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Día 11: La alegría del Señor
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Día 11: La alegría del Señor

Durante todo este mes, compartiremos contigo una serie de devocionales llamada Treintaiún días de pureza. Treintaiún días de reflexión sobre la pureza sexual y de oración en esta área. Cada día, compartiremos un pequeño pasaje de la Escritura, una reflexión sobre ella y una breve oración. El día once es cortesía de: David Murray.
…Este día es santo para nuestro Señor. No se entristezcan, porque la alegría del Señor es la fortaleza de ustedes (Nehemías 8:10).
La santidad y la felicidad son inseparables. No puedes tener una sin la otra. La santidad produce verdadera felicidad, y la verdadera felicidad fortalece la santidad. ¿La prueba? En Nehemías 8, el pueblo de Dios había llorado tristemente por sus pecados y con mucha razón. Sin embargo, en el momento en que su llanto fue demasiado largo y profundo, Dios dijo a través de Nehemías, «este es un día santo; por lo tanto, dejen que sea un día feliz». La lógica es ineludible. La felicidad no es solo compatible con la santidad, es una parte esencial de ella. Sin felicidad, la santidad es incompleta. De hecho, ya no es santidad. Pero, ¿de qué tipo de felicidad estamos hablando? Nehemías la define como «la alegría del Señor». Es una alegría que viene de Dios y se centra en él. Dios la da y Dios es la felicidad. Y como si necesitáramos otra razón para buscar, aceptar y disfrutar la felicidad de la santidad, Nehemías agrega la motivación: «¡…porque la alegría del Señor es nuestra fortaleza!». La santa alegría, la alegría centrada en Cristo, nos fortalece. Produce fortaleza defensiva y ofensiva. Nos protege poderosamente del mal y nos da poder para pelear por el bien. Santidad, felicidad y resistencia. ¡Una bendita trinidad de parte de una Santísima Trinidad! Bendito Dios, eres tan santo y tan feliz. Ayúdame a creer que mi mayor felicidad se encuentra en la santidad, y que la felicidad, la felicidad verdadera centrada en Cristo, es mi más grande ayuda para la santidad. Aumenta mi gozo en Jesús para que pueda aumentar mi fortaleza para resistir el pecado y pelear por la pureza. Amén.
Este recurso fue originalmente publicado en Tim Challies | Traducción: María José Ojeda
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Ocho hábitos de lectura bíblica para desarrollar en tu juventud
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Ocho hábitos de lectura bíblica para desarrollar en tu juventud

Comienza ahora a formar buenos hábitos

Hubo años en los que no leí mi Biblia en absoluto. A veces, lo hacía de vez en cuando, un par de días y luego me detenía; un par de semanas y luego la dejaba. Otras veces lo hacía de manera legalista, pensando que tenía que leer un cierto número de versículos cada día para mantenerme al lado de Dios. Muy rara vez obtenía varios beneficios de ella. Mis años adolescentes fueron años difíciles para leer la Biblia. Pero además de los obstáculos normales, ahora existe el enorme desafío adicional de la tecnología digital, que yo no tenía. Es un desafío que ahora yo también tengo que superar y quiero ayudarte con él. No obstante, antes de hacerlo, piensa por un momento o dos en cómo sufrimos cuando la lectura regular de la Biblia no es parte de nuestras vidas. Perdemos conexión con Dios, lo que enfría nuestra relación con Él. Carecemos de una cosmovisión centrada en Dios, lo que distorsiona nuestra perspectiva del mundo y de nosotros mismos. No crecemos en fe, sino que, al contrario, crecemos en dudas. Nos sentimos culpables y avergonzados, y alejamos aún más la Biblia de nuestras vidas. Por lo tanto, ¿cómo podemos desarrollar hábitos saludables de lectura bíblica para que estemos conectados con Dios, tengamos una cosmovisión centrada en Él, crezcamos en una fe segura y disfrutemos de paz y confianza espiritual? El primer paso es reconocer honestamente los obstáculos que hay en nuestro camino.

Reconoce los obstáculos

Existen muchos obstáculos en el camino para desarrollar buenos hábitos de lectura bíblica, pero como dije anteriormente, no existe uno mayor que la tecnología digital. Aunque los computadores, los teléfonos inteligentes, los iPads, el Internet y las redes sociales han sido una gran bendición en muchos sentidos, también han complicado nuestras vidas en otras, donde la espiritualidad personal se ha visto particularmente afectada. Toda la investigación realizada nos advierte que el uso excesivo de pantallas, en especial las de nuestros teléfonos, está dañando la concentración, la habilidad para leer, la meditación, la memoria, la resolución de problemas, el sueño, la quietud, la privacidad, la pureza, la paciencia, la rutina y las relaciones. ¿Ves cuán gigantesco es el desafío? Realmente estamos en problemas, ¿no es verdad? ¿Existe alguna esperanza de ganar esta batalla? Con la ayuda de Dios, sí, especialmente si comenzamos recordándonos a nosotros mismos cuántos beneficios existen en la lectura regular de la Biblia.

Recuerda las ventajas

El Center for Bible Engagement [Centro para el involucramiento bíblico] informó que lo más importante que debemos realizar para tener una salud y un crecimiento espiritual es leer la Biblia cuatro veces a la semana o más. «Léela con esta frecuencia —dijo Steven Kryger— y tu vida se verá completamente diferente a la de aquellos que no leen la Biblia o la leen menos que eso». En otra encuesta, que terminó siendo el libro Move: What 1,000 Churches Reveal About Spiritual Growth [Muévanse: lo que mil iglesias revelan sobre el crecimiento espiritual], se encontró que «la reflexión en la Escritura es, por lejos, la práctica personal más influyente». Y eso es cierto para todos los grupos etarios. ¿Por qué la lectura regular de la Biblia es tan beneficiosa? Principalmente, porque es la principal manera en que Dios nos habla y se relaciona con nosotros. La Biblia no solo registra la gracia de Dios por medio de Cristo, sino que nos lleva a ella. Y aun cuando hayamos creído en el Evangelio de gracia antes, necesitamos recordarlo diariamente para que nos refresque todos los días. Asimismo, la Biblia nos da diferentes lentes con los cuales ver al mundo. Cuando Dios no está en escena, el mundo parece tan incierto y aterrador. Pero cuando la Biblia trae a la vista a Dios y lo enfoca, toda nuestra cosmovisión cambia y nuestras emociones se estabilizan y tranquilizan. Si eso no fuera suficiente para motivarte, considera aún más el efecto santificador de la Palabra de Dios. Cuando somos bendecidos por el Espíritu Santo, la Biblia nos purifica al desarraigar el pecado y plantar gracias, ayudándonos a dejar de pecar y a ser una bendición para otros en el mundo. Estas son algunas ventajas significativas de leer la Biblia, ¿cierto? Entonces, dados los obstáculos y las ventajas de la lectura regular de la Biblia, ¿cómo podemos desarrollar buenos hábitos que sean sustentables? Esto es lo que he encontrado útil a medida que lucho con esta batalla diaria.
1. Lleva la culpa a Dios
Nos sentimos culpables por nuestro fracaso en leer, por nuestra lectura apurada y por nuestra falta de ganancias en la lectura. A medida que la culpa nos hace alejarnos de Dios, necesitamos empezar por buscar perdón. No existe nada tan fortalecedor para un nuevo comienzo que una hoja en blanco. Puedes obtener eso hoy y dejar el pasado en el pasado a través del Evangelio.
2. Ora por el Espíritu Santo
No podemos hacer ni mantener esto en nuestras propias fuerzas. Sin embargo, Dios nos da su Espíritu Santo que se deleita en liderarnos hacia la verdad. Ora para que cada día que tienes por delante abras tu Biblia.
3. Establece un tiempo y un lugar regular
Para la gran mayoría de nosotros, el mejor momento para leer la Biblia es a primera hora de la mañana antes de que todos los demás se levanten. ¡Aunque quizás primero podrías ducharte y tomar un café para despertar! Idealmente, busca un lugar tranquilo donde no te interrumpan. Ir a la cama temprano y tener un sueño adecuado transformará tus lecturas bíblicas matutinas.
4. Construye una rutina sistemática
No brinques a un libro diferente cada día, sino que, al contrario, lee libros completos. Comienza con un Evangelio; luego, un libro del Antiguo Testamento; posteriormente, una epístola, y así sucesivamente. Hay varios planes de lectura bíblica disponibles que pueden ayudarte, pero no seas demasiado ambicioso.
5. Comienza de a poco
No pases de la nada a una hora de lectura y esperes que puedas mantenerte así. Comienza con un minuto al día la primera semana, luego dos la segunda semana, y así. Pronto llegarás a cinco o diez minutos. O parte con un versículo, luego dos, etc. Si empiezas de a poco, te sorprenderás de cómo esto te animará y creará un impulso.
6. Usa un estudio bíblico
Queremos exponernos directamente a la Palabra de Dios más que a los pensamientos de las personas sobre ella. Sin embargo, las Biblias de estudio alcanzan un buen equilibrio en mantener la Palabra de Dios en el centro y ofrecer suficientes comentarios para ayudarnos a entender las partes difíciles.
7. Ten un diario
¿Por qué no comprar un pequeño cuaderno para escribir un versículo al día, un pensamiento u oración basándote en lo que leíste? Puedes andar trayéndolo y reflexionar en lo que escribiste durante el día o leerlo en la noche antes de dormir. Así mantendrás lo que has aprendido contigo.
8. Apaga tu teléfono y evita el Internet y el correo electrónico
Puse esto al final, no porque sea menos importante, sino porque si te quedas con algo, que sea esto. Si hubiera una fórmula milagrosa hoy, sería esta: antes de revisar tu correo electrónico, las redes sociales o las noticias, ponte en contacto con Dios. De lo contrario, tu mente ya estará distraída y llena de trivialidades. Apaga tus dispositivos o ponlos en otra habitación y usa un libro real y tangible para tu lectura bíblica. Esto evitará interrupciones y distracciones. No puedo enfatizar más esto.

