volver
Photo of Autismo y la iglesia: ¿qué es el autismo y qué dice la Biblia?
Autismo y la iglesia: ¿qué es el autismo y qué dice la Biblia?
Photo of Autismo y la iglesia: ¿qué es el autismo y qué dice la Biblia?

Autismo y la iglesia: ¿qué es el autismo y qué dice la Biblia?

De acuerdo con el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). Uno de cada cincuenta y nueve niños son diagnosticados con trastorno del espectro autista (TEA). Es probable que conozcas a alguien que tenga TEA o tú tengas un hijo con TEA. Esto tiene impactantes implicaciones, no solo culturalmente, sino que también dentro de nuestras iglesias.

Mi deseo al escribir esta serie de artículos tiene tres aristas. En primer lugar, quiero definir lo que es y lo que no es el TEA, con la esperanza de que aprender sobre esta confusa condición eduque a la iglesia y nos mueva a compasión por aquellos que enfrentan los desafíos únicos de ser o de conocer a una persona con autismo. En segundo lugar, mi deseo es que la iglesia no solo dé la bienvenida a estas personas, sino que pueda ir del miedo y la ignorancia al servicio práctico a familias en donde el TEA está presente. Y por último, compartiré algunos problemas comunes que he enfrentado al criar dos hijos con autismo y lo que provoca en las relaciones dentro de la iglesia. Es la primera vez que hago esto público debido a la confusión, la vergüenza y el sufrimiento que comúnmente trae el TEA a las vidas de los padres de niños con autismo. 

Este es el deseo de mi corazón: que la iglesia sea el lugar más seguro y acogedor para personas diferentes. Demasiado a menudo esto no es así y me rompe el corazón; y creo que rompe el corazón de Dios también. Puesto que el TEA es increíblemente complicado, el miedo y la ignorancia parecen ser la razón principal por la que personas neurotípicas («normales») retroceden en cumplir el llamado de Cristo a amar y a aceptar a todos, en especial a aquellos que son diferentes a nosotros.

No soy experta. Soy solo una mamá que se encontró de repente en un mundo de necesidades especiales. He investigado por horas, por supuesto, y es mi vivencia diaria ahora. Sin embargo, nada de lo que diga debe tomarse como norma. Cada persona tiene experiencias diferentes y las personas con autismo no son la excepción. 

Tengo dos hermosos hijos. Silas tiene cinco años y medio y Gideon tiene cuatro. Ambos fueron diagnosticados dentro de los últimos dos años. Silas es considerado un niño autónomo, mientras que Gideon está en la línea entre autismo moderado y profundo. Mi esposo y yo no estábamos tan sorprendidos. Ambos sentimos que algo estaba «apagado» en Silas, y posteriormente en Gideon, cuando tenían alrededor de un año y medio.

Criarlos es el mayor regalo que Dios nos ha dado aparte de la salvación. ¿Existen cosas que me gustaría que fueran diferentes? Sí, por supuesto. A veces lloro cuando pienso en cómo será la vida para ellos en un mundo tan confuso y desorientado. No obstante, mi esperanza no está en este mundo, sino que en Cristo. Él es quien los formó perfectamente, quien los conoce y ama mejor que yo. Sin embargo, ser su mamá es un gozo y un desafío. Mis días están llenos de pataletas, terapias, risas, llantos y muchísima oración. Ambos niños reciben cerca de treinta y cuatro horas de terapia a la semana, mayormente en nuestro hogar. 

La razón por la que explico estas cosas es para que puedas tener un pequeño contexto de cómo se ve la vida diaria. Si quisieras tener un contexto más completo, Rachel y Andrew Wilson escribieron un libro maravilloso que puedes leer, se llama The Life We Never Expected [La vida que nunca esperamos tener]. Acompañar verdaderamente a las personas con autismo y a sus familias es estar dispuesto a entrar en su caos, así como Cristo lo hizo en el nuestro. No siempre es lindo, pero tampoco siempre es difícil. La alegría y el sufrimiento van de la mano. 

