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Hace más de 500 años, un monje llamado Martín Lutero decidió protestar públicamente contra los errores y abusos en uno de los peores momentos que ha vivido la Iglesia Católica Romana. Lo que comenzó como un intento de corregir tales errores, terminó por separar el cristianismo en dos facciones: la Iglesia Católica Romana y la Iglesia protestante.  En este estudio bíblico, exploraremos juntos las cinco solas de la Reforma: un resumen de las convicciones que llevaron a reformar la iglesia y a transformar la sociedad en todo el mundo.  Como cristianos protestantes somos herederos de esta Reforma y de estas convicciones, y creemos que al protegerlas y al recordarlas estamos protegiendo y recordando el Evangelio. Y proteger y recordar el Evangelio, tal como lo revela la Escritura, es lo más importante que podemos hacer como iglesia de Cristo. [sc name="solas-lider2"][/sc] [sc name="solas-estudiante"][/sc]
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RESEÑA: E​L JARDÍN, LA CORTINA Y LA CRUZ
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RESEÑA: E​L JARDÍN, LA CORTINA Y LA CRUZ

¿De qué se trata?

En la iglesia cristiana las conversaciones en torno al Evangelio tienen un lugar preponderante; hablamos de la necesidad de creer en el Evangelio, de compartir el Evangelio y de vivir en el Evangelio. ​Todo esto es evidentemente bueno; sin embargo, muchos de nosotros hemos caído en en error de tomar por sentado el Evangelio. ¿Qué es el Evangelio?, ¿qué verdad específica es esa en la cual debiera centrar toda mi vida? El jardín, la cortina y la cruz, ofrece una tierna y clara respuesta a esta pregunta. El libro está centrado en lo que la Biblia está centrada; en las palabras de su propio subtítulo: «La verdadera historia de por qué Jesús murió y resucitó». Me encanta poder decir que este libro cristiano se trata de la buena noticia de Jesús.

¿Por qué deberías leerlo?

El libro cuenta con 38 páginas que rebosan de colores en las más bellas ilustraciones, las que a su vez complementan un lenguaje claro y cautivante para contar la Historia de las historias. Es un libro para niños, es cierto. Por lo tanto, si estás pensando comprar un libro para que tus niños pequeños atesoren, o si deseas contar una historia que encante a los niños de tu iglesia, esta es probablemente tu mejor opción. Sin embargo, me gustaría destacar la relevancia de este libro para cualquier cristiano grande o pequeño. Al estar empeñado en exponernos el Evangelio, leer el El jardín, la cortina y la cruz, nos ofrece 3 grandes tesoros:
1. Crecer en nuestro evangelismo
Al entender con mayor claridad qué es el Evangelio, seremos capaces de comunicarlo mejor. Niños y adultos podremos terminar la lectura de este libro habiendo sido capacitados para hablarles a otros de Jesús y de lo que él hizo por nosotros y por nuestros amigos.
2. Entender mejor la Biblia
Cuando entendemos por qué era necesario que Jesús se encarnara como hombre, muriera y resucitara, entendemos el centro de toda la Escritura. El jardín, la cortina y la cruz, nos ofrece la referencia desde la cual deberíamos entender cada página de cada historia de la Biblia, es decir, la persona y obra de Jesús.
3. Encontrar consuelo en los días nublados
Nuestra felicidad cotidiana tienen a colisionar con días nublados. Sea cual sea la nube que cubre el sol, necesitamos ayuda para levantarnos. La brevedad y claridad de este libro infantil para exponer el Evangelio, nos ofrece un recordatorio cercano del consuelo que tenemos en el amor y el poder de nuestro Redentor y Rey. Si eres un padre cristiano anhelarás que tus hijos compartan con otros niños de Jesús, que puedan entender más y más de lo que Dios ha escrito para ellos en su Palabra, y que en los días difíciles puedan hallar refugio en el consuelo de su tierno Salvador y Señor.​ ​ Sin embargo, estas cosas son tesoros que todos deberíamos anhelar. De manera que, si eres como yo, desearás buscar una buena excusa para comprar una copia de este libro. Organiza una tarde de cuentacuentos en tu iglesia, busca una oportunidad para leerlo con tus sobrinos, y no olvides dejar el libro en tu velador para recurrir a él cuando necesites claridad para hablarle a otros, para entender un pasaje de la Biblia, o simplemente para encontrar consuelo en un día difícil.

