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Tú puedes memorizar la Escritura este año
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Tú puedes memorizar la Escritura este año

Cuando piensas en la memorización de la Biblia, ¿te sientes culpable y derrotado? Es una de esas actividades que sabes que es buena para ti, pero que puede ser difícil realizarla consistentemente (como orar, hacer ejercicio, comer bien o administrar sabiamente el dinero). Con el comienzo del nuevo año, quiero animarte: tú puedes memorizar la Escritura este año. No se requiere una habilidad superhumana o una devoción fanática para escribir la Palabra de Dios en tu mente y en tu corazón. Se requiere pasión, planificación y perseverancia. Sin embargo, antes de que te dé algunas sugerencias para memorizar la Escritura, necesitamos abordar tres de las principales razones por las que los cristianos no memorizan la Biblia constantemente:
1. No tengo tiempo para memorizar la Biblia
¿Estás administrando sabiamente el tiempo que Dios te da? Para responder, es útil considerar el siguiente cuadro del manejo del tiempo:     Si eres una persona típica, entonces quieres pasar más tiempo en el cuadrante 2, pero en realidad pasas la mayoría de tu tiempo en los cuadrantes 1 y 3. Aquello que es urgente dicta lo que haces. Cuando te sientes presionado a completar las tareas urgentes, eso te tienta a relajarte y escapas hacia el cuadrante 4. Quizás desperdicias tu tiempo al consumir las golosinas de las redes sociales (un video de un gato, una historia para sentirse bien, las llamadas «noticias de última hora» sobre una celebridad que en realidad no te importa). Las redes sociales pueden ser un imán para el cuadrante 4 que constantemente te atraen y te mantienen distraído por más tiempo del que quisieras. Por esa razón, los gurúes de productividad son enfáticos en que debes hacer las cosas importantes primero. Stephen Covey a menudo demostró esto en seminarios al poner un cilindro largo limpio en una mesa junto a algunas rocas grandes, rocas medianas, rocas pequeñas y arena. Las rocas grandes representan cosas del cuadrante 2. La única manera que todas cosas puedan entrar bien en el cilindro es poner las rocas grandes primero y la arena al final. Para un cristiano, memorizar la Biblia va en el cuadrante 2: importante pero no urgente. No voy a repetir razones por las que debes memorizar la Biblia, incluso las grandes secciones de la Biblia. No obstante, si realmente crees que memorizar la Biblia es importante, entonces debe ser parte de tu rutina diaria. Es una de las rocas grandes. Si necesitas ayuda para renovar la manera en que organizas tu tiempo, lee el libro de Tim Challies Haz más y mejor: una guía práctica sobre la productividad.
2. No tengo ganas de memorizar la Biblia
A menudo no tenemos ganas de hacer lo que debemos hacer. Los niños no siempre sienten ganas de hacer sus tareas de la escuela o los deberes de la casa; sin embargo, los padres tratan de entrenarlos para que constantemente lleven a cabo sus responsabilidades. Los padres no siempre sienten ganas de pastorear bien a sus hijos cuando están peleando, pero eso es lo que implica la crianza fiel. Un empleado saludable podría no sentir ganas de ir a trabajar; no obstante, las personas responsables van a trabajar ya sea que tengan ganas o no. Yo no siempre siento ganas de mantener un plan disciplinado de entrenamiento y alimentación para fortalecerme, pero he sido constante en hacerlo por casi un año y medio. Ahora está incrustado en mi rutina al punto que es automático; no pienso en si lo hago o no cada día. Cada vez lo disfruto más y más. Sé que es bueno para mí, me siento mejor y está mejorando mi salud y mi nivel de energía, y así puedo servir mejor a otros. Requiere disciplina hacer lo que no siempre tenemos ganas de hacer. Una manera estratégica de abordar esas actividades es desarrollar rutinas saludables. Esa es una manera de luchar por el gozo. Existimos para glorificar a Dios al disfrutarlo por siempre. Glorificamos más a Dios cuando Él nos satisface más. Memorizar la Biblia es una de las maneras más ricas en las que Dios nos satisface. La principal razón para memorizar la Biblia no es acumular más datos en nuestros cerebros. Es una manera de disfrutar de Dios. Actividades como la oración, la lectura bíblica, la memorización de la Biblia son disciplinas espirituales o medios de gracia. Son actividades que Dios ha diseñado para satisfacernos con Él mismo. Si necesitas ayuda para renovar la manera en que practicas los medios de gracia, lee el libro de David Mathis, Hábitos de gracia: disfrutando a Jesús a través de las disciplinas espirituales.
3. Es difícil para mí memorizar la Biblia
¿Sabes tu fecha de nacimiento? ¿Sabes tu número de teléfono? ¿Tu dirección? Hay ciertos hechos que ya has memorizado. Quizás incluso memorices información sin intentarlo (como recetas que a menudo haces, estadísticas sobre tus equipos y jugadores favoritos, información biográfica sobre tus actores y músicos favoritos o melodías de comerciales que escuchaste cuando eras niño). Dios te ha dado una mente asombrosa. Tu mente incluye la capacidad de memorizar. Tu mente es como un músculo y memorizar es un ejercicio mental. Memorizar es para tu mente lo que ejercitar es para tu cuerpo. Memorizar hace a tu mente más fuerte, más saludable, más perspicaz, más enérgica. Mientras más trabajes la memoria, mejor serás memorizando. Memorizar pasajes de la Biblia es un trabajo duro. Pero no es tan difícil. Puedes hacerlo.

