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Cinco maneras en las que los pastores pueden preparar a sus iglesias para el sufrimiento
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Cinco maneras en las que los pastores pueden preparar a sus iglesias para el sufrimiento

Pastores, es inevitable que los miembros de sus congregaciones sufran. Célebremente, D. A. Carson dijo, «para sufrir todo lo que tienes que hacer es vivir lo suficiente». Mientras buscas pastorear a tu congregación, no esperes hasta que llegue el sufrimiento. No comiences a preparar a las personas para la muerte cuando ya están en la UCI. Existen muchas cosas que podemos hacer ahora como pastores para preparar a nuestras iglesias para el sufrimiento. A continuación, enumeraré cinco:
1. Pastores, sigan predicando expositivamente
La predicación expositiva asegura que el centro del pasaje es el centro del sermón. Además, normalmente involucra explorar diferentes libros de la Biblia pasaje por pasaje. Al hacer esto, los pastores aseguran una dieta bíblica para los miembros de sus congregaciones (un buffet de enseñanza de libros históricos, poéticos, proféticos; los evangelios, las epístolas y el material apocalíptico). Al rotar regularmente tu calendario de predicaciones, por necesidad, abordarás todas las áreas de la vida cristiana, entre ellas, el sufrimiento. Además, al predicar expositivamente es más probable que compartas con la congregación lo que Dios tiene que decir sobre el sufrimiento en vez de compartir consejos desde tu propia experiencia limitada.
2. Pastores, no olviden predicar el Antiguo Testamento
No olviden cuánto tienen que enseñarnos los libros del Antiguo Testamento acerca de nuestras pruebas. A medida que vas predicando sobre Génesis, 1 y 2 Reyes, Jeremías y Job resaltarás para los creyentes de tu congregación a quienes confiaron en Dios en medio del sufrimiento. Los héroes de la Escritura no son los héroes de las películas basadas en historietas que vemos hoy. David dijo una vez que con regularidad inundaba su cama con lágrimas. Job maldice su propio nacimiento y cree que él y el mundo habrían estado mejor si es que él hubiese muerto. Elías quería morir cuando Acab y Jezabel lo persiguieron. Bajo el peso agotador del liderazgo, Moisés le pidió a Dios que le quitara la vida. A Jeremías lo llamaron el profeta llorón por su falta de fruto. Estos hombres son los héroes de la Biblia; cada uno de ellos sufrió. Por lo tanto, pastores, presenten esas Escrituras regularmente a su congregación.
3. Pastores, hagan de la iglesia un lugar seguro para abrirse respecto al dolor
Como a menudo se ha dicho, la iglesia no es un museo de santos, sino que un hospital para los heridos. Los miembros de nuestra congregación necesitan saber esto. Ellos necesitan saber que no serán aislados por su debilidad, sino que el sufrimiento es tristemente parte «normal» de este mundo caído. Ellos necesitan saber que no se les va a preguntar inmediatamente si es que están pecando sin arrepentirse cuando admiten que sienten dolor mental o emocional. Una de las mejores formas para hacer de la iglesia un lugar seguro para quienes están heridos es que los pastores estén abiertos a su propio sufrimiento. Claramente, el foco en el sermón y en el servicio de adoración necesita estar en Jesús. Sin embargo, cuando sea apropiado, los pastores deben sentirse libres para compartir sus propias luchas. Podría ser que las compartan en un servicio vespertino o pidan oración a la congregación en los tiempos apropiados. El objetivo es no hacer que sea anormal o incómodo para los miembros de la iglesia exponer sus propias luchas ante el cuerpo.
4. Pastores, hablen mucho sobre el cielo
Nuestras congregaciones necesitan saber que su mejor vida no la tienen ahora. Necesitan saber que Jesús va a regresar y arreglará todas las cosas que están mal. Por lo tanto, pastores, lleven regularmente a su congregación a Apocalipsis 21 y 22 donde dice que Jesús enjugará cada lágrima de sus ojos y que la muerte ya no existirá más (ni el luto ni el llanto). En ese día, el gozo eterno nos visitará y nunca nos dejará. Enseñar sobre el cielo podría no consolar automáticamente a una persona que está sufriendo. No obstante, es más fácil tener esta rica doctrina en nuestros corazones antes de que lleguen las pruebas, en lugar de intentar inyectarla en medio de un sufrimiento intenso.
5. Pastores, construyan una cultura de preocupación desde hoy
Efesios 4:7 nos dice que Cristo nos da a cada creyente dones y capacidades para servir y para preocuparnos por otros. En otras palabras, preocuparse por quienes están sufriendo no es trabajo solo de los pastores, sino que de toda la congregación. Con esto en mente, podría ser sabio animar a ciertos miembros de la congregación que tienen el don para esto a que inspiren y lideren a otros miembros a ayudar a quienes están sufriendo. Quizás esto hará que emerja una cultura de cuidado. Tal vez provoque que comience a ser normal para un miembro de la congregación ayudar a otro. En nuestra iglesia tenemos un diaconado de cuidado de miembros de la congregación que ha desarrollado un equipo de miembros de la iglesia que juntos buscan las necesidades que existen en la congregación. Si puedes comenzar una cultura de cuidado hoy, estarán listos cuando llegue el sufrimiento y la tragedia.
Este recurso fue publicado originalmente en 9Marks.
*Este artículo es una adaptación del nuevo libro de Dave, Kiss the Wave: Embracing God in Your Trials [Besar la ola: abrazando a Dios en tus pruebas].
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El Evangelio en una cultura hostil
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El Evangelio en una cultura hostil

