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Soltería, atracción hacia el mismo sexo y la iglesia - Parte I
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Soltería, atracción hacia el mismo sexo y la iglesia - Parte I


Nota del editor: Este artículo es una conversación vía correo electrónico que tuvieron Sam Allberry, Rosaria Butterfield y Christopher Yuan, y que fue impulsada por 9Marks. En ella se responden algunas preguntas sobre la soltería, la atracción hacia personas del mismo sexo y la iglesia. Aquí encuentras la primera de cuatro conversaciones.

Supongamos que hay dos personas solteras: una de ellas lo está porque tiene una fuerte atracción hacia el mismo sexo y asume que, por esa razón, el matrimonio es imposible. ¿En qué se diferencia pastorear o discipular a un soltero del otro?

Sam Allberry: Me alegra estar haciendo esto con todos ustedes. Pensé que podríamos comenzar con algunas respuestas iniciales y construir algo desde ahí. En un sentido no existe ninguna diferencia: ninguno de nosotros sabe lo que Dios tiene para nosotros en el futuro y si quiere que nos casemos o que permanezcamos solteros; no obstante, probablemente hay una diferencia en las expectativas. La persona que siente atracción hacia personas del mismo sexo podría sentir que es menos realista casarse y, por lo tanto, mira la soltería como algo a largo plazo; por otro lado, la otra persona aún podría asumir o esperar que el matrimonio es algo que está en su futuro. De cualquier manera, ambos necesitan confiar en lo que su Padre celestial tiene para ellos y cualquier cosa que pase será una expresión de su bondad hacia ellos. Ambos necesitarán trabajar en cultivar sus amistades. Un error que a veces cometemos en el ministerio pastoral es asumir que aquellos que probablemente permanezcan solteros por un largo tiempo necesitarán esforzarse arduamente para tener amistades, mientras aquellos que están casados no. Mientras más estoy en el ministerio pastoral más veo el daño provocado por no invertir en fuertes amistades, tanto en casados como en solteros por igual. Christopher Yuan: Sam, ¡gracias por comenzar esto con tan buena perspicacia! A continuación, comparto algunos de mis pensamientos respecto a este tema. Agradezco que el énfasis aquí sea el correcto: centrado en el pastoreo y en el discipulado. A menudo, las personas que tienen atracción hacia personas del mismo sexo […] y que buscan ayuda se fijan en sus tentaciones que experimentan hacia el mismo sexo (como si esas tentaciones fueran su único problema) y terminan intentando erradicar el pecado que mora en ellos antropocéntricamente a través de la metodología psicoterapéutica. Esto es desacertado porque el objetivo de toda lucha con el pecado es ponernos en el camino de la gracia de Dios por medio de la Palabra, de la oración, de la comunidad, etc. En medio de todo esto, el mentoreo y el discipulado tienen un rol clave a medida que acompañamos y guiamos a las personas a través de los medios de gracia. Por otro lado, debemos ayudar a nuestro amigo que le atraen personas del mismo sexo a que sepa que su lucha con el pecado podría sentirse única, pero no es fundamentalmente diferente. Cada persona que pastoreamos o discipulamos es portador de la imagen de Dios que experimenta la consecuencia de la caída: pecado original, pecado residente y el pecado real. El pecado del acto  sexual entre personas del mismo sexo o de deseos pecaminosos hacia personas del mismo sexo no son los peores pecados. Por lo tanto, con el fin de mortificar la carne día a día, estas personas con atracción hacia personas con el mismo sexo necesitan la misma gracia que todas las otras personas. Lamentablemente, las personas que experimentan atracción hacia el mismo sexo a menudo se sienten y son tratados como si fueran los peores pecadores. Para aliviar esto, debemos recordarles que necesitan de la misma gracia que los demás. Por otra parte, a