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La pestilencia podría acercarse a ti
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La pestilencia podría acercarse a ti

Como la mayoría de los países del mundo, Sri Lanka está pasando por un periodo de gran confusión y temor. Nuestra mortalidad no ha sido alta, pero el número de infectados por el coronavirus está aumentando diariamente. Mucho distritos del país (como Colombo, donde yo vivo) tienen toques de queda indefinidos de 24 horas. Camiones traen provisiones a los barrios. Uno de los desafíos más grandes que estamos enfrentando ahora es obtener provisiones y ayudar a las personas en pobreza que no tienen fuentes de ingreso, pues viven de un salario diario y no tienen ahorros ni cuentas corrientes. Algunos cristianos han realizado esfuerzos valerosos y otros obtienen salvoconductos para distribuir provisiones a los necesitados. Aun en los momentos más oscuros, emergen héroes.

«A ti no se te acercará»

Durante las últimas semanas, ha habido cierta discusión entre los cristianos respecto a si somos inmunes a la infección debido a la promesa de la protección de Dios. Algunos citan el Salmo 91 como garantía de que estaremos libres del coronavirus. Las promesas en este salmo son asombrosas. En él se mencionan «pestilencia» y «plaga» específicamente:
  • Verso 3: «Porque Él te libra [...] de la pestilencia mortal».
  • Verso 7: «Aunque caigan mil a tu lado y diez mil a tu diestra, ti no se acercará».
  • Verso 10: «No te sucederá ningún mal, ni plaga se acercará a tu morada».
  • Verso 14: «Porque en mí ha puesto su amor, Yo entonces lo libraré; lo exaltaré, porque ha conocido mi nombre».
En la Biblia tenemos promesas, principios y mandamientos, que pueden ser divididos en tres categorías. En la primera están aquellos que son verdad para todas las personas, todo el tiempo en todas las situaciones, como por ejemplo, la prohibición de la idolatría. En la segunda vemos aquellas que son verdad para momentos particulares y algunas situaciones. En la tercera encontramos algunas declaraciones generales que tienen excepciones por una regla mayor. Por ejemplo, los mandamientos generales a obedecer a los padres «en todo» (Col 3:20) y a estar sujetos a los oficiales gubernamentales (Ro 13:1-2) tienen excepciones claras en la Biblia (Lc 14:26; Hch 4:19-20). A veces necesitamos desobedecer a las autoridades si queremos obedecer a Dios. De igual manera, la Biblia es clara respecto a que Dios sí nos cuida y nos protege, como dice el Salmo 91. Él puede intervenir milagrosamente y lo hace para liberarnos en este mundo. Sin duda, Él le ordena a sus ángeles que nos guarden (Sal 91:11). Eso siempre es verdad. Él puede evitar, en cualquier momento, que nuestro pie tropiece con una piedra (Sal 91:12) y muchos testificarán de cómo Dios ha hecho eso. No obstante, eso no siempre ocurre, como testifica el noble ejército de mártires. Los mártires, sin embargo, sabían que Dios estaba con ellos y que estaba abriendo la puerta, por medio de su muerte, hacia la mayor libertad posible: entrar a la presencia de Dios.

Libertad a través del martirio

El Salmo 91 nos enseña que Dios nos cuida. Ese es un principio absoluto. Otros pasajes de la Biblia nos enseñan que la manera en que Dios nos cuida no es de la misma manera en la que lo hace en el Salmo 91. Dios aplica esta promesa de diferentes maneras, pero es siempre verdad. A través de ella, Dios continuará bendiciendo y liberando a su pueblo. Cuando Jim Elliot, Nate Saint y sus colegas fueron asesinados por la tribu Huaorani en Ecuador, vieron ángeles cantando canciones sobre ellos. Eso no evitó que los Huaorani los mataran. Más tarde, la esposa de Elliot, Elizabeth, y la hermana de Saint, Rachel, fueron como misioneras a esas mismas personas. Las personas de la tribu estaban asombradas al escucharlas cantar las mismas canciones que los ángeles habían cantado. Toda la tribu llegó a Cristo. Y se convirtieron en evangelistas que llevaron el Evangelio a las tribus vecinas. Los ángeles hicieron algo más grande que prevenir el martirio de esos cinco misioneros; ellos abrieron la puerta para que cientos de personas recibieran la salvación y para que millones de personas fueran influencidas al volver a contar la historia.

