No llames a un pastor que esté intentando hacerse rico y no seas una iglesia que intenta mantenerlo pobre.

Recuerda que los discípulos que una vez dudaron cambiaron el mundo.

No subestimemos los sacramentos. Son mucho más profundos de lo que nos atrevemos a comprender. Refuerzan la buena noticia que Jesucristo nos presentó en la Palabra escrita. Nos presentan a Cristo y nos llevan a Él.

Imagina cómo el Evangelio podría desplegarse por el mundo que observa si las iglesias estuvieran llenas de mujeres con mentalidad bíblica que abrazan la autoridad ordenada por Dios como una bendición en lugar de una carga.

Hermanos, debemos darnos cuenta de que el orgullo está en la raíz de todo abuso de autoridad: en casa, en el trabajo, en la iglesia, en todas partes. Asimismo debemos darnos cuenta de que la humildad es la clave para evitarlo.

Estas son siete oraciones que puedes hacer por las necesidades particulares que tiene tu esposo pastor.

Ora por tu pastor, ora como si tu vida y la de aquellos que amas dependieran de que lo hagas.

Nuestro agotamiento y pobreza de espíritu pueden ser satisfechos con el mejor tipo de intercambio: nuestras cargas por su yugo. Ahí, volveremos a descubrir que su yugo es fácil y ligero y que en Él encontraremos descanso para nuestras almas.

El rol del pastor no es arreglar, sino que ministrar. No es reparar lo que fue roto, restaurar lo que fue separado ni sanar lo herido. Al contrario, el trabajo del pastor (y su gran deleite) es ministrar.

No debemos buscar la expansión a expensas de la fidelidad.

La iglesia es la novia del Hijo del Hombre. Cuando nos juntamos a chismear sobre nuestras iglesias, estamos chismeando sobre la esposa de un Hombre, mientras Él está en la sala.

Estas son tres razones por las que los pastores deben buscar la diligencia y luego dos maneras prácticas de crecer.

Considera brevemente cada una de las seis respuestas que entrega el Catecismo.

A pesar de la conectividad cada vez mayor, muchos en nuestra cultura se enfrentan a un creciente aislamiento del alma y los pastores son los candidatos principales para este estilo de vida paradójico.

Jesucristo fue valiente, confrontacional, involucrado y celoso, pero sin afectar su mansedumbre. Como sus subpastores, por lo tanto, debemos representar a nuestro manso Mesías tanto en su templanza como en su valentía.

Las mujeres reflejan el carácter de la ayuda poderosa de Dios a su pueblo cuando ellas apoyan y edifican la iglesia.