mayor y más profundo que la conformidad moral externa. Entiende que eres incapaz de producir un cambio perdurable en tu vida lejos de la obra del Espíritu de Dios. Ora para que Dios te dé un corazón que esté tan enamorado de la belleza de Cristo que desprecie las tentaciones del pecado. Gana la victoria interna con la ayuda de Cristo y las victorias externas no tardarán.
Jimmy Needham © 2016 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.

[1] N. del T.: traducción propia.
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Cómo dar vida a (toda) la Biblia para los niños
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Cómo dar vida a (toda) la Biblia para los niños

Hace un par de años, mi esposa se topó con una publicación de una mamá que les había estado leyendo la Biblia a sus hijos, un capítulo por día. No era una Biblia para niños; era la Biblia. Ella comenzó cuando eran pequeños y, finalmente, poco a poco leyó los 66 libros. Me inspiró. Esa misma semana, senté a mis hijas de tres y cuatro años y abrí Génesis 1. La Biblia tiene 1 189 capítulos (929 en el Antiguo Testamento y 260 en el Nuevo). Si leemos un capítulo al día, nos tomará un poco más de tres años completarla. Mientras escribo este artículo, vamos en el capítulo 12 de 1 Reyes. Ha sido una de las disciplinas espirituales más sorpresivamente fructíferas que hemos ejercitado como familia. Digo «sorpresivamente» porque leer la Biblia, en especial el Antiguo Testamento, puede ser abrumador incluso para los adultos, mucho más para los niños (especialmente para quienes no tienen la edad suficiente para ir a la escuela). Muchos de nosotros comenzamos firmemente en esas conocidas historias de Génesis solo para llegar a la construcción del tabernáculo en Éxodo 25 o con las listas de censos en Números. Por esta razón, puede parecer poco realista y demasiado ambicioso llevar a nuestros pequeños a esos textos difíciles y aparentemente irrelevantes. ¿Qué podría aprender un niño de cuatro años de las dimensiones del altar del incienso? ¡Más de lo que pensamos! La Biblia es un regalo de Dios para tus hijos que Él entrega por medio de ti. Toda la Biblia: el registro de la creación y las; el arca de Noé y el arca del pacto; Juan 3:16 y Nahúm 3:16. Dios inspiró toda la Escritura y su propósito es que cada palabra nos beneficie (2Ti 3:16). Por lo tanto, hay una razón para que compartamos con nuestros pequeños el consejo completo de la Palabra de Dios. Cuando leemos la Biblia entera con nuestros hijos, multiplicamos un regalo precioso: las señales.

El regalo de las señales

Los pactos; el maná en el desierto; el agua que brotó de la roca; el tabernáculo; el Día de la Expiación; los sacrificios; el chivo expiatorio. Todos son señales. Todas apuntan a Jesús. Todas se pasan fácilmente por alto si solo les entregamos a nuestros hijos las partes más fáciles de entender y las más «emocionantes» de la Biblia. Por ejemplo, anoche durante la cena, leímos sobre el pecado, el declive y la muerte de Salomón en 1 Reyes 11. Mi hija, que ahora tiene siete años, dijo que parecía que todos los reyes de Israel terminaban mal (un momento oportuno como padre para cosechar frutos). Discutimos cuán triste podría haber sido para Israel no poder encontrar un rey verdaderamente bueno para que los gobernara. Esto pavimentó un claro camino hacia Jesús: el Rey prometido y definitivo de Dios, quien haría el bien a su pueblo y siempre honraría a Dios. Y, a diferencia de estos hombres, su gobierno nunca tendría fin. Mis hijas se entusiasmaron con esta noticia, y con razón. De pronto, brilló para ellas un lado nuevo del diamante del Evangelio, a partir de un capítulo en las profundidades del Antiguo Testamento que a menudo no se lee y se pasa por alto.