«Intencionalmente no predico verdades difíciles ni repito las cosas difíciles que Jesús dijo». Esta es una actitud predominante y pesimista entre los predicadores que sirven en culturas que son abiertamente hostiles al Evangelio. Tal predicación es menos que fiel a la Palabra de Dios, lo que resulta en ministerios que tienden a ser imperceptiblemente cristianos. El deseo por no ofender a quienes escuchan en una cultura hostil instruye mal la Palabra inspirada de Dios y su glorioso Evangelio. Como pastor que sirve en una cultura hostil, estoy convencido de que la predicación debe proclamar valientemente el único Evangelio y una doctrina teológicamente abundante.

Predica el único Evangelio

Como sus embajadores, Dios prohíbe que presumamos tener autoridad para cambiar su mensaje. Los embajadores de Cristo comparten el Evangelio no adulterado y se esfuerzan por comunicar las buenas noticias fielmente. Confiadamente predicamos «...el evangelio de Dios que él ya había prometido por medio de sus profetas en las Sagradas Escrituras. Es el mensaje acerca de su Hijo, que nació de la descendencia de David según la carne, y que fue declarado Hijo de Dios con un acto de poder, conforme al Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos…» (Ro 1:1-4). Cuando servimos en un contexto hostil, es tentador esconder partes del Evangelio de Dios que parecen ser difíciles de creer para las personas. Tal vez en un intento por ser sensibles con nuestros oyentes y con su cultura, podemos distorsionar o ajustar el Evangelio y engañar inconscientemente a las personas. Sin embargo, esconder la verdad o ser vagos con lo que Dios ha sido claro no es ser sensible; es ser arrogante y no amoroso. Incluso bajo la amenaza de sufrir o de morir, predicamos a Cristo crucificado, puesto que el Cordero de Dios es digno de recibir la recompensa por su sufrimiento (Ap 5:12). Dios ha dispuesto el mensaje que los perdidos necesitan escuchar y las personas en una cultura hostil al Evangelio no son la excepción. El Evangelio es el poder de Dios para la salvación (Ro 1:16); debemos predicar este Evangelio en su totalidad y con claridad. Nuestra confianza en la predicación del Evangelio está en Dios mismo. Queremos que las personas escuchen el único Evangelio de Dios que tiene que ver con su Hijo, que lleva al arrepentimiento y a la fe. No hay mejor Evangelio que podamos predicar. En una cultura que es hostil al Evangelio, ¿por qué querríamos proclamar una noticia que no tiene poder para salvar?