menudo los pastores están preocupados de que quienes son atraídos por personas del mismo sexo desarrollen una atracción hacia el pastor o el mentor. En este punto, hay un par de cosas que se deben decir: primero, debemos darnos cuenta de que solo porque alguien pueda experimentar atracción hacia personas del mismo sexo no significa que le atraigan todas las personas del mismo sexo. En el seminario, busqué a un compañero a quien yo respetaba para comenzar a orar juntos semanalmente. Sabía que él conocía mi pasado como un hombre gay. La primera mañana que nos juntamos, él me dijo, «no quiero nunca ser una piedra de tropiezo para ti. Por favor, cuéntame si comienzas a sentirte atraído por mí». Fue una de las situaciones más incómodas de mi vida. Los hombres que se siente atraídos por personas del mismo sexo necesitan que les muestren cómo se ven las amistades piadosas y saludables con personas del mismo sexo. He amado a hombres de manera incorrecta (sexual y románticamente) y necesitaba que me mostraran cómo deben amarse los hombres cristianos en maneras que honren a Dios, que no sean sexuales ni románticas, pero que aún así sean íntimas. Sin duda, debemos reconocer la posibilidad de atracción, pero esto a menudo comienza con la codependencia o esta es parte de ella. Estar atento a la codependencia debe ser parte de cualquier relación de discipulado. En particular, las relaciones lésbicas rara vez comienzan sexualmente, sino que con enfermizos enredos relacionales. Debemos usar el discernimiento piadoso mientras pastoreamos o discipulamos y debemos estar conscientes de la codependencia enfermiza, como lo haríamos con cualquier persona. Existe una línea que debemos trazar entre acoger la intimidad saludable y evitar la codependencia. No obstante, esa línea es lo suficientemente ancha para poder desarrollar amistades piadosas con comodidad. Confío en que Rosaria hará buenos comentarios sobre la codependencia. A menudo, descubro que las personas que son atraídas por el mismo sexo están en uno de dos extremos. Creen que es imposible casarse algunas vez o creen que la solución es casarse con alguien del sexo opuesto. En cualquiera de los dos casos, quisiera sacarlos de su fijación en sus atracciones sexuales y en su estado civil para que en lugar de ello se centren en los medios de gracia. No obstante, también quisiera disipar algunas verdades falsas. Para el primer escenario, Dios es capaz de hacer cualquier cosa, lo que significa que puede darle a una persona que es atraída hacia el mismo sexo (incluso a alguien que tiene fuertes atracciones) el deseo por tener una relación con una persona del sexo opuesto. Conozco a varias personas a quienes les ha pasado esto, incluso sin que la tentación hacia personas del mismo sexo haya desaparecido por completo. Asimismo, no creo que las atracciones sexuales necesiten ser el fundamento del matrimonio. El amor ágape (que se sacrifica a sí mismo, que es desinteresado, que es un amor santo) debe serlo. Las atracciones, la pasión y el deseo deben estar presentes en el matrimonio, pero no tienen que ver necesariamente con una ardiente pasión sexual. De hecho, los matrimonios construidos sobre la pasión sexual pueden terminar deshonrando a Dios y en el fracaso. A menudo le digo a las personas que en realidad es posible que sea más fácil para mí encontrar una posible o potencial esposa porque puedo ver a otras mujeres como hijas del Dios altísimo y no como objetos para mi placer sexual. Puedo ver su madurez espiritual, su amor por el Señor y su atención a los hábitos de gracia, en oposición a que mi discernimiento sea nublado por fuertes encaprichamientos. Para el segundo escenario (la persona que cree que el matrimonio es la solución), le diría que el matrimonio es una gran bendición, pero no será la solución para sus deseos pecaminosos. Le diría que mantenga la esperanza de casarse, pero que la posponga. Y por ahora, puesto que está