¿Cómo puedo comenzar?

  1. Comienza de a poco: algo es mejor que nada, incluso pasar sesenta segundos al día memorizando. Quizás no seas capaz de correr una maratón hoy, pero ¿puedes dar una vuelta a la pista, solo medio kilómetro?
  2. Escoge un plan factible. Estos son tres planes que puedes considerar:

En primer lugar, puedes memorizar pasajes que otros han recolectado amablemente, como el Sistema de Memorización por Temas, diseñado por The Navigators o los Versículos Espada, ideado por el ministerio Truth78 (mi esposa y mis hijas memorizan versículos espada con nuestra iglesia. Algunos amigos grabaron los pasajes como canciones para hacerlos más fáciles de recordar).

En segundo lugar, puedes memorizar un pequeño libro de la Biblia (como Efesios, Filipenses o Santiago) o una pequeña porción de la Biblia (como los Salmos 1–2; Mateo 5–7; Romanos 8 o Apocalipsis 21–22).

En tercer lugar, puedes memorizar una recopilación de pasajes que producen deleite, consuelo y asombro o que te ayuden a pelear un pecado en particular (como el enojo, la ansiedad, la amargura, la codicia, la impaciencia, la falta de gozo, la crítica, la pereza, la lujuria, el orgullo o la mundanalidad).

  1. Persevera. Aparta un pequeño bloque de tiempo cada día para memorizar la Biblia y no pierdas ni un día por los próximos 100 días seguidos. Sé constante. En promedio, toma alrededor de 66 días que un comportamiento se automatice.
  2. Memoriza con alguien más de tu iglesia. Júntate con un amigo o un grupo de amigos de tu iglesia y ríndanse cuentas mutuamente a medida que memorizan la Escritura. ¡Que Dios los ayude!
Andy Naselli © 2019 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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¿La predestinación es injusta?
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¿La predestinación es injusta?

¿La elección incondicional es justa o injusta?

Una objeción común a la elección incondicional es que es injusta. ¿No es injusto de parte de Dios que Él elija salvar sólo a algunos humanos sin basarse en alguna condición humana, sino que únicamente en su soberano beneplácito? ¿Acaso no hay injusticia de parte de Dios que algunas personas no sean escogidas? Pablo responde directamente esta objeción en Romanos 9:14-18 y Jesús la responde indirectamente en Mateo 20:1-16.

