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Photo of Joven, enojado y socialmente aislado
Joven, enojado y socialmente aislado
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Joven, enojado y socialmente aislado

«Dios creó al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó» (Gn 1:27).
Un hombre no tiene que encajar en un estereotipo cultural para ser bíblicamente masculino. Él puede ser un hombre ya sea que vea un partido de fútbol, que pinte un cuadro, que se quiebre frente a una película conmovedora o que limpie narices llenas de mocos. Macho no define la masculinidad. Al contrario, la masculinidad es modelada por Jesús mismo. En esta nueva serie, exploraremos cómo la masculinidad es un reflejo de Dios en las diversas etapas y en nuestro tiempo cultural. Analicemos lo que significa ser un hombre de verdad.
Una de las mayores historias culturales (y una de las más importantes) es la tendencia hacia el aislamiento social, una tendencia causada por una combinación tóxica del fracaso de nuestras instituciones mediadoras, el avance tecnológico y el pecado. ¿Qué han hecho las redes sociales? La evidencia es clara para esta creciente tendencia de aislamiento: los mileniales generalmente están teniendo menos sexo; su participación en actividades comunitarias está disminuyendo; y se preguntan por qué necesitarían amigos de carne y hueso cuando hay tantas personas interesantes en Reddit, al otro lado de los audífonos con quienes juegan videojuegos o que les dan me gusta y retuitean sus vituperios contra Donald Trump o sus padres. Y, por supuesto, a veces ese aislamiento social, la ira o insatisfacción que a menudo se corresponden, da un vuelco más oscuro. Tiroteos colectivos y actos de violencia pueden parecer aleatorios, pero existe al menos una tendencia: los tiradores a menudo son jóvenes, hombres; están enojados, y socialmente aislados. Hay muchas razones para el aumento del consumo abusivo de opioides y es un hecho que quienes están equipados para brindar ayuda no pueden hacerlo, por lo que estas personas no son alcanzadas (o no lo serán). Pero, por supuesto, no siempre es tan oscuro. El aislamiento social también toma la forma de un simple rechazo a las normas sociales o a la participación en nuestras comunidades, y encuentra voz no en una cafetería, sino que en comentarios en un canal de YouTube. Aunque aún no está claro por qué los sentimientos de aislamiento social y soledad están creciendo, en investigaciones preliminares se sugiere que la tendencia está relacionada con el uso de las redes sociales. La ironía, por supuesto, es densa: con el aumento explosivo de la tecnología y de las redes sociales, el mundo está más conectado que nunca; sin embargo, a medida que se transforma en un mundo superficialmente más conectado, la conexión verdadera ha sufrido las consecuencias. Como era de esperar, esta radical transformación en la manera en que interactuamos ha provocado una gran abundancia de análisis y discusión entre los científicos sociales, los comentaristas políticos y los líderes de la iglesia. Hace poco, el escritor Kevin Williamson escribió algo respecto a «los célibes involuntarios» (concepto dado a los hombres socialmente aislados y sexualmente frustrados). Como Williamson escribió:
Si eres un hombre joven sexualmente frustrado, la jugada inteligente sería unirte a una iglesia. En serio, únete a una iglesia. Ese consejo no le hará mucho bien a los chicos que van del porno animé a Reddit toda la noche mientras traman fantasías elaboradas de venganza. Probablemente, no es que esos chicos sean unos chiflados inadaptados debido a que no puedan tener novia; es más probable que no puedan tener novia porque son unos chiflados inadaptados. No obstante, ustedes, los tipos más o menos normales, rutinarios, no psicóticos y que tienen problemas para conocer a una chica: únanse a una iglesia[1].