Predica una doctrina teológicamente abundante

Existe una tendencia cada vez mayor en las misiones mundiales que dice que los plantadores de iglesia deben restringir su predicación al «mínimo común denominador» en cuanto a la teología. Esta idea surge del deseo de minimizar la división entre el cuerpo de Cristo y de reducir la probabilidad de predicar doctrina controversial. Tales predicadores y plantadores de iglesia evitan exponer pasajes que enseñan verdades que satisfacen con gozo y que encienden la adoración como la elección, la depravación total, la expiación sustitutiva, la suficiencia de Jesucristo y la confianza que tenemos en el regreso corporal de Cristo para juzgar a los vivos y a los muertos. Al hacerlo, como un pastor que se resiste a alimentar a su rebaño con esta rica doctrina, el Evangelio se asume y finalmente se pierde. Debemos predicar una doctrina teológicamente rica, permitiendo que el significado del texto sea el significado de nuestros sermones. El contexto cultural en el que servimos no debe darle forma a la doctrina que predicamos; al contrario, nuestra doctrina debe informar y darle forma a la cultura. La predicación expositiva que hace que el punto del pasaje sea el punto del sermón sirve mejor a la iglesia. Permite que la Biblia, no el predicador, guíe la agenda de la iglesia. Incluso en medio de culturas hostiles, queremos asegurarnos de predicar todos los géneros de la Escritura, demostrando que la autoridad de Dios sobre sus vidas viene de la Palabra de Dios y no de quien enseña la Palabra de Dios. La predicación expositiva le permite a las personas escuchar todo el consejo de Dios y es una vía para enseñarles a estudiar la Biblia por ellos mismos. La mañana en que presenté una nueva serie de sermones basados en 1 Pedro, un grupo de personas que recién había llegado a la iglesia se me acercó. Estaban en éxtasis debido a las verdades en 1 Pedro 1:1-2. Me dijeron, «saltábamos en nuestros asientos, pastor. Que Dios haya escogido a pecadores inmerecidos para salvación en su Hijo, ¡sí que son muy buenas noticias!». Estas personas experimentaron de primera mano cómo la doctrina teológicamente abundante es alimento para sus almas y combustible para su adoración. Cortar los bordes de los brillantes diamantes de las verdades de Dios sobre sí mismo, su Hijo y su plan para salvar a los pecadores irremediablemente perdidos no las hace joyas más brillantes y bellas. La cimas gloriosas de la santidad de Dios son aplastadas en planicies anchas de nociones espirituales nebulosas que ya no pueden reconocerse como verdades claramente cristianas y carecen del poder para rescatar las almas del infierno. Cuando predicamos doctrina teológicamente rica en el poder del Espíritu Santo, guardamos el Evangelio y Dios recibe toda la gloria por salvar a los pecadores.

Conclusión

Los predicadores que sirven en una cultura hostil al Evangelio deben esforzarse por proclamar el Evangelio de Dios sobre su Hijo al enseñar todo el consejo de la Escritura. Lo hacemos con valentía, con claridad y con gozo puesto que no existe otro mensaje que contenga el poder de Dios para la salvación.
Este artículo fue originalmente publicado por Ligonier Ministries en esta dirección. | Traducción: María José Ojeda
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Las luchas y las esperanzas de un papá con discapacidad
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Las luchas y las esperanzas de un papá con discapacidad

Hace diez años, me sujetaba aterrado de las manillas de una balsa al descender por unos rápidos en Costa Rica mientras mi esposa y yo estábamos de luna de miel. Diez años más tarde, en nuestro aniversario, en la piscina de un hotel, un amable extraño le ofreció ayuda a mi esposa mientras ella hacía lo mejor que podía para levantar mi discapacitado cuerpo pues me estaba poniendo un flotador. Solo puedo imaginarme lo que estaba pensando ese hombre cuando me vio luchando para flotar en un río artificial.

