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¿Son los edificios esenciales para las iglesias saludables?
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¿Son los edificios esenciales para las iglesias saludables?

¿Son los edificios esenciales para edificar iglesias saludables? ¿La falta de un edificio pone a una iglesia en desventaja? ¿El ser móviles obstaculiza la tarea de hacer discípulos y compartir el Evangelio?

El dilema que enfrenta todo pastor

Cada pastor que conozco, cuya iglesia no tiene un edificio, quiere uno, y por una buena razón. Montar y desmontar cada domingo es emocionante, pero solo durante una temporada. Reclutar voluntarios fieles para que lleguen temprano y se vayan tarde, todas las semanas, es un desafío. Navegar por las relaciones con los propietarios suele ser complejo. Perder el espacio a último minuto es más común de lo que piensas. Encontrar un nuevo espacio antes de que finalice el actual contrato de alquiler lleva mucho tiempo. Esto ni siquiera incluye la búsqueda de espacios para oficinas, clases y reuniones de tamaño medio durante la semana. Este pastor se siente tentado a pensar: «si tan solo tuviéramos un edificio…». Al mismo tiempo, casi todos los pastores que conozco cuya iglesia tiene un edificio, bueno, quieren uno un poco diferente. Después de todo, los edificios pueden ser demasiado grandes o demasiado pequeños. El lugar de reunión puede ser perfecto, pero no hay suficientes aulas. O el espacio de los niños puede ser ideal, pero no hay suficientes oficinas. Los edificios son caros de comprar, remodelar y mantener. Por lo general, se requiere personal designado para la gestión de las instalaciones. La calefacción siempre necesita reparación —¿por qué siempre es la calefacción?—. El estacionamiento suele ser un desafío, especialmente en contextos urbanos. Este pastor se siente tentado a pensar: «si tan solo nuestro edificio tuviera…».

Lugares como escenarios

Resulta fascinante examinar la Escritura y notar los lugares donde Dios tiende a realizar una obra redentora. Incluso una lectura superficial revela que Dios usa a las personas en todo tipo de lugares, desde lo cotidiano hasta lo inesperado, desde jardines, campos, arcas y celdas de prisión hasta desiertos, vientres de ballenas, naufragios y establos. No obstante, lo llamativo de esto es que los lugares siempre son secundarios. Los lugares en sí mismos no son el drama. No son más que los escenarios en los que el drama redentor de Dios se despliega en grandes y pequeñas formas a través de la vida de su pueblo. Así que me pregunto: ¿por qué habríamos de pensar que hoy sería diferente? Para aquellos de nosotros que podemos sentirnos tentados a pensar que la obra de Dios está de alguna manera restringida u obstaculizada por nuestro espacio, necesitamos este recordatorio.

