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Enséñales a tus hijos sobre el matrimonio antes de que el mundo lo haga
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Enséñales a tus hijos sobre el matrimonio antes de que el mundo lo haga

Las cosas más importantes y valiosas en la vida no siempre son obvias para nosotros. Por ejemplo, tanto nosotros como nuestros hijos necesitan ser enseñados desde la Biblia sobre cuán maravilloso es el matrimonio. La mayoría de los niños conocen muchas personas casadas (sus padres y abuelos, sus tías y tíos, vecinos o profesores). Para ellos, el matrimonio no parece ser maravilloso. Ellos no saben que es una maravilla del Evangelio. Nuestro mundo dice que el matrimonio es algo que inventamos para nosotros mismos. Por lo tanto, podemos reinventarlo de cualquier manera en la que queramos; y, por supuesto, nuestro mundo está haciendo justamente eso. Está  saturando agresivamente a nuestros hijos con una visión nueva y no bíblica del matrimonio, de la sexualidad y del florecimiento humano. Las familias con diferentes arreglos parentales, roles intercambiables y los títulos provocan confusión en nuestros hijos.

Cuéntales la historia

No obstante, Dios nos dice algo mejor. Él nos dice que él creó el matrimonio para un propósito sagrado. Tus hijos y nietos merecen aprender sobre el propósito del matrimonio a una temprana edad. ¿Qué mejor que aprenderlo de ti? Ayuda a tus hijos a ver que existen dos maneras de pensar en todo: la manera del mundo y la manera de Dios. Puedes darles una gloriosa visión bíblica de lo que Dios quiere que sea el matrimonio. Comienza desde la creación del matrimonio en el perfecto jardín del Edén (Gn 2). Enséñales a tus hijos que incluso en ese hermoso lugar, con todos los animales rodeando a Adán, Dios sabía que él necesitaba algo más. Dios sabía que Adán necesitaba a alguien como él, pero también alguien diferente a él. Por lo tanto, Dios hizo a la primera mujer de manera diferente a todo lo demás que creó: la hizo del cuerpo de Adán. Entonces, como el padre de la novia en el primer matrimonio, le entregó Eva a Adán. Lo que Dios hizo en el jardín es la razón por la que las personas se casan hoy. ¡Fue la asombrosa idea de Dios! Asegúrate de que tus hijos sepan que, así como todo lo que viene del corazón del Señor, el matrimonio es bueno y hermoso. Si estás casado, muéstrales a tus hijos el valioso tesoro que es tu cónyuge. Habla a menudo sobre tu gratitud por el matrimonio. Permite que tus hijos vean el afecto que se dan el uno al otro. Asegúrate de que te escuchen hablarle amorosamente a tu cónyuge y hablar cariñosamente sobre él o ella. Lleva la atención hacia otros matrimonios sólidos en tu familia, en tu iglesia y en tu comunidad. Muéstrales fotografías de tu propia boda y permíteles ver tu alegría al celebrar tu aniversario año a año. A medida que crecen, llévalos a matrimonios y discutan los juramentos y promesas que la pareja le hace a Dios y se hacen entre ellos.

Dios ve un «nosotros»

Tus hijos necesitan escuchar la definición de Dios del matrimonio de ti: un hombre y una mujer dando todo de sí mismos al otro por toda sus vidas (Mt 19:4-6). Por esa razón un matrimonio comparte todo. Comparten sus corazones, sus nombres, su casa (incluso sus cuerpos). Explícales por qué papi y mami se besan y se abrazan. Puedes ayudar a tus hijos a entender que cuando un hombre y una mujer se casan, Dios ya no ve más a dos «yo»; él ve un «¡nosotros!». Podrías ilustrarlo de esta manera: haz dos corazones grandes de papel para simbolizar dos personas enamoradas que se casan. Pégalas y déjalas secar durante la noche. Al día siguiente, intenta separarlas. Los dos se han hecho uno solo y no puedes separarlos sin lastimarlos a ambos. Habla sobre el divorcio en los términos más tiernos. Cuando el pecado endurece nuestros corazones (Mr 10:2-5), podemos herir a quienes se supone que más amamos. Ayuda a tus hijos a aprender cómo Dios cuida de aquellos que están heridos (Sal 34:18; Is 40:11).

El Gran Romance

Sería sabio presentarles el matrimonio entre personas del mismo sexo cuidadosamente. Los niños necesitan entender que, cuando nacemos, no sabemos qué es lo que nos hará verdaderamente felices. Sin embargo, Dios lo sabe y él nos dice que nuestra verdadera felicidad se encuentra en la Biblia. Algunas personas piensan que el matrimonio puede ser entre dos hombres o dos mujeres, o que un esposo puede tener más de una esposa. Eso no es lo que nos enseña la Biblia. Parte de confiar en Dios es seguir lo que él dice sobre el matrimonio y la felicidad, porque Dios nos creó y Dios creó el matrimonio para nuestra alegría y para su gloria. Puedes ayudar a los niños a entender que cada país tiene sus propias leyes sobre el matrimonio. Cuéntales a tus hijos sobre las leyes de matrimonio en tu país. Sé muy claro en decir que esas leyes no siempre son las mismas leyes de Dios sobre el matrimonio (y las leyes de Dios son las más importantes en todo el mundo). Enséñales a tus hijos que lo que Dios dice sobre el matrimonio es más importante. Él es confiable. Su manera siempre es la mejor. Esto importa porque un matrimonio bíblico le muestra al mundo una pequeña imagen del Gran Romance: aquel entre Cristo y su iglesia juntos enamorados. El matrimonio tiene el propósito de ser una exhibición en primer plano del amor eterno de Jesús por su pueblo. Que los pequeños que nos rodean crezcan seguros en el diseño de Dios para el matrimonio. Que lo traten con honor sagrado a lo largo de sus vidas y que traspasen el legado a sus hijos.
Jani Ortlund © 2018 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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Para la joven madre: ministerio, culpa y etapas de la vida
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Para la joven madre: ministerio, culpa y etapas de la vida

La culpa es una sombra habitual para una joven madre. Tiene una manera desagradable de calar muchos de sus esfuerzos en la crianza, en el servicio y en el amor a otros. «¿Estoy haciendo lo suficiente por mis hijos? ¿Por otros? ¿Qué piensan de mí? ¿Qué piensa Dios de mí?». Como madre joven todos quieren algo de ti: tu familia, tu iglesia, tu jefe, tu vecino. Y lo más probable, es que le das más lugar de lo que pensaste que harías. Sin embargo, a lo largo del camino, la culpa mordisquea tu alma, devorando la paz y la alegría en tu interior. Perdura a lo largo de los años, incluso después de que los hijos crecieron y se fueron. Querida joven madre, ¡no desperdicies tu culpa!

No desperdicies tu culpa

No desperdicies tu culpa; al contrario, escúchala y evalúala. Sácala de las sombras y examínala a la luz de la Escritura; expone tus sentimientos ante Cristo. ¿Esta culpa es una convicción legítima de pecado? Entonces, confiesa tu pecado a Dios, recibe su perdón y pregúntale dónde y cómo él quiere que cambies. Pero quizás tu culpa es un miedo persistente y enfocado en ti misma que si tan solo fueras un poco mejor o tan solo trabajaras con un poco más de esfuerzo, entonces serías lo suficientemente notada y admirada para sentirte bien respecto a ti misma. Esa es una culpa falsa, enraizada en el orgullo. Herirá a tu familia y dificultará tu relación con tu Padre quien da su gracia. Si esto describe tu culpa, entonces recuérdate que por medio de la muerte y resurrección de Cristo, eres aceptada por Dios. La solución para la culpa falsa, como también para la culpa verdadera, es el Evangelio. Pablo habla de estos dos tipos de culpa en 2 Corintios 7:10. Existe una tristeza piadosa que produce arrepentimiento y una tristeza mundana que produce muerte. Hazte la siguiente pregunta: ¿las cosas a las que dedico mi tiempo y mis energías están impulsadas por un arrepentimiento que da vida o por un orgullo que agota hasta la muerte?