Conclusión

El jardín, la cortina y la cruz, es un libro estética​ y literariamente​ precioso, que al estar centrado en el Evangelio de Jesucristo, nos ofrece ayuda para creer, compartir y vivir en el Evangelio. No solo su contenido, sino también su tierno tono nos ​conduce dulce y amablemente hacia una vida centrada en el Evangelio El jardín, la cortina y la cruz, es un maravilloso libro para atesorar y compartir con otros.

El jardín, la cortina y la cruz. Carl Laferton. Poiema Publicaciones, 38 páginas.

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RESEÑA: EL REY PROMETIDO
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RESEÑA: EL REY PROMETIDO

Se acercaba la Navidad y necesitábamos decidir qué haríamos en el ministerio de niños. En mi congregación local, cada año los niños preparan una presentación para nuestros amigos y vecinos en algo que llamamos, «Navidad en mi barrio», nuestro servicio de Navidad. Como encargado del Club de Jesús, había conocido la colección infantil de Poiema, y sabía que podría servirnos. Así, encontré este libro: El Rey prometido. El Rey prometido, es un libro breve y sencillo, y aunque está preciosamente ilustrado, nos cuenta una historia que ya conocemos: la primera Navidad. Sin embargo, es justamente esto lo que lo hace un excelente libro; está empeñado en preservar los elementos bíblicos del relato de esa noche en Belén, e insiste en ofrecernos una interpretación adecuada de la historia. Una cosa es conocer la historia, y otra es entender el mensaje que la historia revela. Esto es lo que El Rey prometido hace muy bien. Si bien nos relata una historia que todos hemos escuchado, nos revela el mensaje que la historia quiere comunicar: aquel niño pequeño tendido en el pesebre no era una víctima de las circunstancias, sino el Creador y Sustentador del universo. Él era el Rey que Dios había prometido; un descendiente de David que gobernaría poderosamente para siempre, pero que además vendría a entregarse en humilde servicio por amor a Dios y para el beneficio de la humanidad. El relato de El Rey prometido nos revela la gran noticia detrás del pesebre: la historia de la humanidad concluiría con el Rey que salva sentado en el trono. Aquel que hoy controla las circunstancias de nuestra vida, es el mismo que descendió, se encarnó, sufrió y murió en la cruz por amor a nosotros. El Rey prometido, nos enseña más del carácter de nuestro Rey, y nos anima a venir y ver las maravillas de su Reino.

El Rey Prometido. Alison Mitchell. Poiema Publicaciones, 38 páginas.

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Cinco consejos de Hebreos para leer el Antiguo Testamento
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Cinco consejos de Hebreos para leer el Antiguo Testamento

