volver
Photo of Refugiándose en casa cuando no es un lugar seguro
Refugiándose en casa cuando no es un lugar seguro
Photo of Refugiándose en casa cuando no es un lugar seguro

Refugiándose en casa cuando no es un lugar seguro


  Título original en inglés: “Sheltering in Place When Home Isn’t Safe
Para muchas, el hogar no es un lugar seguro. Es el lugar donde reside su abusador y donde ocurre el abuso. Puesto que la COVID-19 nos tiene a muchos de nosotros limitados a nuestras casas, las mujeres que son víctimas de violencia intrafamiliar están más vulnerables que nunca[1]. El alivio temporal que estas mujeres normalmente tienen, como ir al trabajo, ir a un estudio bíblico o hacer trámites, ya no está. Mientras tanto, el estrés cada vez mayor de vivir en un mundo con COVID-19 aumenta las tensiones en el hogar. Y, como muchos de los que trabajan con víctimas de abuso temían, ha habido un aumento mundial de llamadas a la línea directa de violencia intrafamiliar[2]. Sin embargo, aunque los riesgos de abuso han aumentado, la ayuda disponible para las víctimas ha disminuido. Los sistemas que normalmente estarían funcionando en su sitio para ayudar ahora ya no son tan fáciles de acceder y los centros de acogida están llenos o no están recibiendo nuevas huéspedes. Estas mujeres también se encuentran aisladas de su habitual sistema de apoyo. Amigos y familia podrían temer exponerse al coronavirus, por lo que una madre que generalmente se refugiaba junto a sus hijos en la casa de otra persona no sabe qué hacer. Y muchas mujeres no pueden hablar libremente por teléfono o mandar mensajes de texto desde sus casas porque podrían estar siendo monitoreadas por su abusador. Esto impacta las relaciones de consejería también. Al estar prohibidas las citas cara a cara, me pongo en contacto con algunas mujeres por teléfono, pero no menciono el abuso así no las pongo en más peligro. Mi corazón anhela apoyarlas y recordarles que Dios las ve, pero tengo que pensar en su seguridad primero. Sin embargo, aunque estas limitaciones son significativas, aún existen maneras en las que podemos ayudar. Por ejemplo:
  1. Ora por las mujeres cuyos hogares no son un lugar seguro.
  2. Haz un chequeo regular con quienes conoces. Puesto que la comunicación podría ser monitoreada, sé creativa. Pídele a la mujer que te llame la próxima vez que salga a caminar o que vaya de camino a la tienda de comestibles. O simplemente atente a conversar temas seguros. No subestimes el valor de tener una conversación, de compartir la Escritura y de ofrecer apoyo emocional.
  3. Los amigos y la iglesia pueden llamar por la víctima a la línea directa de violencia intrafamiliar (1-800-799-7233[3]) y ver qué recursos o estudios podrían estar disponibles.
  4. Las iglesias podrían llevar a estas mujeres/niños a un hotel si los centros de acogida del área están llenos.
  5. Comparte esta publicación para que la víctima pueda verla y así aprender formas para conseguir ayuda[4].
Si eres víctima de violencia intrafamiliar y estás leyendo esta publicación, estas son algunas cosas que puedes hacer:
  1. Cuando comience una pelea, anda a la habitación más segura de la casa, preferentemente a una que tenga dos salidas. La cocina es uno de los peores lugares, porque ahí hay muchas armas improvisadas como los cuchillos.
  2. Durante una discusión, aléjate de los niños (no vayas hacia ellos). Si es posible, entrena a tus hijos para que encuentren una habitación segura lejos de la pelea y enséñales a llamar al 911 si es que hay una emergencia o si es que alguien es lastimado[5].
  3. Mantén tu celular cargado y anda trayéndolo. Guarda los números de la policía (normalmente es el 911[6]) y la línea directa de violencia intrafamiliar (1-800-799-7233) con el fin de que sean fáciles de encontrar si las necesitas.
  4. Intenta encontrar tiempo cada día para estar con el Señor y cuidar de ti misma. Quizás sea al tomar una ducha más larga, realizar una caminata (si es posible), darte el tiempo para leer o para escribir. ¿De qué maneras puedes aumentar tu fortaleza espiritual durante este tiempo? Busca maneras de incorporar ejercicio o un pasatiempo que disfrutes.
  5. Si es seguro hacerlo, busca conectarte con otras personas vía teléfono, mensaje de texto o correo electrónico. Quizás no podrás hablar sobre lo que está pasando en tu casa si temes estar siendo monitoreada, pero permanecer conectada con personas de apoyo puede ser vivificante.
Hay momentos en los que soy tentada a desesperarme por las víctimas, porque, finalmente, no tengo poder para detener los abusos perpetrados contra ellas. También yo debo volver a la Escritura para recordar la protección y el cuidado de Dios:
Porque en el día de la angustia me esconderá en su tabernáculo; En lo secreto de su tienda me ocultará; Sobre una roca me pondrá en alto (Sal 27:5).
Este, sin duda, es un día de la angustia. Y mi corazón está apesadumbrado, pero me animo cuando recuerdo que el Señor es el refugio supremo para estas mujeres. Él promete protección para su pueblo. Por supuesto, esto no significa que ningún mal les afectará y esta es una tensión difícil de navegar para nosotros. Descansamos en la promesa del Señor de que finalmente todos estamos seguros en Él, pero también sabemos que no siempre estamos físicamente a salvo en este mundo. En todo caso, la COVID-19 nos está haciendo conscientes a todos de esa realidad. Por esta realidad, nos lamentamos. Sin embargo, también tenemos razones para tener esperanza. El Señor nos invita a pedirle ayuda y Él promete ser nuestro refugio, aun cuando nuestros hogares no sean seguros. No hay escasez de promesas en la Escritura que muestren el cuidado de Dios por el vulnerable. Cuando recuerdo esto, soy profundamente animada e inspirada a ayudar al ser las manos y los pies de Dios. Y es mi esperanza que como la iglesia de Cristo, no olvidemos a los vulnerables durante este tiempo y que aprendamos cómo ministrarlos sin peligro[7].
Este artículo fue traducido íntegramente con el permiso de The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF) por María José Ojeda, Acceso Directo, Santiago, Chile. La traducción es responsabilidad exclusiva del traductor.
Esta traducción tiene concedido el Copyright © (11 de junio, 2020) de The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF). El artículo original titulado “Sheltering in Place When Home Isn’t Safe” Copyright © 2020 fue traducido por María José Ojeda, Traductora General, Acceso Directo. El contenido completo está protegido por los derechos de autor y no puede ser reproducido sin el permiso escrito otorgado por CCEF. Para más información sobre clases, materiales, conferencias, educación a distancia y otros servicios, por favor, visite www.ccef.org.