El principal campo de misión de una joven madre

Una razón por la que una joven madre puede sentir una culpa incorrecta es que ella olvida que su primera y principal misión debe ser sus hijos. Dios valora a los niños. Él le da gran importancia a la enseñanza que le damos a nuestros hijos sobre amarlo y servirlo (Dt 6:7-9). Jesús se indignó cuando los discípulos no apreciaron el valor de los niños en el reino de Dios que se estaba expandiendo (Mr 10:13-16). Y Dios nos dice que los niños son su bendición para nosotros (Sal 127:3). La maternidad requiere lo mejor de nosotras como mujeres. Como madres, formamos las almas de nuestros hijos y, en última instancia, influenciamos el mundo. Los niños son nuestro regalo para el futuro. Por lo tanto, acepta el llamado de Dios de servir a tu familia. No es la culpa piadosa la que evitará que inviertas incondicionalmente en tus pequeños por el nombre de Dios. No te sientas culpable por hacer de tus hijos tu inversión principal de ministerio cuando eres joven. Le estás enseñando a una generación más joven a formar vínculos emocionales íntimos con los demás. Tu sensibilidad, disponibilidad, devoción, afecto y atención sin prisa son irremplazables. 

Maternidad: puro trabajo duro

Por otro lado, la palabra de Pablo para mí como una mujer mayor es «instruir a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a que sean prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada» (Ti 2:4-5). ¿Por qué el apóstol tiene que decirnos a nosotras, las mujeres mayores, que les debemos enseñar estas cosas a las mujeres jóvenes? Porque puede ser difícil amar a tu esposo y a tus hijos. De hecho, puede ser más fácil ministrar fuera de casa. ¿Por qué es más gratificante para nosotras planear un retiro de mujeres para doscientas mujeres que planear un picnic dentro de la casa con tus hijos preescolares una tarde lluviosa? Creo que es porque las recompensas son más inmediatas y las exigencias no son constantes. Ser una madre joven es puro trabajo duro. A veces, ¡se siente como esclavitud! Las mamás se pueden identificar con la caricatura de un pequeñito mirando el álbum de matrimonio con su papi y que dice, «¡entonces ese es el día en que mamá entró a trabajar por nosotros!». Sin embargo, Dios te ha llamado a este ministerio. Él sabe que no hay momentos neutros en la vida de un niño pequeño, cuya experiencia es una necesidad y desarrollo continuo. Tus hijos llevarán la marca de tu maternidad a lo largo de sus vidas porque gran parte de su comportamiento humano fluye de la imitación. Eres la única madre que tendrán tus hijos. Tu ministerio hacia ellos es la expresión más profunda de tu amor por ellos. La crianza de tus hijos debe hacerse correctamente desde el principio. Es uno de los pocos lugares en la vida donde no puedes decir, «si al principio no tienes éxito, inténtalo otra vez». Has recibido esta comisión de Dios. Como madre, tu privilegio es enseñarles cómo respetar a su papi y a ser amables con sus hermanos, cómo elegir una buena alimentación y un entretenimiento sano, por qué deben valorar la cortesía y el orden y qué causas son dignas de esfuerzo, de reputación e incluso de su propia sangre. ¿Te desanimas a medida que pasas día tras día sumergida en las tareas rutinarias de la maternidad? Entonces, piensa en el honor de guiar el desarrollo espiritual, intelectual y social de mentes y corazones jóvenes. Piensa en la emoción de enseñarles las verdades eternas de la Palabra de Dios. Piensa en la importancia de enseñarles a tus hijos pequeños como vivir bajo autoridad y de prepararlos para relaciones futuras al enseñarles sobre el amor y la confianza. Piensa en el deleite que es enviar a una persona joven más piadosa, más apasionada, más fuerte, más amorosa a este mundo necesitado con el coraje de vivir bien por Cristo. ¡Qué inversión tan valiosa!

Lo que las madres jóvenes necesitan: un corazón por el hogar

Otro desafío para una joven madre es cultivar un amor por el hogar. Dios nos ha llamado a amar a nuestros hijos desde la base del hogar (Ti 2:4-5). ¡No podemos hacerle mejoras al diseño de Dios! Se trata de algo más que quedarse en casa; se trata de fijar tu corazón en tu hogar. Las mujeres pueden descuidar sus hogares por más vías que solo el trabajo o el ministerio fuera de casa. Los teléfonos celulares, los correos electrónicos y las salas de chat pueden desviar a una madre de su principal ministerio también. Ministerio significa estar «completamente ahí». Significa regocijarse en que tienes la oportunidad de mostrarles a tus hijos cómo pedalear un triciclo, cómo hacer su cama, cómo construir buenos recuerdos y cómo compartir los juguetes con otros. Sirves a tu familia, y finalmente a tu Padre celestial, al ayudar a tu hijo a hacer ese rompecabezas por una séptima vez, al lavar esos dedos pegajosos, al plantar un pequeño jardín, al actuar las historias de la Biblia y al orar juntos, y ¡al prepararse para el regreso del papi como el gran evento del día! ¿Cuál es la alternativa? «El niño consentido avergüenza a su madre» (Pr 29:15). Recuerda esto: ¡tienes el privilegio de transmitirle a los corazones jóvenes un sentido de Dios! ¿Debes sentirte culpable por eso? A medida que dejas que tus hijos experimenten intimidad, cercanía y disponibilidad en sus primeros años contigo, puedes ayudarlos a encontrar esas necesidades del alma en Cristo, su Salvador, mientras maduran. Y entonces tendrás el deleite de enviarlos con una luz en sus almas para bendecir a este mundo oscurecido. Alguien va a estar influenciando a tus hijos, inculcándoles valores y marcando estándares en sus influenciables mentes jóvenes. ¡Que esa persona seas tú!

Esta etapa es solo una etapa

¿Acaso esto significa que nunca invertirás en otros fuera de tu familia? Por supuesto que no. Sin embargo, si eres una madre joven, usa tu principal ministerio de la maternidad para guiar tus decisiones respecto a dónde servir a Cristo ahora. No dejes que te distraigan de tu rol único como esposa y madre. Esta etapa en tu vida es solo eso: una etapa. Y cada etapa es un llamado divino de  nuestro Creador y Rey. Organizar un nuevo evento de la iglesia es algo importante. Enseñarle a tu pequeño niño a ser amable con su hermana también es importante. Pero, ¿cuál puedes hacer mejor en esta etapa? Sirve bien a Dios al ministrar a tus hijos primero. Muy pronto crecerán y se irán y todos esos momentos únicos de enseñanza habrán pasado. Y tendrás grandes oportunidades de servir a Cristo fuera de tu hogar en las etapas que vengan más adelante.
«“Pero ustedes, esfuércense y no desmayen, porque hay recompensa por sus obras”» (2Cr 15:7).
Este recurso fue publicado originalmente en 9Marks.
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Para la madre joven: ministerio, culpa y las etapas de la vida

La culpa es la sombra habitual de la madre joven. Tiene una manera desagradable de calarse a través de muchos de sus esfuerzos por alimentar, servir y amar a otros. «¿Estoy haciendo lo suficiente por mis hijos? ¿Por otros? ¿Qué piensan de mí? ¿Qué piensa Dios de mí?». Como madre joven, todos quieren algo de ti: tu familia, tu iglesia, tu jefe, tus vecinos. Y, muy probablemente, cedes más de lo que jamás pensaste ceder. Sin embargo, a lo largo del camino, la culpa roe tu alma, devorando tu paz y tu gozo internos. A menudo persiste a lo largo de los años, incluso más allá, cuando tus hijos son adultos y ya se han ido. Querida madre joven: ¡no desperdicies tu culpa!