Dios es justo cuando Él tiene misericordia soberanamente de quien Él quiere (Ro 9:14-18)[1]

Pablo anticipa que Romanos 9:6-13 puede provocar que algunos objeten que no sería correcto que Dios escoja soberana y decisivamente salvar sólo a ciertas personas y no a otras. Por lo que en el 9:14-23, Pablo argumenta que Dios tiene el derecho de hacer lo que Él quiera con sus criaturas. En Romanos 9:14-18, Pablo responde a la objeción de que es injusto que Dios escoja salvar a personas incondicionalmente. Es incorrecto inferir a partir de Romanos 9:6-13 que existe injusticia por parte de Dios (Ro 9:14). En las cuatro oraciones que siguen (Ro 9:15-18), Pablo apoya esa afirmación con dos pruebas y saca conclusiones a partir de ellas.
¿Qué diremos entonces? ¿Qué hay injusticia en Dios? ¡De ningún modo! Porque Él dice a Moisés: «Tendré misericordia del que Yo tenga misericordia, y tendré compasión del que Yo tenga compasión». Así que no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. Porque la Escritura dice a Faraón: «Para esto mismo te he levantado, para demostrar Mi poder en ti, y para que Mi nombre sea proclamado por toda la tierra». Así que Dios tiene misericordia, del que quiere y al que quiere endurece.

Oración 1 (Ro 9:15) = prueba 1 de que no hay injusticia de parte de Dios

«Porque Él dice a Moisés: “Tendré misericordia del que Yo tenga misericordia, y tendré compasión del que Yo tenga compasión”» (Ro 9:15). Pablo cita a Éxodo 33:19 para demostrar que Dios puede tener misericordia de quien Él quiera. Dios sería justo si no mostrara misericordia ni siquiera a un sólo hombre pecador. Ninguno de nosotros merece la misericordia de Dios.

Oración 2 (Ro 9:16) = conclusión de Romanos 9:15

«Así que no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia» (Ro 9:16). Con «no depende» se refiere implícitamente a que Dios muestra misericordia y compasión para salvar personas (Ro 9:15). Lo decisivo para que una persona reciba misericordia no es «del que quiere ni del que corre». En otras palabras, lo decisivo no es tu voluntad sin trabas ni tu vano esfuerzo por avanzar espiritualmente. Lo que es decisivo es «Dios, que tiene misericordia».

Oración 3 (Ro 9:17) = prueba 2 de que no existe injusticia de parte de Dios

«Porque la Escritura dice a Faraón: “Para esto mismo te he levantado, para demostrar Mi poder en ti, y para que Mi nombre sea proclamado por toda la tierra”» (Ro 9:17). Pablo cita Éxodo 9:16 para demostrar que Dios puede endurecer a quien Él quiera a fin de cumplir sus propósitos. Dios levantó a faraón para mostrar su poder en el faraón. El propósito (y el resultado) fue que otros proclamarían el nombre de Dios en toda la tierra.

Oración 4 (Ro 9:18) = conclusión de Romanos 9:15-17

«Así que Dios tiene misericordia, del que quiere y al que quiere endurece» (Ro 9:18). Dios tiene misericordia de quien Él quiere tenerla y endurece a quien Él quiere. Por lo tanto, «¿[...] hay injusticia en Dios?» (Ro 9:14). No, Dios es justo cuando Él soberanamente tiene misericordia de quien Él quiere tenerla.

Dios es justo cuando es inmerecidamente bondadoso con algunos y no con otros (Mt 20:1-16)