[1] Me enfoco en mujeres porque ellas sufren más frecuentemente de abuso. «Es más probable que los hombres y los niños sean los responsables (que las mujeres y las niñas). Es más probable que las mujeres y las niñas sean las víctimas de IPA [violencia infligida por la pareja, por sus siglas en inglés] (que los hombres y los niños). Al mismo tiempo, es necesario reconocer que existen algunas mujeres y niñas que son maltratadoras y violentas con sus parejas masculinas. Se estima que este es el 5 % o menos de los casos». Fuente: Joanne Belknap y Heather Melton, «Are Heterosexual Men Also Victims of Intimate Partner Violence? [¿Son también los hombres heterosexuales víctimas de violencia infligida por la pareja?]» (Marzo 2005) [Traducción propia].  https://vawnet.org/sites/default/files/materials/files/2016-09/AR_MaleVictims.pdf​. Consultado el 08/04/2020. [2] Amanda Taub, “A New Covid-19 Crisis: Domestic Abuse Rises Worldwide [Una nueva crisis de COVID-19: la violencia intrafamiliar aumenta a nivel mundial]”, New York Times, 06 de abril, 2020. https://www.nytimes.com/2020/04/06/world/coronavirus-domestic-violence.html Consultado el 07/04/2020. [3] Este número corresponde a E.E. U.U. En Argentina, llama a la Línea 114, escribe por WhatsApp 11-2771-6463, 11-2775-9047 y 11-2775-9048 o escribe al correo electrónico linea144@mingeneros.gob.ar. En Bolivia, llama al 800140348. En Chile, puedes llamar a: Fono Familia 149  y al Fono de orientación para la violencia contra la mujer: 1455. En Perú, llama a la Línea 100. En Colombia, a la Línea púrpura 01 8000 112 137 o escribe al WhatsApp 300 755 18 46. En Ecuador, llama al 098 742 7448 (usar el código «canasta roja»). En España, llama al 112, a la Policía Nacional (091) o a la Guardia Civil (062) y para apoyo psicológico contacta por Whatsapp al 682916136 / 682508507. En México, llama al 911. En Paraguay, llama al 137. En Uruguay, llama al 0800-4141 y desde celulares *4141. En Venezuela, Caracas, llama al 02125093634. [4] Estos mismos pasos y recursos son adecuados para las víctimas masculinas también. [5] Sin embargo, ten cuidado con lo que le compartes a tus hijos, pues ellos podrían contarle a su padre por error: «mamá me dijo que llamara al 911 si la lastimabas». Es mejor hablar con ellos sobre lo que hay que hacer si es que ocurre cualquier tipo de emergencia, lo que incluye cuando alguien es herido. Deja que tomen sus propias decisiones respecto a cuándo implementar tus instrucciones. [6] Este número corresponde a E.E. U.U. Busca y aprende el número de contacto de la policía de tu zona. [7] Recursos sugeridos: Domestic Abuse: Recognize, Respond and Rescue [Abuso doméstico: cómo reconocerlo, responder y rescatar] escrito por Darby Strickland. Becoming a Church that Cares Well for the Abused [Transformándonos en la iglesia que cuida bien de quien ha sido abusado] (Editor general: Brad Hambrick). Este es un programa de entrenamiento gratuito diseñado para ayudar a los líderes de la iglesia a entender e implementar mejores prácticas para manejar la variedad de escenarios de abusos que ocurren en iglesias, escuelas y otros ministerios [Ambos recursos están disponibles solo en inglés].
Photo of ¿Soy responsable por el pecado sexual de mi esposo?
¿Soy responsable por el pecado sexual de mi esposo?
Photo of ¿Soy responsable por el pecado sexual de mi esposo?

¿Soy responsable por el pecado sexual de mi esposo?

 
Título original en inglés: “Am I Responsible for My Husband’s Sexual Sin?
En el último par de semanas, he tenido varias conversaciones con esposas que se sentían llenas de culpa. Cada una de ellas temía que el no cumplir con las expectativas sexuales de sus esposos los empujaría a satisfacer sus deseos de manera pecaminosa. Este temor puede parecer extremo, pero la creencia de que las esposas son responsables de guardar a sus esposos del pecado sexual es más común de lo que podrían pensar, así que quiero llevar su atención hacia esto. Estas son solo cuatro muestras de esas discusiones:
  • «Mi esposo va a un viaje de negocios la próxima semana y si no duermo con él antes de que se vaya, lo dejaré vulnerable a que me engañe». Cuando insistí en preguntar por qué ella tenía este temor, me dijo: «mi pastor una vez habló sobre la necesidad de asegurarse de que tu esposo esté satisfecho antes de salir de casa o él podría descarriarse».
  • «Realmente estoy luchando con mi cuerpo posparto. Temo que si no lo recupero pronto, mi esposo perderá su deseo por mí». Al conocer a la pareja, este temor parecía fuera de lugar. Cuando le pregunté por qué concluía esto, dijo que había escuchado un sermón donde se les decía a las esposas que mantuvieran su apariencia «para que tu esposo no se distraiga con alguien que sí lo mantiene».
  • «Sé que la próxima semana será difícil para mí seguir el ritmo del entusiasmo sexual de Bill, pero temo que si le fallo, él recurrirá al porno. Agrega tanta presión». Después de llevarla hacia un lado, me reveló que su esposo había estado luchando contra la adicción a la pornografía por años. Su consejero anterior la animó a responder a su necesidad por sexo para que no caiga en pecado, dejándola destrozada y sintiéndose responsable por los fracasos de su marido.
  • «Temo no ser suficiente para mi esposo. Él nunca está complacido con mi “performance”. Realmente estoy luchando para darle más placer, pero cuando está en un momento crítico y me amenaza con satisfacer sus necesidades en otro lugar, simplemente me paralizo. Me da miedo perderlo si no puedo entregarle lo que quiere».
Cada una de estas esposas creyó que era responsable de la pureza de su esposo, entonces si él se perdía en cualquier manera, la culpa llegaría a ellas. En los primeros dos casos, las esposas no tenían expectativas basadas en hechos que las llevarían a pensar que sus esposos les serían infieles; ellos eran hombres honorables. Sin embargo, otros cristianos les enseñaron a temer el potencial de sus esposos para pecar sexualmente. Esta creencia impidió su habilidad de disfrutar el sexo y de deleitarse en sus esposos. En los últimos dos casos, las mujeres creían que los deseos pecaminosos de sus esposos eran normales, pero también abrumadoramente poderosos. Era responsabilidad de las esposas evitar que sus esposos pecaran y esto las esclavizaba a las exigencias distorsionadas de sus maridos. De alguna manera, todas estas mujeres están escuchando el mismo mensaje: los cuerpos de sus esposos producen un nivel irresistible de deseo sexual que debe satisfacerse y las esposas son responsables de satisfacer ese deseo para mantener la pureza sexual de sus esposos. Hablar sobre la frecuencia de las relaciones sexuales con matrimonios suele ser difícil porque es muy complejo y personal. No obstante, un asunto del cual podemos hablar claramente y que es relevante para todos los matrimonios es este: ¿Los hombres necesitan sexo? ¿Es así como Dios hizo a los hombres? Dicho de manera simple, no. Los hombres no necesitan sexo. El sexo no es algo que los hombres necesitan para sobrevivir, tampoco es una tentación para la cual no estén equipados para resistir. Hay muchos momentos a lo largo de un matrimonio en los que una esposa es incapaz o se considera poco sabio que ella tenga relaciones sexuales con su esposo: el posparto, un tiempo posterior a una cirugía, durante una enfermedad o cuando hay abuso. Dios no produce que nosotros necesitemos algo que Él no provee (como un compañero siempre disponible) o que no permite (como la fornicación o el adulterio), tampoco crea nuestros cuerpos para experimentar una tentación irresistible (Stg 1:13). Desacreditar estas creencias tiene al menos dos impactos importantes: quita el peso de la culpa que viene de una enseñanza errónea y permite que las esposas al menos comiencen conversaciones más equilibradas sobre sexo con sus esposos. Para apoyar ese esfuerzo, existen algunos principios simples expuestos en 1 Corintios 6 que espero traigan mayor claridad.

