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Las parejas casadas no deben obedecer a sus padres
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Las parejas casadas no deben obedecer a sus padres

Dejar a los padres

No hay duda de que las parejas a veces se sienten abarrotadas, en primer lugar, por sus familias de origen. Puede que recuerdes que Efesios 5 termina con un epílogo que mira hacia el futuro: Pablo nos recuerda que las personas casadas están formando una familia. Algo nuevo es creado porque un esposo y una esposa ahora están unidos. Esto es emocionante para la pareja, pero muchas veces es desafiante para las familias, por lo que los predicadores le dicen a los padres en la boda que nadie está perdiendo nada; un lado está ganando un yerno y el otro una nuera. Sin embargo, hay un sentido muy real en el que los hijos se están separando de padre, madre y hermanos. El honor, el amor y la amistad continúan, pero una nueva alineación de afectos y respeto es creada y confirmada. Al decir este tipo de cosas, Efesios 5 está claramente haciendo eco de Génesis 2, porque cuando la Biblia resume por primera vez lo que significa que un hombre y una mujer estén juntos, menciona que «dejará a su padre y a su madre», menciona convertirse en una sola carne. En la antigua versión de la Biblia King James, estas dos actividades se resumen como «dejar y aferrarse». Esto no es verdad para todo el mundo, pero muchas parejas encuentran fácil la parte de unirse el uno al otro, pero más complicada la parte de dejar a los padres y familia. Cómo se verá ese «unirse», por supuesto, dependerá de la cultura de cada uno. En algunas culturas, donde la familia extendida vive en el mismo lugar, «dejar» significa mudarse a un cuarto propio. Nos atrevemos a decir que este nivel de «dejar» no es óptimo en el matrimonio, incluso si a veces es necesario. Pero sea como sea la forma que tome «dejar», las personas experimentan la dificultad de «dejar» a nivel personal. Si estás acostumbrado a pasar mucho tiempo visitando a tus padres o si tal vez estabas viviendo con ellos, entonces no verlos regularmente puede crear un vacío en tu vida. Esto es especialmente cierto cuando un cónyuge ha estado particularmente cerca de uno de los padres. Sin embargo, si un esposo debe ser hombre de una sola mujer, es difícil ver cómo podría pasar habitualmente una hora al día al teléfono con su madre. Un punto paralelo puede hacerse para una esposa y sus padres. A veces los padres visitan a sus hijos casados para ir juntos de vacaciones, tal vez ofreciéndose a ayudar con la planificación o los costos. A menudo nos hemos ido de vacaciones con nuestros padres, pero hacemos una pausa para preguntar si estamos facilitando el «dejar y unirse». Si tú eres un padre cristiano de hijos casados, querrás pensar bien lo que puedes hacer para facilitar tu deber de dejarlo para unirse a otro y no presionarlos a pasar tiempo contigo cuando puede ser mejor para ellos dedicar ese tiempo para estar solos. Esto es gracia en acción para nuestros padres. Para algunos hijos es difícil dejar. Es, por lo menos, igual de difícil para los padres y, a menudo, durante un periodo de tiempo más largo. A las parejas cristianas casadas les debe importar esto, porque queremos hacer que el deber de nuestros padres de dejarnos sea lo más fácil posible. Por supuesto, les explicaremos que es posible que sea necesario modificar el tiempo de viaje y el tiempo al teléfono. Pero probablemente querremos decir más. Podemos reconocer que este nuevo matrimonio puede dejar espacios vacíos en otras vidas. Podemos reconocer un sentido de pérdida o soledad. Y hasta podemos hablar de Agustín de Hipona o Jonathan Edwards. Si hay algo que Agustín le ha enseñado a la iglesia es que cada pérdida y cada experiencia de soledad contiene su propia lección: las relaciones humanas en esta vida no pueden satisfacer el anhelo de relación que tenemos dentro de cada uno de nosotros. Hay cosas en esta tierra que quedan quebradas para hacernos anhelar lo que no es. Necesitamos predicarnos esto los unos a los otros. Edwards nos ayuda en esto también. Cerca del final de su libro, Charity and its fruits [La caridad y sus frutos], tiene un capítulo titulado: «El cielo, un mundo de amor». Edwards señala que hay un solo lugar en el que el amor no se enfrenta a ninguna limitación. Cuando vayamos a estar con el Señor, el amor no va a ser obstaculizado por la distancia, por la falta de tiempo juntos, por la desigual retribución del amor dado a otros, por la diferencia de posesiones, por las circunstancias que diluyen el amor ni por las relaciones discrepantes. Hay un gozo que no se experimenta en los matrimonios en el estado de gracia y que sí se será experimentado por las personas en el estado de gloria. Hasta ahora solo hemos mencionado el desafío de los hijos adultos que dejan a sus padres. Existe también una dificultad que surge cuando los padres nos dejan. Incluso si tú y tu cónyuge piensan que han encontrado la fórmula correcta para relacionarse con los padres, es posible que la fórmula deba ser ajustada cuando pierdan a uno de los padres, y el padre sobreviviente se sienta de pronto un poco dependiente o en realidad se convierta en alguien a su cargo. Una vez más, en medio de la compasión y el amor, los esposos y las esposas deben recordar que no pueden llenar el vacío dejado por el cónyuge ausente de sus padres.

