volver

Como niños que se dispersan en un jardín buscando huevos de Pascua, tú y yo estamos en una búsqueda.

Todos buscamos. Nuestras almas sedientas hurgan hasta el último rincón de este mundo en búsqueda de placeres brillantes y deleites azucarados.

Cada buscador de gozo, en búsqueda de tesoros que no desaparezcan ni se oxiden ni se rompan ni sean robados, debe prestar cuidadosa atención a la Pascua —no con una atención similar a quedarse dormido durante el sermón, sino con una atención real, ferviente fijada en Cristo—. Si perdemos la importancia de la resurrección, perdemos el gozo más grande del universo. 

El gozo de Jesús

Mientras las oscuras sombras acechaban al Cristo que pronto sería crucificado, Él puso su atención en el gozo. A lo largo de esta Santa Semana de su crucifixión, Jesús les había anunciado su muerte a sus discípulos quienes luchaban con darle sentido a todo esto. Él abordó sus preocupaciones directamente en Juan 16:19-24.

Jesús sabía que querían preguntarle, y les dijo: «¿Están discutiendo entre ustedes sobre esto, porque dije: “Un poco más, y no me verán, y de nuevo un poco, y me verán”? En verdad les digo, que llorarán y se lamentarán, pero el mundo se alegrará; ustedes estarán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría. Cuando la mujer está para dar a luz, tiene aflicción, porque ha llegado su hora; pero cuando da a luz al niño, ya no se acuerda de la angustia, por la alegría de que un niño haya nacido en el mundo.

»Por tanto, ahora ustedes tienen también aflicción; pero Yo los veré otra vez, y su corazón se alegrará, y nadie les quitará su gozo. En aquel día no me preguntarán nada. En verdad les digo, que si piden algo al Padre en mi nombre, Él se lo dará. Hasta ahora nada han pedido en mi nombre; pidan y recibirán, para que su gozo sea completo.

Rebobinamos la Semana Santa para escuchar a Jesús prever los cambios que vendrán en su resurrección. Él quería que sus discípulos esperaran el Domingo de Resurrección como el amanecer cataclísmico del verdadero gozo. Esto es lo que significa todo esto para los buscadores de gozo. 

Un gozo comprado con sangre

Jesús habló de este gozo mientras enfrentaba la tortura del Viernes Santo. Él enfrentó la negación, la traición, las palizas, las astillas, los clavos y las lanzas, ¡y Él no pudo dejar de hablar sobre el gozo! Solo el gozo podía mantenerlo. El gozo estaba en su mente, el gozo estaba en su lengua y el gozo no lo estaba alejando del sufrimiento, sino que lo acercaba a él (Heb 12:2).

Jesús fue a la cruz por gozo: para comprar gozo, para crear gozo y para ofrecer gozo.

A medida que el mundo celebraba el asesinato salvaje de Dios, desde este mar de espumosa hostilidad rebelde, emergió un inextinguible gozo comprado con sangre.

Un gozo inquebrantable

Si el asesinato del Autor de la vida no pudo extinguir este gozo del que Jesús hablaba, nada puede hacerlo y nada jamás podrá. Ninguna oposición del mundo ni oposición al Evangelio ni desprecio cultural a Cristo superará el gozo de la resurrección de Jesús.

Como hemos visto esta semana, el gozo inextinguible de la Pascua nació en el trauma, la tragedia y la maldad más grandes que el mundo haya desatado jamás: el asesinato del Hijo de Dios. La muerte, el diablo, los demonios y la rebelión coordinada de la humanidad, todos aliados no pueden obstaculizar este gozo. Los perseguidores no pueden robar este gozo. No hay poder, evento ni enemigo que pueda secuestrar este gozo de la resurrección de Jesucristo que salió de la tumba junto con Él. 

Si la comparamos, los gozos del mundo son frágiles. La enfermedad y la pobreza desmoronan al gozo, y el largo proceso del envejecimiento y de la muerte lenta despoja a la vida de todos sus placeres mundanos (Ec 12:1-8). La muerte desvanece todos nuestros gozos, salvo uno. Solo hay un gozo que no puede ser frustrado por la muerte, porque solo un gozo fue comprado con sangre.

Un gozo recién nacido

El gozo de la resurrección de Jesús escapa de las garras de la muerte porque es el gozo de la nueva creación, un gozo liberado de la maldad de este mundo caído.

Y esto hace que la Pascua sea impresionante. Como valientemente dijo Jonathan Edwards: «la resurrección de Cristo es el evento más gozoso que jamás haya acontecido»[1]. Y con razón dijo Charles Spurgeon: «ningún hombre de este mundo me puede quitar el gozo de que Cristo resucitó de la muerte». La resurrección es el evento divino más lleno de gozo en la historia bíblica digna de nuestra adulación, asombro y maravilla. Por eso es más que un espectáculo histórico impresionante.

Jesús usó la analogía común del nacimiento para presentar un nacimiento cósmico radical. Su muerte fueron los dolores de parto de una nueva creación; su resurrección, la llegada de una nueva creación a la historia. En su resurrección, Jesús pone en marcha una reacción en cadena imparable que un día culminará en la resurrección de los muertos y la renovación de toda la creación. 

