Cristóbal Cerón está casado con Alejandra y tienen tres hijas: Belén, Jacinta y Amanda. El año 2010 plantó la Iglesia Anglicana Santiago Apóstol en el centro de Santiago, la capital de Chile. Es fundador de la Fundación por el Renacer de la Pasión, organización que tiene como fin generar instancias de entrenamiento y evangelismo para jóvenes estudiantes. Actualmente es el Rector del Centro de Estudios Pastorales (CEP), seminario de la Iglesia Anglicana de Chile. Le encanta pasar tiempo junto a su familia, el fútbol, disfrutar una rica hamburguesa y ver la obra de Dios avanzando.


Efesios

«¡A él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos! Amén» (Efesios 3:21).
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Siete consejos para un cristiano que desea votar
- No es bueno hablar de ella. En los almuerzos de amigos y familiares decimos, «no es bueno hablar de política ni de religión ni de fútbol». Pareciera que son temas tabúes que generan tanta discusión que las personas han decidido no hablar de ellas para no pelearse.
- La religión y la política no tienen que mezclarse. Últimamente, eso es lo que escuchamos en los medios de comunicación social. Somos un Estado secular, por lo tanto, la iglesia «no tiene que meterse en asuntos de Estado ni de políticas públicas».
1. Vota recordando que Dios es quien elige a la autoridad
Romanos 13:1 nos dice:Todos deben someterse a las autoridades públicas, pues no hay autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las que existen fueron establecidas por él.
Podemos confiar en que el destino de nuestro país está en las manos de Dios (salga quien salga electo). La democracia nos hace sentir que el destino de nuestra nación está en nuestras manos, pero fíjate en lo que decía el profeta Daniel mientras vivía bajo el gobierno de una autoridad pagana:Durante la noche, Daniel recibió en una visión la respuesta al misterio. Entonces alabó al Dios del cielo y dijo: «¡Alabado sea por siempre el nombre de Dios! Suyos son la sabiduría y el poder. Él cambia los tiempos y las épocas, pone y depone reyes. A los sabios da sabiduría, y a los inteligentes, discernimiento (Dn 2:19-21).
Nuestros corazones pueden estar quietos —no está todo en juego— y dispuestos a obedecer a la nueva autoridad electa, con respeto y honor, aunque no sea de nuestro gusto.2. Vota pensando en nuestra libertad para la misión
El apóstol Pablo llamaba a sus hermanos a orar por las autoridades:Así que recomiendo, ante todo, que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos, especialmente por los gobernantes y por todas las autoridades, para que tengamos paz y tranquilidad, y llevemos una vida piadosa y digna (1Ti 2:1-2).
¿Lo ves? Debemos orar para que Dios guíe a las autoridades con el fin de que generen paz en nuestra tierra. Pero ¿para qué? ¿Solo para que la iglesia no tenga problemas? No, la razón detrás de esta petición es que la iglesia pueda tener un escenario propicio para la predicación del Evangelio. El apóstol continúa diciendo:Esto [la oración previa] es bueno y agradable a Dios nuestro Salvador, pues él quiere que todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad (1Ti 2:3).
Votemos entonces por aquellas autoridades que, de acuerdo a lo que podemos prever en sus programas de gobierno, generarían las mejores condiciones de paz y tranquilidad para que, como iglesia, podamos seguir en nuestra misión de anunciar a Jesús y servir a los vulnerables. El tercer consejo está alineado con el anterior:3. Vota pensando en el prójimo
Toda la Escritura nos enseña que Dios es el Dios de los huérfanos, de las viudas, de los vulnerables y de los extranjeros. Por esa razón, nuestro corazón debería estar movido por ellos también. Esta es la convicción que tenía el autor del libro de Proverbios cuando nos permite ver el consejo que le da una madre a su hijo, que es un rey, para que gobierne correctamente:No conviene que los reyes, oh Lemuel, no conviene que los reyes se den al vino, ni que los gobernantes se entreguen al licor, no sea que al beber se olviden de lo que la ley ordena y priven de sus derechos a todos los oprimidos (Pr 31:4-5).