Cuatro maneras de involucrar a los niños

Quizás puedes ver por qué toda la Biblia es importante para los niños, pero aún te intimida cómo leerla con ellos. ¿Cómo podemos captar la atención de nuestros pequeños oyentes con las complejas leyes levíticas de purificación y las genealogías aparentemente interminables? Anímate. No tienes que ser un erudito bíblico ni leer antiguos idiomas semitas para llevar a tu hijo a la Escritura. Solo tienes que estar entusiasmado con que ellos vean la belleza, la gloria y la maravilla de Dios en cada página. Eso y un poco de creatividad de tu parte ayudarán a que la Palabra de Dios cobre vida incluso para los lectores más jóvenes. A continuación, te dejo un puñado de ideas sobre cómo mantener a tus hijos a flote mientras nadan en las profundas aguas de la Biblia.
1. Conviértelos en miembros del reparto
En caso de que no te hayas dado cuenta, Abraham tuvo muchos hijos; muchos hijos tuvo Abraham. Rápidamente, a medida que nuestra familia avanzaba en el libro de Génesis, se hizo evidente que iba a ser un problema seguirle la pista a todos los personajes. Cuando llegamos a Jacob y sus doce hijos, supe que tenía que ser creativo para ayudarles a entender quién era quién. Una de las niñas hizo el papel de Lea y la otra de Raquel, y agarraron un peluche por cada hijo nacido de Jacob. Cada vez que le ponían el nombre a un nuevo hijo, la «mamá» de ese hijo tenía que correr por el pasillo, agarrar un peluche y agregarlo al montón. Finalmente, teníamos una montaña de unicornios, muñecas de felpa y gatos de Hello Kitty amontonados frente a nuestro sofá. Un recuerdo útil y vívido (y suave) de los patriarcas de Génesis. A medida que leas las narrativas bíblicas, deja que tu living se convierta en un teatro para que tus hijos actúen la Palabra de Dios (incluso las partes que parecen menos teatrales).
2. Una imagen vale más que mil palabras
Una vez que llegamos a los pasajes sobre la construcción del templo en Éxodo, sabía que perdería la atención de mis hijas a menos que hiciera algo para mostrarles cómo se veía el templo. Así que, cada vez que se mencionaba un nuevo artículo de la vestimenta sacerdotal o una nueva pieza para el tabernáculo, simplemente los buscaba en Google y les mostraba una interpretación artística de cómo se veía el objeto. Estaban fascinadas. Se maravillaron juntas por cuán brillante debió haber sido el arca del pacto hecha completamente de oro. Hicieron preguntas sobre los ángeles construidos sobre el propiciatorio. Se asombraron con las interesantes decoraciones de las vestimentas de los sacerdotes. El pasaje de pronto tuvo profundidad, color y textura. Buscar imágenes, ya sea en línea o en tu Biblia de estudio (o dibujarlas tú mismo), realmente puede ayudar a despertar y a alimentar la imaginación de tus hijos mientras lees.
3. Haz de las genealogías un juego de números
Uno de los libros que me ponía particularmente nervioso era Números. El solo título del libro es suficiente para ahuyentar a la mayoría de los adultos. ¿Cómo iba a mantener la atención de preescolares? Entonces, se me vino a la mente esto: a esta edad, mis hijas lidian con los «números» todos los días. ¿Y si convirtiéramos este libro en el juego de cálculo más santo del mundo? Les di a ambas niñas su propio vaso. Aparte, llenamos un jarro con cuentas. Les di la instrucción de que sacaran una cuenta del jarro y la depositaran en su propio vaso cada vez que leía el nombre de una persona. Capítulo tras capítulo sus vasos se llenaron más y más. Al final del libro, contamos las cuentas que habían sacado. Estábamos fácilmente en los cien y, después de todas las genealogías, no habían perdido el foco. Lo que habría sido una lista increíblemente aburrida de ancestros se convirtió en una actividad atractiva. Escuchaban y escuchaban el siguiente nombre.
4. Haz que dibujen la historia
Las historias son grandes oportunidades para que los niños usen su imaginación. A mis hijas les gusta dibujar, por lo que cada vez que estamos en un libro que se basa en gran parte en una historia, les doy una hoja de papel y un lápiz. Les encargo que simplemente dibujen lo que escuchan. A mitad de 1 Reyes, las hojas de mis hijas ya están llenas de interpretaciones preescolares de un anciano rey David (agrégale una barba blanca y un bastón), de su hijo Adonías (imagina una cara enojada por su deseo de usurpar el trono de Salomón), de Joab, de Betsabé, de Abisag y más. Esa hoja se convierte en nuestra guía de referencia a medida que continuamos leyendo, para que puedan recordar a las personas y sus historias. Permite que tu hijo ilustre su propia Biblia. Te ayudará a hacer conexiones para ellos mientras lees, y a crear más oportunidades para relacionar el Evangelio con las cosas que ven y están dibujando.