Dicho de manera simple, el autismo es «un trastorno del desarrollo de gravedad variable que se caracteriza por la dificultad de la interacción social y la comunicación, y por patrones repetitivos de pensamiento y comportamiento». Me gustaría resaltar la pequeña frase gravedad variable. El dicho dice: «si has conocido a una persona con autismo, conociste a una persona con autismo». Esto simplemente significa que no existen dos personas con autismo que sean iguales. Esto es parte del desafío del diagnóstico y de por qué se le denomina espectro. Todos estamos en algún tipo de espectro. Yo estoy dentro de un espectro de la ansiedad; quizás tú puedas encontrarte en algún espectro del control o de la ira o de una docena de otros espectros. Si conociste a una persona que lucha con la ansiedad, no significa que la próxima persona que conozcas con ansiedad se presentará de la misma manera o tenga las mismas luchas. Así es también para quienes tienen autismo. 

A veces puede ser útil describir el autismo por lo que no es. En primer lugar, no es una enfermedad mental. No se desarrolla en el tiempo ni es el resultado de un trauma; es algo con lo que naces. No existe cura, pues es un trastorno en las conexiones neuronales. En algún punto durante el desarrollo fetal, el cerebro crea sus conexiones de manera diferente a lo que a menudo llamamos «neurotípico». Un cerebro normal/neurotípico se adapta a su entorno y a sus estímulos, mientras que un cerebro de una persona con autismo tiene problemas para hacer eso. A veces, el cerebro de una persona con autismo no se puede adaptar en lo absoluto. Otras veces, puede adaptarse, pero a una velocidad mucho más lenta. Este es un ejemplo: digamos que eres un niño de tres años neurotípico que pasea afuera una tarde de verano; ves tu pelota favorita y corres hacia ella. Como niño, esta es una manera «normal» de responder a un paseo en el exterior, ¿cierto? Sin embargo, un niño con autismo podría salir y colapsar. ¿Por qué? Porque su cerebro no se puede adaptar al cambio de ambiente y a los estímulos del sol o del viento o a la acera bajo sus pies o al bicho que pasó muy rápido ante sus ojos o zumbando por su oído. El cerebro no está filtrando todas esas cosas, por lo que el niño se abruma, y no es capaz de comunicar adecuadamente lo que está sintiendo y colapsa. 

En segundo lugar, el autismo no es una discapacidad del aprendizaje. Algunas personas con autismo tienen dificultades del aprendizaje, pero algunas pueden sobresalir debido a la pieza del puzzle relacionada con «el pensamiento y al comportamiento repetitivo». Por ejemplo, algunas personas con autismo podrían no leer bien, pero pueden hacer cálculos sin mayor esfuerzo. O, podrían no hablar, pero pueden pintar un horizonte después de verlo solo una vez. Mi hijo de cinco años puede aprender las estadísticas de los equipos de algún deporte y recitarlos de memoria después de haber sido expuesto brevemente. Este es un don increíble, pero también puede ser difícil para él disfrutarlo o enfocarse en cualquier cosa aparte de eso. Por lo tanto, a menudo se obsesiona con esas estadísticas y asume que todos los demás comparten su interés. Si alguna vez has conversado con mi hijo, sin duda te habló de las estadísticas de deportes. 

No obstante, ¿qué tiene que decir la Biblia sobre el TEA? Esa es una respuesta fácil: absolutamente nada. La Biblia nunca aborda explícitamente lo que culturalmente definimos como «necesidades especiales». Sin embargo, a partir de los principios bíblicos implícitos, estas son un par de cosas que podemos concluir:

  1. El poder de Dios es perfeccionado en la debilidad. Pablo se jacta de esto en 2 Corintios 12:9-10. A Dios le agrada avergonzar a los sabios y fuertes al usar a los débiles y a los que no tienen poder. No solo esto, Pablo encontró contentamiento en su debilidad, porque lo hizo depender aún más de Cristo. Las personas con autismo pueden ser una maravillosa representación de esta verdad. 
  2. Las personas con autismo son hechas a imagen de Dios y son intrínsecamente dignas, incluso en sus capacidades y necesidades especiales (Gn 1:27; Ex 4:11).
  3. Debido a la verdad mencionada anteriormente, las personas con autismo son dignas de amor y amistad (Jn 13:34).
  4. El amor es mucho más que una cortés tolerancia. A las personas con autismo no se les debe tener miedo ni se les debe simplemente tolerar, sino que deben ser llevadas a la comunidad (tanto como sea posible) y aceptadas con amor y paciencia (1Co 13).
  5. En la medida que podamos, las personas con autismo deben ser incluídas cariñosamente en nuestras iglesias. Existen limitaciones claras, dependiendo de cada persona, pero las iglesias deben ser lugares seguros para pecadores cansados y arruinados; esto incluye a pecadores con autismo cansados y arruinados.