Honrar a los padres

Un texto en la Escritura que informa nuestras relaciones con la familia es el mandato de Génesis 2 de «dejar y unirse». Hay un segundo deber bíblico que nos ayuda a navegar e incluso a equilibrar estas relaciones de padres e hijos. Es el mandamiento de honrar a nuestros padres (Dt 5:16; Ef 6:1). Por más extraño que parezca, las parejas casadas no deben obedecer a sus padres (Éx 20:12). Eso sería no dejar padre y madre. Para una pareja casada, simplemente obedecer a sus padres sería pasar por alto el hecho de que se hace algo nuevo en el matrimonio, incluyendo una nueva cabeza de familia. Dicho esto, el respeto debe continuar. Honrar a los padres no es solo para los niños; es para los adultos también. Entonces, ¿recuerdas el respeto que mostraste cuando salías o estabas cortejando a alguien? ¿Esas conversaciones en las que querías caerle bien a tus posibles suegros? ¿Todo ese buen comportamiento que mostrabas debido a que querías que tu posible cónyuge pensara que también respetabas a sus padres? Eso no debe apagarse porque es demasiado inconveniente mantenerlo o porque el acuerdo de matrimonio ya está sellado. Cualquiera que sea la combinación de motivaciones para ese estallido de buen comportamiento que a menudo caracteriza las relaciones familiares durante un compromiso, todo tiende en la dirección correcta, incluso si es necesario recalibrar las motivaciones de la acción. Por supuesto, una pareja casada puede hacer las cosas de manera diferente en su matrimonio a como lo hicieron sus padres en el suyo. Sí, no podemos escapar del hecho de que, en algunos aspectos, estamos hechos a la imagen de nuestros padres. Sin embargo, aunque consciente o inconscientemente seguimos a nuestros padres en algunas áreas, habrá lugares en los que elijamos otro camino. Tus padres nunca hablaron sobre finanzas; tú sí lo haces. Tus padres siempre compraron cosas costosas asumiendo que durarían; tú no lo haces. Tus padres metieron demasiados niños en un auto demasiado pequeño para un viaje demasiado largo y lo llamaron vacaciones; tú planeas quedarte en casa y leer un libro. Podemos hacer las cosas de manera diferente, pero aún debemos honrar a nuestros padres en la manera en que nos relacionamos con ellos. Incluso los temas significativos deben ser discutidos con respeto, incluso si —especialmente si— sabemos que no estaremos de acuerdo. Una vez más, la manera en que se verá ese honor variará en los detalles, pero las generalidades se mantendrán iguales. Levantaremos sus nombres en público, protegiendo su reputación lo mejor que podamos. Dejaremos nuestros trapos sucios en casa. Mientras que sea correcto y seguro, lo que sucede en la familia se queda en la familia. Consideraremos seriamente sus consejos, incluso si decidimos no seguirlos. Perseveraremos en la comunicación con ellos y trataremos de asumir lo mejor de sus motivaciones, incluso en las relaciones difíciles, porque Dios en su providencia nos puso en la vida el uno del otro. Nuevamente, la medida en la que esto puede ser posible dependerá en cierta medida de la historia familiar. Si un padre fue abusivo, tú harás más para proteger que para comunicar. Si hay quiebras en serie o adicciones al juego en la familia, es posible que tú no desees consultar a un determinado padre para que te dé asesoramiento financiero. Es porque es nuestro deseo honrar a los padres que intentamos orar de una manera enfocada en los días previos a su visita. Es porque los honramos que tratamos temas directamente en lugar de usar a un cónyuge de mensajero. Y esperamos lo mismo de nuestros padres. La manera en que tratamos a nuestros padres a lo largo de nuestro matrimonio, desde las preguntas complicadas en nuestros primeros días hasta nuestro cuidado hacia el final de sus días, es una parte clave de nuestro testimonio cristiano. Ayudarnos mutuamente para amar y para honrar a nuestros padres, ayudarnos mutuamente a través de un reflexivo «dejar y unirse», en lugar de desahogarse o quejarse, es parte de lo que implica un matrimonio piadoso. Y si esto no ha sido parte de nuestro modelo, si no hemos ayudado a nuestro cónyuge o hijos a honrar a nuestros padres, podemos arrepentirnos y comenzar de nuevo o podemos confesar nuestros pecados y honrar su memoria de mejor manera. ¿Necesitamos agregar que gran parte de esto se aplica igualmente a las familias mixtas? Puede que necesitemos ayudar a nuestro esposo o esposa a superar los desafíos de ser un padrastro o una madrastra. Puede que necesitemos ayudar a un cónyuge para que ayude a los niños a honrar a un padre biológico que ahora es el ex-cónyuge de tu cónyuge. Estas son dinámicas complejas, aún más complicadas por ex-suegros, etc. Sin embargo, si por la gracia de Dios nos respetamos y amamos mutuamente, podremos ayudar a nuestro cónyuge en su esfuerzo de respetar y amar a su familia.