No desperdicies tu culpa

No desperdicies tu culpa, sino que, al contrario, escúchala y evalúala. Sácala de las sombras y examínala a la luz de la Escritura. Exponle tus sentimientos a Cristo. ¿Es esta culpa una convicción legítima de pecado? Luego confiesa tu pecado, recibe su perdón y pregúntale dónde y cómo Él quiere que cambies. Pero, quizás, tu culpa nace de un temor quejumbroso y egocéntrico que piensa que si simplemente fueras un poco mejor o solamente trabajaras un poco más duro, entonces serías notada y admirada lo suficiente como para sentirte bien respecto a ti misma. Esa es una culpa falsa, enraizada en el orgullo. Herirá a tu familia y obstaculizará tu relación con tu Padre dador de gracia. Si esto describe tu culpa, entonces recuérdate que por medio de la muerte y de la resurrección de Cristo, eres aceptada por Dios. La solución para la culpa falsa, así como también para la culpa verdadera, es el Evangelio. Pablo le habla a esos dos tipos de culpa en 2 Corintios 7:10. Hay una tristeza conforme a la voluntad de Dios que produce arrepentimiento y una tristeza del mundo que produce muerte. Hazte esta pregunta: aquello a lo que le doy mi tiempo y mis energías, ¿es guiado por un arrepentimiento que da vida o por un orgullo que la quita?

El principal campo de misión de una madre joven

Una razón por la que una madre joven puede sentir culpa incorrectamente es porque ella olvida que su primer y principal campo de misión deben ser sus hijos. Dios valora a los niños. Él da gran importancia a la enseñanza que le damos a nuestros hijos de amarlo y servirlo (Dt 6:7-9). Jesús se indignó cuando los discípulos no estimaron el valor de los niños en el Reino de Dios que se expande (Mr 10:13-16). Dios nos dice que los niños son su bendición para nosotras (Sal 127:3). La maternidad requiere lo mejor de nosotras como mujeres. Como madres, formamos las almas de nuestros hijos y finalmente influenciamos al mundo. Los hijos son nuestro regalo para el futuro. Así que acepta tu llamado de Dios para servir a tu familia. La culpa conforme a la voluntad de Dios no te llamará a evitar invertir incondicionalmente en tus pequeños por su causa. No te sientas culpable por hacer de tus hijos tu principal inversión de ministerio cuando son pequeños. Le estás enseñando a la generación más joven a formar vínculos emocionales íntimos con otros. Tu sensibilidad, tu disponibilidad, tu devoción, tu afecto y tu atención sin prisa son irremplazables.

Maternidad: evidente trabajo duro

Por otro lado, la palabra de Pablo para mí como una mujer mayor es «[...] instruir a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a que sean prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada» (Tit 2:4-5). ¿Por qué el apóstol tiene que decirnos a las mujeres mayores que les enseñemos estas cosas a las mujeres más jóvenes? De hecho, puede ser más fácil ministrar fuera de casa. ¿Por qué es más gratificante para nosotras planificar un retiro para doscientas mujeres que planificar un picnic al interior de la casa con nuestros hijos preescolares durante una tarde lluviosa? Creo que se debe a que las recompensas son más inmediatas y las exigencias no son tan constantes. Ser una madre joven es evidente trabajo duro. A veces se siente como un trabajo esclavizante. Las mamás jóvenes se pueden identificar con la caricatura de un niño pequeño que mira el álbum de bodas con su papi, y dice: «¡entonces, ese es el día en que mami llegó a trabajar para nosotros!». Sin embargo, Dios te llamó a este ministerio. Él sabe que no hay momentos neutrales en la vida de un hijo pequeño, cuya experiencia es una de continua necesidad y desarrollo. Tus hijos llevarán la huella de tu crianza a lo largo de sus vidas porque mucho del comportamiento humano nace al imitar. Eres la única mamá que tienen tus hijos. Tu ministerio hacia ellos es la expresión más profunda de tu amor por ellos. Debes criar correctamente a tus hijos a la primera. La crianza es uno de los pocos espacios en la vida donde no puedes decir: «si no tienes éxito a la primera, inténtalo; inténtalo otra vez». Has recibido esta comisión de Dios. Como madre, tu privilegio es enseñarles cómo respetar a su papi y cómo ser amables con sus hermanos; cómo escoger una buena nutrición y un entrenamiento saludable; por qué deben valorar la gentileza y el orden; y qué causas son dignas de sus esfuerzos, sus reputaciones e incluso su misma sangre. ¿Estás desanimada mientras pasas día tras día inmersa en las tareas rutinarias de la maternidad? Entonces piensa en el honor de guiar el desarrollo espiritual, intelectual y social de mentes y corazones jóvenes. Piensa en la emoción de enseñarles verdades eternas de la Palabra de Dios. Piensa en la importancia de enseñarles a tus hijos pequeños cómo vivir bajo autoridad y de prepararlos para relaciones futuras al enseñarles sobre el amor y la confianza. Piensa en el deleite de enviar a otro joven piadoso, brillante, fuerte, seguro y amoroso a este mundo necesitado con la valentía de vivir bien por causa de Cristo. ¡Qué inversión más valiosa!

Aquello que las madres jóvenes necesitan: un corazón por el hogar

Otro desafío para la madre joven es cultivar un amor por el hogar. Dios nos ha llamado a amar a nuestros hijos desde el hogar (Tit 2:4-5). ¡No podemos perfeccionar el diseño de Dios! Esto significa más que quedarse en casa. Significa fijar tu corazón en el hogar. Las mujeres pueden dejar sus casas por más vías que el trabajo o el ministerio fuera de casa. Celulares, correos electrónicos, salas de mensajería pueden alejar a una madre de su principal ministerio también. Ministerio significa estar «completamente ahí». Significa alegrarse de poder mostrarles a tus hijos cómo pedalear un triciclo, cómo hacer su cama, cómo construir buenos recuerdos y cómo compartir sus juguetes con otros. Tú sirves a tu familia y, en última instancia, a tu Padre celestial, al ayudar a tu hijo a hacer ese rompecabezas por la decimoséptima vez; al limpiar esos dedos pegajosos; al sembrar ese pequeño jardín; al actuar historias de la Biblia y orar juntos; y ¡al prepararse para el regreso de papi como el momento culminante del día! ¿Cuál es la alternativa? «[...] El niño consentido avergüenza a su madre» (Pr 29:15). Recuerda esto: ¡tienes el privilegio de legar un sentido de Dios a corazones jóvenes! ¿Debes sentirte culpable por eso? Mientras permites que tus hijos experimenten intimidad, cercanía y disponibilidad contigo en sus primeros años, puedes guiarlos a buscar esas necesidades del alma en Cristo, su Salvador, a medida que crecen. Y tú tienes el deleite de enviarlos con una luz en sus almas para bendecir este mundo oscurecido. Alguien va a influenciar a tus hijos, les inculcarán valores y grabarán estándares en sus jóvenes mentes influenciables. ¡Que ese alguien seas tú!