En ningún sentido esta es una lista exhaustiva. No obstante, cuando hablamos sobre el autismo es bueno recordar que las personas con autismo son ante todo personas. Y las verdades del Evangelio y de la Palabra son tan verdaderas y aplicables para ellos como lo son para las personas neurotípicas.

Las etiquetas pueden ser útiles cuando se trata de clasificaciones o maneras de pensar sobre el servicio, pero también pueden ser inútiles cuando hablamos de identidad. No queremos ser identificados solo por una cosa respecto a nosotros. Mi identidad no es ser mamá o tener ojos azules o ser enfermera. ¿Por qué debemos identificar a aquellos que tienen necesidades especiales basados en el hecho de que tienen cierta debilidad o condición? Revisa tu corazón; ora; pídele guía a Dios. Si piensas que la persona con autismo es un problema que se debe resolver, una prueba que se debe soportar o se debe tratar con condescendencia y no una persona que incluyas en tu vida diaria como cristiano, te suplico que vuelvas a evaluar tus suposiciones, no solo porque yo tenga hijos con autismo, sino que porque soy cristiana. Francamente, identificar personas como cualquier cosa menos como portadores de la imagen de Dios no es el mensaje de amor del Evangelio ni de inclusión del Reino de Dios. La gracia maravillosa e inspiradora de asombro de Dios no ve limitaciones, ya seas una persona intelectual, social, fisiológica o de otra manera. Esto es cierto para todos e incluye a las personas con autismo.

Este recurso fue publicado originalmente en Morning by Morning. Usado con permiso
Photo of Autismo y la iglesia: las luchas de las personas con autismo y cómo la iglesia puede ser un lugar seguro
Autismo y la iglesia: las luchas de las personas con autismo y cómo la iglesia puede ser un lugar seguro
Photo of Autismo y la iglesia: las luchas de las personas con autismo y cómo la iglesia puede ser un lugar seguro

Autismo y la iglesia: las luchas de las personas con autismo y cómo la iglesia puede ser un lugar seguro

