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¿Qué pasaría si tuviéramos que recortar nuestro presupuesto?
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¿Qué pasaría si tuviéramos que recortar nuestro presupuesto?

En medio de todo el trajín para cuidar bien a sus iglesias durante este difícil tiempo, preguntas como esta puede dominar la mente del pastor: «con la disminución de las ofrendas, ¿qué vamos a hacer?». «Incluso si hubiera suficiente dinero en el banco por el momento, ¿nos veremos forzados a realizar recortes drásticos a nuestro presupuesto del próximo año para equilibrar los números?». «¿Qué provocará esto en nuestro equipo, en nuestros misioneros, en nuestros planes y en nuestros programas?». Permíteme proponer tres cosas a tener en mente mientras miras hacia el presupuesto de la iglesia con una incertidumbre mayor a la usual.

Recuerda tu verdadera tarea

Muy a menudo el objetivo de la iglesia para su presupuesto se traduce esencialmente en «más grande es mejor». Esto quiere decir que la posibilidad de reducciones en el presupuesto se sienten como un desastre inminente. Sin embargo, tu tarea dada por Jesús no es mantener tu mismo equipo, misioneros y programas. Tu tarea dada por Jesús es ser fructífero. Su tarea como iglesia es ser fieles con lo que sea que Él les confíe, sea poco o mucho, más o menos. En ese sentido, este es el tiempo para confiar en la bondad soberana de Dios y descansar en sus planes para ti. Sus planes nunca se han retrasado por falta de dinero. Él dice en Isaías 46:10: «Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré». Recuerda el Salmo 50:12: «Si Yo tuviera hambre, no te lo diría a ti; porque mío es el mundo y todo lo que en él hay». Los planes de Dios para tu iglesia no están en peligro, y tú no debes preocuparte como si lo estuvieran. Supongo que ahora mismo muchos en nuestra congregación están desobedeciendo gravemente el mandamiento de Jesús de no estar ansiosos. Están preocupados por la salud, por los trabajos, por las relaciones, por el dinero. Por lo tanto, mientras piensas en el futuro económico de tu iglesia, sé un modelo para ellos de alguien que confía en los buenos planes de Dios. Él sabe lo que está haciendo y este tiempo no es la excepción. Tu trabajo no es entender por qué un presupuesto más pequeño podría ser su plan para tu iglesia; tu trabajo es ser fiel con lo que sea que Él decida confiarte. Él sabe lo que está haciendo.

Recuérdale a tu congregación la razón por la que dan

Si experimentas una disminución en la ofrenda como resultado de la pandemia actual y cualquier otra consecuencia que todos pudiéramos experimentar, muy probablemente en algún punto te dirigirás a tu congregación para ver si pueden dar más. Cuando hagas eso, debes recordarles cómo esta situación actual afecta las dos razones por las que dan:
  • Ellos dan porque confían en que Dios es mejor que su dinero. Cuando Dios nos dice que demos, no es porque quiere nuestro dinero, sino porque quiere nuestros corazones. Es porque Él quiere que literalmente pongamos nuestro dinero donde está nuestra boca cuando decimos que sus promesas son mejores que las cosas que el dinero puede comprar. Y en un tiempo de escasez, esta oportunidad (la oportunidad de dar para proclamar el valor incomparable de nuestro Salvador) ¡solo ha aumentado! Es notable que los héroes que dan en la Biblia no son los ricos; son los pobres. Los esclavos liberados de Egipto dieron al tabernáculo (Ex 36); los cristianos macedonios dieron desde su extrema pobreza (2Co 8); la viuda pobre dio todo lo que tenía para vivir y recibió alabanza del Hijo de Dios (Mr 12). La escasez solo resalta el valor de un regalo a la vista de Dios porque resalta el valor de la valía de Dios.
  • Ellos dan porque aman a su iglesia. Sí, dan para acumular un tesoro en el cielo al proclamar la excelencia de Jesús, y también dan porque están invirtiendo en lo que la iglesia está haciendo. Con respecto a eso, necesitas ser cuidadoso sobre cómo les hablas ahora. Casi siempre, cuando conversas con tu congregación sobre dar, quieres ser clarísimo en que les estás pidiendo que den porque es bueno para ellos, no porque necesitas el dinero. Sin embargo, esta vez, bueno, sí lo necesitas. O al menos así parece. Por lo tanto, sé honesto respecto a esto. Explícales que esta es una petición diferente a la que normalmente harías. Les estás pidiendo dar más allá de lo normal para que no sea necesario tener que finalizar las inversiones de varios años en instalaciones, equipo y misioneros durante una crisis de dinero a largo plazo. Deja en claro que esta petición es diferente así no confunden su percepción de tus motivaciones en tu enseñanza normal sobre la ofrenda.
A medida que discutes sobre la ofrenda con tu congregación, deja en claro que confías en la sabiduría de los límites que Dios ha puesto a tu alrededor. Si tu congregación da fiel y generosamente, pero esa cantidad da un total de un 25 % menos que el año pasado, estarás contentísimo con ellos. De nuevo, tu tarea dada por Jesús no es tener un presupuesto más grande, sino ser administradores fieles de lo que sea que Él les esté dando.

