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Cinco mitos sobre la Biblia
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Cinco mitos sobre la Biblia


Este artículo es parte de la serie Cinco mitos publicada originalmente en Crossway.

Mito n.° 1: el texto y la traducción de la Biblia son completamente poco confiables

En un artículo de Newsweek hace algunos años, el autor declaró: «ningún predicador de televisión ha leído jamás la Biblia. Tampoco ningún político evangélico. Tampoco el Papa. Tampoco yo. Y tampoco tú. Como mucho, hemos leído una mala traducción, una traducción de una traducción de otra traducción de copias hechas a mano de otras copias de otras copias y así sucesivamente, cientos de veces». Espero que esto sea una hipérbole, porque no entiendo cómo un periodista podría publicar esto. Está diciendo que lo mejor que podemos esperar encontrar es una traducción de una traducción de una traducción. Creo que se refiere a que nuestras traducciones en inglés moderno del Nuevo Testamento son una traducción de una traducción en latín que era una traducción del griego original. No puedo hablar por los predicadores de la televisión, por los políticos evangélicos o por el Papa; sin embargo, sé que tengo muchos estudiantes y colegas que leen el Nuevo Testamento en griego con frecuencia y con habilidad. Y lo que hemos encontrado es que nuestras traducciones al inglés (la versión ESV, la NIV, la NASB y muchas otras) son traducciones muy confiables. No obstante, algunos podrían decir que aunque podemos traducir la Biblia, nunca podremos saber cuál fue la redacción original. Después de todo, el texto de la Biblia fue copiado a mano a través de miles de años por miles de personas que cometieron decenas o incluso cientos de miles de errores intencionales y no intencionales. Es cierto que hasta el siglo XV el texto de la Biblia fue copiado a mano y a veces los escribas cometieron errores. Sin embargo, esto no significa que el texto que tenemos no se parece en nada a los textos originales y que es completamente dudoso. De hecho, es justamente lo opuesto, especialmente cuando lo comparamos con otros textos antiguos. Tenemos más de 6 000 manuscritos del Nuevo Testamento en griego (sin mencionar las cerca de 20 000 traducciones antiguas). De los 6 000 manuscritos griegos, la evidencia de sus contradicciones ha sido enormemente exagerada. Aunque existen muchas variaciones en el texto, la mayoría son diferencias ortográficas o en el orden de las palabras. Hay varias otras diferencias que no cambian el significado del texto en absoluto, especialmente el uso de sinónimos. Menos del 1 % de las variaciones equivalen a cambios significativos y ninguno de ellas afecta la doctrina cristiana esencial. Nada de esto tiene en cuenta las decenas de miles de rollos y códices hebreos del Antiguo Testamento que muestran un nivel similar de confiabilidad. La evidencia es clara: nuestras traducciones al inglés moderno son traducciones confiables de un texto confiable.

Mito n.° 2: los libros de la Biblia fueron elegidos arbitrariamente

Llamaré a este segundo mito El mito del Código Da Vinci (aunque el primer mito también apareció en ese libro). La historia es más o menos así: durante los primeros dos siglos d.C., había cientos de documentos cristianos que eran usados en las iglesias. Libros como el evangelio de Tomás, los Hechos de Pedro e incluso el evangelio de Judas eran leídos en paralelo a Mateo, Romanos, Apocalipsis y el resto de los libros del Nuevo Testamento. No fue hasta que el Emperador Constantino legalizó el cristianismo al comienzo del siglo IV que redujimos la lista a nuestros veintisiete libros del Nuevo Testamento. En El Código Da Vinci, Dan Brown hace que uno de sus personajes describa lo que pasó a continuación. «Más de ochenta evangelios fueron considerados para el Nuevo Testamento y, sin embargo, solo algunos pocos fueron elegidos para su inclusión: Mateo, Marcos, Lucas y Juan, entre ellos». Cuando le preguntaron quién decidió cuáles evangelios incluir, él respondió: «la Biblia, como la conocemos hoy, fue compilada por el Emperador romano pagano Constantino, el grande». Aunque estas afirmaciones son un poco grandilocuentes en el libro de Brown, hoy en día muchas personas creen alguna versión de esto. Es cierto que los primeros cristianos escribieron docenas, tal vez cientos, de documentos en los primeros dos o tres siglos d.C. También es cierto que el canon del Nuevo Testamento se debatió hasta la época del Emperador Constantino. No obstante, eso es todo lo que acierta El Código Da Vinci. Sin embargo, los cristianos nunca consideraron ochenta evangelios; de hecho, los cuatro evangelios que tenemos en el Nuevo Testamento fueron los únicos evangelios que los cristianos consideraron seriamente para su inclusión en el canon del Nuevo Testamento. Son, por mucho, los evangelios más antiguos, tienen la mayor cantidad de vínculos con los apóstoles y fueron universalmente aceptados por la iglesia desde el principio. El evangelio de Tomás es probablemente el más antiguo de estos otros «evangelios», pero probablemente fue escrito alrededor de 150-180 d.C. Los evangelios del Nuevo Testamento se escribieron alrededor del año 60 al 100 d.C., durante la vida de los apóstoles. Lo mismo podría decirse de los otros libros del Nuevo Testamento. Si bien tomó algún tiempo para que los veintisiete libros del Nuevo Testamento fueran reconocidos universalmente por la iglesia cristiana primitiva, no hay evidencia de ninguna fuente que sugiera que Constantino tuvo alguna influencia sobre los libros que fueron elegidos.