Lo provechoso se vuelve permanente

Aunque leer la Biblia en la juventud es un gran desafío, especialmente en la era de la tecnología digital, las ventajas son más que compensadoras. Por lo tanto, usa las ayudas dadas por Dios para superar las dificultades y comenzar una lectura regular de la Biblia que te conectará con Dios, te dará una cosmovisión centrada en Dios y te hará crecer en una fe segura y en una santidad gozosa. La lectura bíblica provechosa pronto será una lectura bíblica permanente. David Murray es autor de Meeting with Jesus: A Daily Bible Reading Plan for Kids [Encontrándonos con Jesús: un plan diario de lectura bíblica para niños].
Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
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¡Ayuda! Me siento ansioso por… todo


Este artículo es parte de la serie ¡Ayuda! publicada originalmente en Crossway.

Preocupación universal

Seamos honestos. Todos estamos preocupados, ¿no? Algunos de nosotros estamos preocupados por contagiarnos de la COVID-19 o por propagarlo. Algunos de nosotros estamos preocupados por el impacto de las leyes de emergencia sobre nuestras libertades civiles. Algunos de nosotros estamos preocupados por la economía y el impacto sobre nuestros trabajos, nuestros hogares, nuestra educación y nuestra familia. Algunos de nosotros estamos preocupados de que otras personas estén tan preocupadas. La preocupación nos acosa y nos atormenta en varios momentos del día y de la noche y, a veces, todo el día y toda la noche. Nuestros pensamientos giran en torno a las mismas cosas una y otra vez, imaginando cada vez peores y peores desenlaces y resultados. Nuestras mentes se vuelven fábricas de «y si», representando innumerables escenarios. Y si esto… y si lo otro… y si lo siguiente… y así sucesivamente. Esto da comienzo a lo que se conoce como el ciclo «preocupación > ansiedad > estrés». La preocupación comienza en nuestros pensamientos, pero estos pensamientos de preocupación luego producen sentimientos de ansiedad. Nos sentimos temerosos, sin esperanza, condenados. Pero no termina ahí. Los pensamientos de preocupación producen sentimientos de ansiedad que luego producen cuerpos estresados. Sentimos dolor en nuestros cuerpos, nos falta el aire, nos duele la cabeza, no podemos comer, no podemos dormir. Esto es bastante preocupante, así que ahí empieza el ciclo «preocupación > ansiedad > estrés» otra vez. La buena noticia es que Dios sabía que este día llegaría y ha provisto consejo para que nosotros podamos frenar la preocupación desde su origen. Y si podemos detener la preocupación desde su origen, podemos detener la ansiedad y el estrés resultantes y vivir vidas más pacíficas y gozosas, incluso en medio de tiempos y eventos preocupantes. Pero antes de mirar el consejo de Dios en Mateo 6:25-34, quiero hacer una importante distinción para que así no malinterpretemos el pasaje. Hay una diferencia entre preocupación/ansiedad/estrés cuando es un problema espiritual y preocupación/ansiedad/estrés cuando es un problema físico o biológico. Si es un problema espiritual, necesitamos el consejo de Dios. Si es un problema físico, puede que también necesitemos consejo médico. Con esta distinción en cuenta, descubramos el consejo de Dios para los preocupados. Él empieza nuestra sesión de consejería invitándonos a salir.

Jesús aconseja con la creación

La preocupación mira las cosas equivocadas. En los días de Jesús, la preocupación estaba enfocada en qué comer, qué tomar y qué vestir. Hoy, la preocupación está enfocada en las noticias, en el estado de nuestra cuenta bancaria, en nuestra casa, en nuestra educación, etc. Con razón estamos preocupados. No obstante, Jesús ofrece una visión diferente. Nos lleva hacia afuera, a la creación, y nos dice: «miren las aves y las flores».

Miren las aves (Mateo 6:26)

«Miren las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No son ustedes de mucho más valor que ellas?». Las aves no planifican, no almacenan para el futuro ni hacen proyecciones, sin embargo, tienen suficiente comida. Si Dios cuida de las aves del cielo, ¿no va a cuidar también de los herederos del cielo? ¡Aquí tienes terapia aviaria!

Observen las flores (Mateo 6:28-29)

Luego nos hace volver la mirada de los cielos a los campos, y dice, «Y por la ropa, ¿por qué se preocupan? Observen cómo crecen los lirios del campo; no trabajan, ni hilan. Pero les digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos». No todos necesitamos comprar binoculares o comenzar a observar aves o comprar una vasija para empezar clases con el fin de aprender a hacer arreglos florales. Estos son solo ejemplos de la creación. Este pasaje nos anima a salir a la creación de Dios, a detenernos, a observar y a pensar sobre esto. Sumérgete en el panorama, deléitate con los sonidos, absorbe los aromas, degusta los sabores, siente el toque. Usa el mundo físico para ministrar a tu mundo espiritual. Hay algo sobre la creación de Dios que produce paz e induce alabanza (Sal 8). El pánico ve al mundo sin Dios; la paz ve al mundo lleno de Dios. Puede que estés pensando: «las vistas de la creación son geniales, pero tengo muchas preguntas». Dios responde nuestras preguntas haciéndonos preguntas.

Jesús aconseja con preguntas

Cuando nos preocupamos, nos hacemos muchas preguntas a nosotros mismos, a otros e incluso a Dios. «¿Tendré un trabajo? ¿Son seguras las vacunas? ¿Qué pasará con mi negocio?». Estas preguntas solo pueden multiplicar nuestra preocupación, especialmente porque nosotros no sabemos, y no podemos saber, las respuestas en este momento. Es por eso que Dios viene a nosotros con un conjunto alternativo de preguntas, preguntas que ministran paz en lugar de preocupación. Veamos estas cinco preguntas de Dios y cómo deberíamos responderlas.
Escritura La pregunta de Dios Nuestra respuesta
¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa? (Mt 6:25). ¿Cuán equilibrado eres? Confieso que a veces valoro más el sustento de la vida que la vida misma. Tal vez no pueda comprar ropa de última moda o renovar mi vestuario, pero por lo menos tengo vida y un cuerpo que vestir.
¿No son ustedes de mucho más valor que ellas? (Mt 6:26). ¿Cuán valioso eres? Las aves obviamente le importan mucho a Dios. Me mueve a alimentarlas. Él moverá a otros para que me ayuden, porque yo soy mucho más valioso para Él que las aves.
¿Quién de ustedes, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida? (Mt 6:27). ¿Cuán poderoso eres? Hay muchas cosas que puedo hacer, pero hay muchas cosas que no puedo hacer. Y una de las cosas que no puedo hacer con preocuparme es agregar un centímetro a mi altura, un día a mi vida, o un peso a mi cuenta bancaria. No tengo poder para hacer eso.
Y si Dios así viste la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¿no hará Él mucho más por ustedes, hombres de poca fe? (Mt 6:30). ¿Cuán importante eres? Si Dios viste pequeños pedazos de hierba, Él va a vestirme a mí también. Soy mucho más importante para Él que las briznas de la hierba. Si pone semejante belleza en la hierba, me pondrá ropa ordinaria.
Por tanto, no se preocupen, diciendo: «¿Qué comeremos?» o «¿qué beberemos?» o «¿con qué nos vestiremos?». Porque los gentiles buscan ansiosamente todas estas cosas; que el Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas estas cosas (Mt 6:31–32). ¿Cuán pagano eres? ¿Cuán diferente soy a los no creyentes en esta situación? No solo estoy perdiendo mi paz, estoy perdiendo mi testimonio.
A veces, las mejores respuestas a nuestras preguntas son las preguntas de Dios. El pánico le hace preguntas a Dios, la paz escucha las preguntas de Dios. Ahora, probablemente estés pensando: «gracias por las preguntas, pero también necesito algunas respuestas». Es por eso que Dios nos lleva a dos verdades que van a responder muchas de nuestras preguntas.