soltero o soltera, lo animo a enfocarse en buscar a Cristo sin abandonarlo. Prepararse para el matrimonio no es la meta del cristiano soltero, pero puede usarse como una motivación saludable para fines apropiados. Y no existe mejor manera para prepararse para el matrimonio que ser cimentado como un hombre o una mujer de Dios. Si queremos amar a alguien y ser amados, primero debemos amar a Dios. Es por esta razón que el gran mandamiento viene antes del segundo. La única forma para que yo ame bien a otros es amar a Dios primero. (¡Ok, quizás esta respuesta fue un poco larga!). Rosaria Butterfield: En primer lugar, estoy tan agradecida de Sam y Christopher por lanzar tan buenas preguntas para abordar. Ustedes, hermanos, han cubierto muchísimo terreno abundante e importante aquí y tengo poco que agregar. Voy a centrar mis respuestas más en abordar el discipulado de mujeres en los dos ejemplos anteriores. Primero, la diferencia entre estas dos personas es que la que tiene atracción hacia el mismo sexo puede sentir una soledad crónica y opresiva, mientras que el otro podría sentir una envidia amarga de sus amigos que se han casado. Es vital que cuando acompañamos a una cristiana en su dolor (ya sea que sintamos que ese dolor es válido o no) intentemos ver las cosas desde su punto de vista. No ayuda mucho decir, «¡tu fractura es igual a la de Juan!». El libro de Jeremiah Burroughs, El contentamiento cristiano… una joya rara es un gran recurso que se puede usar para discipular a ambas personas. Además, quisiera descubrir qué está viviendo cada persona en la cultura de su iglesia. Puede sentirse amenazada y también puede desencadenar un peligroso diálogo interno: «estas personas no me entienden y nunca lo harán». Nuestro discipulado y pastoreo servirá poco si nuestra cultura de iglesia es tóxica (y muchas veces, ese es el caso). Segundo, aunque es cierto que para muchas personas la sexualidad y la atracción sexual es fluída y cambia en el tiempo, y también que los mejores matrimonios están constituidos por dos personas que ante todo están unidas espiritual y afectivamente, decirle esto a alguien que se siente atraída a personas del mismo sexo las hace sentir como si las estuvieras reprendiendo, como si le estuvieras diciendo que reaccione. He discipulado mujeres que tienen respuestas profundas y dolorosas al solo pensamiento del coito heterosexual. Para las mujeres, la atracción hacia el mismo sexo puede estar motivado ya sea por una fuerte atracción que se transforma en sexual en el tiempo o por una fuerte oposición a cualquier expresión sexual que involucre penetración. Tercero, para las mujeres que están buscando el matrimonio bíblico. Necesitamos estar conscientes de que para muchas mujeres, el compromiso también requiere, a veces, una dolorosa pérdida. Muchas mujeres evangélicas universitarias comienzan queriendo cambiar el mundo, con sueños y planes que son grandes y geniales. En general, estos deseos por cambiar el mundo son deseos de personas; existen en paralelo a otros deseos (matrimonio, familia, etc.), pero rara vez interactúan. Sin embargo, con el prospecto del compromiso viene la promesa de liderazgo (y una pérdida de cierto tipo de independencia). No digo esto para criticar o condenar. El liderazgo bíblico del esposo a la esposa es una hermosa imagen de Cristo y la iglesia. Pero al discipular mujeres haremos bien en saber que las mujeres que quieren ser una esposa piadosa también deben orar por un corazón tierno para poder someterse a su esposo. En el matrimonio, esposo y esposa también deben aprender por fe a liderar en disciplina y a someterse; estas cosas no vienen naturalmente en nosotros. Las solteras necesitan saber que mientras este «cambio» de roles (de un agente de cambio del mundo independiente a una esposa fiel y, si Dios quiere, madre) es una bendición ordenada por Dios, y también viene con una sensación de pérdida de quien alguna vez fuiste.