Suficientemente jóvenes para entender

A medida que pensamos en estas cosas, siempre recordemos: solo Jesús es el Salvador de nuestros hijos. La salvación le pertenece al Señor, no a nuestros métodos y disciplinas. No obstante, eso no descarta el increíble valor de establecer fiel y regularmente la verdad de Cristo ante nuestros pequeños con la esperanza de que Dios usará nuestros esfuerzos para acercarlos a Él. El Libro es cómo ellos verán a Jesús. El apóstol Pablo dice: «¿Cómo, pues, invocarán a Aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en Aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? […] Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo» (Ro 10:14, 17). Considera esto como una invitación a sorprenderse con el poder de la Palabra de Dios en la vida de tus hijos y con la capacidad que ellos tienen de aprender más de lo que esperas. Después de todo, los que son como ellos comprenden El Reino de Dios.
Jimmy Needham © 2018 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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La mañana de Navidad sin competidores
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La mañana de Navidad sin competidores

Ayer mi hija de cuatro años me hizo la gran pregunta. No, no esa pregunta. La escuché desde su silla de auto detrás de mí: «papá, ¿Santa viene a nuestra casa este año?». Muchos padres cristianos de niños pequeños, como yo, se estremecen al escuchar estas palabras. Nos movemos por una profunda convicción como creyentes de mantener a Cristo como la pieza central de la Navidad. Pero tampoco podemos evitar sentir una inmensa presión de los medios, e incluso amigos y familiares, de no ser el «mata gozo» de nuestros hijos cuando se trata de San Nico. ¿Cómo lidiamos con Santa a la luz del Evangelio? No soy necesariamente anti-Santa. Es completamente posible que existan familias temerosas de Dios que han encontrado maneras creativas de redimirlo en sus tradiciones navideñas con el fin de apuntar a Cristo. De lo que estoy en contra es de cualquier mensaje que socave la profundidad y dulzura sin igual del Evangelio de la gracia. Hay que ser claros: Santa también está predicando un mensaje. Se anuncia cada año en televisión y en los libros infantiles. En la superficie parece ser inofensivo, pero debajo de sus mangas rojas y blancas hay una cosmovisión que compite y entra en conflicto fundamentalmente con la buena nueva de Jesús. Como padres cristianos, debemos someter toda cosmovisión que entra en nuestros hogares a un examen del Evangelio. En ese espíritu, permíteme señalar cuatro maneras en que las nuevas de Jesús brillan más que la de Santa esta Navidad.

El orgullo viene después de los regalos

Santa dice: «si te portas bien, serás recompensado». Jesús dice: «no puedes portarte bien, pero porque yo sí pude, serás recompensado». ¿Quieres ver el orgullo florecer en los corazones de tus hijos? Tan sólo enséñales que el bien que viene en su vida es producto de su comportamiento. Si Jesús nos tratara como lo hace Santa, sólo buscaríamos ser morales y así poder obtener algo de Él. Un momento de obediencia sólo sería una ocasión para la adoración propia y la avaricia.  Afortunadamente, Jesús ofrece algo mejor. Él vivió perfectamente la vida que tú y yo no pudimos y nos entrega su registro justo como si fuera el nuestro. ¿Qué otro mejor regalo de Navidad hay para ofrecerles a nuestros hijos este año que ese? No sólo esto es infinitamente mejor noticia que la que Santa ofrece, sino que también produce en nuestros corazones una disposición humilde.