Algunas personas rechazan la elección incondicional porque presuponen que Dios no tiene el derecho de tratar a una persona de manera diferente a otra. ¿Dios tiene el derecho de tratar a una persona de manera diferente a otra? Dios mismo dice que sí. Y Dios (no nuestro sentido de justicia) es el estándar de lo que es justo. Cuando Dios lidia con personas, estas dos afirmaciones son verdaderas:
  1. Dios siempre es justo. Es decir, Dios siempre es justo o recto. Dios nunca es injusto o malvado.
  2. A veces Dios es inmerecidamente bondadoso. Es decir, a veces Dios es misericordioso y bondadoso con personas que no lo merecen (es decir, no merecen la bondad de Dios) y son indignas de ese trato (es decir, merecen lo opuesto a la bondad de Dios; merecen la ira de Dios).
¿Alguien merece la bondad de Dios? No. Cuando Dios es inmerecidamente bondadoso con algunas personas, pero no con otras, aún es justo con todas las personas sin excepción. Dios no tiene que ser inmerecidamente bondadoso con todos de igual manera a fin de ser justo. Para serlo, Dios sólo necesita darle a las personas lo que merecen. Dios es siempre justo: «todos sus caminos son justos» (Dt 32:4). Una manera estándar de definir equidad es la calidad de ser justo e imparcial. Más recientemente algunas personas han redefinido equidad para referirse a resultados iguales. Entonces, algunas personas piensan que Dios es injusto si es que hay resultados desiguales. No obstante, tenemos que distinguir entre resultados imparciales e iguales. Dios es imparcial, pero eso no significa que todos experimenten resultados iguales porque Dios tiene la libertad de mostrar bondad inmerecida a quien Él quiera. La parábola de Jesús de los obreros de la viña ilustra que Dios siempre es justo y que a veces Él es inmerecidamente bondadoso:
»Porque el reino de los cielos es semejante a un hacendado que salió muy de mañana para contratar obreros para su viña. Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Salió después como a la hora tercera, y vio parados en la plaza a otros que estaban sin trabajo; y a estos les dijo: «Vayan también ustedes a la viña, y les daré lo que sea justo». Y ellos fueron. Volvió a salir como a la hora sexta y a la novena, e hizo lo mismo. Y saliendo como a la hora undécima, encontró a otros parados, y les dijo: «¿Por qué han estado aquí parados todo el día sin trabajar?». Ellos le dijeron: «Porque nadie nos ha contratado». Él les dijo: «Vayan también ustedes a la viña». »Al atardecer, el señor de la viña dijo a su mayordomo: «Llama a los obreros y págales su jornal, comenzando por los últimos y terminando con los primeros». Cuando llegaron los que habían sido contratados como a la hora undécima, cada uno recibió un denario. Cuando llegaron los que fueron contratados primero, pensaban que recibirían más; pero ellos también recibieron un denario cada uno. Y al recibirlo, murmuraban contra el hacendado, diciendo: «Estos últimos han trabajado sólo una hora, pero usted los ha hecho iguales a nosotros que hemos soportado el peso y el calor abrasador del día». »Pero respondiendo el hacendado, dijo a uno de ellos: «Amigo, no te hago ninguna injusticia; ¿no conviniste conmigo en un denario? Toma lo que es tuyo, y vete; pero yo quiero darle a este último lo mismo que a ti. ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo que es mío? ¿O es tu ojo malo porque yo soy bueno?». Así, los últimos serán primeros, y los primeros, últimos (Mt 20:1-16).
El hacendado le da a cada obrero lo que merece y él le da a algunos obreros más de lo que merecen. No es injusto darle extra a alguien, aun cuando merecen menos que otros. Nota las palabras que enfatizo: «toma lo que es tuyo, y vete; pero yo quiero darle a este último lo mismo que a ti.  ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo que es mío? ¿O es tu ojo malo porque yo soy bueno?» (Mt 20:14-15). Mientras Dios le dé a cada persona lo que merece, no es injusto cuando escoge soberanamente ser inmerecidamente bondadoso con algunos y no con otros. Y ninguno de nosotros merece la bondad de Dios. Es razonable preguntar: «¿por qué Dios escogió salvar a algunos y no a otros?». No obstante, es mejor preguntar: «¿por qué Dios escogió salvar a alguien? Como John Bunyan dice: «la menor de las misericordias no es merecida por el mejor de los pecadores»[2]. Dios no es injusto cuando es inmerecidamente bondadoso con algunos y no con otros.

