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Dos razones por las que debes predicar 3 Juan
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Dos razones por las que debes predicar 3 Juan

El libro de 3 Juan tiene solo quince versículos y la suma total de 297 palabras. Eso apenas puede considerarse un capítulo en muchos libros de la Biblia. Pero para aquellos que han investigado más a fondo esta carta tan personal, les queda claro que abarca mucho más de lo que parece. Es por eso que los pastores deberían predicar esta carta por al menos dos razones. Sin embargo, antes de mencionarlas, quiero referirme a algunas razones incorrectas. DOS RAZONES INCORRECTAS Primero, no prediques 3 Juan para establecer las bases para el evangelio de la prosperidad. A los falsos maestros les encanta tergiversar y usar indebidamente el saludo de Juan a Gayo: «Amado, ruego que seas prosperado en todo así como prospera tu alma, y que tengas buena salud». Juan no sugiere que el Evangelio promete salud, bienes y toda clase de prosperidad. Por supuesto que el apóstol Juan ciertamente deseaba lo mejor para todos, incluido a Gayo, pero sus epístolas dejan en claro que la mayor prosperidad es la de andar en la verdad (3 Juan 4). La gran promesa del Evangelio no es necesariamente una buena condición física y material en esta vida, sino una buena condición espiritual y la promesa de la victoria en la vida venidera. Otra razón por la que no debes predicar 3 Juan es por los miembros en tu iglesia que están abusando de su poder. Diótrefes era uno de ellos pero Juan no escribió para atacar a los alborotadores. De hecho, el efecto de la presencia de gente como Diótrefes va más allá de la paz mental del pastor. Más bien, lo que preocupaba a Juan era cómo la iglesia estaba tratando a aquellos que eran enviados a predicar el Evangelio. Dicho de manera simple, 3 Juan enseña cómo la iglesia local debe tratar a los misioneros. Lo que me lleva a darte dos razones correctas por las que debes predicar 3 Juan.

DOS RAZONES CORRECTAS

1. Debes predicar 3 Juan porque la misión de Dios es importante, pero no todos lo entienden así
El tema de 3 Juan podría resumirse bajo el título «los bellos y la bestia». A fin de cuentas, los personajes principales: Gayo, unos misioneros/evangelizadores anónimos (vv. 2-8) y Demetrio (v. 12), son la clase de miembros que todos quisiéramos tener en nuestras iglesias. Sus testimonios son hermosos. Pero luego tenemos a Diótrefes. Además de buscar tener preeminencia, este individuo estaba ciego a la belleza de Dios y se interponía en el camino de quienes procuraban difundir el Evangelio. Podríamos decir que fue una bestia que trató de entorpecer la misión de la iglesia local. Nuestras iglesias locales necesitan recordar la prioridad de hacer discípulos de todas las naciones para el Señor Jesucristo (Mt 28:19-20). La tercera carta de Juan, nos da un ejemplo claro de aquellos que priorizaron la misión de Dios: tanto de los que «fueron enviados» a realizar esta misión (los «hermanos» anónimos y «Demetrio») como de los que «se quedaron en casa» y apoyaron sus ministerios materialmente (Gayo y su iglesia local). Juan se sintió tan bendecido por el compromiso de esta iglesia con la misión de Dios que escribió una carta para alentarlos. Este corto libro expone magníficamente la necesidad de abrir nuestras vidas y nuestras billeteras para invertir en la misión de Dios. Claramente Diótrefes había «perdido el rumbo». Este deseo de «ser el primero» es también un problema frecuente en nuestras iglesias. Aunque quizás no somos tan descarados, muchos de nosotros también hemos perdido el rumbo de la historia de Dios. Nuestros propios intereses adquieren prioridad por sobre el propósito de Dios: extender su gloria por medio de Jesús porque no hay otro nombre bajo el cielo (Hechos 4:12).
2. Deberías predicar 3 Juan porque los misioneros de Dios son importantes, pero no todos lo entienden así
Un misionero es alguien enviado por la iglesia local para hacer discípulos del Señor Jesucristo multiculturalmente.  Parecería que estos «extraños» (v. 5) eran misioneros. Eran fieles al Evangelio y venían recomendados por su propia iglesia. Aunque Gayo y sus compañeros de iglesia no los conocían, sí conocían el mensaje, su misión y la de su Señor. A los ojos de Gayo y de su iglesia local, estos fieles misioneros importaban. Eran importantes para la misión de Dios y eso bastaba para justificar el extenderles hospitalidad. Así que los apoyaron «de una manera digna de Dios». Actualmente, las misiones y los misioneros a veces son relegados a segundo lugar. Puede que las iglesias contribuyan con dinero, pero no es muy común que toda la iglesia los conozcan bien. Afortunadamente, 3 Juan se opone a esta tendencia. Las iglesias deben asociarse en amor, y en forma sacrificial y práctica con sus misioneros. Pero 3 Juan nos advierte que las iglesias no deberían asociarse con cualquier misionero, sino con aquellos recomendados por sus iglesias locales. A diferencia de Diótrefes, Demetrio era una de esas personas (v. 12). Esta recomendación incentivó a Gayo y a su iglesia a asociarse con él. Nuestras iglesias necesitan reafirmar este principio fundamental. No todos los «misioneros» son dignos de que nos asociemos con ellos. Por esta razón, 3 Juan nos da una gran oportunidad para instruir a nuestra iglesia local en lo que Dios espera de aquellos que son enviados en su misión.
Este recurso fue publicado originalmente en 9Marks. Traducción: Marcela Basualto.