Jesús aconseja con control

Los políticos, los científicos, los doctores, los medios de comunicación están todos tratando de capturar nuestra atención y comunicarnos su control y entendimiento sobre la situación. Pero así también lo hace Dios y lo hace trayéndonos dos verdades sobre sí mismo. «Yo soy tu Padre».
[...] el Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas estas cosas (Mateo 6:32).
Dios está diciendo: «yo soy tu padre celestial. Yo te di la vida y cuido tu vida. Conozco tu nombre, tus circunstancias, y tus necesidades. No eres un voto o una estadística. Eres mi hijo. Te amo. Estoy contigo. Nunca te voy a abandonar. Siempre voy a escucharte, me compadeceré de ti y buscaré tu bien». Esta es una respuesta corta a una tonelada de preguntas, ¿no es así?: «yo soy tu Padre». «Yo soy tu Rey».
[...] busquen primero su reino (Mateo 6:33).
Dios está diciendo: «yo estoy en control. Yo reino sobre la COVID-19. Yo sé donde se encuentra cada átomo del virus. Yo estoy en control. Yo estoy en medio de toda esta situación y estoy desarrollándola de acuerdo a mi plan perfecto». Esta es otra respuesta en tres palabras para responder millones de preguntas: «yo soy tu Rey». Anteriormente vimos cómo Dios dirige nuestra atención a imágenes naturales, imágenes de la naturaleza como las aves y la hierba. Aquí nos dirige a imágenes sobrenaturales, imágenes de Dios como Padre y Rey. Estas son metáforas profundas que podemos explorar en nuestras mentes. En la Biblia hay una abundancia de este tipo de imágenes sobrenaturales: Dios es nuestro pastor, nuestra fortaleza, nuestra roca, nuestro escudo, nuestra torre, nuestra luz, nuestra viña y sigue. Que la adoración te guíe a dejar la preocupación. Deja que la preocupación te lleve a adorar a Dios y que la adoración te guíe a dejar la preocupación. El pánico confía en el control humano, la paz confía en el control de Dios. Estas son verdades útiles e imágenes de verdades. Pero ¿qué hago ahora?

Jesús aconseja con prioridades

El pánico establece las prioridades incorrectas. En momentos de preocupación, nos enfocamos en nuestros pequeños reinos. Pero Dios llega y dice: «estas son tus prioridades ahora».

Prioriza el reino de Dios

Pero busquen primero su reino y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas (Mateo 6:33).
Hay una gran promesa adjunta a esto: «todas estas cosas les serán añadidas». Estas «cosas» son las necesidades de la vida. Dios está diciendo básicamente: «si tú te ocupas de mis intereses, yo me ocuparé de los tuyos». El interés por el Reino es el remedio para la preocupación por el dinero.

Prioriza hoy

Por tanto, no se preocupen por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidará de sí mismo. Bástenle a cada día sus propios problemas (Mateo 6:34).
En lugar de pensar más en el mañana, piensa más en el hoy. Ya hay suficientes problemas hoy como para tener en cuenta los problemas de mañana. La lista de quehaceres del diablo empieza con tu reino y el mañana, pero la lista de quehaceres de Dios empieza con su Reino y el hoy. Cuando te sientas ansioso por todo, mira la creación de Dios, escucha las preguntas de Dios, descansa en el cuidadoso control de Dios y sigue las prioridades de Dios para obtener paz en lugar de preocupación.
David Murray es el autor de  Why Am I Feeling Like This?: A Teen's Guide to Freedom from Anxiety and Depression [¿Porqué estoy sintiéndome así?: una guía para el adolescente para ser libre de la ansiedad y la depresión].
Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
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Once maneras prácticas de reducir el consumo digital

La clave de la desintoxicación digital

Estoy convencido de que—a partir de la investigación científica, de la experiencia personal y de la consejería a adolescentes— cualquier intento de reemplazar la ansiedad y la depresión con paz y alegría debe tener un plan para controlar nuestros dispositivos digitales y las redes sociales. Toda la investigación indica que nuestro mal y excesivo uso de la tecnología digital es una de las mayores causas en la actualidad de la angustia mental y emocional, especialmente entre los adolescentes. La ciencia muestra que el uso excesivo de la tecnología digital reduce la capacidad de atención, la concentración, las habilidades de razonamiento, el coeficiente intelectual, la densidad del cerebro, la resiliencia emocional y la duración y calidad de nuestro sueño. Además, el uso excesivo de las redes sociales se ha relacionado con baja autoestima, aislamiento social, autocomparación negativa (a menudo llamado síndrome «comparación y desesperación»), sentimientos de insuficiencia, búsqueda de perfección y relaciones superficiales[1]. La mayoría de las plataformas de redes sociales en realidad empeoran la ansiedad e Instagram es, por mucho, el peor culpable[2]. Nunca tuvimos la intención de saber tanto sobre otras personas. Especialmente, cuando somos jóvenes, nuestras mentes deben enfocarse en desarrollarse, crecer y vivir, no en la vida de otras personas o en los problemas que no podemos solucionar. El sexting[3] y la pornografía traen cargas de culpa, vergüenza y ansiedad. Las imágenes de violencia dejan sus propias cicatrices en nuestro cerebro y psiquis. Incluso cuando admitimos que se está produciendo un daño, es muy difícil controlar la tecnología y las redes sociales. Es por eso que nuestro uso excesivo se compara cada vez más a una adicción, con escaneos cerebrales que muestran que el tiempo frente a la pantalla afecta al cerebro exactamente de la misma manera que la cocaína. Algunos investigadores incluso llaman a las pantallas «cocaína electrónica» y «heroína digital». Por eso necesitamos una desintoxicación digital.

Desintoxicación digital

Puedes hacer una desintoxicación digital haciendo tres cosas (me referiré a los teléfonos, pero estas se aplican a todos los dispositivos digitales, incluidas las consolas de juegos).
  • Reduce la frecuencia: limita la cantidad de veces que revisas tu teléfono.
  • Reduce la duración: acorta el tiempo que pasas en tu teléfono.
  • Reduce el daño: detén la exposición a contenido dañino.
Aquí hay algunos consejos específicos para implementar una desintoxicación digital.
1. Comienza el día con Dios
No revises tu teléfono antes de pasar un tiempo con Dios, leyendo su palabra y orando. No dejes que tu teléfono te interrumpa durante este tiempo. Lo ideal es ponerlo en modo avión o ponerlo en otra habitación. Deja que los primeros efectos hechos en tu mente cada día sean del cielo.
2. Desactiva las notificaciones
Tu cerebro necesita paz y tranquilidad. Necesita descansar regularmente a lo largo del día. Entonces, ¿por qué no crear momentos en los que simplemente apagues todos los pitidos, zumbidos y pings? Comienza con una hora al día y luego aumenta esa hora o agrega más horas dispersas a lo largo del día.
3. Limita tus revisiones a una vez por hora
Muchos adolescentes revisan sus teléfonos más de treinta veces por hora. Comprométete a registrarlo solo una o dos veces por hora. Pocos mensajes requieren una respuesta instantánea. Trata de ver tu teléfono como si fuera una persona. ¿Dejarías que una persona te interrumpa constantemente durante el día cuando estás haciendo otras cosas importantes o en conversaciones? No, le dirías a la gente que están siendo groseros y los detendrías. Haz lo mismo con tu teléfono.
4. Pon tu teléfono en otra habitación cuando estés estudiando
De esa manera, no solo no serás interrumpido, sino que tampoco tendrás la tentación de agarrarlo y distraerte de tus estudios. Esto aumentará la calidad del tiempo de estudio y liberará tiempo para otras actividades.
5. Informa a tus amigos
Diles lo que estás haciendo para limitar tu uso de tecnología para que no esperen respuestas instantáneas a los mensajes de texto. Sugiere que apaguen o guarden sus teléfonos cuando estén pasando un tiempo juntos.
6. Evita leer noticias terribles
No dejes que tu teléfono se convierta en una máquina portátil de malas noticias. Puedes leer los titulares, pero trata de minimizar la exposición a historias e imágenes violentas.
7. Consume medios verdaderos, buenos y hermosos.
Llena tu mente y corazón con medios sanos, divertidos, hermosos y veraces para reemplazar lo contrario (Fil 4:8). Eso descarta muchos juegos de computadora.
8. Elimina el uso de tu teléfono antes de acostarte
Usar pantallas justo antes de acostarnos no solo introduce cosas de las que preocuparse en nuestra mente, sino que también retrasa, interrumpe y acorta el sueño.
9. Pide ayuda
Necesitas responsabilidad y apoyo. Entonces, ¿por qué no pedirles a tus padres que te ayuden a controlar la tecnología? Usa Covenant Eyes [Ojos de Pacto] para mantenerte rindiendo cuentas (ver www.covenanteyes.com). Quizás, designa un área en la sala de estar o en la cocina donde tengas que dejar tu teléfono cuando estés en casa. Si te acosan, te envían mensajes sexuales o te piden que envíes desnudos a otras personas, debes decírselo a tus padres o a un maestro y pedirles ayuda.
10. Disfruta el momento
Guarda el teléfono y disfruta del paisaje, el evento o los amigos sin tener que usar Snapchat o Instagram. Construye relaciones cara a cara en el mundo real.
11. Pasa más tiempo con personas que con tu teléfono
Hagan cosas juntos en el mundo real, especialmente deportes, pasatiempos y simplemente relájate y disfruta el uno del otro. Toda la investigación científica nos alienta a que si podemos controlar la tecnología digital, será mucho mejor para nosotros: física, intelectual, relacional, vocacional, educativa, financiera, emocional y espiritualmente. Este artículo es una adaptación de Why Am I Feeling Like This?: A Teen's Guide to Freedom from Anxiety and Depression [¿Por qué me siento así?: una guía para el adolescente para ser libres de la ansiedad y la depresión] por David Murray.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.