La carta a los Hebreos es considerada una de las exposiciones más ricas del Antiguo Testamento para los cristianos. Hebreos, no solo está lleno de referencias a la historia del Antiguo Testamento, sino que también a su enseñanza. Para quienes aman a Jesús, Hebreos ofrece una clase magistral de lectura cristiana del Antiguo Testamento. A continuación, te presento cinco consejos de la carta a los Hebreos para tu lectura del Antiguo Testamento:
1. NO ESPERES MÁS (HEBREOS 1-2)
El Antiguo Testamento es una obra literaria magistral. Sus historias, personajes, eventos y sabiduría nos sumergen en lo más profundo de la experiencia humana. Sin embargo, al recorrer sus páginas no deberíamos esperar encontrar una nueva revelación. El Antiguo Testamento puede ayudarnos a comprender mejor y más profundamente nuestra experiencia cristiana; no obstante, describe una realidad inferior a la que nos ha sido presentada en Jesús. El autor de Hebreos lo presenta así: Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por Su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas, por medio de quien hizo también el universo. Él es el resplandor de Su gloria y la expresión exacta de Su naturaleza, y sostiene todas las cosas por la palabra de Su poder (Hebreos 1:1-3).
  • La antigüedad provisoria de la revelación del Antiguo Testamento (v. 1a) es contrastada con la actualidad definitiva de la revelación en el Hijo (v. 2a).
  • La pluralidad de los profetas en el Antiguo Testamento (v. 1b) es contrastada con la singularidad del Hijo como supremo revelador de Dios (v. 2b).
Cada vez que leamos el Antiguo Testamento debemos recordar que estamos entrando en una realidad inferior e incompleta que nos exige mirar a Cristo para entenderla.
2. NO ESPERES RESOLUCIÓN (HEBREOS 3-4)
El Antiguo Testamento no es una historia completa. De la misma manera en que funciona una serie de libros, el Antiguo Testamento solo encuentra su resolución en el siguiente tomo: la llegada de Jesús. Los autores  del Antiguo Testamento sabían esto, de manera que, se empeñan en dejar en claro que la realidad que vivían esperaba lo que estaba aún por venir. Un ejemplo de esto es cuando el autor de Hebreos nos dice que los creyentes del Antiguo Testamento que entraron en la tierra prometida no experimentaron realmente el reposo, pues esperaban un reposo que estaría por llegar en Cristo:
Porque si Josué les hubiera dado reposo, Dios no habría hablado de otro día después de ese. Queda, por tanto, un reposo sagrado para el pueblo de Dios (Hebreos 4:8-9).
Al leer el Antiguo Testamento debemos hacerlo recordando que está deliberadamente escrito para producir suspenso; la expectativa de que algo falta y que solo llegará en Jesús, a quien ya hemos recibido y a quien todavía esperamos.
3. NO ESPERES EXPLICACIONES EXHAUSTIVAS (HEBREOS 5-7)
Para el autor de Hebreos, la riqueza del Antiguo Testamento yace en su calidad de modelo. Cada vez que leemos en el Antiguo Testamento del sacerdocio, de la impureza, de las leyes, y de la salvación del peligro, vemos a Dios tratando de enseñarnos la manera en la que él salvará, gobernará, purificará y se relacionará con su pueblo en Cristo. Así lo dice el autor de Hebreos:
Ahora bien, el punto principal de lo que se ha dicho es este: tenemos tal Sumo Sacerdote, que se ha sentado a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, como ministro del santuario y del tabernáculo verdadero, que el Señor erigió, no el hombre. Así que si Él estuviera sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo sacerdotes que presentan las ofrendas según la Ley; los cuales sirven a lo que es copia y sombra de las cosas celestiales (Hebreos 8:1-2, 4-5a).
El Antiguo Testamento busca reflejar y apuntar a la realidad que aún no llegaba, de manera que, debemos esperar encontrar situaciones que no se explican en sí mismas, pues solo están allí para enseñarnos una realidad más grande que aún estaba por venir; la realidad de la Salvación que disfrutamos en Cristo.
4. NO ELUDAS SU FRACASO (HEBREOS 8-10)
Una de las principales tentaciones al leer el Antiguo Testamento como Palabra de Dios es pretender que todas sus historias son triunfantes y que están allí para ofrecernos solo ejemplos positivos y victoriosos. Sin embargo, la carta a los Hebreos nos advierte: el Antiguo Testamento es un fracaso.

Pues, si aquel primer pacto hubiera sido sin defecto, no se hubiera buscado lugar para el segundo. Porque reprochándolos, Él dice:

«Miren que vienen días, dice el Señor, en que estableceré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá; no como el pacto que hice con sus padres… porque no permanecieron en Mi pacto... Porque este es el pacto que Yo haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré Mis leyes en la mente de ellos, y las escribiré sobre sus corazones. Yo seré su Dios, y ellos serán Mi pueblo… Pues tendré misericordia de sus iniquidades, y nunca más me acordaré de sus pecados» (Hebreos 8:7-12).
Al recorrer las páginas del Antiguo Testamento necesitamos recordar que estas narran la historia del fracaso del hombre. Por eso, fue necesario un nuevo pacto en el que nuestro Dios y Salvador Jesucristo se hizo cargo de cumplir, no solo con su parte, sino también con la nuestra.
5. NO IGNORES LA VOZ DE LOS PERSONAJES (HEBREOS 11-13)
Un peligro al leer el Antiguo Testamento es ignorar cuán fuertemente puede enseñarnos de la vida de sus personajes. Hebreos 11 nos indica que la enseñanza más importante de la vida de los fieles del Antiguo Testamento es que vivían expectantes de lo que aún estaba por llegar en Jesús.
Todos estos murieron en fe, sin haber recibido las promesas, pero habiéndolas visto desde lejos y aceptado con gusto, confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que dicen tales cosas, claramente dan a entender que buscan una patria propia. Y si en verdad hubieran estado pensando en aquella patria de donde salieron, habrían tenido oportunidad de volver. Pero en realidad, anhelan una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo cual, Dios no se avergüenza de ser llamado Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad (Hebreos 11:13-16).
Cuando leemos las historias del Antiguo Testamento, leemos también las historias de hombres y mujeres que murieron esperando la realidad que nosotros disfrutamos hoy. Escuchemos su testimonio y sigamos su consejo. 

CONCLUSIÓN

Debemos reconocer, entonces, que la carta a los Hebreos nos enseña a leer el Antiguo Testamento como una sombra de nuestra realidad en Cristo (Hebreos 8:5; 10:1):
  • Una sombra que en su forma, representa la manera en que Cristo nos ha rescatado y nos rescatará.
  • Y una sombra que adelantándose a su dueño, señala la necesaria venida de Jesús para cobrar sentido.
La carta a los Hebreos nos enseña a leer el Antiguo Testamento para aprender que somos privilegiados de presenciar el tiempo final, ad portas de que los cielos se abran y habitemos con nuestro Señor para siempre. La realidad esperada por generaciones está frente a nosotros.
Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios. Consideren, pues, a Aquél que soportó tal hostilidad de los pecadores contra Él mismo, para que no se cansen ni se desanimen en su corazón (Hebreos 12:1-3).
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Cuatro principios bíblicos para enseñar a los niños
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Cuatro principios bíblicos para enseñar a los niños

Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado; y ¡recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo (Mateo 28:18-20).
Cuando leemos la gran comisión de nuestro Señor Jesús, rara vez incluimos en nuestro pensamiento la necesidad de alcanzar a los niños de nuestra sociedad. Sin embargo, si lo leemos con cuidado, y consideramos la disposición de Cristo para con los más pequeños que nos muestra el resto de la Escritura, nos veremos obligados a enfrentar el problema:
Dejen que los niños vengan a mí; no se lo impidan, porque de los que son como éstos es el reino de Dios. En verdad les digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él (Marcos 10:14–15).
Vivimos en tiempos en los que la relación de afecto e instrucción entre padres e hijos está en crisis. En el 2015, el Consejo Nacional de Infancia en Chile desarrolló el plan «Yo Opino, es mi derecho», donde más de un millón de niños chilenos fueron encuestados. El estudio reveló que uno de los más grandes anhelos de los niños es «la generación de más espacios de comunicación con los adultos». Mientras que alrededor nuestro el valor de invertir tiempo con los niños parece una antigua usanza que unos pocos buscan conservar, la Biblia de principio a fin nos revela un Dios cuya ternura se inclina particularmente hacia el amoroso cuidado e instrucción de los niños. Esto implica que, como individuos y comunidades cristianas, deberíamos tomar muy en serio la necesidad de hacer discípulos entre los más pequeños. A continuación, ofrezco cuatro verdades bíblicas para enseñar a los niños. 
1. Los niños necesitan conocer la Biblia
Detrás de la idea de hacer discípulos entre los niños está la convicción de que la Escritura es clara y contiene todo lo que necesitamos saber para alcanzar la salvación. Esto implica que  la Biblia, bien enseñada, es suficientemente comprensible para que incluso nuestros más pequeños entiendan que esta se trata de Jesús como Señor y Salvador. Si deseamos ver a nuestros niños creciendo en madurez, y deleitándose en la eternidad, debemos y podemos enseñarles la Biblia. Así lo dice Pablo en 2 Timoteo 3:15-17: Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden dar la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra.
2. El discipulado ocurre en la iglesia
La publicación Intergenerational Ministry (Ministerio Intergeneracional) apunta a la segregación etaria en la iglesia como el gran responsable de la deserción de adolescentes, ¡¿quién nos hizo creer que segregarnos sería fructífero?! La Biblia nos enseña una y otra vez que los niños forman parte de la asamblea cristiana. En el Antiguo Testamento, el libro de Éxodo nos enseña que mientras Dios comunicaba los diez mandamientos, «el pueblo» en su plenitud estuvo presente en la asamblea del Sinaí (véase Ex 19:25; 20:10). En el Nuevo Testamento, Efesios 6:1-3 asume su presencia mientras se leían las cartas apostólicas, y les otorga responsabilidad como discípulos de Cristo (véase también 1Jn 2:13 y Hch 2:38-39): Hijos, obedezcan a sus padres en el Señor, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre (que es el primer mandamiento con promesa),  para que te vaya bien, y para que tengas larga vida sobre la tierra. Si deseamos discipular a nuestros niños, necesitamos ayudarles a cultivar relaciones heterogéneas que les permitan vivir su identidad como parte de nuestra comunidad local.
3. Los padres son los responsables de discipular a sus hijos
La Biblia enfatiza la responsabilidad de los padres en el discipulado de los niños. En el Antiguo Testamento, se refleja esta realidad en medio del gran evento de salvación (Ex 13:7–8, 14), y también durante la entrada de Israel a la tierra prometida en Deuteronomio 6:4–7: Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor uno es. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. Las enseñarás diligentemente a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. En el Nuevo Testamento, vemos como continúa este llamado a los padres de tomar la responsabilidad de la crianza de los niños «en la instrucción del Señor», en Efesios 6:4: Y ustedes, padres, no provoquen a ira a sus hijos, sino críenlos en la disciplina e instrucción del Señor.
4. Los discipuladores necesitan adaptar su enseñanza
Nuestro empeño de discipular a los niños debe incorporar una intencionada adaptación en la forma de enseñar con el fin de ayudarles a entender. Y esta práctica radica justamente en la doctrina bíblica. Es la Biblia la que nos enseña que Dios se autolimita, se acomoda y se simplifica con la intención de revelarse a su pueblo. A esta realidad se le llama la doctrina de la condescendencia de Dios. El Nuevo Diccionario de Teología describe la condescendencia de Dios en estas palabras, «Dios nos habla de una manera apropiada a la capacidad del oyente, como un padre que se dirige a un hijo pequeño, o a un maestro con un alumno joven». En el Antiguo Testamento, vemos la ternura de Dios cuando él se adapta al relacionarse con su pueblo para revelarse: frente a Moisés en la zarza (Ex 3:1-6) y frente a Israel en la nube y la columna de fuego (Ex 13:21). El Nuevo Testamento refuerza nuestro entendimiento de la condescendencia de Dios cuando afirma que nuestro entendimiento actual es solo un reflejo de la realidad que disfrutaremos en el cielo (1Co 13:9–12).

CONCLUSIÓN

El discipulado de los niños es parte del gran encargo que Cristo mismo le ha hecho a su pueblo. Al oír la gran comisión (Mt 28:18-20) debemos escuchar nuestro llamado a hacer discípulos de Jesús entre los niños, de manera que en cada una de nuestras iglesias busquemos obedecer al Señor dentro de sus directrices propuestas en su Palabra:
  1. Enseñándoles la Biblia
  2. Integrándolos a la vida de la Iglesia
  3. Animando y equipando a los padres para tomar la responsabilidad del discipulado de sus hijos
  4. Esforzándonos por enseñarles de manera comprensible

Sea cual sea el sistema de discipulado que adoptemos en nuestras familias e iglesias, debemos siempre reconocer sus debilidades, y trabajar arduamente por suplirlas. Si así lo hacemos, estaremos trabajando en beneficio de la vida actual y eterna de nuestros niños; les ofreceremos relaciones de cobijo y amistad en nuestras iglesias; fortaleceremos sus relaciones más formativas (con sus familias); y les permitiremos entender que nuestro Dios actúa tiernamente en los detalles del mundo que ha puesto frente a nosotros.

