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Cuatro maneras de luchar contra la tentación sexual
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Cuatro maneras de luchar contra la tentación sexual

Estrangula la tentación

Años atrás, un hombre estaba cazando ciervos en el área de Tehama Wildlife de Carolina del Norte. Mientras escalaba un barranco rocoso, levantó su cabeza para mirar por encima de una saliente y vio que algo se movía hacia su rostro. Antes de que se diera cuenta, una serpiente cascabel lo atacó, fallando por poco. Sin embargo, el ataque fue tan cerca que los colmillos quedaron enganchados en el cuello de su suéter. A medida que la serpiente se enrollaba en el cuello del hombre, él la agarró justo detrás de su cabeza. Una mezcla de siseo con cascabeleo inundó sus oídos a medida que sentía el tibio veneno bajar por su cuello. Él intentó desenganchar los colmillos de su suéter, pero se cayó para atrás y se resbaló hacia el terraplén. Con su rifle, desenredó los colmillos, liberando a la serpiente para atacarlo repetidamente en su rostro. El hombre explicó después: «tuve que estrangularla hasta matarla. Era la única salida»[1]. Cuando enfrentas la tentación, entras a una batalla que es aún más peligrosa que el ataque de una cascabel en el rostro. La Escritura compara a Satanás con una serpiente o un león que están de cerca acechando, provocando pasiones dentro de nosotros que libran una guerra contra nuestras almas (Gn 3:1-6; 4:7; 1P 2:11; 5:8). Debemos estrangular la tentación hasta la muerte; es la única salida. A continuación, comparto cuatro maneras de luchar cuando la tentación ataca.
1. Ora a Dios
A medida que la hora oscura de la tentación cayó sobre los discípulos de Jesús, Él les dijo dos veces que «oren para que no entren en tentación» (Lc 22:40, 46). Él sabía la presión que estaban por enfrentar, así que Él les recordó: «el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil» (Mt 26:41). Si Jesús les dijo a sus discípulos que oraran antes de que llegara la tentación, ¿cuánto más necesitamos orar nosotros una vez que esta llegue? Cuando la tentación llama, tienes que orar. Necesitas la intervención divina para liberarte del veneno del tentador. No necesitas oraciones elaboradas, solo oraciones desesperadas entregadas con fe. La Escritura nos da abundancia de ejemplos:
  • «Señor, sálvame» (Mt 14:30).
  • «Señor, ayúdame» (Mt 15:25).
  • «¡Jesús, Maestro! ¡Ten misericordia de nosotros!» (Lc 17:13).
  • «Te ruego, oh señor: salva mi vida» (Sal 116:4).
  • «Desde lo más profundo, oh Señor, he clamado a ti. ¡Señor, oye mi voz!» (Sal 130:1-2).
  • «Y no [me] dejes caer en tentación, sino líbra[me] del mal» (Mt 6:13).
  • Señor, Tú prometiste no «tenta[rme] más allá de lo que pued[a] soportar», y que «proveerá[s] también la vía de escape» (1Co 10:13). ¡Muéstrame la vía de escape!
  • «Creo; ayúdame en mi incredulidad» (Mr 9:24).
La oración quita nuestros ojos de la oferta desorientadora del pecado y los pone en Jesús. A través de la oración resistimos al diablo y nos acercamos a Dios (Stg 4:7-8). A través de ella, confesamos nuestro deseo de pecar y suplicamos ayuda para resistirlo. Le pedimos a Dios que nos dé fuerza para estrangular la tentación a fin de que ese pecado no pueda atacarnos. Cuando eres tentado, ora a Dios. Él es el único que nos ayuda y evita que caigamos.
2. Huye enseguida
José era guapo y la esposa de su amo no pudo evitar notarlo. Debido a que la lujuria ardía en su corazón, ella le ofreció la oportunidad de tener un amorío secreto, pero José se resistió. Él era leal a su amo y, más allá de eso, dijo: «¿Cómo entonces podría yo hacer esta gran maldad y pecar contra Dios?». Sin embargo, sus insinuaciones continuaron «día tras día» hasta que finalmente lo acorraló cuando estaba solo. Ella lo agarró de su ropa y le dijo: «¡Acuéstate conmigo!». En lugar de considerar su oferta, «él dejó su ropa en la mano, y salió huyendo afuera» (Gn 39:6-12). José corrió porque no tenía otra opción. Él sabía que era demasiado débil para resistir la tentación mientras estuviera solo con la esposa de su amo. Así que él estranguló la tentación, no al quedarse y pelear, sino que al huir. Cuando hacemos lo mismo, cuando la tentación te arrincone, no coquetees con ella, huye. El pecado quiere convencerte de que un clic más en el buscador o un minuto más en el sofá o una ronda más de conversaciones inapropiadas es algo manejable. No obstante, la tentación cuando es albergada es como criptonita para nuestra carne pecaminosa. Mientras más dejamos que persista, más débil se vuelve nuestra determinación. Es por esto que Pablo le dijo a Timoteo que «huye[ra], pues, de las pasiones juveniles y sigu[iera] la justicia» (2Ti 2:22). Haz lo que sea necesario para huir de lo que te tienta: cierra el computador; borra la aplicación; apaga el teléfono; corre afuera; súbete al auto y conduce. Haz lo que necesitas hacer para huir de la voz de la tentación.
