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Photo of Capaz y piadoso... pero especialmente piadoso
Capaz y piadoso... pero especialmente piadoso
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Capaz y piadoso... pero especialmente piadoso

¿Debe una iglesia exigir que un pastor sea capaz? Sí. Pablo indica que si un hombre desea servir como pastor, él debe ser «apto para enseñar» (1Ti 3:2; Tit 1:9). No se le exige a un hombre que produzca libros teológicos para la posteridad o llenar auditorios hasta rebosar con sus grandes capacidades de oratoria, pero debe ser capaz de comunicar fiel y claramente la verdad de la Escritura con el fin de que otros entiendan la Biblia y puedan obedecerla. Sin embargo, lo que es igualmente notable es el énfasis inconfundible que Pablo hace en la necesidad de la piedad de un pastor. Él gasta más tinta en esto que en las capacidades. Para Pablo, la santidad es de suma importancia. Por ejemplo, en 1 Timoteo 3:1-7, Pablo hace una lista de aproximadamente dieciséis requisitos para un hombre que desea servir como obispo. Uno está relacionado con capacidades: la capacidad de enseñar; quince se refieren al carácter. De igual manera, en Tito 1:5-9, Pablo hace una lista de aproximadamente dieciséis requisitos para un pastor. Uno está relacionado con capacidades: nuevamente, la capacidad de instruir en la sana doctrina; quince abordan el carácter. Sin duda, Pablo es parcial. La capacidad importa; el carácter importa quizás más. Por consiguiente, Pablo insiste en que el joven pastor Timoteo priorice la piedad en su vida y en su ministerio. Pablo le ordena a Timoteo: «Disciplínate a ti mismo para la piedad» (1Ti 4:7); «Guárdate libre de pecado» (1Ti 5:22); «Huye, pues, de las pasiones juveniles y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que invocan al Señor con un corazón puro» (2Ti 2:22).

¿Por qué la piedad?

¿Por qué Pablo enfatiza la piedad por sobre las capacidades? No es que la vida del Evangelio sea más importante que la Palabra del Evangelio. ¡Cuántos pasajes a lo largo de las epístolas pastorales enfatizan la enseñanza fiel! Nuevamente, la Palabra del Evangelio debe ir primero. No obstante, más allá del elemento básico de la enseñanza fiel de la Palabra del Evangelio, tal vez Pablo se da cuenta de que los seres humanos generalmente no necesitan ayuda para ser persuadidos a seguir a los líderes carismáticos y talentosos, pues lo hacemos naturalmente. Lo que hemos fallado en reconocer (incluso como cristianos) es cuán esencial es la piedad en la vida del pastor para el ministerio de la Palabra y del Evangelio. En Tito 2:11-14, Pablo escribe: «Porque por la gracia de Dios se ha manifestado, trayendo salvación a todos los hombres, enseñándonos, que negando la impiedad… vivamos… piadosamente… aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús. Él se dio por nosotros, para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo para posesión suya, celoso de buenas obras». Según Pablo, Dios redime misericordiosamente a su pueblo para que ellos puedan rechazar la impiedad y reflejar su carácter al mundo. Por lo tanto, la piedad es muy seria para la misión de la iglesia. Y, como en cualquier grupo, las iglesias adoptarán el carácter de sus líderes. La mayoría de las veces, los pastores impíos producirán iglesias impías; los pastores piadosos levantarán iglesias piadosas. Como resultado, los pastores, a quienes Dios llama a liderar a este grupo de arrepentidos transformados, deben caracterizarse por el arrepentimiento y la búsqueda continua de la piedad. Por esta razón, la iglesia necesita desesperadamente líderes que no solo le enseñen clara y convincentemente la verdad, sino que también vivan esta verdad auténtica y consistentemente. Pablo advierte que habrá quienes tienen «apariencia de piedad, pero habiendo negado su poder» (2Ti 3:5). Quizás estas personas crecieron en la iglesia; tal vez sabían algunos versículos; probablemente, defienden los valores de la familia, pero nunca han sido transformados por el Evangelio. Existen tantas falsificaciones espirituales que la iglesia necesita ser dirigida por hombres que sean ejemplos vivientes del poder transformador del Evangelio.

Pastores como ejemplos

Asimismo, los pastores sirven como ejemplos para su rebaño. Pablo habla claro sobre este punto: «Sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza» (1Ti 4:12). Y nuevamente, Pablo ordena: «Muéstrate en todo como ejemplo de buenas obras, con pureza de doctrina, con dignidad, con palabra sana e irreprochable» (Tit 2:7-8). Por tanto, pastores, prioricen la búsqueda de la piedad en sus vidas. El tiempo a solas consistente con Dios en su Palabra y en oración son de suma importancia. Rindan cuentas a otros hombres. Acepten que la mayoría de los pastores tiene dones promedio y decidan ser felices para ser hombres que tienen dones promedio y un celo bíblico por la piedad. Encuentren aliento. Dios, finalmente, no evaluará nuestros ministerios en base a la medida de nuestra capacidad. Dios, finalmente, evaluará nuestros ministerios en base a nuestra diligencia para ejercitar los dones que Él nos ha dado y a nuestra fidelidad para conocerlo y andar con Él ante otras personas.

Conclusión

Hermanos, luchemos para ser hombres como Pablo que, por un lado, dice: «Entre los cuales yo soy el primero [de los pecadores]» (1Ti 1:15), y por otro, dice: «Tú has seguido mi enseñanza, mi conducta, propósito, fe, paciencia, amor, perseverancia» (2Ti 3:10). En otras palabras, digamos junto con Pablo: «Yo soy ejemplo de un pecador transformado por el poder el Evangelio, y soy un hombre cuya vida de hecho, aunque imperfectamente, sí refleja genuinamente el carácter de Dios más y más al pueblo de Dios». Para Robert Murray McCheyne, las palabras siguen siendo ciertas: «La mayor necesidad de mi congregación es mi propia santidad personal».
Este recurso fue publicado originalmente en 9Marks.