Padres y maestros: mientras vivimos recordando que nuestro Señor es quien nos ha enviado a hacer discípulos de nuestros niños, recordemos también su promesa: él, quien tiene toda autoridad en el cielo y en la tierra, estará con nosotros animándonos, fortaleciéndonos y capacitándonos día tras día, hasta el fin. Mientras nos esforzamos en traer a los niños a la fe en Cristo, nosotros  recordemos  también confiar y depender de él en oración. Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra.  Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo (Mateo 28:18-20).
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Diez libros que todo cristiano debería leer
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Diez libros que todo cristiano debería leer

¿Por qué leer?

El rector de mi seminario solía referirse a sus alumnos y al pueblo cristiano como «el pueblo de la Palabra». Él usaba esta descripción para referirse al lugar crucial que tiene la lectura en el crecimiento de todo cristiano. Por supuesto, hablaba en primer lugar de la lectura de la Palabra de Dios (la Biblia), pero también se refería a la lectura de con-discípulos, pensadores y teólogos que nos dejan sus testimonios y tesoros desde distintas partes del mundo y desde distintos momentos de la historia para animarnos a crecer a la imagen de Cristo. Cuando llegué al cristianismo pensaba que la lectura era simplemente una carga requerida para aprobar asignaturas. Jamás pensé que algún día podría verla como algo deseable de practicar en mi tiempo libre. «Cambia todo cambia» dice la canción. Hoy disfruto más que nunca de los libros. Sin embargo, el camino desde «solo leo subtítulos de películas» a «leer es uno de mis hobbies favoritos» no ha estado libre de frustración. Hubo muchos obstáculos en el camino, pero uno se lleva el primer lugar: los malos libros. Permíteme decírtelo claramente: Nada tiene mayor potencial que los libros malos para desanimarte en tu crecimiento como lector. Tal vez, nada me hubiera gustado más, en mis primeros años de cristiano, que haber recibido esta advertencia: Tu lectura impactará directamente en tu salud y crecimiento espiritual. Y si tu crecimiento como lector va a impactar tu crecimiento espiritual, entonces no hay peor enemigo para tu crecimiento espiritual que los malos libros.

Entonces, ¿qué leer?