¡Levanta la voz por los que no tienen voz! ¡Defiende los derechos de los desposeídos! ¡Levanta la voz, y hazles justicia! ¡Defiende a los pobres y necesitados! (Pr 31:8-9).
Cuando vayamos a votar, aunque sabemos que ninguno de los candidatos reflejará toda nuestra pasión por los más vulnerables, tendremos que evaluar cuidadosamente cuáles de ellos promoverán el máximo bien para el prójimo. Esto evitará que votes de manera egoísta. Como te darás cuenta, votar requiere que estudies seriamente los programas de gobierno en busca del mejor para la mayor cantidad de personas.4. Vota pensando en la integridad del o la gobernante
En el libro de Proverbios, se hacen más de 30 menciones de lo que debería ser la labor del rey de Israel. Si bien sabemos que no podemos pedirle a un rey secular lo que le pediríamos al Rey del Reino de Dios, estas menciones en Proverbios nos ayudan a ver lo que Dios desea de un gobernante. Hay un resumen en el capítulo 6 de lo que Dios aborrece de todo ser humano; esto nos ayudará a saber qué buscar en las personas que queremos que nos dirijan:Hay seis cosas que el Señor aborrece, y siete que le son detestables: los ojos que se enaltecen, la lengua que miente, las manos que derraman sangre inocente, el corazón que hace planes perversos, los pies que corren a hacer lo malo, el falso testigo que esparce mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos (Pr 6:16-19).
Es bueno y es sabio votar por personas que en sí mismos son ejemplos de integridad. Vivimos en días donde nos han dicho que «la vida privada del gobernante no tiene nada que ver con su vida pública». Sin embargo, los cristianos creemos que la vida privada es importante para generar una cultura de integridad en la nación. El orgullo, la mentira, el derramamiento de sangre inocente, los planes perversos y la discordia son cosas que Dios aborrece. Son cosas que, de algún modo, deberíamos anhelar que nuestros gobernantes las supieran. Dicho esto, el quinto punto va de la mano con los anteriores porque debemos…5. Votar con expectativas realistas
Quizás estarás pensando que hasta este punto, estos principios nos dejan sin nadie a la vista como un buen candidato. Es normal que eso le pase a cristianos que están en un periodo de elecciones. Es normal que algunos partidos de manera particular abracen ciertos valores que nosotros apreciamos (como el valor de la familia, el cuidado por la vida desde su concepción a la muerte natural, la importancia del emprendimiento individual para el desarrollo social). No obstante, también sucede que sentimos que esos mismos no abrazan el cuidado del pobre ni del extranjero y no son tan radicales al frenar la desigualdad social como nosotros quisiéramos. Por otro lado, también valoramos del partido contrario su interés por la igualdad social y justicia por el pobre, pero nos deja insatisfechos en cuanto a su cuidado de la familia y de la vida del que está por nacer. Entonces, sentimos que nadie o que ningún partido nos representa totalmente. Esto será siempre así. Es por esto que debemos votar con expectativas realistas. Al evaluar los principios anteriores sobre cómo votar, muchas veces sentiremos que estaremos votando por el «mal menor» para la sociedad en vez de por el «bien mayor». Esa sensación de frustración es propia del cristiano, pero no nos puede llevar al alegato, a la queja ni a la apatía; al contrario, debiera llevarnos a seguir sirviendo a nuestra ciudad con los ojos puestos en la ciudad futura:Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, lo mismo que el mar. Vi además la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios, preparada como una novia hermosamente vestida para su prometido. Oí una potente voz que provenía del trono y decía: «¡Aquí, entre los seres humanos, está la morada de Dios! Él acampará en medio de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios. Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir (Ap 21:1-4).