3. Llama a un amigo
Emilia se sintió abrumada por la arremetida de la tentación. Estar sola en su casa por el fin de semana le ofreció tantas maneras de pecar. Sin embargo, en lugar de luchar sola, ella llamó a una hermana de la iglesia. Le explicó cuán débil se sentía y pidió ayuda. Su amiga le dijo que hiciera un bolso y se quedara con ella durante el fin de semana. Emilia estuvo de acuerdo y, con la ayuda de su amiga, evitó la trampa de Satanás. No puedes luchar contra el pecado por ti mismo. Dios nos ordena a «exhórt[arnos] los unos a los otros cada día, mientras todavía se dice: “Hoy”; no sea que alguno de ustedes sea endurecido por el engaño del pecado» (Heb 3:13). El pecado nos asegura que pedir ayuda es algo débil, vergonzoso e innecesario. Sin embargo, esto es solo una mentira más de Satanás, quien es «un mentiroso y el padre de la mentira» (Jn 8:44). Cuando la tentación ataca, acércate a un amigo y suplica por ayuda. No te excuses. Envíale un mensaje de texto o un correo o llámalo inmediatamente. Dile a tu amigo que necesitas ayuda. Dile algo como: «¿puedes orar por mí? Me siento débil ante la tentación y necesito tu ayuda». El pecado no puede vivir en la luz. Lleva la tentación hacia la luz de la comunidad y recluta a otros para tener ayuda. Si la persona a la que llamas no te toma en serio, suplica con más urgencia o llama a otra persona. No te rindas ante el desánimo. Sigue luchando, pero no luches solo.
4. Desarrolla un plan a largo plazo
Cuando era joven, mi padre y yo a menudo salíamos a caminar por un bosque cercano a nuestra casa que era conocido por estar habitado por serpientes venenosas. Durante nuestra primera caminata, él me enseñó una importante lección: cuando te encuentres con un árbol caído en el camino, súbete y pásalo por encima. Él me explicó que las serpientes a menudo descansan bajo los árboles, así que si solo pasamos por encima de un árbol, podríamos asustar a la serpiente y nos podría morder. Sin embargo, si nos subimos al árbol y después lo pasamos por encima, creamos suficiente distancia para evadir el ataque de la mayoría de las serpientes. Hoy no puedo pasear por un camino en el bosque sin recordar esta lección. Evitar el ataque de una serpiente una vez es bueno. Desarrollar un patrón para evitar estos ataques para siempre es mejor. No podemos, por supuesto, evitar que el tentador tiente, pero tenemos que desarrollar un plan para no pasar cerca de la puerta de su casa (Pr 5:8). A lo largo de los años, he desarrollado un plan intencional para «no [...] proveer para [...] la carne» a fin de guardar mi camino con Jesús (Ro 13:14). Jesús nos exhortó a cortar lo que fuera que nos lleve a pecar contra Dios (Mt 5:28-30). He puesto varias protecciones como si fueran alambres de púas para hacer difícil poner en acción deseos pecaminosos. Te animo a ir donde un amigo y desarrollar una estrategia similar. Las siguientes preguntas podrían ayudarte a comenzar.
  • ¿Cómo estás cultivando esperanza y deleite en Jesús?
  • ¿A qué pecados que roban gozo eres más propenso a ceder?
  • Si Satanás te tentara, ¿cómo lo haría?
  • Si fueras a acceder al pecado, ¿cómo lo encontrarías?
  • ¿Cómo puedes simplificar tus dispositivos electrónicos para hacer imposible que peques en ciertas maneras?
  • ¿Hay suscripciones que necesitas cancelar? ¿Números de teléfonos que necesitas borrar?
  • ¿Hay suscripciones de rendición de cuentas que debas establecer?
  • ¿Cuándo eres más susceptible a la tentación? ¿Cómo puedes prepararte para estos tiempos?
  • ¿Qué pasajes de la Escritura has memorizado o marcado para acceder a ellos rápidamente en momentos de tentación?
  • ¿Qué mentiras eres más propenso a creer y con qué pasajes de la Escritura puedes combatirlas?
  • ¿A quién le estás confesando tus pecados más regularmente? ¿A quién puedes llamar cuando te estés sintiendo tentado?