Este artículo es una adaptación de Gospel-Shaped Marriage: Grace for Sinners to Love Like Saints [Matrimonio modelado por el Evangelio: Gracia para pecadores que aman como santos] por Chad Van Dixhoorn and Emily Van Dixhoorn.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
Photo of De qué manera un marido muestra honor a su esposa como «vaso más frágil»
De qué manera un marido muestra honor a su esposa como «vaso más frágil»
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De qué manera un marido muestra honor a su esposa como «vaso más frágil»

Ustedes, maridos, igualmente, convivan de manera comprensiva con sus mujeres, como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor por ser heredera como ustedes de la gracia de la vida, para que sus oraciones no sean estorbadas (1 Pedro 3:7).

La fragilidad en el mundo actual

Vivimos en una época donde no se sabe realmente cómo lidiar con la fragilidad. Este es un mundo muy competitivo. ¿Qué tiempo tenemos realmente para aquellos que son frágiles? Debido a que pensamos que solo sobreviven los más aptos, algunas personas tratan de enterrar su propia fragilidad escondiendo o negando sus limitaciones o flaquezas. Vemos esto en los matrimonios disfuncionales. Otras personas tratan de defender a los frágiles negando la realidad; ocultan los hechos y nos aseguran que las mujeres y los hombres son iguales en todas sus fortalezas. Vemos esto en las guerras de género de nuestra cultura. Algunos entre nosotros esconden o niegan la fragilidad. Otros se aprovechan de ella. Lamentablemente, todos hemos visto a hombres que intimidan, humillan, descuidan, controlan y critican a sus esposas por lo que ellos ven como fragilidad. Pedro llama a los maridos en particular a honrar a sus esposas en su fragilidad. Entonces, permítenos comentar cuál podría ser esa fragilidad, cómo debe un marido tratar a su esposa y por qué.

¿Qué se entiende por «vaso más frágil»?