Mito n.° 3: la Biblia es científicamente ignorante y poco confiable

Muchos cristianos creen alguna versión de este mito. Dirán que la Biblia tiene la intención de enseñar teorías científicas de la Edad del Bronce o del Cercano Oriente Antiguo. No podemos fiarnos de un libro tan desinformado sobre ciencia, ¿verdad? El problema aquí es cuando las personas asumen que la Biblia tiene la intención de ser un manual científico que no usa un lenguaje normal. Hace poco leí a alguien acusar a la Biblia de un error científico porque describe al mar de bronce circular del templo con una circunferencia de 30 codos y un diámetro de 10 codos (1R 7:23-24). Esto haría que el valor de Pi fuera 3,0 en lugar de 3,14. Otros dicen que la Biblia enseña un universo geocéntrico porque Eclesiastés 1:5 dice que el sol sale y se pone. Esto demanda un nivel de precisión en el lenguaje que ni siquiera usamos en nuestras conversaciones normales. Si te dijera que el sol se pondrá a las 6:45 p. m., ¿me acusarías de ser un heliocentrista y un ignorante científico? Es verdad que el sol realmente no se pone a las 6:45 p. m. La Tierra gira sobre su eje hacia el este, por lo que nosotros nos desplazamos fuera del alcance de la luz del sol. Pero si dijera que la Tierra está rotando fuera del alcance de la luz del sol a las 6:45 p. m. en lugar de simplemente decir que el sol se está poniendo, pensarías que estoy un poco fuera de lugar. Así que la Biblia usa el lenguaje humano normal para describir fenómenos científicos, tal como lo hacemos tú y yo. Aplicar un estándar diferente a la Biblia es injusto y no se ajusta a la manera en que funciona realmente el lenguaje. Aunque las preguntas sobre la edad de la Tierra y los detalles de la creación son un poco diferentes, y los cristianos están en desacuerdo sobre la mejor manera de interpretar estos capítulos, ni siquiera Génesis 1 y 2 pretende enseñarnos un relato científico detallado de cómo comenzó el universo. En lugar de eso, utiliza lenguaje humano normal para enseñarnos sobre el poder de Dios sobre su creación desde el principio. Cuando lo leemos de esta manera, ninguno de los mal llamados errores científicos en la Biblia llega a ser una desafío serio a su absoluta veracidad y autoridad.