Esta etapa es solo una etapa

¿Significa esto que nunca invertirás en otros fuera de tu familia? ¡Cielos, no! Sin embargo, si eres una madre joven, usa tu ministerio principal de la maternidad para guiar tus decisiones respecto a dónde servir a Cristo ahora. No permitas que nada te atraiga distrayéndote de tu rol único como esposa y madre. Esta etapa en tu vida es solo eso: una etapa. Y cada etapa es un llamado divino de nuestro Creador y Rey. Organizar un nuevo evento de la iglesia es importante; enseñarle a tu pequeñito a ser amable con su hermana también lo es. No obstante, ¿cuál puedes hacer de mejor manera durante esta etapa? Sirve bien a Dios al ministrar a tus hijos primero. Tendrás oportunidades de sobra para servir a Cristo fuera de tu casa en etapas futuras. «Pero ustedes, esfuércense y no desmayen, porque hay recompensa por sus obras» (2Cr 15:7).
Este recurso fue publicado originalmente por 9Marks.
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Cómo orar por la familia de tu pastor
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Cómo orar por la familia de tu pastor

Este artículo es parte de la serie Cómo orar publicada originalmente en Crossway.

Cinco maneras de orar

Ustedes también cooperaron con nosotros con la oración, para que por muchas personas sean dadas gracias a favor nuestro por el don que nos ha sido impartido por medio de las oraciones de muchos (2Co 1:11).

Como muchos miembros de la iglesia, estás agradecido por tu pastor. Te gustaría hacer algo para mostrarle tu aprecio, pero no estás seguro de qué sería lo más útil para él. Como esposa de ministro por muchos años, ¿me permitirías darte un consejo? Más que una cena en un restaurante, más que un elogio verbal, más que cualquier otro regalo que puedas darle a tu pastor (excepto quizás una semana de caza de alces en Wyoming —¡pregúntame cómo lo sé!—), él atesorará tus oraciones por su familia. ¿Estarías dispuesto a orar por la familia de tu pastor? Puesto que vivimos en dos realidades —las visibles y las invisibles (Col 1:16)— ¿estarías dispuesto a aceptar un puesto en el campo de batalla invisible pero real donde la familia de tu pastor vive mientras su esposo y padre terrenal sirve a nuestro Rey? Para ayudarte a comenzar, estas son cinco maneras en que puedes orar por la familia de tu pastor.
1. Ora para que cada miembro de su familia experimente su propia relación íntima y plena con el Dios al que sirve su pastor

Amado Padre:

Así como nuestro pastor guía a tantas familias hacia ti, ayuda a su propia familia a responder también a tu Palabra y a tus caminos con un entusiasta y honesto ¡sí! Por tu gracia, dale a su esposa y a sus hijos una sed insaciable por las cosas eternas y espirituales que solo pueden ser satisfechas en ti (Sal 42:1-2). Ayúdalos a no depender de la relación de su pastor contigo, sino que infunde en cada uno de ellos un anhelo profundo por conocerte y servirte personalmente sin importar en qué familia estén. Construye en cada miembro de la familia de mi pastor una fe inquebrantable de que el Dios al que su familia sirve es digno de todo (Sal 73:25). Promueve dentro de ellos, individual y familiarmente, un gozo innegable en ti (Sal 4:7), únelos como parte de tu hogar de fe. No permitas que alguno de ellos se desvíe del camino de la verdadera vida en su viaje al cielo (Sal 16:11). Y cuando lleguen al fin de sus días, dales el gozo de servirte juntos en tu Reino celestial como lo han hecho aquí en la tierra.

En el precioso nombre de Jesús,

Amén.

2. Ora para que la esposa de tu pastor encuentre su descanso solo en Dios

Amado Padre:

La esposa de mi pastor parece solitaria a veces. Me pregunto si es difícil para ella sentarse sola y ocuparse de los niños sola en cada servicio. ¿Necesita una amiga especial, Señor? ¿Quieres que me acerque a ella? Ayúdame a saber cómo amarla bien en tu nombre.

Gracias por todas las formas invisibles en las que ella cuida a nuestro pastor para que él pueda servirnos. Cuando vengan los inevitables tiempos difíciles (tiempos de estrés y fatiga, de murmuración amarga y rumores falsos, de disminución de la asistencia y fondos escasos), ayúdala a encontrar su descanso solo en ti, en lugar de en el éxito de su esposo o en la aprobación de su rebaño (Sal 62:1; Is 26:3-4). Dale gracia para servirte alegremente, con la seguridad de que Dios ve y le importa (Col 3:3-25). Dale la paciencia y la valentía que necesita para aguantar la crítica e incluso la calumnia (Ro 12:12, 18-19). ¿Por favor, Dios de esperanza, podrías llenarla con todo el gozo y la paz en su fe para que así ella pueda abundar en esperanza por el poder de tu Espíritu Santo (Ro 15:13)?

Por favor, restaura su alma a medida que la conduces por caminos de justicia por amor a tu nombre.

Amén.

2. Ora para que la esposa de tu pastor ame a su esposo y a sus hijos de maneras bíblicas

Amado Padre:

Inspira a la esposa de mi pastor a vestirse con fuerza y dignidad, vigilando la marcha de su casa. Ayúdala a ser la esposa excelente que describes en tu Palabra, una esposa en quien su esposo pueda confiar (Pr 31:11, 25, 27). A medida que ella y su esposo cuidan de tantas personas dolidas, dale la comprensión que necesita para hacer que su hogar sea un oasis: «[…] como refugio contra el viento y un abrigo contra la tormenta, como corrientes de agua en tierra seca, como la sombra de una gran peña en tierra árida» (Is 32:2). Ayúdala a seguir locamente enamorada de ese hombre con el que se casó, a pesar de las dificultades de un matrimonio ministerial; que ella continúe cultivando ese algo especial que lo atrajo a ella en sus años de noviazgo. Bendícelos con un matrimonio satisfactorio y ejemplar cada día de su vida juntos, hasta su último respiro, para que podamos buscar en ellos esperanza y guía en nuestros propios matrimonios (Pr 19:14).

Mientras cría a sus hijos, muéstrale cómo encomendarlos a ti. Dale nuevas ideas para que ella pueda glorificarte y hacerte atractivo para sus pequeños (Sal 145:4-5). Dale formas de mostrarles a sus hijos con alegría y confianza el privilegio que es servir al Señor como familia (Sal 100:2), para que puedan crecer con una visión saludable de ti y tu iglesia (Sal 122:1).

Gracias por esta mujer de Dios. Haz que tu rostro resplandezca sobre ella y dale paz.

En el nombre de Jesús,

Amén.

3. Ora para que los hijos de tu pastor aprendan a amar al Señor Jesús con una devoción ferviente

Amado Padre:

Gracias por los hijos que les has dado a mi pastor y a su esposa. A medida que él nos lidera y nos enseña a nosotros, abre sus jóvenes corazones a su liderazgo en el hogar. Ayúdalos a ver cuán magnífico eres para su papi y que puedan anhelar conocerte personalmente de esa manera también. Que puedan mostrar la crianza y las gracias de un fuerte hogar cristiano (Sal 144:12).