Encuentra el resto de la entrevista aquí:

Soltería, atracción hacia el mismo sexo y la iglesia - Parte II Soltería, atracción hacia el mismo sexo y la iglesia - Parte III Soltería, atracción hacia el mismo sexo y la iglesia - Parte IV
Este recurso fue publicado originalmente en 9Marks. | Traducción: María José Ojeda
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Soltería, atracción hacia el mismo sexo y la iglesia - Parte II


Nota del editor: Este artículo es una conversación vía correo electrónico que tuvieron Sam Allberry, Rosaria Butterfield y Christopher Yuan, y que fue impulsada por 9Marks. En ella se responden algunas preguntas sobre la soltería, la atracción hacia personas del mismo sexo y la iglesia. Aquí encuentras la segunda de cuatro conversaciones.

¿Cómo pueden las iglesias hacer un buen trabajo al integrar personas que tienen una fuerte atracción hacia el mismo sexo en la familia y en el cuerpo de la iglesia?

Allberry: Está perfectamente bien vivir sin sexo (Jesús mismo lo hizo), pero ninguno de nosotros está diseñado para vivir sin intimidad. Trágicamente, en Occidente vivimos en un momento cultural donde hemos canalizado todos nuestros pensamientos sobre intimidad en una sola expresión de ella: la relación romántica o sexual. Este es ahora prácticamente el único lugar donde las personas creen que pueden encontrar y expresar intimidad. Mientras este sea el caso culturalmente, y mientras se refleje en nuestras iglesias, será muy difícil para cualquier persona soltera sentir que la ética sexual cristiana es convincente. Por lo tanto, debemos asegurarnos de que nuestra familia de la iglesia realmente sea una familia. Jesús promete que «…no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos o tierras por causa de mí y por causa del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo: casas, y hermanos, y hermanas, y madres, e hijos, y tierras junto con persecuciones; y en el siglo venidero, la vida eterna». Así debe ser el caso de cualquier persona que se una a nuestras iglesias, que pueda decir que ha experimentado un aumento en intimidad y comunidad. En otras palabras, una de las maneras más urgentes de pastorear a solteros o a personas con atracción al mismo sexo, es pastorear al resto de la iglesia respecto a cómo ser juntos una familia. Y esto necesita darse en ambas partes. Creo que a menudo puede ser un error poner a todos los solteros juntos en un «ministerio de solteros». Los casados a menudo pueden tener luchas debido a la falta de relaciones profundas fuera de su matrimonio, y los hijos necesitan el aporte y el ejemplo de otras tías y tíos de honor en la iglesia. Los solteros pueden ser tremendamente bendecidos al estar involucrados en la vida familiar. Por lo tanto, necesitamos animar tener amistades que cruzan las divisiones generacionales y maritales.  Yuan: Estoy de acuerdo con Sam. La integración es clave. Como muchas iglesias pueden atestiguar, el «grupo de universitarios y profesionales» (que a menudo yo llamo «gueto de solteros») no siempre es el lugar donde ocurre el discipulado constante y vivo. A menudo, se convierte en algo parecido a un mercado de carne cristiana. He aprendido tanto de Barry Danylak que escribió una teología bíblica de la soltería. Necesitamos darnos cuenta de que la familia nuclear es temporal, mientras que la iglesia (la familia de Dios) es eterna. Bajo el antiguo pacto, la familia de Dios creció a través de la