Sin arrepentimiento

Dios rara vez toca nuestras vidas de tal manera que dejemos de amar al pecado inmediatamente. No obstante, a medida que luchamos contra el pecado y lo buscamos a Él, Él cambia nuestros afectos. Comenzamos a amar lo que Él ama y a odiar lo que Él odia. Nuestra confianza en la fuerza de voluntad se evapora y nuestra esperanza se centra en Jesús, quien fue tentado y aun así resistió en todas las formas en que nosotros no lo hemos hecho (Heb 4:15). A medida que comiences a luchar nuevamente por el gozo en Dios, recuerda que el pecado roba tu gozo. Nunca te arrepentirás de resistir al pecado; siempre te arrepentirás de ceder a él. Estrangula la tentación al refugiarte en Jesús y en los medios de gracia que Él provee: ora a Dios, huye de la escena, llama a un amigo y desarrolla un plan.

Este artículo es una adaptación de Pure in Heart: Sexual Sin and the Promises of God [Puro de corazón: el pecado sexual y las promesas de Dios] escrito por J. Garrett Kell.


Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.

[1] Esta historia, publicada por primera vez en Los Angeles Times, aparece en el libro de Chuck Swindoll, La búsqueda del carácter maduro (El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano, 2004), 17-18.

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Cómo orar por la pureza sexual de tu adolescente
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Cómo orar por la pureza sexual de tu adolescente