Entabla una amistad con ellos a medida que crecen en un hogar donde su papá se ha comprometido a servirte a tiempo completo como un ministro de Cristo. Desarrolla en ellos (incluso como niños pequeños y luego en su adolescencia) un profundo amor por tu Palabra para que puedan encontrar tus mandamientos irresistiblemente deleitosos en lugar de depresivamente exigentes (Sal 119:47). Sensibiliza las papilas gustativas de sus almas, para que puedan saborear tus palabras como dulces a sus paladares y el gozo de sus corazones (Sal 119:103, 111). A medida que maduran y crecen para amar tu Palabra con un mayor fervor, concédeles una profunda paz y estabilidad (Sal 119:165). Hazlos fuertes en ti y manténlos andando en tu nombre (Zac 10:12).

Te pido esto en el nombre de tu obediente Hijo, Jesucristo,

Amén.

4. Ora para que los hijos de tu pastor abracen una fe generacional, comprometiéndose a servir a Cristo donde sea que Él los lleve en los años venideros

Amado Padre:

Imagino que no siempre es fácil ser un hijo de pastor. Muéstrame maneras en las que puedo ser amoroso y amable con los hijos de mi pastor.

Te pido que plantes misericordiosamente dentro de cada uno de ellos tu presencia viva, atrayéndolos a ti con una belleza cautivante. Dales a estos niños una fe generacional fuerte, transmitida por medio de nuestro pastor a sus jóvenes corazones para que ellos puedan conocerte a ti, tus gloriosas obras y las maravillas que has hecho. Ayúdalos, Señor, a fijar su esperanza en ti, nunca olvidando tus obras; sino más bien, guardando tus mandamientos (Sal 78:3-4, 6-7).

Úsalos a medida que maduran para que proclamen tus maravillosas obras y tu poder a la siguiente generación. Dales un deseo ferviente de traspasar lo que aprendieron cuando crecieron en la casa de nuestro pastor. Manténlos fieles a ti incluso hasta su vejez a medida que esperan su reunión con nuestro pastor y su madre alrededor de tu trono en el cielo (Sal 71:17-18).

En el hermoso nombre de Jesús,

Amén.

Gracias por orar por la familia de tu pastor.

Esta es la confianza que tenemos delante de Él, que si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, Él nos oye (1 Juan 5:14).

Jani Ortlund es la autora de ¡Ayuda! Estoy casada con mi pastor: aliento para las esposas de pastores y para quienes las aman.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
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Cinco mitos sobre ser esposa de pastor
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Cinco mitos sobre ser esposa de pastor


Este artículo es parte de la serie Cinco mitos publicada originalmente en Crossway.

Cinco mitos comunes

He estado casada con un pastor por muchos años y ¡ha sido una gran vida! Sin embargo, como esposa de pastor, he tenido que vivir con algunos mitos comunes entre los cristianos hoy. Estos son cinco de ellos.
Mito n.o 1: la esposa de mi pastor es bíblicamente culta
¡Cómo desearía la esposa de cada pastor que esto fuera cierto! Haría que la retroalimentación del sermón dominical a su esposo fuera mucho más fácil. Le ayudaría cuando le piden hacer el devocional del próximo baby shower, cuando tenga que enseñar a las chicas de octavo grado de la Escuela Dominical o cuando tenga que dirigir el nuevo estudio bíblico para el ministerio de mujeres. No obstante, la mayoría de nosotras, las esposas de ministros, trabajamos para que nuestros esposos pudieran ir al seminario o estuvimos en casa cuidando a nuestros pequeños hijos. Muchos seminarios tienen un ministerio para las esposas de los estudiantes, lo que es tremendamente beneficioso para nosotras. El Dr. Howie Hendricks dictó una clase para esposas de estudiantes que se llamaba «El hogar cristiano» cada jueves en la noche por un semestre cuando Ray estudiaba en el Dallas Theological Seminary. Lo encontré tan valioso. El estudio del Antiguo Testamento del Dr. Bruce Waltke me dio una base para comprender la Biblia sobre la cual aún me inspiro todas estas décadas después. ¡Qué regalo nos dieron estos profesores a las esposas después de pasar todo el día en la sala de clases con nuestros maridos! Estoy profundamente agradecida por estas clases y otras en las que pude participar. Pero también recuerdo muchas tardes durante esos años de seminario en las que luchaba contra la envidia cuando Ray estudiaba sus textos de griego y hebreo o escribía un ensayo sobre una fascinante interrogante teológica mientras yo trabajaba corrigiendo ensayos o revisando las planificaciones para mi clase de segundo grado. La esposa de pastor que ha tenido acceso a los años de entrenamiento bíblico que ha tenido su esposo es poco común. La esposa de tu pastor podría no ser tan profunda escrituralmente como te gustaría, pero muéstrale gracia al reconocer que todos estamos creciendo juntos (Col 1:9). Ella también es una peregrina de camino al cielo; está aprendiendo y profundizando a medida que viaja contigo. Dale la libertad de madurar en el camino.
Mito n.o 2: la esposa de mi pastor tiene dones espirituales que usará públicamente en nuestra iglesia
Quizás la esposa de tu pastor anterior era una música talentosa, una maestra de la Biblia llamativa o particularmente buena con los niños y tú estás esperando —quizás incluso es tu expectativa— beneficiarte de los dones espirituales de la esposa de tu pastor actual. Aunque es cierto que «[…] cada cual ha recibido de Dios su propio don», este versículo continúa diciendo: «unos de una manera y otros de otra» (1Co 7:7). Bendice a la esposa de tu pastor al liberarla para servir a su Rey con el don específico que Él le ha dado. Cualquiera sea su don espiritual, podría ser invisible para muchos en la congregación. Creo que el mayor don espiritual que ella puede darle a la iglesia es amar y cuidar a su esposo-pastor de todas las formas en las que solo una esposa fuerte y llena del Espíritu puede hacerlo. Qué regalo será para su esposo e hijos, para su congregación y más allá, liberarla de la comparación con otras esposas del ministerio.
Mito n.o 3: es fácil para la esposa de mi pastor construir una familia superior a la mía
Todos esperamos que construir una familia cristiana fuerte esté dentro de nuestro alcance y buscamos evidencia en nuestra comunidad cristiana de que podría ser posible. En esa búsqueda, la mayoría de los ojos se posan en el hogar del pastor, confiando en que es una familia a la que podemos mirar para asegurarnos de que se puede lograr. Después de todo, «si ellos no pueden, ¿cómo podré yo?». Entonces, escudriñamos, e incluso juzgamos, lo que vemos en su matrimonio y entre sus hijos cuando encontramos algo menos que estelar. Ten la seguridad de que la esposa de tu pastor puede sentir las presiones sin intención pero reales de la familia de su iglesia de que tenga un matrimonio brillante e hijos ejemplares. Permíteme darte un vistazo a su corazón, porque estas presiones requieren que ella le haga frente a algunos desafíos únicos. La esposa de tu pastor ama y sirve al rebaño que su esposo lidera; sin embargo, al mismo tiempo, necesita proteger a sus hijos de la inevitable crítica sobre ellos que se filtra y llega a ella. Ella quiere enseñarles a sus hijos a complacer al Señor Jesucristo por sobre cualquier otra persona —incluso miembros de su iglesia— porque seguirlo a Él es la mejor manera de vivir, pero eso no es siempre fácil en un contexto de grupo. También intenta persuadir a sus hijos de que ellos son lo más importante para ella y para su papá que cualquier miembro de la iglesia, mientras que, al mismo tiempo, les enseñan que ¡el ministerio es un privilegio glorioso! Es difícil encontrar el equilibrio aquí. ¡A ella le vendría bien tu ayuda! Dale el espacio que necesita a medida que cría a su familia para que ame primero a Cristo mientras están bajo la mirada pública. Un último pensamiento: ¡es perfecto que la esposa de tu pastor no tenga la familia perfecta! Lo que cada congregación realmente necesita ver es una familia que sirve a Dios con una devoción incondicional mientras lidian con las realidades de padres pecadores que crían hijos pecadores en este mundo roto y confuso. La autenticidad y la vulnerabilidad será un testimonio más convincente de Cristo que construir una familia «perfecta».
Mito n.o 4: no le importo a la esposa de mi pastor porque no recuerda mi nombre
De acuerdo, los nombres son importantes, muy importantes, especialmente para el portador del nombre. Pero intenta darle el beneficio de la duda con esto a la esposa de tu pastor. Seguro, eso no tiene que sentirse como una ofensa moral personalmente contra ti. Probablemente, ¡ella se siente peor que tú respecto a esto! Puedo decirte desde la experiencia personal que ella quiere conocer a toda la congregación por su nombre. Después de todo, su esposo no tendría un ministerio sin todos ustedes. Ella y su esposo están invirtiendo sus vidas completas en ustedes. Pero a veces, especialmente si tu iglesia está creciendo, es simplemente imposible recordar todos los nombres. ¿Cómo puedes ayudarla? Solo sonríe mientras la miras directo a los ojos y dile: «no puedo imaginar cuántos nombres tienes que recordar. Soy Jane Smith y feliz te lo digo cada vez que nos veamos si eso ayuda a levantar alguna carga de tus hombros sobrecargados». Y luego dile tu nombre la próxima vez, la próxima y la próxima. ¡Estoy bastante segura de que tu comprensión y bondad le ayudarán a recordarte!
Mito n.o 5: la esposa de mi pastor está tan bien conectada a la iglesia, que no me necesita
¡No creas este mito ni por un minuto! Ella podría parecer estar bien conectada, pero demasiadas esposas de pastores viven una vida solitaria y un tanto aislada. Su esposo normalmente trabaja los sábados, cuando otras familias pasan tiempo juntos. Los servicios dominicales en la mañana y los servicios de festividades normalmente hacen que el pastor salga de su hogar más temprano que su esposa e hijos, por lo que la esposa de tu pastor probablemente está alistando sola a los niños para la iglesia. Después de llevarlos a todos para allá, probablemente se siente sola. No es fácil para ella. Así que anda e inicia una amistad con ella. Encuentro encantador cuando un miembro de la iglesia se acerca a mí. Cada iglesia tiene su propia subcultura, y tú podrías ser un puente para ella a fin de que comprenda las cosas intangibles de tu iglesia. Pregúntale si la puedes invitar a un café o llevar galletas a su casa y conocerla mejor. Luego, sin entrometerte, pregúntale sobre ella: ¿cómo llegó a la fe?, ¿cómo es su familia?, ¿qué le gusta hacer en su tiempo libre? En otras palabras, conócela como una persona real y una amiga, no solo como la esposa de tu pastor. Cuéntale lo que amas de tu iglesia. Si puedes, piensa en razones por las que te alegra que Dios haya llamado a su familia a servir a Cristo en tu iglesia. Algunas esposas en el ministerio encuentran difícil desarrollar amistades profundas porque en el pasado han experimentado repetidas pérdidas debido a la naturaleza transitoria de algunas relaciones en la iglesia. Créeme, la esposa de tu pastor te necesita. Ella necesita una amiga. Ella necesita a una mujer con quien pueda ser auténtica y vulnerable, alguien para quien no tenga que ser perfecta. Ella nunca estará bien conectada para ese tipo de relación. Anda y búscala. ¡Ambas estarán contentas de que lo hagas! Enterremos esos mitos. Nuestras comunidades serán más dulces y nuestras iglesias serán más fuertes ¡para la mayor gloria de Dios y nuestro mayor gozo!
Jani Ortlund es la autora de ¡Ayuda! Estoy casada con mi pastor: aliento para las esposas de pastores y para quienes las aman.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway
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Pastor: lo que tu esposa desea que sepas sobre ser una esposa de pastor
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Pastor: lo que tu esposa desea que sepas sobre ser una esposa de pastor