[1] Jean Twenge, iGen: Why Today’s Super-Connected Kids Are Growing Up Less Rebellious, More Tolerant, Less Happy—and Completely Unprepared for Adulthood—and What That Means for the Rest of Us [iGen: por qué los niños superconectados de hoy están creciendo de manera menos rebeldes, más tolerantes, menos felices (y completamente no preparados para la adultez) y qué significa eso para nosotros] (New York: Atria, 2017).

[2] Amanda Macmillan, «Why Instagram Is the Worst Social Media for Mental Health», Time (25 de mayo de 2017), https://time.com/4793331/instagram-social-media-mental-health

[3] Nota del traductor: mensajes con contenido sexual.

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¡Ayuda! Mis hijos parecen desinteresados en la adoración familiar
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¡Ayuda! Mis hijos parecen desinteresados en la adoración familiar


Este artículo es parte de la serie ¡Ayuda! publicada originalmente en Crossway.

Un problema común

¿Tus niños tratan de evitar la adoración familiar? ¿Encuentran excusas para evitar estar ahí? ¿Ellos se muestran claramente amedrentados y se quejan cuando tomas la Biblia? ¿Te piden que lo hagas rápido porque tienen muchas otras cosas que hacer? ¿Están aburridos y distraídos mientras tratas de involucrarlos? Cuando les preguntas si tienen dudas sobre la lectura bíblica o alguna petición de oración, ¿escuchas solo silencio? Bienvenido a muchas —¿la mayoría?— de las familias cristianas. Soñamos que la adoración familiar nos una y anime a nuestros seres queridos con el Evangelio, y partimos con grandes expectativas. No obstante, pronto la sombría realidad aparece y el sueño se convierte en una pesadilla. No es de extrañar que pocos lo intenten y, aún menos, que lo mantengan en el tiempo. Tratemos de entender algunas de las razones de esto y luego veamos algunas maneras de transformar este panorama desalentador en uno mucho más animante y mejor.

Los niños tienen buenas razones para estar desinteresados

Debemos comenzar reconociendo que hay buenas razones por las cuales nuestros niños pueden estar distraídos durante el tiempo de adoración familiar. Primero, son pequeños, algunos de ellos muy pequeños. Entonces, el solo hecho de tener que sentarse quietos y estar concentrados en algo es un desafío. Nuestros niños no se vuelven estudiantes enfocados solo porque es la Biblia lo que estamos leyendo. Para algunos de ellos sería incluso difícil con la Guerra de las Galaxias, así que olvídate de un mini sermón. Se requiere sabiduría. Segundo, no están acostumbrados. Si recién estamos comenzando con nuestra adoración familiar y nuestros hijos nunca han hecho esto antes, va a tomarles tiempo adaptarse. Ya es suficientemente difícil para ellos quedarse quietos en la escuela y prestar atención. La casa es un lugar para relajarse y descansar, por lo que pedirles que entren en «modo escuela» estando en casa puede ser muy desafiante. Se requiere paciencia. Tercero, no están convertidos. Obviamente, si nuestros hijos han nacido de nuevo y Dios les ha dado nuevos apetitos y deseos por Él y su Palabra, podríamos esperar que esa hambre se refleje en la forma en que participan durante el tiempo de adoración familiar. Sin embargo, si aún no son creyentes, si sus corazones todavía están en enemistad con Dios, no podemos esperar que ellos amen escuchar de Dios y orar juntos. Además, el diablo estará también bloqueando sus oídos y sus corazones. Se requiere orar por el Espíritu Santo. Por lo tanto, hay buenas, es decir, «entendibles» razones para su desinterés. Sin embargo, estos no son los únicos obstáculos. Pregúntate a ti mismo: «¿soy yo la causa de su desinterés?».

Podemos darles buenas razones para estar desinteresados

Si bien podemos encontrar razones para el desinterés de nuestros hijos, también debemos mirarnos a nosotros mismos y preguntarnos si parte de la razón de su desinterés son los errores que estamos nosotros mismos cometiendo. Estas son las maneras más comunes en las que los ayudamos a estar desconectados:
  • Demasiado largo: podemos alargarlo tanto que incluso los niños cristianos más grandes se frustran, ni hablar de los más pequeños y los no convertidos.
  • Demasiado monólogo: no hay un intento de involucrar a los niños en la lectura de la Escritura comentándolas u orando. Es solo una voz en todo momento.
  • Demasiado complejo: las lecturas son de pasajes difíciles y complicados de la Biblia.
  • Demasiado aburrido: nosotros no estamos animados con lo que estamos haciendo; entonces, ¿por qué estarían animados los niños? Es solo otro hábito o rutina como lavar los platos.
  • Demasiado predecible: siempre hacemos lo mismo una y otra vez, día tras día. No hay sorpresas. No hay espontaneidad. La oración de ayer podría ser la oración de hoy y probablemente será la oración de mañana.
  • Demasiado hipócrita: si estamos viviendo vidas pecaminosas o estamos en conflicto con nuestro cónyuge o nuestros hijos, nuestros hijos serán cínicos y escépticos cuando tratemos de ser un líder de adoración.
Revisa esta lista y piensa de qué manera puedes eliminar las razones que tú estás contribuyendo para su desinterés. No obstante, tal vez ahora estamos viendo todas las razones por las cuales tus hijos pueden estar desinteresados y te estás preguntando: «¿tiene algún sentido siquiera intentarlo? ¿Hay algo que yo pueda hacer para que esto funcione?». Así que demos un giro positivo y veamos cómo transformar el desinterés en interés.

Podemos darles buenas razones para estar interesados

Comencemos la lucha entonces. ¿Qué pasos podemos tomar para volver a involucrar a nuestros hijos en la adoración familiar? Quiero darte un gran paso espiritual y luego varios pasos prácticos más pequeños. El paso más importante es la oración, la oración personal y privada. Así como oraríamos por la ayuda y la bendición de Dios si fuéramos a guiar un estudio bíblico, enseñar o predicar en la iglesia, deberíamos hacer lo mismo para la adoración familiar. Haz parte de tu oración diaria orar que Dios bendiga tu adoración familiar, que Él trabaje tanto en tu corazón como en el de tus niños para que sea un tiempo provechoso y mutuamente beneficioso. Ora especialmente para que Dios les dé a tus hijos interés espiritual y vida espiritual. En cuanto a los pasos prácticos, aquí hay acciones que marcaron una gran diferencia en mi propia familia:
  • Hazlo breve: quizás el mayor error que he cometido es tener una expectativa excesiva que es insostenible. Es mejor hacerlo todos los días durante cinco minutos y mantenerlo así, que aspirar a veinte minutos y hacerlo imposible para tus hijos y para ti.
  • Hazlo simple: comienza con narraciones fáciles del Antiguo y Nuevo Testamento. Eventualmente, puedes llegar a las epístolas doctrinales y a los profetas, pero comienza con los evangelios y otras historias bíblicas conocidas.
  • Hazlo interactivo: convierte el monólogo en diálogo. Que uno de tus niños ore para que Dios bendiga el tiempo de adoración o que ore al final. Haz que cada uno lea un versículo o dos. Hazles preguntas y que ellos hagan preguntas. Pregúntales si tienen peticiones de oración. Mientras más interacción haya, más interés generarás.
  • Hazlo regularmente: intenta encontrar un momento en el día que le sirva a la familia y mantenlo. Esto será diferente para cada familia, pero en general hemos encontrado que es mejor después del desayuno o después de la cena. También lo hacemos en el mismo lugar para que tengamos nuestras Biblias a mano.
  • Hazlo variado: ser regular con el lugar y el momento del día es importante, como lo es leer sistemáticamente los libros de la Biblia. Sin embargo, dentro de eso hay espacio para variar. Los domingos, a menudo, leemos el pasaje que escuchamos en el sermón de la iglesia. O si hay alguna situación familiar que es abordada por un pasaje particular de la Biblia, leeremos eso. Usualmente, cantaremos versos de un himno o de un salmo (algunas veces con la ayuda de un video de YouTube).
  • Hazlo alegre: si te acercas a este tiempo con pavor, tus hijos también lo harán. Si lo haces de manera legalista, así también lo harán tus hijos. Si tú estás aburrido, tus hijos también lo estarán. Trata de levantarles el ánimo con tu propio entusiasmo para adorar a Dios, para tener comunión con Él, para escucharlo y hablar con Él. Muestra tu amor por la gracia de Dios en el Evangelio. Recuérdales a tus hijos las oraciones respondidas previamente.
  • Hazlo útil: siempre intenta tener una aplicación práctica del Evangelio desde el pasaje. Muéstrales cómo la Palabra de Dios se conecta con la vida diaria. A veces, una breve mirada a un comentario sencillo o a una Biblia de estudio puede ayudar. Recuérdales continuamente la oferta de salvación de Cristo para ellos.
Démosles a nuestros hijos buenas razones para estar interesados. No obstante, en última instancia, la mayor ayuda es que tengas buenas razones para tener un tiempo de adoración familiar.