procreación, mientras que bajo el nuevo pacto, la familia de Dios crece por regeneración. La responsabilidad de la integración recae sobre los que no son solteros (es decir, los casados). Por lo general, no es apropiado que una persona soltera se integre e invite a sí mismo al hogar de una familia. Sin embargo, es más que apropiado (es un deber) para las familias y matrimonios invitar a hermanos y hermanas solteros a su hogar. Los cristianos solteros son nuestros hermanos y hermanas, nuestras hijas e hijos, nuestras tías y tíos; que no están relacionados a nosotros por sangre humana, sino que por la sangre derramada de Cristo. Butterfield: Las iglesias evangélicas han perdido el arte de integrar a personas a la familia cristiana y de vivir en comunidad como familia de Dios. El arte perdido de la hospitalidad cristiana ha puesto demasiada carga sobre los solteros y demasiadas expectativas en lo que la iglesia se supone que debe hacer. Mi esposo Kent, yo y algunos de nuestros hijos somos los únicos creyentes de nuestra familia. Si no hubiesen habido otros creyentes a nuestro alrededor que tomaron sus roles en nuestro hogar, no habríamos tenido hermanos y hermanas, y nuestros hijos no habrían tenido tías ni tíos ni abuelos. Saber que los creyentes alrededor del mundo son familia de Dios se extiende más allá del hogar, por supuesto, pero eso no minimiza la importancia de hacer vida juntos en el hogar. Kent y yo vemos el pacto del matrimonio como un trampolín para este tipo de vida. En nuestro hogar, casi cada noche involucra cenar con los miembros de nuestra familia extendida de la iglesia y con personas de nuestro vecindario. La sobremesa es larga y sacamos nuestras Biblias y salterios mientras los platos aún están en la mesa y la gente aún está comiendo. Está bien. Jesús también comió y bebió. Después de los devocionales, Kent saca las linternas y lleva de vuelta a los niños de otras casas y el resto lavamos los platos. Mientras los niños toman sus duchas, los adultos conversan. Casi cada noche es así en nuestra casa, porque nuestros hijos son más grandes y nuestra casa es relativamente estable. También casi siempre usamos nuestra habitación de visitas, especialmente durante las festividades importantes, cuando la soledad se acerca con sigilo a las personas. Demasiado a menudo, se ha hecho sentir como marginados de la iglesia a los cristianos que luchan con la atracción al mismo sexo. Sin embargo, sabemos que las personas que luchan a la manera de Dios (mortificando sus deseos pecaminosos, bebiendo profundamente de los medios de gracia, siendo miembros fieles de la iglesia que cree en la Biblia, arrepintiéndose del pecado y aplicando fe a su pérdida y dolor) en realidad son héroes de la fe. Cuando las personas saben que pertenecen a un lugar y que son amadas, eso cambia todo. Esta realidad debe salir de un hogar cristiano, no del grupo pequeño patrocinado por la iglesia. ¿Te imaginas la diferencia que haría si todos los hogares cristianos en todas  nuestras iglesias hicieran esto realmente? Por supuesto, existen etapas en la vida cuando no pudimos hacer esto; por ejemplo, cuando mi madre estaba muriendo o cuando acabábamos de adoptar a nuestros hijos adolescentes de una familia de acogida. Son necesarios los ciclos en esto. Sin embargo, si ninguna persona en tu iglesia está practicando la hospitalidad radical, entonces eso apunta a un problema, un problema cultural desde adentro