Querido pastor: Podría no conocer a tu esposa personalmente, pero estamos conectadas por nuestra membresía compartida en un club único. Quizás no has escuchado de este club antes, si es que tu esposa no quiere que sepas que pertenece a él. Es el club de «¡ayuda! Soy esposa de pastor y lucho con eso». No hay cuota de membresía, no hay reuniones anuales ni manera de salir de este club (a menos que tú dejes el ministerio, ¡lo cual ella no quiere!). Al haber sido esposa de pastor por muchos años, permíteme compartir contigo algunas de las luchas que tu esposa podría estar enfrentando.

Los domingos en la mañana son difíciles para una esposa de pastor

Ella podría verse lo suficientemente contenta al darte un beso de despedida cuando te vas temprano a tu preparación final del domingo en la mañana. Sin embargo, después de que te vas, ella respira profundo y luego corre para alimentar, vestir y subir al auto a los niños sin tu ayuda. Ella podría estar sirviendo en el ministerio de niños o en el equipo de música y ve su propia preparación frente a ella. Una vez que llega a la iglesia y baja a los niños del auto, entra a la adoración (normalmente sola), mientras tú lideras el servicio y predicas. A medida que participa, ella estará escuchando maneras en las que puede animarte cuando le pidas su retroalimentación sobre el servicio el domingo por la tarde. Después de la iglesia, tú estarás ocupado saludando a personas y conversando con miembros del equipo mientras ella reúne a los niños y se dirige a casa para preparar la comida de su hambrienta familia. A lo largo del camino, alguien de tu rebaño podría incluso detenerla para darle un mensaje para ti porque ellos «saben cuán ocupado está nuestro pastor y no quieren molestarlo». Créeme, los domingos en la mañana son difíciles para las esposas de pastores. ¿Qué puedes hacer para ayudar? ¡Pregúntale a tu esposa cómo son los domingos en la mañana para ella! ¿Qué disfruta de ellos? ¿Qué encuentra difícil? ¿Hay algo que puedas hacer para ayudar a que tu esposa se goce en su decisión de casarse con un pastor? Intenta que funcione para ambos.