Huyan de la fornicación. Todos los demás pecados que un hombre comete están fuera del cuerpo, pero el fornicario peca contra su propio cuerpo. ¿O no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en ustedes, el cual tienen de Dios, y que ustedes no se pertenecen a sí mismos? Porque han sido comprados por un precio. Por tanto, glorifiquen a Dios en su cuerpo y en su espíritu, los cuales son de Dios (vv. 18-20).

En primer lugar, noten que las instrucciones de Pablo están dirigidas a la persona tentada. Es su responsabilidad huir para no convertirse en esclavo de sus deseos sexuales. Pablo pone la carga directa y exclusivamente en la persona que es tentada, los cónyuges no se mencionan. En segundo lugar, considera que la estrategia principal de Pablo para lidiar con la inmoralidad sexual es huir. Pablo está hablándole a una cultura que es muy parecida a la nuestra, donde se normalizan todos los tipos de sexo y deseos pecaminosos. La directriz de Pablo para lidiar con la inmoralidad sexual es simple y directa: ¡corran! ¡Huyan! Aléjense lo que más puedan de ella. Él no está diciendo que se detengan y razonen con ella, que la consideren, que negocien con ella o que coqueteen con ella; al contrario, que corran de todas las tentaciones que lleven a ella, como José lo hizo con la esposa de Potifar (Gn 39:12). En tercer lugar, noten por qué nos dice que huyamos. Pablo quiere que tratemos la inmoralidad sexual como el peligro que es, para que no dañemos nuestros cuerpos, que es donde mora el Espíritu Santo. Él conoce la naturaleza esclavizante del pecado sexual y sabe que nuestros cuerpos fueron creados para ser una morada para el Espíritu Santo[1]. Considerar medios de satisfacción corporal fuera de lo que Dios nos ha dado, en última instancia, viola a la larga nuestra conexión con Jesús, por lo que Pablo nos exhorta, en lugar de ello, a glorificar a Dios con nuestros cuerpos. En cuarto lugar, al destacar el tremendo daño que hace el pecado sexual, la advertencia de Pablo aquí debe llevar a las personas tentadas a odiar su deseo de pecar. Lo diré de la siguiente manera: es bueno que cada uno de nosotros cultive un horror por nuestro pecado. De hecho, deberíamos sentir repulsión por ello. Y aunque podemos orar por nuestros cónyuges para que ya no sean cautivados por deseos pecaminosos, no podemos cambiar sus gustos por él. Les corresponde a ellos. No es tu culpa ni es tu responsabilidad liberarlos de sus pasiones malvadas. Tendrán que pelear la batalla ellos mismos, solicitando la ayuda de Jesús. Solo Él tiene el poder y la habilidad de romper el vínculo con el pecado. Los problemas en la vida sexual marital son complejos y esta distorsión es solo una de muchas. Pero dado su prevalencia, sugiero que los maridos consideren preguntarles a sus esposas sobre esto. Descubran qué han leído o escuchado ellas sobre la necesidad de cuidarlos sexualmente. Esta conversación los bendecirá a ambos. Para el resto de nosotros, esperemos encontrar mujeres que creen que son responsables de la pureza de sus maridos. Cuando nos encontremos con ellas, los animo a bajar el ritmo, a descubrir cómo llegaron a esta conclusión y luego a apuntarlas a pasajes como el mencionado anteriormente. Todos sabemos instintivamente que una esposa no es responsable de los hábitos alimenticios de su esposo, de sus devocionales diarios o de si es un ladrón. A pesar de eso, muchas mujeres nos necesitan, y especialmente a sus pastores, para ayudarlas a hacer esta misma aplicación al potencial de la tentación sexual de sus esposos.
Esta traducción está protegida por Copyright © 2022 y por The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF). Este artículo titulado “Am I Responsible for My Husband’s Sexual Sin?” Copyright © 2021 fue escrito por Darby Strickland y está disponible en https://www.ccef.org/am-i-responsible-for-my-husbands-sexual-sin. El contenido completo está protegido por Copyright y no puede ser reproducido sin el permiso escrito otorgado por CCEF. Para más información sobre clases, materiales, conferencias, educación a distancia y otros servicios, por favor, visite www.ccef.org.
Traducido íntegramente con el permiso de The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF) por María José Ojeda, Acceso Directo, Santiago, Chile. La traducción es responsabilidad exclusiva del traductor.

[1] Cuando pensamos en ser esclavos del pecado, no quiere decir que no tengamos poder ni que estemos incapacitados; al contrario, la esclavitud al pecado es un resultado directo de nuestra propia decisión a pecar (Jn 8:34).

Photo of Carta a esposas que se preguntan: ¿esto es maltrato?
Carta a esposas que se preguntan: ¿esto es maltrato?
Photo of Carta a esposas que se preguntan: ¿esto es maltrato?

Carta a esposas que se preguntan: ¿esto es maltrato?