El hermoso diseño de Dios

Hace diez años nunca hubiese pensado que tendría una discapacidad física. Sin embargo, Dios sabía que el hermoso diseño que él tenía para mí y para la expansión del Evangelio involucraría quitar la fuerza de mis manos. Han habido momentos en los que no he podido levantar un vaso para tomar agua o abrir el refrigerador para poder alimentarme. La mayoría de las mañanas, mis hijas pequeñitas me ayudan a abotonarme la camisa. Algunas veces, he podido contar con una de mis manos para poder levantar a uno de mis tres bebés; hay otras, en las que ni siquiera puedo saludar con un apretón de manos. En un viaje a los Estados Unidos, para una conferencia de pastores, estaba almorzando con un gran grupo de ellos. Sin decir una palabra, uno de los líderes de mi iglesia se acercó y gentilmente cortó la carne por mí para que yo pudiera comerla. Al darse cuenta de la incomodidad de los hombres en la mesa, que no tenían conocimiento de mi discapacidad, él bromeó diciendo, «¡así es cómo sirves a tu pastor!». Ya han pasado cinco años desde que mi doctor descubrió que los nervios de mis brazos no estaban funcionando; estos enviaban señales de dolor crónico a mi cerebro, lo que provocaba dolorosos neuromas en mis brazos. He tenido cinco operaciones, he estado cientos de horas en terapia y me he dado un festín de medicamentos para aliviar el dolor. Si bien estoy agradecido de la medicina moderna y del alivio que entrega, sé que mi mayor esperanza no viene en una receta médica.

La Palabra que fortalece

Como predicador, he visto el poder de la Palabra de Dios en las vidas de otros. Como pastor con una discapacidad, he sentido el poder de la Palabra de Dios en mis tiempos de necesidad. Necesito que otros creyentes me animen con sólidos textos sobre el sufrimiento y la soberanía de Dios. Necesito que me recuerden que Dios tiene planes para glorificarse a sí mismo a través de mí por medio de mi dolor. Como una persona que sufre dolor crónico y discapacidad física, necesito que me recuerden la bondad soberana de Dios. Necesito saber que Dios puede usarme sin importar mi potencial físico. Necesito ver rayos de la gracia de Dios caer en medio de mi depresión mientras batallo con el dolor que me provocan mis nervios en medio de la noche. Necesito que me recuerden el buen diseño de Dios en mi discapacidad para fortalecerme en medio de los recordatorios diarios de mi debilidad física.

El fuerte agarre de mi familia a la gracia

Dios en su gracia y sabiduría consideró apropiado quitarme la fuerza y la habilidad de mis brazos. Si Dios diseñó esta discapacidad para mi bien, entonces, puedo confiar en él incluso cuando duela. Mis brazos me duelen físicamente. Duele cuando no puedo bailar con mis hijas o jugar a luchar con mi hijo. A veces, soy tentado a desanimarme al ver el impacto a largo plazo que mi discapacidad tendrá en mis hijos. Con más razón debo confiar que Dios no diseñó mi discapacidad para hacerme daño a mí o a mis hijos. Al contrario, esto resalta la capacidad superior de Dios. Dios es nuestro sostén y nuestro Padre. Quizás no podré atender físicamente las necesidades de mis hijos o defenderlos frente a las amenazas físicas. No obstante, Dios puede hacerlo y lo hace. De muchas maneras, mi discapacidad física me ha preparado para liderar espiritualmente a mi familia. Como cabeza de ella, lidero a mi esposa y a mis hijos, los pastoreo y hago una inversión eterna en sus vidas. Dios hace esta importantísima obra  en mí y por medio de mí, una vasija rota. Dios se lleva la gloria mientras yo dependo de él para tener la fuerza que necesito para hacer esas cosas. Por eso puedo decir junto al salmista en el Salmo 90:17, «Que el favor del Señor nuestro Dios esté sobre nosotros. Confirma en nosotros la obra de nuestras manos; sí, confirma la obra de nuestras manos».
Dave Furman © 2012 Desiring God Foundation. Publicado originalmente en esta dirección. — Usado con permiso. | Traducción: María José Ojeda
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Pastor, ama a tu esposa
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Pastor, ama a tu esposa