Los lugares del Cornerstone Centro

Nuestra iglesia se reúne en el corazón del centro de Seattle. Hace poco cumplimos diez años y, a lo largo de nuestra vida compartida, nos hemos encontrado en casi todos los tipos de espacios imaginables. Desde nuestro nacimiento hasta el cuarto año, nuestras reuniones dominicales tuvieron lugar en una tienda de antigüedades situada en un subsuelo, luego en el vestíbulo de un edificio de oficinas y luego en una sala de cine (de hecho, nos reunimos en cinco salas diferentes en el mismo complejo durante tres años). Usábamos salas de conferencias para las clases. Ofrecíamos consejería prematrimonial en salas de estar. Tuvimos noches de oración en un centro comunitario local. Nuestros pequeños grupos se reunían en condominios, azoteas y parques. Los grupos de discipulado temprano en la mañana se reunían en cafés. Nuestro personal trabajaba en una oficina que nos habían donado y que era del tamaño de una caja de zapatos. Y, sin embargo, Jesús usó estos lugares cotidianos dispersos como escenarios para difundir el Evangelio, salvar a los pecadores y santificar a su pueblo. Desde el cuarto año hasta el presente, hemos alquilado un antiguo club de baile. Esto fue increíblemente significativo para nuestra iglesia incipiente. Nos dio una presencia más permanente en nuestra comunidad. No hubo más montaje y desmontaje. Podíamos consolidar todos nuestros esfuerzos ministeriales en una ubicación central. Pero… nuestro lugar de reunión es demasiado pequeño, nuestro espacio de oficina es demasiado limitado y nuestros propietarios nos impiden hacer mejoras. La entrada principal está literalmente en un callejón. Estamos contentos de estar en el vecindario más densamente poblado del centro. Sin embargo, esta área también atrae grafitis, orina y tráfico de drogas. Ah, ¿y mencioné que no tiene ventanas? Sin embargo, Jesús está usando este edificio imperfecto como un escenario para difundir el Evangelio, salvar a los pecadores y santificar a su pueblo. Desde el principio, oramos, buscamos y ahorramos para un edificio permanente. Pero continuamente nos quedamos cortos. Algunos edificios eran demasiado pequeños. Otros eran demasiado caros. La mayoría estaban ubicados fuera del centro de la ciudad. Otros fueron comprados en efectivo por las inmobiliarias antes de que la tinta se secara en nuestra propia oferta. Pero por la gracia de Dios, después de diez años de buscar y ahorrar, compramos un edificio en diciembre de 2020. Si bien esta es una gran evidencia de la gracia de Dios hacia nosotros, ahora nos encontramos liderando una campaña de financiamiento y un proyecto de construcción. Mientras tanto, en medio de una pandemia única en el siglo, el costo de las materias primas se ha disparado. Los edificios son un regalo, pero también tienen sus desafíos.

Las ventajas y desventajas de no tener un edificio

Estas son algunas de las ventajas de la movilidad:
  • Tu iglesia no está atada a un lugar en particular.
  • No hay carga financiera de una hipoteca.
  • A medida que tu iglesia crece, simplemente puedes mudarte a un espacio más grande.
  • Generalmente, el propietario es el responsable de las reparaciones de las instalaciones.
Pero también hay, por supuesto, algunas desventajas:
  • Su experiencia a menudo será determinada por su arrendador.
  • Montar y desmontar requiere mucha energía y capital voluntario.
  • A menudo pensará en dónde reunirse a continuación.
  • La falta de un espacio permanente puede comunicar una falta de arraigo a la comunidad.

Las ventajas y desventajas de tener un edificio

Estas son algunas de las ventajas de ser propietario de un edificio:
  • Un edificio permanente comunica estabilidad y presencia.
  • Ya no necesita montar y desmontar todas las semanas.
  • Ya no necesita preocuparse por las negociaciones de arrendamiento, los propietarios o la búsqueda de nuevos espacios.
  • Por lo general, su iglesia suele ser más fácil de encontrar.
  • Tiene más libertad para hacer mejoras en las instalaciones.
Pero también hay algunas desventajas:
  • Los edificios pueden ser costosos y requieren reparaciones continuas.
  • A menudo necesitan la supervisión de un personal.
  • Si el edificio es demasiado pequeño, deberá encontrar otro espacio o invertir en una renovación costosa.
  • Si el edificio es demasiado grande, su iglesia puede tener dificultades para sostenerlo.
  • Si está en una mala ubicación, puede que no sirva bien a la iglesia.

Conclusión

Entonces, ¿son los edificios esenciales para edificar iglesias saludables? No. ¿Pueden ser increíblemente útiles? Absolutamente. ¿La obra de Dios está limitada por su espacio? No. ¿Tener un edificio garantiza tener más fruto? No. ¿Un edificio hace que desaparezcan todos sus problemas de espacio físico? No. Ahora, aquí está la pregunta más difícil: ¿debería una iglesia obtener un edificio si puede? En la mayoría de los casos, diría que sí. Los beneficios superan las cargas. Sobre todo, ya sea que tengamos un edificio o no, debemos recordar que nuestro espacio es simplemente un escenario en el que el drama redentor de Dios continúa desarrollándose.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de 9Marks.