Este artículo es la adaptación del libro Predestination: An Introduction [Predestinación: una introducción] escrito por Andrew David Naselli.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
[1] Esta sección es una actualización de una parte del libro de Andrew David Naselli: Romans: A Concise Guide to the Greatest Letter Ever Written [Romanos: una guía concisa de la carta más grande jamás escrita] Wheaton, IL: Crossway, 2022, pp. 119-120.
[2] Bunyan, John. 1862. «Reprobation Asserted: or, The Doctrine of Eternal Election and Reprobation Promiscuously Handled, in Eleven Chapters Wherein the Most Material Objections Made by the Opposers of This Doctrine, Are Fully Answered; Several Doubts Removed, and Sundry Cases of Conscience Resolved» [Reprobación afirmada: o la doctrina de la elección y reprobación eternas tratadas promiscuamente en once capítulos donde las objeciones más importantes hechas por los opositores de esta doctrina son completamente respondidas, varias dudas eliminadas y diversos casos de conciencia resueltos]: extraído de The Whole Works of John Bunyan, Accurately Reprinted from the Author’s Own Editions [Las obras completas de John Bunyan. Reimpresas con precisión de las ediciones propias del autor]. 3 vols. London: Blackie and Son,. 2:346.
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¿Es justo que Dios endurezca corazones?

¿Cómo realiza Dios la reprobación?

Cuando tienes dos opciones y escoges una de ellas, eso significa que no escogiste la otra opción. La iglesia primitiva escogió a Matías y no a Barsabás para ser un apóstol (Hch 1:23-25), y Pablo escogió a Silas y no a Marcos para viajar con él (Hch 15:39-40). Si seleccionas a un cierto número de personas para algo, eso significa que no estás seleccionando al resto de las personas. La iglesia primitiva escogió a siete hombres y no a otros hombres para servir las mesas (Hch 6:1-6), y escogieron enviar a ciertos hombres y no a otros hombres a Antioquía (Hch 15:22-27). Después de que Jesús resucitó de la muerte, Dios ordenó que Jesús se apareciera «no a todo el pueblo», sino que específicamente a aquellos «testigos que fueron escogidos [...] por Dios» (Hch 10:39-41). Así es como funciona escoger en la cotidianidad de la vida. Si escoges una manzana de una fuente llena de manzanas, estás escogiendo sólo una y no estás escogiendo al resto de las manzanas. De manera similar, si Dios escoge salvar a ciertas personas, entonces Él escoge no salvar a las otras. No obstante, la Biblia dice más que simplemente que Dios no escogió a algunos. La Biblia dice que Dios lleva a cabo la reprobación a través de medios. ¿Cómo Dios lleva a cabo su decreto de reprobación? Dios realiza la reprobación al endurecer los corazones, al cegar los ojos y al ensordecer los oídos[1].

¿Cómo Dios endurece el corazón?

Peter Sammons organiza cuidadosamente los medios de reprobación en cuatro categorías: abandono, endurecimiento, agencia personal y agencia no personal[2]. Creo que es más simple decir que el principal medio es endurecer y que las otras categorías son maneras en que Dios endurece.

Dios endurece al retener la gracia

Nuestros corazones pecadores son peores de lo que pensamos. No debe sorprendernos cuando una horda saquea una tienda cada vez que no hay policía presente o disponible. Dios amablemente ha dado a los rebeldes que lo odian todo tipo de gracia restrictiva a fin de que las personas no se comporten tan malvadamente como podrían (p. ej.: Gn 20:6; 1S 25:34, 39). Una manera en que Dios endurece el corazón de las personas es simplemente al retener la gracia. Dios retiene la gracia cuando esconde el mensaje de Jesús a las personas (Mt 11:25-26; Lc 10:21; cf. Mt 15:14). Dios retiene la gracia cuando quita las restricciones morales y entrega a las personas a lo que sus corazones pecaminosos desean (Ro 1:24, 26, 28). Es por esto que A. A. Hodge describe endurecimiento como «indudablemente, un acto judicial en el cual Dios se retira de donde están los hombres pecadores —a quienes no ha elegido para la vida— para el justo castigo de sus pecados, retirando toda influencia misericordiosa y dejándolos a las tendencias sin restricciones de sus propios corazones y a las influencias no contrarrestadas del mundo y el diablo»[3]. R. C. Sproul explica:
Lo único que Dios tiene que hacer para endurecer los corazones de las personas es quitar los frenos. Les da más libertad de acción. En lugar de refrenar su libertar humana, la incrementa. Les deja seguir su propio camino. En un sentido, les da la soga con la que ahorcarse. No es que Dios ponga su mano en ellos para crear nueva maldad en sus corazones; meramente su santa mano deja de refrenarlos y les permite hacer su propia voluntad[4].