Título original en inglés: «A Letter to Wives Who Are Wondering: Is it Abuse?»
Querida hermana: Muchas esposas dañadas no están seguras de si lo que les está ocurriendo es maltrato. ¿Eres una de ellas? ¿Te preguntas si lo que estás soportando es suficientemente malo como para calificarlo con esa etiqueta? Quizás sospeches que algo podría andar «mal», pero te preguntas: «¿seré yo? ¿Es mi culpa? Tal vez si yo fuera una mejor esposa o más sumisa a mi esposo, él no estaría tan enojado conmigo todo el tiempo. ¿Quizás él no tiene otra opción más que regañarme?». Y sin embargo, te echas para atrás cuando piensas en el trato cruel que has recibido y desesperadamente quieres preguntarle a alguien: «¿esto es normal?». He hablado con muchas mujeres como tú. Se sienten confundidas y aisladas. Tienen tantas preguntas y no saben a quién acudir. Mi corazón se acongoja cada vez que escucho a mujeres que luchan con estas incertidumbres. A menudo, lo que están soportando las aplasta y están llenas de temor y culpa. Es casi paralizante. No obstante, algo significativo ocurre cuando una mujer en esta situación comienza a hablar. Incluso solo al hacer preguntas, ella está invitando a otra persona a su sufrimiento. Comienza una pelea para que la verdad y la gracia gobiernen su vida. Por pocas e inciertas que sean, sus palabras demuestran valentía y fe. Sé que les ha requerido mucha fuerza y sabiduría llegar a este momento. Es un acto hermoso de valentía. ¿Te encuentras en un punto similar? ¿Tienes más preguntas que respuestas? ¿Has leído cada libro sobre matrimonio e intentado todo lo que sabes para mejorar las cosas? Si pudiera sentarme contigo, comenzaría con tu historia y a escuchar tus preguntas. Lloraría contigo por la crueldad que has soportado y la confusión que experimentas. Luego, te diría cuán valiente eres para contar tu historia, aun cuando solo sea un fragmento de ella. Querría animarte a que des un gran paso de fe para llevar luz a la oscuridad a fin de que el pecado se pueda ver, redimir y tú puedas recibir ayuda (Ef 5:11). Compartir las verdades de lo que está ocurriendo en tu casa es heroico. Pero saber qué lugar es seguro para compartirlas representa un desafío[1]. Si realmente no conoces a alguien en quien sea seguro confiar, podrías comenzar leyendo libros sobre maltrato y escribir en un diario. A medida que aprendes más sobre cómo se ve el maltrato en un matrimonio, registra los eventos en tu casa y cómo te trata tu esposo. Aprender sobre el maltrato y poner palabras en papel puede traer claridad. Asegúrate de guardar tu diario y cualquier libro que estés leyendo en un lugar seguro. Muchas víctimas de maltrato son monitoreadas, así que sé cauta y creativa en cómo manejas estas cosas. Para obtener ayuda, hablar con alguien más es esencial, pero, por ahora, podría sentirse imposible. Así que comienza por hablar directamente con el Señor. Llévale tu confusión, tus preguntas y tus ruegos de ayuda. No tengas temor de hablar clara y directamente de tus problemas. Él quiere escuchar tu corazón. Él no se espanta si nombras a la maldad y al pecado. Puedes hablar libremente en su presencia. Recuerda, Jesús conoce íntimamente lo que estás soportando. Él fue maltratado, abandonado, ridiculizado y aplastado. Él sabe lo que es para ti, así que anda a Él y cuéntale lo que estás viviendo. Si tus palabras fallan, te animo a ir a los Salmos. Muchos de ellos expresan la agonía bajo el ataque de un enemigo. Los escritores claman por ayuda, detallando gráficamente su sufrimiento mientras describen su peligrosa situación. Nos recuerdan que es bueno clamar al Señor, pues solo Él sabe lo que te ocurre. Dios ve, escucha, le importa, ayuda y está cerca. Por ejemplo, podrías querer usar las palabras del Salmo 22. Este es el salmo que Jesús citó en la cruz. Estos son algunos fragmentos que puedes usar. Primero, implora su ayuda: «No estés lejos de mí, porque la angustia está cerca, pues no hay nadie que ayude» (v. 11). Pídele que traiga claridad y te rescate. Comparte con Él cómo es vivir asediada en tu hogar por un esposo enojado e impredecible: «Muchos toros me han rodeado; toros fuertes de Basán me han cercado. Ávidos abren su boca contra mí, como un león que despedaza y ruge» (vv. 12-13). Cuéntale sobre el dolor en el que te encuentras: «Soy derramado como el agua, y todos mis huesos están descoyuntados; mi corazón es como cera; se derrite en medio de mis entrañas» (v. 14). Continúa apoyándote en las palabras de la Escritura hasta que encuentres tus propias palabras. Persiste en esto porque Él promete: «Porque Él no ha despreciado ni aborrecido la aflicción del angustiado, ni le ha escondido su rostro; sino que cuando clamó al Señor, lo escuchó» (Sal 22:24). Sé que Él proveerá esperanza y ayuda. Lo he visto hacerlo una y otra vez. Espero que, en algún momento, decidas compartir tu historia con alguien más. Eso podría ser aterrador porque puede ser desafiante saber quién tiene la sabiduría requerida para guiarte. Un paso que puedes dar es preguntarle a las personas en quienes confías qué saben sobre la violencia doméstica. No tienes que decir que es para ti, al principio. Solo averigua si ellos tienen los recursos o el conocimiento para ayudarte. Intenta determinar lo que ellos entienden por maltrato. Podrías preguntar: «¿has leído algún libro útil sobre maltrato doméstico?»; «¿alguna vez has ayudado a una víctima?», o «¿conoces a alguien que haya experimentado esto y pueda ayudar?». Si te recomiendan a alguien, haz preguntas sobre cómo es esa persona. ¿Él o ella escuchará tu historia antes de hablar? Está bien ir lento en este proceso, pidiéndole a Dios que te guíe. Recuerda, Él quiere que lleves tu sufrimiento a la luz donde puedas encontrar ayuda. Cuando decidas que has encontrado a alguien en quien puedas confiar, llega preparada. Escribe tus preocupaciones y está lista para compartir varios ejemplos de lo que ocurre en tu casa. Describir múltiples ejemplos es útil porque el maltrato es un patrón de comportamiento castigador que busca dominar y controlar. Mientras más incidentes puedas recopilar, más claro será para ti y para quien te ayude. Sin conocer los detalles de tu situación, no puedo hablar directamente a ella. Sin embargo, lo que sí sé es que si te estás preguntando si lo que estás soportando es maltrato, necesitas ayuda. Dios diseñó el matrimonio para ser un lugar de confianza, sacrificio, cuidado y honestidad mutuas. Se supone que debe ser un reflejo de cómo Jesús ama a su iglesia: una relación caracterizada por el sacrificio (ver Gn 2:23-24; Ef 5:25, 28-30). No es correcto que vivas aterrada, aislada e insegura. Mi deseo es que tengas a alguien que camine junto a ti que pueda ofrecerte consejo piadoso, sabio y con experiencia. Es una carga demasiado grande para llevarla sola. Aunque no puedo responder la pregunta: «¿esto es maltrato?» sin conocer tu historia, espero que haya podido entregarte el primer par de pasos que puedes dar para llegar a una respuesta. Es una pregunta importante y deseo que la enfrentes prácticamente para que puedas encontrar la ayuda y la esperanza que Dios quiere para ti, su preciosa hija. Su amor perdura, Darby Strickland
Esta traducción está protegida por Copyright © 2022 y por The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF). Este artículo, titulado “A Letter to Wives Who Are Wondering: Is it Abuse?” Copyright © 2020, fue escrito por Darby Strickland y está disponible en https://www.ccef.org/a-letter-to-wives-who-are-wondering-is-it-abuse. El contenido completo está protegido por Copyright y no puede ser reproducido sin el permiso escrito otorgado por CCEF. Para más información sobre clases, materiales, conferencias, educación a distancia y otros servicios, por favor, visite www.ccef.org.
Traducido íntegramente con el permiso de The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF) por María José Ojeda, Acceso Directo, Santiago, Chile. La traducción es responsabilidad exclusiva del traductor.

[1] Asegúrate de que estés hablando con alguien que entienda lo que es el maltrato y la necesidad de confidencialidad, para que recibas consejo que tenga en cuenta tu seguridad.