Ese es el punto. En la larga historia del gozo en este mundo caído, después de eras de apetitos insatisfechos y dolores de hambre en los corazones de los hombres, mujeres y niños, la resurrección de Cristo marca un crescendo. Nunca el gozo ha encontrado una expresión mayor en la tierra. En Juan 15:11, Jesús le ofreció a sus discípulos un «gozo completo», una invitación solo posible dentro de la etapa final en la historia cósmica. Esa etapa nació la mañana de la Pascua. 

Jesús quiere que sus discípulos tengan sed de un gozo posterior a la resurrección como la llegada de un nuevo gozo amplificado, un gozo esperado y previsto por mucho tiempo, un gozo nunca antes visto o experimentado totalmente en la historia humana. La resurrección de Cristo traerá el evento más espectacular lleno de gozo porque enciende un gozo eternamente perdurable y para siempre invencible. 

El Antiguo Testamento predijo este gozo, el nacimiento de Cristo anunció este gozo, la Semana Santa parecía extinguir este gozo, pero la resurrección de Cristo es el punto en la historia cuando la irrebatible antorcha del gozo de Dios emergió del mar de la espumosa hostilidad rebelde, se levantó e iluminó la cima de una antorcha olímpica de gozo que arderá por toda la eternidad.

Un gozo para quienes lo pidan

No obstante, por muy magnífica que haya sido la manera en que este gozo haya entrado al mundo en este momento definitorio en la historia cósmica, este gozo nos apremia de cerca. Por eso Jesús les enseñó a sus discípulos a pedir y a buscar más de este gozo. Esta es una invitación abierta de la era mesiánica. 

Este gozo da sentido a la lógica del Evangelio de Juan. Jesús dijo que Él debía morir e ir al Padre y dejaría su gozo con los discípulos. Una vez que Él estuviera con el Padre, Jesús enviaría al Espíritu para que morara en ellos (otra señal inconfundible de la nueva creación). Unidos a Cristo, los discípulos ahora orarían por el Espíritu, al Padre, por medio del Hijo. 

La Pascua vuelve a dar forma a la oración, a la espiritualidad y al gozo. Con esta inauguración de una nueva creación, los discípulos se convierten en hijos adoptados que pueden orar al Padre, quien está entusiasmado con verter un florecimiento espiritual sobre ellos en cualquier forma, llevándolos a un gozo completo y satisfactorio que nadie puede quitarles.

Esto es una gran noticia para los discípulos.

Un gozo inexpresable para ti

No obstante, la resurrección valiente de Jesús prometida a los discípulos en Juan 16:19-24 ahora es ofrecida a ti y a mí. Se nos promete el mismo «gozo inefable y lleno de gloria» (1P 1:8).

En Cristo, Dios se deleita en verter este gozo de la resurrección en tu vida, un gozo que llena y un gozo que no pueden robarte. ¿Qué hacemos? ¡Simplemente, le pedimos más a nuestro misericordioso Padre!

El gozo de la Pascua que Jesús predijo ha llegado y es profundamente personal. La resurrección es tanto un evento cósmico como íntimamente cercano, recordándonos la obra de Dios en nuestras vidas. «El propósito de la Pascua es que Dios está en el proceso de despejar este mundo de todo sufrimiento» (John Piper). Por lo tanto, «la resurrección de Cristo no solo te da esperanza para el futuro; te da esperanza para lidiar con tus cicatrices ahora mismo» (Tim Keller).

Un gozo tan restaurador y avivador fue comprado para ti y para mí en la resurrección de Cristo.

Date un banquete y celebra

La Pascua se presta para totales contradicciones.

Si Cristo aún estuviera muerto, la muerte reinaría y todos nuestros gozos serían en vano. Entonces amontonaríamos cada huevo de Pascua plástico que encontráramos, porque, lo que sea que encuentres dentro, será todo el gozo que tendrás para aferrarte. O, como dice Pablo: «Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos que mañana moriremos» (1Co 15:32).

Pero si la muerte está muerta y si los muertos resucitan —¡si Cristo resucitó de la muerte!— hermanos y hermanas, démonos un banquete y celebremos, ya que la luz naciente de nuestros placeres eternos inextinguibles e inagotables ha roto la oscuridad, ¡ofreciéndonos vida en Cristo que no se desvanece ni se oxida ni nos puede ser quitada!

Hoy, deléitate en el gozo de la resurrección de Cristo, ora para que sea más grande en tu vida y atesóralo por la eternidad. 

Tony Reinke © 2014 Desiring God. Publicado originalmente en esta dirección. Usado con permiso.

[1] N. del T.: todas las citas que no son tomadas de la Biblia son traducción propia.

Photo of Tony Reinke
Tony Reinke
Photo of Tony Reinke

Tony Reinke

Tony Reinke es el jefe de redacción de Desiring God y es autor de Hechizo digital: 12 maneras en las que tu dispositivo te está cambiando, John Newton on the Christian Life (2015) [Comentarios de John Newton sobre la vida cristiana] y Lit! A Christian Guide to Reading Books (2011) [¡Ilumínate! Guía cristiana para leer libros]. Es el presentador del pódcast Ask Pastor John. Vive en Twin Cities con su esposa y sus tres hijos.

 

Otras entradas de Tony Reinke
Las mujeres que se portan bien rara vez hacen historia
 
Doce consejos de crianza en la era digital
 
Tres preguntas que debes hacerte antes de escuchar cualquier sermón
 
¿Estás persiguiendo la felicidad o la santidad?