Los eruditos ofrecen más de una opción de lo que podría ser esta fragilidad en 1 Pedro 3:7. Una perspectiva estudia la palabra que usa Pedro cuando se refiere a «la mujer», que plausiblemente se traduce como «la que es femenina». Según esta perspectiva, la femenino es un vaso más frágil porque muestra una gama más amplia de emociones y pierde constantemente en los combates de pulsos. Un marido no debe aprovecharse de las características femeninas de ella, sobre todo en lo que se refiere a su enfoque profesional de los problemas o a su poder físico. Alternativamente, Pedro puede tener en mente una percepción de fragilidad que surge de la posición de la esposa como alguien que no es la autoridad superior en el hogar. Ella es más frágil porque él es la cabeza y ella no. Por supuesto, cualquiera sea la definición de fragilidad que usemos, no estamos negando que las mujeres tienen muchas fortalezas importantes y diferentes en las que los hombres tienen profundas debilidades. Tampoco debemos pasar por alto la realidad de que las mujeres son llamadas a tener una gran fortaleza de carácter en los versículos anteriores. Y hablar de la fuerza comparativa de una mujer no se refiere para nada a su resistencia física. Para elegir solo el ejemplo más obvio, las mujeres soportan un dolor en el parto que hace que un hombre se estremezca incluso de contemplarlo. Dar a luz sigue siendo el patrón de oro de la fortaleza humana, tal como el amor humano. Y, sin embargo, hagamos nuestro el mensaje de la Escritura aquí: una esposa tiene fragilidades particulares y, con el tiempo, hasta el marido más duro se dará cuenta de ello. Cuando lo haga, debe apreciarla por todo lo que es y no despreciarla por lo que no es. Sea cual sea la definición precisa de fragilidad, la responsabilidad del marido es clara. Los maridos deben apreciar, atesorar y valorar a sus esposas, no solo porque son personas, sino porque son mujeres. Y hay un aspecto público al honrar, pues es muy importante la forma en que ella es presentada y expuesta ante los demás. Un amigo nuestro llevó este hecho sobre la vida hogareña a su lugar de trabajo y les dejó claro a sus colegas varones que no habría comentarios negativos sobre sus esposas. Insistió en que honraran a sus esposas o no hablaran de ellas en absoluto. Una mujer es un regalo maravilloso para un hombre. Esto es obvio para aquellos que tienen ojos para ver y, sin embargo, a un marido a veces le puede resultar difícil valorar a su esposa como mujer si ella lo retrasa, procesa los problemas de manera diferente u ofrece perspectivas distintas. Entonces, ¿a qué se sienten tentados a hacer los hombres? Se sienten tentados a presionar, menospreciar, ignorar. Sienten la tentación de deshonrar a sus esposas, aprovechándose de que son vasos más frágiles o simplemente diferentes. Considera con qué frecuencia los hombres critican porque creen que podrían haber hecho las cosas mejor que sus esposas. La verdad, dice Chad, es que los hombres a menudo nos equivocamos y lo arruinamos por completo. Sin embargo, incluso si tenemos la razón, nos estamos comportando mal. En otros lugares, los hombres están llamados a amar a sus esposas. Aquí se les dice a los hombres que realmente las honren. Pedro cierra deliberadamente las vías de escape habituales de los hombres al llamarlos a una vida honrosa.

¿Cómo honra un marido a su esposa?