En la publicación anterior, expliqué qué es y qué no es el autismo, también enumeré algunas maneras útiles en las que podemos pensar bíblicamente. En este artículo, seré un poco más práctica. Mi deseo es ver que la iglesia no solo incluya a personas con autismo, sino que las acoja y sirva plenamente (y sirva con ellas). Muchas personas no saben qué hacer en relación a las personas que son diferentes a nosotros. De hecho, ni siquiera sabemos cómo actuar en torno a personas con autismo. En mi experiencia, he visto que la ignorancia y el miedo a menudo pueden llevar a la inactividad. He descubierto que a muchas personas les ayuda entender, así que tenme paciencia mientras explico tres maneras en la que puedes entender mejor a las personas con autismo. En primer lugar, el trastorno del espectro autista (TEA) provoca problemas sensoriales. Esto a menudo se presenta de dos maneras: búsqueda sensorial o evitación sensorial. Mis dos hijos están dentro de la primera categoría. Los buscadores sensoriales ansían recibir estimulación sensorial, la que a menudo termina como una sobreestimulación y colapsos emocionales. Sus cerebros ansían sensaciones como presión, giros, dolor y rasguños. Por ejemplo, a mi hijo menor, Gideon, le encanta tocar. A menudo puedes verlo gateando hacia mi regazo para tocar mis manos, mis brazos y mi cara, pidiendo grandes abrazos. En su habitación, él tiene un columpio que gira, para darle este tipo de estimulación sensorial; le encanta rodar por el suelo. Si él no recibe este tipo de estimulación sensorial cada ciertas horas, inevitablemente se frustrará, y puede hacer berrinches y golpearse la cabeza sobre superficies duras. En la cultura de la iglesia, es normal abrazarse y estrechar manos, e incluso dar palmaditas en la espalda, por lo que este tipo de personas con autismo «encajan» mejor en la iglesia. No obstante, ¿qué pasa con una persona que evita sensaciones y no puede tolerar estímulos sensoriales? Evitará tocar, abrazar, estrechar manos; los ruidos fuertes y las luces brillantes. Incluso los buscadores sensoriales pueden recibir demasiada información sensorial y esto los puede llevar a reacciones similares a las que los evitan: se sienten abrumados, lo que provoca que agiten sus manos, que se tapen los oídos con sus manos, que den vueltas en círculos y un montón de otros comportamientos «socialmente extraños» (esto se conoce comúnmente como Trastorno de Integración Sensorial, que no solo afecta a personas con TEA). La clave está en saber qué gatillantes específicos existen para cada persona con autismo en particular. Una iglesia cuya cultura es  afectiva y cariñosa comprensiblemente encontrará desafiante aceptar e incluir a alguien que evita sensaciones. El TEA también se puede asociar a la conducta o al habla repetitivos, o ambos. La conducta repetitiva se denomina conducta autoestimulatoria. Muchas veces se presenta como un aleteo de manos (el más común), pero no se limita a eso. Conozco a alguien cuya conducta repetitiva consiste en pasar un cepillo de dientes por sus dedos y hacerlo girar en sus manos. Las conductas autoestimulatorias no se limitan a solo movimientos repetitivos del cuerpo, también incluyen el habla. Gideon repite las mismas frases una y otra vez. «Vi un auto amarillo», lo repetirá cincuenta veces y más. Los adultos con TEA podrían hablarte sobre un tema, irse, y luego acercarse a ti cinco minutos después para hablarte del mismo tema. El tercer patrón común en personas con autismo tiene que ver con problemas o retrasos en la comunicación y el lenguaje. Hay un componente social y neurológico en esto. Sin embargo, se manifiesta en maneras que ya mencioné, pero también en la dificultad para responder preguntas como ¿por qué?, ¿dónde?, ¿qué? y ¿quién?, en la dificultad para contar historias o en la dificultad para comprender sarcasmos, ilustraciones o, en realidad, cualquier tipo de discurso que no sea literal. La estimulación sensorial, las conductas autoestimulatorias y los problemas de comunicación son formas en las que comúnmente las personas con TEA se parecen. Por último, también experimentan incomodidad social y ansiedad. Esto por supuesto tiene implicaciones amplias en los contextos de las iglesias. Por ejemplo, las personas con autismo tienden a sufrir ansiedad por estar en un grupo grande, es difícil para ellos hacer contacto visual, no tienen la capacidad de comenzar o terminar una conversación y tienen temores relacionados a mantener temas de conversación que no les son conocidos. ¿Se imaginan cuán «diferentes» se sienten cuando están rodeados de personas que hacen todas estas cosas? ¿Por qué insisto con todo esto? Creo que algunas implicaciones son claras: la iglesia puede ser un lugar espeluznante para alguien que sufre el trastorno del espectro autista. No obstante, por otro lado, algunas personas con autismo, seguros de sí mismos, simplemente podrían no entender o saber que están quebrantando reglas sociales. Cualquiera sea el caso, el ímpetu está en las personas neurotípicas «normales» para ayudar con paciencia y comprensión a las personas con autismo. Después de todo, son las personas neurotípicas quienes han creado la norma social. Quizás podríamos pensar en esto como una situación del «hermano más débil» (ver Ro 14). Cualquiera sea el caso, a continuación comparto algunos ejemplos de situaciones dentro del contexto de una iglesia que podrían ser difíciles para personas con autismo:
  1. Saludos forzados. A menudo, el pastor le instruirá a la congregación pararse y voltearse para saludar a la persona que está sentada al lado de ellos, o incluso «ir a saludar a alguien que no conoces y presentarte». Esto puede ser confuso y aterrador para una persona que sufre TEA. No solo implica hablar con extraños, sino que a menudo involucra toque físico, como abrazos y estrechar manos.