Reduce sabiamente los gastos

Muchas iglesias necesitamos, como mínimo, prepararnos para hacer reducciones en los gastos más o menos por sobre el próximo año. Probablemente, aún no estés ahí, pero bien podrías estar considerando lo que recortarás si esto es lo que dicta la providencia. Mientras consideras la posibilidad, permíteme darte un par de directrices a tener en mente:
  • Resístete a la solución «fácil» de recortar de todo un poco. Tanto las iglesias como los negocios de igual manera hacen esto demasiado a menudo: el ingreso disminuye en un 20 % por lo que cada salario y cada programa es recortado en un 20 %. No obstante, eso simplemente significa pedirle a las personas que hagan más con menos, lo que no es sostenible. Al contrario, piensa en unas pocas cosas que dejarás de hacer (y desfináncialas completamente) en lugar de darle un «corte» al resto del presupuesto.
  • Protege las relaciones a largo plazo. Algunos de tus misioneros, compañeros de ministerio y equipo son relaciones que has construido por años y tomará años reemplazarlas. En general, protege esas líneas de presupuesto lo más que puedas. No quisieras romper quince años de confianza por un ajuste a corto plazo del presupuesto.
  • Ten cuidado con tu tendencia a financiar lo que puedes ver. El impacto de algunos recortes serán dolorosamente obvios (como despedir a un miembro de tu equipo de la iglesia). Otros recortes podrían no ser tan notorios como lo anterior (como dejar de financiar a un misionero que está al otro lado del mundo). Esa es una dinámica peligrosa porque no hay razón para que el lejano misionero sea menos digno del dinero que un miembro del equipo. Podrías considerar comprometerte con que después de las reducciones del presupuesto, el porcentaje del presupuesto total que va al extranjero será el mismo que antes.
  • Utiliza esta oportunidad para eliminar gastos ineficientes. Quizás existen puntos en tu presupuesto que por mucho tiempo sabías que no son inversiones buenas para Jesús, pero el costo político dentro de tu iglesia de recortarlos parecía muy alto. Ese curso de acción podría bien haber sido sabio y tierno para tu congregación, pero este podría ser el momento en el que los cálculos han cambiado.
Si el Señor quiere, nada de esto será necesario para tu iglesia. No obstante, si con el tiempo debes recorrer este camino de disminución de presupuesto, recuerda que Jesús no está sorprendido por este cambio de eventos. Él está en control; puedes confiar en Él.
Este recurso fue publicado originalmente en 9Marks.
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Diezmar en tiempos económicamente difíciles
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Diezmar en tiempos económicamente difíciles

Dar con alegría

Tu saldo bancario ronda el cero. Tu trabajo se siente como si pendiera de un hilo. No puedes ver cómo vas a pagar esas cuentas. Y, sin embargo, acabas de oír a tu pastor animar a la congregación a pensar más profundamente sobre cuánto deberían dar. Él se dirigió a todos, no solo a los ricos. Entonces, ¿cómo puede ser posible que pienses en dar más dinero cuando parece que no puedes retener lo suficiente en primer lugar? Esta es una situación muy común para los cristianos y lo ha sido desde que existen los cristianos. Es una receta para mucha culpa, mucha angustia y mucha duda. Sin embargo, esta no es la manera en la que la Biblia habla sobre la generosidad, ¿verdad? «Dios ama al que da con alegría», escribe Pablo en 2 Corintios 9:7. La enseñanza de la Biblia sobre la generosidad se trata de oportunidad, gozo, y fe; no de culpa, angustia y duda. Entonces, ¿cómo deberíamos pensar sobre ser generosos en tiempos económicamente difíciles?