Mito n.° 4: la Biblia es misógina

Muchas personas asumen que en el mundo grecorromano las mujeres eran tratadas con honor, respeto y dignidad hasta que llegó el cristianismo y arruinó todo debido a que la Biblia nos enseña a maltratar a las mujeres. Pero esto no comprende lo que la Biblia realmente enseña sobre las mujeres. Es cierto que Dios también diseñó a los hombres y a las mujeres para cumplir diferentes roles y responsabilidades en algunas áreas como el hogar y la iglesia. Sin embargo, diferente no quiere decir desigual. Muchas personas han tergiversado la Escritura para oprimir a las mujeres, pero esto es un error de entendimiento tanto de lo que la Biblia enseña sobre las mujeres como de la manera en que Dios diseñó a hombres y a mujeres para relacionarse entre sí. Desde el principio, la Escritura es clara. Ambos, hombres y mujeres, fueron creados juntos a imagen de Dios (Gn 1:26-27). Aunque las mujeres eran constantemente maltratadas y abusadas en el Antiguo Cercano Oriente, el Antiguo Testamento estaba lleno de historias de mujeres de fe como Ana (1S 1-2), mujeres sabias y valientes, como Débora (Jue 4) y Abigaíl (1S 25), y mujeres que salvaron al pueblo de Dios de la destrucción (Ester). En un mundo en el que la mujer raramente era vista como algo más que propiedad al servicio de los hombres, la mirada de la Biblia sobre las mujeres creadas a imagen de Dios y usadas por Él para cumplir sus propósitos es destacable. El Nuevo Testamento solo trae más claridad sobre esta imagen. Jesús trató a las mujeres con dignidad, amor y respeto, incluso cuando eran avergonzadas por la cultura en la que vivían (Jn 4; Lc 7:36-50). Aunque ciertamente llamó a las mujeres a arrepentirse de sus pecados, no las dejó en su pecado, sino que las vio como portadoras de la imagen de Dios, las cuales debían ser amadas y honradas. A lo largo del resto del Nuevo Testamento, podemos ver mujeres jugando roles clave en la evangelización y la enseñanza, como Priscila (Hch 18:24-26), en la plantación de iglesias, como Lidia (Hch 16) y en la oración, como María, la madre de Juan (Hch 12:12). Las mujeres fueron importantes colaboradoras de Pablo y los demás apóstoles (Ro 16:17).

Mito n.° 5: la Biblia es una colección aleatoria de historias desconectadas e ideas inconsistentes

Imagina si tomáramos un documento legal escrito en 1718, una colección de poemas de 1818, una biografía escrita en 1918 y, finalmente, una narración histórica escrita en 2018, y quisiéramos usarlo para contar una historia coherente. Sería difícil, ¿verdad? Así es como muchas personas conciben la Biblia. Fue escrita a lo largo de miles de años, por docenas de personas en numerosas culturas e idiomas diferentes. ¿Cómo podría este libro contar una historia coherente? Sin embargo, considera cómo la «descendencia» se despliega a lo largo de la Biblia. Génesis 3:15 habla sobre la descendencia de Eva, quien un día aplastaría la cabeza de la serpiente. Dios le promete a Abraham, el descendiente de Eva, que le daría ciertas promesas a su descendencia (Gn 12:1-3; 17:7) y el bisnieto de Abraham, Judá, recibió una promesa de que su descendencia gobernaría sobre las naciones. Siglos más tarde, Dios le dijo al rey David que su descendencia gobernaría sobre un reino que no tendría fin (2S 7:13). Siglos después, el profeta Isaías habló sobre la descendencia de la virgen, quien se levantaría para gobernar sobre las naciones (Is 7:14; 9:6). Cuando llegamos al Nuevo Testamento, descubrimos que la descendencia de Eva, quien es la descendencia de Abraham (Gá 3:16), es también el hijo de la realeza de Judá y de David (Ro 1:3-4). Finalmente, en una imagen simbólica del cumplimiento de Génesis 3:15, un dragón, «la serpiente antigua», intenta destruir la descendencia de la mujer, pero Él derrotó al dragón y sus aliados de una vez y para siempre (Ap 12). Este es solo un tema de los muchos temas que podemos rastrear a lo largo de la historia de la Biblia. Estos son las capas de temas que conectan esta gran historia de una manera extraordinaria. Algunas partes pueden tener diferentes énfasis y diferentes autores tienen diferentes estilos, y la historia se desarrolla entre el antiguo y el nuevo pacto. Sin embargo, la historia y los detalles de la Biblia son unificados de maneras maravillosas. La Biblia cuenta una historia de un Dios que está redimiendo a un pueblo en su única creación a través del único Salvador Jesucristo. La unidad de la Biblia es impresionantemente gozosa. Si fuera cualquier otro libro, resultaría difícil explicar su coherencia y profundidad. ¿Cómo puede un libro haber sido escrito de manera tan diversa con una unidad tan destacable? La única respuesta que podemos dar es la inspiración de la Sagrada Escritura. Los cristianos a lo largo de los siglos han confesado que este no es un libro común y corriente. Es la mismísima Palabra del Dios viviente. No obstante, Él se ha revelado a sí mismo en este libro, y seremos sabios si lo leemos, lo entendemos, nos sometemos a él para así ser transformados por el mensaje del Evangelio que proclama.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.