Debemos tener buenas razones para mantenerlos interesados

¿Por qué hacemos lo que hacemos? ¿Por qué queremos establecer la adoración familiar como un hábito piadoso? Si es una obra para agradar a Dios o para salvar nuestra conciencia, o si es porque todos los demás lo están haciendo, entonces no se mantendrá en el tiempo y no será provechoso. Sin embargo, si está hecho desde la gratitud por la gracia de Dios y por el deseo de que nuestros hijos prueben y vean que Dios es bueno; si lo hacemos desde nuestra fe en la Palabra de Dios para salvar a nuestros hijos; si lo hacemos desde nuestro anhelo de que nuestra familia disfrute a Dios en alabanza; si lo hacemos para su bien, más que para el nuestro; si lo hacemos no por los resultados inmediatos, sino con la esperanza de que Dios riegue lo que sembramos a lo largo de muchos años; si lo hacemos no solo por esta generación, sino con la esperanza de que estos hábitos piadosos sean pasados de generación en generación; si estas son nuestras razones para nuestra adoración familiar, nuestra adoración familiar cambiará para nosotros y para nuestros niños. De hecho, cambiará sus vidas y sus eternidades. David Murray es el autor de Exploring the Bible Together: A 52-Week Family Worship Plan [Explorando la Biblia juntos: un plan de adoración familiar de 52 semanas].
Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
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Cómo entender la ansiedad y la depresión en adolescentes
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Cómo entender la ansiedad y la depresión en adolescentes

Es común

Muchos adolescentes ansiosos sentirán que son completamente extraños, que nadie más es como ellos o los entiende. Miran alrededor a sus pares y no pueden imaginarse a nadie más de su edad sintiéndose como ellos. Miran las imágenes cuidadosamente armadas en las redes sociales de sus compañeros de clase felices, perfectos y seguros de sí mismos, y concluyen que ellos son la excepción. Avergonzados e incómodos, se apartan de amigos, de la familia y de las situaciones sociales para sufrir solos en un aislamiento solitario. «Simplemente soy raro», concluyen. Una de las mejores cosas que podemos hacer por nuestros adolescentes es explicarles que muchos adolescentes sufren de la misma manera. A pesar de lo que comunican las redes sociales, la realidad es que la ansiedad en adolescentes se encuentra en niveles epidémicos, a tal punto que ahora es la razón más común por la que los adolescentes buscan consejería.
  • Cerca de un tercio de los jóvenes de 13 a 17 años experimentarán un trastorno de ansiedad (un 38 % de las niñas y un 26 % de los niños)[1].
  • Se estima que seis millones de adolescentes norteamericanos tienen algún tipo de desorden de ansiedad, aunque el número probablemente es más alto porque la mayoría no busca tratamiento[2].
  • El 54 % de los estudiantes universitarios encuestados dijo que «han sentido ansiedad abrumadora» en los últimos doce meses[3].
  • En 2011, el 11 % de las niñas adolescentes tuvo un episodio depresivo mayor en el año anterior. Para 2017, ese número había subido al 20 %[4].
  • Mientras que la tasa de depresión entre los niños ha aumentado más lentamente, la tasa de suicidios se ha disparado a un máximo de treinta años[5].
La evidencia anecdótica respalda las estadísticas. Una consejera cristiana recientemente describió cómo, cuando comenzó a dar consejería hace 24 años, «probablemente uno entre veinte niños está lidiando con ansiedad. [...] Ahora, de mis nuevas consultas, diría que por lo menos 16 de cada 20 familias llegan aquí por esa razón, si no más»[6]. No es solamente común en nuestra cultura, sino que también es común en la Biblia. Incluso personajes fuertes y maduros de la Biblia, como el rey David y el apóstol Pablo, lucharon contra la preocupación, la ansiedad y el miedo (Sal 56:3; 2Co 7:5; 1:8). El mandato más común en la Biblia es «¡no temas!», lo que significa que debe ser un problema muy común.

La ansiedad y la depresión en adolescentes a menudo van juntas

Puede que te estés preguntando por qué un libro intentaría lidiar tanto con la ansiedad como con la depresión. ¿No son problemas diferentes? Si bien existen diferencias, muchos expertos ahora las ven como las dos caras de una misma moneda o las dos caras de un problema común. Sí, alguien puede estar deprimido pero no ansioso, o ansioso sin estar deprimido, pero alrededor del 50 % de los adolescentes que tienen uno de estos trastornos también tiene el otro, hasta cierto punto. Cuando se trata de depresión, el 13 % de los jóvenes entre 12 y 17 años experimenta depresión mayor en un año, y la depresión afecta alrededor del 20 % de los adolescentes cuando llega a la adultez. Eso es 1 de cada 5 adolescentes en la clase de tu hijo. También encontramos personjes bíblicos que experimentaron depresión. Mira cuán deprimidos estaban los salmistas en el Salmo 32 o en el Salmo 88, cuán deprimidos estaba Elías en el punto más bajo de su ministerio (1R 19:1-8), y cómo Job cayó en depresión en varios momentos (Job 3:11-15; 30:16-26). Como la ansiedad es más común que la depresión en los adolescentes y usualmente llega antes que la depresión, el enfoque principal de este libro será la ansiedad. No obstante, la mayoría de los tratamientos funcionan para ambos, ansiedad y depresión, como veremos.

La ansiedad y la depresión en adolescentes son normales

Además de usar las estadísticas y la Biblia para asegurar a los adolescentes que la ansiedad y la depresión son comunes, una de las mejores maneras en las que podemos «normalizar» estos problemas es hablar de enfermedades mentales y otros desórdenes emocionales como experiencias comunes en este mundo caído. Habla de esto en la mesa familiar o cuando estén en el auto. Si somos maestros o predicadores, podemos hablar de esto en el salón de clases, desde el púlpito o en grupos de jóvenes. Mantente atento a los cambios a largo plazo en el comportamiento y en el estado de ánimo de tu adolescente y toma oportunidades para preguntar qué está sucediendo en sus pensamientos y emociones. Puedes decir, por ejemplo: «Te ves un poco deprimido o preocupado. ¿Puedo ayudar de alguna manera?». Para maximizar las posibilidades de que tu adolescente se abra contigo, trata de no parecer prejuicioso, crítico o asustado. Solo una cosa es peor que nunca hablar de dichos trastornos y eso es burlarse, avergonzar o estigmatizar a aquellos que los sufren. Una actitud así de cruel y arrogante asegurará que nuestros adolescentes nunca hablen de estos desafíos o busquen nuestra ayuda. Ellos lo reprimirán y sufrirán en silencio, o buscarán la ayuda de otros fuera de la comunidad cristiana que los pueden alejar. En el peor de los casos, podrían empezar a cortarse para encontrar alivio temporal o incluso intentar suicidarse como una solución permanente. En lugar de eso, en nuestras casas, escuelas e iglesias, queremos hablar de estos temas como anormalidades normales en un mundo anormal. Queremos construir una cultura de transparencia y confianza para que nuestros adolescentes se sientan libres y seguros de hablar de sus miedos sin miedo. La ansiedad y la depresión son simplemente dos de las muchas consecuencias de la caída y los adolescentes deberían ser capaces de hablar de ellas, tal como hablamos del asma, de brazos rotos, de la falta de respeto, de la pureza, entre otras.

La ansiedad y la depresión en adolescentes son variadas

Debemos evitar los estereotipos de ansiedad y de depresión, porque realmente pueden manifestarse de múltiples maneras. Solo porque nosotros o alguien más que conocemos lo haya sufrido de una manera en particular no quiere decir que todos las experimentarán de esa manera. Hay muchos tipos de ansiedad. Las más comunes son trastorno de pánico, fobias específicas, trastorno generalizado de ansiedad y trastorno de ansiedad social[7]. Parte de la ansiedad (y de la depresión) es genética, a veces es una respuesta a un trauma y a veces es causada por el agotamiento o el perfeccionismo. Algunos de estos trastornos son a largo plazo, pero de bajo grado. Otras veces son breves, pero agudos. Hace que algunos niños se retraigan y otros sean agresivos. A veces es el resultado de la culpa, tanto de la verdadera culpa como de la falsa. Los niños nerviosos la sufren, pero también los niños hiperseguros de sí mismos. Las chicas la sufren y también los chicos; aunque más chicas que chicos lo admiten. Ayuda a tu adolescente a identificar sus síntomas únicos de ansiedad (físicos, espirituales, emocionales, mentales) para que puedan reconocerlos en el futuro. Es importante apreciar la variedad y la diversidad de la ansiedad y la depresión, porque si tenemos una caricatura fija pero limitada de una persona ansiosa, podemos pasarla por alto o responder de manera incorrecta. Por eso es importante contar con profesionales experimentados, como médicos y consejeros capacitados, que se involucren en el diagnóstico de estos trastornos.