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Soltería, atracción hacia el mismo sexo y la iglesia - Parte I Soltería, atracción hacia el mismo sexo y la iglesia - Parte III Soltería, atracción hacia el mismo sexo y la iglesia - Parte IV
Este recurso fue publicado originalmente en 9Marks. | Traducción: María José Ojeda
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Soltería, atracción hacia el mismo sexo e iglesia - Parte IV


Nota del editor:Este artículo es una conversación vía correo electrónico que tuvieron Sam Allberry, Rosaria Butterfield y Christopher Yuan, y que fue impulsada por 9Marks. En ella se responden algunas preguntas sobre la soltería, la atracción hacia personas del mismo sexo y la iglesia. Aquí encuentras la última de cuatro conversaciones.

En tu discipulado, ¿animas a los cristianos que tienen una fuerte atracción hacia personas del mismo sexo a buscar el matrimonio (definido bíblicamente)? Si es así, ¿qué les dices? ¿Cuánto presionas, etc.?

Butterfield: No, los cristianos son llamados a apreciar el matrimonio mientras refleja la relación entre Cristo y la iglesia. El matrimonio bíblico es diseñado por Dios, pero Dios no diseñó a todos los cristianos para el matrimonio. Y el matrimonio bíblico no debe ser visto como un fin en sí mismo. Manipular personas hacia un llamado que Dios no les ha dado es cruel, aplastante y peligroso. Debemos buscar la santidad. Dicho todo esto, si estoy discipulando a alguien que lucha con la atracción hacia personas del mismo sexo y desea estar bíblicamente casada, entonces necesitamos comenzar con disciplinas espirituales que la prepararán para ser una esposa bíblica. Ningún cristiano debe comenzar a buscar un cónyuge bíblico buscando afuera para que aparezca alguien. Debes primero buscar dentro; debes volcarte hacia las páginas de tu corazón con la Biblia en mano. Para muchas personas con atracción a personas del mismo sexo, el amor sexual que Dios celebra en el matrimonio bíblico sale de una fuerte conexión bíblica con tu cónyuge, al tener una amistad profunda basada en la confianza, al reconocer que esposo y esposa son compañeros de oración de por vida, al desear servir, agradar y ayudar a tu cónyuge, al tener una voluntad confiada para compartir, al ser abiertos en su vulnerabilidad. Si los cristianos solteros que luchan con la atracción hacia el mismo sexo son presionados por la iglesia (en realidad, manipulados) a buscar el matrimonio bíblico, la iglesia necesita evaluar lo que esto implica. Esta manipulación implica que la iglesia ve a la soltería como una ciudadanía del Evangelio de segunda clase. Y si la soltería es una ciudadanía del Evangelio de segunda clase, entonces estamos sirviendo a un Rey de segunda clase. Dios no quiera que esto sea así. Yuan: Gran pregunta. Cuando enseñaba en el Instituto Bíblico Moody, a menudo discipulaba a jóvenes estudiantes hombres. Algunos de ellos tenían atracción a personas del mismo sexo y otros no. Mi respuesta es esencialmente la misma para ambos: los animo a buscar la santidad. En mi primer libro, presenté un concepto denominado «sexualidad santa» que desarrollo en mi próximo libro titulado Holy Sexuality and the Gospel: Re-centering the Sexual Identity Conversation around Biblical, Systematic, and Practical Theology [La sexualidad santa y el Evangelio: volviendo a centrar la discusión sobre la identidad sexual en torno a una teología bíblica, sistemática y