En ese día final, nos encontraremos por primera vez con nuestro Rey ideal, con Aquel que gobierna desde el servicio y el amor, no desde la ambición y la tiranía. Ese mismo Rey nos traerá su Reino perfecto y viviremos en su ciudad para siempre. Él será un Rey cercano que sanará todos nuestros dolores. Dolores que fueron producidos por vivir bajo gobernantes corruptos, egoístas, ambiciosos, altaneros y tiranos. Mientras tanto, seguiremos sirviendo a nuestra ciudad, amando y honrando a nuestras autoridades terrenales, sabiendo que no son ellas las que nos darán el cielo en la tierra y mostrándoles, por medio de nuestro estilo de vida, el carácter del Reino de Dios para que ellos nos vean y así también lo anhelen.6. Vota con agradecimiento
Si conoces la historia de la humanidad o ves las noticias, te darás cuenta que de algún u otro modo vives en un país privilegiado. Piensa en tu sistema de gobierno, con todas sus falencias, siempre tendrá algo mejor, por más mínimo que sea, que otro sistema de gobierno. Quizás es mejor que el sistema norcoreano; es más estable que el venezolano; es menos corrupto que el sudafricano; es más sencillo que el estadounidense; es más seguro (para nosotros) que el de Sudán; es más próspero que el de India; es más humano que las tiranías del siglo XX o que las del Imperio Romano en el cual predicaron los primeros cristianos. Vivimos en una sociedad en donde todos demandan sus derechos. Eso puede afectar nuestro corazón como cristianos y hacernos olvidar que nuestro país es una bendición de Dios. Como sabemos:Todos deben someterse a las autoridades públicas, pues no hay autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las que existen fueron establecidas por él (Ro 13:1).
Por lo tanto, cuando vayas a votar, hazlo con alegría y con gratitud en el corazón. Camina a la urna de votación dándole gracias a Dios por poder votar. Dale gracias por el gobierno en el cual vives, no porque sus gobernantes lo merecen, sino porque Dios, en su sabiduría y amor, ha querido que vivas allí. Podría ser diferente, y Dios estaría en todo su derecho de hacerlo porque vivimos en una era que lo toma cada vez menos en cuenta. Si Dios decidiera cambiar el curso de tu nación y darte gobernantes duros y tiranos, tendrías que replantearte junto a tu iglesia cómo harán misión y qué significaría la resistencia. Mientras tanto, vota dándole gracias a Dios y arrepiéntete de la queja en tu corazón. Por último, y quizás lo más importante de estos siete consejos:7. Vota sabiendo que tu voto no será suficiente
Con esto me refiero a que tu voto no cambiará la historia de tu país. Para cambiar la historia de un país se necesita que muchos cristianos, en muchos lugares, llenos del Espíritu Santo, sepan cómo llevar vidas que realmente transformen sus vecindarios y sus lugares de trabajos con el amor de Jesús. No es tan importante lo que vas a hacer dentro de la urna como sí lo es lo que haces fuera de ella, cada día y a cada hora para influir a tu ciudad con el Evangelio de Jesús. Por eso el apóstol Pedro llamaba a la iglesia, que vivía bajo el Imperio Romano, a poner su esperanza en su modo de vivir:Sométanse por causa del Señor a toda autoridad humana, ya sea al rey como suprema autoridad…Porque esta es la voluntad de Dios: que, practicando el bien, hagan callar la ignorancia de los insensatos. Eso es actuar como personas libres que no se valen de su libertad para disimular la maldad, sino que viven como siervos de Dios. Den a todos el debido respeto: amen a los hermanos, teman a Dios, respeten al rey (1Pe 2:13-17).
Por lo tanto, evalúa estos siete consejos, conoce a tus candidatos, ora y toma una decisión con libertad, sabiendo que ellos no salvarán la nación, sino que el Evangelio de Cristo lo hará. Si quieres, involúcrate en partidos políticos y forma parte de ellos, pero hazlo de manera crítica, sirviendo y denunciando las maldades de cada ideología. Acércate y sirve en tu barrio. Evalúa junto a tu iglesia cómo seguirán sirviendo a Cristo sea quien sea el futuro presidente de tu país. Solo así le diremos a nuestra nación que somos una nación dentro de otra nación: una nación con un Rey mejor, con un plan mejor que llevará a todo aquel que se arrepiente de su pecado y lo recibe como su Señor y Salvador a una vida mejor.