  2. Adoración. Se explica por sí mismo: música fuerte, luces centelleantes, aplausos o máquinas de humo (según la iglesia), pararse o sentarse muchas veces, puede ser todo confuso y sobreestimulador.
  3. Luces. Encender y apagar las luces para el sermón o la adoración, techos brillantes o proyección de pantalla pueden generar estímulos abrumadores.
  4. Ilustraciones de sermón. Las personas con autismo entienden el discurso literalmente, por lo que los eufemismos, las historias, el sarcasmo o el humor pueden ser confusos.
  5. El ministerio de niños y la Escuela Dominical (abordaré esto en el siguiente artículo).
La verdad es que las iglesias atienden a personas neurotípicas. Esto no es un problema necesariamente. Sin embargo, si no se considera a las personas con autismo en lo absoluto, ellos y sus padres se sentirán aislados, ansiosos y no amados. No porque alguien quiera que se sientan así, si no porque no se han considerado las sensibilidades simples. Puesto que la adaptación ya es muy difícil, la mayoría de las familias con personas con autismo terminan evitando la iglesia. Por lo tanto, ¿cuáles son algunas soluciones? Estas son solo ideas fáciles de incorporar en el contexto de la iglesia:
  1. Dispongan de audífonos con cancelación de ruido y lentes de sol. Esto ayuda a amortiguar los estímulos abrumadores, como la adoración fuerte y las luces brillantes. Incluso si las familias con personas con autismo tienen estos artículos y los llevan, tener un par de ellos disponibles envía un fuerte mensaje a las familias con personas con TEA: «pensamos en ti».
  2. Disponer de una habitación sensorial. Esta podría incluir una habitación aparte que tenga la trasmisión en vivo del sermón y de la adoración; una habitación donde las luces se puedan atenuar y el volumen del sonido se pueda controlar. Esto también permite que la ansiedad social disminuya y provee refugio y descanso cuando las interacciones sociales son demasiado abrumadoras. Esto significa que la persona con autismo tiene la opción de cuándo y cómo vuelven al ambiente social. Comunica amor y comprensión, pero al mismo tiempo comunica que queremos que estén con nosotros, que queremos interactuar con ellos a su nivel de comodidad.
  3. No fuerces los saludos ni el apretón de manos o abrazos. Si fuera por mí, los saludos forzados durante el servicio deberían terminar. Quizás en lugar de que el pastor pida que todos se saluden entre sí o que busquen a alguien nuevo para que se conozcan, podría ser una sugerencia en lugar de una directriz. «¡Después del servicio, busca a alguien que nunca hayas visto y salúdalo!». Esto deja abierta la petición y permite que se busque a la persona con autismo y no que él o ella sea quien busque a alguien.
  4. Entrena y educa sobre el autismo al equipo y a quienes dan la bienvenida en la iglesia. Esto podría involucrar enseñarle al equipo de bienvenida cómo reconocer e identificar a las personas que tienen el trastorno y entrenarlas en cómo acercarse a ellas, como por ejemplo a no hacer sentir incómoda a la persona por haber ignorado un apretón de manos o no hacer comentarios sarcásticos sobre la falta de afecto de alguien o sobre no haber hecho contacto visual.
  5. Organiza un sistema de compañerismo. Profundizaré más en esto en el siguiente artículo, pero entrenar personas en tu iglesia para hacer compañerismo con alguien que sufre del trastorno para ayudarlo en el servicio dominical es increíblemente útil. Esto podría ser para niños y adultos con TEA. Para los adultos, podría ser alguien que los guía a través de la adoración (ayudándolos a encontrar un buen lugar que sea cómodo sensorialmente), presentarle nuevas personas y asesorarlos en las conversaciones para hacer que sea menos extraño, hacerse amigo de ellos y ayudarlos con las ilustraciones y comentarios difíciles del sermón.
  6. Acércate a quienes tienen experiencia. Existen iglesias, quizás una en tu área, que han desarrollado intencionalmente ministerios de necesidades especiales. Llámalos y pídeles que hablen con quien sea que esté a cargo para aprender de su experiencia e investigación.
Hasta ahora, solo hemos hablado de las varias maneras en que la iglesia local puede servir a quienes tienen autismo. Sin embargo, una cosa que siempre debemos tener en mente es que cada persona con autismo es diferente. Sus necesidades serán diferentes, sus personalidades serán diferentes, sus deseos serán diferentes. Ser intencional con ellas va más allá de la paciencia y la comprensión; requiere amistad, relación, compromiso. ¿No es eso lo que queremos? ¿Una iglesia que sea auténtica y real? Jesús vino a los humildes, los débiles, los que no tienen derechos. Si aislamos a un cierto segmento de la población y hacemos que la situación ya difícil, la de la iglesia, sea aún más difícil para alguien con TEA, estamos descuidando una parte importante del Evangelio. Tenemos las mismas, si es que no más, oportunidades de aprender de una persona con autismo que de enseñarles. Esa es la naturaleza contracultural del mensaje del Evangelio y la parte que trae libertad. Es la belleza pura y sin filtro de ver el mundo de manera diferente y de ver la diversidad maravillosa que las personas que tienen TEA pueden traer.
Este recurso fue publicado originalmente en Morning by Morning. Usado con permiso.
Photo of Autismo y la iglesia: cómo servir a los padres de niños con autismo
Autismo y la iglesia: cómo servir a los padres de niños con autismo
Photo of Autismo y la iglesia: cómo servir a los padres de niños con autismo