La tentación sexual abunda

El mal ha abundado en toda época; sin embargo, los niños de hoy enfrentan un peligro único. El sexo se da por sentado en la mayoría de las relaciones de noviazgo. La pornografía es tan accesible como revisar el pronóstico del tiempo. Las apps en los celulares proveen la oportunidad de conectarse anónimamente con cualquier persona. Como padre de seis hijos, tengo la responsabilidad de protegerlos y guiarlos en este traicionero entorno de tentación sexual. También sé que, en última instancia, solo el Señor les puede proveer la ayuda que necesitan (Sal 127:1). Es por eso que los padres como yo debemos orar por la pureza sexual de nuestros hijos adolescentes. A continuación, encontrarás seis oraciones extraídas de la mina de sabiduría de la Escritura que los padres pueden orar por sus hijos adolescentes.
1. Ora para que ellos deseen a Dios
Ora para que Dios los ayude a atesorarlo a Él por sobre todas las cosas. Desear a Dios es un don que solo Él puede dar; suplícale para que se los dé a tus hijos. Hacemos esto sabiendo que una de las armas más importantes de Satanás es la distracción que abunda en nuestra era. Si no somos cuidadosos, las pantallas, los textos, los juegos, los amigos y las redes sociales llenarán cada momento de vigilia de la vida de nuestros hijos. El desear a Dios puede apagarse y reemplazarse rápidamente por intereses menores. Hay una guerra por los afectos de nuestros hijos, y debemos suplicarle a Dios que intervenga. Primero, debemos orar para que nuestros hijos conozcan a Jesús. Orar para que aprecien su misericordia salvadora. Segundo, orar, junto con el apóstol Pablo, para que nuestros hijos continúen valorándolo a Él y «estim[ando] como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús […] y lo consider[en] como basura a fin de ganar a Cristo» (Fil 3:8). Jesús nos asegura que: «Bienaventurados [son] los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios» (Mt 5:8). Ora para que tus hijos busquen la pureza, no como un fin en sí, sino como un medio para ver a Dios. Ora también para que tú tengas sabiduría a fin de ayudar a tus hijos a disciplinarse a sí mismos y a que prioricen la búsqueda de Dios por sobre todas las cosas (1Ti 4:7-8).
2. Ora para que ellos entiendan la sexualidad
Ora para que Dios ayude a tus hijos a tener una perspectiva del sexo formada por la Escritura, no por el mundo. Hace varios años atrás, mi familia y yo entramos a la casa de los espejos en un carnaval. Las paredes estaban cubiertas de espejos diseñados para deformar nuestro reflejo y presentarnos una imagen distorsionada. Algunos nos estiraron para hacernos parecer altos y delgados; otros nos hacían ver bajos y gordos. Dondequiera que íbamos, las cosas se veían bien en algunos aspectos y extrañas en otros. Nuestro mundo caído es una casa de espejos que distorsionan todo, incluso la sexualidad. Según el mundo, el sexo es lo que tú quieres que sea porque, bueno, después de todo se trata de ti, ¿no? Pero esta perversión del propósito de Dios tiene efectos devastadores. Junto con eso, el mundo te asegura que tu identidad está sujeta a tus sentimientos y satisfacción sexual. Esto produce confusión con resultados desastrosos. Ora para que ellos vean su identidad en Cristo como su mayor tesoro. Dios creó el sexo, el género y la sexualidad de manera sabia y maravillosa. Nos diseñó con las capacidades de atracción, estimulación y satisfacción. Nuestros hijos necesitan entender que el sexo no es insignificante ni malo, sino que en el matrimonio es un don que Él nos da para nuestro placer y para su gloria (Heb 13:4; cf. Gn 1:28; 2:24). Navegar por el confuso mundo de la sexualidad puede resultar desorientador para nuestros hijos, por eso ora para que la Palabra de Dios moldee sus mentes (Ro 12:1-2).
3. Ora para que ellos honren a los demás
Ora para que Dios les enseñe a nuestros hijos a honrar a los demás en lugar de usarlos. Nuestra cultura sexualizada degrada a nuestros semejantes hechos a imagen de Dios. Las personas quedan reducidas a objetos para ser usados y codiciados, en lugar de ser portadores de la  imagen de Dios para ser servidos y honrados. Recientemente, salí a caminar con un joven que ha estado batallando con la pornografía. Cuando pasamos junto a una joven atractiva, él reaccionó girando su cabeza hacia el otro lado y comenzó a caminar de lado con su espalda hacia ella. Aunque valoro su deseo de no mirarla con lujuria, ese no es el tipo de respuesta que deberíamos tener con nuestros semejantes. Cuando sacamos el sexo del lugar sagrado del matrimonio, este tiene un efecto degradante en las personas hechas a imagen de Dios. Satanás incita a nuestros hijos a fantasear con usar a otros para su placer sexual, pero Jesús nos llama a amar a nuestro prójimo, no a mirarlo con lujuria. Los jóvenes son llamados a tratar «a las más jóvenes, como a hermanas, con toda pureza» (1Ti 5:2). Las jóvenes, desde luego, son llamadas a tratar a los jóvenes como hermanos, con toda pureza también. Ora para que tus hijos miren a los demás como personas dignas de honor, respeto y protección. Ora para que presten atención a las advertencias de Dios para aquellos que pecan sexualmente en contra de otros (Heb 13:5). Ora también para que dediquen sus vidas a ayudar a otros a crecer en santidad en lugar de defraudarlos por medio del egoísmo sexual (1Ts 4:1-8).