Tu esposa se identifica profundamente con los altibajos de tu ministerio

Ella ve tras bambalinas. Conoce cuán difícil es tu trabajo los seis días de la semana (y también la Noche Buena, el Viernes Santo y la Pascua; los funerales, las bodas y otros servicios especiales) e intenta alegremente encajar en tu ocupada agenda. Ella responde a los clamores de ayuda que se levantan en tu rebaño. Se duele por la distancia que crece entre ella y esa pareja que tú casaste y en la que invirtieron profundamente, y que ahora, por alguna inexplicable razón, dejaron tu comunidad por una iglesia diferente. Escucha la fatiga en tu voz los lunes en la mañana después de que diste todo y continúas luchando con sentimientos de fracaso. Ella ve las preguntas en tus ojos después de la reunión de ancianos para discutir los despidos del equipo que debes llevar a cabo. Tu esposa está comprometida contigo y con tu ministerio y a veces se siente tan fracasada como tú, muy profundamente. Ella quiere animarte y alentarte, pero no sabe cómo. Tú puedes enseñarle cómo. Ray necesitaba enseñarme. Aún recuerdo esa tarde de domingo, después de que él había predicado en dos servicios en la mañana y luego un sermón diferente en la tarde. Conversábamos de cómo había sido el día y yo hablaba y hablaba sobre dos sugerencias que tenía para él de un par de personas de nuestra congregación. Finalmente, él se me acercó y me tomó en sus brazos. Captó mi atención con su tierna pero intensa mirada Ortlund hasta que finalmente dejé de hablar sobre la manera correcta de pronunciar el nombre de ese misionero (o cualquiera fuera el asunto de ese domingo en particular). Luego, él dijo algo que nunca voy a olvidar: «querida, cada hombre en la faz de esta tierra necesita alguien que crea en él, alguien que no esté intentando cambiarlo o arreglarlo, que le gusta de la manera en que es. Me pregunto: ¿estarías dispuesta a ser esa persona para mí?». ¡Vaya, sí lo estaba! Pero necesitaba la asesoría de Ray. Así que, asesora tiernamente a tu esposa. Puedes comenzar preguntándole: «¿puedo decirte algo que realmente funciona para mí?». Y luego comparte cómo ustedes dos pueden ser un equipo ganador en este llamado de Cristo. Dale las palabras que debe decir para ayudarte. Y por último, ¡agradécele de manera significativa cuando las use!

La esposa de pastor a veces siente que la iglesia obtuvo «dos por el precio de uno»

Tu esposa quiere ayudarte en tu ministerio. Sin embargo, ¿en cuántas muchas otras ocupaciones la esposa es requerida con tanta frecuencia como en el pastorado? Puede agotarse mucho. Quizás le has pedido que evalúe tu sermón o escuche tu nuevo pódcast. Tal vez es la cena de nuevos miembros que organiza cuatro veces al año, la familia misionera que necesita quedarse con ustedes la semana que estará haciendo postulaciones, la pareja que está luchando en su matrimonio que quiere hablar con ambos o el equipo organizador de la fiesta de Navidad que a ti te gustaría hacer en tu casa. La lista sigue. Incluso la esposa de pastor más devota no tiene una energía inagotable. ¿Qué podría ayudarla? Muéstrale que no todo depende de ella. Involúcrate de maneras prácticas. ¿Necesita ayuda con un pedido del supermercado? ¿Qué tal poner la mesa antes de tiempo y limpiar después? Dale un descanso al día siguiente al llevarla a cenar algo liviano afuera o dale tiempo para que se consienta en la manicurista o yendo a su cafetería favorita. Muéstrale cuánto aprecias su dedicación con el trabajo extra que ella da y dile cuán hermoso encuentras su servicio amoroso al Rey.

Tu esposa podría sentirse intimidada por tu experticia teológica

¿Tu esposa trabajó para ayudar a que estudiaras en el seminario? ¿O estuvo en casa con sus hijos pequeños mientras ibas a clases? Ella podría dudar en conversar contigo sobre sus preocupaciones e inquietudes porque siente una distancia entre su dominio de la Biblia y el tuyo. Solía encontrar difícil discutir ciertas ideas que yo tenía con Ray porque sentía que él era más inteligente que yo. Yo era demasiado tímida para hacerme escuchar por temor a parecer boba o ponerme muy sensible. Así que, simplemente me calmaba y me apartaba (y dejaba que eso reposara). No obstante, no podía resistir por mucho tiempo las gentiles peticiones de Ray a que me abriera. Él me decía: «hagamos de esto algo beneficioso para ambos, querida. Por favor, dime cómo puedo ser un mejor esposo para ti». Él asimilaba mi temor de parecer espiritualmente inmadura y me ayudaba a sentirme aceptada por quien era. Me hacía preguntas y me escuchaba, demostrando que le interesaba aprender de mí. Me sentí tan valorada, tan segura. No es lo que quieres, pero tu esposa podría sentir temor de ser vulnerable contigo, su esposo y pastor. Ella podría pensar que seguramente, si realmente la conocieras muy profundamente, te decepcionarías de haberla escogido para ser tu esposa. Sé tierno con ella. Podría necesitar que la reafirmes una y otra vez con que la amas tal como es, que la necesitas, que la quieres y que quieres aprender de ella. Deja esto tiernamente en claro: no puedes imaginar tu ministerio —sin duda tu propia vida— sin ella.

Recuerda que tu esposa también es parte de tu «rebaño»

Tu esposa tiene un pastor: ¡tú! A veces es difícil para una mujer estar casada con su pastor. ¿Qué pasa si ella no está de acuerdo con algo que está ocurriendo en su iglesia? ¿Qué pasa si el sermón no fue del todo brillante? ¿Qué pasa si está sola porque otros asumen que la esposa del pastor no le gustaría —o no necesitaría— su amistad? Estas son cargas difíciles de llevar. ¡Pero tú puedes ayudarla! Como su pastor, ¿cómo crees que está tu esposa espiritualmente? ¿Tiene comunión honesta y abierta con una amiga cercana, alguien con quien ella pueda compartir las preocupaciones de su corazón? ¿Ella tiene a alguien con quien orar? ¿Por qué no le preguntas y descubres cómo está realmente? Acude a su ayuda tierna y alegremente. Como parte de los miembros de tu iglesia —y la que más amas— ella necesita tu pastoreo. Ella lo merece. Que Dios te bendiga a ti y a tu esposa en el servicio que hacen al Señor juntos a través de los altibajos del ministerio. Él está contigo en todo. Servimos al Dios que recuerda: «Porque Dios no es injusto como para olvidarse de la obra de ustedes y del amor que han mostrado hacia su nombre, habiendo servido, y sirviendo aún, a los santos» (Heb 6:10).
Jani Ortlund es la autora de ¡Ayuda! Estoy casada con mi pastor: aliento para las esposas de pastores y para quienes las aman.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
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Querido pastor: en tu hogar están los que más te aman y necesitan
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Querido pastor: en tu hogar están los que más te aman y necesitan


Este artículo forma parte de la serie Querido pastor publicada originalmente en Crossway.
Querido pastor: Quiero afirmar algo que ya crees, pero podrías dudar en aceptar. No estás solo en tu ministerio. Dios te ha dado una amiga que te ama, una compañera para apoyarte en tu llamado de servir a Cristo, una mujer que le ha prometido a Dios que estará junto a ti mientras ambos vivan, cualquiera sea el futuro.