Dios endurece a través de personas pecadoras

Dios usa personas malvadas para lograr sus propósitos. Esto incluye a humanos como los hermanos de José (Gn 50:20); a los sabeos que asesinaron a los criados de Job y se llevaron su ganado (Job 1:15); a los babilonios (Hab 1) y a Judas (Jn 17:12). Esto también incluye a Satanás y a los demonios (1Cr 21:1; Job 1:7-12). Dios puede cumplir su decreto de reprobación al endurecer corazones y cegar vistas por medio de personas malvadas (ver 2Ts 2:8-10; Ap 13:5, 8, 17:8, 12-18).

Dios endurece con la verdad

Dios endurece a las personas con la verdad (p. ej.: Is 6:9-10; Mt 13:14-15). Esto me recuerda a los enanos traidores al final del libro de C. S. Lewis, La última batalla. Los enanos sienten que están confinados en un establo completamente oscuro y cuando Lucy recoge algunas flores frescas y le pregunta a Diggle, el enano, si puede olerlas, él responde enfurecido: «¿cómo te atreves? ¿Qué es eso de meterme un montón de repugnante porquería de establo en el rostro?»[5]. Para quienes son salvos, la verdad es el «aroma fragante de Cristo [...] olor de vida para vida», pero para otros el mismo mensaje es «aroma fragante [...] olor de muerte para muerte» (2Co 2:15-16). Los creyentes consideran que Jesús, la piedra angular, es «[...] preciosa [...]», pero «los que no creen» rechazan la piedra angular y los incrédulos «[...] tropiezan porque son desobedientes a la palabra, y para ello estaban también destinados» (1P 2:6-8).

¿Eso es justo?

Roger Olson, un teólogo arminiano, dice que si la reprobación fuera cierta, es difícil para él distinguir a Dios de Satanás:
Llevado a su conclusión lógica, de que incluso el infierno y todos los que sufrirán allí eternamente están predestinados por Dios, Dios es, por lo tanto, en el mejor de los casos, moralmente ambiguo, y en el peor, un monstruo moral. He llegado tan lejos como para decir que este tipo de calvinismo, que le atribuye todo a la voluntad y al control de Dios, hace difícil (al menos para mí) ver la diferencia entre Dios y el diablo[6].
¿Es justo que Dios endurezca, ciegue y ensordezca a los pecadores? ¿Es justo que Dios logre la reprobación al retener la gracia y al endurecer corazones, cegar vistas y ensordecer oídos? Es crucial recordar dos verdades: 1) Dios es el Creador supremo y nosotros somos sus criaturas. Pablo anticipó la objeción es «injusto»: Me dirás entonces: «¿Por qué, pues, todavía reprocha Dios? Porque ¿quién resiste a su voluntad?». Al contrario, ¿quién eres tú, oh hombre, que le contestas a Dios? ¿Dirá acaso el objeto modelado al que lo modela: «Por qué me hiciste así?». ¿O no tiene el alfarero derecho sobre el barro de hacer de la misma masa un vaso para uso honorable y otro para uso ordinario? (Romanos 9:19:21). Dios es todopoderoso, todo bueno, todo conocedor y todo sabio, y nosotros no lo somos. Por lo tanto, no debe sorprendernos que no lo comprendamos completamente ni sus caminos. 2) Cuando Dios endurece, ciega y ensordece a una persona al retener la gracia, esa persona no es inocente, sino que ya es culpable. Dios muestra misericordia a ciertos pecadores y endurece a ciertos pecadores. No somos personas inocentes y neutrales a quienes Dios escoge para salvar o pasar por alto. Cada uno de nosotros es un rebelde contra el Rey, un idólatra, un malvado traidor. Y Dios soberana y misericordiosamente escogió rescatar a algunos pecadores y condenar al resto. Dios finalmente provoca la reprobación, pero no de la misma manera que escoge soberanamente salvar a personas. Dios endurece, ciega y ensordece a los pecadores, pero no de la misma manera en que ablanda corazones, abre ojos y abre los oídos de los pecadores. Michael Horton contrasta cómo Dios endurece y ablanda corazones:
Dios no es activo en endurecer corazones así como lo es al ablandarlos. La Escritura sí habla de que Dios endurece corazones, no sólo en Éxodo 7:3 y Romanos 9:18, sino que también en Josué 11:20; Juan 12:40; Romanos 11:7; 2 Corintios 3:14. Asimismo habla de pecadores que endurecen sus propios corazones (Éx 8:15; Sal 95:8; Is 63:17; Mt 19:8; Heb 3:8, 13). Sin embargo, ningún pasaje habla de pecadores que ablandan su propio corazón ni que se regeneran a sí mismos. Sólo los seres humanos son responsables de la dureza de su corazón, pero sólo Dios ablanda y, de hecho, recrea el corazón de sus elegidos (1R 8:58; Sal 51:10; Is 57:15; Jr 31:31-34; Ez 11:19, 36:26; 2Co 3:3, 4:6; Heb 10:16). En resumen, sólo Dios nos puede dejar a la deriva en caso de reprobación, pero requiere el gran trabajo del Dios trino salvar a los elegidos, incluyendo la muerte del único Hijo engendrado del Padre[7].
No debemos concluir que el hecho de que Dios endurezca, ciegue y ensordezca contradiga su bondad. Dios da gracia común (no salvífica) a todos los humanos. A menudo da más bendiciones materiales temporales a los no creyentes que a los que sí creen. No obstante, los incrédulos son pecadores a pesar de la bondad de Dios y merecen condenación (Ro 2:4-5). «Porque todo el que hace lo malo odia la Luz, y no viene a la Luz [...]» (Jn 3:20; cf. Jn 6:44, 65); «no hay quien busque a Dios» (Ro 3:11). Los incrédulos son agentes morales responsables que rechazan voluntariamente lo que Dios ha revelado sobre sí mismo. Dios es justo y bueno, y Dios siempre hace lo que es justo y bueno (Gn 18:25; Sal 119:68).