Autismo y la iglesia: cómo servir a los padres de niños con autismo

Como mencioné en las publicaciones anteriores, soy madre de dos maravillosos niños con trastorno del espectro autista (TEA), pero admito de inmediato que ir a la iglesia puede ser un desafío bastante grande. Afortunadamente, en nuestra experiencia, esto tiene menos que ver con la manera en que la iglesia ha respondido a nosotros y más que ver con nuestros niños y con cómo ellos reaccionan en ese tipo de ambiente. Es difícil cuidar y criar a cualquier niño. A veces, los padres consideran un día exitoso si al final sus hijos están vivos y alimentados. No me gusta comparar, porque las dificultades y las privaciones son todas únicas en cada contexto de crianza. Sin embargo, creo que todos podemos admitir que los niños con necesidades especiales vienen con luchas y dolores «especiales» que la mayoría de los padres con niños neurotípicos («normales») ni siquiera saben que existen. Por lo tanto, la pregunta es, ¿cómo pueden tu iglesia y tú servir mejor a los padres de niños con autismo? En mi experiencia, existen dos cosas en particular que he encontrado muy útiles. En primer lugar, sé un buen amigo. Una de las primeras funciones de la iglesia es construir una comunidad y forjar relaciones (Heb 10:24-25; Hch 2:44-47). Tener hijos con autismo puede hacer que esto sea más desafiante y se sienta el aislamiento. En el peor caso, criar hijos con autismo significa que tienes que mantener un horario estricto; y por estricto quiero decir rígido como una pizarra de madera. Por ejemplo, uno de los desafíos para quienes tienen autismo es la hora de dormir, y nuestros hijos no son la excepción. Gideon se despierta múltiples veces en la noche, y no solo eso, si no está acostado a las 7:30, esto puede llevar a berrinches de horas. Algo como asistir a nuestro grupo en casa semanal es casi imposible, porque él no puede dormir en otro lugar que no sea su propia cama. Silas, sin importar a qué hora vaya a la cama, se levanta a las 6:30 a. m., a veces más temprano. Ser un buen amigo puede implicar, casi literalmente, juntarse con la mamá o el papá donde se encuentran físicamente con el fin de ayudarlos a mantener su horario. Esto podría implicar que los grupos en casa sean en el hogar de ellos, incluso si viven lejos. El horario no solo puede aislarlos relacionalmente, sino que las familias con necesidades especiales están involucrados en todo un mundo de terapia, citas médicas; problemas económicos por las dos primeras cosas mencionadas, pero a menudo las personas no saben qué decir ni cómo ayudar. Parte de ser un buen amigo es ser paciente, estar disponible y dispuesto a conocer las necesidades de tus amigos. Es seguro asumir que tu amigo que tiene un hijo con necesidades especiales apreciará grandemente que te acerques sin expectativas para ser cumplidas ni un poco. Habrá momentos en los que podrán, pero habrá otros en los que no. En segundo lugar, adapten el ministerio de niños para servir al niño y a sus padres. Un ejemplo es ofrecer cuidar a los niños por todo el servicio. Antes de que mi iglesia nos ofreciera esto, era inevitable que durante la adoración uno de mis hijos corriera por el pasillo, hiciera un comentario fuerte sobre algo sin importancia durante una canción suave o la oración (para la diversión de todos los que lo rodeaban), o gritara por alguna razón desconocida. No obstante, la adoración se trata de Jesús, no de mis hijos, y como su madre, no hubo servicio al que fuera en el que pudiera conectar completamente mi corazón con el Señor. Una vez que nos ofrecieron cuidar a los niños por todo el servicio, esto cambió. Hay padres que por diversas razones podrían escoger no hacer uso