Dios está interesado en el porqué

La respuesta a esta pregunta comienza en el versículo que recién cité: «Que cada uno dé como propuso en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría» (2Co 9:7). ¡Qué declaración más fascinante! A la Cruz Roja no le importa por qué razones das, mientras hagas clic en el botón que dice «donar» en su sitio web. No obstante, a Dios le importa el porqué. De hecho, a Él le interesa tanto el porqué que, según 1 Corintios 13:3, si das todo lo que tienes, pero no tienes amor, no ganas nada.  ¿Por qué es tan importante el porqué? ¡Porque Dios no necesita tu dinero! A Él no le importa el dinero que das a tu iglesia, porque sus planes están de alguna manera en espera hasta que pagues unos pesos. No, a Él le interesa tu generosidad por lo que dice acerca de Él. Dar con alegría proclama que Dios es tan bueno que invertir dinero en sus propósitos es algo grandioso y emocionante. Por otro lado, dar a regañadientes implica que hay mejores maneras de usar tu dinero, pero tu Dios codicioso lo quiere, entonces obedeces. ¿Ves la diferencia? El gran objetivo de Dios es mostrar al universo cuán buen y precioso Él es, y dar es una parte importante de eso.

¡Los héroes generosos de la Biblia eran pobres!

Ahora, piensa por un momento. ¿Es la generosidad de los ricos o la de los pobres lo que hace una declaración más hermosa sobre la gloria y la bondad de Dios? Podrías pensar que la generosidad solo importa si tu ofrenda es suficientemente grande para tener un impacto enorme, pero Dios no ve las cosas de esa manera. Después de todo, los héroes generosos de la Biblia (los esclavos egipcios en Éxodo 36; la viuda en el templo en Marcos 12; los cristianos empobrecidos de Macedonia en 2 Corintios 8) ¡eran básicamente pobres! Si hubieran sido ricos, no creo que su generosidad hubiera sido relevante. Pero precisamente porque dieron «en medio de una gran prueba de aflicción» (2Co 8:2), todavía estamos leyendo sobre su ejemplo de generosidad gozosa dos mil años después. Lo que es escaso es lo más precioso. Por ejemplo, el oro vale más que el hierro porque es mucho más escaso. Alguien con mucho dinero, pero con muy poco tiempo libre, estará dispuesto a gastar mucho dinero para liberar un poco de tiempo (piensa en los servicios de limpieza de una casa, la entrega a domicilio de víveres, incluso los aviones privados). Y eso significa que para aquellos de nosotros que no tenemos mucho dinero, lo que hacemos con nuestro dinero es una declaración particularmente poderosa sobre lo que valoramos y lo que creemos. Entonces, digamos que un día estás leyendo el libro de Mateo y llegas a la invitación de Jesús de «acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban; porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón» (Mt 6:20-21). Y cuando lees esa parte, te entusiasmas. Te entusiasmas con llevar el dinero que tienes en el bolsillo, que es de valor pasajero, y usarlo para ganar en el cielo algo que nunca se te puede quitar, porque crees lo que dice Jesús. Te entusiasmas al usar tu dinero para poner tu corazón en las cosas del cielo, porque le crees a Jesús cuando dice que esto es lo que te conviene. De hecho, crees tanto en lo que dice Jesús que lo haces con alegría, con gozo, porque tienes fe en que lo que Él dice es verdad, y lo que Él ha hecho por ti vale más que cualquier cosa que el dinero pueda comprar. Así es como el ser generoso muestra cuán fiel y precioso es Dios. Así es como ser generoso agrada a Dios. ¿Puedes ver entonces por qué ser generoso en tiempos económicamente difíciles es especialmente agradable para Dios? Ser generoso desde la escasez declara de una manera profundamente especial que Dios es mejor que el dinero.