La ansiedad y la depresión en adolescentes son terribles

Imagina que estás conduciendo un auto para llevar a tu familia a la iglesia y de pronto comienzas a patinar, giras fuera de control y empiezas a avanzar hacia un precipicio. Tu sistema de «pelear o huir» está funcionando a toda máquina. Estás sudando, tu corazón late con fuerza, tus músculos están tensos, tus entrañas están dando volteretas y sabes que estás a punto de morir. Sin embargo, por la gracia de Dios, tu vehículo se detiene justo antes de caer por el precipicio. Estás a salvo, pero temblando descontroladamente; tus entrañas son un desastre, apenas puedes unir dos palabras, quieres llorar o incluso gritar. Así es como se siente la ansiedad para muchos de nuestros adolescentes. Te calmarás una hora o dos después de tu roce con la muerte y, eventualmente, el recuerdo de haber patinado se disipará. No obstante, para los adolescentes ansiosos, es como si estuvieran avanzando hacia el precipicio las veinticuatro horas del día. Así es cuán terrible y aterrador puede ser para ellos. Es tan terriblemente real para ellos como lo es para ti acercarte a un acantilado. Intenta recordar eso cuando estés hablando con ellos. O busca el hashtag #thisiswhatanxietyfeelslike [#asíescomosesientelaansiedad] en Twitter para ver ejemplos de algunas de las crudas descripciones que las personas han enviado[8]. La depresión no es mejor y a menudo es peor. Imagina la tristeza que sentirías si alguien que amas muriera. Ese puede ser el nivel de dolor en la depresión, a menudo sin esperanza de alivio. En 2016, el grupo demográfico con el mayor aumento en la tasa de suicidios fueron las niñas de 10 a 14 años, para quienes la tasa se triplicó[9]. De nuevo, busca el hashtag #thisiswhatdepressionfeelslike [#asísescomosesienteladepresión] para obtener descripciones más gráficas.

La ansiedad y la depresión en adolescentes son tratables

Uno de los aspectos más alentadores de la ansiedad adolescente es que, aunque es tan común, variada y terrible, también es uno de los trastornos mentales o emocionales más tratables. Por eso es tan trágico que un informe de 2015 del Child Mind Institute [Instituto mente de niño] descubriera que solo alrededor del 20 % de los jóvenes con un trastorno de ansiedad diagnosticable recibe tratamiento[10]. La depresión es más difícil de eliminar, pero hay mucho que se puede hacer. Dios ha provisto muchas maneras de sanar estas agonías o de ayudar a su adolescente para controlarlas y manejarlas mejor. Como padres, pastores, maestros y consejeros, tenemos una gran oportunidad para acercarnos a nuestros adolescentes que están sufriendo, para ayudarlos a acceder a la ayuda, así como para brindar ayuda nosotros mismos. Uno de los primeros pasos para convertirse en un recurso para nuestros adolescentes que sufren es comprender lo que realmente sucede con estos trastornos.

Este artículo es adaptado de Why Is My Teenager Feeling Like This? A Guide for Helping Teens through Anxiety and Depression [¿Por qué se está sintiendo así mi adolescente?: una guía para el adolescente para ser libre de la ansiedad y la depresión] por David Murray.


Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.

[1] «Anxiety Disorder Definitions» [Definiciones de desórdenes de ansiedad], National Institute of Mental Health, 2017, https://www.nimh.nih.gov/health/statistics/any-anxiety-disorder.shtml

[2] Corrie Cutrer, «Why Are Our Children So Anxious?» [¿Por qué están tan ansiosos nuestros niños?], Christianity Today, 6 de enero de 2017, https://www.christianitytoday.com/women/2017/january/parenting-in-age-of-anxiety-children-teens.html

[3]Greg Lukianoff and Jonathan Haidt, «The Coddling of the American Mind», [La mimada mente americana] The Atlantic, septiembre de 2015, https://www.theatlantic.com/magazine/archive/2015/09/the-coddling-of-the-american-mind/399356/

[4]«Major Depression» [Depresión mayor], National Institute of Mental Health, febrero de 2019, https://www.nimh.nih.gov/health/statistics/major-depression.shtml#part_155031.

[5]Markham Heid, «Depression and Suicide Rates Are Rising Sharply in Young Americans, New Report Says. This May Be One Reason Why» [Las tasas de depresión y suicidio están aumentando considerablemente entre los jóvenes estadounidenses, según un nuevo informe. Esta puede ser una de las razones], Time, 14 de marzo de 2019, https://time.com/5550803/depression-suicide-rates-youth/

[6]Corrie Cutrer, «Why Are Our Children So Anxious?» [¿Por qué están tan ansiosos nuestros niños?], Christianity Today, 6 de enero de 2017, https://www.christianitytoday.com/women/2017/january/parenting-in-age-of-anxiety-children -teens.html.

[7]«Anxiety Disorders» [Trastornos de ansiedad], National Alliance on Mental Illness, marzo de 2015, https://www.nami .org/NAMI/media/NAMI-Media/Images/FactSheets/Anxiety-Disorders-FS.pdf; «Anxiety Disorders» [Trastornos de ansiedad], National Institute of Mental Health, julio de 2018, https://www.nimh.nih.gov/health/topics /anxiety-disorders/index.shtml; «Facts and Statistics» [Datos y estadísticas], Anxiety and Depression Association of America, https://adaa.org/about-adaa/press-room/facts-statistics; «Symptom Checker» [Análisis de síntomas], Child Mind Institute, 2019, https://childmind.org/symptomchecker/; «Anxiety Basics» [Fundamentos de la ansiedad], Child Mind Institute, 2019, https://childmind.org/guide/anxiety-basics/.

[8]Revisar también Sharon Horesh Bergquist, «How Stress Affects Your Body» [Cómo el estrés afecta tu cuerpo], TED-Ed video, 22 de octubre de 2015, YouTube, https://www.youtube.com/watch?v»v-t1Z5-oPtU.

[9]«Suicide Rates Rising Across the U.S.» [Tasas de suicidio crecen en los Estados Unidos], CDC website, 7 de junio de 2018, https://www.cdc.gov/media/releases/2018/p0607-suicide-prevention.html.

[10]Susanna Schrobsdorff, «Teen Depression and Anxiety: Why the Kids Are Not Alright» [Depresión y ansiedad en adolescentes: por qué los niños no están bien] Time, 27 de octubre de 2016, http://time.com/4547322/american-teens-anxious-depressed-overwhelmed/.

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¿Los cristianos pueden padecer enfermedades mentales?
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¿Los cristianos pueden padecer enfermedades mentales?

Causas de las enfermedades mentales

Algunos cristianos creen que los cristianos no pueden tener enfermedades mentales. Si un cristiano profesante está deprimido, es ansioso o bipolar, piensan que se debe a que realmente no es cristiano o que hay algún pecado terrible del que no se ha arrepentido o que necesita arrepentirse de su depresión o del problema que sea. Casi la mitad (48 %) de los evangélicos cree que las enfermedades mentales graves pueden superarse sólo con oración y estudio bíblico[1]. El resultado de esta condena de la enfermedad mental como un pecado se debe a que muchos cristianos no admiten que ellos tienen una enfermedad mental. No hablan de eso y no buscan ayuda. Si es que lo hacen, a menudo van al mundo secular en lugar de a la iglesia, porque sienten que ahí encontrarán más comprensión, más compasión y más ayuda. No obstante, los enfoques seculares a veces podrían llevar a más dificultades y complicaciones espirituales. Si queremos superar estos desafíos, necesitamos entender tres razones por las cuales los cristianos pueden padecer enfermedades mentales.