Este artículo es una adaptación del libro Predestination: An Introduction [Predestinación: una introducción] escrito por Andrew David Naselli.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.
 
[1] A veces Dios endurece, ciega y ensordece a las personas en una situación en particular, pero no necesariamente para muerte eterna. Por ejemplo, Dios endureció al rey Sehón, específicamente para que no dejara pasar a los israelitas por su tierra (Dt 2:30), lo que ilustra Proverbios 21:1 «como canales de agua es el corazón del rey en la mano del Señor; Él lo dirige donde le place» [énfasis del autor] (cf. Es 6:22; 7:27; Pr 16:1, 9; 19:21; Is 10:5-7). En este capítulo, me enfoco en las instancias en las que Dios endurece, ciega y ensordece en relación a la muerte eterna. Para ver una lista de pasajes que distinguen la actividad reprobatoria divina de Dios como eterna o no eterna, ver Richard M. Blaylock, Vessels of Wrath [Vasijas de ira], , 2 vols. (Eugene, OR: Pickwick, 2023), 1:177-78, 2:185-86.
[2] Sammons, Peter. 2022. Reprobation and God’s Sovereignty: Recovering a Biblical Doctrine [Reprobación y soberanía de Dios: recuperando una doctrina bíblica]. Grand Rapids, MI: Kregel Academic. pp. 227-81.
[3] Hodge, A. A. 1878. Outlines of Theology. [Resumen de teología], 2da ed. New York: Hodder and Stoughton, p. 223.
[4] Sproul, R. C. 2002. Escogidos por Dios. Graham, NC: Publicaciones Faro de Gracia.
[5] Lewis, C. S. 2005. La última batalla, Las Crónicas de Narnia. New York, NY: HarperCollins Publishers.
[6] Olson, Roger. 2011. Against Calvinism [Contra el calvinismo] Grand Rapids, MI: Zondervan. p. 23; ver también: 84-85, 104, 110, 180, 190.
[7] Horton, Michael. 2011. For Calvinism [Pro calvinismo] Grand Rapids, MI: Zondervan, pp. 57-58.