Sometida a frustración

Un tercio completo de los salmos son lamentos escritos por personas justas que sufrían lo que el mundo considera desgracias, donde Dios parecía haberlos abandonado. Actualmente, estoy leyendo el libro de Job para mis devocionales. El plan de Dios era glorificar su Nombre al permitir que Job pasara por experiencias muy distantes a lo que dice el Salmo 91 (algunos pensarían que no concuerdan). Los amigos de Job citaron principios bíblicos sobre cómo Dios cuida a los justos (discursos en la tradición del Salmo 91) y se demostró que estaban equivocados e incluso que estaban siendo crueles. No fueron sabios para aplicar esos principios al sufrimiento que Job estaba experimentando. En Romanos 8 dice que toda la creación está sometida a frustración (Ro 8:20). Hay enfermedad, desilusión, dolor y muerte. Esa frustración aflige incluso a los creyentes: «que tenemos las primicias del Espíritu» (Ro 8:23). Aun cuando hemos probado realmente cómo es el cielo, todavía gemimos con el resto de la creación por ahora (Ro 8:22-23). Cuando Jesús se hizo carne y hueso, Él abrazó toda la frustración que viene con la vida en este mundo. No obstante, Él transformó nuestro mundo precisamente al identificarse con su dolor y su maldición. Podemos tener un impacto profundo en nuestro mundo al identificarnos con su dolor, al igual como lo hizo Jesús. En una misteriosa manera, el sufrimiento ayuda a la iglesia a crecer, como lo demostró la muerte de Esteban en Hechos. Más cerca de casa para mí, cuando el tsunami azotó a Sri Lanka en el 2004, algunos cristianos se salvaron milagrosamente y testificaron de ello para la gloria de Dios. Otros sufrieron, como la iglesia en Mullaitivu, donde muchos de los fieles que fueron a la iglesia esa mañana después de Navidad murieron mientras que los que se quedaron en casa se salvaron. El pastor de esa iglesia perdió a su esposa y, creo, que a su hijo. Sin embargo, él se quedó y sirvió a su pueblo, y ahora sus dos hijas entraron a la universidad (un gran logro en Sri Lanka). Él le dio la gloria a Dios por medio de su sufrimiento.

Promesas mejores que la liberación

Existen realidades más profundas y más importantes, y promesas incluso más asombrosas que la liberación temporal, que nos gobiernan en medio de nuestra frustración y dolor:
  • El Espíritu Santo gime con nosotros mientras nosotros gemimos (Ro 8:26). No solo es aceptable que los cristianos giman; cuando lo hacen, Dios gime con ellos. Y ese verso dice que Él nos ayuda en medio de la debilidad. Experimentamos la cercanía de Dios de una manera profunda.
  • Dios provoca que todo lo que experimentamos coopere para bien (Ro 8:28), haciéndonos más que vencedores en todas las cosas (Ro 8:37). Mientras lloramos y nos identificamos con los cristianos que sufren, no necesitamos tenerles lástima porque sabemos que a partir de ese sufrimiento Dios está obrando algo hermoso.
  • Sí, no somos inmunes a los problemas, pero el amor de Dios es más profundo que todo eso y nada puede separarnos de su amor en Cristo (Ro 8:35, 38-39).
Las personas que saborean la experiencia de amar y de ser amados son personas felices. Entonces, cuando Pablo escribió mientras estaba aislado y confinado en prisión, él se alegraba en el Señor siempre (Fil 4:4) y hemos aprendido a estar contentos cualquiera sea la situación (Fil 4:11). Las personas más felices del mundo no son las que no tienen problemas, sino las que no tienen miedo de los problemas. Como Pablo dijo, nuevamente desde la prisión, la mayor y verdadera riqueza disponible para nosotros es el contentamiento en Cristo (1Ti 6:6). La inhóspita prisión no es un lugar que suponga la bendición de Dios, pero Pablo fue bendecido; ¡él era rico! Pablo no habría leído el Salmo 91 como la promesa de Dios para evitar que fuera a prisión, o incluso la muerte física, sino como la garantía de Dios de hacer más: hacernos eternamente invencibles en Cristo, para que incluso el sufrimiento y la muerte sirvan a nuestro gozo y a la gloria de Dios, mientras Él nos rescata completa, final y decisivamente en Cristo.