Si eres un cristiano que, como yo, anhela crecer y madurar, entonces estarás al borde de tu silla preguntándote por dónde empezar. Siempre anhelé que una lista de libros recomendados para quienes se disponen a crecer en Cristo descendiera de los cielos, pero la lista nunca llegó. Sin embargo con los años he ido leyendo y oyendo las recomendaciones de pastores, teólogos y cristianos más maduros que yo. Te dejo aquí el resultado de todas esas conversaciones y lecturas, como quien abriendo su baúl comparte uno de sus tesoros más valiosos: Mi lista de los 10 libros que todo cristiano debería leer.
1.  La Biblia
Nada ha sido tan gratificante y transformador para mí como leer la Escritura de pé a pá. Puedes seguir un plan anual de lectura en la mayoría de las aplicaciones de Biblia para smartphones (como YouVersion.com o Logos.com). Una herramienta que me ha resultado muy útil ha sido la aplicación ReadingPlan (iOS), el Five Day Plan [Plan de cinco días] me permitió leer toda la Biblia en un año sin morir en el intento (como ocurrió muchas otras veces antes). Con él puedes leer 5 días a la semana, lo que te deja tiempo de descanso y espacio para ponerte al día. Solo la Escritura debiera ocupar este lugar, pero los siguientes libros nos ayudan a comprenderla, aplicarla y vivirla. Te los presento en orden cronológico.
2. Confesiones, san Agustín de Hipona
Se trata de una autobiografía del gran obispo de Hipona, enfocada particularmente en su conversión al cristianismo. Agustín nos revela la desesperación humana y los anhelos escondidos que todo ser humano desea saciar lejos de Dios y que, sin embargo, solo pueden ser saciados en él.
3. El progreso del peregrino, John Bunyan
Bunyan fue un predicador puritano que pasó gran parte de su vida encarcelado por causa del Evangelio. Su libro describe una alegoría de la vida cristiana, desde el llamado a Cristo hasta la llegada a su Reino. Se dice que El progreso del peregrino es el libro más vendido en la historia después de la Biblia y, sin duda, su pertinencia para describir la experiencia de cada cristiano es la mejor explicación de su popularidad. 
4. La mortificación del pecado, John Owen
«La mortificación» tiene un lugar especial en mi biblioteca. La lucha con el pecado había desgarrado mi ánimo y parecía que nunca podría vencerlo. En ese tiempo encontré este tesoro: una exhortación a la santidad con un entendimiento afilado de qué es la santificación y la naturaleza de la mortificación del pecado. Si, al igual que yo, estás buscando esperanza y ayuda en tu lucha con el pecado, este es el libro que andas buscando. 
5. Santidad, J.C. Ryle
El obispo anglicano de Liverpool se pasó sus días luchando contra herejías liberales dentro de la iglesia anglicana. El relajo y la pereza eran la actitud común de la iglesia. Su libro describe no solo la necesidad de la santidad, sino por sobre todo sus beneficios. ¿Qué estás perdiéndote al vivir el cristianismo «a tu pinta»? Este titán anglicano, profundamente impulsado por convicciones bíblicas, te ofrece una de las más preciosas respuestas que se hayan escrito.
6. El costo del discipulado, Dietrich Bonhoeffer
Bonhoeffer fue un pastor luterano en tiempos de la Alemania nazi. El joven clérigo miraba con terror cómo sus colegas levantaban sus voces el domingo para predicar el Evangelio solo para acallar y camuflarse en cuanto bajaban del púlpito. ¿Es esto verdadero cristianismo? ¿Qué hace a un discípulo de Cristo? ¿Qué es el verdadero discipulado y cómo distinguirlo de la versión pirata? Estas son algunas de las preguntas que responde este clásico.
7. Mero cristianismo, C.S. Lewis
«No seré yo quien le diga si debe convertirse en un anglicano, un católico, un metodista o un presbiteriano», advierte el profesor en su prefacio. Mero cristianismo es una explicación y una defensa de las creencias fundamentales del cristianismo histórico, y eso es lo que logra con mayor efectividad. Tal vez su mayor provecho está en una defensa clara y razonable de la fe cristiana así como de sus doctrinas fundamentales. Mero cristianismo es de esos libros que lees y luego quieres comprarles una copia a todos tus amigos.
8. La cruz de Cristo, John Stott
Recuerdo haber escuchado decir alguna vez al afamado ateo Richard Dawkins cuán intrigante le parecía la obsesión de los cristianos con la muerte de Jesús. ¿Por qué es que el símbolo predilecto del cristianismo alude a la muerte de su fundador? ¿Qué ocurrió en la cruz? ¿Por qué los cristianos en la historia han visto que en ella yace el corazón de la fe cristiana? La cruz de Cristo exhibe con fuerza las razones por las que la cruz es central y explica qué fue lo que Jesús logró allí en tu beneficio.
9. El conocimiento del Dios Santo, J.I. Packer
Conociendo a Dios, Hacia el conocimiento de Dios o El conocimiento del Dios Santo son diferentes títulos para el mismo libro. Este libro es uno de mis grandes favoritos personales. Es el único libro, aparte de la Biblia, que he leído más de una vez y sin dudarlo lo haría nuevamente. Packer ofrece una explicación condensada de la doctrina cristiana: ¿Quién es Dios? ¿Cuál es su naturaleza? ¿Cómo es su carácter? ¿Qué hizo él por nosotros? Si estás buscando respuestas simples a preguntas profundas, este es un excelente libro por donde comenzar.
10. Sed de Dios, John Piper
«¿Y qué te prohíben hacer?» es la típica pregunta que te hacen cuando se enteran de que eres cristiano. ¿Es el cristianismo una religión de obligatoriedad autómata? Piper responde con manos alzadas un gran no. «Dios es más glorificado cuando nos gozamos más en él», clama el pastor bautista. El estadounidense subtitula su trabajo: «Meditaciones de un hedonista cristiano», y nos ofrece en él una preciosa exposición bíblica que propone el deleite cristiano en nuestro Dios como el único verdadero poder para producir vidas de verdadero servicio y amor.