práctica]. La sexualidad santa concierne a cómo los cristianos deben vivir día a día a la luz de sus atracciones sexuales. Escogí esta frase para yuxtaponer y finalmente ayudarnos a eliminar la orientación heterosexual y/o homosexual como un paradigma de identidad personal. La Escritura es clara en que existen solo dos opciones de cómo vivir día a día a la luz de nuestras atracciones sexuales. La primera opción, si estás casado (por definición bíblica), es completa fidelidad a tu cónyuge. La segunda opción, si es que estás soltero, es completa fidelidad por medio de la castidad o la abstinencia sexual. Por tanto, la sexualidad santa es fidelidad en el matrimonio o castidad en la soltería. Cuando los estudiantes preguntan, «¿cómo sé si soy llamado a casarme o a permanecer soltero?», yo les digo que no puedo ver el futuro; sin embargo, puedo ver el presente. Cualquier situación en la que se encuentren ahora (casados o solteros), vívanla completamente para la gloria de Dios (cf. 1Co 7:17-24). Sé que los pastores a menudo se lamentan porque los hombres jóvenes en sus congregaciones están eludiendo responsabilidad y compromiso y no quieren casarse. Creo que esa sí es una preocupación, pero el problema es que esos hombres son espiritualmente inmaduros. No necesitan ser presionados para buscar casarse. Ellos necesitan ser presionados para buscar a Cristo y para andar en el camino de la gracia de Dios a través de los medios de la gracia de Dios. La mejor forma de buscar el matrimonio es creciendo en la gracia de Dios. De mi experiencia en la iglesia y en las instituciones cristianas de educación superior, vi que el problema no es que las personas están evitando el matrimonio. El problema es que casi idolatran el matrimonio (de ahí que llaman al Instituto Bíblico Moody, «Instituto de Bodas Moody»). Conocemos todos los clichés: luego de la graduación, es obvio que viene el anillo de compromiso, etc. No obstante, como pueblo del nuevo pacto, sabemos que el matrimonio no es «mejor» que la soltería. De nuevo, quiero señalarles a las personas la excelente obra de Barry Danylak, A Biblical Theology of Singleness [Una teología bíblica de la soltería]. El matrimonio entre un esposo y una esposa es temporal (Mt 22:29:30). Es solo una sombra/misterio de la realidad eterna del matrimonio escatológico entre Cristo y la iglesia (Ef 5:32). Y cuando la realidad escatológica de nuestro matrimonio final sea actualizada, no habrá más razones para la sombra (matrimonio entre esposo y esposa). Por lo tanto, la soltería no es un estado temporal previo al matrimonio. El matrimonio (entre marido y mujer) es un estado temporal previo a la eternidad. También les digo a los hombres solteros jóvenes que estoy discipulando que un llamado a la soltería no significa que sea un llamado de por vida o que no va a cambiar. El llamado de Dios puede cambiar en el tiempo. Él podría llamar a alguien a hacer algo en un capítulo de su vida y luego Dios puede llamarlo a hacer otra cosa. Debemos estar abiertos y dispuestos. Si Dios (que es soberano) no te ha provisto una ayuda idónea, entonces vive completamente en el llamado de ser soltero, gozosa, coherente y persistentemente caminando en la gracia de Dios. Si Dios a provisto alguien que potencialmente podría ser tu ayuda idónea, aborda esta relación con cuidado y en comunidad, asegurándote de buscar sabiduría de fuertes pares cristianos, mentores, pastores y padres.