4. Ora para que cultiven sobriedad
Ora para que Dios ayude a nuestros hijos a que tengan sobriedad espiritual en cuanto al pecado, la gracia y la eternidad. La juventud suele ir acompañada de un caso desastroso de miopía espiritual. Las cosas sobre la eternidad se sienten típicamente irrelevantes. La gracia puede parecer nebulosa. Los adultos pueden comprender más fácilmente cómo el pecado puede devastar un matrimonio o una carrera. Nuestros hijos e hijas necesitan que Dios cultive en ellos sobriedad espiritual. Salomón advirtió a sus hijos del desastre que acompaña a la seducción diciéndoles que «su casa se inclina hacia la muerte [...]. Todos los que van a ella, no vuelven, ni alcanzan las sendas de la vida» (Pr 2:18-19). Ora para que Dios ayude a tus adolescentes a comprender cómo el pecado sexual deshonra sus nombres, ocasiona dolor personal y roba años de sus vidas (Pr 5:9, 6:27-28). A medida que el pecado se vuelve más evidente para nosotros, la gracia de Jesús se torna más preciosa para nosotros. Ora para que Dios guarde a nuestros hijos de la desesperación y les dé esperanza en Jesús. Ora para que ellos vean que donde el pecado abunda, la gracia de Dios sobreabunda (Ro 5:20). Ora para que no se avergüencen delante de Dios, sino que sean audaces para correr a su trono de gracia (Heb 4:14-16). Ora para que Dios les abra los ojos y se den cuenta de que todo lo que piensan, dicen o hacen tiene consecuencias eternas (Sal 119:18; Lc 8:10).
5. Ora para que se confiesen con rapidez
Ora para que Dios les ayude a confesar sus pecados con rapidez y se aferren a Jesús con desesperación. Los pecados no confesados producen vergüenza. Y la vergüenza es un arma poderosa en el arsenal de Satanás, especialmente en contra de los adolescentes. Al aprovecharse de sus inseguridades, los tienta a desatender sus compromisos. Él sabe que el pecado no confesado es como un cáncer en el alma. Paraliza la conciencia y los hace caer en espiral hacia oscuridades más profundas. Como padres, queremos ayudarlos a no pecar, pero también debemos estar listos para ayudarlos cuando lo hacen (1Jn 2:1-2). Debemos enseñarles a nuestros hijos a confesar sus pecados a Dios (1Jn 1:8-9) y a otros creyentes (Stg 5:16). Debemos familiarizarlos con la Escritura, que los ayudará a correr hacia Dios en busca de misericordia (cf. Sal 32, 38, 51, 103, 130; Is 1:18; Mt 11:28; 1Co 6:9-11; Stg 4:6-10; 1P 2:24-25). Ora para que no silencien la convicción del Espíritu, sino que respondan con fe y arrepentimiento (Ro 2:4; Heb 3:15; 2P 3:9). Ora para que tus hijos sientan el peso de su pecado, pero que también sepan el camino al trono de la gracia (Heb 4:14-16). Ora para que crean que «el que encubre sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y los abandona hallará misericordia» (Pr 28:13). Ora para que crean que Dios desea perdonarlos.
6. Ora para que sean valientes
Es difícil seguir a Jesús cuando todos los demás no lo hacen. El peso de la presión social puede ser desalentador para los jóvenes. Es por eso que debemos orar para que tengan la valentía de seguir a Jesús (Jos 1:9; Is 41:10; Sal 31:24; 2Ti 1:7). El apóstol Pedro les recordó a los cristianos sufrientes que debían abandonar el pecado al cual todos los demás se entregaban. También los ayudó a luchar contra la burla que sin dudas vendría de sus amigos: «Y en todo esto, se sorprenden de que ustedes no corren con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y los insultan. Pero ellos darán cuenta a Aquel que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos» (1P 4:4-5). Ora para que nuestros hijos sean fortalecidos para confiar en Dios, aun cuando los demás se rían. Ora para que el día venidero del juicio final los haga resistir el pecado y puedan exhortar a sus amigos a encontrar la salvación en Jesús. Ora para que se «vistan del Señor Jesucristo, y no piensen en proveer para las lujurias de la carne» (Ro 13:14).
7. Oren por ustedes mismos
Finalmente, padres, oren por ustedes mismos. Oren para que todas estas realidades estén presentes en sus propias vidas abundantemente. En efecto, una de las maneras en que Dios quiere proteger a tus hijos es por medio del modelo y ejemplo que ellos ven en ti. Valora a Cristo. Honra a los demás. Ora por tus adolescentes.
Este artículo es una adaptación de Pure in Heart: Sexual Sin and the Promises of God [Puro de corazón: el pecado sexual y las promesas de Dios] escrito por J. Garrett Kell.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.