Los cristianos pueden padecer enfermedades mentales simplemente porque son humanos

Los cristianos tienen cuerpos rotos. El cuerpo de un cristiano está tan caído y débil como el de cualquier otra persona. Esto significa que pueden sufrir infartos, diabetes, Alzheimer y, sí, enfermedades mentales. Sus cerebros pueden estropearse, su química y electricidad pueden funcionar mal, sus hormonas pueden estar desequilibradas, y así sucesivamente.  Los cristianos viven en un mundo roto. Los cristianos no están libres de los efectos de vivir en un mundo caído. Tenemos accidentes, abusan de nosotros, son injustos con nosotros, mienten sobre nosotros. Las personas nos hieren, algunos intencionalmente, y otros sin intención. Vemos y escuchamos eventos tristes y dolorosos e historias que nos trauman. Perdemos a nuestros seres queridos. Nuestras familias se rompen. Se ha demostrado que el trauma cambia la forma, el tamaño y la funcionalidad del cerebro y otros sistemas corporales que están relacionados a la manera en que pensamos y sentimos. Los cristianos se estresan. Estamos diseñados para funcionar durante breves periodos bajo alto estrés para luego regresar a la calma y a un funcionamiento más relajado. No obstante, cuando nuestros cuerpos y mentes están bajo estrés por largo tiempo, nuestro sistema de respuesta ante el estrés dado por Dios (nuestro «sistema de respuesta de lucha y huida», como se mencionó anteriormente) puede funcionar mal. Cuando enfrentamos algún tipo de amenaza (real o percibida; física o emocional), una estructura pequeña de la parte posterior de nuestros cerebros (la amígdala) toma el mando con el fin de responder y sobrevivir a la amenaza percibida. Esto funciona realmente bien cuando nos enfrentamos a amenazas externas (p. ej.: un animal peligroso). Nuestros cuerpos responden, tal y como fueron diseñados, para eliminar la amenaza o alejarse del peligro. O luchamos para ponernos a salvo o huimos de la amenaza. Una vez que hayamos llegado a un lugar seguro, ya no se requiere la función de sobrevivencia de la amígdala por lo que se relaja; ahora la parte frontal del cerebro (pensamiento racional y calmado) puede tomar el control nuevamente, y el cuerpo y el cerebro se pueden relajar.  Sin embargo, cuando una persona se siente amenazada constantemente, cuando no hay alivio de esa amenaza, estrés o presión, la amígdala permanece activada. Toma control de los centros de placer del cuerpo y del cerebro (sistema límbico), produciendo cantidades excesivas y continuas de los químicos del estrés: la adrenalina y el cortisol. Con el tiempo, estos químicos atacan los órganos internos y la salud general de la persona. Aunque estos químicos son buenos en dosis pequeñas y cortas, cuando se sostienen por un largo tiempo pueden llegar a ser extremadamente peligrosos para nuestra salud física y mental[2]. El estrés también puede gatillar una vulnerabilidad subyacente a la enfermedad mental que podrían no haberse activado en circunstancias más tranquilas. Esperamos que estés comenzando a ver que los cristianos son tan humanos como todo el resto y, por lo tanto, sufren y se estresan como todos los demás. Pero podrías estar preguntándote, ¿las enfermedades mentales pueden afectar a los creyentes como consecuencia de un pecado personal?

Los cristianos pueden padecer enfermedades mentales porque son pecadores

El pecado puede provocar depresión a través del daño físico o espiritual. Sin embargo, existen dos razones adicionales por las que los cristianos en particular podrían padecer enfermedades mentales. En primer lugar, está el castigo divino que está reservado para los hijos de Dios, ¡como lo descubrió el rey David cuando cometió adulterio y asesinato! El Salmo 32 y el Salmo 51 revelan la depresión y la ansiedad que David sintió mientras vivía con un pecado no confesado. Si Dios nos castigara con enfermedades mentales cada vez que pecáramos, ¡estaríamos deprimidos todo el tiempo! Afortunadamente, en su misericordia, Él no hace eso. No obstante, si nuestro pecado es especialmente grave o si permanecemos obstinadamente sin arrepentirnos, Dios podría afligir nuestras mentes y emociones para llamar nuestra atención y hacer que busquemos su misericordia y gracia. La disciplina de Dios, entonces, tiene el propósito de enseñarnos lo malo que es el pecado y de llevarnos de vuelta hacia Él. Por lo tanto, aunque es doloroso en el momento, es, en última instancia, para nuestro bien. En segundo lugar, la ausencia de virtudes y gracias cristianas también puede dañar nuestros estados de ánimo y mentes. Por ejemplo, si no estamos orando, si no estamos leyendo nuestras Biblias, si no estamos creciendo conscientemente en fe, amor, esperanza, paciencia, confianza y adoración centrada en Dios, estos déficits, con el tiempo, podrían provocar un daño mental, emocional y espiritual. La preocupación y la ansiedad tomarán el lugar de la confianza y la seguridad; la independencia y el autocontrol reemplazarán la dependencia y el control de Dios; trabajar para ser aceptados por Dios tomará el lugar de confiar en Cristo para ser aceptados por Dios, y una identidad secular reemplazará a la identidad cristiana. Todos estos reemplazos traen costos emocionales y mentales que, con el tiempo, pueden resultar en enfermedades mentales. «Pero sin duda», alguien podría decir, «¿los cristianos tienen menos enfermedades mentales que los no cristianos?». A veces, es justo lo contrario.

Los cristianos padecen enfermedades mentales porque son cristianos

Aunque los cristianos tienen más recursos para combatir la enfermedad mental que los no cristianos, también pueden ser más vulnerables a ella que los no cristianos. Podemos verlo de tres maneras. Los cristianos son blancos especiales del diablo. Aunque el diablo apunta a todas las personas, él odia especialmente al pueblo de Dios (Gn 3:15). Los odia porque solían pertenecerle y quiere recuperarlos. Quiere destruir su felicidad en Cristo. Por consiguiente, los ataca con una mayor ferocidad y hará todo lo que esté en su poder para dañarlos. Batallar contra tamaña guerra espiritual es desgastante y estresante. Nos pasa la cuenta de tantas maneras, incluyendo nuestros pensamientos, emociones e incluso nuestros cuerpos. El diablo nos tienta y nos prueba en maneras en las que no tienta ni prueba a los no cristianos. Los cristianos están especialmente conscientes de su pecado. Uno de los efectos del Espíritu Santo en nuestras vidas es mostrarnos nuestra pecaminosidad. Vemos la maldad de nuestros corazones más que nunca antes. Eso puede ser aterrador y deprimente, en especial si no aplicamos el Evangelio a estas experiencias oscuras y desanimantes. Asimismo, podemos abatirnos por nuestra debilidad de cara a la tentación y por el poco progreso que estamos teniendo en la vida cristiana. Los cristianos se ven especialmente afectados por todo el pecado y sufrimiento del mundo. Cuando somos llevados a Cristo por su gracia, y a medida que llegamos a ser más como Él, nuestros corazones son ablandados y más sensibilizados al mal del mundo. Vemos el pecado de las personas bajo una nueva luz, en especial, los pecados de nuestros seres queridos, y nos afligimos por el desorden que el pecado provoca. Vemos tragedias, guerras, terrorismo con una agonía cada vez mayor debido al sufrimiento infligido y especialmente porque las personas están siendo arrastradas a la eternidad sin el Evangelio.

Este artículo es una adaptación de A Christian’s Guide to Mental Illness: Answers to 30 Common Questions [Una guía cristiana para la enfermedad mental: respuestas a treinta preguntas comunes] escrito por Tom Karel y David Murray.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
[1] Smietana, B. (2013). «Mental Health: Half of Evangelicals Believe Prayer Can Heal Mental Illness [Salud mental: la mitad de los evangélicos cree que la oración puede sanar la enfermedad mental]», Lifeway Research. https://research.lifeway.com/2013/09/17/mental-health-half-of-evangelicals-believe-prayer-can-heal-mental-illness/ [2] Chandra, A. (2015). «Fight or Flight: When Stress Becomes Our Own Worst Enemy [Luchar o huir: cuando el estrés se convierte en nuestro peor enemigo]». Harvard Science Review 20, (1). https://issuu.com/harvardsciencereview/docs/ hsrfall15invadersanddefenders https://harvardsciencereview.org/2015/12/03/ fight-or-flight-when-stress-becomes-our-own-worst-enemy/
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Cómo orar por un ser querido que lucha con una enfermedad mental
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Cómo orar por un ser querido que lucha con una enfermedad mental


Este artículo forma parte de la serie Cómo orar publicada originalmente en Crossway.

Ora con esperanza, paciencia y amor

Cuando un amigo o un miembro de la familia padece una enfermedad mental, a menudo puede ser un tiempo de gran confusión. «¿Qué está ocurriendo? ¿Qué debo hacer o decir? ¿Por qué cosas debo orar?».  Quiero darte algunas peticiones específicas para llevar a Dios en oración, pero nuestra actitud en oración es tan importante como nuestras palabras, por lo que quiero animarte a orar con esperanza, paciencia y amor.  Ora con esperanza porque estamos orando al Dios de la esperanza (Ro 15:13), el Dios que nos anima a creer en su poder cuando nosotros y quien sufre nos sentimos impotentes. Dios puede sanar completamente la enfermedad mental, puede dar grados diversos de mejora o puede dar ayuda para llevar mejor la condición. Como Jesús dijo: «Lo imposible para los hombres es posible para Dios» (Lc 18:27). Ora con paciencia porque los cambios para mejor pueden tomar un largo tiempo y fácilmente podemos dejar de orar cuando tan poco cambio es evidente. Orar por alguien que padece de una enfermedad mental se parece más a una maratón que a un esprint. Desarrollará tus músculos de la paciencia más que la mayoría de los otros ejercicios espirituales. Ora con amor por quien sufre en lugar de hacerlo con enojo y frustración. Orar con amor y por amor se reflejará en tu relación con la persona, lo que no sólo será bueno para ti, sino para quien amas también.  Cuando Dios nos da el espíritu correcto en oración: el de esperanza, paciencia y amor, normalmente dará como resultado peticiones correctas. Algunos ejemplos son:

«Dale aceptación de su necesidad, especialmente de su necesidad de ayuda»

A pocas personas les gusta aceptar o admitir que tienen una enfermedad mental. Ya sea por el estigma supuesto, el orgullo personal, una comprensión equivocada de lo que significa una enfermedad mental o el temor de las consecuencias de admitirlo, la mayoría de las personas, y en especial la mayoría de los hombres, son reacios a siquiera considerar que tienen una enfermedad mental. Incluso cuando superan esta barrera, aceptar buscar ayuda externa es un obstáculo adicional. Por tanto, queremos orar para que un amigo o un miembro de la familia que está sufriendo vea su necesidad y acepte especialmente que su necesidad es tan grande que deben buscar ayuda. 