Photo of Abuso espiritual en el matrimonio (parte 1)
Abuso espiritual en el matrimonio (parte 1)
Photo of Abuso espiritual en el matrimonio (parte 1)

Abuso espiritual en el matrimonio (parte 1)


Título original en inglés: «Spiritual Abuse in Marriage (part 1)».
A menudo me siento con esposas cuyos esposos han usado la Escritura como un arma para controlarlas. Beth era una de esas mujeres. Cuando le pregunté cómo su esposo, Joe, oraba por ella, compartió el ejemplo más reciente. «La semana pasada, oró Mateo 6:24 sobre mí: “nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o apreciará a uno y despreciará al otro”. Le pidió a Dios que me ayudara a no ser tan egoísta y codiciosa, y que Jesús me salvara de servir al amo equivocado. Le suplicó a Dios que me cuidara porque no se puede confiar en mí». Entre sus lágrimas, continuó: «oró que mi incapacidad de controlarme significa que no sirvo a Dios y que Dios haría bien en expulsarme de su Reino. Le rogó a Dios que le concediera la capacidad de tolerar lo que Dios apenas puede». Después de más conversaciones, me enteré de que así era como el esposo de Beth, un anciano de su iglesia, respondía a los gastos en comestibles para una familia de nueve miembros cuando el presupuesto excedía los 6 dólares. Después de años de que la Escritura fuera usada para orar por ella de esta manera, era casi imposible para Beth abrir su Biblia sin creer que Dios la condenaba, tal como insinuaba su esposo. Ella estaba destrozada por esto. Orar se había vuelto casi imposible. Peor aún, comenzó a confundir las palabras de su abusador con lo que Dios decía acerca de ella. Llegó a creer que no era digna del Señor y de su cuidado. Cuando los esposos usan la Escritura para controlar y criticar, están usándola exactamente de la manera opuesta a la intención de Dios. Dios llama a los esposos a usar la Escritura de una manera santificadora que quita la vergüenza. Maridos, amen a sus mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio Él mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra,  a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada (Efesios 5:25-27). Los esposos deben llevar la Palabra a sus esposas de tal manera que ellas sepan que Jesús las aprecia como su novia radiante. Ellas son alguien a quiénes Jesús ama y por quiénes se sacrificó. Sin embargo, cuando las enseñanzas religiosas se usan para avergonzar y resaltar el fracaso y la culpa, las personas se sienten aisladas de la realidad de que el sacrificio de Jesús los unió a Él y demostró cuánto nos valora Dios. Las esposas denigradas por duras enseñanzas o reprimendas quedan sin esperanza ni gracia. Llegan a creer que no valen nada, porque el foco permanece en ellas y sus fracasos, y no en lo que Jesús ha hecho. Esto pone en marcha todo tipo de distorsiones. Jesús tiene una severa advertencia para los que predican pero no practican, para los que atan cargas pesadas y las ponen sobre los hombros de otros, pero que no mueven un dedo para ayudar a llevarlas. En Mateo 23, Jesús pronuncia siete denuncias contra los que añaden cargas opresivas. Las palabras de Jesús son duras porque hay mucho en juego. Los que seguían a los fariseos y a los escribas estaban cargados de cosas equivocadas, y esto les impedía seguir a Dios. Al igual que Beth, gran parte de lo que se les dijo estaba en contradicción directa con la Palabra real de Dios. Jesús deseaba que la gente llegara a conocer a Dios y se reconciliaran con Él. Los fariseos crearon una barrera para ello. Las denuncias de Jesús dejan claro que Él se opone a lo que están haciendo. Proclama siete penas profundas que infunden vida a los que lo sufren cuando lo ven reprender el trato que experimentaron. Él es claro al denunciar lo que está mal. Aquí quiero centrarme en las palabras de Jesús que muestran el grave daño que los fariseos y escribas hacen a aquellos a quienes estaban llamados a cuidar. Esto nos ayudará a comprender mejor las heridas del abuso espiritual marital. Jesús dice que los fariseos:
  • Cierran el Reino.
  • Roban a los vulnerables.
  • Llevan a sus conversos por el camino equivocado.
  • Los hacen hijos del infierno, queriendo decir que los convierten a una religión falsa, al predicar sobre el comportamiento por encima de una relación con el Señor (v. 15).
  • Hacen juramentos falsos y engañosos, que destruyen la relación y la confianza (16–22).
  • Están obsesionados con trivialidades, mientras desprecian los asuntos más importantes de la ley (justicia, misericordia y fidelidad), lo cual deja vulnerables a las personas.
  • Están llenos de avaricia y autocomplacencia, aprovechándose de aquellos a quienes deben cuidar.
  • Persiguen a quienes están llamados a pastorear.
Para resumir, los fariseos espiritualmente opresivos estaban llevando a otros a alejarse de Dios. Sus palabras llenas de culpa y de vergüenza infringieron un tremendo daño. Jesús reprende a los fariseos de manera tan fuerte porque su corazón se rompe por ellos. Nosotros también, deberíamos tener el corazón roto cuando nos encontramos con tal daño. Cuando buscamos ayudar a aquellos que han sido abusados ​​espiritualmente en el matrimonio, tenemos que ser conscientes del daño y, especialmente, sintonizarnos con el daño específico que ha ocurrido en la relación de la víctima con el Señor. Necesitamos ser conscientes y sensibles a las heridas que lleva la gente para que no hagamos más daño cuando nos acerquemos para ayudar. Piensa en un niño herido. Los niños expresan miedo cuando usted se acerca para ayudarlos. Por lo general, suena como: «no toques, no toques; me va a doler, mami, ¡no!». Su hijo preferiría ocultar su herida y llorar antes que presentarla para que la curaran. Ella instintivamente sabe que le va a doler si se la tocas. O considere una víctima de quemaduras. Ni siquiera tienes que tocar sus heridas para causarle más dolor; solo necesita caminar demasiado cerca para crear una brisa dolorosa. Las heridas espirituales son similares. Cuando nos acercamos, cuando hurgamos en la historia de una persona e incluso cuando usamos la Escritura, puede causar más dolor. Incluso nuestras buenas intenciones y palabras llenas de fe pueden herir profundamente a las víctimas. Cuando nos acercamos a ayudar, el objetivo es ayudar a las víctimas para que vean a Jesús con precisión y para ayudar a reparar su relación con Él. La parte desafiante es saber cómo trabajar para lograr ese objetivo de manera efectiva. El proceso debe ser tan redentor como la meta. Entonces, ¿cómo debería ser el proceso? Veremos formas específicas de restaurar los corazones heridos ante la Escritura en la parte 2 de esta serie de publicaciones de dos partes.

Esta traducción está protegida por derechos de autor © 2023 por The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF). Este artículo, titulado «Spiritual Abuse in Marriage»  Copyright © 2019 fue escrito por Ed Welch y está disponible en https://www.ccef.org/spiritual-abuse-in-marriage/. Todo el contenido está protegido por los derechos de autor y no puede ser reproducido sin el permiso escrito otorgado por CCEF. Para más información sobre clases, materiales, conferencias, educación a distancia y otros servicios, por favor, visite www.ccef.org.  