Entonces, ¿cómo debe un marido lidiar con cualquier fragilidad que perciba en su esposa? Lo primero que Pedro pide a los hombres es que vivan con sus esposas «con entendimiento» o «de manera comprensiva» (1P 3:7). Esto podría significar que él debe vivir con un entendimiento de todo lo que Dios lo llama a ser y hacer; en este contexto, estaría llamado a comprender, entre otras cosas, lo que Dios exige de él con respecto a su esposa. Alternativamente, Pedro podría querer decir que un marido debe vivir comprendiendo a su esposa en particular; los maridos deben vivir con verdadera consideración, una vida considerada que se caracterice por el conocimiento. De cualquier manera, con el propósito de honrarla mejor y hacer sus tareas más fáciles, un esposo debe conocer las fortalezas y debilidades de su esposa, sus gustos y aversiones, sus miedos e inseguridades. La información privilegiada que posee sobre las responsabilidades que Dios le ha dado y el conocimiento que tiene de su esposa no debe usarse contra ella, sino a favor de ella. Aunque los maridos a veces lo olvidan, vivir con una mujer no es como compartir la habitación con un hombre. Es necesario un esfuerzo mínimo para que los hombres se entiendan entre sí. Televisión más comida ofrecen una fórmula bastante predecible para la felicidad masculina. La experiencia nos dice a la mayoría de nosotros que es posible vivir con un compañero de cuarto durante mucho tiempo y adquirir muy poca sabiduría sobre las relaciones, en parte porque los amigos pueden ser reemplazados de maneras que las esposas no pueden. Vivir con una esposa requiere una verdadera reflexión, parte de la cual proviene solo de la capacitación mientras ya estás en el trabajo. Muchos de los que han tratado de comprender a sus esposas pueden testificar que la curva de aprendizaje es empinada, casi vertical y sin mesetas. Comprender el otro sexo es complicado y requiere un trabajo concienzudo. No ayuda el hecho de que tanto hombres como mujeres piensen que sus necesidades son bastante obvias y que sus comunicaciones suelen ser claras. No obstante, el principal reto no está solo en las vías de comunicación de un matrimonio, sino en el tipo de contenido, o la falta del mismo, que se comunica. En un subconjunto de las veces que Chad peca contra Emily, él tiene la sensación de que el problema es mucho más grande de lo que él se da cuenta. En algunas de estas ocasiones ha tenido que decir: «Emily, estoy seguro de que esto debería ser obvio, y lamento tener que preguntar, pero estoy tan perdido que no estoy seguro de lo que debo decir ahora. Dime lo que debo decir, no para que pueda evitar pensar por mí mismo, sino para que pueda aprender a entenderte y lo que debería estar viendo en esta situación». Afortunadamente, ella está bondadosamente comprometida a hacer que su trabajo como marido sea más fácil. Ella ve que este tipo de intercambio es una victoria en el matrimonio, que es mucho mejor que intercambiar comentarios defensivos o evaluaciones ofensivas, algo que también hacemos a veces. Pedro llama a los maridos a vivir con sus esposas de manera comprensiva. Esto está estrechamente ligado a su segundo comentario en el versículo 7: él debe vivir con ella de tal manera que la honre. Un hombre honra a su esposa respetándola, escuchándola, manteniendo su autoridad ante los demás en el hogar, protegiéndola de cualquier daño, defendiendo su buen nombre, apoyándola económicamente y poniendo en ella la debida confianza. Un hombre honra a su esposa cuando valora su consejo y busca su corrección. Tal vez haya mejores maneras de comunicar la idea del honor, pero la verdadera sorpresa es que los maridos están llamados a honrar a sus parejas en todo. Pedro resumió anteriormente el deber de los ciudadanos cristianos diciéndoles que honren al emperador. Aquí resume el deber de los esposos cristianos diciéndoles que honren a sus esposas. Ahora bien, seguramente hay una diferencia en la forma en que un hombre honra al emperador y la forma en que un hombre honra a su esposa. Sin embargo, hay un sentido en el que un hombre debe desplegar la alfombra roja para la mujer en su vida. Si el hogar de un hombre es su castillo, su esposa debería ser su reina. La palabra elegida por Pedro: «honor», difícilmente podría haber sido más elevada, lo cual es bueno recordar después de lo que dijo en los versículos 1 al 6. Si alguien se queja de que, en su llamado como esposa, se la reduce a sierva en los versículos 1 al 6, también debe quejarse de que se la eleva a princesa en el versículo 7. La Escritura no está privilegiando a una parte del matrimonio sobre la otra. Chad no siempre entendió este énfasis en el honor, y fue solo al escribir el borrador final de Gospel-Shaped Marriage [Matrimonio moldeado por el Evangelio] que admitió ante Emily que acudió a dos amigos distintos para quejarse de ella, una, en el primer año de su matrimonio y, otra, cinco años después. Estos hombres demostraron ser verdaderos amigos para ambos. Ellos dijeron que no. Dispuestos a avergonzar a Chad, lo detuvieron con firmeza, le explicaron que no iban a escucharlo desahogarse sobre Emily y le dieron las razones. Uno de estos hermanos estaba casado, el otro no, pero ambos entendieron más claramente que en aquel momento el llamado de Chad era defender y honrar a su maravillosa, aunque imperfecta, esposa.

Este artículo es una adaptación de Gospel-Shaped Marriage: Grace for Sinners to Love Like Saints [Matrimonio moldeado por el Evangelio: gracia para que pecadores amen como santos], de Chad Van Dixhoorn y Emily Van Dixhoorn.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.