«Dale la voluntad para hablar abierta y honestamente»

Otra dificultad en el camino de la sanidad de nuestros seres amados es su falta de voluntad o incapacidad de conversar sobre lo que están pensando y sintiendo. De nuevo, en general, esto es más difícil para hombres que para mujeres, pero casi todos nosotros luchamos en cierto grado. Podríamos estar tan confundidos, estresados y decaídos que ni siquiera podemos pensar bien, ni pensar en hablar con claridad. O podríamos tener miedo de compartir tan abierta y honestamente. O quizás nunca ha sido una práctica en nuestra cultura o crianza hablar de nuestra vida interior, nuestros sentimientos, etc. Sin embargo, estar dispuestos y ser capaces de conversar de lo que nos estamos pasando es esencial y un paso enorme en el camino hacia la sanidad.

«Dale un equipo holístico de ayudadores»

Una vez que una persona haya admitido su necesidad y especialmente que necesita ayuda, ¿adónde deben ir? ¿Al doctor? ¿Al pastor? ¿A un consejero cristiano? ¿A un psicólogo o psiquiatra? ¿A un coach de vida? Según la gravedad de la condición, la respuesta podría ser «todas las anteriores». Ninguna de ellas vendrá al mismo tiempo rápidamente, pero en el tiempo debemos orar por un equipo de ayudadores que aborden las necesidades de quien sufre de una manera holística. Idealmente, nuestro pastor ya tendrá un equipo de contactos cristianos con habilidades profesionales diferentes que puede recomendarle a la persona. Parte de esto podría implicar un poco de ensayo y error hasta que las personas correctas con las habilidades correctas lleguen al lugar. Pero recomendaría encarecidamente un equipo compuesto por un pastor, un doctor y un consejero con fe cristiana. Esto resultará en un paquete holístico de cuidado que abordará los aspectos espirituales, físicos, mentales, emocionales y relacionales del sufrimiento de la persona. 

«Dale un sentido cada vez mayor de responsabilidad personal»

Ya sea que quien sufre haya traído sobres sí mismo la enfermedad mental por tomar malas decisiones o que haya sido algo más genético o circunstancial, la recuperación siempre va a involucrar que la persona tome una responsabilidad cada vez mayor en cuanto a las decisiones y acciones que permitirán su recuperación. A menudo esto es extremadamente difícil para una persona con una enfermedad mental, porque se siente inútil, pasivo, débil e incluso podría tener cierto grado de incapacidad. Es por eso que queremos orar por un sentido cada vez mayor de responsabilidad personal. Esto incluye tomar buenas decisiones diarias sobre su estilo de vida como el descanso, el ejercicio, la dieta, el consumo de redes sociales, los devocionales diarios, la asistencia a la iglesia, la comunidad, etc. 

«Dale paciencia»

Aunque a veces la enfermedad mental leve a moderada puede reducirse significativamente en un par de semanas con la ayuda adecuada, la mayoría de las veces toma muchas semanas (incluso meses) para que lo «normal» se materialice. Vivimos en un tiempo y cultura que espera resultados inmediatos y, por lo tanto, la idea de esperar días, semanas o meses por una mejora mayor es dolorosamente difícil para la mayoría de nosotros. Así que queremos orar para que Dios le dé paciencia a la persona en la espera de que Dios bendiga las varias medidas que se están tomando. Una manera de hacer esto es ayudar al que sufre, y a otros como él, a buscar e identificar las pequeñas mejoras en varias áreas de la vida como dormir mejor, más risas, menos ataques de pánico, desánimos menos intensos, mejor manejo de las desilusiones, etc.

«Dale sumisión a tu voluntad, Señor»

Como todas las enfermedades y desórdenes, la enfermedad mental, en cierto grado, puede ser parte de nuestras vidas por un largo tiempo e incluso por el resto de nuestros días. Tal vez podría ser la voluntad de Dios para nosotros sufrir periódicamente con ataques de ansiedad o depresión. Podría ser nuestra espina en la carne, un área de debilidad personal por medio de la cual Dios nos muestra su fortaleza (2Co 12:7-10). Si es así, tu ser querido y otros como él necesitan ayuda para inclinarse a la soberanía de Dios y aceptar su derecho a hacer lo que esté en su voluntad con los suyos (Mt 29:15). Queremos luchar por salud y fuerza, pero también queremos pelear por humildad y sumisión a la voluntad de Dios.

«Dale alguien a quien servir»

Cuando la enfermedad mental nos golpea, a menudo podemos llegar a centrarnos en nosotros mismos, pensando y hablando sólo sobre nosotros. Nos estancamos dentro de nuestras cabezas y no podemos ver las necesidades de otros a nuestro alrededor. Este es un círculo vicioso que sólo nos desanima más. Por tanto, queremos orar para que Dios abra los ojos de quien sufre para servir a otra persona, lo que no sólo ayudará a la persona, sino que también ayudará a nuestro ser amado a sacar su mirada de su ombligo y pensar en otra persona, al menos por un tiempo. También le dará un sentido de valía y utilidad nuevamente.

«Dale nuevas herramientas»

Como Pablo resume en 2 Corintios 1:3-7, una de las razones por la que Dios trae dolor y sufrimiento a nuestras vidas es para entrenarnos para ayudar a otros con aflicciones similares. Aprendemos más en la escuela del sufrimiento que en cualquier otra escuela, y estas lecciones no fueron diseñadas para que las guardáramos, sino que para que las transmitamos a otros. Por lo tanto, queremos pedirle a Dios que le enseñe a nuestro ser querido cómo aconsejar y animar a otros que sufren con la enfermedad mental y así puedan consolar a otros con el mismo consuelo con el cual Dios lo ha consolado a él.

«Dale una visión profunda de su pecado y de su Salvador»

No habría enfermedades mentales si no hubiera pecado. Eso no es lo mismo que decir que la enfermedad mental de una persona es el resultado de su propio pecado. Lo que sí estamos diciendo es que el pecado de nuestros primeros antepasados es, en última instancia, causa de todas las enfermedades mentales en el mundo. Como las enfermedades físicas, las enfermedades mentales son parte de la maldición de Dios para la humanidad, una maldición para la cual Dios no tenía el propósito de que fuera sólo un castigo para ese primer pecado, sino como una educación continua de la seriedad y horrorosidad del pecado. Por lo tanto, las enfermedades mentales pueden ser un tiempo de aprendizaje sobre cómo el pecado ha causado estragos en nosotros, desordenando nuestros cuerpos, mentes, emociones y almas. Sin embargo, así como las enfermedades mentales también nos enseñan del pecado, asimismo nos enseñan sobre nuestro Salvador, quien tomó una humanidad frágil y rota como la nuestra (aunque sin pecado) y experimentó sufrimientos, como la oscuridad de la depresión y el temor de la ansiedad (Mt 27:46; Heb 5:7), para que al final Él pudiera remover tanto el castigo como las consecuencias del pecado. Nunca escogeríamos la oscuridad y el terror mental o emocional, pero Él lo hizo para que pudiera compadecerse de nosotros y salvarnos. Entonces, queremos orar para que Dios use la enfermedad mental en las vidas de su pueblo para mostrarles a su maravilloso Salvador.

«Dale una esperanza del cielo»

Para el creyente, las enfermedades mentales pueden ser un bocado del infierno o del cielo. Como tal, puede ayudarnos a ver los horrores del infierno del cual hemos sido salvados, así como a anhelar la salud y santidad del cielo, el lugar donde todas nuestras enfermedades y desórdenes mentales, emocionales y del alma serán sanados inmediata y completamente al entrar: una sanidad en la que nuestros cuerpos también participarán completamente después de la resurrección.

David Murray es coautor del libro A Christian’s Guide to Mental Illness: Answers to 30 Common Questions [Una guía cristiana para la enfermedad mental: respuestas a treinta preguntas comunes] junto a Tom Karel.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.