La sombra del Todopoderoso

El Salmo 91 inspirará, y ciertamente debe hacerlo, a cristianos a seguir confiando en Dios cuando enfrentemos problemas, como un tsunami, el encarcelamiento o una pandemia mundial. Él es fiel a su promesa de cuidarnos y siempre nos lleva en triunfo (2Co 2:14). Elizabeth Elliot tituló la biografía de su esposo martirizado como La sombra del Todopoderoso, que es una frase del primer verso del Salmo 91. Incluso durante las providencias sorprendentes de Dios, que traen sufrimiento e incertidumbre, la verdad del Salmo 91:4-6 permanece:
Con sus plumas te cubre, Y bajo sus alas hallas refugio; Escudo y baluarte es su fidelidad. No temerás el terror de la noche, Ni la flecha que vuela de día, Ni la pestilencia que anda en tinieblas.
En medio de toda la confusión de este tiempo, saboreemos la riqueza de la seguridad y del contentamiento eterno que tenemos en Cristo.
Ajith Fernando © 2020  Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.
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Querido pastor: puedes servir tanto a tu ministerio como a tus hijos
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Querido pastor: puedes servir tanto a tu ministerio como a tus hijos


Este artículo es parte de la serie Querido pastor publicada originalmente en Crossway.


Nuestros hijos no recibieron el llamado al ministerio

Fui un expositor, y mi esposa también estuvo presente, en el primer campamento de jóvenes en el que participó mi hija. Ella nos dio estrictas instrucciones de no hablarle durante el campamento. Nosotros mantuvimos nuestro lado del acuerdo, pero ella por momentos se escabulló en nuestro cuarto para hablar con nosotros. Nos dimos cuenta de que nuestra hija no quería la presión de ser conocida como la hija del predicador. Nuestros hijos no respondieron al llamado al ministerio. Nuestras esposas sí lo hicieron cuando vinieron con nosotros al ministerio.

Sin embargo, sabemos con certeza que el llamado al discipulado cristiano viene de Dios a nuestros hijos. Por lo tanto, aunque nunca le dijimos a nuestros hijos que hicieran algo o no hicieran algo porque eran hijos de líderes cristianos, les dijimos que estábamos insistiendo en algo porque era lo mejor para ellos, porque somos cristianos.

No obstante, hay otras presiones únicas por ser hijos de personas en el ministerio. Nuestros hijos esperan de nosotros que los cuidemos, pero nuestra vocación es cuidar de otros. Es esencial convencerlos de que ellos son una prioridad en nuestras vidas. Esto me lleva a afirmar que nuestra cruz es una vida balanceada. No es fácil estar totalmente comprometido con las personas a las que servimos y con nuestras familias al mismo tiempo. Pero el esfuerzo de hacer ambas cosas (la vida balanceada) es nuestra cruz.

Mis hijos a veces hacían pedidos que eran difíciles de cumplir, como ir a buscarlos a medianoche de una fiesta cuando yo estaba extremadamente ocupado y necesitando dormir, o jugar cricket con mi hijo cuando estaba cansado y sin ánimo de jugar. Aprendí a responder a dichos pedidos como si fuera un privilegio gozoso en lugar de una carga. Fue costoso, pero para un cristiano el costo del discipulado es normal y no es un gran tema. El gozo de mostrar nuestra amorosa preocupación a nuestros hijos es un gran tema. Esperemos que nuestros hijos, cuando sepan que alegremente pagamos el precio de cuidarlos, no sientan resentimiento cuando cuidemos a otras personas. Esperemos que ellos tampoco se aprovechen de nuestra amabilidad.

Déjame contarte una historia que inventé al fusionar algunas de mis propias experiencias. El hijo de un pastor está corriendo en una competencia de pista regional clave de atletismo y ha llegado a la final. La carrera es a las cuatro de la tarde del sábado. Sin embargo, el pastor tiene una reunión a la que no puede faltar en la iglesia a las dos. Él explica la situación a su hijo y le dice que va a intentar estar ahí para la final, pero no puede estar seguro. Él llama a todos los miembros del comité el viernes, les cuenta de su situación y les pide que lleguen a tiempo a la reunión. Los llama una vez más el sábado por la mañana. 