Traducido íntegramente con el permiso de The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF) por Jacquie Tolley, Acceso Directo, Santiago, Chile. La traducción es responsabilidad exclusiva del traductor. 
Photo of Abuso espiritual en el matrimonio (parte 2)
Abuso espiritual en el matrimonio (parte 2)
Photo of Abuso espiritual en el matrimonio (parte 2)

Abuso espiritual en el matrimonio (parte 2)


Título original en inglés: «Spiritual Abuse in Marriage (part 2)».
Esta es la segunda parte de una serie de dos artículos. Aquí puedes encontrar el primero
En la primera publicación, analizamos el daño causado a las mujeres cuyos maridos usan la Escritura para controlarlas y criticarlas. Esta segunda parte se enfoca en cómo ayudarlas.
El abuso espiritual ocurre cuando un opresor establece control y dominación usando la Escritura, la doctrina o su rol de liderazgo como un arma. Si un esposo exhibe un liderazgo orientado al control al enseñorearse de su poder, exigir sumisión o usar la Escritura en la vida diaria o durante un conflicto para avergonzar y castigar, estas son entonces señales de abuso espiritual. Cuando un abusador espiritual tuerce la Escritura para atacar a su cónyuge, el daño puede sentirse como si viniera de Dios mismo. Aunque la Escritura está fuera de contexto, distorsionada y convertida en un arma, puede parecer que Dios es el que está avergonzando. Si el abuso viene en forma de versículos bíblicos o doctrina, los oprimidos generalmente no saben que lo que se les dice está mal. Esto hace que sea un desafío para las víctimas identificar el daño y para nosotros ayudarlos a distinguir el verdadero Evangelio de las mentiras que les han dicho. Así que debemos proceder con cuidado para hacerlo bien. ¿Cómo podemos invitar a personas cansadas y agobiadas a que sean renovadas cuando su experiencia con la Escritura ha sido tan negativa? La siguiente lista te ayudará a pensar en esta pregunta.

Escucha para aprender

En primer lugar, toma el tiempo necesario para conocer el alcance total del daño. Escucha cuáles son las palabras y los versículos exactos que han perforado su corazón y que se le han quedado grabados. No querrás cometer el error de usar los mismos versículos y conceptos. Cuando estés hablando con alguien que ha sido abusado espiritualmente, ten en cuenta cómo la persona escucha o interpreta ciertas palabras y términos. Aprende cómo te escuchará antes de que hables. Cuanto menos hables durante la revelación inicial, más aprenderás sobre lo que se le ha dicho a la persona y lo que cree. Será tentador comenzar a rectificar las falsas interpretaciones de la Escritura. Pero es esencial que la persona cuente toda la historia para que puedas hacerte una idea de las mentiras que ha escuchado y adoptado. Busca conocer:
  1. Qué enseñanzas o pasajes específicos han sido usados para dañar o controlar.
  2. Cómo se siente llevar esa herida.
  3. Cómo las heridas dan forma a la experiencia de la persona con:
  • Los cristianos
  • La iglesia
  • El matrimonio
  • Las personas en autoridad
  • La Biblia
  • Dios
Conocer la historia de la víctima, su contexto, las heridas concretas y cómo se relaciona con su comunidad y con la Escritura te ayudará mientras buscas cuidar de ella.

Aborda las distorsiones con cuidado

En segundo lugar, ten en cuenta que a las víctimas les falta claridad. A medida que desentierres los abusos, rápidamente te darás cuenta de las distorsiones y comprenderás cómo se aplicaron mal los pasajes. Tendrás claridad sobre lo que está mal de lo que dijo el abusador, porque tu mente y conciencia no fueron atacadas. Estás al margen y, por lo tanto, tienes una perspectiva diferente. Esta no será la experiencia de la víctima. Ella está en medio de la niebla. Ella podría saber que algo anda mal o podría creer de todo corazón lo que el abusador dijo sobre ella y sobre el Señor. Ten en cuenta que apelar a la Biblia en este momento podría empeorar las cosas temporalmente. Las víctimas son propensas a escuchar lo que se les ha impuesto creer y a importar todas las distorsiones en el pasaje que compartimos con ellos. Este proceso es complejo porque la verdad ha sido torcida y corrompida con mentiras. Satanás hizo esto en el jardín. Él torció y corrompió las buenas palabras de Dios. Fue capaz de oscurecer la verdad y hacer un gran daño al hacerlo.

Atiende el corazón herido. No debatas

En tercer lugar, no debatas ni des un sermón a las víctimas. Lo que sucedió está mal, y si bien puedes usar la Biblia para llegar a la verdad, esta no es una batalla sobre interpretaciones teológicas correctas. Debemos ir en busca de los corazones heridos de la manera en que Jesús los busca: con gentileza y paciencia. Él hace preguntas. Como Jesús, haz que el herido se abra. Con el tiempo, llegarás a la enseñanza restaurativa, pero primero debes conocer y cuidar a la persona. Una mujer, Rebekah, me dijo que acudió a su pastor en busca de ayuda cuando su hijo tenía fiebre de 40 grados. Su marido le había prohibido llevar a su bebé al médico. El pastor le dijo: «debes obedecer a tu esposo. Tu hijo solo será sanado si le obedeces». Él le dijo que Dios juzgaría su obediencia y, si su hijo moría, sería porque ella no había honrado a su esposo. La forma en que el esposo y el pastor aplicó 1 Pedro 3:1 está desequilibrada y distorsionada. Sin embargo, ella estaba en una cultura de matrimonio y de iglesia donde los líderes perpetuamente reforzaban esa verdad distorsionada. Ella no podía desenredarlo bíblicamente, solo instintivamente. Mis conversaciones con ella habrían sido infructuosas si rápidamente hubiese buscado reinterpretar y explicarle 1 Pedro 3.

Permite expresiones de profundo dolor

En cuarto lugar, es fundamental que las víctimas expresen sus heridas. Necesitas escuchar todo el llanto de su corazón. Potencialmente, descubrirás ira, frustración, miedo y muchas otras emociones desordenadas y confusas. No necesitas tener las respuestas; simplemente necesitas ayudarla a hablar y a lamentarse por las excesivas cargas espirituales que lleva y el daño que le ha causado. Prepárate para que las víctimas no sean capaces de reconocer al Dios verdadero y amoroso. Es probable que los abusos que soportó en sus relaciones humanas hayan tergiversado quién es Dios y cómo se relaciona con ella. Es posible que solo tengan una visión distorsionada de Dios y piensen en Él como un juez severo e implacable.

Extiende la invitación de Jesús a descansar

En quinto lugar, invítala a descansar. Jesús invita a los cansados ​​y cargados a venir a Él y encontrar descanso (Mt 11:28). Esta invitación nos recuerda Jeremías 31:25: «Porque yo he de satisfacer al alma cansada y he de saciar a toda alma atribulada». Los agobiados luchan mucho y trabajan duro. Los cargados se tambalean bajo cargas excesivas. En Mateo 11, Jesús habla con ternura a las personas que sufren por las palabras agobiantes y la mala aplicación de la ley y la Escritura por parte de los líderes de Israel. Podemos establecer aquí una comparación con aquellos que están sufriendo en matrimonios espiritualmente opresivos. Jesús les invita a descansar en Él porque Él es diferente. Él es quien llena las almas cumpliendo la ley para que puedan ser aliviados y estén en paz con Dios. Es un descanso basado únicamente en lo que Jesús ha hecho. Jesús los invita a tomar su yugo. Este no es el yugo de la Ley de Moisés, sino el yugo de aprender acerca de Él o, como dice Colosenses 2, de andar en Él, de ser edificados en Él e injertados en Él, después de que Él haya hecho toda la obra.