Encuentro que este consejo es sano. No pueden haber soluciones al aislamiento social que no incluya una participación en instituciones sociales (Rotary Club, escuelas o, sí, la iglesia) y como cristiano, por supuesto que creo que la iglesia es la mejor opción del grupo; o, más bien, debería serlo. Sin embargo, el consejo de Williamson necesariamente provoca la siguiente pregunta: si tenemos éxito en convencer a los chicos socialmente aislados, a los hombres jóvenes enojados para que se unan a la iglesia, ¿qué les está enseñando esa iglesia sobre cómo ser un hombre? Otros artículos en esta serie han levantado y abordado muchos problemas con la concepción moderna que la iglesia tiene sobre la masculinidad. Ya sea la masculinidad tóxica, las nociones patriarcales del valor y del liderazgo o el rechazo erróneo del concepto bíblico de masculinidad por completo, la iglesia está constantemente tentada a creer más en el concepto de masculinidad que viene de la cultura que el de la Escritura. En ese caso, el aislamiento social no mejorará; más bien, se agravará o simplemente será reemplazado por un nuevo problema. Sin embargo, ¿qué pasaría si ofreciéramos un camino mejor? ¿Qué ocurriría si entrara en nuestra iglesia un chico socialmente aislado y le enseñáramos sobre un hombre que fue aislado en una cruz, y que al hacer eso, nos enseñó que ser un hombre en realidad implica: sacrificio, amor, y demostración de fuerza por medio del sacrificio? Lograr que los hombres jóvenes lleguen a la iglesia no es suficiente; también debemos tener en cuenta qué le estaremos enseñando una vez que lleguen. ¿Les estamos enseñando que la masculinidad está completamente determinada por cómo tratas (y cómo piensas) al sexo opuesto? ¿Les estamos enseñando que la masculinidad bíblica se demuestra casi completamente por la manera en que lideran a la esposa y a los hijos que probablemente no tienen? ¿Estamos presentando una visión de masculinidad bíblica que esencialmente carece de sentido para un joven de veintiún años adicto a la tecnología? ¿Estamos presentando una visión de masculinidad bíblica que es totalmente extraña para alguien que no ama los deportes, el whisky y John McClane? El aislamiento social es el resultado de décadas de cambios tecnológicos y sociales y no será curado fácilmente. No obstante, creo que puede curarse por algo que no cambia: una concepción bíblica de masculinidad que no está atada a la cultura en lo absoluto. La cultura, como es de esperar, crea una visión de masculinidad que está muy conectada con las cosas que generalmente le gustan a los hombres: la masculinidad a menudo no es más que preferencias de género. Los «verdaderos hombres» conducen camiones, ven partidos, toman cerveza y cualquier otra cosa, porque… bueno, porque a la mayoría de los hombres les gustan esas cosas. No obstante, Jesús nos enseñó lo opuesto: lejos de atar la verdadera masculinidad a nuestras preferencias de género, Jesús lo ató al sacrificio y a la abnegación. Jesús fue un hombre perfecto precisamente porque tomó la naturaleza de un siervo y fue obediente hasta la muerte más solitaria. Nadie en la historia de la humanidad estuvo más solo que Jesús, colgado de una cruz, mientras el Padre le dio la espalda. Él sufrió en aislamiento por el propósito de llevarnos a nosotros a una comunidad, con Él, con la iglesia y con todos los santos que se han ido antes que nosotros. Al hacerlo, Él demostró que la masculinidad bíblica considera a otros como más importantes que uno mismo y se demuestra por medio del servicio y del sacrificio. Si el hombre joven socialmente aislado va a la iglesia y aprende que la masculinidad bíblica se trata de tomar cerveza y ver Artes Marciales Mixtas mientras discuten las maneras más nuevas de combatir la lujuria y la usurpación de nuestro liderazgo por mujeres astutas, entonces ellos podrían quedarse en casa también y pensar en su próximo comentario en Reddit. Lo mismo se aplica si lo que le enseñaron sobre la masculinidad bíblica no es nada en lo absoluto. Pero si se les enseña que el problema con su aislamiento social es que les impide dar su vida por otros y al hacerlo impide que ejemplifiquen la masculinidad mostrada por el mismo Hijo del Hombre, entonces quizás el consejo de Williamson no es tan malo después de todo. Únete a una iglesia.
Este recurso fue publicado originalmente en Morning By Morning.

[1] N. del T.: traducción propia.