Devocional Familiar: Noche de Navidad



Estudio Bíblico: Club Pregunta - Manual del Participante
En un país occidental como el nuestro es muy difícil que alguien no haya escuchado el nombre de Jesucristo.
Es muy probable que tú ya tengas una idea formada respecto a quién fue, qué hizo y de qué manera te gustaría relacionarte con él o con las “cosas” que lo rodean: ir a la iglesia, hacer una oración de vez en cuando, persignarse al pasar frente a un templo religioso, etc. Nuestro objetivo con este pequeño manual, llamado “Preguntas”, es que vuelvas a considerar el cristianismo desde sus bases.


Estudio bíblico: Renaciendo en la Cruz
Te damos la más cordial bienvenida a este material de estudio que estás a punto de comenzar. Nuestra oración es que “Renaciendo en la Cruz” produzca en ti, las personas alrededor tuyo, tu ministerio e iglesia un profundo y transformador cambio al encontrarte con el glorioso poder de la obra de Cristo en la Cruz.

Haz click en la siguiente botón, y descarga la versión de lectura del estudio "Renaciendo en la Cruz":


Estudio Bíblico: Club Pregunta - Manual del Líder



Estudio Bíblico: Buscando mi libertad

Versión lectura: Descarga Aquí


Amigos de verdad - Manual del Líder



Amigos de verdad - Manual del Participante



Estudio Bíblico: Cristo sobre todo



Marcos: Siguiendo al Rey de la Historia - Manual del Tutor



Marcos: Siguiendo al Rey de la Historia - Manual del Participante



Conferencia Buscando Mi Libertad

Conferencia Buscando mi libertad Sesión 1-PARTE 2
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Estudio Bíblico: Camino a Casa
A menudo olvidamos que solo estamos de viaje en este mundo. Nos sentimos demasiado cómodos viviendo aquí. Este estudio bíblico, basado en 1 Pedro, te ayudará a ver que tienes una nueva identidad y ciudadanía en el cielo, y junto con esto, te animará a perseverar y a vivir de manera diferente mientras llegas a tu verdadero hogar. Descárgalo gratis aquí:


Serie "La imagen del Dios invisible"
La Humildad de Cristo – Luke Foster
El celo de Cristo – Nicolás Fuentes
[embed]https://www.youtube.com/watch?v=JZ0HIe6Y_s8[/embed]La dependencia de Cristo – Amós Cavalcanti
[embed]https://www.youtube.com/watch?v=IeCGqk5jhPI[/embed]La Omnisciencia de Cristo – Juan Esteban Saravia
[embed]https://www.youtube.com/watch?v=0tNuXh6m6_U[/embed]El servicio de Cristo – Felipe Chamy
[embed]https://youtu.be/iOFrQlRzKJQ[/embed]El sufrimiento de Cristo – Jonathan Muñoz
[embed]http://youtu.be/bAr0ewRAB98[/embed]El descanso de Cristo – Eleazar Seguel
[embed]https://youtu.be/Ay8zHSlRHYY[/embed]La resurrección de Cristo - Cristóbal Cerón
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¡No entiendo a Dios!