Muestra la ternura de Jesús

En sexto lugar, muestra la ternura de Jesús. Jesús trata con ternura a los heridos. Es un maestro diferente. A lo largo de los evangelios, vemos cómo Él está agobiado por el sufrimiento de su pueblo. Él, a diferencia de los opresores, no es exigente. Él es quien alivia las cargas. Atraer a la gente a ver la ternura de Jesús les ayudará a restaurar su comprensión de Él. No se trata de religión o de la persona que han experimentado previamente; es un encuentro con el Señor fundamentalmente diferente al que habían tenido antes. Aquí hay otra representación de la ternura de Jesús que puede bendecir a las víctimas. Mientras Jesús está en la cruz y en su hora más oscura enfrentando la muerte, experimentando un dolor físico prolongado y la separación de Dios, su atención estaba en las personas que lo rodeaban. Ve a su madre y le pide a Juan que la cuide. Ve y muestra preocupación por los responsables de su muerte, pronunciando: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen». Él promete salvación al ladrón arrepentido en la cruz. No solo se preocupó por los demás, sino que también vemos cómo Jesús eligió usar su poder. Jesús tenía una fuerza descomunal a su disposición, pero se contiene. Sabía que debía morir para traer salvación. Dejó a un lado su fuerza y ​​su poder. Fue manso, en beneficio de los débiles. Demuestra que no es un tirano dominante, sino un Rey manso. Aquí, nuevamente, hay una imagen que es completamente opuesta a los opresores que abusan del poder y que no están dispuestos a sacrificarse para ayudar a otros.

Encarna la ternura de Jesús

Finalmente, ¿cómo podemos captar la sorprendente ternura de Jesús para aquellos que no lo ven a través de esa lente? Primero, se expresa en la manera que tratamos a los heridos. No es suficiente enseñar a los heridos sobre la ternura de Jesús; somos llamados a encarnar la Escritura para estas tiernas almas. Las enseñanzas de Pablo captan sus súplicas de representar a Jesús con precisión (Gá 4:1; 1Co 4:21; 2Co 10:1). Tenemos que encarnar su dulzura para darles a probar al dulce Sanador. Pablo le dice a Timoteo que instruya tiernamente incluso a aquellos que se oponen a él (2Ti 2:25). Somos llamados a irradiar ternura. Debes estar preparado para que haya momentos en los que no lo harás mientras caminas con las víctimas. Cuando eso suceda, deja que te diga que la lastimaste, que la avergonzaste sin darte cuenta, que te moviste demasiado rápido, que la presionaste demasiado o que sonaste sermoneador. Esto es duro, ¡pero fundamental! Estas mujeres han sido lastimadas por personas opresivas que carecen de humildad. Tenemos que comportarnos y responder con un marcado contraste. Los opresores no permiten la corrección, por lo que debemos mostrar mejor a Jesús invitándolos rutinariamente a compartir cómo los hemos lastimado o cómo nosotros y otros hemos faltado a sus corazones. Nosotros, como Pablo, necesitamos liderar con nuestra necesidad de Jesús. Estamos con ellos, no por encima de ellos. Nosotros también tenemos una gran necesidad de un Salvador amable. Es mi oración que al buscar amar a aquellos que han sido oprimidos espiritualmente, ellos lleguen a conocer a Jesús como realmente es.

Esta traducción está protegida por derechos de autor © 2023 por The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF). Este artículo, titulado «Spiritual Abuse in Marriage» Copyright © 2019 fue escrito por Ed Welch y está disponible en https://www.ccef.org/spiritual-abuse-in-marriage/. Todo el contenido está protegido por los derechos de autor y no puede ser reproducido sin el permiso escrito otorgado por CCEF. Para más información sobre clases, materiales, conferencias, educación a distancia y otros servicios, por favor, visite www.ccef.org.  

Traducido íntegramente con el permiso de The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF) por Jacquie Tolley, Acceso Directo, Santiago, Chile. La traducción es responsabilidad exclusiva del traductor. 
Photo of Cómo pastorear a los niños ante la exposición a la pornografía
Cómo pastorear a los niños ante la exposición a la pornografía
Photo of Cómo pastorear a los niños ante la exposición a la pornografía

Cómo pastorear a los niños ante la exposición a la pornografía


Título original en inglés: «Shepherding Children through Exposure to Pornography».
No se puede negar la realidad: la mayoría de los adolescentes están viendo pornografía, ya sea a propósito o por accidente[efn_note]El 50 % de los chicos de once a trece años; el 65 % de los que tienen catorce a quince años, y el 78 % de los de dieciséis a diecisiete años reportó haber visto pornografía de alguna forma (alguien se las mostró, alguien se las envió, la buscaron o dieron con ella). Enough Is Enough. «Statistics: Youth and Porn» [Estadísticas: los jóvenes y el porno]. Accedido el 06 de junio de 2023 en https://enough.org/stats_porn_industry.[/efn_note]. Sabemos que el porno está en todas partes, pero creo que muchos padres fallan en darse cuenta de lo que caracteriza la pornografía de hoy. El porno de Internet está hecho de imágenes en movimiento con sonidos que representan todo tipo de actividad y orientación sexual. Eso es oscuro, gratuito y maligno. Lo que es peor que la exposición de nuestros hijos a la pornografía es el por qué escogen verla. De los niños que admitieron buscar pornografía intencionalmente, casi dos tercios de ellos revelaron que lo habían hecho por una o más de estas razones:
  1. Para buscar nuevas ideas a fin con el fin de probarlas sexualmente.
  2. Para aprender de sexo en general.
  3. Para saber cómo ser mejores en el sexo.
  4. Para descubrir lo que sus potenciales parejas esperan de ellos sexualmente.
Las chicas, en particular, nos mencionaron usar la pornografía para aprender a cómo satisfacer las expectativas de los chicos[efn_note]Ver la página 4 del artículo escrito por Drew Harris, «The Harmful Effects of Pornography: Data on Use and Impact on Families and Communities» [Los efectos dañinos de la pornografía: datos sobre el uso  y el impacto en las familias y comunidades]. Truth and Liberty Coalition. Disponible en: https://truthandliberty.s3.amazonaws.com/files/Pornography_Report-20220211.pdf.[/efn_note]. El Internet está proveyéndoles educación sexual a nuestros hijos, y es del peor tipo. Exhibe una representación corrompida y distorsionada de lo que Dios diseñó para ser una expresión maravillosa de intimidad y de unidad. La pornografía atrae a los niños, alimenta su curiosidad y luego los deja con imágenes que no pueden quitar de su mente. Estos «anzuelos» los tiran para volver a mirar, y lo que ven forma sus deseos. Podemos ver fácilmente el potencial de un gran peligro en esta tendencia, pero a la mayoría de los padres con los que converso les cuesta hablar con sus hijos sobre la pornografía, aún más de los peligros que conlleva. La Biblia nos dice que debemos pastorear a nuestros hijos, por lo que tenemos que ir más allá de lo que se siente incómodo o de lo que saca a la luz nuestros propios problemas con la sexualidad. Nuestros hijos cuentan con ello. La Escritura llama a nuestros hijos a que escuchen nuestra sabiduría:
Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre Y no abandones la enseñanza de tu madre; Porque son guirnalda de gracia para tu cabeza, Y collares para tu cuello. Hijo mío, si los pecadores te quieren seducir, No consientas (Proverbios 1:8-10).
Nuestra guía no es sólo una fuente de protección. También embellece a nuestros hijos a medida que se convierten en mejores portadores de imagen. Para ayudarte a hacer lo que parece imposible, esbozaré cuatro efectos negativos de la pornografía y proveeré una conversación para cada uno. Espero que al hacerlo, puedas ver cuán accesible puede ser este tema, dadas las verdades bíblicas que ya discuten en casa.