del servicio completo del cuidado de hijos, pero incluso esos padres agradecerán que sus necesidades sean consideradas por la iglesia. Demasiado a menudo, a las familias se les pide que dejen las iglesias porque la iglesia no puede o no quiere responder a las necesidades de las familias de niños con autismo. Esto le ha pasado a personas que conozco. Les pidieron que se fueran por causa de su hijo, que tiene unos veintitantos pero con una mente de un niño de ocho años, ya que él quería asistir al grupo de jóvenes. Les dijeron que él ya no era bienvenido porque hacía sentir a algunos de los niños «incómodos» debido a que él era mayor. Podría pasar el resto de este artículo mostrándoles cómo esto no es solo increíblemente insensible sino que también contrario al Evangelio. Pero no lo haré. Aún así, diré esto: el autismo no es una excusa para no amar. Al no cuidar de esas familias, la iglesia pierde relaciones con personas maravillosas y pierden una manera real y tangible de mostrar el Evangelio. Servir a los padres de hijos con autismo significa, lo más probable, que debas ayudarlos a hacer lo más fácil posible su entrada a la comunidad. Esto podría significar permitir que el chico de 22 años siga yendo al grupo de jóvenes. O en nuestro caso, permitirle al niño con autismo alto y torpe de cuatro años que siga yendo a la clase para niños de dos años, porque ahí es donde él se encuentra intelectual y socialmente. Todo es un tema del corazón. Jesús dejó esto claro (Mt 5). Si nuestro corazón quiere servir y amar a otros como Jesús lo hizo, esto implica salir de nuestras zonas de comodidad y aceptar el llamado a considerar a otros como más importantes que nosotros (Fil 2:3). Significa amar a quienes son diferentes a nosotros y encontrar maneras de expresar la gracia que hemos recibido de Dios hacia otros. Muchas, muchas iglesias sobresalen en esto; la mía es una de ellas. Se ha convertido en un lugar seguro para ellos, porque son aceptados incondicionalmente. Son destacados por sus fortalezas y son contenidos en sus debilidades. Son tratados con empatía, compasión y humor. ¿Acaso no es eso lo que todos necesitamos, con o sin autismo? El autismo da vuelta el espejo y nos muestra cómo nos vemos verdaderamente. ¿Cómo vemos a aquellos que son diferentes a nosotros? ¿Cómo respondemos ante el sufrimiento? ¿Cómo alcanzamos a las personas necesitadas que quizás no puedan entregar mucho de vuelta? ¿Y cómo responden nuestros corazones? El autismo nos desafía a ser mejores, a amar mejor, a servir mejor. Tener hijos con autismo me ha mostrado facetas del Evangelio que quizás nunca vi antes. Me muestra un Dios que nos ordena a amarlo con todo nuestro corazón, fuerza, mente y alma, y que es paciente con quienes podrían no tener la capacidad de cumplir ese mandamiento. Me muestra a un Salvador que no diferencia el perdón de pecados basado en el género, el color de piel, la capacidad neurológica ni cualquier otra cosa. Me muestra que todos queremos las mismas cosas: ser amados, comprendidos, valorados, y tenemos un Dios que hace todas esas cosas perfectamente. Él nos encuentra donde estamos, nos ama donde estamos y nos creó a todos exactamente como Él lo determinó. ¿Cómo podemos servir a un Dios como este? Y si podemos servirlo, podemos servir a otros como Él lo hace. Es una verdad increíble, alucinante y asombrosa. El autismo resalta la debilidad y el quebranto en todos nosotros si buscamos humildemente ver nuestras propias incapacidades y fallas, y le da a la iglesia la oportunidad de brillar con la luz del amor de Dios en la oscuridad del mundo al encontrar a otros donde ellos están.
Este recurso fue publicado originalmente en Morning by Morning. Usado con permiso.