El saco vacío de la gracia de Santa

Santa dice: «si te portas mal, serás castigado con carbón». Jesús dice: «sí, te portas mal, pero yo tomé el “carbón” de la ira de Dios por ti en la cruz». Permíteme abordar una objeción aquí. Podrías estar pensando: «ningún padre decente le da carbón a su hijo en Navidad, no importa cuán mal se haya portado. ¿Acaso esa no es una imagen de gracia?». A esto digo que sí, es una imagen de gracia, sólo que no es la gracia del Evangelio. La gracia del Evangelio le costó su vida a Jesús a fin de asegurar nuestro perdón. La gracia de Santa perdona sin pago. Es lo mismo que decirle a un niño: «después de todo, realmente no importa lo que hagas. Siempre saldrás sin castigo al final».  La verdad es que nuestras acciones tienen consecuencias: consecuencias eternas. Y Dios, en su misericordia, envió a Jesús para tomar esas consecuencias sobre sí mismo para que pudiéramos recibir la recompensa de vida con Él. Cualquier cosmovisión que no tenga esta verdad en su centro compite con el Evangelio y no lo complementa.

No hay temor a la condenación

Santa dice: «estoy observándote constantemente para juzgar tu comportamiento». Jesús dice: «gracias a mi perfecto comportamiento, nunca tendrás que preocuparte si estás en la lista de traviesos». «Por tanto, ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús [...]» (Ro 8:1). Nuestro Salvador no lleva consigo una lista. Colosenses nos dice que Él dejó esa lista en el calvario, «habiendo cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz» (Col 2:14). Nunca tendremos que preocuparnos del escrutinio de un amo celestial exigente. A los ojos de nuestro Dios, nunca más nos encontraremos en la lista de traviesos.

¿Por qué obedecerá tu hijo?

Santa dice: «asegura mi favor en Navidad al ser obediente». Jesús dice: «porque eres aceptado, ahora puedes obedecer desde la fe y la gratitud, no desde el temor al juicio». En mi experiencia, nada sofoca lo que el apóstol Pablo llama «obediencia del corazón» (Ro 6:17) más que depender del temor al juicio como la base para la obediencia. Como dijo John Piper: «El poder de la promesa del pecado es quebrantada por el poder de Dios. Todo lo que Dios promete ser para nosotros en Jesús se contrapone a lo que el pecado promete ser para nosotros sin Él» (Gracia venidera). El temor juega un rol (Lc 12:5), pero sólo la fe y la satisfacción en Dios vence finalmente el poder del pecado. En la economía de Dios, la aceptación siempre precede e inspira a la obediencia. Cuando le enseñamos a nuestros pequeños a obedecer simplemente para evitar el juicio, les damos una base inestable, débil y sin gozo sobre la cual pararse. Esto podría producir niños agradables, pero no produce niños nuevos.

La noticia más feliz de todas

Todo padre quiere que la Navidad sea un tiempo feliz para sus hijos. En esta Navidad, debemos luchar en nuestros hogares por una cosmovisión que produzca una felicidad suprema y perdurable —lo que David llama «plenitud de gozo» (Sal 16:11)—. El gozo que ofrece el mensaje de Santa es, en el mejor de los casos, de baja escala, de segundo nivel y débil. Es un gozo que es contingente a nuestro comportamiento, que asegura bendición basada en nuestras propias obras y que nos condena en nuestros fracasos morales. Por lo tanto, a medida que mis hijos comienzan a entrar en la etapa de Santa, estamos comenzando nuevas tradiciones de nuestros años de niñez. Estamos iluminando nuestro living con el Evangelio y estamos quitando a todos los competidores. No estamos despreciando a Santa, simplemente estamos escogiendo la noticia más feliz para que nuestros hijos la escuchen. No mereces nada más que carbón, pero Dios te amó tanto que, a expensas propias, Él te dio el regalo más grande de todos: a Él mismo.
Jimmy Needham © 2015 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.