Predica con el ejemplo

Uno podría pensar que es fácil para un pastor amar a su esposa. Un pastor predica sobre el matrimonio con la frecuencia suficiente como para saber de qué manera un esposo debe amar a su esposa, ¿verdad? La ignorancia ciertamente no es una opción. También vemos a pastores durante las ceremonias de boda exhortando a las parejas sobre cómo tener un matrimonio saludable. De hecho, esta tarde escribo estas palabras mientras aún llevo puesto el traje y la corbata de una ceremonia de boda que acabo de celebrar. Todos los presentes me escucharon desafiar a la nueva pareja a honrar a Dios en su matrimonio. Pero ¿y los pastores? ¿Cómo debe un pastor amar a su esposa? Mencionaré las tres cosas que le dije hoy a la pareja en su ceremonia de boda. Creo que estos puntos son especialmente relevantes para los pastores, ¡y supongo que verás por qué una vez que los leas!

Pastores, caminen con Dios

Esto es fundamental para cualquier matrimonio. Ya sea que las cosas vayan bien o que estés pasando por un momento difícil, la pregunta más fundamental que debes hacerte es: ¿estoy adorando a Dios? Uno pensaría que esto sería fácil de hacer para un pastor. Estás rodeado de libros teológicos todo el día, diciéndoles a otras personas cómo deben funcionar sus matrimonios y predicando sermones sobre el glorioso Evangelio de Jesucristo. Sin embargo, pastor, ¿cómo está tu alma? ¿Estás caminando con el Señor? Necesitamos recordar que el problema más grande en nuestros matrimonios no es nuestra ocupada agenda de ministerio ni nuestras circunstancias ni siquiera nuestra esposa. Nuestro mayor problema en nuestro matrimonio es nuestro propio pecado. Solo cuando caminas con Dios tienes algo positivo que darle a tu cónyuge. El Espíritu nos capacita para amar a nuestras esposas sacrificialmente, para ser amables incluso cuando estamos heridos y para ser generosos con nuestra energía incluso cuando nos sentimos agotados. No dejes que tu alma se quede sin combustible, dando todo a tu congregación y quedándote sin nada que dar a tu esposa. Ama a Dios con todo tu corazón o de lo contrario todo lo relacionado con tu matrimonio eventualmente se derrumbará.

Pastores, recuerden el día de su boda

Seguramente has oficiado muchas bodas, pero ¿recuerdas el día de tu propia boda? Y no te pregunto si recuerdas qué tipo de flores decoraron la ceremonia. (¡Rosas! Tuvimos rosas. Por favor, que alguien le diga a mi esposa que yo sabía esto). Y no estoy preguntando si recuerdas toda la comida y el compañerismo o el orden del servicio en la ceremonia. Lo que debes recordar es esto: lo más importante que sucedió el día de tu boda. Hiciste un pacto. Hiciste una promesa de pacto ante Dios, ante tu esposa y los testigos de que, por la gracia de Dios, amarías a tu esposa hasta que la muerte los separe. Los sentimientos de amor van y vienen. Tu matrimonio no puede ser alimentado por sentimientos. Solo puede sostenerse cuando elevan su pacto con Dios y entre ustedes por encima de sus sentimientos y emociones. Recuerda la promesa inquebrantable que hiciste. Hasta donde yo sé, no hiciste ningún pacto o voto cuando asumiste tu cargo pastoral, pero sí lo hiciste cuando te casaste con tu esposa. No la descuides. Recuerda el día de tu boda.

Pastores, abracen la iglesia junto con sus esposas

Al igual que los otros miembros de su congregación, necesitas tener personas en tu vida que sepan lo que está pasando en tu matrimonio. Camina en la luz. No lo finjas con la iglesia y no animes a tu esposa a aparentar en público. Sé honesto acerca de tus luchas. Abre tu corazón a las personas que te rodean. Permite que tu esposa sea un miembro saludable de la iglesia y no una mujer colocada en un pedestal para que todos la miren. Permite que tu esposa tenga amistades sanas en la iglesia sin temor a que te exponga por ser un esposo y pastor imperfecto. Junto con tu esposa, disfruta de ser parte de la iglesia que pastoreas. En resumen: ama al Señor con todo lo que tienes. Ama a tu esposa. Y, junto con tu esposa, ama a la Novia de Cristo.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.