Llegando al corazón de la generosidad

Ahora, nada de esto responde la pregunta de cuánto deberías dar en tu situación actual. No obstante, responde la pregunta de por qué deberías dar, que es por donde necesitas comenzar. Somos generosos para mostrar la bondad y la fidelidad de nuestro Salvador. Damos para proclamar que las promesas de Dios son sólidas y las promesas del dinero (proveer comodidad, control y confianza) son vacías y corruptas. Somos generosos porque queremos lo que Dios ha prometido —recompensa eterna—, más que las cosas que el dinero puede comprar aquí en la tierra. Y el hecho de que Dios ha provisto pequeños y preciosos detalles de lo que conlleva esa promesa significa que ser generosos para comprobarlos prueba aún más que nuestra fe está puesta en su bondad y fidelidad. Entonces, con todo esto como fundamento, déjame guiarte por esta pregunta de cuánto dar con cinco preguntas.
  1. ¿Estás dando lo suficiente como para que tu ofrenda incline tu corazón hacia el cielo? En tiempos de incertidumbre o necesidad financiera, es fácil decidir: «solo daré lo suficiente como para marcar la casilla de esta disciplina espiritual». Sin embargo, esa actitud queda corta de creer verdaderamente lo que Jesús ha dicho: «donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón» (Mt 6:21). Cuando no sabes cómo vas a pagar la renta o cómo vas a arreglar el automóvil o qué va a pasar si tu esposo pierde el trabajo, tu corazón estará especialmente atraído a las preocupaciones de este mundo. Entonces, es precisamente en esos momentos en los que más necesitas inclinar tu corazón hacia el cielo.
  2. ¿Tu manera de usar el dinero muestra que temes a Dios o a la pobreza? Dios no dice que ser generoso te librará de la pobreza (al contrario de lo que dirán muchos predicadores en la televisión). El hecho de que servimos a un Salvador que pasó su tiempo en la tierra en la pobreza, debería ser suficiente para acabar con la mentira de que una verdadera fe trae riquezas terrenales. No obstante, Dios sí promete que aun cuando Él te llame a vivir tu peor pesadilla financiera, Él estará contigo y Él proveerá lo que necesites. «Cuando pases por las aguas, Yo estaré contigo, y si por los ríos, no te cubrirán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama te abrasará» (Is 43:2). Aún mejor, Él promete usar esa dificultad para tu bien (Ro 5:3-5). Si tus miedos financieros están dictando la manera en que usas el dinero, entonces has hecho que el dinero sea el amo de tu corazón, tanto como el hombre rico encadenado por la codicia. El dinero es un amo cruel y nunca está satisfecho. Entonces, libérate de su control a través de la generosidad para que temas a Dios y no a la pobreza.
  3. ¿Tienes algún ingreso? En 1 Corintios 16:2, aprendemos que deberíamos dar según Dios nos haya prosperado. Si tienes mucho, deberías dar mucho. Si tienes poco, deberías dar poco. Esto significa que tanto la oportunidad para dar y la responsabilidad de dar dependen de si tienes un ingreso ahora o no. Si no tienes ingresos, entonces lo más probable es que Dios, en su providencia, no ha hecho posible que en este tiempo seas generoso y puedes estar contento con eso (Job 1:21). Por otro lado, si tienes un ingreso —por escaso que sea— deberías estar dando una parte de eso a tu iglesia (Gá 6:6), salvo por alguna serie excepcional de circunstancias. Descubre la bendición que proviene de honrar a Dios incluso en la escasez.
  4. ¿Has hablado con alguien sobre esta decisión? ¡Qué extraño es que hablemos con nuestros amigos de la iglesia sobre nuestras luchas con la ambición, la pereza y la pureza, pero nunca sobre el dinero, cuando Jesús enseñó tanto acerca del dinero! No hay razón para que tomes estas decisiones sin el consejo de otros.
  5. ¿Quieres ser generoso? Esa pregunta puede atravesar la nube de factores conflictivos que enfrentamos durante los tiempos de dificultad financiera. ¿Quieres ser generoso? Si tu respuesta sincera es «no», entonces ora por esto regularmente. Ora basándote en pasajes como Mateo 6:25-34 y 2 Corintios 8-9, que nos enseñan sobre los propósitos de Dios para nuestro dinero. Habla de esta lucha con un amigo en tu iglesia en quien confíes. Y da en fe, confiando en que «donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón». 

¿Necesitas gozo?