Tu hogar es el lugar donde más eres amado

Tu esposa te conoce mejor que cualquier otra persona. De todos los hombres de su generación, ¡ella te dijo que sí a ti! Ella te ama y admira profundamente y anhela ver que el Señor cumpla su sagrado propósito en ti (Sal 57:2; 138:8). Ella es tu aliada más confiable, tu compañera más firme, tu recurso más valioso en todo el mundo. «En ella confía el corazón de su marido [...]» (Pr 31:11). El Dr. Bruce Waltke señala que este es el único momento en el Antiguo Testamento donde un ser humano es elogiado por poner su confianza en otro ser humano. Cuando te apoyas en su amor, confías en su perspicacia y dependes de su lealtad, ¡Dios te elogia! ¿Tu ministerio va bien? Agradécele a tu esposa por el apoyo que ella te entrega de manera única: su continuo trabajo en casa así como su presencia animante en la iglesia. Únicamente ella entiende cuán duro has trabajado, liberándote para tu llamado seis días a la semana, así como en muchos días festivos cuando otros esposos están con sus familias. ¿Tu ministerio no va muy bien? Agradécele por estar contigo cuando otros te abandonan. Ella ve la ansiedad en tus ojos y escucha tus suspiros pesados, y se duele contigo. La razón por la que ella solidariza tanto contigo es esta: Dios la hizo para ser tu compañera más cercana (Gn 2:18). Ella te ama más de lo que puede expresar. Ve el favor único que tu esposa te trae de parte de Dios mismo (Pr 18:22, 19:14). Abre tus ojos a la maravilla de una amiga en quien puedes confiar y que nunca te traicionará.  Puede ser que en este punto del ministerio tu matrimonio no esté experimentando las realidades reconfortantes descritas aquí. El apoyo de tu esposa parece más doloroso que útil, más conflictivo que provechoso. Dudas si apoyarte en ella, ser su amigo, confiar en ella debido a sus respuestas pasadas. A veces cuando te abres con ella, ella busca su insignia de «presidenta del comité de asesor» y, por mucho que te ame, comienza a aconsejarte de una manera que es desalentadora. Y luego te encuentras enfrentado con la decisión de estar en desacuerdo con ella, explicarte y defenderte o retirarte sin decir una palabra. En ambos casos, el vínculo cálido y satisfactorio que ambos anhelan construir en su vida juntos se debilita. La razón por la que puedo describir esta escena es porque ¡frecuentemente he desempeñado el papel protagónico! Por muchos años, pensé que era mi deber de esposa aconsejar y corregir a Ray en todas las maneras en que yo (u otros que me lo habían comentado) pensaba que podía mejorar. Sufría de lo que yo denomino «fiebre de arreglar al marido», y normalmente alcanzaba su punto más alto las tardes dominicales, a veces acercándose sigilosamente a nuestros lunes libres. No obstante, rara vez —o nunca— ha tenido un efecto saludable en nuestro matrimonio o ministerio.  A medida que maduramos juntos, Ray tuvo la sabiduría de abordarme con ternura «[...] de manera comprensiva [...]» (1P 3:7), ayudándome a ver que mi actitud estaba entorpeciendo nuestra unión. Recuerdo que me preguntó una tarde: «¿esto está funcionando para ti? A mí no me funciona y quiero que nuestro matrimonio sea una relación beneficiosa para ambos donde cada uno se sienta escuchado, comprendido y respetado». Él tenía mi atención. «¿Podría decirte qué es lo que funciona para mí?», me preguntó amablemente, y agregó: «y luego tú me dices qué es lo que funciona para ti y así podemos crecer en cuidarnos mutuamente». Entonces Ray, amorosa y claramente me explicó lo que no funcionaba para él cuando yo intentaba arreglarlo. Él me ayudó a entender más completamente esto al agregar: «siento que me apoyas cuando…; siento que me aceptas cuando…». Cuando tuve tiempo de asimilar lo que él me había dicho, me pidió que compartiera lo que me hacía sentir apoyada y aceptada por él. Y él me escuchó atentamente, sin ninguna respuesta defensiva. Ese fue un punto de inflexión para mí. Pude ver a través de sus ojos y me sentí vista y escuchada. Ahora, cuando necesitamos discutir detenidamente algo, preguntamos: «¿cómo podemos hacer de esto un equipo beneficioso para ambos? ¿Qué funcionaría para ti?». Querido pastor, ¡tu esposa no se casó contigo para arreglarte! Ella se casó contigo porque te ama más de lo que puede expresar. Ella quiere que tu casa sea un refugio para ti, un respiro de todas las cargas que llevas en tu ministerio. Enséñale con ternura para que ambos sean bendecidos.

Tu hogar es el lugar donde más te necesitan

¡Podrías estar preguntándote si tengo idea de todas las personas que te necesitan! Después de más de cincuenta años en un matrimonio ministerial, créeme, entiendo. Sé algo de las necesidades sin fin y cada vez mayores de tu rebaño, las presiones reales de la familia de tu iglesia, la inseguridad laboral que a veces enfrentas. ¡Esas necesidades son reales y son ruidosas! Y tú hiciste el sagrado voto de ayudar a satisfacer esas necesidades, por la gracia de Dios y para su gloria. Consideras tu ministerio un glorioso privilegio que se debe atesorar y cumplir.  No obstante, hay una realidad más profunda para tu vida bajo Cristo. Tú realmente pastoreas dos familias: la familia de tu iglesia y tu propia familia. ¡Tu familia en casa no debe tener duda de que ellos son los miembros de la iglesia que más amas! Estás criando a tu familia en un marco muy público que tus hijos nunca esperaron. Ellos te necesitan. Ellos quieren (y merecen) tu protección, tus elogios y tu presencia. Protege a tus hijos de las comparaciones y críticas en tu iglesia. Asegúrate de que tus propios hijos sepan que no necesitan preocuparse por lo que las personas de la iglesia podrían decir sobre ellos, ¡porque a ti no te preocupa! Muéstrales que no te sorprende que sean pecadores como cualquier otra persona en la tierra. ¡Es perfecto que tus hijos no sean perfectos! Tú debes servir al Señor tu Dios mientras lidias con las realidades de padres pecadores que crían hijos pecadores en este mundo roto. Busca maneras auténticas de elogiar a tus hijos, especialmente frente a otros. Ese elogio también será una forma de protección de los comentarios poco útiles que los congregantes hacen de ellos. Afirma lo bueno que ves en ellos. Resalta lo hermoso, verdadero y valiente. Asegúrate de que tu deseo principal y tu oración más sincera por ellos sea que anden con Cristo a lo largo de toda su vida.  Sobre todo, ellos necesitan tu presencia. ¿Cómo puedes protegerlos y elogiarlos desde lejos? Ray les demostró a nuestros hijos una y otra vez que él quería estar cerca de ellos, con ellos, ser una realidad presente en sus jóvenes vidas. Ya sea que llevara a los tres niños a limpiar los establos de Krista para ayudar a pagar sus clases o reorganizar su propia agenda para estar en los eventos deportivos de ellos, él estaba allí. Y él trabajó duro para poder estar presente en nuestra cena diaria, guiándonos para tener conversaciones saludables, apoyándome en el manejo de modales y liderándonos en la lectura bíblica y la oración. Nuestros hijos sabían que eran una máxima prioridad en la vida de Ray porque él ponía sus necesidades antes que las necesidades ministeriales. Él era el centro de seguridad de nuestra familia. Nuestros hijos tuvieron el privilegio de ver de muy cerca a un hombre que seguía a Cristo con un corazón ferviente y abierto; un hombre que exudaba gozo y deleite por conocerlo a Él. Ellos sabían que consideraba su ministerio un privilegio sagrado de Dios. Cuando los tiempos se ponían difíciles, él vivió su creencia de que nuestro desafío presente nunca será nuestra realidad permanente. Él le mostró a nuestra familia que tenemos la bendición de servir al Dios que ve, que conoce y que cuida, y que promete no pasar por alto nuestro trabajo de servir a los santos (Heb 6:10). Querido pastor, tu hogar es el lugar donde más te aman y más te necesitan. Disfruta de su amor y acepta sus necesidades por la gloria de Cristo y por el gozo eterno de toda tu familia.

Jani Ortlund es la autora de ¡Ayuda! Estoy casada con mi pastor: aliento para las esposas de pastores y para quienes las aman

Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.