Bonus track

Hay un par de libros que quedaron fuera de la lista y que no quisiera dejar de recomendarlos:
1. La vida cruzcéntrica, C.J. Mahaney
Mis compañeros del seminario me matarían si no incluyera este pequeño librito en este artículo. Y es que cada uno de nosotros ha sido refrescado por las reflexiones contenidas en él. La vida cruzcéntrica se enfoca en presentarnos una vida que fluye desde la meditación en el amor que Dios nos mostró en la cruz de Jesús. Me cuesta pensar en un libro que haya edificado más mi vida espiritual en menos páginas que este. Si estás comenzando a leer, este es definitivamente un excelente punto de partida.
2. La institución de la Religión Cristiana, Juan Calvino
La «institución» es, después de la Biblia, el libro más leído en los seminarios teológicos desde que fue escrita. Calvino es un genio de la teología que nos presenta en su libro un compendio de la teología cristiana. Si estás buscando respuestas claras y profundas a preguntas difíciles, este es el libro. Cabe advertir que La institución de la Religión Cristiana no es un libro para leer en una tarde (¡ni para llevar a un trekking!), sus casi 1500 páginas son la razón por la cual no está en el ranking. Sin embargo, cada una de ellas justifica su lugar en el libro con la profundidad de su teología. Lo recomiendo solo si ya llevas un tiempo leyendo, no obstante puedes consultarlo por secciones para resolver preguntas específicas.

Categoría ficción

Existen libros que, aunque no apuntan a ofrecer meditaciones bíblicas, han sido escritos por cristianos tan profundamente empapados de la Palabra que finalmente terminaron siendo preciosas historias que han cautivado los corazones de los cristianos con Jesús. A continuación, te dejo tres grandes escritores, reconocidos por cristianos y no cristianos en todos los tiempos, y sus principales obras: Fyodor Dostoyevsky:
  • Hermanos Karamazov
  • Crimen y castigo
C.S. Lewis:
  • Las crónicas de Narnia
  • La trilogía cósmica
J.R.R. Tolkien: 
  • El Silmarillion
  • El Hobbit
  • El señor de los anillos

Conclusión

No quisiera concluir este artículo sin antes invitarte a caminar firmemente tomando estos dos pasos: 

¡Lee!

¡Cuántos tesoros encontrarás en esas conversaciones con grandes cristianos de todos los tiempos! ¡Cuánto hará el Señor al verter en tu corazón la sabiduría que ha vertido antes en su pueblo a lo ancho del planeta y a lo largo de la historia! Decide ahora qué libro comenzarás a leer y disponte a cerrar Facebook, ponerle pausa al Netflix y agendar una cita con uno de esos que han servido antes al Señor que tú intentas servir ahora.

¡Ora!

Esta ha sido mi mayor sorpresa al crecer en la lectura: los buenos libros te empujan a conversar con Dios. Tómatelo con calma. Lee un capítulo a la vez y ora. Tómate esos preciosos minutos después de terminar ese capítulo para ir a Dios y adorarlo. Arrepiéntete delante de él, agradécele a él y deléitate en él. Es él quien está usando a estos autores para hacerte más como Jesús. ¡Qué preciosa razón para desear pasar tiempo con él! Al terminar, quiero que sepas que esta es justamente mi oración: que este artículo sea usado por nuestro Dios como una gubia para tallar en ti la imagen de su precioso Hijo Jesús y que, al hacerlo, te use para la edificación del cuerpo de Cristo tal como antes usó a estos «apóstoles, profetas, evangelistas, y pastores maestros» y sus testimonios escritos.
«Y Él dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo» (Ef 4:11-13).