Tal vez la razón más realista por la que nos perdemos el gozo de la generosidad en momentos de dificultad financiera es la fatiga. La vida es difícil y estresante. ¿Quién tiene el lujo de pensar sobre ser generoso? Después de todo, ¿verdaderamente importa que dé de mi dinero si no puedo dar mucho? Aquí es donde necesitamos fe para creer las promesas de Dios. Dios ama al que da con alegría, porque la alegría al dar muestra que creemos en su Palabra. Esto es especialmente verdad cuando los dadores alegres son pobres y propensos a preocuparse por el futuro. Aquellos cristianos de Macedonia de 2 Corintios 8 estaban en una situación difícil. Estaban «en medio de una gran prueba de aflicción», dice Pablo. Y, sin embargo, «abundó su gozo, y su profunda pobreza sobreabundó en la riqueza de su liberalidad» (1Co 8:2). ¿Necesitas ese gozo? Entonces, mi hermano o hermana, sigue su ejemplo. Jamie Dunlop es el autor de Why Should I Give to My Church? [¿Por qué debería dar a mi iglesia?].
Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
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¿Cómo hablar de dinero con tu iglesia?
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¿Cómo hablar de dinero con tu iglesia?

¿Disfrutas hablar de dinero con tu iglesia? Para muchos pastores, casi cualquier otra cosa sería preferible. Demasiado a menudo, pareciera ser que en el momento en que comienzas a hablar de dinero, todo el aire del lugar desaparece.  «Aquí va el pastor otra vez, echándonos la culpa. Es hora de desconectarse mentalmente». ¿Cómo podría convertirse la discusión sobre el dinero con tu iglesia en una experiencia positiva para ellos y para ti? Veamos cómo el apóstol Pablo habló de dinero y luego apliquemos su enfoque a las situaciones en las que te puedas encontrar.

La nota de agradecimiento más extraña

Pablo termina su preciosa y animante carta a los filipenses dándoles las gracias por su reciente ofrenda. Sin embargo, no se parece en nada a las notas de agradecimiento que recibes de tu organización benéfica favorita: «muchas gracias por tu reciente donación. Jamás podríamos llevar a cabo esta importante tarea sin ti. Aquí hay diecisiete otras necesidades que tenemos, ¿podrías por favor dar más?». En lugar de eso, Pablo hace un enorme esfuerzo por dejar en claro que la obra de Dios no es de ninguna manera dependiente de su generosidad. «No que hable porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación» (Fil 4:11). «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Fil 4:13). «No digo esto porque esté tratando de conseguir más ofrendas, sino que trato de aumentar el crédito a su cuenta [...] tengo hasta de sobra» (Fil 4:17-18, NVI). No obstante, Pablo se «alegró grandemente» en su ofrenda (Fil 4:10). ¿Por qué? No por su bien, sino por el de ellos. «No digo esto porque esté tratando de conseguir más ofrendas, sino que trato de aumentar el crédito a su cuenta» (Fil 4:17, NVI). Resulta que Pablo verdaderamente creía en las palabras que Jesús citó en Hechos 20:35: «Más bienaventurado es dar que recibir». Según Pablo, dar es para el beneficio del que da. Aquí hay algunos principios que podemos tomar del ejemplo de Pablo:
  1. Cuando hablamos de dinero con nuestras congregaciones, debemos ejemplificar una confianza exuberante en que Dios, en su cuidado providencial para nuestras iglesias, proporcionará exactamente lo que es correcto, sea o no la cantidad que esperábamos.
  2. Cuando hablamos de dinero, nuestro principal interés es el bien eterno de nuestras ovejas, no los planes de sus pastores.
  3. Hablar de dinero es una oportunidad para enseñar a nuestra gente cómo pensar sobre el dinero.