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Pandemia y sometimiento a la autoridad
Una honesta confesión
¡No aguanto más! ¡Quiero desobedecer y he desobedecido! Dios sabe que he tratado de cumplir con las indicaciones que nos han dado las autoridades sanitarias, ¡pero ha sido tanto! ¡Tantas normas! ¡Cada semana hay nuevas reglas! Me pregunto si sabrán lo que están haciendo. Más aún, cuando he escuchado que en otros países de Latinoamérica las autoridades no han sido tan estrictas como en mi país. ¿Acaso se están aprovechando de nosotros? ¿Seremos una nación muy sumisa? ¿Y qué pasa con todas esas personas que no pueden confinarse porque necesitan salir a buscar el pan diario? Si ellos pueden salir, ¿por qué yo no? Sinceramente, a ratos quiero rebelarme, ¿tú no?La sumisión en la Trinidad
Esta sensación de rebelión no debería parecerte extraña. La Escritura nos cuenta que tener una actitud disponible para ser guiados o liderados no nos sale natural. A decir verdad, es muy probable que en condiciones ideales; es decir, con las mejores autoridades gubernamentales, con casas apropiadas para soportar miles de confinamientos y con todas nuestras necesidades cubiertas, tú y yo, de todos modos, nos sentiríamos muy tentados a quejarnos y a buscar alternativas a las indicaciones impuestas. ¿No lo crees? Piensa en Adán y Eva. Ellos estaban en el escenario ideal para desarrollar una perfecta obediencia al Padre celestial; sin embargo, prefirieron optar por la rebeldía. Cuando Dios, en su Palabra, define esta insensata inclinación que tenemos hacia la desobediencia, la llama «pecado». Si te analizas con cuidado, te darás cuenta de que se siente como un poder interno. Es una fuerza que, muchas veces, sobrepasa la racionalidad. Es como si fuera una predisposición de base ante cualquier figura de autoridad que tengamos por delante. Cuando Jesús anduvo por esta tierra, nos mostró un camino diferente. Para Él, la palabra «sumisión» era hermosa. Desde la eternidad, había vivido una relación con su Padre. Una relación marcada por el amor y la obediencia. ¿Cómo podríamos entender que Jesús dijera frases como: «No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt 4:4); «Mi comida es hacer la voluntad del que me envió y llevar a cabo su obra» (Jn 4:34); «Padre, si es tu voluntad, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc 22:42)? En nuestra cultura occidental, la palabra «sumisión» ha llegado a considerarse una ofensa. Es la palabra que representa el máximo insulto a nuestra autonomía. La sumisión a otro es una muestra de humillación y solamente estamos dispuestos a considerarla cuando nuestro bien personal está en juego, como cuando el jefe nos pide que obedezcamos la hora de entrada al trabajo porque, de lo contrario, recibiremos algún tipo de sanción. Nuestra sumisión, muchas veces, es meramente utilitaria. En la cultura del Reino de Dios, esta palabra es bella. Representa exactamente la manera en la que Dios ha planificado mantener comunidades alegres y plenas. La sumisión, en la familia de Cristo, no es el modo para instrumentalizar a otro o para manipularlo con una actitud supuestamente cooperativa y aduladora con el fin de lograr nuestros propios objetivos. La sumisión en el Reino nace de la realidad comunitaria de la que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo han participado por la eternidad.La sumisión y la salvación
La historia de la salvación no existiría si el Padre no hubiera diseñado un buen plan: el Hijo estuvo dispuesto a obedecer conforme a la voluntad del Padre y el Espíritu quiso aplicarlo a la vida de los creyentes conforme a la voluntad del Padre y del Hijo. El gozo que el Padre, el Hijo y el Espíritu disfrutaban en la familia eterna es el resultado del amor otrocéntrico que ha existido entre ellos desde siempre. Cuando el Hijo piensa en someterse a la voluntad del Padre sabe que no hay nada en el Padre que le genere desconfianza. Cuando el Espíritu busca actuar conforme a los planes del Padre y del Hijo, y como Él conoce sus corazones, está disponible sin queja ni murmuraciones. A esa relación de alegría y amor eterno nos quiso invitar la Trinidad. Y la única manera de incluir dentro de ella a pecadores individualistas y rebeldes como nosotros fue por medio de la sumisión voluntaria del Hijo y del Espíritu a la voluntad del Padre.La sumisión es la vida en el Espíritu
No nos debería sorprender entonces que el Nuevo Testamento esté lleno de llamados a la sumisión. Los escritores buscaban que las iglesias nacientes pudieran disfrutar algo del gozo que existe en la naturaleza divina en sus relaciones interpersonales. La vida de personas llenas del Espíritu Santo, descrita en los capítulos 5 y 6 de Efesios, es una marcada por la sumisión:- «Sométanse unos a otros en el temor de Cristo» (5:21).
- «Las mujeres estén sometidas a sus propios maridos como al Señor» (5:22).
- «Hijos, obedezcan a sus padres en el Señor, porque esto es justo» (6:1).
- «Y ustedes, padres, no provoquen a ira a sus hijos, sino críenlos en la disciplina e instrucción del Señor» (6:4).
- «Siervos, obedezcan a sus amos en la tierra, con temor y temblor, con la sinceridad de su corazón, como a Cristo» (6:5).
- «Y ustedes, amos, hagan lo mismo con sus siervos, y dejen las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos y de ustedes está en los cielos» (6:9), [énfasis del autor].