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Este recurso fue publicado originalmente en 9Marks. | Traducción: María José Ojeda
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Nota del editor: Este artículo es una conversación vía correo electrónico que tuvieron Sam Allberry, Rosaria Butterfield y Christopher Yuan, y que fue impulsada por 9Marks. En ella se responden algunas preguntas sobre la soltería, la atracción hacia personas del mismo sexo y la iglesia. Aquí encuentras la tercera de cuatro conversaciones.

¿Cómo crees que la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo [en diferentes partes del mundo] ha afectado de manera general el pastoreo a los solteros?

Allberry: Ha reforzado más la idea de que una vida sin una satisfacción sexual en realidad no vale la pena. Mucha de la retórica detrás de la presión por el matrimonio entre personas del mismo sexo tiene que ver con cuán injusto es que algunas personas no puedan llamar a sus formas escogidas de intimidad «matrimonio» y cómo esto es una forma intolerable de vida para ellos. Por lo tanto, la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo ha aumentado más la distancia entre cómo nuestra cultura entiende el sexo y el matrimonio (en particular, su relación con el florecimiento humano y la cosmovisión bíblica). Los solteros ahora están hechos para sentirse aún más raros en nuestra cultura, al menos si es que permanecen en celibato. Desafortunadamente, esto subraya la idea preponderante de que la única intimidad real que importa es, en última instancia, la sexual. Yuan: La legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo ha provocado que pastorear solteros sea más difícil en el sentido que normaliza, sentimentaliza e incluso celebra algo que Dios no hace: concretamente, las relaciones entre personas del mismo sexo. Dicho eso, sí creo en un Dios que es completa y totalmente soberano sobre todas las cosas. Lo que Dios dice en su Palabra es cierto, específicamente en Génesis 50:20, «Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios lo cambió en bien…». Incluso en el pecado, la rebelión y la perdición de la humanidad, Dios aún es soberano. Por lo tanto, aunque el mundo normalice, sentimentalice e incluso celebre algo que Dios no hace, las personas están más dispuestas a hablar sobre sus luchas personales con el pecado sexual; y esto abre una puerta. ¿En qué sentido? Para que la iglesia no solo hable sobre sexualidad desde el púlpito de manera pastoral y compasiva (por ejemplo, no solo tratando esto como un mero tema ético, sino que más importantemente como una oportunidad pastoral) y entre nosotros con gracia y verdad (Jn 1:14), sino que también para que puedan hablar de sus propias luchas, ya sea con la pornografía, con los deseos por alguien que no es su cónyuge, con la tendencia hacia la idolatría relacional (lo que denomino codependencia) y/o con la atracción hacia personas del mismo sexo. Esta es una oportunidad para que la iglesia hable sobre esto y sea capaz de comenzar a orar unos por otros, rindiéndonos cuentas unos con otros y, por consiguiente, buscando vivir juntos santamente en comunidad. Creo que el mejor lugar para trabajar estos temas de sexualidad no es el mundo, sino que el cuerpo de Cristo. La iglesia debe ser el lugar más seguro en el mundo; sin embargo, ¿lo es? La legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo ha elevado al matrimonio como uno de los «mayores ideales de amor». Esto es precisamente lo que encontrarás en los últimos párrafos de gran parte de las opiniones escritas por el juez de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos Anthony Kennedy. Rosaria y yo escribimos una respuesta a sus escritos llamada, «Algo mayor que el matrimonio». En él argumentamos que el matrimonio no es el mayor ideal de amor; Dios lo es. Necesitamos ayudar a las personas a que no idolatren el buen regalo de Dios del matrimonio, sino que adoren solo a Dios. La fuente principal de nuestro contentamiento y gozo no debe estar en otra persona como nuestro cónyuge o nuestro novio o novia; debe estar solo en Jesucristo. Butterfield: Sí, la ha dificultado, porque la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo ha hecho que el concepto de orientación sexual sea un derecho civil. La orientación sexual comenzó como una categoría inventada en el siglo XIX que rechazaba la idea de que las personas eran creadas a la imagen de Dios y en cambio categorizaban a las personas basadas en sus diferentes objetos de deseo sexual. Esto importa porque los cristianos necesitan mortificar el pecado individual mientras que al mismo tiempo deben estar conscientes de cómo el pecado está enraizado en la cultura. En el siglo XX, la orientación sexual se transformó en un ídolo de autonomía sexual. En este siglo, se transformó en un derecho civil. El Evangelio tiene un curso que colisiona con la orientación sexual como una categoría de condición de persona; esta es precisamente la razón por la que la categoría de «cristianismo gay», célibe o no, no es bíblica y es inútil. No hay forma de ser un «amigable con los buscadores» en este clima sin falsificar la ética sexual bíblica. No obstante, el amor de Cristo que la iglesia debe enseñar hoy es amor real: el amor expiatorio, el amor sangriento de Jesús, quien conoce mejor a su pueblo y quien más lo ama. Debemos proclamar que el arrepentimiento del pecado es el umbral para Dios; que el arrepentimiento de los pecados le da gloria a Dios; que el arrepentimiento de los pecados refresca y restaura al creyente. La cultura del matrimonio entre personas del mismo sexo hace que la orientación sexual sea una excusa para el pecado, una invitación a evitar la sangre de Cristo. Para hacer frente a esto, la iglesia debe mostrar que no hay vergüenza en arrepentirse y que, al contrario, una vida de arrepentimiento y de humilde sumisión a Dios es en realidad la mejor barrera para la vergüenza, pues todo aquel que se arrepiente y cree es revestido de justicia, permanece en la sangre de Cristo y es llamado hijo e hija del Rey. Esto es verdad aun cuando luchamos con el pecado. La marca de un creyente es la unión con Cristo mientras luchamos con el pecado, incluso el pecado que nunca elegimos cometer en primer lugar.

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Este recurso fue publicado originalmente en 9Marks. | Traducción: María José Ojeda