1. Amenaza: la pornografía es confusa y abrumadora para los niños. No sólo no pueden procesar su naturaleza explícita, sino que también no pueden darle sentido a los temas y mensajes complejos. Asimismo verán el sexo enmarcado como violento y que cualquier combinación de personas, sexos y edades pueden estar involucrados. Esto les provocará gran estrés y la exposición puede ser traumática para algunos.

  • Enseñanza: sé honesto con tu hijo sobre la realidad de que algún día se expondrán a imágenes sexuales. Están en todas partes en nuestro mundo digital. Diles que, cuando vean una, deben hacer dos cosas: instrúyelos a cerrar la ventana lo más rápido que puedan y luego a contarte lo que ocurrió (1Co 6:18). Ayúdalos a darle sentido a lo que vieron y ofréceles la confianza apropiada que necesitan para responder. Lo último que quieres es que tu hijo vaya a Google para descubrir lo que vieron o que sigan mirando por más tiempo la pantalla para darle sentido. Quieres ser su fuente de información y sabiduría, especialmente en el sexo. Vemos esto como el rol del padre en Proverbios, y es uno en el que necesitamos apoyarnos ahora más que nunca. Tranquilízalos diciéndoles que no están en problemas. Hicieron bien en cerrar rápidamente la pantalla e ir a contarte lo que pasó.

2. Amenaza: la pornografía normalizará actitudes y comportamientos no saludables, irrealistas y a menudo violentos hacia el sexo, las relaciones y las mujeres. Esto impactará negativamente el futuro comportamiento y relaciones de los niños también.

  • Enseñanza: establece discutir regularmente cómo el contenido de los medios (TV, películas, canciones) los impacta (Ef 5:1-12). Luego tendrás la oportunidad de expandir estas discusiones a la pornografía. Contrasta lo que nuestra cultura enmarca con cómo Dios valora a las mujeres como portadoras de imagen y su diseño para las relaciones y el sexo. La Escritura nos enseña que nunca usamos a otra persona o relación para nuestro beneficio. El amor significa sacrificio y servicio. El amor de Cristo por nosotros es el ejemplo supremo. El amor nunca es egoísta y el sexo nunca podrá divorciarse de su significado. Debe exhibir el amor sacrificial y servicial que los cónyuges deben tener el uno por el otro.

3. Amenaza: los niños expuestos a la pornografía tendrán un riesgo aumentado de ser adictos como adultos. Los jóvenes aún están aprendiendo cómo manejar y resistir deseos desordenados y desarrollar el control de impulso.

  • Enseñanza: conversa con tus hijos sobre cómo el pecado (especialmente el pecado sexual) es un estafador porque te hace sentir bien mientras te hiere. Una de las maneras en que te hiere es que te deja siempre queriendo más. Mientras más lo escogemos, más lo queremos. Finalmente, el deseo incluso podría sentirse fuera de control. Ayúdalos a pensar en maneras en que pueden guardar sus corazones contra las tentaciones regulares que tienen (Pr 4:23). Discutan lo que pueden hacer para prevenir, evitar y alejarse de ellas. Ayúdalos a aplicar esto a las imágenes explícitas. Recuérdales que Dios ve lo que están haciendo, pero enséñales esto como un consuelo porque Dios promete ser su ayudador en momentos de tentación.

4. Amenaza: los niños que han sido expuestos a la pornografía podrían ser más vulnerables a la explotación sexual y al ciberengaño pederasta. Podrían estar más propensos a involucrarse en comportamientos sexuales riesgosos como el sexting que puede tener consecuencias graves.

  • Enseñanza: sé directo sobre cómo, especialmente en el mundo digital, las personas no siempre son los que dicen ser (Jr 9:5-9; Mt 7:15). Las personas que ciberengañan a niños los buscan fuera de línea, enmarcándose como confiables y amistosos. Explotan las inseguridades y la confianza de los niños. Conversen sobre cuán fácil es fingir en el mundo virtual y que a veces fingir puede ser peligroso. El juego de rol es una buena manera de ayudar a enseñar discernimiento a tus hijos, dándoles habilidades para evitar que revelen demasiada información o fotos de sí mismos no sólo a extraños, sino con personas que ellos perciben como amigos[efn_note]Para más información sobre cómo enseñarles habilidades de seguridad a tus hijos, lee el libro de Julie Lowe, Safeguards: Shielding Our Homes and Equipping Our Kids [Resguardos: protejamos nuestros hogares y equipemos a nuestros hijos] (Greensboro, NC: New Growth Press, 2022) y el libro de Kristen Jensen, Good Pictures Bad Pictures: Porn Proofing Today’s Young Kids [Buenas fotos, malas fotos: preparemos a los niños de hoy para enfrentar el porno] (Kennewick, WA: Glen Cove Press, 2018).[/efn_note]. Deben saber lo que es peligroso y cómo terminar conversaciones incómodas y no sabias. Los niños necesitan entender que terminar esa conversación sin explicación no es mala educación; es sabio.
Aun cuando debes tomar medidas para limitar la exposición de los niños a la pornografía, también necesitas prepararlos para ello. Tristemente, su exposición es inevitable. Pero quisiera animarte al decirte que enseñarles a tus hijos las verdades simples puede lanzarte a conversaciones más profundas y más difíciles sobre el diseño de Dios para el sexo y su deseo de protección para ellos. Dios no quiere que nuestros hijos sean sorprendidos por el mal, por eso la Biblia está llena de advertencias contra ello. Ora para que Dios te dé la valentía y la convicción para preparar y proteger a tus hijos.

Este artículo fue traducido íntegramente con el permiso de The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF) por María José Ojeda, Acceso Directo, Santiago, Chile. La traducción es responsabilidad exclusiva del traductor.

Esta traducción tiene concedido el Copyright © (29 de abril de 2024) de The Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF). El artículo original titulado “Shepherding Children through Exposure to Pornography” Copyright © 2023 fue traducido por María José Ojeda, Traductora General, Acceso Directo. El contenido completo está protegido por los derechos de autor y no puede ser reproducido sin el permiso escrito otorgado por CCEF. Para más información sobre clases, materiales, conferencias, educación a distancia y otros servicios, por favor, visite www.ccef.org.