Hablando como Pablo

Considere algunos escenarios que enfrentan las iglesias y cómo podemos hablar de dinero como Pablo cuando ocurran.
Cuando le pides a tu gente que dé
Cada pastor debe enseñar acerca de dar. Es un tema que se trata repetidamente en la Escritura. Cuando lo hagas, sigue el ejemplo de Pablo dejando en claro que no estás enseñando acerca de dar porque tu iglesia necesita el dinero; estás enseñando acerca de dar porque es bueno para tu congregación dar. Dar hace que sus corazones se desprendan de las cosas de este mundo (Mt 6:21); dar es una inversión en una recompensa eterna (Fil 4:17).
Cuando presentas el presupuesto
El ejemplo de Pablo nos inclina a describir el presupuesto de la iglesia menos como gasto y más como inversión. En ese sentido, podrías describir el presupuesto de tu iglesia como un fondo mutuo orientado espiritualmente. En un fondo mutuo financiero, miles de inversionistas confían su dinero a un administrador de inversiones, quien busca las mejores oportunidades para invertir ese dinero, para que algún día las personas vean el resultado de su inversión. Del mismo modo, tu congregación confía a su iglesia una parte significativa de su riqueza cada año. Tu iglesia «invierte» ese dinero en trabajo orientado al Reino, como pagar a pastores y financiar misioneros. Un día, cada uno de estos santos se presentará ante Dios para dar cuenta de cómo administraron lo que se les confió (2Co 5:10). Oremos para que en el último día estén agradecidos por cada pedacito de dinero que le dieron al presupuesto de su iglesia.
Cuando a tu iglesia le va bien financieramente
Por lo general, no hablamos tanto de dinero cuando a la iglesia le va bien financieramente, pero ese es el mejor momento para hablar sobre dar, precisamente porque es cuando es menos probable que se malinterpreten nuestros motivos. A menudo digo algo como esto: «estoy agradecido de que a nuestra iglesia le esté yendo bien financieramente, pero, francamente, no podría importarme menos si cumplimos o no con nuestro presupuesto. En cambio, lo que me importa eres tú: el estado de tu corazón, la oportunidad de dar para liberarte de las preocupaciones mundanas y la recompensa que espera la fidelidad. De hecho, la razón por la que menciono esto ahora es precisamente porque estamos cumpliendo con nuestro presupuesto».
Cuando tu iglesia está atrasada en el presupuesto
Cuando los tiempos son difíciles, deja en claro que amas a tu gente mucho más de lo que amas tus planes que dependen del presupuesto. Necesitarás una buena dosis de confianza llena de fe en el cuidado providencial de un Dios bueno y soberano. Como escribió David: «Las cuerdas me cayeron en lugares agradables; en verdad es hermosa la herencia que me ha tocado» (Sal 16:6). Eso siempre es cierto, ya sea que Dios haya provisto el 110 % de su presupuesto o el 10 %. Al hablar con tal confianza, no solo mostrarás con el ejemplo cómo es confiar en los buenos propósitos de Dios en la dura providencia, sino que tu gente confiará más fácilmente en que tu deseo no es su dinero, sino el bien de sus almas. Por supuesto, decir las palabras: «me importa mucho más su fidelidad que cumplir con este presupuesto» puede sonar falso si la congregación sabe que tú estás entre la espada y la pared y tendrás que despedir personal a menos que entre más dinero. ¡Así que evita estar entre la espalda y la pared! ¿Cómo? Manteniendo cierta flexibilidad en tu presupuesto. Por ejemplo, si es posible, guarda algunas líneas (digamos, para mejoras discrecionales del edificio u oportunidades de misiones únicas) que no gastará hasta el final del año fiscal. La flexibilidad presupuestaria contribuirá en gran medida a ayudar a tu congregación a confiar en que te preocupas más por sus almas que por su dinero.
Cuando se encuentra en un momento de emergencia financiera
No importa qué tan sabia sea tu planificación, habrá momentos en los que estarás, de hecho, entre la espada y la pared, y tendrás que tomar algunas decisiones dolorosas a menos que tu congregación aumente sus ofrendas. ¿Mi consejo en estas situaciones? Sé honesto: «casi siempre, cuando los animo a dar, no lo hago por nuestro presupuesto, sino por sus corazones. Como Pablo en Filipenses 4, busco el fruto que aumenta para su crédito. Sin embargo, esta vez es diferente. Odiaría que redujéramos las inversiones a largo plazo en personal y misioneros para acomodarnos a lo que creo que es una crisis financiera a corto plazo. Así que te pido que des más allá de lo que es fiel. Si podemos equilibrar nuestro presupuesto, creo que será un mejor vehículo de inversión espiritual a largo plazo. Y si no podemos, está bien, sabemos que Dios proveerá exactamente lo que necesitamos».

¿Quién habla de dinero con tu iglesia?

Permíteme cerrar con una última implicancia del ejemplo de Pablo. Dada la cantidad de oportunidades que existen para pastorear a tu iglesia cuando se habla de dinero, ¿por qué no confiarías esto a un pastor? Cuando presentes el informe financiero mensual y estés animando a la congregación a dar y estés hablando de las necesidades financieras de la iglesia, no comuniques solo los detalles financieros. En cambio, como Pablo, pon las finanzas en el contexto de asuntos más importantes, como la fe en la providencia de Dios y sus recompensas eternas. Siempre que hables de dinero, busca pastorear a tu iglesia.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de 9Marks.