Comienzan la reunión puntualmente y terminan a las tres y media. El padre se apresura al estadio donde se realiza el encuentro. Estaciona el auto, corre hacia la pista y llega justo antes de que su hijo empiece a correr. Mientras corre, el hijo escucha la voz de su padre gritándole: «¡vamos, hijo!» Impulsado por las palabras de su padre, avanza con una explosión de velocidad y gana la carrera.

El padre alcanza a su hijo para felicitarlo. El hijo nota que su padre jadea más que él y le pregunta: «yo soy el que corrió la carrera, ¿por qué estás jadeando?». El padre responde: «tenía que estar aquí a tiempo para tu carrera, así que corrí». Ese hijo probablemente no se va a enojar por el ministerio de su padre. Sabe que aunque su padre se preocupa por los demás, está dispuesto a pagar el precio de cuidar de él.

No obstante, a veces no podemos estar con nuestros hijos en momentos importantes de sus vidas. Este fue uno de los aspectos más difíciles de mi llamado a un ministerio itinerante. Sin decir algo como: «¿no te das cuenta de que debo hacer mi ministerio?». Aprendí a explicar mi incapacidad de estar presente como algo que me entristecía mucho. Entonces, pudimos compartir el dolor juntos sin echarles la culpa a nuestros hijos por no entender el llamado que Dios nos había dado.

La graduación universitaria de mi hija fue un gran evento en nuestra familia. Ella se graduó con honores, ¡mucho mejor que su padre! Esto fue un gran gozo para mí. Pero no pude estar presente en el evento porque estaba en Inglaterra. La fecha de graduación fue anunciada a último momento después de haber organizado este viaje. En esos días, no teníamos medios de comunicación como Zoom, Skype y WhatsApp, pero le envié varios mensajes expresando mi pena por no estar ahí y mi enorme deleite por lo que ella había logrado. Todavía recuerdo el mensaje que ella me envió. Espero que el dolor que ella sintió por mi ausencia se haya reducido por haber expresado mi tristeza.

Mi esposa y yo estamos convencidos de que, aunque nuestros hijos no tienen un llamado al ministerio, tenían el derecho de vivir en un hogar feliz. Hicimos todo lo posible para asegurarnos de que nuestro hogar fuera un lugar feliz. Cuando Sri Lanka sufrió la violenta revolución en 1988-1989, la vida era muy complicada y un poco peligrosa. Las escuelas estuvieron cerradas por meses. Muchos abandonaron el país diciendo que se iban por el bien de sus hijos. Yo recién volvía de un tiempo sabático de 6 meses en el seminario teológico Gordon-Conwell en Estados Unidos. Había sido muy feliz ahí haciendo cosas que amo hacer, como estudiar, escribir y enseñar. En medio de los problemas, en 1989, Gordon-Conwell escribió para ofrecerme lo que parecía el trabajo de mis sueños, en cuanto a lo que yo amaba hacer. No obstante, mi esposa y yo estábamos convencidos de que nuestro llamado era un ministerio de por vida en Sri Lanka, así que rechacé la invitación.

Sin embargo, necesitábamos que valiera la pena para nuestros hijos quedarnos en Sri Lanka. Después de todo, éramos nosotros y no ellos los que respondíamos al llamado a Sri Lanka. Cuando mi esposa y yo hablamos de esto, decidimos que la mejor bendición que podíamos dejarles a nuestros hijos era un hogar feliz. Independientemente de lo que experimentaran afuera, ellos debían saber que venían a un hogar cálido, seguro y feliz. 

Conozco algunos hogares disfuncionales de trabajadores cristianos de los cuales han salido maravillosos cristianos. También conozco hijos rebeldes que han salido de hogares cristianos sanos y amorosos. Independientemente de cómo sea el trasfondo familiar de un niño, finalmente es la recepción o el rechazo de la gracia lo que influencia el camino futuro que tomará el niño. Sin embargo, nosotros que estamos en el ministerio podemos hacer todo lo posible para dar a nuestros hijos un destello de la belleza de un hogar con una atmósfera marcada por el gozo del Señor. Hay un poder inquietantemente atractivo en el gozo del Señor, un poder que podría atraerlos de regreso a Cristo cuando luchan contra la tentación de rebelarse.

Ajith Fernando es el autor de The Family Life of a Christian Leader [La vida familiar de un líder cristiano].

Este artículo fue publicado originalmente en inglés y traducido con el permiso de Crossway.